Mostrando entradas con la etiqueta cole. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cole. Mostrar todas las entradas

¿Cortesía?

Estoy sacando dinero del cajero y oigo renegar a mi espalda. No me sorprende. Últimamente estoy muy protestón, incluso demasiado para mi gusto. Un hombre se queja a su acompañante porque ha aguantado la pesada puerta de la entrada para dejar entrar o salir a alguien (todavía no veo de espaldas) y el susodicho ha pasado como una exhalación sin molestarse en dar las gracias.

He sentido simpatía por el tipo. Yo he hecho lo mismo. También he cedido el paso en puertas varias, ascensores y otras variadas muestras de urbanidad, no me atrevo a llamarlo cortesía. Ni que decir tiene que también he saludado sin recibir la menor respuesta. No siempre es así, pero visto el éxito mayoritario de esas conductas cívicas uno se pregunta si merece la pensa seguir comportándose amablemente.

Ya, si todos dejamos de hacerlo entramos en la ley de la selva. Pero, ¿por qué tenemos que seguir poniendo la otra mejilla unos cuantos? Porque no solo no te lo agradecen, encima parece que eres tonto. Cuando oigo rugir sobre el tema de la educación siempre recuerdo estos ejemplos. ¿Cómo podemos esperar educación, respeto y buenos modales cuando los mayores somos los primeros cafres, damos tan mal ejemplo a nuestros hijos? Joé, que la culpa no es del colegio, es nuestra, a ver si nos enteramos de una puñetera vez.

Otro ejemplo. Un crío de Infantil sacude un palazo (pala de plástico, no de la construcción) a otro en el patio. Resultado: varios puntos en la nariz de la víctima. Dice que fue un accidente al tirar la pala al aire, otros niños testigos dicen que le arreó a sabiendas. El cole se lava las manos. Consecuencias: al día siguiente el padre del "agresor" le dice a la madre de la "agredida"que esta vez le ha tocado a ella, que se joda. Literalmente. Alucinante. Sin comentarios.

Luego nos extrañamos de la indisciplina escolar, de los chavales salvajes, de los casos de violencia juvenil. Entre lo que nos ven hacer a los mayores y nuestra permisividad para con sus desmanes, qué esperamos. Recogemos lo que hemos sembrado.

(Banda sonora: Que tinguem sort - Dani Flaco)

Te quiero, te adoro, mi viiiidaaa

No, no se trata de un ataque de romanticismo. No sería propio de mí. Es el estribillo de la canción “Dos gardenias”, creo recordar. Siempre he sido un desapegado. Ya de pequeño me escapaba cuando llegaba el momento de despedirse y dar los besos de rigor. Lamentablemente, siempre me pillaban y me obligaban al rito del besuqueo.

Entiendo que es una costumbre, pero no me gusta dar besos a desconocidas a modo de saludo (dicho con todo el respeto). No se trata de una medida preventiva contra la gripe A. Simplemente, no me van esas muestras efusivas. Otra cosa es cuando se trata de féminas que conozco o aprecio. Admito, por enésima vez, que soy un tipo raro.

Por eso me sorprendió muy gratamente que la señorita de Alba me diera la mano cuando fuimos de tutoría. Eso sí, besó a mi mujer. Tal vez percibió, intuyó más bien, que no hice el gesto de acercarme y agacharme para los besos de rigor. Me temo que si no lo hizo conmigo fue por mi barba de pincho. En realidad, el motivo tanto da. El caso es que me ahorré el trámite.

Es como todas aquellas señoras (e incluso algún señor) que te sueltan aquello de “cariño, amor, corazón” y demás epítetos románticos como forma de dirigirse a uno. Me revienta. Leches, para pedirme o darme algo no hace falta que me llames “cariño”. Si ni siquiera sabes cómo me llamo. Y a mí tampoco me interesa tu nombre, todo sea dicho. Para mí son palabras importantes, sí, precisamente por no ser un romántico, por ser una persona introvertida, de forma que eso de banalizarlas con un uso completamente chorra y fuera de contexto me parece una herejía. Me molesta, vaya. Tampoco funciona para ablandarme, como medio para sacarme alguna cosa, lo siento. Más bien consigue el efecto contrario.

El cúlmen fue en una tienda en la que el dueño se dirigió a un cliente llamándole guapo delante mío. A lo mejor tenía cierta confianza con él. Afortunadamente a mí no me lo dijo. Me pregunto si le hubiera llamado mentiroso de haberlo hecho, pues soy más feo que Picio. En el trabajo tengo a una compañera machacada a base de chanzas: es de las que emplea el "guapa/o" con una facilidad pasmosa. En fin, hipocresías las justas.

Sí, ya lo sé. Siempre estoy haciendo amigos.

(Banda sonora: No Way Out - Love of Diagrams)

Normas generales de funcionamiento escolar

4.- UNIFORME
4.6 Recordamos que según se aprobó en el Consejo Escolar, los niños/las niñas no pueden llevar piercings, tatuajes, y determinados cortes de cabello, peinados y teñidos.

No me invento nada. Solo lo he traducido del catalán. Son normas para el primer nivel de Primaria.

Ahora me acabo de enterar que los críos de 6-7 años podrían llevar piercings y tatuajes. El mundo está peor de lo que me pensaba o ya soy un auténtico carca.

(Banda sonora: Lógico que salga mal - Manos de Topo)

Me estáis estresando

He salido padre sufridor, por desgracia. Eso tiene sus consecuencias, no positivas precisamente. El otro día fue la reunión de inicio de curso de Alba, que inicia primero de Primaria. Empecé medio durmiéndome (no dormí bien la noche anterior gracias a su hermano), con el rollo de la presentación "institucional" del cole.

La segunda parte, genérica del curso, me deprimió. Hablaron de la existencia de 8 tipos de inteligencias o capacidades. Tras hacerme una rápida evaluación mental, llegué a la conclusión de que difícilmente llego al suficiente. La culpa, entre otras, la tiene la dichosa inteligencia emocional, porque con un cero me baja la media de mala manera. La buena noticia fue que al no ser la inteligencia algo hereditario mis hijos tienen salvación y no tienen porqué ser tan zoquetes como su padre. Algo es algo.

En la tercera me remataron. Era la específica de la clase. Hay que dar más autonomía personal a los churumbeles. Rediós, de aquí a la independencia y/o a un referéndum familiar hay un paso. Empiezan los deberes. Lunes, mates. Miércoles, lengua. Viernes, lectura. Llegan las evaluaciones. Joé, ¿yo hacía todo esto con 6 años? La verdad, ni me acuerdo... ni quiero recordarlo aunque pudiera. La cartera con ruedas no vale, protocolos para la gripe A, etc., etc., etc. Todo ello aderezado con los comentarios por lo bajinis de las madres quejadantes de siempre. Qué peligro tienen algunas madres, que son mayoría además en estos eventos.

Vamos, que salí de la reunión medio grogui. Estresado ante todo lo que se me avecina. Lo curioso es que Alba seguro que se lo toma mejor que yo.

Qué bonita es la inocencia.

(Banda sonora: Reconstrucción - Deluxe)

Cópieme 100 veces: no copiaré

A veces pienso que Los catalanes somos uno de los pueblos más agilipollaos del mundo: pagamos autopistas desde hace 50 años mientras por esos mundos tienen autovías gratis, los servicios públicos son de los más caros del estado, somos pioneros en leyes municipales y autonómicas para darnos por saco cuando en las demás CC.AA. campa la libertad y el libertinaje, etc. Pero esto último ya no tiene nombre: una empresa catalana crea un programa que permite a los profesores detectar los trabajos copiados de internet.

La verdad, ya no sé dónde iremos a parar. En mis tiempos esto no existía. Viejuno que es uno. Pero de haberlo tenido a mí alcance, como los demás, hubiera usado wikipedia y demás medios de la red para hacer los trabajos. Faltaría más. No en vano soy un firme defensor de la ley. La Ley del mínimo esfuerzo, por supuesto. De las demás solo acato por fuerza la ley de la gravedad.

Soy de la convicción de que, como dijo el otro, ya les suspenderá la vida... o no. Aunque parezca paradójico, no siempre el camino más corto -copiar- es el que te asegura llegar antes. Puedes aprobar, sí, pero no te asegura aprender, sobre todo aprender a esforzarte, a pensar por ti mismo. Cierto es que hoy en día no está bien visto pensar por uno mismo, y mucho menos esforzarse, pero ese es otro tema.

¿Por qué culpabilizar a los pobres estudiantes? Si hasta la gran periodista Ana Rosa fusiló un libro sin el menor pudor. Pues eso, aquí el que no corre, vuela.

(Banda sonora: I believe in the good of life - The Hidden Cameras)

Hay nuevos justicieros en la ciudad

Todo lo que tiene que ver con mis niños me preocupa. He salido padre sufridor. A finales del curso pasado me enteré por una madre que había un par de hooligans de 3 años que se dedicaban a perseguir a sus compañeros durante el recreo. Una de las presuntas víctimas era David. Él, que solo se pelea con su hermana. Como en P-3 los marcan más, las señoritas consiguieron aplacar los ánimos violentos de aquellos brutos.

Tampoco debería extrañarnos que algo así pase. Cualquiera que frecuente un parque infantil encontraré a uno o varios de esos especímenes. Tirarán piedrecitas, empujarán a otros críos y los molestarán, mientras sus padres -si es que están allí, porque muchos están a cientos de metros de distancia- pasan olímpicamente de las barrabasadas de sus infantes. Son niños, deja que hagan lo que quieran, no sea que se traumaticen. En fin... Los resultados del Informe PISA y demás comienzan ahí. Así que mientras los tuyos no se vean en el fregado tienes que hacer como que no pasa nada.

Parece ser que en P-4 no sé si aquellos pillastre u otros, habían cogido gusto a cascar a otros críos. Como siempre, me entero por la madre de un amigo de David. Él es como yo (y como su hermana, solo se me parecen en lo malo). Cuenta poco y solo lo que le interesa, aunque poco a poco va soltándose y le arranco más información de lo que pasa en el cole. Según la versión de su amigo, que hay que tomar con la prevención propia de las declaraciones de un niño de 4 años, decidieron contraatacar. David agarraba al "malo" y su amigo le zurraba.

Teniendo en cuenta lo que le gusta fabular al chaval, como esa semana en la que le dio por decir que todos los días era su cumple (y solo faltaban 6 meses para el evento), no puedo tomármelo muy en serio. Además, viendo lo tirillas que es David me cuesta imaginar cómo puede inmovilizar a otro crío. Y que su compadre también arrée pues, en fin... Su madre le decía que no hay que pegar. Él le respondía con inocencia infantil: "solo pegamos a los malos". Eso me tranquiliza.

La culpa sería mía, por la afición de David a Spiderman. Ya descubrirá que no es un superhéroe. Mientras tanto, los dos coleguillas ejercen de justicieros a ratos libres... o eso dicen. David, mientras tanto, ni confirma ni desmiente.

(Banda sonora: Y además es imposible - Los Planetas)

Elogio de las matemáticas

Las gafas se me llenaron de agua. Empecé a tener problemas para ver. Me guiaba contando las brazadas. Los nadadores sabemos exactamente las brazadas que damos, y así supe cómo hacer los virajes.
Michael Phelps, relatando cómo ganó el oro en 200 mariposas.

Para cualquier otro, ese percance hubiera servido de excusa perfecta ante el fracaso. Phelps mantuvo la calma, se valió de su entrenamiento y se concentró en realizar la más simple de las operaciones matemáticas: la suma.

En el cole todos los profes nos decían a principio de curso que su asignatura era la más importante. Sobre gustos... Sin embargo, Michael Phelps ganó en Pekín la cuarta de sus ocho medallas de oro gracias a las matemáticas (y a su entremamiento, está claro).

Y pensar que su profe de Lengua le dijo que sería un fracasado. ¡Vivan las ciencias!

(No tiene nada que ver con el tema, pero para que sonrían también los de Letras)

(Banda sonora: The Scientist - Coldplay)