Todo el mundo quisiera vivir mucho tiempo, pero nadie querría ser viejo.
Jonathan Swift
En verano, cuando salimos a pasear por la tarde, muchas veces acabamos sentados en el mismo banco del paseo marítimo, resguardos del sol por una palmera. Un murete nos impide la visión de los bañistas, pero no la del mar. Ahí, con la caricia de la brisa marina y el rumor de las olas, medio amodorrado, me siento en paz por unos momentos (mientras de reojo vigilo que los críos que no se metan bajo las ruedas de alguna bici).
He pasado allí parte de mis casi últimos 30 veranos. Visto en perspectiva, el tiempo ha volado rápidamente. El pueblo ha cambiado mucho. Yo también. Me miro y creo ver (físicamente) un reflejo de aquel chaval. Inercia, supongo. Pero no es así. Me gustaría engañarme, pero no cuela. Estoy ya en territorio viejuno.
Suena un poco patético eso de joven de espíritu. Es una vil excusa, tipo del que no se consuela es porque no quiere. Me hace gracia cuando en la tele dicen eso de "un joven de 35-40 años". ¡! ¿Joven? ¿Entonces la adolescencia dura hasta los 25? ¿Cuándo demonios nos hacemos adultos? Algunos nunca, pero esa es otra historia.
Cuando hablé de los kidult, los asimilé a un variante del síndrome de Peter Pan para personas con capacidad de consumo. Claro, el dinero que todo lo puede: vestirnos como jóvenes, maquillarnos, usar la cirugía estética. Incluso intentamos pensar y comportarmos como jóvenes. Creamos un espejismo a nuestra medida. Vemos y mostramos lo que queremos ser (o parecer), no lo que somos realmente. Dorians Grays de pacotilla. Cómo vamos a establecer límites a nuestros hijos, por favor, si nosotros sómos jóvenes como ellos, coleguitas suyos. ¿Se puede ser más patético?
Dentro de unos años, sentado en ese mismo banco (espero), aquel reflejo solo será un bonito recuerdo. Tendré más canas, me habrán salido arrugas. Nunca volveré a ser ese tipo, como cantaban Los Piratas. La mayor virtud de aquel chaval era su juventud. Hoy ya no me queda ni eso.
Seguiré siendo yo, más mayor y me temo que con más manías y peor mala leche.
Seguiré siendo yo, más mayor y me temo que con más manías y peor mala leche.
(Banda sonora: Feeling Good - Muse)