sábado, 14 de junio de 2025
Shintaro Kago: La formidable invasión mongola
sábado, 4 de enero de 2025
Reseña + Entrevista: El palacio infinito, de Shintaro Kago
viernes, 20 de agosto de 2021
Laurent Binet: Civilizaciones
Título original: Civilizations
Traducción: Adolfo García Ortega
Año de publicación: 2020
Valoración: Se deja leer (como mucho)
Pasatiempo literario de verano
Responda verdadero o falso respecto de estas afirmaciones sobre el libro Civilizaciones, de Laurent Binet:
- Se trata de una ucronía según la cual fueron los incas quienes conquistaron Europa, y no al revés
- Es una novela entretenida, de asunto original y fácil de leer
- Utiliza a los personajes históricos con sutileza, profundiza en su personalidad y la pone al servicio de la trama. Todos tienen su razón de ser, sin rellenos ni adornos
- El relato se construye con lógica histórica, adecuando el ritmo a los acontecimientos clave y utilizando pausas para incidir en los cambios sociales
- Muestra con habilidad la dificultad de los invasores para adaptarse al nuevo mundo, y de este para asumir cambios que contradicen una tradición de siglos
- Binet se expresa como narrador con un lenguaje coherente, asumiendo como propia la lenta progresión de los conquistadores en el dominio de la lengua del Levante (Europa)
- Resulta muy interesante el contraste de culturas, yendo mucho más allá de lugares comunes y simplificaciones. Se deja ver un análisis de trazo fino
- Igualmente, el recurso a hechos históricos reales es medido y equilibrado, utilizando únicamente los que aportan verosimilitud al relato
- Se huye de la caricatura o la simplificación, y el rigor en la exposición hace olvidar que estamos ante una ficción
- Es, en definitiva, una obra excepcional, no solo por su originalidad, sino sobre todo por la maestría en plasmar esa audacia creativa en un texto serio, con lo que adquiere un punto estremecedor.
Si ha marcado usted Verdadero:
- Tres o menos veces: es usted el tipo de lector huraño, demasiado exigente y poco abierto a un sano entretenimiento sin complicaciones aunque con una notable carga de erudición
- Entre cuatro y ocho: el verano hace mella en su gusto lector y, sin plantearse mucho más, ha disfrutado de esa lectura ligera, algo que tanto agrada bajo una sombrilla o en una terraza sorbiendo un gin tonic a poquitos
- Nueve o diez respuestas Verdadero: no ha leído usted el libro.
oooooOooooo
Pues menudo veranito que llevamos en materia de narrativa, menos mal que han venido a salvarme algunas cosillas de otros géneros. Yo soy, lo confieso, de aquellos a los que Seix Barral les sigue imponiendo un respeto, aun conociendo el cambio de rumbo de los últimos tiempos. Esas cubiertas sobrias y elegantes, con su inconfundible tipografía y una imagen contenida sobre fondo blanco, transmitían en el acto sensación de calidad, dentro casi siempre había algo de bastante valor.
Como habrán podido deducir, esta vez no es así en absoluto, o casi. Una idea original, no lo dudo, pero poco más. O mejor dicho, afinando: una prosa vigorosa, ágil, que seduce nada más empezar, y algunas ocurrencias afortunadas, como la de los vikingos que alcanzan Cuba (con ecos de Juego de tronos) o la llegada de las naves a Lisboa justo después del terremoto (debe ser el de 1531).
Pero por lo demás esto podría ser una Historia de Europa contada a los niños, o una de esas recreaciones que de vez en cuando nos ofrecen Los Simpson (para no pecar de frívolo, me abstengo de elucubrar qué personajes encarnarían los amarillos habitantes de Springfield). Más aún, Binet podría escribir un segundo tomo de otras cuatrocientas páginas empezando por decirnos de una vez qué coño pintan exactamente esos mexicanos que a su vez desembarcan en Francia, o quién demonios es el narrador que se insinúa de vez en cuando. O para contarnos, qué sé yo, tal vez una tercera invasión, esta vez de indios norteamericanos o de bosquimanos, o las conquistas de un Napoleón chino vencedor de Waterloo. Puestos a inventar, casi todo es posible; pero para construir una novela no basta acumular ocurrencias, hay que seleccionar, jerarquizar, darle lógica y coherencia, muchas cosas que Binet no hace.
Pero estamos en verano, y uno se siente indulgente al calorcito y con el suave sonido del mar. Salvemos de todo esto esa primera parte con las desventuras del pobre Colón, algunos pasajes bien montados en formato epistolar, y el loco periplo de Cervantes, pegado de mala manera en la parte final, pero que tiene cierta gracia. Por lo demás, igual a alguno de nuestros lectores, de esos que le pondrían muchos verdaderos al test, les agrada este tipo de híbridos de pasatiempo y erudición. A mí, al menos en este caso, no. Incluso me fastidia más porque el libro fue un regalo que me hubiera gustado apreciar bastante más.
lunes, 10 de octubre de 2016
Jesús Carrasco: La tierra que pisamos
“Yo, que siempre he creído en la idea de que no debe haber espacio entre nosotros para los holgazanes, los pusilánimes y los cobardes. Si hemos alcanzado un lugar hegemónico en la historia ha sido porque hemos sabido expulsar a los débiles. Una bandera tan grande como para albergar a los pueblos del mundo. Un solo Dios verdadero. Un solo rey.”
“Vamos a esos lugares remotos del planeta y allí nos establecemos, tanto da si en desiertos o junglas, como si siguiéramos en nuestras campiñas. Al principio embelesamos a los indígenas con oropeles y ellos nos traen yuca o café. Más tarde les pedimos que nos lleven de la mano a la roca donde consiguen ese metal con el que perforan sus lóbulos. Luego metemos allí máquinas, capataces con látigos y los indígenas ya no salen a acariciar nuestras pieles blancas.”
“Cuando el camión está lleno, dos soldados suben la puerta, ajustan los cierres y palmean la caja. El motor arranca y una nube de humo negro es expulsada hacia el interior del templo. Todavía tarda unos segundos el camión en ponerse en marcha, metiendo, a base de acelerones, más humo en la nave. Tienen que dejar las puertas abiertas durante un buen rato para que el aire vuelva a ser respirable.”
miércoles, 7 de septiembre de 2016
José Javier Abasolo: Una decisión peligrosa
Año de publicación: 2014
Valoración: está bien
viernes, 22 de julio de 2016
Michael Chabon: El sindicato de policía yiddish
Título original: The Yiddish Policemen's Union
Año de publicación: 2007
Traducción: Javier Calvo Perales
Valoración: Muy recomendable
A todo esto, en un hotel de medio pelo de la ciudad, el Zamenhof, aparece asesinado uno de los clientes, un tal Lasker, hombre de apariencia tranquila, posible heroinómano y aficionado al ajedrez. Como resulta que otro de los residentes en el hotel es el detective de homicidios Meyer Landsman -un poli en horas bajísimas, cómo no-, éste se siente obligado a hacerse cargo de la investigación, pese a que tal vez no le queden más de dos meses como policía, hasta la inexorable Revocación. A partir de aquí se desarrolla la correspondiente trama policíaca, con sus previsibles elementos que ya hemos visto y leído en cientos de novelas, películas y series de televisión: ese poli brillante pero autodestructivo (no hace falta mucho para imaginar a Landsman con la jeta de Bruce Willis, por ejemplo); su relación casi matrimonial o en todo caso familiar con su compañero Berko; su relación aún más matrimonial -o todo lo contrario- con su superior jerárquico, pues resulta ser su ex-mujer Bina; el habitual submundo de informantes más o menos pintorescos, colegas de profesión no menos pecualiares y poderosos gángsters que tal vez no sean sino los factótums de fuerzas aún más poderosas... En fin, ya digo que es una novela que sigue un camino bien trillado, a pesar de haber sido bien condimentada con exóticos aderezos (al menos, exóticos para mí, que ni soy judío ni de Alaska): problemas de ajedrez y geoestratégicos, relaciones con los indios tlinglit, sectas hasídicas como los verbovers, cuya supuesta superioridad moral les legitima para delinquir sin reparos en el mundo exterior a ellos (vamos, como si fuera algún partido político español...); presuntos mesías y vacas sagradas... El carácter ucrónico de la historia parece servirle a Chabon, sobre todo, para recordarnos que las cosas son de una manera, pero que muy bien podrían haber sido de otra... o viceversa.
En conclusión, una novela policíaca más, ¿no? Pues sí... pero no. O no, pero sí, como se prefiera... Porque, desde luego, se pueden escribir y de hecho se escriben constantemente una infinidad de novelas policíacas, negras, noirs o como se quiera llamarlas. De mil, diez mil o cien mil maneras dispares; con mil situaciones diferentes, diez mil víctimas o cien mil detectives distintos. En ambientes ucrónicos, históricos, realistas, fantásticos, disparatados, simbólicos o premonitorios. Con todas las variaciones posibles de modus operandi, de método investigador y de los motivos del crimen. Lo que se quiera... pero lo que no puede hacerse, de ninguna manera, es escribir una novela de este tipo mejor de lo que lo ha hecho Michael Chabon. Igual de bien, sí, más fascinante quizás; pero no con una mayor calidad literaria, con un mejor dominio de la narración y de los personajes, con mayor profundidad psicológica o una trama más cautivadora. Nu, le ha salido perfecta, a este yid.
Sólo puedo añadir: ¡Mr. Chabon, chapeau (porkpie hat, por supuesto) y Mazel Tov!
martes, 27 de octubre de 2015
Philip K. Dick: El hombre en el castillo
Título original: The Man in the High Castle
Año de publicación: 1961
Traducción: Manuel Figueroa
Valoración: Muy recomendable
En la realidad ucrónica que nos propone Dick, Alemania y Japón han ganado la guerra y se reparten el mundo, grosso modo. Lo que eran los Estados Unidos de América han quedado divididos entre una entidad al este, depedendiente de Alemania y con un régimen político muy racista y bastante jerarquizado y otro protectorado, al Oeste -los Estados del Pacífico- dependientes del Imperio japonés, muy jerarquizado y bastante racista. En medio, a modo de conveniente colchón, los Estados de las Montañas Rocosas, más o menos a su bola, como antes de las guerra... Los alemanes, por su parte, después de seguir ejerciendo sus propósitos genocidas en los territorios conquistados, como África, se han lanzado a la exploración y colonización de otros planetas, mientras que los japoneses, más cautos, se preparan para una relación cada vez más gélida con sus antiguos socios. La novela se desarrolla sobre todo en San Francisco y en Colorado, mostrándonos las vicisitudes de una serie de personajes que resultan estar unidos entre sí a modo de cadena humana. Hay americanos, japoneses y alemanes. Vencedores y vencidos (y la actitud que toman algunos de éstos hacia su derrota resulta lúcidamente llena de sutilezas... No he leído la reciente Sumisión, pero por lo que dicen sus reseñas, sospecho que hay alguna concomitancia al respecto entre ambas novelas).
Aparecen además, dentro del libro, otros dos (y esto es lo más interesante, como ejercicio metaliterario): el I Ching chino o Libro de los cambios, cuyo sistema adivinatorio consultan muchos de los personajes (incluso parece que el propio autor lo utilizó para escribir esta historia... y no sólo él); y además, otra novela, también leída por casi todos los personajes, titulada La langosta se ha posado , donde se narra ... una ucronía en la que Alemania y Japón han perdido la guerra -el "hombre en el castillo" al que alude el título es, precisamente, Hawthorne Abendsen, el autor de este otro libro dentro del libro-; se crea así un juego especular que, revelado poco a poco, no muestra toda su complejidad hasta el final de la novela (la que tenemos entre manos, no la otra) y que resulta algo confuso en algún momento, pero también muy satisfactorio, desde el punto de vista del lector poco acomodaticio.
Para terminar: El hombre del castillo, además de una magnífica novela, creo yo, es una obra política. Tal vez ya no dé esa impresión, pero sin duda lo era en el momento de su publicación y aún muchos años después; otra cosa es que a estas alturas se nos haya olvidado su motivación. Parece que por suerte, aunque quizá pequemos de incautos...
Otros libros de Philip K. Dick reseñados en Un Libro al Día: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Ubik