Mostrando entradas con la etiqueta ucronía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ucronía. Mostrar todas las entradas

sábado, 14 de junio de 2025

Shintaro Kago: La formidable invasión mongola

Idioma original: Japonés
Título original: Choudouryoku Mouko Daishuurai JP
Traducción: Olinda Cordukes Salleras
Año de publicación: 2014
Valoración: Delirante

La formidable invasión mongola es una locura que sólo Shintaro Kago podría concebir: una ucronía con toques bizarros, surrealistas, "ero-guro" y cómicos que exprime su premisa al máximo. Describe un mundo en el que los humanos domestican a los caballos mongoles, extrañas criaturas en forma de mano que se amputan a unos seres gigantescos.

El manga muestra cómo la implementación de los caballos mongoles afecta al curso de la Historia. Para ello revisita, en capítulos bien diferenciados, varios países en distintas épocas (la conquista de Temujin, la creación de las primeras rutas comerciales que permiten llevar el descubrimiento a occidente, la revolución industrial, la primera guerra mundial, los inicios de la fabricación en cadena de montaje, etc...) y recontextualiza a figuras como Temujin (más tarde conocido como Gengis Khan), Vasco da Gama, James Watt o Henry Ford.

Esta ida de olla no explora solamente el delirante concepto de caballos mongoles (con su origen, su recorrido histórico, su uso, etc...), sino que también entrega otras ideas igual de extravagantes, como la comunicación con vómitos, las tiendas de sogas para suicidas, las trincheras laberínticas con un "maid café" o un aula de órgano electrónico, las cintas transportadoras con mujeres desnudas, etc...

Aunque La formidable invasión mongola no se toma en serio a sí mismo, critica a la humanidad, dispuesta a todo en pos del progreso, incluso si para ello debe explotar los recursos naturales del planeta o someter a diversas especies animales.

La narrativa visual de este manga no hace gala de la originalidad de que es capaz Kago. Sin embargo, su apartado gráfico es tan bueno como siempre. Y es que, en estas páginas, el mangaka despliega su habitual nivel de detalle, sus elaborados entramados y sus imaginativas arquitecturas o anatomías.

En definitiva, La formidable invasión mongola es una obra tan creativa como divertida. Gustará sobre todo a los amantes de las gamberradas desacomplejadas que supuran humor negro, y aunque no figure entre lo mejor de Kago (¡el listón está injustamente alto!), satisfará holgadamente a los completistas de este irrepetible autor.
 


También de Shintaro Kago en ULAD: Aquí

sábado, 4 de enero de 2025

Reseña + Entrevista: El palacio infinito, de Shintaro Kago

Idioma original: Japonés
Traducción: Rodrigo Díaz
Año de publicación: 2021
Valoración: Delirante

La exquisita edición en español de El palacio infinito, del irrepetible Shintaro Kago, se la debemos a Moztros. Incluye, en un tomo único en formato rústica de tapa blanda con sobrecubierta, dos historias autoconclusivas, aunque estrechamente relacionadas con el concepto de base: "The Princess of the Never Ending Castle" y "The Twelve Sisters of the Never Ending Castle". Por cierto, que el sentido de lectura de este manga sea occidental se debe a que fue publicado originalmente en Italia por la editorial Hollow Press.

El palacio infinito es una auténtica joya. Una que, como viene siendo habitual en las obras de Kago, exprime al máximo (e incluso lo retuerce a conveniencia de vez en cuando) el lenguaje gráfico y narrativo del cómic, mezcla multitud de géneros (ucronía, ero-guro, humor...) y tiene un argumento y dibujo sorprendentes por su calidad, frescura y excentricidad.

En "The Princess of the Never Ending Castle" (196 páginas), Oda Nobunaga domina el mundo y se establece en un inmenso palacio vertical. Su vasallo Akechi Mitsuhide lo reta a un duelo por el control del planeta. En una realidad, Nobunaga gana; en la otra, pierde. Por consiguiente, el palacio se divide en dos torres, que representan las líneas temporales resultantes, y ambas posibilidades conviven como vecinas. A medida que se sucedan los hechos, las torres se bifurcarán y ramificarán hasta el infinito.

Así pues, "The Princess of the Never Ending Castle" es una historia ambiciosa de premisa original y brillante ejecución. Sorprende especialmente la claridad con que, a nivel gráfico y estructural, plasma algo tan complejo como distintos universos que se desarrollan en paralelo e incluso coexisten; para ello, Kago recurre a varios recursos, entre los que destacaría las viñetas simultáneas y la repetición de imágenes o textos (a veces con pequeñas variaciones, otras literalmente). 

En "The Twelve Sisters of the Never Ending Castle" (92 páginas), Ukita Hideie, pusilánime señor del palacio de Okayama, entrega a sus hermosas hijas a los fetichistas señores de palacios vecinos a cambio de que cejen sus ataques. Una de las jóvenes, la aguerrida Nadeshiko, decide plantar cara tanto a su progenitor como a los invasores.

"The Twelve Sisters of the Never Ending Castle" es un spin off muy digno, que para nada se siente creativamente perezoso o redundante. Argumentalmente es todavía más alocado y gamberro que su predecesor, y contiene ideas deliciosamente perversas y grotescas que harán las delicias de los amantes del ero-guro; además, tiene una protagonista con mucha personalidad.

Resumiendo: El palacio infinito es una genialidad a la altura de los mejores trabajos de Kago. En ella encontraréis una fresca aproximación a la idea, tan en boga gracias a la popularidad del género de los superhéroes, de los multiversos; juegos con el lenguaje del cómic (que, si bien no llegan al nivel de, por ejemplo, Fraction o Reproducción por mitosis y otras historias, siguen siendo extremadamente fascinantes); y, por supuesto, caos, violencia, deformaciones físicas, sexo depravado, escatología y humor absurdo.




***********************


Y aquí una entrevista a Shintaro Kago, gentes:



También de Shintaro Kago en ULAD: Aquí

viernes, 20 de agosto de 2021

Laurent Binet: Civilizaciones

Idioma original: francés

Título original: Civilizations

Traducción: Adolfo García Ortega

Año de publicación: 2020

Valoración: Se deja leer (como mucho)


Pasatiempo literario de verano

Responda verdadero o falso respecto de estas afirmaciones sobre el libro Civilizaciones, de Laurent Binet:

  1. Se trata de una ucronía según la cual fueron los incas quienes conquistaron Europa, y no al revés
  2. Es una novela entretenida, de asunto original y fácil de leer
  3. Utiliza a los personajes históricos con sutileza, profundiza en su personalidad y la pone al servicio de la trama. Todos tienen su razón de ser, sin rellenos ni adornos
  4. El relato se construye con lógica histórica, adecuando el ritmo a los acontecimientos clave y utilizando pausas para incidir en los cambios sociales
  5. Muestra con habilidad la dificultad de los invasores para adaptarse al nuevo mundo, y de este para asumir cambios que contradicen una tradición de siglos
  6. Binet se expresa como narrador con un lenguaje coherente, asumiendo como propia la lenta progresión de los conquistadores en el dominio de la lengua del Levante (Europa)
  7. Resulta muy interesante el contraste de culturas, yendo mucho más allá de lugares comunes y simplificaciones. Se deja ver un análisis de trazo fino 
  8. Igualmente, el recurso a hechos históricos reales es medido y equilibrado, utilizando únicamente los que aportan verosimilitud al relato
  9. Se huye de la caricatura o la simplificación, y el rigor en la exposición hace olvidar que estamos ante una ficción
  10. Es, en definitiva, una obra excepcional, no solo por su originalidad, sino sobre todo por la maestría en plasmar esa audacia creativa en un texto serio, con lo que adquiere un punto estremecedor.

Si ha marcado usted Verdadero:

  • Tres o menos veces: es usted el tipo de lector huraño, demasiado exigente y poco abierto a un sano entretenimiento sin complicaciones aunque con una notable carga de erudición 
  • Entre cuatro y ocho: el verano hace mella en su gusto lector y, sin plantearse mucho más, ha disfrutado de esa lectura ligera, algo que tanto agrada bajo una sombrilla o en una terraza sorbiendo un gin tonic a poquitos
  • Nueve o diez respuestas Verdadero: no ha leído usted el libro.

oooooOooooo

Pues menudo veranito que llevamos en materia de narrativa, menos mal que han venido a salvarme algunas cosillas de otros géneros. Yo soy, lo confieso, de aquellos a los que Seix Barral les sigue imponiendo un respeto, aun conociendo el cambio de rumbo de los últimos tiempos. Esas cubiertas sobrias y elegantes, con su inconfundible tipografía y una imagen contenida sobre fondo blanco, transmitían en el acto sensación de calidad, dentro casi siempre había algo de bastante valor.

Como habrán podido deducir, esta vez no es así en absoluto, o casi. Una idea original, no lo dudo, pero poco más. O mejor dicho, afinando: una prosa vigorosa, ágil, que seduce nada más empezar, y algunas ocurrencias afortunadas, como la de los vikingos que alcanzan Cuba (con ecos de Juego de tronos) o la llegada de las naves a Lisboa justo después del terremoto (debe ser el de 1531). 

Pero por lo demás esto podría ser una Historia de Europa contada a los niños, o una de esas recreaciones que de vez en cuando nos ofrecen Los Simpson (para no pecar de frívolo, me abstengo de elucubrar qué personajes encarnarían los amarillos habitantes de Springfield). Más aún, Binet podría escribir un segundo tomo de otras cuatrocientas páginas empezando por decirnos de una vez qué coño pintan exactamente esos mexicanos que a su vez desembarcan en Francia, o quién demonios es el narrador que se insinúa de vez en cuando. O para contarnos, qué sé yo, tal vez una tercera invasión, esta vez de indios norteamericanos o de bosquimanos, o las conquistas de un Napoleón chino vencedor de Waterloo. Puestos a inventar, casi todo es posible; pero para construir una novela no basta acumular ocurrencias, hay que seleccionar, jerarquizar, darle lógica y coherencia, muchas cosas que Binet no hace.

Pero estamos en verano, y uno se siente indulgente al calorcito y con el suave sonido del mar. Salvemos de todo esto esa primera parte con las desventuras del pobre Colón, algunos pasajes bien montados en formato epistolar, y el loco periplo de Cervantes, pegado de mala manera en la parte final, pero que tiene cierta gracia. Por lo demás, igual a alguno de nuestros lectores, de esos que le pondrían muchos verdaderos al test, les agrada este tipo de híbridos de pasatiempo y erudición. A mí, al menos en este caso, no. Incluso me fastidia más porque el libro fue un regalo que me hubiera gustado apreciar bastante más.

También de Laurent Binet en ULADLa séptima función del lenguajeHHhH

lunes, 10 de octubre de 2016

Jesús Carrasco: La tierra que pisamos

Resultado de imagen de la tierra que pisamos amazonIdioma original: español
Año de publicación: 2016
Valoración: Recomendable


Un hombre aparece en una finca radicada en un pueblo extremeño, ocupado a su vez años antes igual que el resto del país por invasores procedentes de un impreciso norte supuestamente europeo. La vivienda donde tiene lugar la acción ya no pertenece a sus antiguos dueños, que perdieron todos sus derechos desde el momento de la conquista (un simple paseo para una potencia militar como la que se describe) y los edificios que habitaban se distribuyeron en su día entre los militares  invasores.
El actual propietario fue uno de aquellos militares, ahora retirado y aislado por completo a causa del Alzheimer o una dolencia similar. En consecuencia, quien carga con la responsabilidad de expulsarlo es su esposa, Eva Holman, que, contra lo que marca la ley y la moral imperante, se siente incapaz de llevarlo a cabo. Al principio, por lástima, más tarde porque comprende que tras su maltratado aspecto se encuentra el legítimo propietario, y eso la convierte, junto a su marido, en la verdadera usurpadora de un título de propiedad que nunca les ha pertenecido. De ahí que, furtivamente y sin apenas proponérselo, acabe convertida en su protectora efectiva.
Detecto la huella de Ramiro Pinilla en ese vecino cuya rebeldía pasiva encorajina y produce escándalo (o piedad, en el caso de Eva). En cualquier caso su efecto es mucho más potente que si se hubiese presentado a reclamar sus derechos por las malas. Como en La higuera, del novelista vasco, el pertinaz ocupante es un vecino más de ese pueblo al que se ha despojado de todo lo que tenía, familia incluida, como aquel, no se relaciona con nadie y su actitud es, igualmente, tan tenaz como pacífica. (He buscado la palabra “higuera” en la novela para atribuirla a  un guiño de Carrasco, y estar estaba, no sé si intencionadamente o no).
Los problemas con la autoridad aparecerán cuando esa protección se convierte en un secreto a voces, ya que los indígenas se consideran unos apestados, gente sin ningún derecho. Ni siquiera gente: alimañas.
Lo que más credibilidad produce es la actitud de la narradora, nunca compacta del todo. Salvo al final, la notamos vacilante e indecisa. Siente piedad por el vagabundo pero le repelen su suciedad y un hermetismo cercano a la demencia: “A pesar de que intento acercarme a él, de que trato de entenderle, a menudo lo veo y no puedo evitar sentir repulsión.” Pero, aunque desconfíe o se deje llevar por el pánico, nada comparable al temor que provocan en ella sus propios compatriotas.
Las conjeturas de la señora Holman y otros testimonios casuales van tejiendo una historia de crueldad, esclavitud y deshumanización que, por fuerza, ha de resultarnos familiar. Supongo que por la mente de Carrasco habrán pasado las escenas más duras del nazismo, los abusos bolcheviques y el acarreo de esclavos hacia América, entre otros. Aún así, nadie está curado de espanto. Cuando eso que hasta ahora habíamos revivido solo a través de películas y libros de historia se ubica en las cercanas y familiares tierras de Extremadura, cuando los que son tratados como bestias de carga y despojados de toda dignidad humana somos nosotros mismos, imaginarlo resulta incomparablemente más aterrador y espeluznante.
Yo, que siempre he creído en la idea de que no debe haber espacio entre nosotros para los holgazanes, los pusilánimes y los cobardes. Si hemos alcanzado un lugar hegemónico en la historia ha sido porque hemos sabido expulsar a los débiles. Una bandera tan grande como para albergar a los pueblos del mundo. Un solo Dios verdadero. Un solo rey.
Pero esos ideales colonialistas y totalitarios no le durarán demasiado. El arrepentimiento va abriéndose paso hasta instalarse definitivamente.
En una fábula como esta, con una intención ética tan clara es inevitable caer en la moralina. El párrafo donde se habla de “caridad, “religión” y “patria”, del Evangelio con su lavatorio de pies etc. está saturado de ella. Un indisimulado maniqueísmo empeña la novela entera: no hay fisura en la maldad de los fuertes, a los débiles solo se les muestra como víctimas, no hay ningún rasgo más que se destaque de ellos. Este enfoque va en aumento a medida  que la señora Holman desarrolla su conciencia crítica.
“Vamos a esos lugares remotos del planeta y allí nos establecemos, tanto da si en desiertos o junglas, como si siguiéramos en nuestras campiñas. Al principio embelesamos  a los indígenas con oropeles y ellos nos traen yuca o café. Más tarde les pedimos que nos lleven de la mano a la roca donde consiguen ese metal con el que perforan sus lóbulos. Luego metemos allí máquinas, capataces con látigos y los indígenas ya no salen a acariciar nuestras pieles blancas.”
Si esto recuerda a las colonias, veamos un fragmento que nos traslada, de algún modo, a las cámaras de gas:
“Cuando el camión está lleno, dos soldados suben la puerta, ajustan los cierres y palmean la caja. El motor arranca y una nube de humo negro es expulsada hacia el interior del templo. Todavía tarda unos segundos el camión en ponerse en marcha, metiendo, a base de acelerones, más humo en la nave. Tienen que dejar las puertas abiertas durante un buen rato para que el aire vuelva a ser respirable.”
Una ucronía más, que critica la realidad pasada y presente metaforizándola en un mundo paralelo. Interesante, amena, correctamente escrita y estructurada,  pero con intenciones e influencias demasiado evidentes. Creo que su lectura merece la pena, pero puede que el autor tenga que escucharse más a sí mismo y pensar un poco menos en la excelencia de su escritura para encontrar una voz propia que se le está empezando a resistir.

 También de Jesús Carrasco: Intemperie

miércoles, 7 de septiembre de 2016

José Javier Abasolo: Una decisión peligrosa

Idioma: castellano
Año de publicación: 2014
Valoración: está bien

Alguna vez he comentado en este blog (tampoco es que piense que alguien se va a acordar, pero nunca se sabe) que me pirran las ucronías. Y que a los cultivadores de esta subespecie literaria les suele pirrar todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial, el Tercer Reich o la Guerra Civil española. Es algo que podemos comprobar en novelas tan dispares , aunque excelentes, como son La conjura contra América, del gran Philip Roth, Patria, de Robert Harris o la más esquiva y fascinante de todas, El hombre en el castillo, del no menos esquivo y fascinante Dick. Son temas que siguen dando mucho de sí (y si no, échenle una ojeada al llamado Canal -ejem- Historia...) No podía faltar tampoco alguna versión autóctona del asunto y, en el caso vasco, aquí tenemos una ucronía pergeñada a la perfección por el escritor vizcaíno José Javier Abasolo, quien, al parecer, ya había jugado con la idea de una Euskadi independiente en El aniversario de la Independencia

Pero aquí va todavía más lejos -o más atrás- al presentarnos una realidad, en la que el reino de Navarra habría conseguido, de forma casi milagrosa, mantenerse independiente desde el siglo XVI (e incluso, por lo que parece, ampliar su territorio hasta lo que hoy en día se conoce como Euskal Herria), merced sobre todo a la conversión del Viejo reino a la religión protestante, a partir de la traducción del Evangelio al euskera por parte de Joannes de Leizarraga ("punto Jonbar" que sucedió realmente, por otro lado). Así, a las potencias protestantes del norte de Europa les habría interesado mantener un reino de la misma confesión, por pequeño que fuera, entre las dos grandes potencias católicas, Francia y España -España que, por su parte, se habría anexionado también Portugal-, lo que le hubiese permitido a Navarra sobrevivir, mal que bien, como estado libre e independiente a lo largo de los últimos cuatro siglos. Hasta que, en 1941, esa libertad se vería amenazada por la dictadura de Franco en España, por un lado, y por la ocupación alemana de Francia, por otro. El reino de Navarra, tradicionalmente amigo de los británicos, tendría entonces que decidir si mantener la neutralidad, con el riesgo de ser invadidos por España con alguna excusa provocada o entrar en la guerra y ser invadidos por Alemania, pero manteniendo ciertas opciones de independencia en caso de que la guerra la ganasen los aliados (aunque Estados Unidos aún no se contaba entre ellos). En esa coyuntura y con la presión añadida de un movimiento fascista autóctono, los llamados "Caballeros de Roncesvalles", aparece desnudo en la puerta de un burdel el cadáver del arzobispo de Iruñea, monseñor Argote, cabeza de la minoría católica navarra (minoría aún marginada en esa sociedad, como los judíos y los agotes). Podría ser la excusa perfecta para que el nacionalcatólico régimen español se decida a intervenir en Navarra, así que el viceministro de seguridad del Reino, Xabier Perurena, le encarga al comisario Da Silva -bilbaíno pero hijo de inmigrantes portugueses y por ende, católico- y al eibarrés subinspector Baskaran la resolución del caso. caso en el que se mezclarán intrigas políticas, espionaje y religión, además de otros elementos más morbosos, relacionados con las circunstancias del hallazgo del cadáver, claro...

La novela, ciertamente, resulta entretenida y del todo plausible: Abasolo sigue con lógica implacable las elucubraciones sobre lo que podría haber pasado en situaciones como las que se plantean. Ahora bien, quizás sea ese el flanco más débil de esta ucronía: aparte de la lógica histórica, una novela de estas características o género necesita también un punto o varios de sorpresa, de locura, incluso. Algo que resulte inesperado y que exija aún más complicidad por parte del lector. Y aquí, pese a lo divertida que pueda resultar la idea, por ejemplo, de una Euskal Herria independiente pero con una impronta navarra y no bizkaitarra, o incluir al padre Arrupe como misionero protestante en Japón, el caso es que todo, al final, resulta previsible, de tan correcto y casi rutinario, de tan bien pensado como está. Aún así, ya digo, una novela entretenida, aunque sea por su vertiente más policíaca y que creo que puede hacer bastante gracia a los lectores vascos y, sobre todo, navarros, que a lo mejor hasta se plantean si el pasado de su tierra ha sido el mejor que podía haber sido o no (para eso sirven las ucronías, después de todo). Eso sí, la cabra siempre tira al monte (dicho sea con cariño): a pesar de que en la realidad que ha inventado, Bilbao sólo es una pequeña ciudad de provincias frente a la gran metrópolis de Iruñea, Abasolo hace al Athletic campeón de la Liga no sé cuantos años seguidos... está claro que hay cosas con las que no se juega ; )

viernes, 22 de julio de 2016

Michael Chabon: El sindicato de policía yiddish

Idioma: inglés (y yiddish, claro)
Título original: The Yiddish Policemen's Union
Año de publicación: 2007
Traducción: Javier Calvo Perales
Valoración: Muy recomendable

Marchando una de ucronía, a cargo esta vez del otrora "joven prodigioso" Michael Chabon  (sé que la ocurrencia es mala de narices, pero no he podido evitarlo... pido disculpas). Situación preliminar: en 1948 al incipiente Estado de Israel le han dado para el pelo sus vecinos, y los Estados Unidos se ven impelidos a acoger a los sionistas fugitivos, así como a los supervivientes del exterminio ocasionado por los nazis en Europa; un montón de gente sin recursos, en todo caso. La solución es crear para ellos, de forma provisional, un distrito bajo jurisdicción federal en la remota Alaska, en concreto alrededor de la localidad de Sitka (en la realidad un pintoresco puerto pesquero, como puede verse en algunas películas de Hollywood), ciudad que, sesenta años más tarde, cuenta con varios millones de habitantes, mayoritariamente judíos.  Es el momento, además, en el que se va a cumplir la llamada revocación del especial estatuto de Sitka, que volverá a pertenecer al Estado de Alaska y muchos -o casi todos, no se sabe con certeza...- de sus habitantes volverán de nuevo a la diáspora sin fin que padece el autoproclamado Pueblo Elegido (elegido para congelarse, según los judíos norteamericanos).

A todo esto, en un hotel de medio pelo de la ciudad, el Zamenhof, aparece asesinado uno de los clientes, un tal Lasker, hombre de apariencia tranquila, posible heroinómano y aficionado al ajedrez. Como resulta que otro de los residentes en el hotel es el detective de homicidios Meyer Landsman -un poli en horas bajísimas, cómo no-, éste se siente obligado a hacerse cargo de la investigación, pese a que tal vez no le queden más de dos meses como policía, hasta la inexorable Revocación. A partir de aquí se desarrolla la correspondiente trama policíaca, con sus previsibles elementos que ya hemos visto y leído en cientos de novelas, películas y series de televisión: ese poli brillante pero autodestructivo (no hace falta mucho para imaginar a Landsman con la jeta de Bruce Willis, por ejemplo); su relación casi matrimonial o en todo caso familiar con su compañero Berko; su relación aún más matrimonial -o todo  lo contrario- con su superior jerárquico, pues resulta ser su ex-mujer Bina; el habitual submundo de informantes más o menos pintorescos, colegas de profesión no menos pecualiares y poderosos gángsters que tal vez no sean sino los factótums de fuerzas aún más poderosas... En fin, ya digo que es una novela que sigue un camino bien  trillado, a pesar de haber sido bien condimentada con exóticos aderezos (al menos, exóticos para mí, que ni soy judío ni de Alaska): problemas de ajedrez y geoestratégicos, relaciones con los indios tlinglit, sectas hasídicas como los verbovers, cuya supuesta superioridad moral les legitima para delinquir sin reparos en el mundo exterior a ellos (vamos, como si fuera algún partido político español...); presuntos mesías y vacas sagradas... El carácter ucrónico de la historia parece servirle a Chabon, sobre todo, para recordarnos que las cosas son de una manera, pero que muy bien podrían haber sido de otra... o viceversa.

En conclusión, una novela policíaca más, ¿no? Pues sí... pero no. O no, pero sí, como se prefiera... Porque, desde luego, se pueden escribir y de hecho se escriben constantemente una infinidad de novelas policíacas, negras, noirs o como se quiera llamarlas. De mil, diez mil o cien mil maneras dispares; con mil situaciones diferentes, diez mil víctimas o cien mil detectives distintos. En ambientes ucrónicos, históricos, realistas, fantásticos, disparatados, simbólicos o premonitorios. Con todas las variaciones posibles de modus operandi, de método investigador y de los motivos del crimen. Lo que se quiera... pero lo que no puede hacerse, de ninguna manera, es escribir una novela de este tipo mejor de lo que lo ha hecho Michael Chabon. Igual de bien, sí, más fascinante quizás; pero no con una mayor calidad literaria, con un mejor dominio de la narración y de los personajes, con mayor profundidad psicológica o una trama más cautivadora. Nu, le ha salido perfecta, a este yid.  

Sólo puedo añadir: ¡Mr. Chabon, chapeau (porkpie hat, por supuesto) y Mazel Tov!

martes, 27 de octubre de 2015

Philip K. Dick: El hombre en el castillo

Idioma original: inglés
Título original: The Man in the High Castle
Año de publicación: 1961
Traducción: Manuel Figueroa
Valoración: Muy recomendable

La verdad es que me pirran las ucronías; ya saben: esas realidades alternativas pergeñadas a partir de un cambio en algún acontecimiento histórico, generalmente de orden bélico: qué hubiera pasado si Napoleón hubiese vencido en Waterloo o si los confederados hubieran logrado secesionarse de los Estados Unidos. Cosas se ese tipo... Y a los escritores de ucronías les pirra todo lo relacionado con la II Guerra Mundial, sus protagonistas, consecuencias y prolegómenos. Algunos ejemplos muy logrados son la estupenda Patria, de Robert Harris, la reveladora La conjura contra América -con un Lindbergh pro-nazi convertido en Presidente de los EEUU- de Philip Roth o en el caso español, la muy célebre, en su momento, En el día de hoy, escrita por Jesús Torbado, pero se dice que concebida por el astuto señor Lara -el primero-, que además le dio un premio Planeta en el 76 (todo un escándalo: ¡un premio Planeta encargado por la editorial...!).

En la realidad ucrónica que nos propone Dick, Alemania y Japón han ganado la guerra y se reparten  el mundo, grosso modo. Lo que eran los Estados Unidos de América han quedado divididos entre una entidad al este, depedendiente de Alemania y con un régimen político muy racista y bastante jerarquizado y otro protectorado, al Oeste -los Estados del Pacífico- dependientes del Imperio japonés, muy jerarquizado y bastante racista. En medio, a modo de conveniente colchón, los Estados de las Montañas Rocosas, más o menos a su bola, como antes de las guerra... Los alemanes, por su parte, después de seguir ejerciendo sus propósitos genocidas en los territorios conquistados, como África, se han lanzado a la exploración y colonización de otros planetas, mientras que los japoneses, más cautos, se preparan para una relación cada vez más gélida con sus antiguos socios. La novela se desarrolla sobre todo en San Francisco y en Colorado, mostrándonos las vicisitudes de una serie de personajes que resultan estar unidos entre sí a modo de cadena humana. Hay americanos, japoneses y alemanes. Vencedores y vencidos (y la actitud que toman algunos de éstos hacia su derrota resulta lúcidamente llena de sutilezas... No he leído la reciente Sumisión, pero por lo que dicen sus reseñas, sospecho que hay alguna concomitancia al respecto entre ambas novelas).

Aparecen además, dentro del libro, otros dos (y esto es lo más interesante, como ejercicio metaliterario): el I Ching chino o Libro de los cambios, cuyo sistema adivinatorio consultan muchos de los personajes (incluso parece que el propio autor lo utilizó para escribir esta historia... y no sólo él); y además, otra novela, también leída por casi todos los personajes, titulada La langosta se ha posado , donde  se narra ... una ucronía en la que Alemania y Japón han perdido la guerra -el "hombre en el castillo" al que alude el título es, precisamente, Hawthorne Abendsen, el autor de este otro libro dentro del libro-; se crea así un juego especular que, revelado poco a poco, no muestra toda su complejidad hasta el final de la novela (la que tenemos entre manos, no la otra) y que resulta algo confuso en algún momento, pero también muy satisfactorio, desde el punto de vista del lector poco acomodaticio.

Para terminar: El hombre del castillo, además de una magnífica novela, creo yo, es una obra política. Tal vez ya no dé esa impresión, pero sin duda lo era en el momento de su publicación y aún muchos años después; otra cosa es que a estas alturas se nos haya olvidado su motivación. Parece que por suerte, aunque quizá pequemos de incautos...


Otros libros de Philip K. Dick reseñados en Un Libro al Día:  ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Ubik