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miércoles, 11 de diciembre de 2024

Nieves Mories: Budapest

Idioma: español

Año de publicación: 2023

Valoración: ¿recomendable?

Un secreto que no lo es, en realidad: hay reseñas facilitas, que se escriben en un plisplás y otras difíciles como un demonio. A ver si adivináis de que tipo es la de esta novela... Exacto, de las jodidas peliagudas de hacer. Porque la novela de la que trata no sólo se sale de lo habitual, tanto en argumento como en su estilo, sino que además resulta complicada de valorar, al menos usando el Sistema Unificado ULAD de Valoración de Libros (no digamos ya poniendo estrellitas a lo Goodreads).

Pero bueno, vamos al lío que aquí hemos venido a jugar... Budapest es lo que podríamos llamar una novela distópica postapocalíptica, aunque no quede muy claro de qué apocalipsis nos están hablando. Es también una novela de viajes, la enésima versión de la Odisea, protagonizada no por un rey griego sino por dos primos -él y ella- que recorren el Páramo en busca de ¿venganza? ¿Justicia? ¿Su pasado, sin más? Sobre todo, Budapest es un cuento terrible, la versión Mad Max, si se quiere, de alguno de los hermanos Grimm (aunque la autora habla de Hans Cristian Andersen en el epílogo) con unos Hansel y Gretel con quienes más le vale no cruzarse a ninguna bruja...

Resumen resumido (a ver si soy capaz): Cara y Carlo son dos primos que vagan juntos por el Páramo, en la orilla opuesta de donde se encuentra la que fue ciudad más bella a orillas del Danubio, en busca, parece del Abuelo de las Tormentas. Han sido criados, tras su paso por el Palacio Encantado, por dos soldados también errantes, Piotr y Santino y acabado convirtiéndose en, tal vez,  las criaturas más temibles en un mundo habitado por lobos, chacales y fantasmas. Un mundo destruido tras la guerra -da igual si  la segunda o la tercera Guerra Mundial. O quizás ambas a la vez- en el que el genocidio ha sido casi total y la contaminación, absoluta, convertida en la nueva naturaleza, en el hábitat en donde deben sobrevivir los primos protagonistas. Cuya historia vamos conociendo no de manera lineal (lineal recta, quiero decir) sino espiral, pues ésta es la forma que adopta la narración, avanzando desde el exterior de la misma hacia el centro, pero dando rodeos, circunloquios, desvíos, metáforas y racconti... Porque esa es otra: el estilo de Mories (al menos en esta novela, que es la única suya que he leído) dista mucho de ser sencillito y meramente funcional;  está compuesto  -y empapado de un lirismo tenebroso que recorre toda la novela- de forma más bien fragmentaria, aunque el resultado final los unifique, por episodios oníricos, analepsis, pensamientos -o sensaciones. O aprensiones- de los protagonistas, recuerdos y presagios- Trufado todo por multitud de poemas, con los de T. S. Eliot a la cabeza, y canciones, desde las de Leonard Cohen a Antonio Vega o El Novio de la Muerte... Un estilo que, curiosamente y al menos según mi opinión, cuanto más tortuoso, complejo y alegórico resulta, más eficaz en la difícil (muy difícil, en este caso) tarea de conseguir la consabida suspensión de la incredulidad. ¿Lo consigue Budapest? Pues sí, pero ya digo que a base de exceso, perversidad y artificio.

De ahí, en parte, que no tenga claro si recomendar o no esta novela, al menos para todo el mundo. No sólo porque no resulte una lectura fácil debido a su estilo (aunque eso también puede atraer a ciertos lectores/as), sino porque lo que envuelve éste es una historia en extremo dolorosa y hasta cruel -no digo que lo sea su autora, sino lo que nos cuenta-, con pasajes cuyo hálito metafórico no esconde imágenes de pesadilla, con un punto gore, incluso... Puede no ser una novela de terror al uso,  y puede que a muchos y muchas aficionadas al género no les acabe de convencer (a otros, seguro que sí), pero no os llamaré a engaño: SÍ que es una historia de terror. Más aún cuando no hace sino reflejar lo que pasó en Europa hace no tanto tiempo y prever lo que puede llegar a pasar, por el camino que vamos...


También de esta escritora en Un Libro Al Día: Agujeros de sol, ModuloramaMadres oscuras

jueves, 5 de septiembre de 2024

Reseña + Entrevista: Chico Bizarro y las moscas, de Mónica Bustos

Idioma original: Español  
Año de publicación: 2010
Valoración: No sé

Chico Bizarro y las moscas, ganadora del primer premio Augusto Roa Bastos de novela, ha supuesto una experiencia lectora extraña. Por un lado me ha gustado; por el otro, la he hallado algo tediosa en su desarrollo. Asimismo, he sabido apreciar sus múltiples virtudes; no obstante, también me ha parecido irregular en su ejecución e intencionalidad.

Narra la historia de Chico Bizarro, un criminal que salió de la pobreza gracias a su arrojo, ambición y amor por Soledad. Su voz en primera persona, tan expresiva como cínica, relata los acontecimientos y nos introduce al elenco que lo rodea. 

Así conocemos a la ya mencionada Soledad, la arpista de una sola teta; a Elmer, el entrañablemente estúpido gángster; a Artimis, pintor fracasado cuyos cuadros transportan droga; a Béseler, escritor que jamás ha publicado nada; a Chica Kafka, que manda libros del autor checo al protagonista; y a un largo etcétera de personajes, a cada cual más estrafalario.

La mayoría de los capítulos de la novela están dedicados a la relación tóxica entre Chico Bizarro y Soledad, a los trapicheos con los que el protagonista vende sin remordimiento alguno el patrimonio de Paraguay o a las luchas de poder entre facciones criminales. 

Debo destacar, por cierto, que la prosa de cada capítulo varía, pues adapta distintas corrientes artísticas a la literatura (Cubismo, Dadaísmo, Arte conceptual, Surrealismo, Romanticismo, Informalismo, Vorticismo, Minimalismo, Pop Art, Impresionismo, Expresiones Abstracto y Neocubismo).

Como podréis intuir, en las páginas de Chico Bizarro y las moscas hay amistad y ternura, pero también rivalidad y odio. Hay decadencia y violencia, pero también lujo y romance. Hay realidad y fantasía, realismo sucio y realismo mágico.

Aclarado el argumento de la novela, explico con más detalle por qué me produce sentimientos encontrados. Por un lado, su estructura y su eclecticismo formal me parecen sumamente ambiciosos. Su estilo y humor, aunque de una efectividad intermitente, tienen pasajes bastante logrados. También me parece meritorio que tanto su desorden cronológico como el descomunal tamaño de su elenco están presentados con la suficiente solvencia como para no causar confusión. 

Sin embargo, no puedo obviar que la trama y los párrafos se estiran en demasía, que las voces de los personajes se funden en ocasiones las unas con las otras y que la crítica social a Paraguay (sobre todo a la pobreza, la inseguridad, la injusticia, la corrupción y la expoliación del patrimonio cultural) se antoja algo redundante. Asimismo, hay un componente localista en la novela que impide a quienes no somos de allí entender sus referencias a varios momentos históricos del país lationamericano. 

Sea como fuere, Chico Bizarro y las moscas es una novela harto ambiciosa, original y experimental. Aunque cuesta un poco aclimatarse a su fondo y forma, conviene leerla hasta el final. Sólo así recompensará nuestra paciencia con algunas escenas genialmente narradas (la del funeral de Melquíades, el enano estafador que hacía de adivino, por ejemplo), un amplísimo despliegue de recursos estilísticos, el intensísimo flujo de conciencia del protagonista y la vivisección de un elenco tan extravagante como interesante. 

La reedición de Chico Bizarro y las moscas (cuya ilustración de cubierta es magnífica, por cierto) se la debemos a la incipiente Calla Canalla. El coraje de la editorial queda evidenciado por el hecho de que el primer título de su catálogo sea una novela tan exigente y vanguardista como la de Bustos.


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A continuación adjuntamos un pequeño cuestionario que Sara Cantero, editora de Calla Canalla, ha respondido con suma amabilidad:

ULAD: Para quienes no conozcan a Calla Canalla, ¿cómo os presentaríais?

S.C.: Al frente de la editorial estamos Sara Cantero y Pedro Jiménez. Nuestro lema es «publicar solo cosas chulas», así que queremos crecer con calma, con seguridad, que cada libro que editemos podamos defenderlo con alegría porque estemos muy orgullosos de él.

ULAD: ¿Qué os ha impulsado a montar una editorial en los tiempos que corren?

S.C.: Nuestra vida siempre ha estado rodeada de libros y en el año 2020 proyectamos abrir una librería en Cádiz. Ya con casi todo en marcha apareció en nuestras vidas la pandemia, el confinamiento… y todo se detuvo. Durante esos meses nos dimos cuenta de que hacer libros nos gustaba más que venderlos, nos dimos un par de años para formarnos en edición y en otoño de 2023, nacimos.

ULAD: ¿Cuál es vuestra visión para Calla Canalla? ¿Qué catálogo, ritmo de publicación y estética tenéis en mente?

S.C.: Lo único que nos exigimos en la editorial es que todo lo que publiquemos sea de calidad. No aspiramos a ser profundos, ni a cambiar el mundo editorial, ni siquiera aspiramos a cubrir nichos de mercado. No aspiramos a nada, tan solo a fabricar libros, a encontrar historias que merezcan la pena y construir a su alrededor una coraza hermosa y duradera. 

Y para cumplir con esto el único camino es contar con los mejores profesionales: imprimimos en Kadmos, nos distribuye La sombra de Caín, hemos contado con los ilustradores Elisa Ancori y Guillem Bosh, autores como Mónica Bustos y Santiago Ambao… 

En 2024 sacaremos al mercado tres libros, el próximo año cuatro y esperamos saltar a ocho en el 2026.

ULAD: ¿Hay algún libro que os haga especial ilusión editar? Asimismo, ¿existen obras que creéis que encajarían perfectamente en Calla Canalla pero por la razón que sea no podréis publicar?

S.C.: Estamos encantados con nuestros dos primeros libros, los hemos cuidado todo lo que hemos podido, pero también estamos muy ilusionados con la salida del tercero, que será a final de año. Es el primero inédito, con autora española para la que también será su primera novela. Es muy hermosa, de una gran calidad y contada con una voz muy especial. 

Para que un libro encaje en nuestro catálogo ¨solo¨ tiene que tener calidad, ser original… como te decía antes, ser algo chulo. Si cumple ese requisito, lo publicaremos. Los únicos libros buenos que no podremos publicar será porque ya los hayan publicado otros, y de esos la lista sería muy larga.

ULAD: ¿Por qué habéis decidido iniciar vuestra andadura en el mundo editorial con Chico Bizarro y las moscas de Mónica Bustos? ¿Y continuarla con La trilogía de los milagros de Santiago Ambao?

S.C.: El objetivo era iniciar nuestro catálogo con novelas que fuesen de mucha calidad, pero, claro, cuando eres nuevo y no tienes aún ningún libro publicado, los manuscritos que te llegan van un poco de la mano al nivel de la editorial. Así que decidimos intentar reeditar alguna novela que se hubiese publicado en Sudamérica años atrás y que nos resultase atractiva. La sorpresa fue que hallamos estas dos perlas escondidas, aunque más sorpresa aún fue que los autores se dejaran convencer para publicar con nosotros a pesar de nuestra bisoñez.

ULAD: ¿Podéis adelantar qué está por venir en Calla Canalla?

S.C.: Bueno, ya os contaba antes que en unos meses llegará nuestra primera edición con texto inédito y autora española; así que también pondremos en marcha la maquinaria de presentaciones, ferias, eventos… Para el próximo año prometemos publicar más cosas chulas.

jueves, 9 de mayo de 2024

Mónica Ojeda: Chamanes eléctricos en la fiesta del sol

Idioma: español

Año de publicación: 2024

Valoración: no sé qué decir

No me digáis que Chamanes eléctricos en la fiesta del sol no suena a nombre de una banda de neo-rock progresivo, al estilo de Derbi Motoreta Burrito Cachimba, aunque en plan andino. Pero no lo es... aunque bien podría serlo, porque la primera parte de esta novela se desarrolla durante un festival musical semiclandestino, en la falda del volcán Chimborazo, llamado Ruido Solar, en la que se mezclan el rock, el punk, el neochamanismo, las músicas tradicionales indígenas (o que las imitan), las tecnocumbias y yo qué sé que cosas más, y entre las que se cuentan, precisamente, las actuaciones de un grupo llamado Chamanes Eléctricos... Un grupo de chicas y chicos participantes en este festival deciden, en vez de regresar a sus hogares y a una realidad marcada por la violencia de las bandas de narcotraficantes, de la policía y el ejército y de los propios cataclismos naturales, proseguir su viaje y subir hasta un volcán lleno de agua para celebrar allí la fiesta andina del Inti Raymi (la "Fiesta del Sol" en quechua, precisamente). Aunque una de las chicas, Noa, tiene además el objetivo de encontrarse con su padre, que la abandonó cuando era pequeña para recluirse en un hacienda en medio del bosque alto de la zona.

Alrededor de Noa gira, precisamente, toda la novela, aunque sea el único personaje que no tiene voz en la misma, a diferencia de sus compañeros/as de aventura y de su padre, cuyos pensamientos conocemos a través de una suerte de diarios. La susodicha Noa se nos presenta a los lectores tanto como una especie de taumaturga o catalizadora de las fuerzas de la naturaleza, como un personaje con cierto aire de tragedia griega, el de una hija abandonada que acude en busca de su padre (auto) exiliado no tanto para pedir explicaciones como para provocar una catarsis con su presencia. un padre que, a su vez, se nos muestra como una mezcla de filósofo ermitaño, como un Diógenes, y de Norman Bates (que, en verdad, también era un ermitaño), un modelo, en todo caso, de la vida contemplativa, de la introspección autoindagadora, siendo los amigos de Noa  (y por seguir con las referencias helénicas), la representación del pathos primigenio, de la espiritualidad panteísta y la conexión con la Pacha Mama a través de la música y el baile... Y desde luego, esto te queda claro desde el principio, porque menuda turra la que dan los chavales, amigos y amigas lectores/as...

Porque ahí está la gran pega que se le puede poner a esta novela: que los personajes -cierto que cada uno con sus propias voces, algunas más exaltadas, por no decir flipadas, que otras- insisten una y otra vez sobre los mismos temas: la conexión espiritual con el padre Sol y la madre Tierra y sobre todo, con sus hijos los volcanes; la búsqueda de la misma a través del desenfreno músico-danzante, como modernas -o antiguas, dado que se trata también de recuperar la intuitiva sabiduría atribuida los pueblos indígenas- bacantes que adorasen de esta forma a todo lo que haya que adorar; el parloteo chamánico-psicodélico y sus derivadas poéticas, filosóficas e incluso religiosas... En fin, mucha, mucha cháchara que acaba convirtiéndose en la corteza más o menos dura de una burbuja de pretenciosidad y humo que el lector o lectora deben decidir si prefieren o no pinchar (cierto es que hay un par de voces, la de Nicole, mejor amiga de Noa y, hasta cierto punto, la de Pedro, que se salen de esa dialéctica y suponen un alivio entre tanta monserga ¿new-wave? ¿neoindigenista? ¿intoxicada, sin más?). El discurso del padre de Noa, por su parte, también agobia un poco, pero en otro sentido, el del ensimismamiento místico-polvoriento que, por supuesto, también puede ser bastante insufrible. Al final, uno tiene ganas de que el Chimborazo pete de una vez y sepulte de una p*** vez a toda esta gente... (Es broma. Peace & Love, mis panas).

Supongo que no es necesario, pero me gustaría dejar claro que esa pretenciosidad a la que aludo se refiere al discurso de los personajes de la novela, no a la labor de la autora de la misma (aunque ya me doy cuenta de que ella es la responsable tanto de elegir dichos personajes como su discurso, es obvio); muy al contrario, la prosa de Ojeda me parece excelente y perfectamente adecuada para caracterizar a cada uno de los personajes -algo de especial relevancia puesto que los conocemos, salvo a Noa, a través de sus monólogos-; si la idea es que uno u otro nos resulten unos cansinos o unas petardas de cuidado, la autora es consecuente con sus respectivas idiosincrasias y les hace soltar a cada uno el speech correspondiente. No hay problema, en principio, pero llega un momento en que, por acumulación, la cosa se te hace  (se me hace) bola. Y eso que, por momentos y merced a la persuasión de un estilo y una destreza literaria sin duda más que notables, a uno (a mí) se le olvida aquello que no le acaba de convencer de la novela y se deja atrapar por la magia (lo siento, no hay otra forma de decirlo) de unas palabras hábilmente elegidas y ordenadas, de un ritmo y una tensión narrativa bien conseguidas y de una historia que, al menos por lo que respecta a su argumento, no carece de interés. De ahí mi valoración, que es posible que decepcione a quienes buscan un dictamen rápido e inequívoco para saber si acercarse o no a un libro: en este caso, no sé muy bien qué pensar. De verdad lo digo...

(La cubierta del libro, eso sí, es magnífica).

Otros (y estupendos libros de Mónica Ojeda reseñados en este blogNefandoMandíbulaLas voladoras

sábado, 6 de abril de 2024

Marguerite Duras: El hombre sentado en el pasillo

Idioma original: Francés
Título original: L’homme assis dans le couloir
Año de publicación: 1980
Traducción: Arnau Pons Roig
Valoración: No sé

El hombre sentado en el pasillo, relato erótico de Marguerite Duras, describe los encuentros amorosos de un hombre y una mujer. Semejante premisa, tan simple como efectiva, adquiere factura artística y opacidad conceptual gracias al estilo de la autora, al tono que impregna la historia, a la elección de la voz narrativa y al papel que juega el escenario en el conjunto.  

Duras entrega, pues, una ficción de vocación metafórica y acabado abstracto; una ficción bellamente escrita, densa en contenido e incómoda dadas sus implicaciones; una ficción llena de contrastes en la que el deseo se funde con la violencia y la pulsión de muerte.

Más que disfrutarla, la he apreciado. De hecho, no puedo recomendarla a todo el mundo, ya que me parece que su hermetismo, sus inquietantes reflexiones y su prosa lacónica pueden llegar a frustrar a la mayoría de lectores.

En la edición que yo he leído, publicada en catalán por Afers, un extenso epílogo acompaña a El hombre sentado en el pasillo. En dicho epílogo, Arnau Pons teoriza sobre el relato de Duras y su vinculación con el resto de la obra de la autora.


También de Marguerite Duras en ULAD: Aquí

viernes, 1 de diciembre de 2023

Cynthia A. Matayoshi: La sombra de las ballenas

Idioma original: Español
Año de publicación: 2020
Valoración: No sé

Conocí a la argentina Cynthia A. Matayoshi a través de la antología colectiva Mundo Weird. Su relato, "Por favor, entre", me pareció brillante, y me decidió a buscar más obras de la autora. Entonces descubrí que trampa ediciones había publicado en España, el 2020, la primera novela de Matayoshi, y me lancé a ella de cabeza. Desgraciadamente, me ha generado sentimientos encontrados.

¿De qué trata? En La sombra de las ballenas, los humanos conviven con las fantasías en las calles tintadas de neón del Barrio Chino. Éstas venden deseo puro, el cual puede resultar adictivo e incluso mortal para quienes lo consumen.

Empecemos destacando la virtud principal del libro que nos ocupa: el universo en que transcurre. Al inicio parece un escenario interesante pero mil veces visto (el típico mundo fantástico aderezado con elementos nipones). Sin embargo, pronto introduce una segunda realidad extremadamente original, habitada por, entre otros, escualos, dioses, máquinas y fósiles vivos. Aunque quizá se le puede reprochar a ésta que no sigue una lógica interna clara, es indudablemente creativa y sugerente.

Ahora quiero abordar un apartado de La sombra de las ballenas que, pese a no haberme convencido, es meritorio: la prosa. Y es que si bien el estilo de la novela es (creo que deliberadamente) robótico, reiterativo y ampuloso, imprime el ritmo o tono adecuados a determinadas escenas, y otorga una pátina lírica al conjunto.

Por último he dejado el que, a mi juicio, es el aspecto menos logrado de la obra de Matayoshi: los personajes. Son planos, tanto en su descripción física como caracterización psicológica, hablan con una voz excesivamente similar y mantienen unas interacciones a las que les falta espontaneidad o desarrollo para resultar creíbles. Ah, y no funcionan en tanto que alegoría del deseo y el erotismo, porque la representación de ambos temas en estas páginas es simplista y lineal.  

Resumiendo: La sombra de las ballenas es una novela con la que no he acabado de conectar. Pese a todo, me niego a que este sea mi último contacto con Matayoshi, pues gracias a su relato "Por favor, entre" sé de lo que es capaz (al menos en las distancias cortas).

viernes, 25 de noviembre de 2022

Dolan Mor: Larvalar

Idioma original:
Español 
Año de publicación: 2022
Valoración: No sé

Larvalar es la segunda marcianada de Dolan Mor que tengo entre manos. Puesto que no he sabido entrar en su juego, he sido incapaz de disfrutarla.

Larvalar es un artefacto literario inclasificable; uno que mezcla diversos apéndices, poesías, relatos en verso libre e ilustraciones del propio autor.

Asimismo, Larvalar es un todo construido a base de fragmentos. La mayoría de dichos fragmentos guardan escasa o nula relación los unos con los otros, por lo que el conjunto se antoja poco armonioso.

Más fáciles de apreciar son, a nivel individual y aislándolas del resto, las partes que componen Larvalar. Desgraciadamente, incluso éstas se ven lastradas, o bien por intencionalidades excesivamente opacas, o bien por desenlaces frustrantemente endebles.

En conclusión: creo que Larvalar se le ha ido de las manos a Mor, ya que es un proyecto que sólo él puede comprender significativamente. Y aunque los lectores afines a las bizarradas podemos valorar las cuantiosas extravagancias de esta obra, difícilmente perdonaremos su hermetismo unidireccional.


También de Dolan Mor en ULAD: La máquina plagiadora

miércoles, 9 de junio de 2021

Yan Lianke: La muerte del sol

Idioma original: Chino
Título original: 日熄
Año de publicación: 2015
Traducción: Belén Cuadra Mora
Valoración: ¿Está bien?

La muerte del sol, de Yan Lianke, es la primera novela china que leo. Y, si os tengo que ser sincero, no hemos acabado de conectar. 

Ante todo, porque su prosa no me ha gustado. Entiendo que si te zambulles en ella puede ser tan inmersiva como atmosférica. Pero aunque me ha parecido técnicamente impecable, tengo la sensación de que su lirismo carece de naturalidad. Además, abusa de las figuras retóricas (especialmente de símiles) y se recrea en exceso, dilatando el texto. 

En efecto, también le reprocharía a la obra de Lianke que sea innecesariamente larga. A mi juicio, sus más de cuatrocientas páginas podrían haberse reducido sustancialmente podando la prosa y redirigiendo el argumento, el cual peca de reiterativo.

Detengámonos un segundo en el mentado argumento: Li Niannian es un joven de catorce años. Vive en un pequeño pueblo, junto a sus padres. Un día, tras ponerse el sol, se extiende una epidemia de sonambulismo que impele a la gente a llevar a cabo sus deseos más ocultos.

Dicho esto, voy a resaltar aquellos aspectos de la novela que me han gustado:

  • Su concepto global. Lástima que la ejecución del mismo no le haya hecho justicia.
  • Su toque metaliterario. 
  • Sus contrastes (realidad y ficción, lucidez e idiotez, vida y muerte, vigilia y sonambulismo).
  • La parcela que le cede a la crítica social. Y es que, mientras las violaciones, suicidios y saqueos se suceden, los líderes locales sucumben a sus propios delirios de grandeza, ajenos al drama que les rodea.  
  • Su final apoteósico.
  • El arco de redención del padre del protagonista. 
  • Ciertas escenas, descripciones o símiles.

Resumiendo: La muerte del sol encierra ideas brillantes, pero quizás debería haberse escrito pensando en el lector. En cualquier caso, tampoco es que sea un despropósito. Se hace cuesta arriba, mas no llega a atragantarse. Y lo que aporta no está mal. Asimismo, se le intuyen ambición artística y voluntad de trascendencia, cosas que siempre hay que agradecer.

    viernes, 16 de abril de 2021

    Guillaume Apollinaire: Las once mil vergas

    Idioma original: Francés
    Título original: Les Onze Mille Verges ou Les amours d'un hospodar
    Año de publicación: 1906
    Traducción: Xavier Aleixandre
    Valoración: No sé

    Pues nada, ya he leído Las once mil vergas, archiconocida novela erótica (casi diría que pornográfica) de Guillaume Apollinaire; y admito que ha sido una experiencia curiosa, porque el libro fascina por el morbo que despierta, a la par que traumatiza por las salvajadas que alberga.

    Siempre he adorado la ficción que explora impúdicamente el sexo, la violencia y el humor negro de la forma más degenerada posible. Y en eso, la obra de Apollinaire cumple a la perfección. Cumple tan bien, de hecho, que consigue que alguien tan curtido como un servidor acabe tocado ante la sordidez de ciertas escenas, o se escandalice frente a determinadas ocurrencias de un mal gusto palmario. 

    De modo que la obra impacta, aunque estoy seguro de que no lo hace ni la mitad que en su contexto histórico. A fin de cuentas, hoy día todo el mundo ha estado expuesto, en mayor o menor medida, a arte provocativo de distinto pelaje, y se ha familiarizado con la crueldad y perversidad de que es capaz el alma humana.

    A mi juicio, Las once mil vergas funcionaría mucho mejor, literariamente hablando, si:

    • Comunicara algún mensaje (sin por ello caer en la pretenciosidad, claro).
    • Hubiera establecido una consistencia interna a la que aferrarse. Y es que el mundo de la novela es generalmente absurdo, pero breves pasajes lo plasman como verosímil. ¿En qué quedamos, Apollinaire?
    • Su estructura no fuera tan repetitiva.
    • Su argumento tuviera un grado de continuidad más elevado y siguiera una lógica narrativa ascendente. 
    • Su prosa se hubiera pulido. No me molesta que sea ramplona, pero ciertos pasajes no alcanzan su máximo potencial.  
    • Dotara de complejidad a los personajes y sus interacciones. El clímax, por ejemplo, hubiera tenido mayor carga emocional de haberse profundizado previamente en Mony, el protagonista, y en la relación de éste con Culculine, una de sus múltiples amantes. 
    • En vez de querer epatar mediante la cantidad de truculencias, lo hiciera de forma gradual. Así, escalas del sadosmasoquismo a la necrofilia, los abusos de menores, el incesto y el bestialismo, en vez de saltar de lo uno a lo otro sin orden ni concierto. 

    Llegados a este punto, hay que reconocer que el artefacto de Apollinaire no se limita a ser únicamente una novela erótica escrita por el "enfant terrible" de turno. De hecho, en su seno cobija algunos elementos que, aunque no lo dignifican (tampoco es que esa fuera la intención de su autor), lo enriquecen y lo diferencian de propuestas afines menos interesantes. A saber:

    • Travesuras estilísticas que, por desgracia, se pierden en su mayoría al trasladarlas al español. 
    • Grotescos toques eruditos.
    • Un escatológico sentido del humor.
    • Unos últimos capítulos ambientados en la guerra Ruso-Japonesa.

    La edición de Las once mil vergas que yo he leído se la debemos a Laertes. La salpican unas pocas erratas, pero en general está muy bien; tiene un prólogo estupendo y su traducción se basa en la primera versión del texto de Apollinaire, antes de que se adulterara por motivos varios. 


    También de Guillaume Apollinaire  en ULAD: Los diablos enamorados

    martes, 8 de septiembre de 2020

    Richard Brautigan: El monstruo de Hawkline. Un western gótico

    Idioma original: Inglés
    Título original: The Hawkline Monster
    Año de publicación: 1974
    Traducción (al catalán): Miquel Izquierdo
    Valoración: No sé

    Menuda bizarrada, El monstruo de Hawkline. Y eso que, según cuentan, es una de las creaciones más normalillas de Richard Brautigan.

    Su premisa es la siguiente: unas hermanas encargan a dos pistoleros a sueldo que maten al monstruo que vive en su mansión. Como habréis podido apreciar, la novela mezcla impúdicamente el "western" con lo gótico. A esto súmale que proporciona una experiencia lisérgica y queda claro que estamos ante un artefacto literario único. 

    Pese a que no he acabado de conectar con El monstruo de Hawkline, me resulta difícil criticarlo abiertamente. Siempre valoraré positivamente que haya autores que tomen riesgos, aunque éstos conlleven una cierta irregularidad en el producto final. Y si algo queda claro es que Brautigan tomó riesgos al escribir este disparate.

    Además, el tono desenfadado del mismo impide que lo que en otras ficciones serían defectos se consideren como tal en estas páginas. A saber:

    • Hay capítulos que son puro relleno, o bien porque no aportan más que a la ambientación, o bien porque el narrador redundante los llena de datos que ya habían sido revelados con anterioridad.
    • Algunos personajes desaparecen por completo después de sernos presentados. Uno se pregunta, por tanto, qué necesidad había de que el lector los conociera. 
    • Pese a que el monstruo concebido por Brautigan es creativo, yo hubiera preferido a una criatura sacada del imaginario de terror clásico. Un yeti o un hombre lobo hubieran sido cojonudos. Puestos a conformarse con el ser que plantea el autor, hay que destacar que no se siente ni la mitad de poderoso ni malvado de lo que se nos promete, y que si bien sus travesuras iniciales son interesantes, a medida que avanzan los capítulos se van volviendo cada vez más desinspiradas.

    Dicho esto, dejad que liste las que, para mí, son las virtudes de esta obra:

    • Se lee en un par de tardes, pues está escrita con una prosa muy sencilla y estructurada a base de capítulos extremadamente breves.
    • Está salpicada por ideas bizarras, aunque me hubiera gustado que Brautigan tirara por derroteros de serie B, en vez de quedarse estático tras entregar cinco o seis ocurrencias extravagantes.
    • Los protagonistas de esta historia no son ni complejos ni carismáticos, pero te caen simpático. Más que suficiente para cogerles cariño. 
    • El poderío visual de ciertas imágenes (por ejemplo, una casa rodeada de nieve en el oeste de Norteamérica en pleno julio) o símiles.

    En definitiva, El monstruo de Hawkline es una obra de culto, curiosa, experimental y hasta cierto punto subversiva. Supongo que disfrutarla o no depende del tipo de lector que acuda a ella y, sobre todo, de si éste es capaz de zambullirse incondicionalmente en su descabellada propuesta. A fin de cuentas, estamos frente a una fumada en toda regla, considerada para algunos una genialidad y para otros un ejercicio pretencioso y aburrido. 

    El director de cine Tim Burton ha intentado llevarla a la gran pantalla en más de una ocasión, aunque sin mucho éxito. Parece que, al final, el encargado del proyecto será Yorgos Lanthimos. Espero que el presupuesto no se le vaya en setas alucinógenas. Porque, ¿con qué si no iba a ponerse a tono para rodar esta adaptación?


    También de Richard Brautigan en ULAD: Un detective en Babilonia, La pesca de la trucha en América

    sábado, 21 de marzo de 2020

    Mariana Enriquez: Nuestra parte de noche

    Idioma: español
    Año de publicación: 2019
    Valoración: Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio...


    Bueno, lo suelto rápido para que duela menos (el sopapo que me puedo llevar de algún fan, quiero decir): Mariana Enriquez ha escrito un Harry Potter para adultos.

    A ver, no me refiero a que Nuestra parte de noche se desarrolle en un colegio Hogwarts donde el alumnado se entregue a prácticas BDSM ni nada de eso... Pero, vaya, cierta influencia de la saga HP en esta novela me parece evidente: hay un mundo oculto para los que no pertenecemos a él, hay invocaciones y conjuros, creyentes de sangre más "pura" que otros y también un niño que debe ser protegido del lado tenebroso. Asimismo, sospecho, podríamos encontrar sin dificultad otras referencias del subgénero "ocultismo teen", tipo Cazadores de sombras y cosas así. E incluso, y no creo equivocarme, un regusto a American Gods, de Neil Gaiman. Todo bien pasado, eso sí, por el tamiz de una argentinidad sin complejos y con un sesgo, ya digo, muy adulto: aquí, además de la inquietante presencia de lo sobrenatural que ya se presupone, encontramos crueles asesinatos, torturas horribles, mutilaciones pavorosas, desaparecidos políticos, drogas varias y sexo a manta, en gran medida homosexual (esto tampoco salía en los libros de J. K. Rowling, aunque recordemos también que se sabe muy poco de lo que ocurría en la casa Hufflepuff).

    Tampoco es que me queje de esta primera impronta "harrypottense", o como se quiera decir, de la novela; funciona o deja de funcionar como cualquiera de los demás elementos que la conforma: desde el punto fantasmagórico más clásico -con especial hincapié en el apartado "casas encantadas" (Jackson, Danielewski), al terror ambiental, ominoso, del gran King. O incluso, por qué no, cierta estilización, o casi, del "horror cósmico" de Lovecraft... (y, por lo que he leído, también puede que haya un poco o un mucho de Clive Barker aquí, aunque en este caso, habría que preguntarle a Oriol). Por no olvidar ese otro abanico que va desde el terror político al costumbrismo más o menos chungo; desde la antropología de los cultos populares al submundo de las sectas ocultistas... en fin, un variado popurrí que, repito, en unas ocasiones funciona mejor que en otras, lo que tampoco es para extrañarse en una novela larga -casi 666 páginas, de hecho- y contada atendiendo a distintas voces en diferentes escenarios.

    Ligera sinopsis para que se me entienda: un niño huérfano vivía en un armario bajo la escalera de la casa de sus tíos... No, en serio: la novela comienza cuando, un día de comienzos de los 80, un padre aquejado de una dolencia cardíaca, Juan Peterson y su pequeño hijo Gaspar salen en coche desde Buenos Aires hacia la selvática Misiones, de forma medio clandestina, aunque no queda claro si huyendo de o en busca de algo. Viajan ellos solos porque Rosario, su esposa y madre, respectivamente, ha muerto poco antes. El viaje -¿la huida?-, que en principio puede parecer motivado por las circunstancias políticas del país y el momento, enseguida se nos revela a través del prisma de lo sobrenatural, lo esotérico... (el comienzo de la novela, por cierto, podría constituir por sí mismo un desasosegante cuento de los que escribe Enriquez... lo que no significa, ni mucho menos, que el libro sea un cuento alargado); pronto conocemos la existencia de una enigmática Orden que rinde culto a una oscura y terrible divinidad y con la que los "fugitivos" están íntimamente relacionados...

    No cuento más: la trama avanza y retrocede en el tiempo, va ganando en complejidad pero también ofreciendo explicaciones a lo que no entendemos en un principio... lo que supone, para mi gusto, uno de los problemas de esta novela, pues los elementos, los mecanismos que la articulan, si se quiere, resultan más eficaces cuanto más esquivos e inasibles parecen, menos evidentes, y funcionan peor cuando se nos desvela -hasta cierto punto, claro- su misterio. También es cierto que el grandísimo talento literario de Mariana Enriquez se despierta sobre todo -y de forma asombrosamente rápida- cuando aparece en escena el componente sobrenatural y, en cambio, se muestra más rutinario en esos momentos, inevitables, por otra parte, en una novela tan larga, que son más descriptivos o que sirven de transición entre uno de los puntos cimeros de la narración y otro. La misma disparidad encontramos respecto a los personajes: los protagonistas, Juan y Gaspar, están dibujados con gran esmero en toda su complejidad -sobre todo el padre-, al igual que la relación única que mantienen entre ellos, una simbiosis en equilibrio entre el amor y la brutalidad (que resulta más sensible aún cuando el niño es más pequeño). Mientras que otros personajes, sin embargo, por peculiares que sean, se nos muestran más planos, en comparación. Y en algún caso, incluso pura caricatura, aun terrorífica...

    ¿Significa todo esto que Nuestra parte de noche es una novela fallida, que debemos pensar que su autora resulta más -muy- ducha en el relato o la novela corta? Ni mucho menos, pero ocurre que a veces la ingeniería que requiere montar una estructura de cierta envergadura, el esfuerzo compositivo de una gran obra pictórica, cinematográfica, literaria, puede acabar por subordinar en exceso, incluso eclipsar, el detalle, ese manar creativo que debe ser incesante y fluir sinuoso a lo largo de toda la, en este caso, novela, para irrigar y hacer crecer no ya cualquier narración escrita, sino, sobre todo, aquello que podemos llegar a considerar literatura (menuda frasecita cursi me ha salido, ¿eh?). De eso hay mucho en esta novela, pero no todo, no en todo momento. O no en la medida en que nos había acostumbrado esta escritora... y de eso no tiene la culpa Harry Potter. Quizá tampoco la propia Mariana Enriquez; sencillamente, es que no se puede hacer todo perfecto, y ya está.


    Otros títulos de Mariana Enriquez reseñados en Un Libro Al Día: Las cosas que perdimos en el fuegoLos peligros de fumar en la camaLa hermana menorAlguien camina sobre tu tumbaEste es el marBajar es lo peor, Cómo desaparecer completamente

    lunes, 2 de diciembre de 2019

    Boris Vian: Otoño en Pekín


    Idioma original: Francés
    Título original: L’autonme a Pekin
    Traducción: Juan García Hortelano
    Año de publicación: 1956*
    Valoración: No sé


    Lo admito: no acabo de pillarle el truco a Otoño en Pekín. Entiendo que esta novela pretende desconcertar. Que no hay que leerla según parámetros tradicionales. Que hay que dejarse llevar por su disparatada propuesta. Pese a saber todo esto, quiero pillarle el truco. Siempre hay truco, ¿no? Pero yo, a Otoño en Pekín, no se lo pillo. 

    No es que esta obra haya sido planteada con un rupturismo desafiante. No es que sea hermética en fondo. Simplemente, carece de sentido. Su título, por ejemplo, no tiene ninguna relación con ella. ¡Ninguna! Y el texto al que precede dicho título tampoco es que tenga mucha lógica. Lógica interna, se entiende; evidentemente, a una historia con pinceladas absurdas y surrealistas no voy a pedirle más.

    ¿Cuál es la premisa de Otoño en Pekín? Varias personas tendrán que construir un tren en el desierto de Exopotamia. Este escueto concepto está aderezado con una realidad bizarra, personajes delirantes, situaciones rocambolescas y mucho humor irreverente. Por no hablar de los ramalazos metaliterarios que salpican estas páginas: citas ficticias, un narrador "self-aware", saludables dosis de autoparodia... Desgraciadamente, ninguno de estos atractivos ingredientes llega a cuajar individualmente, y mucho menos a integrarse en el conjunto.

    La primera parte de Otoño en Pekín es la mejor. Titulada «Primer movimiento», se lee con fluidez, está llena de ocurrencias extravagantes y presenta a unos personajes a los que quieres conocer en detalle. El «Segundo» y «Tercer movimiento» son, por lo general, más profundos, pues están plagados de reflexiones trascendentes. Pese a ello, los considero inferiores. Aunque recompensan al lector con fogonazos puntuales e imágenes intermitentes, se hacen bastante cuesta arriba**. Para colmo, esos personajes que tan interesantes parecían en un inicio acaban agotándose a base de repetir las mismas dinámicas una y otra vez.

    En conclusión, esta novela gustará a aquellos que disfruten del libre albedrío creativo, pero dejará insatisfechos a los que, como un servidor, exijan algo de lógica interna y consistencia al propósito artístico de una narración. Para que nos entendamos: sólo la recomiendo a raritos predispuestos o a personas que sepan extraerle a esta masa amorfa sus ideas brillantes.

    Por cierto, en la edición de Edhasa, el prólogo que acompaña a esta obra (escrito por el traductor de la misma) se extiende por más de cincuenta páginas. Su lectura resulta tremendamente divertida, pues Juan García Hortelano se desdobla en él, discute consigo mismo y se autoparodia. A la vez, Hortelano nos habla de la vida y obra de Boris Vian, y hace hincapié, por supuesto, en Otoño en Pekín. De modo que gran prólogo, mimetizado con el disparate al que sirve como umbral. 


    *Otoño en Pekín se publicó por primera vez en 1947. Sin embargo, fue revisada en 1956, versión en la cual se basa la traducción de Hortelano.

    **Un par de muertes hacen más llevaderos estos pasajes, es verdad, pero así cualquiera.

    lunes, 21 de octubre de 2019

    Antonio Orejudo: La nave

    Idioma original: castellano
    Año de publicación: 2003
    Valoración: Curioso, tal vez

    Mira que andaba yo con ganas de leer algo de Antonio Orejudo, a quien mis compañeros han valorado en general tan alto: dos Imprescindibles, un Muy, un Recomendable y sólo uno de esos tibios Está bien. Así que investigo un poco y veo que toda la obra de ficción de este buen señor está ya reseñada (S.E.u O.). Mal asunto, porque no quiero quedarme sin catar lo que con tanto éxito pasa el exigente tamiz de mis colegas y por otra parte, aunque mis derechos de imagen están a salvo gestionados por una Sociedad holding, mi contrato millonario con el blog me obliga a un ritmo de reseñas casi inhumano. ¿Cómo leer a Orejudo y poder reseñarlo, cuando todo está ya visto? Pues sigo escarbando un poco más y me encuentro con La nave.

    Se trata de una narración muy cortita que citaba ya Juan en su reseña de Grandes éxitos, y efectivamente se encuentra en la bibliografía de este autor, aunque muy escondidica, como algo anecdótico, publicado en 2003 por la Junta de Andalucía (¿?) y actualmente imposible de encontrar. ¿Imposible? Pues será en papel, porque en internet se encuentra en formato Word sin ninguna dificultad. No solo eso, sino que el propio autor se presta a leernos, muy serio él, el primer capítulo, con lo que inauguramos en ULAD la era del video-libro. Vean:


    Tuve suerte al encontrar el video, porque al poco de empezar a leer se abatió sobre mí la sospecha de si no estaría siendo víctima de una de esas bromitas de la red, una especie de fake-book, podríamos decir. Ya lo han oído ustedes si se han molestado en mirar el video: año 25890, la ingestión de unas lechugas en mal estado procedentes de fruteros piratas provocan una epidemia de esterilidad poco menos que universal. A partir de ahí todo sigue la misma tónica: los basureros forman un lobby que impone su ley, la Coca-cola esponsoriza las misas católicas, un socio muerto (asesinado) al comer un boquerón y, entre un sinfín de disparates parecidos, la aparición de La Nave (industrial), un local de copas, o gastro-bar, o no se sabe bien qué, que ejercerá una suerte de contrapoder hasta que… En fin, que si sigo un poco más termino contándolo todo.

    El librito es así desde el principio hasta el final (un final que llega enseguida, ya digo), una sucesión de ocurrencias que yo, la verdad, reconozco que no soy capaz de valorar. A veces parece la redacción escolar de un alumno imaginativo (como aquel que, en plena crisis de la austeridad, dibujaba un monstruo al que dio el nombre de Invasor Merkel). Otras me viene a la cabeza aquella estupenda distopía de los residuos llamada Wall-E, pero también se dejan ver algunos, o muchos, manotazos hacia algunos de los arquetipos más reconocibles de la sociedad políticamente correcta. E indudablemente asoman rasgos de una creatividad rotunda y brillante, como esa fantástica y un poco angustiosa partida de ajedrez con todas las piezas del mismo color.

    Todo con un ritmo endiablado, todo fluidez, como escrito en menos tiempo del que me está llevando componer esta ¿reseña?, y para ocupar un espacio que, si no termino pronto, va a ser más breve que estas modestas líneas. ¿Un simple pasatiempo? ¿Una loca incursión en lo fantástico que oculta más capas de las que he podido detectar?

    El reseñista se rinde. Pero ustedes, lectores todos, lo tienen muy fácil: no les llevará más de media hora, se lo leen y completan lo que yo no he sido capaz.

    Todas las reseñas de Antonio Orejudo en ULAD: aquí


    domingo, 2 de junio de 2019

    Kobo Abe: El mapa calcinado

    Idioma original: Japonés
    Título original: Moetsukita chizu
    Año de publicación: 1967
    Traducción: Ryukichi Terao
    Valoración: ¿Está bien? 



    El mapa calcinado es una novela densa. Innecesariamente densa, me atrevería a decir. En ella, Kobo Abe quiere transmitir un mensaje de una forma muy concreta, y lo hará aún a riesgo de que los lectores no podamos seguirle. Lástima, pues podría haber escrito un texto más asequible sin que por ello se resintiera la complejidad de su discurso.

    Eso sí, Abe deja bien claro, repito, que este hermetismo es voluntario. También los efectos que transmite El mapa calcinado (confusión, exasperación, etc...) son intencionados. Igual que su ritmo espeso, su tono monocorde, su acción repetitiva, sus diálogos y situaciones estirados hasta el hartazgo, o sus personajes borrosos.

    La cosa, en un inicio, prometía. Un detective sin nombre recibe el encargo de buscar al señor Nemuro, quien desapareció misteriosamente seis meses atrás. Esta premisa policial sirve de excusa a Abe para explorar sus obsesiones existenciales y desarrollar su filosofía. Por desgracia, como ya he adelantado, el escritor japonés lo hace de un modo demasiado abstruso.

    En fin. Estamos ante una obra paradójica. Una que encierra ideas brillantes, pero que debería haberse escrito pensando un poco más en el lector. Aunque tampoco es un despropósito. Su lectura se hace cuesta arriba, sí, pero no se atraganta. Y lo que aporta no está nada mal. Además, intuyo ambición artística en esta novela, y voluntad de trascendencia; ambas, cosas que siempre hay que agradecer en un libro.

    Llegados a este punto, hay que reconocer que los temas barajados en El mapa calcinado son sumamente interesantes: la identidad del individuo, su alineación y su invisibilidad en la sociedad moderna. Destacaría especialmente las reflexiones sobre la voluntad de los fugitivos y sus derechos.


    También de Kobo Abe en Unlibroaldía: La mujer de la arenaEncuentros secretos

    martes, 25 de diciembre de 2018

    Camille Paglia: Vamps & Tramps. Más allá del feminismo

    Idioma original: Inglés 
    Traductor: Santiago García
    Año de publicación: 2001
    Valoración: No sé

    Camille Paglia, profesora de Humanidades en la Philadelphia University of Arts, fue catapultada al espacio mediático tras la publicación de su ensayo más académico, Sexual Personae (1990). Desde entonces, la pensadora ha sido omnipresente en la radio, la televisión y la prensa estadounidense. Sus radicales y polémicas sentencias siguen dando de qué hablar incluso a día de hoy, pues algunas de sus inquietudes están todavía vigentes.  

    Pero, ¿quién es, realmente, Paglia? Depende. Para algunos es una abanderada de la libertad de expresión y de pensamiento, la altavoz de un feminismo «razonable», una heroica militante que aboga por una reforma de la Universidad. Para otros, una mera agitadora, una intelectual oportunista y deshonesta, la figura de la celebridad de pandereta por excelencia.  

    ¿Y si preguntamos a la propia Paglia cómo se definiría ella misma? La respuesta, me temo, es de lo más frustrante. Al menos, si nos basamos en la que podemos obtener de Vamps & Tramps, la primera obra de la autora publicada en España, descatalogada en la actualidad. Y es que en este libro misceláneo, compuesto por ensayos, entrevistas, artículos, columnas, críticas literarias, transcripciones de proyectos audiovisuales, etc..., lo más cerca que está Paglia de autodefinirse es el término vago e impreciso de «libertaria». También se considera una feminista «comprometida» y «disidente». Pero, como digo, estas palabras tan abstractas nada nos ayudan a la hora de ubicarla ideológicamente. En cambio, su forma de pensar sí que podría darnos algunas pistas al respecto. 

    Las controvertidas opiniones de Paglia (sobre la pedagogía, la legalización de las drogas, la prostitución, la homosexualidad, la pornografía, etc...) suscitan reacciones muy polarizadas, como podréis imaginar. A continuación, dejad que señale algunas de las tesis que defiende en Vamps & Tramps, sin entrar en juicio de valor alguno. Por cierto, las voy a extraer de este enlace, pues Eugenio Sánchez Bravo las ha simplificado de un modo admirable: 


    1. «El excesivo proteccionismo legal logrado por el triunfo de los movimientos gays y feministas convencionales impiden el desarrollo, la eclosión, del verdadero potencial de hombres y mujeres.»
    2. «El feminismo tiende a una victimización constante de la mujer y el niño, amenazados por un patriarcado feroz. La inocencia originaria de niño y mujer tienen su fundamento filosófico en Rousseau. Frente a esto, Paglia propone otra visión del ser humano, más consciente de su perversidad, que se apoye en Freud, Darwin, Nietzsche, Sade…»
    3. «El objetivo feminista de terminar con la violencia de género reeducando o reprogramando a los hombres es una estupidez que ignora los abismos del inconsciente. Son las mujeres quienes tienen que aprender a defenderse por sí mismas. (...)»


    Llegados a este punto, aclaremos algo. Los trabajos compilados en Vamps & Tramps no gravitan exclusivamente en torno a las ideas políticas de Paglia. No obstante, éstas son sin lugar a dudas las aportaciones más interesantes del volumen; además, en ocasiones Paglia las mete con calzador en textos que no necesariamente tendrían por qué incluirlas. Es por estas razones, pues, que he decidido enfocar esta reseña en las cuestiones políticas que plantea Paglia y apenas incidir en otros temas que puedan aparecer en el libro. 

    Y sí, aunque hasta ahora he sido completamente neutro, ha llegado el momento de que me moje un poco. Empecemos destacando los que, a mi juicio, son aspectos positivos del discurso de Paglia:

    • Está a favor de las «metas últimas» del feminismo y la liberación gay. Para mí, esto es innegociable: dichas metas son objetivos legítimos y, sobre todo, deseables. Otra cosa es cómo alcanzarlos, claro...

    • Señala a intelectuales dogmáticos y proclives al doble rasero, ideas sobrepolitizadas, gimnasias mentales y trampas retóricas (sobre todo las de la izquierda americana)... Y temas tabú sobre los que, se quiera o no, hay que debatir. 

    • Es muy atractivo para las masas. No sólo porque la pensadora aborde temas actuales o haga alusiones frecuentes a la cultura pop, sino porque, además, lo hace alejada de la erudición plomiza.   

    • Su manera de criticar, implacable y sin concesiones, sienta como un soplo de aire fresco en un ambiente asfixiado por la corrección política. 

    • Ah, y no puedo olvidarme de la idiosincrasia pagana que emplea Paglia. Gracias a ella logra imágenes muy poderosas (en especial, literariamente hablando): la mujer como suma sacerdotisa de un jardín del edén, dueña de un poder atávico y turbador; la esfera social en tanto que circo sexual repleto de guerreros y atletas... 

    Y ahora, listemos los aspectos negativos del discurso de Paglia: 

    • Tiende a caricaturizar a su oposición (llega a usar tres nombres satíricos a lo largo de Vamps & Tramps, que yo recuerde, para designarla). O a aludirla de forma condescendiente. Y claro, sé que en EEUU hay corrientes de pensamiento verdaderamente esperpénticas, pero enfocarse solamente en feministas neuróticas y victimistas, estudiantes sectarias e infantilizadas, académicos oportunistas o alejados de la realidad, activistas amargados o periodistas adoctrinados, no me parece intelectualmente honesto. 

    • A veces, Paglia se monta unos hombres de paja que ya le gustaría a los habitantes de Summerisle. Y ni siquiera cuando se centra en figuras más definidas, como Rousseau o Foucault, ataca en serio a sus argumentos.  

    • En ocasiones usa ejemplos o comparaciones de cuestionable relevancia para reforzar su punto de vista. Esto se puede percibir cuando emplea su idiosincrasia pagana para apoyar sus palabras. Como ya he adelantando, ésta es muy funcional literariamente, pero carece de solidez científica como para avalar ningún argumento. 

    • Desempolva al obsoleto psicoanálisis freudiano. Un ejemplo perfecto es cuando lo usa para aseverar que «cualquier mujer, gay o hetero, que no pueda responder a los penes o que los encuentre horrendos o risibles es que ha quedado traumatizada por alguna temprana experiencia».  ¿Y qué hay de esa vez en la que lo emplea, junto a una interpretación errónea de la novela Lolita, para impulsar su ética sexual sobre los menores de edad?  

    • Paglia parece, en algunos de sus trabajos, más preocupada en promocionar Sexual Personae que en abordar el tema que tenga entre manos. También la he notado, puntualmente, tan empeñada en causar controversia y ser rupturista que prefiere soltar cualquier frase altisonante a una reflexión más honesta pero menos poderosa. 

    En definitiva, Vamps & Tramps es un muestrario excelente con el que tener una visión panorámica del pensamiento de Paglia. Sin embargo, lo recomiendo solamente a lectores desprejuiciados que sean capaces de obviar la ocasional barbaridad proclamada por la académica estadounidense y puedan, asimismo, extrapolar las virtudes de su discurso.

    Entendámonos. La edición de este volumen, a cargo de la editorial Valdemar, es irreprochable: traducción libre de gazapos, pertinentes notas a pie de páginas, índice onomástico, algunas imágenes y un breve pero intenso prólogo redactado por Jesús Palacios. Y, como ya he dejado claro, el libro tampoco es un mal comienzo si uno quiere adentrarse en la mentalidad de Paglia. Pero hay que reconocer que, si no es el caso, se puede volver algo cargante. Su heterogeneidad conlleva una dispersión perjudicial para el discurso de la autora; por un lado, se siente poco profunda y, asimismo, reiterativa; por otro, le sobran páginas que se desvían de los temas interesantes. Porque si algo hay en Vamps & Tramps son páginas. Muchas páginas. Demasiadas.  


    También de Camille Paglia en ULAD: Sexual Personae

    jueves, 14 de junio de 2018

    Mary Karr: El club de los mentirosos

    Idioma original: inglés
    Título original: The Liars' Club
    Año de publicación: 1995
    Traducción: Regina López Muñoz
    Valoración: ¿recomendable? ¿está bien? ¿se deja leer?

    Como se puede apreciar, aún no tengo clara mi valoración acerca de este libro, así que voy a tratar de elaborar esta reseña a base de imágenes metafóricas, a ver si así ordeno un poco las impresiones que ha dejado en mi cabeza. Ahí va la primera, pues:

    1ª- Una montaña rusa: Digamos la Gran Khan de Port Aventura, por ejemplo... (o incluso mejor una de esas viejas y chirriantes montañas rusas de madera de película de miedo).  Estar subido a un chisme de ésos, eso es lo que sintió un servidor leyendo este libro: que lo subían  lentamente en un vagón, para luego bajar a toda velocidad, dar un par de tirabuzones y transitar por una zona llana y hasta aburrida, para luego volver a subir lentamente, etc...  Así es esta narración que, sin embargo -y puede que ahí esté la causa de tal sensación de disparidad-, he de aclarar que no es una novela, sino un libro de memorias. Nada de autoficción ni zarandajas de ésas: MEMORIAS a la antigua usanza, como Dios manda, desde que la autora nace hasta que... bueno, no voy a contar como acaba, porque además, al parecer, este es el primer libro de una serie de tres. Pero que nadie piense que se va guardando cosas en la guantera; no, las memorias avanzan a paso militar, un-dos, un-dos, sota, caballo y rey. Punto.

    ¿Esta diversidad de sensaciones (confieso que en más de una ocasión, incluso con la mitad de sus 500 páginas ya leídas, la reseña de este libro estuvo a punto de convertirse en una reseña interruptus) significa que hay una irregularidad en la prosa o en la sinceridad de las confesiones que nos ofrece su autora? No, en absoluto: leyendo este libro, en todo momento se tiene más bien la sensación de estar ante un grifo abierto de palabras, de verborrea incontenible. Mira, esta puede ser la segunda metáfora:

    2ª- Un grifo abierto: Torrencial, excesivo en algún momento es el flujo de palabras, de adjetivos, de detalles; una prolijidad inquebrantable, con independencia de si se nos está contando alguna situación truculenta -sólo diré que la autora sufrió más de un episodio de abuso sexual, aunque dada la corta edad que tenía bien podemos hablar de violación, digo yo, pese a que no se defendiera-, que una excursión a caballo o los momentos en que iba con su padre de caza o al bar de la Legión Americana de su pueblo en el Este de Texas, donde transcurrían interminables charlas con los amigotes -de ahí viene el título del libro-; esta incontinencia escrita adquiere cierto sentido si pensamos (aunque hay que decir que a Mary Karr, con toda razón, no le debe hacer mucha gracia que se la valore por esta circunstancia) que cuando escribía estas memorias mantenía una relación sentimental -y parece que bastante tormentosa, al menos por el trato de él hacia ella- con el sin par David Foster Wallace, que a su vez estaba escribiendo... pues sí, La broma infinita. Me imagino sus conversaciones mientras se lavaban los dientes antes de dormir:

    -David, ya he escrito trescientas páginas de mi libro, creo que voy a ir terminándolo...
    -¿Sólo trescientas? Eso no es nada, Mary, tiene que ser más largo, que es lo que le mola a la gente. Yo voy por setecientas y ni pajolera idea de como acabará...

    (Los diccionarios de sinónimos de esa casa debían de tener el lomo desgastado por el uso).

    3ª- Un automóvil Lancia Lambda de 1923:  ¿Mandeloqué? ¿Y eso a qué viene? Pues a que ese coche fabricado por Lancia fue el primero que incorporó una carrocería autoportante, es decir, una en la que el chasis está integrada con la chapa externa del vehículo, que de esta forma soporta parte o toda la carga estructural del mismo, en vez de hacerlo un chasis rígido al que van unidas las planchas de metal o madera que componían la carrocería. Trasladada la imagen a términos literarios: en este libro es el estilo, magnífico, el que soporta buena parte del peso de la narración. Porque lo que queda  claro es que Mary Karr escribe de maravilla y es este dominio del estilo, más que sus avatares biográficos o las circunstancias de su familia -compuesta, además de por su hermana mayor, por una madre inadaptada, enloquecida y alcohólica, un padre redneck, aunque buena gente, y una abuela siniestramente tiránica- las que mantiene en pie toda la estructura del libro y lo hacen avanzar, por más que, repito, de forma algo cansina en más de un momento. En otros, en cambio, leerlo es tan fácil como beber agua. De ahí la última metáfora visual que propongo:

    4º- Un cruce de caminos: A ser posible, solitario y polvoriento, como los quiere el tópico en algún lugar de Texas o el Sur de EEUU. El lector (yo mismo) está plantado en medio con una vieja maleta en la mano, sin saber hacia donde tirar... ¿A la derecha, a la ciudad de Recomendaville? Quizás si el libro no pasara de las, pongamos 300 páginas (ay, DFW, que pernicioso fuiste para Mary, en tantos sentidos...); ¿a la izquierda, hacia la ciénaga de Se Deja Leer, el laberinto de fango donde se han empantanado tantos libros, antes de sucumbir bajo las picaduras de mosquitos y la mordedura de las serpientes mocasín? Bueno, la verdad es que El Club... tampoco está tan mal; ya digo que, al menos en cuanto al nivel de su escritura, merece algo mejor que eso... ¿De frente, pues, al villorrio de Estábientown, famoso por sus destilerías de alcohol ilegal y sus antros para camioneros? Mirad, yo qué sé... leedlo y luego me lo contáis, que yo creo que me voy a quedar un buen rato sentado en este cruce. Sacaré la armónica...


    sábado, 25 de noviembre de 2017

    Anónimo: El Manuscrito Voynich

    Idioma original: ?????
    Título original: No consta
    Año de publicación: No se sabe
    Traducción: No hay
    Valoración: Qué queréis que os diga...

    Por una vez, he de reconocer que no he leído el libro que ocupa la reseña de hoy (bueno, a decir verdad, tampoco sería la primera v... ejem); pero vamos, ni yo, ni nadie que se sepa en los últimos cinco siglos, por lo menos... La razón es que se trata del archifamoso Manuscrito Voynich, llamado así debido a su descubridor, el bibliófilo y anticuario de origen polaco Wilfrid M. Voynich y que debe su celebridad a estar escrito en un idioma desconocido y, aún más, en un alfabeto arcano, inextricable para todo el mundo, hasta el momento -vendría a ser algo así como una transcripción élfica de la lengua de Mordor, que no hemos de pronunciar aquí-: además, pasa por ser el único manuscrito medieval que aún no ha sido desentrañado. Casi nada, pues...


    Se sabe, eso sí, gracias a la datación por métodos científicos, que fue escrito en la primera mitad del siglo XV, y por algunas pistas que nos proporcionan sus muchas ilustraciones, que su origen probablemente esté en el Norte de Italia, quizás en la ciudad de Milán. Por otro lado, las ilustraciones también nos dan una pista sobre la materia de la que puede tratar el libro, pues abundan las que reflejan plantas de diverso tipo -aunque parece que tampoco se ha llegado a determinar cuáles son todas ellas-, así como multitud de figuras desnudas, sobre todo femeninas, junto con una simbología de carácter aún más hermético. Esto ha dado pie a algunas de las interpretaciones más plausible sobre la naturaleza del manuscrito -aunque hay muchas otras, claro, que atribuyen su autoría desde a los inevitables cátaros o templarios hasta al no menos ubicuo Leonardo Da Vinci. Incluso  (no, no era del todo broma) que puede tratarse de un texto de una supuesta civilización élfica (!)-: la más reciente es de un investigador en temas históricos, Nicholas Gibbs, que sostiene que se trata de un "tratado médico sobre la salud de las mujeres", destinado, tal vez, a una dama de la alta sociedad de la época, y que el misterioso código en el que está escrito no es sino una forma abreviada del latín medieval. Puede ser cierto o no, pero el caso es que periódicamente han ido saliendo criptógrafos, historiadores y hasta matemáticos de diversos países que aseguran haber desentrañado el libro, siquiera parcialmente; sin embargo, parece que de momento tararí que te vi... todavía no hay una interpretación clara y aceptada por todo el mundo del mismo.


    A estas alturas de la reseña, supongo que más de uno de sus hipóteticos lectores (si es que queda alguno) estará preguntándose a qué diantres viene reseñar un libro ilegible y del que además sólo existe un ejemplar, sito en la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscritos de la Universidad de Yale (sitio bien curioso debe de ser, también). Hasta ahora era así, pero resulta que esa biblioteca encargó a la acreditada  editorial burgalesa Siloé, especializada en tales menesteres, que reprodujera el manuscrito en edición facsímil, cuidando hasta el último deterioro del mismo. El libro fue presentado en Burgos el pasado 10 del mes en curso (aquí) y aunque los ejemplares de la edición han sido sólo 898 y  cada uno cuesta una pastizara (además de que creo que la mayoría ya estarán adjudicados), el caso es que podemos decir que es un libro más a disposición del público -público no-lector, en este caso-, como cualquier otro de los reseñados en Un Libro Al Día. Aunque no podamos leerlo. En cualquier caso, si alguien le quiere echar un vistazo al original, puede hacerlo aquí

    Una última reflexión (y prometo que ya acabo): antes o después, es probable que se acabe descubriendo el secreto del manuscrito Voynich. Cuando el mundo esté gobernado por un megasuperordenador, quizás, que elimine a todos los humanos de la faz de la Tierra y se dedique a entretenerse con jueguecitos intelectuales como desencriptar el lenguaje en el que alguien escribió este texto, hace casi seiscientos años. O tal vez lo haga pasado mañana una niña-prodigio autista o un viejo profesor oxfordiano... Ni idea; sólo sé que, en mi opinión, será una lástima cuando se averigüe lo que esconde, al igual que si se capturara al monstruo del lago Ness o al Yeti. Porque está bien que avance el conocimiento sobre lo que nos rodea, sí, pero tampoco está de más que nos dejen un espacio, aunque sea pequeño, para el misterio. Esto es, para la leyenda; esto es, la literatura.






    sábado, 8 de julio de 2017

    Ryū Murakami: Piercing

    Idioma original: japonés
    Título original: ピアッシング (Piasshingu)
    Año de publicación: 1994
    Traducción:  Albert Nolla (al catalán, como Pírcing) - Ana Lima (al castellano)
    Valoración: recomendable /no recomendable

    Difícil lo tengo para reseñar esta novelita -relato largo, más bien- sin destripar su argumento: en ella está todo tan medido, las cantidades son tan exactas como en una fórmula química o en una receta de repostería, de forma que es complicado no desvelar alguna de sus claves, lo que supondría sacar una cereza del cesto, con lo que, inevitablemente, saldrían otras enredadas con sus rabitos. Por contar algo, diré que la historia comienza con un joven padre levantado por la noche para contemplar y acariciar a su niña recién nacida, que duerme en la cuna... Que no se enternezca nadie: el protagonista, Masayuki, acaricia la mejilla del bebé, sí, pero con un punzón de picar hielo, mientras hace un esfuerzo ímprobo por no clavárselo. ¿Qué solución se le ocurre? Pues clavárselo a alguna otra persona...

    No voy a revelar más, pues ya digo que no quiero estropearle la lectura a nadie; más aún en el caso de novelas como ésta,  donde todo, desde el background de los personajes, hasta los giros argumentales, está calculado y dosificado con suma precisión. Podría añadir, eso sí, que si hay alguien aficionado al BDSM, la automutilación o la violencia cuasi gore, así en general, éste sería, sin duda, un libro de su agrado... Podría añadirlo, pero estaría mintiendo o tergiversando la verdad. Porque si es cierto que esos elementos tan coloristas aparecen en la novela, también lo es que no suponen sino la apariencia, la superficie de la misma. Que no es una historia sobre gente clavándose punzones unos a otros o practicando sexo extremo -bueno, un poco sí, que no deja de haberla escrito de Ryū M.-, sino sobre la fragilidad del ser humano, sobre la vulnerabilidad de las víctimas y el reconocimiento entre ellas, sobre la soledad, que a veces no sabe expresarse más que a golpes.

    Y también, ¿por qué no?, es una novela de suspense y hasta de cierto humor negro, escrita -ya sé que me repito- con la precisión de un relojero. Una novela corta quizá no recomendable para espíritus impresionables, aunque, desde luego, sí para cualquiera con cierta sensibilidad y compasión hacia su prójimo. No digamos ya para quien guste sumergirse en una narración sin poder despegar los ojos del libro.





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