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La foto, en mi opinión, es más bien evocadora. El rey entrado en años y el antiguo presidente carcomido por el Alzheimer parecen seguir tranquilamente un camino que comenzaron andar muchos años. Los imagino adentrándose en el epílogo de una singladura que exigió mano firme y a la vez delicadeza. Estoy convencido de que la Transición fue uno de los periodos más delicados e interesantes de nuestra historia y la decisión, temple y serenidad mostrados por uno y otro desde julio de 1976 hasta ese delicadísimo 23 de febrero de 1981 han sido reconocidos, pero poco valorados.
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Gracias a ellos se les puede cuestionar abiertamente y decir con toda tranquilidad que el uno representa una institución anacrónica y que el otro es el origen de todos los males que nos siguen golpeando. Pero, aun dentro del anacronismo de uno y la imposible resolución de nuestros problemas de tópico (nacionalismos, ley electoral y un posiblemente largo etcétera) han sido los que dieron el primer paso para que hoy seamos lo que somos y podamos decidir que ser en el futuro. Creo que la foto es muy acertada: ya han pasado y han dejado su huella. Indudablemente algún día sus acciones serán juzgadas con más rigor y menos pasión.
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Y ahora los vemos que caminan adelante, con un paso más cansado e incierto y sin tener muy claro adonde van, pero con la conciencia de haber llegado y que lo más importante de sus deberes está hecho. Dejan atrás a sus espectadores en el conocimiento de que su papel es ahora más discreto. Perdonenme pero aunque cada cual tenga sus ideas... de bien nacidos es ser agradecidos.
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