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jueves, 28 de diciembre de 2017

The Collection: Cuando la historia y la moda se cruzaron


No es secreto que la moda es dominada por los eventos que ocurren a su alrededor. Son los sucesos históricos los que imponen estilos y moldean diseños. Un ejemplo fue el New Look de Christian Dior que revolucionó la moda de Francia (y del mundo) en los duros años de la posguerra. Amazon Prime y la BBC han creado en “The Collection”, una visión ficticia de cómo nació esa moda. En esa serie, el New Look está vinculado con la Familia Sabine, con sus secretos personales y con la Segunda Guerra Mundial de la cual emerge una Francia maltratada, avergonzada y violenta que tal vez no desee ser “feminizada” como pretende hacerlo la colección de la Casa Sabine.

Aunque todavía no ha tenido la exposición necesaria (solo se la ha visto completa en Australia, Rusia, Corea del Sur y en USA tuvimos la suerte que la PBS la presentó en “Masterpiece” este año) ya “The Collection” tiene sus seguidores. Producida por Oliver Goldstick, quien también produjera “Petty Little Liars” y “Ugly Betty”, esta serie no tiene ni el humor juvenil de las mencionadas, a pesar de que tenga lugar en el mundo de la moda como la versión estadounidense de “Betty, La Fea”. Se trata aquí de una serie sobria, dramática, adulta y con una sólida base histórica. Si a algo se la puede comparar es a la icónica “Mad Men”.



Al igual que en ese homenaje al mundo publicitario useño, “The Collection” se centra en un personaje ambicioso e implacable, Paul Sabine (Richard Coyle de “The Fall”), el dueño y diseñador estrella de la nueva y más innovadora casa de modas parisina. Paul, como Don Draper, gusta desplegar su mayor trofeo una esposa que, como Betty Draper, es rubia, guapa, refinada, y aparentemente sumisa. La diferencia es que Helen Sabine (una Mamie Gumer , delicada como figura de porcelana y talentosa como su madre Meryl Streep) ha aportado al matrimonio prestigio, dinero y relaciones. Sin hijos, se involucra en el negocio del marido y presiente en que él no le es fiel y que sus affaires románticos no son lo único que le oculta. 

Como Don Draper, Paul Sabine trae a cuestas secretos peligrosos asociados con guerras y usurpaciones de identidad.

Si Don intentó siempre esconder sus orígenes y los pocos parientes que le quedaban, el pobre Paul se ve abrumado por su muy visible familia. La más omnipresente es su madre, Ivette. Interpretada por Frances de La Tour (ex novia de Hagrid, el de Hogwarts) que con un maquillaje que recuerda al Guasón de Batman es la imagen perfecta de la cocotte avejentada que solo puede provocar vergüenza en sus hijos. Sin embargo, Maman es mucho más peligrosa de lo que parece y eso lo saben Paul y su hermano Claude (Tom Riley, el Leonardo de “Da Vinci’s Demons”) el hermano menor, el rebelde de la familia.

Gay y antisocial, Claude vive en un departamentucho desordenado con la única compañía de un sufrido gato que tiene que soportar un desfile de amantes ocasionales que no alivian la soledad de su amo. El ultimo es un marinero alemán que ataca a Claude, le roba lo poco que posee y huye con un secreto que puede destruir a la recién nacida Maison Sabine. Claude es el genio de la familia, es quien diseña las maravillas que todos creen han sido fabricadas por Paul.

Ivette cercena la hidra de un solo mandoble asesinando al marinero y enterrándolo en una especie de basural en las tierras que rodean su casa en la campiña. Lamentablemente para los Sabine, ese es el espacio de juegos de Josette, la vecinita que ahí ha construido su” castillo” con cachivaches descartados, objetos rotos y otros desperdicios. Claude en una visita se encarga de “diseñarles “ vestidos a los muñecos de Josette y ahí nos damos cuenta de que el castillo es una metáfora para Maison Sabine: una ilusión creada en base de retazos, chatarras y seres reinventados bajo la cual se ocultan crímenes y cadáveres.

“La Colección “es una coproducción franco-inglesa. Se ha filmado en los legendarios estudios de Pinewood, en Gales y en escenarios rurales franceses. Resulta un poco gracioso ver a actores británicos como James “Oso Mormont” Cosmo interpretando a un millonario galo o al  Inspector Foyle encarnando al modisto Lemaire, ex patrón de Paul Sabine, un retrato velado del gran Lucien Lelong.

La mayor parte de la trama tiene lugar en el atelier de los Sabine donde Paul ha conseguido reunir una cofradía de empleados que,  como el patrón,  están buscando olvidar su pasado. Entre ellos sobresalen Charlotte (Alix Poisson) amante de Paul y su mano derecha; la jefa de taller, Marianne, (me costó reconocer a Irene Jacobs, ¿tanto tiempo ha pasado desde “La doble vida de Veronique”?) y la hija de esta última, Nina, la protagonista de una narración terrorífica disfrazada de cuento de hadas.

Interpretada por la belga Jenna Thiam (“Les Revenants”) Nina es un personaje clave en “The Collection”. Al comienzo es nada más que una adolescente desgarbada, una colegiala que no va a la escuela y que trabaja en el taller de costura. En el primer episodio descubrimos que Nina acaba de regresar después de pasarse  meses en el campo cuidando de una tía enferma. Obvio que ese cuento archiconocido tiene pañales y ha quedado atrás en un convento-orfanato al cual Nina no tiene acceso. Digamos que antes de la revelación de la paternidad del bebé de Nina, yo ya me la imaginaba, pero es uno de los shocks de esta historia llena de sorpresas.

De la nada, Paul decide convertir a la modistilla en la estrella de su colección. No solo Nina modelará los preciosos diseños de Maison Sabine además se convertirá en la musa de Billy Novak (Max Deacon) el joven periodista estadounidense que, como otros expatriados, busca fortuna  en el Paris de 1947. Sin embargo, Nina no busca amor ni fama. Ella solo tiene una obsesión, recuperar a su hijo, una obsesión que puede cambiar la vida de los Sabine.

A pesar de lo fascinante de esta trama llena de vueltas, lo principal es la historia real tras de ella que es la historia de la alta costura francesa y del rol que jugó en los 40, tanto antes como después de La Liberación. Realmente existió una revolución en la Haute Couture parisina y tuvo que ver con los altibajos políticos que sacudieron a Francia en esa década fatídica, pero también con las inevitables guerras de género que siempre han tenido lugar en un mundo que sirve a mujeres, pero es manejado por hombres.

Desde el Siglo XIX que las grandes casas de moda parisinas estaban asociadas a diseñadores como Worth o Poiret. Fue en los años de la Gran Guerra, que Gabrielle “Coco” Chanel abría las puertas a las mujeres. Grandes diseñadoras de modas regirían la moda parisina con nombres hoy icónicos como Jeanne Lanvin, Madeleine Vionnet, Madame Gres, las italianas Nina Ricci y Elsa Schiaparelli, la belga Maggy Rouff y por supuesto Chanel.

La Ocupación alemana transformó la fisonomía de la moda parisina.  Chanel se dedicó a colaborar  “horizontalmente” con los alemanes,  Schiaparelli se marchó a Estados Unidos y  Vionnet cerró su casa de modas. La Francia ocupada sufrió racionamientos y escaseces. Casi no se podían conseguir telas y las francesas aprendieron a vivir con vestidos simples, cortos, sin adornos,  y a renovar guardarropas antiguos. Sin embargo, la industria de la moda tuvo un boom en esos años en que nombres famosos como Lucien Lelong, Nina Ricci, Jean Patou y otros vistieron a las esposas y “amiguitas” de oficiales alemanes y de los mandamases de Vichy.

Hubo un momento en que llegaron ordenes de Berlín de trasladar la industria de la moda parisina a Alemania. Es ahí cuando Lelong se enfrenta a los Nazis y consigue que eso no ocurra. Un acto valeroso que permite que acabada la guerra no se le acuse de colaboración, a pesar de que la mayoría de sus clientes eran del alto mando alemán. Es Lucien Lelong quien sirve de modelo para Lemaire, el mentor y ex patrón de Paul Sabine. Es  quien le recuerda a su protegido que ahora tiene una medalla entregada por De Gaulle. Sabine no tiene esa protección.

En 1945 llega el momento de la venganza y los franceses juzgan, y fusilan a los collabo y rapan a las mujeres que colaboraron “horizontalmente” con el enemigo. Muchas de esas mujeres han sido clientas de los más famosos coutouriers cuyos nombres también son agregados a las listas de traidores. La moda francesa queda estancada hasta que la sacan a flote  un grupo de jóvenes diseñadores. Su vínculo en común será su juventud, que los exime de crímenes de guerra, y su homosexualidad. Ellos son el vasco Cristóbal Balenciaga, Pierre Cardin, y dos pupilos de Lelong (que no era homosexual) Pierre Balmain y Christian Dior.

Dior será quien revolucione la moda nivel mundial y él es la inspiración tras los Hermanos Sabine. Los guionistas dividieron al personaje histórico en dos: Paul, excelente vendedor y relacionador público, heterosexual y mujeriego, y Claude, retraído, talentoso y homosexual enclosetado. Estas últimas cualidades las comparte con Dior quien además sufría del estigma de Paul, aunque en menor medida. Catherine, la hermana del modisto fue una valerosa resistente y sobreviviente del campo de concentración de Ravensbruck, pero ese parentesco no conseguiría borrar del todo el hecho de que Dior, en el taller de su patrón, vestía las mujeres de los Nazis.


Financiado por Marcel Boussac, apodado “el Rey del Algodón”, el industrial más acaudalado de Francia, Christian Dior abriría una casa de moda propia en 1945. En febrero de 1947, lanzaría a la pasarela su legendario New Look que cumplía con su eslogan de que todo en “Maison Dior” sería “nuevo”. La ironía es que como decían en  Il Gatopardo, “ para que las cosas  sigan iguales hay que cambiarlas”. En realidad, el New Look era un regreso al pasado, a un pasado cómodo, sin culpas, pero también retrogrado y conservador.



La máxima característica del New Look fue la abundancia de tela, lo que implicaba un gasto mayor en material. Lo gastado que se reflejaba en el precio de la prenda,  era parte  del mérito del producto. Mirando una escena en que Helene sentada se ve prácticamente sumergida en sus faldas que cubren sus tacones y se esparcen alrededor de ella como una vela desplegada, noto la necesidad de exagerar, de demostrar que se puede gastar en tela porque la economía nacional lo permite.

Aunque los dueños de la industria textil francesa estaban gozosos con tanta demanda, para la gente comúndesempleada, sin recursos y todavía marcada por una ocupación brutal el New Look era una afrenta. Efectivamente se dieron escenas como la de la serie en que Nina es atacada por unas verduleras que le rompen el vestido.

En USA hubo clubes de mujeres que se negaban a usar esta moda. En Inglaterra,  en solidaridad con su pueblo Isabel II usó sus cupones para un económico vestido de novia, pero ya en su luna de miel encargó vestidos de Dior. Es que no había manera de huirle a una moda tan esplendorosa que a toda mujer hacía sentir como una reina.
Isabel y Margarita, las hermanas modelan a Dior
La Reina Isabel en The Crown, tambien sigue el "New Look"

En los 80s hubo un intento de retornar a ese tipo de vestido con faldas acampanadas. En esta foto en mi vigésimo quinto cumpleaños luzco un modelo “New Look” en lino color cereza .
Yo y mi hermana la hoy Dra. Janet Sendar. Imaginense nuestras faldas extendidas en un asiento.

Recuerdo lo que se sentía al caminar (sobre todo si había brisa) pero también las luchas por recuperar mi vestido cuando en el transporte público algún distraído se sentaba en mi inmensa falda y me dejaba atrapada. No era una moda muy cómoda. Pero todos la usaban, observen el largo de la falda de  la Duquesa de York.

Su concuñada La Princesa Diana fue una gran exponente de este retorno ochentero del New Look.


Algo que “The Collection”  captura maravillosamente es la atmosfera histórica del Paris de 1947 y como la moda sirve para reflejar un estado casi en guerra entre la Francia que promueve el New Look, una Francia conservadora, opulenta, burguesa, consumista que mira al pasado lejano para construir su futuro,  y una corriente contraria revolucionaria, frugal,  que quiere remediar e impedir la repetición de los vicios de un pasado reciente.

 La serie nos ofrece esta lucha desde la perspectiva de Billy Novak quien representa el lado oscuro del estereotipo del “Americano en Paris”. Muy joven para haber sido marcado por la guerra, Billy está más que dispuesto a enamorarse de este Paris esplendido encarnado en el envoltorio artificial de Nina. Por estar cerca de la modelo, el fotógrafo incluso cubrirá los crímenes de Paul Sabine, pero como le dice otro expatriado: “Paris es un polvorín a punto de estallar”.   

Nos queda saber si veremos ese conflicto desarrollarse en una ansiada y merecida segunda temporada de “The Colección”.  Entretanto recomiendo de todo corazón que vean la primera temporada que en Estados Unidos ha ofrecido la PBS por lo que todavia se puede bajar de Thirteen Passport.
Con este post terminamos de maullar el 2017. Los espero en el 2018. ¡Feliz Año!




domingo, 16 de marzo de 2014

Las Dos Francias de Un Village Français


Después de “Juego de Tronos”, y “Boardwalk Empire”, “Un Village Français” es lo mejor que he visto en términos de televisión en lo que va en esta década. Es más meritoria, porque rara vez vemos calidad en productos que no sean anglosajones, quizás porque no tengamos tanto acceso a ellos. Esta serie francesa merece reconocimiento por sus valores actorales, escenográficos y por un argumento que recrea de una manera muy particular un periodo oscuro y polémico de la historia de Francia.

Como saben, soy fanática de todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial. De niña, me trague cuanto filme añejo existiera sobre el tema. Recuerdo principalmente los filmes (y series de televisión) que insistían en tratar a la Francia Ocupada como dos equipos contrincantes: Nazis despiadados versus resistentes tan angelicales que ya solo les faltaba el halo sobre las boinas.

A partir de los 70’s, los historiadores angloparlantes comenzaron a practicar su revisionismo con La Francia Ocupada y trataron de ver esos años oscuros de manera menos parcial. Desde el juicio de Klaus Barbie (1987) que Francia ha intentado enfrentarse a su historia durante la Ocupación. No solo los historiadores, sino también los cineastas se han enfocado en ese periodo. Lamentablemente, los resultados son maniqueos.

Los resistentes, siempre sean de orientación marxista, son sufridas victimas llenas de nobles ideales. Los alemanes se convierten en personajes periféricos, su presencia en territorio francés crea un fenómeno “causa y efecto” que hace aflorar lo peor del pueblo galo. Es que los villanos de este cuento son francoparlantes. Todo el Mal queda encarnado en el gobierno de Vichy, en la odiada Milice y en los oportunistas y ambiciosos colaboracionistas.

Por suerte, Tétra Media vino a remediar esa visión  con ayuda del escritor Frédéric Krivine y su equipo de guionistas. En el 2009, debutaba por France 3, “Un Village Français”, un retrato más que objetivo y totalmente sorprendente de las Dos Francias.



“Un pueblo francés” está ambientada en la prefectura de Villeneuve, una aldea ficticia de la región del Jura. Entre Besançon y la frontera suiza, Villeneuve cae dentro de la zona ocupada por los alemanes en 1940, pero es también un sitio perfecto para resistir y un puente para que huyan los fugitivos a la Suiza neutral. En su Quinta Temporada, sus bosques serán el  espacio ideal para el Maquis.

El Maquis de Villeneuve (saison1.fr)

La historia comienza en vísperas de la invasión alemana y continua hasta 1943, con la esperanza de que siga por dos temporadas más y que llegue hasta el periodo post-Liberación. A través de cinco temporadas y casi cuatro años de ocupación, se ha visto a diversos personajes evolucionar y militar en bandos opuestos.

La serie no cae en trivialidades. Prefiere alejarse de partidos o posiciones morales. Los personajes son totalmente grises y eso se aplica al Nazi y al comunista; al rico y al pobre; al torturador y  al torturado; a la dama de sociedad y a la criada judía.

Si hay algo que une a estos personajes es que sus decisiones más trascendentales son tomadas, no por posturas ideológicas ni por patriotismo, sino por emociones, por cariño a algo, por insospechada compasión, y por amor. La gran novedad de esta serie es ver como los afectos pueden llevar a la gente a adoptar roles inesperados a toma acciones que chocan con sus criterios y personalidades.

La jefa de la resistencia Gaullista de Villeneuve es Marie Germon (Nade Dieu), una humilde granjera que al principio de la historia tiene dos hijos,  un marido en el frente y mantiene una relación clandestina con Raymond Schwartz (Thierry Godard), el ricachón del pueblo.

Marie y sus hijos (t411.me)
En cinco años, hemos visto a Marie matar a su marido, olvidar a Schwartz (aunque yo, shipera de ese par, todavía sueño que vuelvan), convertirse en líder de resistentes, ver morir a su amante (un operador de radio inglés) y creer que su hijo mayor ha sido ejecutado.

(lemonde.fr)


Marie es “sui generis” en todo. No resiste por admiración a De Gaulle, ni por patriotismo, ni por ser judía como su principal colaborador Albert Cremieux, ni por odio al Nazismo como Marcel Larcher, el jefe de la resistencia comunista del lugar, ni por huir del Servicio de Trabajo Obligatorio como ocurre con su subalterno Antoine. Resiste porque es lo que hay que hacer, y entremedio, hay tiempo para el amor.

Marie y Raymond


Parecerá extraño analizar un drama bélico-histórico desde el punto de vista romántico, pero “Un Village Français” es un mosaico de romances que alteran la vida e historia de personajes y pueblos. Es un ejemplo total de ese mal galo conocido como Amour Fou. Son las locuras del amor las que llevan a los habitantes del pueblo a colaborar, a resistir, a arriesgarlo todo y a perderlo todo.

Amour Fou: ¿de qué otra manera se puede calificar el que el Comisario Jean Marchetti (Nicolas Gob), el colabo por excelencia, exponga carrera y libertad para conseguir que su amante judía huya a Suiza, llegando hasta a matar a un centinela alemán?  ¿O que Hortense Larcher (Audrey Fleurot),  primera dama de Villeneuve, abandone toda respetabilidad para amancebarse con el jefe de la Gestapo local (Richard Sammel)?

Marchetti se despide de Rita (paperblog.fr)


En el octavo capitulo de la última temporada vemos dos ejemplos de la locuras que se hacen por amor y como perturban la paz, la libertad y hasta la vida del ser amado. Camino a Villeneuve, Marcel  Larcher (Fabrizio Rongione) discute con su pareja Suzanne (Constance Dollé). Ella  está harta  de vivir soñando con un mundo utópico que construirán tras acabe la guerra, quiere vivir en el presente. El se burla de su mezquina idea burguesa de la felicidad, pero quiere demostrarle su amor. La invita a un restaurant.

Suzanne y Marcel (programme.tv)


Durante la cena, y mientras su pareja habla con otros resistentes, Suzanne se marcha dejándole una carta de despedida. La Milicia irrumpe en el local. Arrestan a Marcel que lleva documentos falsos, pero al registrarle los bolsillos encuentran la carta y descubren su verdadera identidad. Se lo llevan para torturarlo. La locura de Suzanne y de Marcel ha sido  intentar hacer algo normal de amantes, en un mundo anormal.

Más trágico es el final del segundo matrimonio de Raymond Schwartz. Después que su esposa Jeanine (Emanuele Bach)lo abandona por el nuevo alcalde, el convencido colaboracionista Chassagne, (Jeanine y su nuevo marido son los dos grandes villanos de este cuento), Raymond se casa con Josephine (Nathalie Bienaimé). Su cuñado Antoine (Martin Loizillon) recibe órdenes de embarcarse a Alemania para el Servicio de Trabajo Obligatorio. Huye y forma un Maquis en el bosque.

 La policía francesa arresta a Jo Schwartz, quieren saber el paradero de Antoine. Marchetti hace venir a Raymond, le dice que si Josephine no habla la entregará a la Gestapo. Le describe con lujo de detalles las torturas a las que la someterán los alemanes. Raymond, desesperado, no delata a Antoine, pero si a Anselme (Bernarde Blancan), el granjero que sirve de liaison con el Maquis.

Raymond reconoce el cadáver de su mujer (programme.tv)


Marchetti tortura a Anselme enfrente de Jo. La mujer, incapaz de soportar el espectáculo, se suicida defenestrándose. La locura de amor de Raymond ha tenido consecuencias funestas. Por suerte, él remedia su acción, uniéndose a Antoine para rescatar a Anselme.

Antoine y Raymond al rescate (lemonde.fr)


La serie insiste en demostrar que hay algo que supera todo compromiso político y que toda postura pierde constancia ante el poder de un afecto, de un miedo o de una obligación. ¿Pero es esa una excusa para colaborar o para adoptar una indiferencia criminal? El protagonista de “Un village français” ilustra este punto.

Daniel Larcher  (Robin Renucci)es el médico del pueblo. Es un hombre de clase acomodada, tiene prestigio, vive en la casona de su familia, con su bella esposa Hortense, bastante más joven que él. Políticamente es de centro-derecha, aunque se considera humanista y pacifista. Detesta el comunismo, lo que lo hace repudiar a su hermano Marcel.

Los Hermanos Larcher (lemonde.fr)


La Ocupación coloca a Daniel en la silla de la alcaldía. Con la excusa de querer ayudar a evitar males mayores, apaña las medidas de Vichy, permite muchos excesos, termina colaborando sin querer. Larcher es bueno, pero débil, e incapaz de tomar partido. Su criada, la judía Sara (Laura Stainkrycer), se lo dice cuando él va a verla a la cárcel, “es por gente como usted que pasan estas cosas”.

Daniel y Sarah (series.tv.premiere.fr)


Su misma esposa lo traiciona primero con Marchetti, y luego se va a vivir con el SS Mueller (Richard Sammel). La relación de Daniel con Hortense evidencia su impotencia. Al parecer, la sigue queriendo, puesto que aun después de ser amante de Sarah y de Hortense ser la concubina de un Nazi, la acepta en su cama. Es ahí que Hortense le recuerda que él siempre fue un poquito antisemita.



Aun así,el Dr.  Larcher, noble, pero confundido, es capaz de tomar acciones heroicas e imprevistas. Arriesga su vida para salvar a su hermano, socorre a un “terrorista” judío (así denomina a los resistentes), pero también ayuda a escapar a un soldado alemán, temiendo que los maquisards lo vayan a matar. El mismo ya no comprende  lo que motiva sus pasos. La situación se ha vuelto demasiado dantesca para que quepa en ella la lógica. Simplemente deja que la corriente histórica lo empuje de un bando a otro.





Es posible entender la postura que adopta la serie hacia la colaboración y los colabos si se toma en cuenta que los escritores están asesorados por Jean-Pierre Azéma, el distinguido historiador, experto en este periodo de la historia de Francia. A pesar de su tendencia izquierdista, Azema no puede escapar del hecho de que es hijo del poeta  Jean-Henri Azéma, cuyo colaboracionismo lo obligó a exiliarse en Buenos Aires después de la guerra.

Por su originalidad, humanidad y personajes tan intensos “Un Village Français” es una serie imperdible, una visión diferente de la Ocupación Alemana. La señal francesa TV5 está transmitiendo la Quinta Temporada este mes, por el cable latino, todos los martes con capítulos dobles (y repetición casi a diario)