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domingo, 6 de mayo de 2012

Colores de domingo por la noche

Ella pinta. Yo sigo con la computadora anexada al cuerpo, como un tumor maligno que crece sin quimio que le plante batalla. Pero la miro y me inspira. Me alegra. Pongo Yann Tiersen para acompañarla, a mi manera. No le digo nada, la miro poco. Elijo la banda de sonido de su noche de domingo, de su brote de artista. La acompaño de algún modo, engañando a mis palabras que no saben acompañar.

Cambio. O quiero cambiar. No hay amnistía para la memoria, tampoco para la acción. Nos enarbolamos sin rozarnos, que las lágrimas broten al compás de la Comptine d'un autre été. Y si no brotan, que reverberen en la cornisa de estas ventanas que inventan el mundo. Mio y nuestro. 

Hay gente con genio y con luz. La hay feliz por naturaleza, danzante, gritona, entusiasta de las pequeñas cosas. Están los deprimidos y los eternos alegrones. Estamos también los indefinidos. Los que nos aburrimos en las fiestas y nos reimos cuando no debemos. Estamos estos idiotas que no aprendimos a vivir y siquiera pretendemos hacer un culto de ello -porque buen capital se arrumba de explotar cierta imagen-; los que no tenemos una imagen, ni nos entendemos frente al espejo. Los niños y adultos, cruzándose entre los temas de Tiersen y las aventuras de V o el Eternauta que espera. Y estan tambien las ganas, las pasiones de cada día, allá en algún punto, perdidas entre la melancolía de lo que fue y la ansiedad del que será. 

Pintemos. Pintá. Yo hoy te sonrío asomando de atrás, musicalizando un plano corto de Jeunet sobre tu alas. If there's a crime then I'm guilty. Guilty of loving you.


sábado, 24 de septiembre de 2011

Keep calm & you know...

Corría 1939, comenzaba la Segunda Guerra Mundial y el Ministerio de Información británico imprimía estos afiches para motivar a su población.




La tirada habría sido muy baja, su receptividad casi nula, y hoy por hoy sólo hay dos afiches originales en el dominio público. Entrando al nuevo milenio, la cultura pop lo llevó a la inmortalidad, como se hace con los grandes íconos que pasan a la posteridad por hacerse humor y cotidianidad. Jugando con ese humor, el arte moderno hace de un ícono nefasto, una pieza tanto más realista.



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Stereophonics | Dakota

lunes, 19 de septiembre de 2011

Sentir el instante de este infinito

Hay que sentir más. Hace un rato me brotaba poesía, escupía los versos más dulces esta noche; ya no. Ahora la simpleza de no querer un ser detenido (el pare-ser), sino uno en constante movimiento. Allá ando, lejitos y moviéndome. No quiero amordazar la profundidad con el silencioso genocidio del confort o el aburrimiento. Quiero que el culo me ande con moscas. Quiero la playa desnuda y el mundo, uno nuevo. Los llantos, rebelándose a las pestañas y saltando al mundo como la gota aplastada de Julio -e imprescriptiblemente de sí misma-. De París, ya escribiré. Allí nació mucho de todo estó -o volvió a vivir, a decir verdad-.

Nous embrasions l instant; l'infinit commence au jour d'hui.





Montmartre, París. Septiembre 2011

sábado, 9 de julio de 2011

DCXXX | Abrazo a Facundo Cabral

Hace horas me enteré del asesinato de Facundo Cabral en Guatemala e inmediatamente me abrazó un profundo pesar. Si bien jamás lo vi en vivo ni conozco su obra con detalle, siento que una parte mía es suya -y seguramente también a la inversa-. De chico, mis viejos me susurraban una canción de cuna que más que canción es una declaración de principios, un manifiesto de independencia, una estrella de libertad: Vuele bajo.

Con la empatía de cualquier muerte con la vida que la precede, Facundo se fue. Dejó en su fugaz estela un legado digno de ser descubierto por todos y cada uno de los que anden de tránsito por el mundo. El mundo no es mundo sin Facundo Cabral y sus palabras, sus ideas.

"No hay muerte, hay mudanza", dijo el artista en No estás deprimido, estás distraído. Lo escucho y lo entiendo, lo saludo y le canto la milonga que pidió en este No soy de aquí ni soy de allá. Le devuelvo el abrazo que me regalaron mis padres -a ellos les agradezco-, y los dejo a ustedes con esa lección que es Vuele bajo.




Hasta siempre, Facundo.

martes, 28 de junio de 2011

DCXXVII | El tesoro de Lucrecia

Lucrecia sabía amarlo. Lo amaba por delante; lo hacía por detrás. Su pasión se encarnizaba en el ardor de las heridas, las de él, cuando sus uñas, hace tiempo, aprendieran a escribir poesía en sangre. La mirada le vomitaba el ardor de la comedia idílica del enamoramiento, pero sus pasos eran firmes como los de un soldado; como los de una princesa etérea que naufraga los destinos más inciertos por la acuarela del ocaso mediterráneo.

Martín lo sabía bien, quizás por eso siempre sonrió de costado. Mezcla de ironía y satisfecha soberbia de creer que todo en la vida, siempre, estuvo su alcance. Tan de costado reía, que vastas fueron las oportunidades en las que la sonrisa estuvo a punto de escapársele del marco del rostro; pero no, jamás se atrevió a emprender el viaje. Será, quizás, que él también supo amarla, tanto o más que a la inversa. Comprendió, aunque socarronamente, que no hay reino inconquistable si es con su compañía, no hay metas que de soslayo se le escapen a sus pasos, si de su mano es el idilio el jirón que pende.

¡Haya luz, en el conjuro maléfico del destierro! Parid lo obscuro, cuando la vista encandile al paso. La historia de Martín y Lucrecia, del amor desconocido, de un imán de manicomio, de manos martirizadas y manchas en las pestañas. Roces. Indelebles, como inasequibles. Trombones y gaitas chirrían en el Sol cuando las palomas vuelan alto. El tiempo en que los gritos son bandera y la historia cambia de mano. Allí anda el tesoro, vagando como aún oculto a la vista de todo el mundo. Encontrado ya por él, descubierto antes por ella. El suspiro que se va ahogando refulge por el encuentro. La otra cara del mundo, la cruz, queda hacia arriba.

Abre los brazos, hijo: vine para quedarme.


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lunes, 12 de abril de 2010

DVI: Caminando entre la urdimbre.

Alejandro Abt

Caminando por la calle uno se encuentra con todo tipo de gente. Está ese de pecho inflado, hombros robustos y severa seguridad en cada gesto. Ese que tiene la certeza impermeable de que tiene todo bajo control, la vida sobre rieles y siempre te canta la justa. Caminando te cruzás también con el inseguro, quizás bajo unas gafas de marco negro y exageradamente grandes, tal vez un poco pelado, rellenito, que vivió la vida como él quería pero no se amoldó a los estándares y hoy que quiere, no puede -y le duele-, pero se conforma sabiendo que no hay vuelta atrás. También está el anti, el rebelde. Ese que puede hacerlo desde una sonrisa o desde el resentimiento, el clown y el punk. Todos ellos, a su vez, amados, amantes, drogadictos, borrachos, felices, amigos, distantes, hijos, hermanos y padres. Varios, bastante hijos de puta. Cada uno comprando su visa a la tolerancia que se da a pagar en cuotas eternas de felicidad. Caminando por la calle, entre las sombras que proyectan los edificios, bajo los nefastos avisos publicitarios que tapan el sol y el horizonte y entre la jauría hambrienta que cree que le dan de comer de la mano cuando en realidad es víctima de su propia carnada, nos perdemos momentos de paz. Compramos una cosa. Una sola. En cuotas. Y subsistimos. Así envejecemos, con esa compra tan hermosa que nos dio una razón para vivir. Al menos una. No vale de nada vivir la eternidad girando sobre engranajes ajenos que sabemos equivocados. No vale nada seguir caminando un camino seguro que no se disfruta, aunque lleve a un futuro más certero. No vale tampoco quedarse al márgen de compartir la felicidad con otros. Pero tampoco no alcanzarla o perderla en cuotas por esa sola atadura al mundo de la hipocresía. Happiness only real when shared.

miércoles, 10 de febrero de 2010

CDLXIV: Mr. America

Blow Job, 1964.


Edie Sedgwick



Little Electric Chair, 1965.


"La gente se complica la vida con sus fantasías. Sin fantasías, no tendríamos problemas porque aceptaríamos lo que fuera. Pero en ese caso no existirían los romances, porque el romance consiste en encontrar tu fantasía en gente que no la cumple"

"El sexo es una ilusión. Lo más excitante del sexo es no tener relaciones sexuales"

Andy Warhol

viernes, 15 de enero de 2010

lunes, 11 de enero de 2010

lunes, 16 de noviembre de 2009

CCCLXXX: Berni y el arte

"El arte es una respuesta a la vida. Ser artista es emprender una manera riesgosa de vivir, es adoptar una de las mayores formas de libertad, es no hacer concesiones."

Antonio Berni

martes, 20 de octubre de 2009

viernes, 2 de octubre de 2009

CCCXL: El arte puede taparse o hacerse tapa

Lo maravilloso de la fotografía es el recorte que puede hacerse de la realidad. La minuciosidad de la lente y lo perverso del disparador. Ese que cuando acciona no graba a fuego una imagen en la memoria del tiempo, sino que ignora con vil desparpajo todo lo que su aliada y cómplice no abarcó. Es una cuestión de espacios. Tiempo y espacio. Como todo arte; recorte y creación. La divinidad de lo insoslayablemente simulado, el jirón perfecto. La tinta no manchada de epítetos u otras clases de angustiosas miserias calificativas y explicativas. La única verdad que merece ser retratada, el recorte espacio-temporal del artista y su musa, que mira con exquisita inquisición sensorial cada gesto del dibujante por sobre la fingida postura de la modelo de turno.

lunes, 28 de septiembre de 2009

CCCXXXVII: Il cenacolo


La última cena (Il cenacolo o L'ultima cena)
Leonardo Da Vinci, 1495-1497

domingo, 27 de septiembre de 2009

CCCXXXV: Dalí y el hombre nuevo


Niño geopolítico mirando el nacimiento del hombre nuevo
Salvador Dalí, 1943

miércoles, 23 de septiembre de 2009

CCCXXXIII: Dadá!

Quiero arte capaz de anestesiar el asco. ASCO. La pudredumbre oxidada, el ollín descansando sobre telas que huelen a flores negras, el pútrido revoltijo de estómago al mirar a la cara a la realidad. El desvarío de las luces rojas como jirones de existencia que inscriban, al menos, la ilusión de la no existencia. La vanguardia, el ruido. Dadá! Tzara y sus nihilistas arrancando del letargo sociedades hipócritas, al arte de lo establecido. Un vómito en la cara de Dios. Una cruz en su frente cansada. Un legado tan invisible como imborrable.