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martes, 18 de marzo de 2025

Terminar el Purgatorio de Dante a las bravas

He tenido años en mi estantería el Purgatorio de la Divina Comedia, en concreto once años, que ya son años. Lo iba leyendo a poquitos, dejando pasar intervalos de quinquenios. Qué mal. 

Ahora he reunido fuerzas y he mal-leído los últimos cantos a todo correr, por un puro afán de tenerlo acabado. Ha sido un matar el toro metiendo la espada por la panza, con alevosía. Los últimos cantos del Purgatorio han sido una pesadilla, llenos de alegorías, que el hecho es que no llevo demasiado bien, las alegorías, me refiero. 

En cada canto intentaba apuntar un verso, por no quedarme en un mero pasar. Ahora recogeré aquí solamente tres pasajes:

Era giá l’ora che volge il disio
ai navicanti e ’ntenerisce il core
lo dí c’han detto ai dolci amici addio;
e che lo novo peregrin d’amore
punge, se ode squilla di lontano
che paia il giorno pianger che si more;
quand’io incominciai a render vano
l’udire, e a mirare una de l’alme
surta che l’ascoltar chiedea con mano (8.1-9.

Era la hora en que el deseo oprime
al nauta que, ese día, del que quiere
se despidió, y el corazón le gime;
y que de amor al peregrino hiere,
si el toque de la esquila oye lejano
como llorando al día que se muere,
cuando yo mi escuchar dejé a trasmano
para mirar a un alma que pedía
que las demás la oyesen, con la mano (traducción de Ángel Crespo).
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Nell' ora che comincia i tristi lai
la rondinella presso alla matina,
forse a memoria de' suo' primir guai (9.1-3)

En la ora que comienza su lamento,
cuando amanece ya, la golondrina,
en memoria tal vez de su tormento.

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Mentre que li occhi per la fronda verde
ficcaba io si come far suole
chi dietro alli uccelin sua vita perde (23.1-3)

Mientras la vista entre la fronda verde
fijba yo del modo que lo haría
el que su vida entre las aves pierde


domingo, 15 de diciembre de 2013

Dante, Purgatorio canto 2

Celebro la fiesta grande de los Amigos de la Aurora (AA) con mi canto favorito de Dante (por ahora):

A pesar de las enfadosas referencias astronómicas al principio (por suerte breves), pronto entramos en un estado de alegría rebosante (aunque imperfecta, los personajes caerán en la cuenta al final), de descubrir que estamos en casa, salvados, aunque sea a la puerta y sucios.

Dante y Virgilio están al principio así también, primero desconcertados ("como gente que piensa sobre su camino, / que va con el corazón pero en cuerpo se demora": come gente che pensa a suo cammino, / che va col cuore e col corpo dimora) y luego alegres.

Y entonces aparece la Aurora, de mejillas blancas y rosadas (2.7). Su blanco cuesta decir cómo era (2.23 "un no sabía qué blanco": un non sapeva che bianco), que pronto es superado por otro blanco mayor (2.26), el de las alas de un ángel que las usa de velas (2.32 "no quiere remos, ni otras velas / que sus alas": sì che remo non vuol, né altro velo / che l’ali sue), que es un uccel divino (¿gorrión?) y va en un barco (2.41) y "parecía un santo con inscripción" (así lo entiendo yo, sin saber: pareva beato per iscripto).

Y en la barca trae a cien que se han salvado. Ahora, ya sí, el sol asaetea el día (2.55). Esas almas al principio están desconcertadas. Cuando ven (2.68-9) que Dante todavía respira se quedan muertas (maravigliando diventaro smorte). Se deben de pensar: ¿pero entonces esto es todavía el mundo? ¿No nos habremos salvado? Pero lo siguiente es ir a hablar con él, olvidadas de que tienen que hacer una larga subida hasta el cielo. Están tan contentas que lo que quieren es comentar la jugada (2.75 "olvidándose casi de ir a hacerse bellas": quasi oblïando d’ire a farsi belle).

También Dante ve a un conocido. Le quiere abrazar y tres veces no puede, porque es un cuerpo de humo (2.79-81 Crespo recuerda Virg. Aen. 6.700-702; yo recuerdo la Odisea 11.205-7, modelo de Virgilio. Pero mirad qué bonitos los versos de este:
Ter conatus ibi collo dare brachia circum,
ter frustra comprensa manus effugit imago,
par levibus ventis volucrique simillima somno.
tres veces allí intenté echar los brazos al cuello
tres veces en vano apretada de mis manos huyó la imagen
igual a los leves vientos y parecidísima al sueño volador)
A ese amigo al que Dante ha querido abrazar le pregunta que por qué ha muerto tan joven, que "cómo le han quitado tantas horas" de su vida, en un verso bien bonito (2.93): diss’io; "ma a te com’è tanta ora tolta?. Era un amigo que le había puesto música a algunos poemas suyos.

Todos se ponen bien contentos (2.112-121), pero no pueden pararse allí: el hecho es que están tiñosos (2.122). Cierra el canto un símil precioso: son como las palomas comiendo, olvidadas de "su habitual orgullo", que dejan de golpe la comida (2.129) "porque han sido asediados de un cuidado mayor": perch’assaliti son da maggior cura. Ante la aparición de un anciano que les reconviene, huyen todas hacia arriba.

martes, 10 de diciembre de 2013

Dante, Purgatorio, canto 1: Pica pica

Me costó terminar el Infierno, ya lo conté. Pero me bastaba con ir encontrando cosas valiosas cada poco. Ya lo disfrutaré de verdad en la segunda lectura.

En cambio, por el principio del Purgatorio voy de alegría en alegría. Puede parecer una tontería, pero qué bien al principio del canto I encontrarme a mis queridas urracas, cuyo negro con reflejos azules lo descubrimos el otro día nada menos que en las barbas de Ulises (Od. 16.176: azuladas se le pusieron las barbas por el mentón, κυάνεαι δ' ἐγένοντο ἐθειράδες ἀμφὶ γένειον).

Dante las llama míseras (le "Piche misere" 1.9) a las pobres pegas, a las urracas (la Pica pica de nombre latino: hasta en eso son pobres), seguramente para hacerle la rosca a las Musas, que según Ovidio (Met. 5.294 ss.) se quedaron con el monopolio de la inspiración poética. Para ello, convirtieron a las nueve pobres hijas de Píero, que se atrevieron a plantarles cara, en esos pájaros tan maltratados por una conspiración (ahora lo entiendo) de poetas pelotilleros de la Musas a escala cuasi-mundial.

Ovidio termina el episodio contando que, convertidas en urracas, lo que les queda, además de su antigua facundia, es la ronca palabrería y el tremendo afán de hablar (5.678: raucaque garrulitas studiumque inmane loquendi).

Ovidio: esta te la guardo.