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martes, 8 de febrero de 2011

Rosales en la FGTB

Hay ahora en la FGTB una exposición sobre Luis Rosales que ya estuvo antes en Madrid y en Granada.
Hay cuadros normalitos de gente como Benjamín Palencia, Dalí, Ortega Muñoz
Hay cartas y libros. Entre todas, una muy emocionante de Antonio Machado a Bergamín, de l de febrero de 1939, nada más llegar a Collioure:



Habla ahi de que está en condiciones "impeorables". Y al final de esa página se plantea si tendrá que irse a la u.r.s.s. "donde encontraría amplia y favorable acogida": hasta en sus esperanzas da compasión el pobre. Qué final más triste el de Machado.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Y otra de Machado a Unamuno

Machado, a propósito del Más Allá, le recuerda a Unamuno lo que decía Sócrates de que quería hacer en el Hades lo mismo que en esta vida; también lo que le pasó al Estudiante de Salamanca, que cruzó al otro mundo y ni se dio cuenta.
Y continúa:
Cabe otra esperanza, que no es la de conservar nuestra personalidad, sino la de ganarla. Que se nos quite la careta, que sepamos a qué vino esta carnavalada que juega el universo en nosotros o nosotros en él, y esta inquietud del corazón para qué y por qué y qué es.
J. Doménech (ed.) Antonio Machado. Epistolario, p. 141

lunes, 14 de diciembre de 2009

Cartas de Antonio Machado

Gran edición la de Jordi Doménech de las cartas de Antonio Machado*: rigor, detalle, precisión. Admirable en todos los sentidos.
Y creo que he conseguido entender ahora algo mejor a Antonio Machado; después de las críticas que le hice por su visión de Castilla me había quedado como el escrúpulo de que le había tratado injustamente. Y tenía planteamientos que no me convencen nada, pero no tengo por qué hacer yo de policía moral; muchos aspectos de su vida son admirables y muchas de sus poesías también. Y creo que fue fundamentalmente una buena persona -una bellísima persona- y que quiso ser bueno. Y yo no le puedo pedir más.
Las cartas son interesantes; sobre todo me gustaron las que le escribió a Unamuno. En cambio las de Guiomar son muy dulzonas; da un poco de pudor leerlas pero por lo cursis que son.
De elegir una carta, pondría esta ya conocida a Unamuno sobre Leonor (p. 122):
La muerte de mi mujer dejó mi espíritu desgarrado. Mi mujer era una criatura angelical segada por la muerte cruelmente. Yo tenía adoración por ella; pero sobre el amor, está la piedad. Yo hubiera preferido mil veces morirme a verla morir, hubiera dado mil vidas por la suya. No creo que haya nada extraordinario en este sentimiento mío. Algo inmortal hay en nosotros que quisiera morir con lo que muere.Tal vez por esto viniera Dios al mundo. Pensando en esto, me consuelo algo. Tengo a veces esperanza. Una fe negativa es también absurda. Sin embargo, el golpe fue terrible y no creo haberme repuesto. Mientras luché a su lado contra lo irremediable me sostenía mi conciencia de sufrir mucho más que ella, pues ella, al fin, no pensó nunca en morirse y su enfermedad no era dolorosa. En fin, hoy vive en mí más que nunca y algunas veces creo firmemente que la he de recobrar. Paciencia y humildad

*Jordi Doménech (ed.), Antonio Machado. Epistolario, Barcelona, Octaedro, 2009, 978-84-8063-976-7
Y Doménech es el editor de Abel Martín, la mejor página web sobre Antonio Machado

domingo, 16 de septiembre de 2007

Gran ripio

Lo cita Jiménez Lozano en la Guía espiritual de Castilla; es del gran Antonio Machado :
En Santo Domingo,
la misa mayor.
Aunque me decían
hereje y masón,
rezando contigo,
¡cuánta devoción!

Se puede entender à la cínica/humorística (Machado -eh- no fue masón) o à la religiosa. A mí me conmueve a la religiosa: podría ser el poema de muchos noviazgos y matrimonios.

Si queréis, leed el Poema de un día del gran poeta. Allí estos versos tan consoladores:
Todo llega y todo pasa.
Nada eterno:
ni gobierno
que perdure,
ni mal que cien años dure.

Y de repente me sorprendo, diciendo con él, después de estos quince días gloriosos de sol en Galicia:
¡Llueve, Señor, llueve, llueve!

jueves, 12 de julio de 2007

Yo, banderillero

Decía Manuel Machado:
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero.
Me acordé de lo del banderillero ayer, cuando leía un gran poema de Abel Feu, al que conocí hace unos meses (él era 'el prologuista'). Su libro (Feu de erratas) lo compré ya hace años, pero lo he vuelto a leer estos días; en él un tema recurrente es el de la vocación poética, la poesía como un don, un oficio o una carga. Por ejemplo, en Futbolista (el poema entero, aquí):
Si lo hubiera sabido, futbolista.
Un deportivo hortera y una rubia
todavía más hortera a la salida
de los entrenamientos. Un pendiente
en la orejita izquierda y el flequillo
tenaz que cae y cae sobre mis ojos
y yo aparto -qué tío- con ese gesto
que hasta imitan los niños...
(...)

Lo juro: futbolista. No estos versos
ramplones y prosaicos. (...)

Es un gran tema, ese de añorar ser lo contrario de un letraherido. Hay muy buenos poemas de Luis Alberto de Cuenca (de grumete en un barco negrero), el de Víctor Botas del otro día, muchos de Miguel D'Ors.
¡Y la de poemas que os podría citar si leyera más poesía!
Yo creo que daría botes de alegría si pudiera hacer un poema medio decente: basta ver lo contento que me pongo cuando escribo algo en el blog que me parece medio bien. Pero qué duda cabe que si hubiera tenido un mínimo don para el fútbol ahora no estaría aquí escribiendo en este blog.
¡Qué colgado estaría a mediados de julio escribiendo en un ordenador si no fuera un colgado como yo!

martes, 24 de abril de 2007

La gracia de tu rama verdecida

Es un verso de A un olmo seco, de Antonio Machado y se me presentó al ver los cerezos o lo que sean que ahora mismo están en su semana triunfal, florecidos y rodeados de hojas verdes.
Y pensé que yo, que he leído muy poca poesía, me encuentro, como premio ofrecido por mi mala memoria, ese verso, ayer, camino de Correos, aunque lo que yo recordé era la gracia de tu rama florecida, que es como un pecado -o una banalidad- si se compara con el original.
Y sí, llevamos unos días gloriosos en Santiago, con sol radiante, sin llegar a que haga calor y con una segunda tanda de árboles que se lanzan a florecer. Y las azaleas que están que lo tiran.
¡Y quién hubiera leído mucha poesía -de la buena- y se acordara de ella y para colmo bien!

miércoles, 4 de abril de 2007

De vuelta a Vitoria (V)

Está claro que la mejor zona para viajar en tren es la Meseta, sobre todo la tierra de Campos: Sahagún, Grijota, Palencia, Magaz, Villaquirán de los Infantes.
Ahí te puedes quedar tranquilo mirando las nubes desde abajo, los campos verdes, los pueblecitos, un pastor con ovejas. Me daba una gran alegría ver una línea de chopos, descubrir que los horizontes pueden ser amplios, ver los regatos y fantasear sobre las personas.
Me acordé de El tren, ese poema de Antonio Machado tan entrañable (sí, es la palabra):

El tren
Yo, para todo viaje
—siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera—,
voy ligero de equipaje.
Si es de noche, porque no
acostumbro a dormir yo,
y de día, por mirar
los arbolitos pasar
,
yo nunca duermo en el tren,
y, sin embargo, voy bien.
¡Este placer de alejarse!
Londres, Madrid, Ponferrada,
tan lindos... para marcharse.
Lo molesto es la llegada.
Luego, el tren, al caminar,
siempre nos hace soñar;
y casi, casi olvidamos
el jamelgo que montamos.
¡Oh, el pollino
que sabe bien el camino!
¿Dónde estamos?
¿Dónde todos nos bajamos? (...)

El tren camina y camina,
y la máquina resuella,
y tose con tos ferina.
¡Vamos en una centella!


He quitado de la mitad del poema la descripción de la monjita, que podría tener algo que ver (o a mí me hubiera gustado) con la que hice yo ayer del testigo de Jehová. Fijaos también en que Machado va por la misma vía que yo (¡Ponferrada!).

martes, 18 de julio de 2006

Sobre Baeza e Israel

1. Como lo colgaron en un comentario de hace tiempo lo pongo otra vez aquí
BAEZA
Apenas le interesaban la literatura y la filosofía. Sólo coincidía con él en su pasión por la naturaleza y en el desaliño indumentario. Sus conversaciones trataban sobre todo de árboles y plantas. Le asombraba que un profesor de francés supiera tanto de álamos, acacias, encinas, olmos... Le oía como a un entusiasta de la botánica. Eso decía, aunque yo no me lo creo. En medio, alguna alusión dolorida a Leonor, su desplome reciente. Entonces era sólo un compañero de claustro que componía versos, no el escritor afamado que fue después. Me contó que le había dejado ver algunos de sus poemas, escritos a mano, parte de los cuales apareció luego en la segunda edición de Campos de Castilla. También decía que una vez leyó una frase cenital, un verso suelto en una hoja suelta, entre sus papeles. Tuvo que ser antes de 1919, fue entonces cuando dejó aquel Instituto. Eso significaría que dispuso de veinte años para continuar el poema, pero no lo hizo. Puede que no quisiera seguir, que no encontrara palabras a la altura del inicio; o puede que, simplemente, sea un epílogo acabado, completo e inédito durante dos décadas. El verso al que se asía en el último derrumbe, “estos días azules y este sol de la infancia”.
Alguien quería saber dónde estaba este texto: es de Isidro Saiz de Marco, en la editorial Acuman (podéis pedir el libro aquí).
2. Sobre Israel, la lectura de la misa de hoy (Isaías 7); el rey que teme la invasión siria:
Llegó la noticia al heredero de David: "Los sirios acampan en Efraín". Y se agitó su corazón y el de su pueblo, como se agitan los árboles del bosque con el viento.
Dos buenos artículos, uno de Hermann Tertsch y otro de Shlomo ben Ami en El País.

domingo, 22 de agosto de 2004

Prosa de Antonio Machado

En los saldos de El Corte Inglés me he comprado por cuatro euros los dos volúmenes de prosa de las Obras Completas de Antonio Machado.
En los primeros artículos se ríe Machado de los que querían leer sus versos a los demás a como diera lugar. Yo pensaba que un blog está bien porque no obligas a nadie a que te lea; tienes un público primero (tu familia, tus amigos), que lo leen porque te conocen, aunque lo hagas mal o caigas en tópicos. Luego cae gente por ahí con la que congenias; se establece un diálogo interesante, abierto, con posibilidad de rectificación.
A todos ellos puedes decirles, como amigos, cosas que te han resultado especialmente interesantes, por ejemplo lo que te gustan los artículos de José Jiménez Lozano y Jon Juaristi los domingos, en el ABC. Hoy Juaristi le pega unos buenos mandobles a Neruda, y yo aplaudo, porque también me siento defraudado con él, no sólo por sus odas a Stalin, sino porque su poesía tiene algo de falsa, y Juaristi lo explica muy bien.
En cambio, Antonio Machado tiene una Oda a Líster lamentable ("Si mi pluma valiera tu pistola / de capitán, contento moriría") pero el resto de su poesía es tan humana, su destierro y muerte son tan conmovedores que comprendo que pueda meter la pata alguna vez. Hasta era ignorante de lo que significaba la Unión Soviética, e incluso antes de morir pensaba que allí lo iban a recibir con los brazos abiertos, como se cuenta en este artículo conmovedor sobre su destierro y muerte. Ahí, en Colliure, escribió su último verso:

estos días azules y este sol de la infancia

y allí murió a la vez que su madre, ya agotado:

martes, 8 de junio de 2004

Manuel Machado, Retrato

Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...
¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido;
ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido.
Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla,
media docena de cañas de manzanilla.
Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.

Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente...
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza,
más que la voluntad, la fuerza, la grandeza...
Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero,
a lo helénico y puro, lo "chic" y lo torero.
Un destello de sol y una risa oportuna
amo más que las languideces de la luna
Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-,
Con Montmartre y con la Macarena comulgo...
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero.
Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa
es alegre, aunque no niego que llevo prisa.