Mostrando entradas con la etiqueta Solzhenitsyn. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Solzhenitsyn. Mostrar todas las entradas

lunes, 4 de noviembre de 2024

El primer círculo de Alexandr Solzhenitsyn

Había leído hace más de veinte años El primer círculo, de Alexandr Solzhenitsyn, que me había impresionado mucho y del que no recordaba prácticamente nada, solamente una escena, un personaje, de las decenas que hay en este gran libro de casi 750 páginas y 96 capítulos. 

Lo he leído ahora, como si fuera de nuevas, todas las noches de estas últimas semanas, un capítulo o dos al día, impresionado. Son, como dice la nota final del autor, "retratos sacados del natural". Ves que aquí hay un trasfondo de veracidad en la multiplicidad de personajes vivos (ese lío con los apellidos, nombres y patronímicos, además de los motes, tan de las novelas rusas), en los continuos diálogos, porque es una gran novela de conversaciones, en el modo de funcionar en la cárcel (y también en el Moscú de la época) que se describe tan en detalle. Hay una escena de un arresto y posterior internamiento en la Lubianka, impresionante. Hay un retrato de la mujer de uno de los presos, inolvidable (pero yo me olvidé y lo he releído impresionado ahora).

Se trata de una cárcel con científicos de alto nivel, el primer círculo del infierno de cárceles del estalinismo. Solzhenitsyn en Un día en la vida de Iván Denisovich, libro que me noqueó en la adolescencia, comenzó a hablar de su experiencia en el sistema de campos de concentración soviéticos, y luego sacó Archipiélago Gulag, el testimonio de múltiples voces que recopiló sobre el sistema carcelario estalinista, un horror de maldad, un abismo de abyección para el género humano. Esta novela es como una aplicación de esa magna obra histórica, pero centrándose en un aspecto, quizá el menos sórdido en lo que se refiere a circunstancias externas, de toda esa opresión de un régimen que se había apoderado de Rusia. Como no se centra en lo más tremendo de los campos de concentración soviéticos (esos fríos polares de Kolimá, las palizas, los viajes interminables en trenes de ganado, la tortura psicológica continua) puede dedicarse aquí a plantear el que quizá sea su gran tema de fondo (al menos por lo que he leído de Solzhenitsyn; también Pabellón de cáncer, otra impresionante novela): el sentido de por qué seguir viviendo, el cómo vivir en un mundo de maldad, que te convierte en un ser que no existe. Curiosamente, no hay rastros, que yo haya visto, de estoicismo, ni de lejos. Los personajes de esta novela viven con condenas enormes, perdiendo allí su juventud, la posibilidad de tener hijos, de ni siquiera poder escribir a sus mujeres, desaparecen del sistema, ni siquiera pueden pensar en dejar un recuerdo. Todo está más centrado en lo cotidiano, en seguir adelante, sin plantearse más. Es tremendo. En cierto modo es como un comentario al lasciate ogni speranza voi ch'entrate. Solamente hay mínimos atisbos de esperanza.

Yo estaba pensando mientras lo leía en nuestra realidad política, con el tipejo que padecemos. No quiero decir que sea Stalin, pero hay puntos de contacto: el sistema ha creado víctimas, por ejemplo los falsamente acusados de "violencia de género", que han pasado por cárceles. Es una ironía lo que le está pasando ahora a Errejón, caído en las trampas de esa red de mentiras que el contribuyó a crear junto a esos de Podemos, ese cáncer que llevamos diez años padeciendo, la enésima reencarnación del comunismo que se ve en este libro; quizá por eso yo no tuve nunca la más mínima simpatía por ellos, tan subiditos en su superioridad moral, mientras veía con asombro el arrobo con el que los miraban muchos, empezando por buena parte de los periodistas españoles.



lunes, 10 de julio de 2023

Libros decisivos

Esta es una lista -provisional- de libros que comencé a hacer a mediados de 2021, de libros que considero que fueron decisivos en mi vida (también tengo una lista de 100 que me gustan especialmente, donde se me escapó poner a Bloy) y que pongo ahora porque seguro que me acordaré luego de otros que también me cambiaron y así  me sirve de base para ir mejorándola:


Antes de 1982

Siete chicos de Australia, de Ivan Southall

El camino, de Delibes.

Guillermo Brown, de Richmal Crompton.


1982-1985

Camino, de san Josemaría Escrivá.

El Señor de los Anillos, el Silmarillion y Hoja de Niggle, de J. R. R. Tolkien.

Rebelión en la Granja y 1984, de George Orwell.

Un día en la vida de Iván Denísovich, de Solzhenitsyn.


1985-1996

Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh.

Obra completa de Clarín.


1996-2000 

Obra completa de Flannery O'Connor

Léxico familiar, y Todos nuestros ayeres, de Natalia Ginzburg.

Pabellón de cáncer y El primer círculo, de Alexandr Solzhenitsyn.


2000-2022

La República y El banquete de Platón.

La Ilíada y la Odisea de Homero.

La historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides.

Diarios de Léon Bloy.

Grandes esperanzas de Charles Dickens.

Obra completa de san Juan de Ávila y de fray Luis de León.

Obra completa de san John Henry Newman.

Salón de pasos perdidos de Andrés Trapiello.


lunes, 13 de enero de 2020

El horror del comunismo 1

Veo con creciente perplejidad, que está empezando a ser casi angustia, que el comunismo ha vuelto, que mucha gente joven lo considera como algo bueno, que les parece interesante, en sí mismo y en sus disfraces podemíticos (y sus confluencias). Todo el esfuerzo puesto en denunciar el nazismo, en novelas, ensayos y el cine (hay una obra maestra ahí, El hijo de Saúl), no se compadece con ese horror del comunismo, blanqueado y hoy mismo ya en el poder en España.

He pensado que iré poniendo aquí cosas que puedan interesar:

El viernes vimos el primer documental (de tres) sobre el Gulag, de Arte France. Es una conmoción: por favor miradlo antes de que lo quiten.

A mí me impresiona todo lo que tiene que ver con el Gulag, pero mucho más que mucha gente no sepa ni lo que es, a pesar del horror y de todo lo que se dejó Solzhenitsyn por revelarnos lo que fue. Un día en la vida de Iván Denísovich es una novela poco atractiva en lo superficial, pero toda una experiencia literaria y vital: me influyó un montón. También me gustó mucho el libro de Anne Applebaum sobre el tema.

martes, 5 de marzo de 2019

Dándole vueltas a Castelao otra vez, y de paso a Solzhenitsyn

En el último volumen de sus Diarios, Andrés Trapiello habla bien de Solzhenytsin, aunque no tanto como me parece que merece. Yo creo que tres novelas suyas, las únicas que he leído de él, son excepcionales: Un día en la vida de Iván Denísovich, El primer círculo y Pabellón de cáncer. A mí me impresionaron mucho las tres.

También vuelve a hablar de Castelao y, creo que por primera vez, le encuentra pegas, algo un poco sorprendente, porque con los escritores gallegos tiende a ser siempre extremadamente indulgente, a diferencia, por ejemplo, de los catalanes. Yo me alegro mucho, porque creo que Castelao está sobrevalorado; ahora sólo salvaría de él algunos cuadros de paisajes y algunas viñetas, las más japonesas, de los años veinte. Su última época como pintor me parece malísima, así que ni fui a la Ciudad de la Cultura a la exposición última, que tenía pinta de ser un atril de propaganda en torno a de san Castelao, más que otra cosa. Todo pagado por Feijóo con mi dinero, claro.

En realidad la posible visita la había ido retrasando, hasta este fin de semana, que era cuando acababa. Fui al CGAC este finde y fue tan deprimente (mañana lo cuento) y tardé tan poco en salir corriendo, menos de diez minutos, creo, que, por hacer algo, entré al lado, a una exposición sobre Alba de Gloria, un discurso de Castelao en Buenos Aires en 1948, que es muy celebrado por los nacionalistas. Os lo resumo: Galicia asoballada siempre por Castilla, y una vez más en la Guerra Civil, saldrá -dice el profeta Castelao- de sus cenizas. Bullshit a lo grande.
Pero leedlo, si no os dan arcadas ya al principio con ese panteísmo religioso estomagante.

martes, 24 de enero de 2017

Recuerdos de un verano

Tendría yo dieciséis o diecisiete años, era un verano en Castrojeriz y un profesor de historia me dejó dos libros (que recuerde): Un día en la vida de Iván Denisovich, de Solzhenitsyn y El marxismo, teoría y práctica de una revolución, de don Fernando Ocáriz, que desde ayer es el nuevo Prelado del Opus Dei



Cuando hizo ese libro había pasado de la física a la filosofía y se había ordenado de sacerdote. Después dio el salto a la teología. Yo he leído más cosas suyas, como su manual de cristología en colaboración: El misterio de Cristo o sus estudios sobre la filiación divina. Una gran cabeza y -estoy seguro, es muy discreto, estos años ha estado en segundo plano- un gran corazón.

martes, 15 de octubre de 2013

Conversión de Pearce



Me ha impresionado mucho el relato de conversión de Joseph Pearce [aquí en papel / y en kindle]. Ya me dijo, cuando estuvo aquí hace un año y medio, que se estaba mentalizando para escribirlo, porque le iba a suponer un gran esfuerzo: lo entiendo ahora, leído ya el libro. Le ha salido redondo, me parece, por su sinceridad (ha tenido que ser bien doloroso hacer examen de su vida como la muestra aquí), la claridad y fluidez de la narración y la descripción de ambientes bien complejos: el mundillo cargado de odio de los movimientos racistas de los setenta y ochenta en Inglaterra, con sus ramificaciones musicales (punks frente a skinheads) y en las hinchadas de fútbol.
De todo eso salió para cambiar su vida radicalmente y convertirse además en un gran escritor. Es otro ejemplo -otra vez Inglaterra- de inteligencia que se abre a la Verdad por la vía de un esfuerzo intelectual sostenido frente a los propios prejuicios.

Al final llega "al amor racional" del título: no un amor teórico, sino al amor difícil que es entrega.  Y que se comprende al final del libro cuando habla de su hijo Leo, que con síndrome de Down y autismo es "por definición, amor" (231).
En esa línea le da muchísima importancia a gestos concretos que tuvieron con él personas en principio 'enemigas': un punk que le acabó invitando a una cerveza, un policía que le dio dinero para el fútbol, un judío que defendió su derecho cuando lo cómodo habría sido mandar a la mierda a aquel chavalito de ojos de odio, pelo al rape y racismo por todos los poros.

Me interesó mucho también seguirle en su camino hacia el distributismo, aunque no llego yo tan lejos en la defensa del gobierno de cercanía, porque mi problema es que ahí acabo viendo a Feijoo y el hecho es que me da lo mismo que me desgobierne él o Rajoy. Pero en lo de la subsidiariedad (y ahí la familia como lo nuclear) y en el estar enfrente de los estatalismos hegelianos que padecemos, me tiene a su lado.

En ese proceso me gustó ver que como a mí le influyó primero 1984 de Orwell, pero sobre todo Solzhenitsyn. Donde Orwell se queda muy corto, por su incapacidad de aceptar la posibilidad del don y la entrega (ejemplificada en la desoladora conclusión de la novela), sí es posible en Solzhenitsyn, que en el extremo de la desesperación encuentra la esperanza y la posibilidad de felicidad: no pequeña diferencia.

Podéis leer las primeras páginas en pdf aquí. Y en este enlace hay un vídeo de una entrevista que le hicieron sobre el libro (10 min.): From fascist to faithful : Prime time : SunNews Video Gallery

lunes, 4 de agosto de 2008

Solzhenitsyn

Descanse en paz. Le estoy muy agradecido; haber leído su obra, que le costó cárcel e incomprensión, ha sido un gran don.
Un día en la vida de Iván Denisovich lo leí con quince años: el final del libro me noqueó. Es un libro que me ha marcado para siempre.
Luego pasé por Archipiélago Gulag. Me impresionaron también mucho en estos últimos años Pabellón de cáncer y El último círculo: grandísimas novelas.