Mostrando las entradas con la etiqueta irene gruss. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta irene gruss. Mostrar todas las entradas

jueves, agosto 21, 2025

Irene Gruss. Poema I

 



I

Le hablo a la pared.

Hay quien escribe poemas

en un muro y luego se despide, tira

la carbonilla a un lado.

Lo mío es hablarle siempre a la pared,

antes de que la derrumbe un fuego

o el tiempo simple.


Ah, ilusa,

empecinada en atender lo que calla,

lo que dice.


Irene Gruss, Buenos Aires, 1950-2018

De La pared, Editorial Nudista, Cosquín, 2012

lunes, junio 08, 2020

irene gruss. después del apocalipsis


                      

Después del apocalipsis
                         Poema de ficción

El Apocalipsis ya pasó.
Ahora puedo sentarme en la cama
y ubicar mis pies en cada pantufla.
Puedo ir ahora a la cocina,
y suspirar, en el trayecto.
Ya pasó. Acabó
el Diluvio, sin lluvia.
Empieza a hacer frío, y
ahora el frío resulta acogedor.
Ya pasó todo, ya terminó todo.
Se puede respirar
-antes también podía respirar-,
y reír, reír,
con cierta
risa.


Irene Gruss, Buenos Aires,
1950-2018
De El mundo incompleto, 1987
en La mitad de la verdad, Bajo la luna editorial, Buenos Aires, 2008

miércoles, septiembre 25, 2019

irene gruss. pero el arte



Pero el arte

Lo bueno y lo malo que he perdido no ha sido arte
sino malentendidos: no saber oír,
trastabillarme;
raro cansancio hacía que diera cosas
por sentado: el abrazo;
hasta un puré era algo tan elaborado que evité pelar papas,
ya fuera por bueno
o malo, sin arte alguna, me equivocaba.

Tarde descubrí que el errar,
el perderse
podrían ser lo mismo, un oficio
extravagante. Pero el arte,
ah el arte, no es oficio
sino servir un simple puré de papas, ni muy caliente
ni tibio.

A Mirta Rosenberg, a Elizabeth Bishop

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950-2018
de Piedad vine a sentir, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2019

sábado, marzo 23, 2019

irene gruss. dichosos

Resultado de imagen para la dicha irene gruss


Dichosos

Dichosos los que baten palmas
y hacen ruido con los pies,
y contestan a los títeres, al
actor que bromea y ríen,
dichosos
el sordo que canta y silba
y el ciego afinado que mueve su cuerpo
y apunta su cara al cielo.
Dichosos los que saludan
por la calle,
bailan, sueltos
de andar, de nada para perder,
más pudorosos que Dios,
sinvergüenzas, dichosos.
Dichosos los que copulan
dormidos, y al despertar
copulan despiertos,
los viejos que charlan con
sus atadillos, y se burlan de las palomas
y del frío.
Dichosos los que lloran
porque son tristes
y los que ríen cuando
la lluvia empapa lo puesto
a secar, dichosos
el rojo, el azul y el amarillo.

Irene Gruss, 1950-2018
De La Dicha, 2004
En La mitad de la verdad, Obra poética reunida, 1982-2007, Editorial BajoLaLuna, Buenos Aires, 2008

jueves, agosto 31, 2017

irene gruss. infinitivo

Image result for irene gruss

Infinitivo

Antes de morir debo pasar por la óptica, la verdad no sé, el armazón está bien
es sólo la patilla, lo veré en el camino. Y debería renovarme también,
tener un pulóver como la gente, mi madre diría como Dios manda pero antes de morir
da impresión, ¿será cursi nombrarlo? Observo la casa, cambio las toallas
por si acaso (a veces cae gente),
el camisón está listo, mejor me tiro un rato,
una siesta nomás, y
después salgo.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950

Inédito

miércoles, agosto 31, 2016

irene gruss. hombre sin auto


















Hombre sin auto

Ahora dice que tiene fríos los pies,
camina despacio.
Antes, cuando manejaba, 
cuidaba detenerse a cada cambio de luz, 
vigilaba el trayecto.

Vendió el auto como quien se inclina
y se persigna, rendido, suplicante.
Pide a Dios por una vez que lo contemple,
y que él deje de mirar 
como si fuese Dios. Por una vez,
dice cuando camina, temer, 
decir que teme.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950

Inédito
Imagen Scott Richard, Manhattan, fuente torbakhopper

sábado, enero 02, 2016

irene gruss. scherzo




Scherzo

No, ya casi no paso o miro ese ir y venir; cada tanto corroboro
el azul, pero lo que llamé inmensidad, amplitud,
un buen día volteó mi cuerpo hasta quedar
de rodillas.
Dolía y la corriente obligaba
no a rezar sino a hincarme
frente a ese ir y venir. Queridos míos,
no es bueno inclinarse ante el mar;
¿mi voluntad eligió vivir? Alcé como pude
el esqueleto y avancé hacia la arena ardiente.

El mar es sal.

* Jane Campion

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
Inédito
imagen de Paolo Forlani, Venecia, 1565

jueves, noviembre 19, 2015

irene gruss. cascos de caballos



Cascos de caballos...

Cascos de caballos, de eso se acuerda,
de esos cascos, cuando no se escucha otra cosa:
ése era el sonido, la tranquilidad; algo antiguo.
A nadie ofusca:
simples,
el excremento sobre el asfalto para decir
aquí pasamos, escuchen,
míseros caballos que todavía rasgan el día.
Esto era la calle entonces,
ni siquiera polvareda hemos dejado
apenas excremento vivo y todavía tibio:
ninguna batalla, ningún estertor,
pasaron cascos de caballos.


***
Ahora

¿Acaso no soy eso, leña, luego
fuego de hogar?
Fuego benévolo, tardío,
me consumes.


Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
de Entre la pena y la nada, Ediciones del Dock, Pez Náufrago, Buenos Aires, 2015
más de Irene Gruss en este blog

jueves, noviembre 05, 2015

irene gruss. frases hechas



Frases hechas

I

¡Vade retro, Satanás!;
no es lo mismo pedirle peras al olmo que tirarles margaritas
a los chanchos;
no es lo mismo:
para mí hubiera bastado decir sencillamente
árbol, bosque, roca, aire, tierra,
pero para usted, para el entorno,
no basta. Sencillamente, de pronto
se crea uno un trauma, un espectáculo,
una comedia (...).

Vade retro,
-¿Y nadie la ayuda?- preguntó el visitante; sueños,
máscaras de la imaginación de los que 
se vuelve con la muerte en el alma,
agotado,
sin haber visto más que falsedades
y sin haber dicho más que tonterías:
hay que hacerlo todo en frío,
tranquilamente,
sin perder un minuto y trabajando (clava en su cabeza)
con un ardor paciente.

Ninguno de los dos engaña al otro,
pero los dos mentimos, Vade.

Alejo lo que no me pertenece, yo
sé que no sé lo que no sé, y he de
asumir monstruosamente
ciertos lineamientos de la persona humana,
como esas masas inertes que traen al mundo algunas
mujeres
y que, en suma, no son más que
materia que sueña
algún vacío
o su caricia.

**

II


adonde la belleza no puede mantener sus ojos
encendidos ni el nuevo Amor desearlos más de un día.
(...)
No naciste para la muerte, pájaro inmortal.
No hubo hambrienta generación que te aplastara 
(...)
¡Destruidos! ¡El término es como una campana
que tañe para alejarme de ti a mi solitario yo!
De "Oda al ruiseñor" de John Keats


Como si no hubiera necesidad.
Nada implícita.
Mirad cómo el cuervo trina y
el buitre se lame el pico.
Ashes to ashes, ¿eso sois?
¿Y el cielo quedará así,
una estrella solitaria
e inhóspita?
Citas al ruiseñor, y te has quedado muda.


Nota: Este poema resulta de un montaje en el que se intercalaron fragmentos de distintos autores, entre ellos Gustave Flaubert, Thomas Bernhard, Jorge Luis Borges, Marguerite Yourenar, John Keats; seguramente hay algún otro, ligados con nexos propios. El texto de los versos 7 y8 de II tampoco me pertenecen. Ashes to ashes, obviamente, es extracto de oración bíblica.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
de Entre la pena y la nada, Ediciones del Dock, Pez Náufrago, Buenos Aires, 2015
imagen de Oswaldo Guayasamin

lunes, agosto 31, 2015

irene gruss. pasa y otros poemas



***
Pasa

Y este plácido despejarse del cielo
como el viento, suave, en la cara,
y el reflejo del agua contra la pared en esa terracita, abajo,
y la copa del gomero que insiste, roza la cornisa
parece que cae y no, sube,
la noche contra el día,
y se ha vuelto a nublar, pasa, pasa.


***
La voz humana

Ahora respiro porque me estás hablando...

                                                   Jean Cocteau

La que pende de un hilo se cuelga, se ahorca, ya no
escucha el no que suena de otro lado, una voz
le dice colgá, colgá de una vez, ella
pende todavía, su voz es un lamento, un estertor
pero sigue, se enreda en un hilo
de voz y en el cable por el que ya no
escucha nada, la pobre se muere sin oír, sin ver
hay un drama, una tragedia en todo esto
pero ella no disfruta, se cuelga, se distrae
y cae, tira del telón, lo ideal
hubiera sido levantarse y saludar, ancha la risa
en su rostro como es ancho el arreglo
floral de utilería ahí en el fondo, y la ventana
y esa mesita donde el teléfono llama y llama sin parar.


Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
Inéditos
imagen Irene Gruss por Marie Cirer


lunes, mayo 18, 2015

irene gruss. he viajado



He viajado

Su voz suena con el mismo tono de quien dice yo amé,
o no amaré más, toqué esas piedras del siglo IV a.C, soplé su nuca,
caminé la ciudad entera amurallada en defensa de un aljibe
semejante al tener, amurallado, aquí estuve, no estaré más,
he vivido, una certeza tan ambigua o improbable, ¿de verdad
has estado allí o acá, de verdad has amado?
Y ahora suspira y deja ir
el aire, el humo del cigarro, cree o finge estar seguro,
y con el mismo tono dice que ha vuelto, que ha llegado, que trajo regalos para todos.

Irene Gruss,
Inédito
en Casta diva
imagen de Henri Matisse en Fauvism

lunes, febrero 23, 2015

irene gruss. cotidiano

Cotidiano

De a poco, de a poco ordeno y
cumplo tareas mínimas;
tan de a poco voy y tanto me enorgullezco
que miro el escobillón y es un ente notable,
sublime junto a mí arrastrando basura,
el uno junto al otro esforzándose
tanto, y dejarlo a un lado o tras la puerta
es un acto tan cruel
como el haber barrido todo y descansar.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
Inédito
imagen de Justin Webb, en Saatchi Art 

martes, agosto 26, 2014

irene gruss. buenas palabras



Buenas palabras

Por caridad
aquí se mueren todos
de amor,
por caridad. 
Por piedad, aquí 
se muere de amor,
por piedad.
Por fortuna, aquí
todo se mueve
como un magma
insólito, indescriptible
pero
vivo,
finalmente vivo.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
de El mundo incompleto, 1987
en Irene Gruss, La mitad de la verdad, Obra poética reunida 1982-2007, Ediciones Bajo la luna, Buenos Aires, 2008
imagen de Gregory Crewdson en Looks like good

domingo, agosto 03, 2014

irene gruss. entre la pena y la nada



Entre la pena y la nada
Habría que nacer riendo a carcajadas
como hilo de fe, como costumbre.
Pero amor y dolor es lo que expulsa.

Curioso, la gana del llanto primero,
"que grite, que llore, que respire de una vez",
y el alivio, así. Curioso, la palmada en la nalga.

Y luego chupar, prenderse, y el hambre: la necesidad.

Saciados o no, a dormir
se ha dicho.

La mañana y la noche,
asombro por lo que hace la luz con uno.

Y el despertar y el moverse;
crecer, dormir.

El cielo es otro mundo. La calle
es otro mundo. El otro
es otro.

La risa llega después. Como
alegría o canto.

La burla llega después, y
es puro rictus, pura alegoría.

Hay dicha entre la pena y la nada,
entre el sonido y la furia, la duda, el estertor.

Gracia y piedad. Sí,
como reír a carcajadas.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
de Entre la pena y la nada, todavía inédito. Será publicado por 
Ediciones del Dock
imagen de Moonassi en Moonassi Official Website

domingo, octubre 27, 2013

irene gruss. sin fe



Sin fe

Ésta es una confesión muy personal:
He perdido casi absolutamente
la curiosidad por el mundo.
Si no escribo
la primera frase, la segunda 
se pudre por exceso
de efecto.
Sé cómo el mundo se va moviendo,
los brazos de las personas
al costado del cuerpo, impotentes, impacientes,
desesperados, laxos, levantados, sabios,
ignorantes como yo.
Según se hagan las cosas, se sabe
más o menos
cómo quedará terminado;
o no: la incertidumbre
es natural, cosa sabida.
Los chicos sorprenden;
conmueve, pero
es terrible: no es ninguna novedad
en este mundo.
Las cosas, los hechos
son -qué importa que ese árbol sea un gomero o
una encina-, y aun así casi todo remite
a la memoria personal: si es un gomero,
recuerdo el jardín; si una encina,
aquella canción; si un árbol desconocido,
hoy inauguro la memoria, el mito, o 
lo descarto.
Algo aparentemente curioso: un corrector de estilo
afirma que la palabra implementar no existe.
Significa instrumentar, poner en práctica,
pero en sí  esa palabra no existe.
         ¿Elegí quedarme con el nombre
y no con la cosa?
Quién, por miserable cultura e historia,
estará pensando que en este momento
la ropa revolotea desde ayer
en la terraza, enredada
sobre sí misma, debería sacarla... Terrible,
salvar la ropa del viento
que bate en la terraza, aquí mismo, la borrasca
en el nombre, la rosa (si digo la ropa
es fácil, un recurso que podría
seducir y no me conmueve 
en absoluto).
He perdido la curiosidad:
ha nacido un hijo deseado
(tiene nombre antes de nacer)
por obra de amor: conozco
la alegría, conozco la ansiedad
satisfecha,
escribo que el mundo
es incompleto, que no basta,
aunque aquí
esté todo lo que hay,
el contraste en la luz,
lo concreto, lo relativo y lo absurdo,
lo nuevo, lo acabado,
y  lo cubierto,
la curiosidad. 
Algo debió pasarme
para que haya perdido de esta forma.
No es suficiente una enumeración sostenida.
Crear no basta
-qué importa si se trata de un gomero
o de una araucaria, ropa en el viento, presiones
o alivios del cuerpo-. La Historia,
la intimidad, la implementación...
Es demasiado.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
de Solo de Contralto, 1977
en Humo, Antología personal, Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2013
imagen álbum personal

domingo, septiembre 22, 2013

irene gruss. limpieza


Limpieza

Jabón y agua tibia arrastran lo que quedó de la fiesta.
Todavía no es rancio el perfume del vino
y el ahora pastoso manjar barrido de los platos
es burbuja que salta en un mover sagrado:
limpieza;
otra vez la vajilla sin mácula,
nada que reste de alegría tan breve, esmerada
en un durar interior.
Lo que brilla es pasado y preparación
para –y aún más breve– lo que urge, lo que se aproxima, inevitable reunión
y ágape: ¿has amado
o lavado así?

Irene Gruss, Buenos Aires,1950
Inédito
imagen Annick Bouvattier, Angel

domingo, julio 07, 2013

irene gruss. torcés la anécdota


Torcés la anécdota

Se trata de aliviar el lado sufriente de las cosas,
mirar hacia otro lado. Él llama a esa insulsa y a vos te dice
cortala, y vos
intentás disipar la niebla escuchando a los pájaros.
Ese árbol, allá, un lado de tu cabeza te pide
hacé un objeto estético,
decís ahora no, después, más tarde, cuando la bruma pase
como la de la mañana temprano;
O cuando te vas y tus hijos preguntan, preocupados, ¿hablaste con alguien?; 

/les mentís amablemente,
torcés la anécdota.
Leés a una chica moderna, escribe con violencia, como si la molieran
a palos o tuviera un dolor de encías insoportable. ¿Para qué esto?, ¿lo ves?
Descifrás, abrís esa caja donde el aire cabe
y exhalás, tranquila.
El mar no ruge, no brama ni aúlla, no tiene furia ni
es sereno o plateado o verde o azul;
es más pequeño que Dios.
Lo que importa ahora es disipar la niebla.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
Inédito
imagen de Annick Bouvattier, en Masilbo

sábado, abril 06, 2013

irene gruss. en la ruta


En la ruta

Lo único que podría curarme
o que al fin me sacara de este hospicio 
es subir a un auto de línea sport
no muy confortable
pero amplio
que lo manejara 
un hombre pudiente
potente
y valeroso
o sea temeroso de sí.
Si él aceptara conducir hasta la ruta
(odio el límite de la ciudad,
ese bochorno de la pobreza salpicado por uno que otro cardo o girasol),
donde comienza la fila larga y azul del lino
o los maizales, amarillos,
si la antena de la radio funcionara
yo podría quitarme este peso de encima
podría mirar las cosas de forma diferente.

Sin que intervenga, sin presión de ningún tipo
este hombre serio o
sonriente
me acariciaría suavemente la nuca
de manera tal
que mi pelo pajizo se convertiría en lacio
mi nudo nervioso pasaría a 
relajarse,
y podría mirarlo de frente, sonreírme yo también
o al menos
dibujar un nombre en la ventanilla
sin problema, como si él no existiera.
Entonces yo tomaría el volante
y mientras él descansara
(mirando fijamente la mano contraria)
me pondría a cantar esas canciones de 
preguerra
que tanto enloquecieron a la generación
anterior.
Sólo así podría dominar mi ira
solamente así.
Cuando el auto se haya alejado bastante
y el calor sólo sea
esa curiosidad
por las mariposas estrellándose
contra el motor,
y el hombre a mi lado no se inmute
ni se inmiscuya
cuando la
alegría
sea lo único que me plazca.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
de La calma, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1991
imagen de Annick Bouvattier, en Artodyssey

viernes, febrero 01, 2013

irene gruss. la dicha




La dicha

Lo que no esperé
hoy no vino. El anhelo es
dificultad para respirar.
Y el deseo, muerte
de la esperanza.

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
de La dicha
en La mitad de la verdad, bajo la luna editorial, Buenos Aires, 2008
imagen de Katerina Belkina© – Poezd. Escape, en Uno de los nuestros

miércoles, enero 16, 2013

irene gruss. pasaje


Pasaje 


Es un gran pintor Ezra, dijo el tío, sólo
que cuando el pincel está ya sin pintura 
no vuelve a la paleta, lo aplica seco, 
pincelada tras pincelada, seco como el río 
de sus sueños (...)
Jorge Aulicino

Cuando ya no importe
el cuerpo, la humillación de los dientes,
las estrías, la flojedad de un pensamiento
desnudo, humillado como el cuerpo,
y eso que percute y que todos llaman deseo, mi Dios,
¿existe palabra así prosaica o ruin? Cuando no importe el
sentido,
raspa la tela del sentido un pincel seco,
nada más que cerda, restos de pincel
que raspan una tela, vacía, por fin, he llegado al blanco
absoluto,
al defecto.
Cuando no importe,
ni siquiera alcance ni
impresione, mucho menos esto
que algunos creen la flor de la expresión,
Dios mío, qué será eso
sino apenas la burla
o la oquedad de algo parecido
a hemorroides, agua bajo el puente,
humillación, decía. Y no importe
la luz,
nada menos que la luz,
era de día y holgazaneábamos
mirando el cielo entre las copas de los árboles,
abedules en cine ruso; soviético, para ser clara.
Y no importe evidentemente la historia
o el dolor de la historia
o los hechos en sí,
sin perspectiva,
como esa tela raspada, violentada
por un pincel seco, olvidadizo,
a cubierto de la repetición
y del miedo
a morir, a que mueran, a
los que murieron sin mí,
a los que viven sin mí, o cómo puedo estar
sin los que viven, y ya
no importe el color de la cortina, su revoloteo,
eso que pasa no importe
porque no importa el cuerpo
lineal en cada cosa
sobrentendida, sin lucha,
casi perdida o humillada. Y el pasaje no sea mensaje. 

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
de Notas para una tanza, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2012
imagen de Anka Zhuravleva, Winter Ghosts,  en Uno de los nuestros