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lunes, 15 de julio de 2013

fin de viaje

(estación término)
"Solomon saith: There is no new thing upon the earth.
So that as Plato had an imagination, that all knowledge was but a remembrance;
so Solomon given his sentence, that all novelty is but oblivion".
(Francis Bacon, "Essays", LVIII)

Quien alcanza la meta ya no puede sostener por más tiempo su creencia en lo que no tiene final, quien por instinto termina buscando esa cinta de llegada (como quien persigue una presa) se priva a sí mismo del sabor de otra inmensidad.
Cuando se comienza un viaje, por más largo que sea, como el viaje a Ítaca que relataba Kavafis, se sabe (al menos se intuye) que un día terminará. Pocos viajes tienen vocación de ser eternos. Y muy pocos se resignan al olvido, aunque es posible que ese sea su destino más seguro.
También el de este viaje.

Hoy se cumplen 6 años exactos desde el punto de partida que me ha traído hasta aquí. Y, con este, han sido 300 post en 6 años: una media de 50 al año, es decir, casi uno a la semana, que era el ritmo previsto en el inicio.
Un viaje con baches: un par de ausencias por medio y otras cuantas veces con ganas de abandonar el camino y quitarme el calzado, aunque perseverando debido a la curiosidad y el anhelo de divisar un nuevo horizonte. Pero después de dos, la tercera es la definitiva.
Hace unos días, leía en el blog de Juan Abreu: "Pienso otra vez en dejar de escribir. No es que no lo disfrute. Aunque ya no queda nada de mis antiguas esperanzas de redención o singularidad. La inmensidad es demasiado inmensa y nosotros y todo lo que nos concierne demasiado estúpido. El último consuelo, la inmediatez, no acaba de servirme por más que trato. (...) Supongo que despedirme de las palabras será duro y me llevará algún tiempo". Me golpeó esta última frase. Sé que hay ciertos tics instalados en la mente de todo bloguero, que es como un cazamariposas en constante estado de captura de ideas que plasmar en su bitácora. Ya se sabe: el clásico "esto va pa'l blog". Ahora esas ideas serán como pájaros revoloteando sobre la cabeza y que, sacudiendo los brazos, hay que espantar porque ya no tienen lugar en que hacer su nido.
Aunque también digo que no tengo planes de dejar de escribir, no es una despedida de las palabras, sino de las palabras en el blog. Es momento de emprender otros viajes, otros proyectos, de escribir de otra forma y en otro medio. Es algo que me ilusiona y que creo necesario. En este sentido, recuerdo las palabras de Quino en algunas entrevistas después de abandonar las tiras de Mafalda, cosa que sucedió el 25 de junio de 1973, después de dedicarles diez años de trabajo. Esta fue su respuesta a la pregunta ¿qué quedó de aquellos diez años?: "No quiero renegar de la historieta. Fueron diez años de mi vida. Y también de la vida de Alicia, mi mujer. Pero pienso que el viejo maestro Oski tenía razón: la permanencia en la historieta me endureció el trazo muchísimo. Todavía estoy sufriendo en parte las consecuencias". No es conveniente repetir los mismos caminos vez tras vez. En otras palabras, ¿quién no recuerda este vídeo? Hay un momento en que se dice: "Vive en una ciudad alguna vez, pero múdate antes de que te endurezcas. Vive en el campo alguna vez, pero múdate antes de que te ablandes". Creo que ha llegado el momento de dejar de "vivir" en el blog para que la escritura no se haga demasiado rígida o demasiado flexible. Ha llegado el momento de vivir nuevas aventuras.

¿Que quedan muchas cosas en el tintero? Claro que sí. Muchísimas. Como cuando se extiende la masa con un rodillo. Siempre sobresale por los lados y cuanto más se presiona, más superficie se alcanza. Pero hay que cortar en algún momento, y que la masa no se haga demasiado fina. De momento, puedo decir que estos seis años escribiendo a cuentagotas han sido una época de mi vida que quedará grabada de forma muy especial. Pero es saludable pasar página.
Ya solo me resta una última decisión. Qué hacer con el blog. Por un lado, si no lo hago desaparecer quedará como una sirena que bucea, nada y acecha, atrayéndome a las peligrosas rocas con sus cantos seductores. Pero por otro, no se pueden chasquear los dedos y fulminar de golpe seis años de viaje. Es decir, se puede, pero no me parece buena idea. Así que tendré que ser fuerte y resistir al canto de la sirena, porque de momento (no sé en el futuro) ya empiezo a visualizar este blog como un barco abandonado y varado en alguna escollera, invadido por la herrumbre, las algas y colonias de diminutos animales marinos. Una ruina incrustada en el paisaje, un vestigio de un viaje que sucedió en alguna etapa del ciclo vital. Quizás el olvido acabe por hacerlo desaparecer del todo. El tiempo lo dirá.

Y algo muy importante antes del último adiós: Agradecer mucho a todas aquellas bellísimas personas que me han acompañado tanto tiempo en este viaje. Los tengo a todos en la columna de la izquierda y en la memoria. Incluso a algunos cuyas bitácoras han desaparecido, pero siguen en mi mente. Tengo un recuerdo muy especial para los del inicio, muchos de ellos ya han emigrado fuera de este espacio virtual y han dejado huecos imposibles de rellenar. Por otra parte, lamento haberme topado también en este gran océano con algunos egos inmensos, de esos que encuentran su guarida en la red, que solo embisten, chocan o arrollan, pero que realmente no aportan nada y solo merecen la indiferencia. Esos elementos dañinos también existen, aunque lo cierto es que su efecto queda compensado con creces por el hecho de haber conocido a todas aquellas personas a las que he aprendido a admirar, a apreciar de corazón y con quienes he llegado a entretejer hermosas relaciones de amistad, dentro e incluso fuera de este pequeño mundo. De estas personas guardo el mejor de los recuerdos, que es el gran regalo recibido en los seis años de travesía. Millones de gracias.

Una última cita para terminar, una muy conocida. De Paul Bowles, en su libro "El cielo protector":
"La muerte está siempre en camino, pero el hecho de que no sepamos cuándo llega parece suprimir la finitud de la vida. Lo que tanto odiamos es esa precisión terrible. Pero como no sabemos, llegamos a pensar que la vida es un pozo inagotable. Sin embargo, todas las cosas ocurren sólo un cierto número de veces, en realidad muy pocas. ¿Cuántas veces recordarás cierta tarde de tu infancia, una tarde que es parte tan entrañable de tu ser que no puedes concebir siquiera tu vida sin ella? Quizá cuatro o cinco veces más. Quizá ni eso. ¿Cuántas veces más mirarás salir la luna llena? Quizá veinte. Y, sin embargo, todo parece ilimitado".

¡Hasta siempre! :)

"Je crois qu'il profita, pour son évasion, d'une migration d'oiseaux sauvages".

miércoles, 26 de junio de 2013

proteo y hermes

(etapa 30.13)
"Y en ausencia del amor no existe dicha.
Lo que tú de puro en el cuerpo gozas
(Y creado puro fuiste) lo gozamos los Espíritus
En eminencia, sin obstáculo ninguno
De membrana, miembro o hueso, excluyentes trabas:
Más que el aire con el aire, si los Ángeles se abrazan,
Se fusionan por completo, uniéndose pureza
A lo puro que desea; no requieren medio restringido,
Como carne que con carne se combine, o alma y alma".
(John Milton, "Paraíso perdido", libro VIII, versos 621-629)

El viejo alquimista en su laboratorio. Medita, mezcla, ensaya. Entre alambiques y morteros, redomas y crisoles, hornos y retortas, filtros y sublimadores. Proteico y hermético, busca la respuesta esquiva, el arcano. Se busca a sí mismo.
Agota sus energías y su paciencia.
Hermes juega con él. En la mañana lo zarandea con su astucia, roba sus pensamientos, trastorna sus sueños, llena su cabeza de mentiras, siembra de trampas sus anotaciones y agita sus recuerdos. Al caer la noche, como compensación, le regala fugazmente el don de la interpretación de lo oculto. Apenas un destello, tan solo una piedra en el interminable camino. Una más en la hilera de guijarros hasta la meta: la piedra final, la piedra filosofal.
Pero la solución no está en el mercurio que tanto envenena su mente. Vapores que se introducen en sus pulmones, diminutas gotas que se filtran a través de su piel. La mano de Hermes agarra su cuerpo para transportarlo más allá de este mundo, para atravesar la frontera de las preguntas sin resolver. Pero todavía no. Aún no es el tiempo.

Un día, caminando en una playa, hollando la arena húmeda con sus pies descalzos, el viejo alquimista divisa la llave de los mares. Es Proteo, aquel que cambia de forma, aquel que puede ayudar al que se busca. Un ímpetu de caza de la verdad, una terrible sed de lo auténtico, sacude al viejo alquimista. Se acerca al anciano salitroso, al instante se sorprende ante la hermosa mujer, se espanta con la visión del dragón, quiere escapar de la pantera, pero recobra el valor y vuelve para enfrentarse a la serpiente, es demasiada la fuerza de su espíritu ansioso por saber. Rodea la roca, trepa al árbol, se aferra a las garras del águila, pero acaba cayendo en tierra. Recibe una lluvia de agua salada. El viejo alquimista abre su boca y traga algunas gotas. Pronto le queman en sus entrañas. Le queman la piel, arde en llamas como un fénix.
Ha sido la respuesta de Proteo capturado. El cambiante Proteo le muestra la misma esencia del cambio, la metamorfosis, la adaptación, la renovación, en un mundo cuyas leyes son inmutables. Y así, el viejo alquimista resurge sabio de la prueba de fuego y cenizas y conoce al fin el misterio de su propio destino, la anhelada y genuina piedra filosofal.

jueves, 6 de junio de 2013

el pasado en el pasado

(etapa 26.13)
"Mamá siempre decía que tienes que dejar atrás el pasado antes de seguir adelante.
Creo que fue por eso que corrí tanto".
(del film "Forrest Gump", con guión de Eric Roth y dirección de Robert Zemeckis)

No sé si la vida será como un gran naufragio, pero se le parece.
A la playa de la remota isla del presente van llegando, de forma imprevista, los restos de un pasado engullido por el océano del tiempo. La orilla se llena, de cuando en cuando, de objetos que han ido perdiendo su lustre, incluso su sentido. Qué distintos se ven ahora que han sido vomitados por las olas. Qué absurdos yaciendo entre la arena, enredados de algas, atacados por la herrumbre, arrollados y mecidos por la espuma del mar... Ya solo sirven para construir quimeras.
Como un juez del destino, el mar se tragó en su resaca el lastre del pasado. Y ahora, en su borrachera, lo devuelve con impertinencia. Asoma su rostro en el momento inesperado. Por más que se limpia la playa, después de tanto trabajo vuelve la marea a sembrar de dudas el presente. Rara vez el panorama está completamente despejado.

En ocasiones, el flujo y reflujo de las olas traen otra propuesta. Algo simple pero esencial.
La visión del inicio, el origen. El retorno al lugar donde todo comenzó, donde se generaron las ilusiones, donde se era más auténtico, sin la pátina de las decepciones, de la frustraciones, sin el desgaste de la rutina, sin erosión ni corrosión. El retorno al lugar donde se iba aprendiendo, donde todo estaba por suceder. Regresar al instante de la frescura, a la fuente de las energías. Sembrar de nuevo el campo de los sueños.
Persiguiendo con afán la originalidad, no confundiéndola con la extravagancia; sino que, al degustar su etimología, se pueda revivir el espíritu de los orígenes.
Dejar atrás el pasado y poner el contador a cero.

martes, 23 de abril de 2013

día del libro

(empapelando el mundo)
"Hasta entonces había creído que todo libro hablaba de las cosas, humanas o divinas, que están fuera de los libros. De pronto comprendí que a menudo los libros hablan de libros, o sea que es casi como si hablasen entre sí. A la luz de esa reflexión, la biblioteca me pareció aún más inquietante. Así que era el ámbito de un largo y secular murmullo, de un diálogo imperceptible entre pergaminos, una cosa viva, un receptáculo de poderes que una mente humana era incapaz de dominar, un tesoro de secretos emanados de innumerables mentes, que habían sobrevivido a la muerte de quienes los habían producido, o de quienes los habían ido transmitiendo".
(Umberto Eco, "El nombre de la rosa")

Hace varios años, Juan Luis Cano y Guillermo Fesser (es decir, Gomaespuma) habían creado un divertido spot radiofónico para una campaña de promoción de la lectura. Empezaban intentando seleccionar las palabras más bonitas de nuestro idioma. Juan Luis citaba "madre". Oh, sí, comentaban, hermosísima palabra, no hay otra con un significado tan importante... Y entonces Guillermo mencionaba "libro". Qué gran palabra, le respondía Juan Luis. ¿Y por qué te gusta esa palabra? Guillermo le respondía: Es que yo, después de tantos días trabajando, hoy libro.
Quizás algo disparatado como promoción de la lectura, pero ellos son así. Lo de Gomaespuma es humor, no hay que darle más vueltas, pero he conocido algún caso real que daría mucha más risa si no fuera porque iba en serio. El que se lleva la palma se me va quedando lejano en el tiempo, aunque imposible de olvidar. Recién salida la primera generación de las Playstation, mi amigo B ya la tenía chipeada, incluso con algunos juegos en japonés (¡qué locura era moverse por los menús!), y aquello era lo nunca visto en calidad de gráficos. Un domingo por la tarde nos juntamos en su casa para jugar unas partidas. Estábamos solos en la casa, así que nos acomodamos en el salón y conectamos el aparato en la enorme pantalla del televisor para darle más emoción al asunto. Después de un rato (aquí, la relatividad del tiempo me impide concretar si fueron varias horas o unos pocos minutos), vuelve de un paseo su padre y se mosquea porque le tenemos ocupado el televisor. Mi amigo le responde que nos dé unos minutos para terminar una partida y que se entretenga con otra cosa mientras tanto. Respuesta de su padre: "Sí, no querrás que coja un libro".
Tal cual. Así sucedió y esa fue la frase. Mi amigo y yo nos quedamos ojipláticos perdidos e hicimos serios esfuerzos para no estallar en una carcajada que aumentara aún más el cabreo de su padre. Bueno, pasados los años, todavía seguimos utilizando la frase de marras para hacer alguna gracia, en plan de guasa.

Pero aquí he venido a hablar de libros, parafraseando al señor Umbral. De libros, en general, sin entrar en títulos en concreto. Hablar de libros (en general) es hablar de escritores y de lectores (también en general), porque los libros solos, cerrados y olvidados en una estantería o en una biblioteca, son demasiado lujo como para servir de elemento decorativo. Hablar de escritores y de lectores es hacer referencia a las relaciones que se establecen entre desconocidos a través de las letras y los espacios entre ellas, es hablar de acciones y reacciones a grandes distancias en el espacio pero también en el tiempo. Esto ya es para maravillarse.
Hay muchos tipos de lectores: los compulsivos, los selectivos, los todoterreno, los exhibicionistas, los discretos, los atentos, los despistados, los incisivos, los superficiales... Cada cual elige su manera. A pesar de todo, en ocasiones suceden cosas inexplicables. Por ejemplo, he conocido algunos lectores compulsivos, de los que se pasan la mayor parte del día leyendo, pero que luego escriben con algunas faltas de ortografía o errores de sintaxis. Algo que me resulta raro. Me decía un amigo que es imposible atravesar un campo embarrado sin que puedas evitar que el barro se te adhiera a los zapatos. Lo mismo con las lecturas: ¿cómo atravesar el campo de los libros sin que se te pegue algo? No sé, quizás hay gente que pasa tan rauda, que no se le pega todo lo que sería de esperar. Hace tiempo que practico la lectura pausada y la relectura. No tengo un cupo de libros que leer al año, no necesito correr como pollo sin cabeza para dar un informe o cubrir una reseña. Ahora me gusta leer de la misma manera que me alimento. Saboreando, paladeando, aprovechando, digiriendo, sin empachos. Y comer variado. Libro no es solo novela. Entiendo que la narración de historias es algo que nos acompaña a los humanos desde la noche de los tiempos. Gustan los relatos, de palabra, por escrito, en imágenes. Novelas, películas, series... han nutrido la fantasía de las personas durante generaciones. Pero la literatura es mucho más que el mero relato. Además de que dentro del género novelístico hay multitud de subgéneros, me gusta espaciarme en otros géneros distintos: poesía, ensayo, teatro... Es posible que de la lectura de poemas me haya llegado esa tendencia a la lectura pausada, a sentir muy adentro lo que es capaz de transmitir un autor a través de sus escritos. Emociones, sentimientos, pensamientos, concentrados en palabras.
Otra costumbre que ya no practico es la de recomendar libros concretos a personas cuyas preferencias ignoro. El gusto es algo muy personal y los libros no transforman por igual a cada uno, así que he desistido de proponer lecturas a personas que apenas conozco. Embarcarse en una lectura es aventurarse en un ejercicio de metamorfosis personal, de mayor o menor calado, pero metamorfosis a fin de cuentas. Ahí encuentro otra de las maravillas de la lectura: no me digas qué lees, sino muéstrame cómo te ha cambiado lo que lees.
Pero sobre todo esto se pueden decir tantas cosas... No hay una única ley. Hay tantas leyes como lectores. Se lee para formarse, para informarse, para entretenerse, para emocionarse. No hay límites. Dijo René Descartes que leer un buen libro es como conversar con las mejores mentes del pasado. ¿Quién da más?
Si no existieran los libros, yo no sé quién sería. Les debo mucho a los libros y por eso me gusta celebrar un día como el de hoy. Por profunda gratitud, hoy y (por supuesto) todos los demás días del año.

Pero mejor que hablar de libros es leerlos.
¿Qué haces hoy aquí leyendo un blog? Mejor que sea un libro.

jueves, 4 de abril de 2013

"fluctuat nec mergitur"

(etapa 17.13)

En la obra "Julio César" de William Shakespeare, en el acto 4, escena 3, Bruto le dice a Casio:

"Hay una marea en los asuntos de los hombres, la cual, tomada en pleamar, conduce a la fortuna; pero, omitida, todo el viaje de la vida está lleno de escollos y desgracias. En esa pleamar estamos ahora a flote; y debemos aprovechar la corriente cuando es favorable o perder nuestro cargamento".

Los días tienen la mala costumbre de descontrolarse. En realidad, el control es tan solo una efímera ilusión. Iluso es aquel que cree que controla sus pasos, cuando lo cierto es que todo escapa al control. Sin embargo, qué necesaria se hace en ocasiones la sensación de dominio de la propia vida.
Los días tienen la mala costumbre de descontrolarse. Empero, en su descontrol suelen abrir una rendija para que el navegante al menos pueda percibir sus mareas.
Hay una marea en los asuntos de los hombres...
Quizás fuera la mejor de las ideas no desperdiciarla en la pleamar, cuando el momento es favorable. Porque llegarán también los días difíciles.
Cómo no. Los días son así: tienen la mala costumbre de descontrolarse.

Aprovecho los vientos y las mareas. Me aferro a la buena corriente.
Sacudido por las olas, pero no hundido.

Iván Konstantínovich Aivazovski:

Буря на море лунной ночью (Tormenta en el mar en una noche de luna llena)

viernes, 1 de febrero de 2013

febrero

(etapa 07.13)
Mientras haya
quien entienda la hoja seca,
falsa elegía, preludio
distante a la primavera.
(Pedro Salinas, "Confianza")

Los azotes del viento han disuadido a enero de seguir aferrado al calendario. Abandona. Literalmente desgajado, desprendido hoja a hoja del almanaque. ¿O quizás han sido las copiosas lluvias las que han arrastrado toda su voluntad de permanencia? El resultado es el mismo. Al fin, un mes deja paso a otro mes.
Febrero entenderá el viento como energía para el cambio, escoba que barrerá las hojas muertas. El agua de la lluvia será el elemento que lave su camino. Lo que mató al pasado será la fuerza del futuro.
Deseos, deseos... Él lo espera así, aunque no sabe qué sucederá.

En estos días de viento y de lluvia, pasear por la ciudad es como vivir en una metáfora. Todo es arrastrado, sin ahondar en motivos ni en maneras. Todo se remueve, lo que se va y lo que viene.
En la esquina acristalada de siempre, a modo de escaparate, aquel establecimiento suntuoso ya no existe. Ahora, la vitrina está polvorienta y revela un interior vacío y abandonado. Ya no están las cortinas aterciopeladas, ni la mesa de madera noble ni las butacas lujosas. Empero, otra ausencia se hace aún más notable. Ya no está la hermosa mujer que era el alma del local, la vida entre lo inerte. La mujer que regalaba su belleza al viandante distraído, una belleza que no puedo llegar a describir, porque hay que ver para entender y para sentir. Sentir la calma, la serenidad, a la vez que la desazón de una mirada inalcanzable, la inquietud de lo imposible. El poder de detener el tiempo... Ya no. Ha vuelto a correr el tiempo y, mirando hacia el interior del local, hacia el vacío difuminado por la capa de polvo en los cristales, apenas se intuye la figura fantasmal que los ojos todavía quieren ver. Pero la sensación es desoladora. Destierro, nostalgia, viento y lluvia.
Los que han venido han sido los estorninos. Vuelven a su cita, como cada año. Invaden el cielo de la ciudad y los árboles de sus parques. Forman nubes de puntos diminutos, nubes que no pierden la redondez del contorno, por más que se muevan velozmente y con gran agitación, simulando ser extraños microorganismos (quizás paramecios, quizás amebas) que fueran examinados con lentes de mucho aumento sobre el tapiz gris del cielo. El frenético vuelo termina para algunos cuando encuentran un árbol en que posarse. Allí encaramados, empiezan una especie de twitter en miniatura, igual de frenético, con docenas y docenas de pájaros en uniforme luctuoso, que no azul, compitiendo para hacer oír su gorjeo por encima de la cacofonía general. La ciudad se rinde a ese murmullo, incluso el viento no lo puede ahogar.
Y sigue lloviendo.

La lluvia limpiará y el viento barrerá. Febrero así lo espera. El sol quizás aparezca de pronto y derrita algunas nostalgias.
Ya se verá...
Mientras tanto, entre los que se fueron y los que vinieron, el tiempo sigue corriendo. Viene un mes nuevo y todo lo hace nuevo, invitando a comenzar de cero. Una vez más.


lunes, 21 de enero de 2013

crónicas esquimales

(etapa 04.13)
El frío,
¿de dónde viene,
oh, espantapájaros?
(Kobayashi Issa, 1763-1827)

¿Te has dado cuenta? Desfallecen las alegrías y las aflicciones, se agotan las ilusiones y las amarguras, hasta que no queda nada. Los sentimientos han decidido retirarse a los cuarteles de invierno, ahora que arrecia este frío glacial. Estoy seguro de que ha sido a causa del frío. Sí, es el sello de la frialdad, perdida toda sensación en el cuerpo y entumecido todo nervio. Ni siquiera el dolor se ha quedado. Ya solo permanece el frío.
El frío, nuestro frío, está hecho de una mezcla de abandono, de vacíos, de incomprensión y de fatiga.

Dijo Paul Valéry que una obra de arte no se termina nunca, sino que se abandona. Tú y yo teníamos dos opciones: renunciar a la obra de arte o abandonarla una vez que sospecháramos que empezaba a desnaturalizarse. En nuestra insistencia por autoengañarnos, hemos sido muy tercos para lo primero y reacios a lo segundo. Pero el frío nos ha sorprendido en la duda. La desnaturalización provocó la muerte y la muerte trajo el frío. Qué mal se me dan los finales. Como a ti, lo sé.
Cuando hay que terminar algo, escribes un punto. Punto y final. Empero, la duda (¡otra vez!) puede contigo y añades un par de puntos más, en hilera. Y transformas el punto final en puntos suspensivos. ¿Por qué me haces esto? Ahora permaneceré vagando en el vacío inmenso que separa un punto de otro punto... de otro punto... inalcanzables... soñando que quizás no es un final, sospechando que queda un resquicio para la esperanza. Pero no.

Empecé a enviar mensajes en botellas. Era divertido. Imaginaba los destinos, la sonrisa en tu cara al recibirlos, allá donde te encontraras. La corriente marina, caprichosa, llevaría esos mensajes hasta ti, no sé cómo, aunque tampoco me preocupaba mucho el misterio. Y llegó de nuevo el vacío...
Entonces pensé que te habías alejado tanto que las botellas ya no eran capaces de llegar hasta ti. A partir de entonces me fui especializando en el diseño de las botellas. Me convertí en un experto en botellas. Cuidé muy bien la composición del vidrio, las formas, la resistencia para soportar un viaje tan largo, las embestidas de las olas o incluso los choques contra los arrecifes. Ahora las botellas llegarían lo más lejos posible y ya no habría un lugar tan lejano al que pudieras ir sin que mis botellas lograran alcanzarlo. Insensato de mí... El tiempo dedicado a las botellas consumió el tiempo que dedicaba a los mensajes. Las últimas botellas partieron vacías.

En el mismo instante en que empezaba todo, comprendí cómo empezó todo. Todo empieza con un puñado de nada. Parece un juego de palabras, pero es real. Lo comprendí aquel día en que nos mirábamos a los ojos mientras conversábamos y toda la energía del cosmos, y toda su materia hecha invisible, se concentró en el espacio entre tú y yo. Todo lo que existía a nuestro alrededor, hasta el confín del universo, fue devorado por la atractiva fuerza gravitatoria de esa supermasa que generamos en medio de nosotros. Se desvaneció el resto del mundo y de los demás mundos, aun los desconocidos. Fue entonces cuando comprendí cómo empezó todo. Igual que un big-crunch que da paso a un big-bang, gracias a esa partícula infinitesimal que sirve como singularidad, como punto de inflexión. Tú también la viste, tú también estabas allí contemplando el prodigio.
Pero ahora ya no estás aquí para volver a explicármelo. Y yo he dejado de comprender los secretos de la materia y la energía. La nada actual es un sinónimo de incomprensión.

Estoy cansado. Me parece escuchar un eco fastidioso. Cada uno repite lo que todo el mundo dice. Y, sin embargo, se creen que son originales. Una y otra vez las mismas cosas afuera y el mismo hastío adentro.
Necesito proseguir mi viaje. No es una huida, no se trata de hacer kilómetros... Se trata de vivir en movimiento, para que no me alcance el eco de las cosas vanas. Moverse, recuperar la energía, reconquistar el calor suficiente para poner fin a esta etapa invernal.
El recuerdo de tu soplo gélido se desvanecerá un día y dejarás de ser mi reina de las nieves.
Y lo peor ya habrá pasado.

sábado, 22 de diciembre de 2012

la travesía del desierto

(etapa final del retiro)

Es posible que la palabra desierto tenga más connotaciones negativas que positivas. Puede ser. Aunque en estos asuntos tan subjetivos no me atrevo a pronunciarme. Es más, pensándolo con detenimiento, tampoco puedo decir si para mí es una palabra que me sugiere más cosas buenas que malas o viceversa. Depende de muchos factores: el momento, las emociones, las circunstancias...
El desierto es un lugar inhóspito, un reducto de soledad, un lugar que aparenta ausencia de vida, un paradigma de escasez y de sencillez. El desierto es también lugar de retiro, entorno de meditación, el laberinto sin muros, la esencia de la prueba interior. El desierto puede ser todo eso o nada de eso, depende de cómo se permanezca en él.

Este desierto se acaba para mí. Ya atisbo las últimas dunas. Un poco más y el retiro habrá terminado. Un retiro intermitente, en cierto modo. Ha habido momentos en que algún pensamiento quería cobrar forma propia, se removía en el interior esforzándose por salir y arrastrándome con él. Es comprensible: la prolongada ausencia de palabras llega a producir dolor.
El retiro ha dado sus frutos. Algunos objetivos se han cumplido y otros no. Pero no importa, la vida continúa más allá del desierto. Ahora comienza otra etapa, con cosas nuevas y cosas antiguas, como todas las etapas.

Poco más que decir. Volverán las rutinas, volverán los viajes, volverán los escritos, volverán las oscuras golondrinas...
Unos días finales de descanso, al final del retiro, al final de la travesía del desierto. Y nada más.

lunes, 17 de diciembre de 2012

mi tesoro

(desde las procelosas estepas del retiro)

Parecería un ejercicio de oportunismo hablar de la ficción literaria de Tolkien, ahora que se acaba de estrenar la versión cinematográfica de "El hobbit", pero solo me voy a referir (y de pasada) a uno de sus personajes. Cuando pienso en Gollum, pienso que su legado, obviando el manido tema de la bipolaridad, puede resumirse en un par de cosas. Brevemente: Por un lado, la idea de que el poder que se desea, cuando se lo tiene y no se lo usa para servir a los demás, acaba por corromper desde lo más profundo a quien lo atesora. Y de qué manera. Por otro lado, una locución de dos palabras, que es la que da título a este post. Me voy a quedar con esto último, en plan jocoso.

Trasteando por la blogosfera, hace ya algunos meses, encontré una página extraordinaria. La de un tipo genial, que escribe de forma alucinante. Alucinante de bien. Profundo, con fuerza, talentoso, emocionante, elegante, directo... Y lo más sorprendente es que en un montón de publicaciones (el tipo es, además, prolífico) apenas tiene, en total, unos pocos comentarios. La mayoría de las entradas no tienen ni un solo comentario. Es como si eso no lo leyera nadie o como si los que leyéramos luego fuésemos incapaces de escribir una sola frase coherente. Alguna vez me he planteado, después de leer lo que escribe, que lo más sensato que podría hacer yo es cerrar el blog y "colgar el boli". No tiene sentido emborronar el espacio virtual después de semejante exhibición. Me siento tan minúsculo... ¡qué baño de humildad! Pero, bueno, también he pensado otra cosa. Después de ver ese espacio inmaculado, como nieve que no ha sido hollada, ¿por qué no seguir escribiendo para proteger tal paraíso? En plan distracción, para que nadie lo descubra, quiero decir.

Quizás esto aparente ser una absurda contradicción. Lo que apuntaba hacia la recomendación de una página se ha convertido en ninguna página recomendada. Empero, no es tan absurdo como parece. Sí que tengo una recomendación. Mi recomendación es que no desveles aquello que puede ser desnaturalizado, si no se deriva ningún provecho evidente de tal revelación. En otras palabras: Si eres Fleming y descubres la penicilina, no te la quedes para ti, porque tal reserva no va a beneficiar a nadie, ni siquiera a Fleming ni a la propia penicilina. Si eres Colón y descubres América, mejor que te lo calles, porque pronto encontrarán la forma de depredar las nuevas tierras. De todas formas, tarde o temprano, alguien la descubrirá y podrás dormir tranquilo al no ser el responsable de lo que suceda a partir de ahí. Por supuesto, es una ingenua recomendación que no es preciso que sea tenida en cuenta. Me la aplico para mí y por eso no voy a cometer la torpeza de dar detalles de mi hallazgo. Posiblemente, eso aumentara sus lectores en media docena, como mucho. Pero, ¿y si no fuera así? ¿Y si el boca a boca corriera como la pólvora y apareciera una legión de lectores? ¿Y si a partir de ese momento proliferaran los comentarios y el escritor, abrumado, sintiera que ahora se debe a sus lectores? ¿Y si eso acabara con aquel espacio maravilloso?
No puedo correr un riesgo semejante.
No. Es todo para mí, es mi tesoro. Mi tessssoooooooroooo.

domingo, 9 de diciembre de 2012

cuadrando el círculo

(todavía más pensamientos desde el retiro)

Un ser humano, visto desde fuera, revela una aparente simetría. Por dentro es otra cosa: un estómago de un lado y un hígado del otro, el páncreas también fuera del eje, un pulmón algo más pequeño que el otro para alojar al corazón, que se reclina ligeramente sobre el lado izquierdo... estos detalles del diseño. A nivel mental, también cada hemisferio del cerebro controla distintas áreas del intelecto. Simplificando mucho, el derecho es el emocional, el izquierdo el racional. Además, la destreza que se tiene con las extremidades de la parte derecha o izquierda tampoco es la misma. En resumen: simetría de pacotilla. Ahora bien, envuelves todo esto y al exterior sí que parece bastante simétrico.
Pocas cosas escapan a la percepción más aguda. Y si se trata de percibir, el cerebro no descansa de esta tarea. A nivel consciente, puedes pensar que no es importante. Pero, inconscientemente, tu cerebro te sugerirá que las personas te van a resultar más atractivas cuanto más simétricas las percibas. Así es esto. Luego, puedes hacer caso o no, pero él insistirá pese a todo.

Vaya rollo con la simetría. Puede parecer poco importante, pero ahora pienso en una cosa... Si una de ambas piernas es un poco más larga que la otra (algo prácticamente imperceptible, pero que -si se miden con precisión las dos- se puede verificar que sí lo es), esto quiere decir que en una larguísima caminata sin referencias se acabaría dando vueltas en círculo, porque la zancada que se dé con una pierna será un poquito más larga que la que se dé con la otra.
No sé, no sé... creo que al final hay demasiadas personas caminando en círculo. Yo mismo me he preguntado alguna vez: ¿qué hago de nuevo aquí? Uno esperaría ir avanzando, pero de repente se encuentra con que no ha sido así. Se repite una situación, un panorama, como en un déjà vu. Extrañas vidas paramnésicas.
Tal vez la clave de la repetición esté en esa pérdida de referencias. Por ejemplo: un desierto es un lugar con muy pocas referencias. El cielo es azul y en él solo hay un sol (ardiente y asfixiante, por cierto) que, durante el día, se mueve de este a oeste y en el hemisferio norte alcanza su cénit hacia el sur. Al mediodía, para más datos. Pero eso es todo. El resto, abajo en el suelo, son dunas y más dunas. Cambiantes e imposibles de memorizar. No hay más información. Qué fácil es perderse. Aunque decidieras caminar en línea recta para llegar a algún sitio, lo que sucedería es que, sin brújula, acabarías trazando círculos en el desierto, en un mar de arena sin referencias.

Así van pasando los días, procurando aferrarse a algún pormenor, siguiendo los hitos del camino, buscando las claves, tratando de cuadrar una trayectoria curva, intentando avanzar y llegar a algún puerto de reposo. O eso o llenar de círculos el solitario vacío de los desiertos de la vida.

sábado, 22 de septiembre de 2012

ya es otoño

(atravesando diez preguntas...)

Sí, ya es otoño (adiósssss, verano, adióssssss). Pero no voy a hablar de eso. Solo quería saludar a la nueva estación ...y que nos sea propicia, si ella quiere.
El post de hoy es un meme que me propone Lily, una chica muy simpática que escribe en Lily y el mundo. Se trata de responder a diez preguntas. Y como son facilillas y siempre puedo regatearlas un pelín (aunque diciendo la verdad verdadera, porque mentir es trampa), me he animado a contestar este deca-questions.
Allá voy.

1) ¿Qué te da miedo?
¡Demasiadas cosas! Pero es algo de lo que no me gusta hablar. Por dos motivos: Uno, porque los miedos son debilidades y no me gusta exponer mis puntos débiles al mejor postor (nunca se sabe qué personaje malintencionado puede acabar haciendo uso de tal información). Dos, porque darles bola es una forma de agrandarlos y estoy en proceso de matarlos de hambre. A ver si funciona ;)

2) ¿Cuándo es tu cumpleaños?
El 10 de agosto (espero vuestros e-mails para precisar adónde tenéis que enviarme los regalos... el 10 de agosto está a la vuelta de la esquina y el tiempo pasa volando: ¡¡ya solo falta CASI un año!!).

3) ¿Cuál es tu signo zodiacal?
Ahora es cuando me toca recordar ese chiste:
      - ¿Qué es peor: la ignorancia o la indiferencia?
      - Ni lo sé ni me importa.
Bueno, lo que quiero decir es que me da lo mismo lo del signo, nunca me he tragado estas cosas. Así que cuando me preguntan cuál es mi signo, digo que Ofiuco (la proscrita 13ª constelación zodiacal).

4) ¿Cuál es tu color de ojos?
El iris: marrón, pero con unas vetas radiales de color marrón un poco más oscuro (ahí queda eso). Y la parte blanca depende de cómo lleve el día... xD

5) ¿Te has emborrachado alguna vez?
Nop. Aquí aplico el sabio consejo de Les Luthiers: "El alcohol, solo en las heridas". Es decir, que soy abstemio.

6) ¿Te has enamorado de alguien como para llorar?
Ah, pero... ¿hay alguna otra forma de enamorarse? (mireusté, yo es que soy algo llorón, ¿sabe?)

7) ¿Te han decepcionado?
Buff... Mucho. Decepcionar y ser decepcionado, es lo que hay. Decía Audrey Hepburn que a ella la vida no podría decepcionarla porque no esperaba nada de ella. Y no fue ni una persona triste ni pasiva ni amargada... Así que quizás sea ese el método, ¿no?
Mientras tanto, voy de trastazo en trastazo. Y la parte negativa es que me endurezco y me equivoco (a veces pagan justos por injustos). Mal.

8) ¿Tu comida favorita?
Como me he acostumbrado a lo que yo llamo "comida de supervivencia" (es lo que pasa cuando solo se cocina para uno mismo), cualquier cosa sencilla ya me parece un manjar. A veces valoro mucho más la compañía o el lugar (por ejemplo, un bocata en una salida campestre puede ser una délicatesse), antes que la propia comida en sí.

9) Lugar donde te gusta que te besen.
En cualquier lugar: en la playa, en el ascensor, en la cama, en el sofá, en la orilla de un río, en la calle, en la cima de una montaña...
Sí, ya sé que estabais pensando en otra cosa... Hale, circulen, aquí ya no hay nada que ver... xDDD

y 10) Canción que escuchas en este momento.
"Little talks" (Of Monsters and Men). La culpa es de Maeglin, que me la ha pegado y ahora me apetece cada vez que quiero algo de marcha. ¡Hey!

Las reglas dicen que en este momento debería pasar el cuestionario a otros diez blogueros. Pero creo que es más divertido si lo hace quien sienta las ganas o el impulso de hacerlo. Que nadie se cohíba ;)

no me voy sin dejar el toque otoñal

viernes, 10 de agosto de 2012

casi un soplo

(parada con algo que celebrar)


Taitantos.
Para ser exactos, según mi deneí, hoy llego a 43. Como el nombre de aquel licor, que no he probado en mi vida. De pequeño, cuando veía el anuncio publicitario en la tele, me hacía gracia pensar en esa coincidencia: los años y el licor. Algún día, yo tendría 43 añazos. ¿Cómo sería yo con esa edad? ¿Cómo sería el mundo? Qué lejano me quedaba todo aquello...
Era de esperar que me olvidara del asunto con el paso de los años. Y lo olvidé. Hasta que un día como el de hoy, de repente, el recuerdo despierta de su hibernación de lustros, en la zona del subconsciente, y se pone a llamar a la puerta de la zona consciente de mi mente.
Qué tontería traer a colación todo esto ahora. Sin embargo, quizás sea el sino de los tiempos: llegan días en que toca repasar la lista. Hay una especie de interruptor dentro del cerebro que salta automáticamente para proceder al examen. A veces, con asociaciones tan estrambóticas como esta. Y la cuestión es: ha pasado todo este tiempo, ¿y qué has tachado en la lista?
¿Has plantado un árbol?
¿Has escrito un libro?
¿Has tenido un hijo?
...
¿Has cumplido ciertos objetivos, has alcanzado ciertas metas, te has dado estabilidad en ciertas áreas?

Yo no sé si asustarme o qué.
Dejémoslo en que he plantado varios árboles. Vale. Pero poco más que eso.
Puede que sea un insensato por haber llegado hasta aquí con tan  poco conseguido. Puede que haya desperdiciado muchos años dando vueltas sin rumbo definido mientras el común de la gente tiene muy claro adónde quiere ir y que debe dirigirse hacia allí sin demora. Y así consiguen sus metas y atiborran el currículum vítae con montañas de logros. Y cuanto más joven seas con mucho logrado, tanto mejor. Puede que yo esté muy a la deriva.
Puede ser...
Pero el día que tenga la sensación de que no hago sino seguir las indicaciones de una maldita lista que a estas alturas ya no sé ni cómo se ha llegado a escribir, voy a cruzar los brazos y me voy a quedar sentado hasta que me convierta en ceniza.

La lista creo que la voy a tirar a la basura. Me voy a permitir esta inconsciencia. Es mi vida, y es algo mucho más grande y significativo que cualquier lista escrita en un trozo de papel, en un tiempo en que no sabía ni quién era ni qué camino debía tomar para encontrarme a mí mismo. Además, reivindico mi derecho a equivocarme, a utilizar el método de ensayo-y-error cuando quiera, a reescribir lo que me apetezca reescribir en cada recodo o encrucijada del camino, a sorprenderme con lo que me deparen las vicisitudes de este transitar sin un programa que cumplir.

Terminaré este post con algo que resume mi sentimiento de hoy, de ahora. Es algo que ya conocía, pero aprovecho la oportunidad para renovar su contenido. Mismo mensaje, nuevas circunstancias.
Los haikus son unas pequeñas joyas de la literatura, esto es sabido. "Una mera nada, pero inolvidablemente significativa", escribió al respecto el literato inglés Reginald Horace Blyth, gran devoto de la cultura japonesa. En tres sencillos versos de diecisiete moras (o sílabas), repartidas en cinco, siete y cinco, el autor expresa su pasmo por algún detalle contemplado en la naturaleza. Con sencillez y humildad, un poeta revela el asombro que le produce la belleza percibida que tiene a su alrededor, muestra las ilustraciones y lecciones que se pueden aprender de la vida cuando se abren los ojos incluso a lo más pequeño, a lo cotidiano. En poco más de un minuto, el siguiente vídeo-haiku relata mis sensaciones ante el revoloteo de una diminuta y juguetona semilla de diente de león, una pelusa sin importancia, que puede ser una representación de mí mismo. Es un boceto de la breve (y a la vez increíblemente persistente) aventura de esa brizna en un vuelo loco que, algún día, quizás, la lleve a un sitio donde germinar. Mientras, de momento, sigue viajando. Otro año más.

miércoles, 8 de agosto de 2012

siete cosas

(contando hasta siete...)

A Francesca la conocí gracias a un martillo amarillo. Seguro que ella lo recuerda. Es una de esas largas historias que se cuentan en un par de líneas, así que la dejo para otra ocasión. De todos los métodos que el azar pudo elegir, escogió ese. Empero, el hado caprichoso tenía reservada una muy agradable sorpresa. Esta bloguera regala palabras, imágenes, sensaciones y emociones con una frecuencia que para mí está en la categoría de inalcanzable. Y más asombroso es que la cantidad de su producción no significa en absoluto una merma en la calidad. Recomiendo a todo el que pase por aquí que, si no ha visitado antes ese lugar, no se lo pierda. Estoy seguro de que le gustará. Francesca es una chica que nos recuerda cada día que lo importante no es lo que tienes, sino lo que haces con ello.

En una de sus publicaciones me hacía partícipe de un juego. Y como hace mucho que no juego, me pareció una buena oportunidad para un post-meme. Si luego alguien se anima, que no se corte y participe también. Le puede dar la forma que quiera. En las reglas decía que hay que pasarle el testigo a otros siete blogs, pero es que me conozco lo que pasa después: los que propones no quieren hacerlo y otros que sí quieren se quedan con las ganas porque no los has nombrado. Pues hale, como las reglas están para saltárselas, no nombro a nadie, para que el que lo haga sea por auténtico placer.
El juego se llama seven things y, como el nombre ya deja adivinar, se trata de contar siete cosas de uno mismo. Yo ya he elegido mis "siete cosas": unas zapatillas de deporte, un libro, un lápiz, una cantimplora, una cámara de fotos, unas gafas de sol y un paraguas. Ahora paso a contarlas, de uno a siete.

- Cosa nº 1: Si fuera posible, me pasaría la vida caminando. El viaje mental unido al viaje físico. Pero un viaje donde el tránsito sea el protagonista, no los destinos. Un viaje que no solo sea el trámite de ir de un lugar a otro. Quiero un viaje que sea un recorrido constante, pasito a pasito. Y para eso necesitaría unas zapatillas de deporte como vehículo más apropiado.

- Cosa nº 2: ¿Cómo es que hacen tanta compañía? No lo sé, pero es así. Buceando en ellos, te encuentras con otras personas, con otros libros, contigo mismo. Mi cosa número dos tiene que ser un libro. Prefiero ensayos y poesía antes que novelas. Me gustan también los relatos cortos. Pero, al margen del género elegido, qué difícil es resistirse a ese olor que brota en cuanto lo abro y que me envuelve en toda una travesía que nunca sé adónde me llevará...

- Cosa nº 3: Desde pequeñito me ha gustado dibujar. No concibo una forma para expresarme que sea más completa que esta. Luego descubrí que también se podían articular palabras con un lápiz (o con un bolígrafo, no me voy a poner tiquismiquis). Y así fui llenando papeles y papeles, libretas, cuadernos... Imágenes y letras que son parte de mí.

- Cosa nº 4: Una cantimplora es importantísima cuando se viaja por lugares áridos. En mi adolescencia recorrí muchos lugares áridos. Y me enamoré de uno de ellos en particular. Y allí también me enamoré de unas montañas. Pensaba en ellas y soñaba con ellas. Cada vez que pisaba esa tierra notaba el estremecimiento. Muchos años después, una estación eólica invadió aquella especie de santuario y se destruyó el hechizo con la profanación. Fue un duro golpe: sufrir la disociación de saber que algo es bueno, pero no sentirlo como bueno. Las cantimploras me recuerdan que, pese a mis esfuerzos por tratar de ser coherente, también estoy lleno de contradicciones.

- Cosa nº 5: Tengo una colección estupenda. Son escenas vividas, inolvidables. Por el hecho de ser inolvidables, las tengo almacenadas en la memoria. Pero hay otros momentos que se me desprenden, que no llegan a arraigar como recuerdos duraderos. Es por eso que mi cosa número 5 tiene que ser una cámara de fotos. Mi mente es así de caprichosa para rememorar o para olvidar algunos eventos.

- Cosa nº 6: Yo la llamo mi hora feliz. Es el tiempo previo a la puesta de sol. Algo tiene de especial para mí la luz de esos instantes. Me llena de una energía que me hace palpitar, a la vez que percibo una inmensa serenidad en cada partícula que me rodea. Me hace sentir grandes cosas. Con unas gafas de sol estoy dispuesto a vivir intensamente el resto de horas felices que le queden a mi viaje.

- Cosa nº 7: Hay algo que alimenta la melancolía del melancólico raindrop. Son los días grises, cuando las gotas de lluvia se deslizan en una atmósfera suave, repiquetean contra el suelo o salpican los vidrios de las ventanas. No puede faltar un paraguas para cerrar esta colección de siete cosas. Además, me sirve para recordar algo importante. Y es que la mente es como los paraguas (y como los paracaídas): si no está abierta, entonces no sirve para nada.

domingo, 15 de julio de 2012

mano abierta

(sigo viajando...)

Lustro. Pero no lustro de lustrar, sino lustro de cinco años. Ya cinco años.
Tal día como hoy hace cinco años también era domingo. Tal día como hoy hace cinco años sucedió el accidente por el que escribo accidentalmente. Nunca se sabe si las cosas suceden para bien o para mal. Yo creo que cada acontecimiento trae cosas buenas y cosas malas, y luego cada uno decide con qué quedarse. Hay quien prefiere regodearse en lo malo y les llama desgracias a esos acontecimientos primeros. Otros se espacian en lo bueno y les llaman oportunidades. Cada uno decide.

Al empezar el viaje, la soledad provocaba que los primeros sonidos reverberaran en este lugar, de tan vacío. Poco a poco ese vacío fue habitado por otros viajeros que han convertido en más amena la travesía.
Después de cinco años de blog, que hoy se cumplen, me queda mucha satisfacción por la cantidad y calidad de personas (antes desconocidas, ahora conocidas, con algunas incluso he trabado hermosa amistad) que viajaron a mi lado o que todavía siguen viajando. Hacen que todo esto merezca la pena.
Ya no se trata solo de combinar expresiones, mezclar ese término con aquel, añadirle un adjetivo, aderezarlo con verbos y sustantivos... no es solo la alquimia de palabras, la destilería de emociones y sensaciones que es este alambique electrónico, sino mucho más. Pero hay que meter los pies en el mar para saber la impresión del agua salada sobre la piel. Los que nadan en este océano lo saben, no necesito explicárselo.

En este tiempo me he sentido muy plagiado. En varias ocasiones he leído acerca de algunos casos en que Fulanito-de-Tal copiaba un texto (o varios) de Menganito-de-cual, con gran indignación por parte de este. En mi caso ha sido distinto. Ha habido mucha sorpresa y nada de indignación. He leído textos de otros blogueros que han sido totalmente copiados de mis pensamientos. Me han leído la mente, así, sin ningún pudor. Yo pensaba algo, tenía una idea muy clara ...y ¡zas! un día me encontraba con que alguien lo había escrito con palabras precisas, bellas, admirables... Mi pensamiento convertido en un texto publicado. Y sin citar al autor del pensamiento, ni una mención ni un reconocimiento ni nada. Bueno, así son las cosas en los blogs: siempre hay alguien que se te adelanta. No hay que tomárselo muy a pecho. A fin de cuentas, ¿no es fascinante esa sensación de sintonía con alguien a quien ni conoces en persona?

Si nada lo impide, seguiré viajando en estas aguas. En estas y en estas otras, claro (mi blog de fotos de los lunes). Seguiré siendo copiado y seguiré haciendo que igualmente otros se sientan copiados. También nos sorprenderemos con palabras insospechadas, con recodos del camino tomados por azar, con magníficos lugares donde hacer una pausa, con parajes inciertos... Comienza un nuevo ciclo, la rueda sigue girando. Otro año más.
Ya ha pasado tanto tiempo... o tan poco, según se mire.

martes, 10 de julio de 2012

aracne y yo

(área de descanso nº 187)
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
(Konstantinos Kavafis, "Ítaca")

Tengo una araña en el retrovisor izquierdo de mi coche. No la he visto, pero sé que vive ahí dentro, detrás del espejo, cobijada en las entrañas de ese cuenco de plástico que ahora le sirve de guarida.
Lo sé porque cada día yo destrozo una telaraña entre el retrovisor y la ventanilla. Y una telaraña vuelve a aparecer nuevamente en su lugar el día siguiente.
Pensé en rociar el retrovisor con insecticida. Aunque las arañas no son insectos, imagino que eso resultaría letal para mi polizona compañera de viajes. No lo he hecho. No quiero hacerlo.
No tengo ninguna filia por las arañas, sino todo lo contrario, pero no quiero hacerlo.

Ella teje. Yo destejo. Ella hace. Yo deshago.
Somos la cara y la cruz que juntas formarían una moneda con nombre de mujer. Somos el día y la noche de Penélope, que teje y desteje esperando que Ulises vuelva de su viaje.
Pero el viaje es largo, muy largo. Ulises tarda en volver y a Penélope se le agotan las excusas.
Aracne y yo le estamos dando tiempo.
Jugamos a ser dioses frustrados.
Ella teje y yo destejo. Así cada día, hasta que decidamos que Ulises tiene que volver a Ítaca, lleno de sabiduría y felicidad.

jueves, 5 de julio de 2012

síndrome de stendhal

(área de descanso nº 186)
"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme".
("Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio", 1817, Henri-Marie Beyle, Stendhal)

Santa María del Fiore, el Duomo. La soberbia cúpula de Brunelleschi. Estremecimiento. Battistero di San Giovanni, Santa María Novella, Campanile di Giotto, Ponte Vecchio, Ponte Santa Trìnita. Emoción. Debajo, el Arno, discurriendo sin prisa, pero sin pausa. Melancolía. Basílica di Santa Croce. Y el Panteón de las glorias italianas. Sepulturas de Michelangelo Buonarroti, Galileo Galilei, Ghiberti, Rossini, Vasari... Suspiro. Galería Uffizi. Venus, Madonnas, Anunciaciones. Sobrecogimiento. Frescos, retablos, relieves, sarcófagos, estatuas. Palpitaciones. Giotto, Fra Angelico, Masaccio, Lippi, Pollaiuolo, Botticelli, Leonardo, Caravaggio, Rafael... Excitación.
Y en ese instante apareciste tú.
Inesperadamente.
Desapareció el lugar, se desvanecieron los artistas, palidecieron las creaciones.
Y esta fascinación será incontenible para siempre.
Ya estemos en el desierto, bajo la cúpula estrellada, en un prado, en la colina, en el balcón, sobre las sábanas, a la sombra de los abedules, en la mañana, al atardecer, en la ciudad, en la orilla del mar, en las nieves... no se puede extinguir el incendio vehemente que comenzaste en aquel momento. Toda mi vida arde en la pasión de ese recuerdo perenne. El sello 224.

2 GOOD
2 BE
4GOTTEN

miércoles, 21 de marzo de 2012

aguas estancadas

(área de descanso nº 173)

Crees que el agua es igual en todas partes. Sí, eso es lo que piensa tu mente, pero no siempre las leyes de la razón funcionan como debieran hacerlo. El mundo encuentra lugares donde se retuerce y se vuelve del revés. Aquí, el agua es distinta. Y eso me convierte en único.
Hay aguas que riegan, aguas que separan, aguas que destruyen, aguas que son cobijo de vida... Empero, estas aguas son aguas terribles: aguas de la tragedia para los indecisos y del olvido para los pusilánimes. Aguas donde termina todo o todo vuelve a comenzar si tienes valor, si eres paciente, si pagas el precio convenido. En algún momento pasarás por aquí. Puedes permanecer en la orilla demasiado tiempo, dando vueltas, tratando de decidir, estancado, dubitativo. Es posible que no quieras proseguir. Es posible que te hayas acostumbrado a esta etapa y no avances más en el viaje. Es posible que desconozcas el significado práctico de pasar página.

Escudriño la orilla. Allí, una mujer. Era una ensoñación bien adornada, pero hoy se ha despojado de sus adornos. Era tiempo de abrir los ojos y se ha descubierto inane. Ya no quiere seguir aquí. Me está llamando. De paso, contemplo el despertar de un hombre avejentado: un trabajo improductivo que también quiere convertirse en otra cosa. Más allá, una dama grotesca con la moneda en su mano, una tarea inconclusa, está esperando su turno para emprender el tránsito. También veo que hay un muchacho, un noviazgo frustrante, que todavía no se decide a partir. En igual situación permanecen un ideal caduco, un hábito inveterado, una decepción aún sangrante, un resentimiento agrandado...

Quizás un día me vea a mí mismo en la orilla, entre la multitud. Puede que incluso me reconozca fácilmente, a pesar del gentío. Será doloroso verme en tal estado, como en un espejo, mas será el requisito para la liberación. El fin de una etapa, el camino nuevo, una despedida y un recomenzar.
Dirigiré mi bote sobre las aguas del río Aquerón y me diré las palabras que tantas veces he escuchado pronunciadas por mis labios. Pero esta vez será la definitiva, ya nunca más seguiré anclado a este lecho.
Soy el barquero del inframundo. Mi nombre es Caronte. ¿Traes tu óbolo?

John Roddam Spencer-Stanhope:
"Caronte y Psique" (c. 1883)

miércoles, 14 de marzo de 2012

liebster

(parada y breve vistazo atrás)

Hay días en que suceden cosas inesperadas. Pueden ser cosas que marquen un punto de inflexión en la vida o, sencillamente, que cambien solo un instante de la vida. Y las hay agradables y desagradables.
Bueno, el caso es que ayer mismo, desde aquí se mencionaba este blog como un blog preferido. Y eso fue algo agradablemente inesperado que cambió un instante de mi vida: se amplió la curvatura de mi sonrisa, me brillaron algo más los ojos... Es una gran sensación la de sentirse querido y recordado por alguien, aunque solo sea por lo que dejo escrito en este viaje de andar por casa. En esta oportunidad, ha sido Sergio la persona de quien ha partido la mención. Nunca tuve la costumbre de continuar cadenas y perdí la de dar premios blogueros. Ya he escrito sobre esto alguna vez (aquí y aquí, por ejemplo). Pero no está de más volver a explicarlo, porque puede parecer un gesto ingrato o desconsiderado por mi parte, y no van por ahí los tiros.
La cosa es así: Me siento profundamente agradecido por todos esos escritores que, sin pedir ninguna compensación a cambio, comparten sus pensamientos, sus sentimientos y sus palabras, derraman su ser en un lugar accesible, regalan gotitas de su esencia a quien quiera recolectarlas. Si me pides que seleccione a un número determinado de ellos, hago una injusticia con el resto. Porque después de un tiempo, esos escritores-tras-los-correspondientes-avatares se han convertido en personas especiales, y no puedo destacar a unos sin mencionar al resto.
¿Quieres saber quiénes son mis blogueros favoritos, mis queridos compañeros de viaje? Consulta la columna de la izquierda y ahí están todos ellos, compartiendo andadura. Unos siguen caminando. Otros (por desgracia para mí, pero quizás porque era lo mejor para ellos) abandonaron el camino y encontraron mejores cosas que hacer. Pero los sigo recordando y espero que sigan tan bien como siempre.
Mi premio (mi especial cariño) es para ellos. Pero no solo hoy, sino en cada ocasión en que me conceden la oportunidad de compartir mis pensamientos acerca de sus escritos y sus reflexiones. Todos ellos son merecedores del Liebster blog.

Empero, igual que no puedo destacar a unos por encima de otros, también sería honesto si dijera que no todos los post que leo en sus bitácoras me impresionan de igual manera. Es tan cierto como que hay cosas que yo escribo que me parece que no están al mismo nivel que otras. Por encima, por debajo... pero habrá cosas escritas que me será más fácil recordar que otras, porque surgen de experiencias distintas.
Y creo que prefiero transformar este premio que va pasando de mano en mano (y que continuaría citando a cinco nuevos ganadores del Liebster blog) en una cosa distinta. Lo voy a aprovechar para contarte los cinco post que más me han impactado en los últimos días. Finalmente, es casi seguro que quedarán enterrados, porque es la ley de este invento llamado blogosfera. Solo la arqueología bloguística sabrá recuperar algunas cosas de todos los escritos que van sepultándose bajo las capas de lo nuevo, y sin embargo sigo pensando que ¿por qué no ir reconociendo y publicando el impacto que nos van causando en este momento?

Mis cinco post favoritos, de los que he leído recientemente, son:

- nº 5: Viejo muere el cisne (de Las reminiscencias, blog de Sonja)
Si leer es una aventura, no imaginamos hasta qué punto esa aventura forma parte de nuestro devenir. Ya nunca nos volvemos a bañar en las mismas aguas del mismo río, ni volvemos a leer las mismas palabras de los mismos libros. Ellos crecen con nosotros y se transforman igual que nosotros mismos nos vamos transformando.

- nº 4: Fuera máscaras (de ¡Hasta el kiwi!, blog de Aliena)
Escribir un blog nos va cambiando. La experiencia lectora nos transforma, pero ¿y la experiencia escritora? No podía ser menos. Y llega un momento en que tienes que plantearte qué pasa con tu avatarizado anonimato, porque las relaciones que se mantienen con otros escritores superan con creces lo que imaginabas en principio.

- nº 3: Un te quiero (Postsanvalentín) (de Avellaneda, blog de Avellaneda)
Avellaneda es una compañera bloguera desde casi el principio, allá en el 2007. Vamos, de toda la vida. Ahora tiene más vocación de Guadiana, pero ¡qué quieres! el río sigue siendo río y siempre trae muy buenas aguas. Avellaneda escribe poemas desde una parte de su interior que es como una fuente enraizada en la sensibilidad más exquisita que esta gran persona cultiva ahí adentro. Si bebes un vasito del agua que mana de esa fuente, entonces te puedes quedar pasmado de emoción. Este es, de momento, el último chorro fresco que nos ha regalado.

- nº 2: Allí te cuidarán mejor (de La taberna de Montse, blog de Blog A)
Conste que yo a "blog A" siempre la he llamado Montse, que me suena mejor jajaja. En este post, ciertamente enternecedor y desgarrador a partes iguales, se da un vistazo a las relaciones padres-hijos: el asunto de la maternidad, el paso del tiempo, las decisiones que los hijos se ven obligados a tomar respecto a sus padres ya mayores, las ilusiones y las realidades... Me dejó prácticamente sin palabras. Y conseguir eso es bien difícil.

- nº 1: Cuando no pintamos nada (de Speedygirl, la prima lejana de los increíbles, blog de Speedygirl)
Si soy sincero, tengo que decir que este ha sido el post al que más vueltas le he dado en los últimos días. En la vida práctica, quiero decir. Es que no sé qué pasa, pero esa tendencia que tenemos de querer llevarnos el protagonismo de todo en cada situación de la vida no es nada realista. Tiene más que ver con nuestro ego que con la realidad. Si alguien "me" hace algo o "me" mira mal (o lo que sea) la primera reacción por mi parte suele ser pensar que esa persona tiene un problema conmigo. Pero pocas veces doy cabida a otras explicaciones, tipo: tiene un mal día, le está pasando algo, etc (cosas que no tienen nada que ver conmigo). Pese a estar poco transitado, este otro derrotero es más liberador y evita tomarse las cosas como algo personal. Cosas del ego.

sábado, 3 de marzo de 2012

pilar de sal

(área de descanso nº 171)
וַתַּבֵּ֥ט אִשְׁתֹּ֖ו מֵאַחֲרָ֑יו וַתְּהִ֖י נְצִ֥יב מֶֽלַח׃
"Y miró su mujer [de Lot] detrás de él y fue pilar de sal".
(Libro del Génesis, cap. 19: 26)

Una pequeña barquita abandona la serenidad del puerto. Su tripulante mueve los remos para impulsar esa cáscara de nuez en la bahía. Por un instante pienso en la perspectiva del pescador: de espaldas al avance, bogando brioso mientras contempla, cada vez más lejanos, cada vez más diminutos, los muelles de los que partió con su embarcación.
Cuánta nostalgia se puede concentrar en una imagen.
Quizás es eso la vida misma. Un adentrarse en un incierto océano, un aventurarse sin poder ver el camino futuro, aún no trazado en las aguas de la existencia, a bordo de la barquichuela del presente, avistando tan solo con la memoria la realidad ya pasada de la estela que se va dejando. Esa misma estela anclada a un lugar remoto donde se intenta encontrar algún sentido al todo.

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Miro el mar y parece que siento su llamada. Y no comprendo cómo me llama a mí, que durante muchos años viví ignorando su presencia. Pero toda esa agua salada, con su vaivén, sus mareas, su oleaje, sus crestas, sus colores, sus jugueteos e incluso su lúgubre y monótono susurro, me resulta cautivadora. Tanto, que no me cuesta imaginar por qué hay quien me dice que toda la vida partió de ahí.
Si fue así, mucho hemos cambiado. No es lugar para la vida humana. No hay posibilidad de sobrevivir en ella, con estos pulmones, con este cuerpo. Estamos en conflicto: yo te robo y tú me robas. Incluso nos podemos robar la vida. Cada vez dudo más de que tuviéramos origen en tu cuna, tan desapacible, tan frígida, tan inclemente, tan adusta. Solo en mis sueños puede ser eso posible. En mis sueños. Donde todo es distinto, donde puedo respirar como un pez, donde no hace frío ni calor, donde nado sin esfuerzo...

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¿Una reminiscencia del mar?
En la inmensidad azul, el náufrago vio una isla y buscó posar su pie en ella antes de ser tragado por el agua, tan blanda que no puede ser hollada. Buscó escapar a la muerte segura. Salvarse en tierra firme.
En la llanura de tierra solo habita el viento. La inmensidad azul es ahora el cielo que lo cubre todo. A veces viajan en él enormes nubes que avanzan pesadamente o se deshilachan jugando a ser otra cosa, vuelan aves solitarias, majestuosas, o también las hay que forman escuadrillas. Otras veces, el cielo no sostiene nada bajo su infinito y límpido techo cian. El viento rastrilla suelos ocres o mantos verdosos de pequeña vegetación. Quizás algún árbol se resista a su empuje, desafiándolo con su constancia. Pero de esa pugna tan solo brota música. El roce con cada terrón del suelo, con cada hierba, con cada rama mecida, es la sinfonía de la planicie.
Cuánta paz. Tanta paz, que llega a generar el vacío. Y se busca en el horizonte una isla para salvarse de la inmensidad vacía del océano de tierra, antes de ser tragado por él. Las islas son aquí colinas con rostro de eternidad, de mirada amable a la vez que misteriosa, con personalidad propia.
Y así sucedió que me enamoré de una montaña. La montaña que me salvó de la soledad del llano cuando escapaba de las tierras de su océano.
Reminiscencias del mar.

"De Profundis", Miguelanxo Prado

"En la tumba del marinero
nunca florecen las rosas.

Son su única plegaria
las alas de las gaviotas,

y solo tiene por lápida
las lágrimas de su amada
que por su regreso llora.

En la tumba del marinero
solo florece la aurora".

(antigua canción alemana)

sábado, 25 de febrero de 2012

sabia naturaleza

(área de descanso nº 169)
II
Dichoso es el que olvida
el porqué del viaje
y, en la estrella, en la flor, en el celaje,
deja su alma prendida.
(Ars Moriendi, 1922, Manuel Machado)

Sabia naturaleza.
Algo te hiere, ella hace que olvides. Por tu bien.
Si una hoja afilada atraviesa la barrera de tu piel y lacera tu carne, un regimiento de centinelas gritarán. Se retorcerá tu cuerpo, apretarás los dientes. Los nervios llevarán por doquier esa sensación de dolor que dificulte cualquier otro propósito. Quisieras apagar tu llama por unos instantes, desaparecer, volatilizarte, desprenderte de esa armazón que es presa del sufrimiento.
Pero no. Si la herida no es suficientemente grave, los nervios se agotarán, los centinelas bajarán la guardia y los decibelios se reducirán para que puedas volver a escuchar a tu alrededor los mismos sonidos de siempre. Volverá la normalidad (inexistente como tal, pero sugerida por la mente), regresarás al mundo tal y como lo conocías y, aunque herido y condecorado de cicatrices, no sabrás que llevas la pena contigo, adherida pero invisible de tan amortiguada.
Sabia naturaleza.
Y si experimentaras dicha incontenible, también la mitigará para que puedas seguir con tu vida común, sin mayores sobresaltos. Cuando sientas que tu rostro y tu pecho están a punto de reventar por una alegría fuera de control, inyectado ese inocuo veneno por una caricia intangible, sabe que también la gloria será pasajera, no se instalará en ti para siempre, te abandonará la corona.
Sic transit gloria mundi.

Equilibrio. En la naturaleza todo parece tender al sencillo equilibrio. Las montañas se erosionan, los valles se rellenan. Su superficie termina siendo una vasta llanura. La llanura por la que discurre tu camino.
Sabia naturaleza.

"De unas ruinas nacen otras ruinas", Juan O'Gorman, 1949
(témpera al huevo sobre masonite con yeso, 41,3 x 48,9 cm.)