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miércoles, 3 de julio de 2013

campo de pirámides

(etapa 31.13)
"Si una necesidad es satisfecha, entonces aparece otra. Esta afirmación podría dar la falsa impresión de que una necesidad se debe satisfacer al 100 por 100, antes de que aparezca la siguiente necesidad. En realidad, la mayoría de los miembros de nuestra sociedad que son normales están parcialmente satisfechos y parcialmente insatisfechos en todas las necesidades básicas a la vez.
(...) En cuanto al concepto de aparición de una nueva necesidad, después de satisfacer otra predominante, dicha aparición no es un fenómeno repentino e intermitente, sino que más bien aparece gradualmente, paso a paso, desde cero".
(Abraham Maslow, "Motivación y personalidad")

A veces, escucho eso de "tapar agujeros" de boca de quienes reciben un dinero inesperado, cuando se les pregunta qué piensan hacer con él, qué planes tienen para invertir o gastar esa inyección económica. Parece que muchas existencias están demasiado horadadas, como si se tratara de un queso de Gruyère (si acaso es el queso de Gruyère el de los agujeros, que hay quien dice que no). Y no me refiero solo a las cuestiones pecuniarias, sino a cosas realmente más importantes. El dinero se inventó en un momento determinado de la historia de la humanidad, pero los problemas existenciales ya venían de mucho antes. Estos los trae de serie el ser humano desde que aparece en escena. Es fácil de explicar y de comprender: para un bebé, el dinero (por ejemplo) no significa nada, pero sí su necesidad de leche materna, de amor, de cuidados, de atenciones. Y todos hemos sido bebés en algún momento. Incluso nuestras sociedades han sido como bebés en el devenir de los tiempos. Que haya llegado un momento en que, con dinero, se compran objetos y servicios para paliar (o intentar paliar) necesidades o incluso para distraerlas con sucedáneos, es algo poco relevante. Se habla mucho de la pasta, pero el problema de fondo es más trascendente.

El problema de fondo puede ser un problema de vacíos, de rellenar huecos o tapar agujeros. Quizás es a lo que se refería Erich Fromm cuando escribió sobre la separatidad en "El arte de amar". Quizás es que, al nacer, todos llegamos al mundo como si fuéramos envasados al vacío, o como un ordenador con un software básico, pero al que le quedan muchos programas por instalar todavía. Me quedo con la imagen del vacío, porque ya se sabe lo que sucede cuando se abre un envase al vacío: al instante se llena de lo que tenga más cerca. De aire, por ejemplo. Lo cierto es que la principal característica del vacío es su necesidad de ser rellenado, y no habrá equilibrio real hasta que el vacío desaparezca. Los aristotélicos ya predicaban aquello de que la Naturaleza aborrece el vacío, y en particular es seguramente la naturaleza humana la que siente la aversión más profunda por el vacío. Cómo se rellena ese vacío es el leitmotiv de muchas existencias. También es la explicación de muchas adicciones, de infinidad de inseguridades, de múltiples carencias, de gran cantidad de obsesiones... ¿Por qué se dice que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces (y más, seguro) en la misma piedra? Es el retorno a la necesidad insatisfecha, al vacío que no se acaba de llenar.

En mi opinión, quien mejor ha tratado este asunto fue, con toda seguridad, Abraham Maslow. Él propuso una teoría psicológica que se puede concretar en una pirámide o jerarquía de las necesidades humanas, desde las más básicas (precisamente, en la base de la pirámide), las fisiológicas, las que tienen que ver con el soporte vital, pasando por las de seguridad, las de relación, pertenencia y afecto, las de reconocimiento y autoestima, hasta la cúspide, en que se encuentra la autorrealización, quizás el anhelado fin (fin como propósito más que como terminación) de la existencia humana.
Y si hay un tema de importancia capital, puede ser este de la autorrealización. Tanto como se ha hablado de la búsqueda de la felicidad y resulta que la clave está en el recorrido de la pirámide hasta lo más alto. Escribió Maslow que "en realidad, las personas autorrealizadas, las que han llegado a un alto nivel de madurez, salud y autosatisfacción, tienen tanto que enseñarnos que, a veces, casi parecen pertenecer a una especie diferente de seres humanos". Y también: "En última instancia, los músicos deben hacer música, los artistas deben pintar, los poetas deben escribir, si quieren estar en paz consigo mismos. Lo que los humanos pueden ser, es lo que deben ser. Deben ser auténticos con su propia naturaleza". Y esta última cita puede quedar enlazada con esa idea de Mihály Csíkszentmihályi acerca del fluir, desarrollada en su trabajo: "Fluir: la psicología de las experiencias óptimas".
Encontrar un sentido, un propósito, y llevarlo a cabo con la mayor naturalidad posible, respondiendo a la propia esencia sin forzarla ni un ápice, esa sí es una gran manera de vivir.