Mostrando entradas con la etiqueta año-nuevo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta año-nuevo. Mostrar todas las entradas

jueves, 22 de diciembre de 2011

2-mil-12 ya en el horizonte

(cerca de la frontera que separa dos años)

Al acercarme a la frontera entre dos años, ya sé que tendré que pasar por una aduana llamada Navidad. El problema de esta aduana es que su sentido radica en lo individual, pero es imposible captarlo si se ignora lo colectivo. Imagínate la cantidad de situaciones extrañas que esto supone...
Se diría que, en nuestro entorno inmediato, hay dos grupos mayoritarios en que podría dividirse a la gente cuando pasan por la aduana. Todo el mundo tiene que pasar por ella. El tiempo es como esas cintas transportadoras que avanzan en un solo sentido. Estando anclados a ella, resulta imposible detener ese avance constante, por más artificios que se puedan imaginar. Aunque llegaran a funcionar en la imaginación, la realidad ineluctable es la que es. El grupo de los ni fú ni fá debe de ser una minoría, me parece, y por eso lo descarto como uno de estos dos grandes grupos. Se trata de dos grupos opuestos. Uno de esos grupos es el de los que aman la Navidad y el otro es el de los que la detestan. Está claro.

No conozco a ningún niño que pertenezca al segundo grupo (no digo que no los haya), y eso me hace pensar. Es como si de pequeños nos deslumbraran las ilusiones, pero de mayores parecieran frustrarse y dejaran un regusto de amargura... como si la realidad distara mucho del brillo de las ilusiones, como si tuviera la apariencia de una gran estafa, de un gran engaño, de una verdad que no funciona y se sostiene en mentiras.
Yo sigo en el primer grupo, quizás porque mi lado infantil se abre camino de cuando en cuando, pero sin evitar hacer crítica de adónde se ha ido desplazando la aduana. Qué es, cuál era su propósito, y en qué se ha convertido, qué sentido tiene ahora (si es que lo tiene). Veo normal que haya una evolución en la forma de vivir las fiestas, pero me perturba más cuando llegan a quedar huecas de todo sentido. Y al niño que vive aquí dentro sí le entristecería que llegara un año en que la frontera quedara desolada y sin sentido.
Mientras tanto, seguiré buscando ese rumbo cada año. Como actividad individual y sin olvidar que es una experiencia que se vive mejor compartiéndola. Y no dejándola para el final, cuando se termina el tiempo del año, sino etapa a etapa, a lo largo de sus días.

Sin embargo, inevitable hacer balances. Qué año. Terminé el anterior con la idea de poner punto y final al viaje aquí. Luego, empezó el año y era lo último que quería hacer. 27 post el año pasado y con este son 72 en el año en curso. Hasta los números son gráficos para expresar lo opuesto que ha sido la forma de terminar ambos años.
Si me refiero a la trayectoria bloguística, agradezco mucho por todo lo bueno que me ha sucedido en 2-mil-11. Sobre todo, por las grandes personas a las que he tenido el privilegio de conocer y que han llenado de esplendor este espacio. Me faltarían palabras para describirlas y para expresar mi gratitud por recibir tanto de ellas. Solo espero que el próximo año sea, cuando menos, igual de intenso en cada momento del viaje.

Y sí: es una despedida temporal. Ahora viajaré físicamente para reencontrarme con los míos. El blog permanecerá callado hasta el año que viene (es decir, dentro de unos días). Ah, y espero que se puedan resolver, mientras tanto, los problemas de esta semana... Lamentablemente, no he podido dejar comentarios en los blogs de mis amigos... porque google-blogger es así, tiene sus cosillas de vez en cuando, y se lo ha debido de pasar en grande borrándome comentarios recién publicados. En fin, ni así se me puede hacer callar para expresaros todo mi cariño. A veces he pensado en mudarme a wordpress, pero hay un motivo que me retiene aquí: el recuerdo y las sensaciones de todo lo vivido. Me siento como en un hogar que, aunque con alguna avería en las cañerías o falto de una buena capa de pintura, sigo considerándolo un hogar. Es la casa rodante que me cobija en este viaje que un día me vio emprender. Y esa fue mi única pretensión. No la de tener un blog que luciera bonito y todo fuera perfecto, sino una fogata al lado del camino.

Un último aviso para los que también disfrutan visitando al hermano pequeño del viaje: ih8mondays. Como cada lunes, el día 26 habrá nueva publicación. Me lo permite la opción de publicación automática. Así que (pese a la total desconexión que tendré estos días y si nada falla en blogger... cruzo los dedos...) allí habrá una nueva foto, acompañada de una melodía y unas frases.
Gracias por vuestras visitas.

El árbol de Navidad del Cantón coruñés: adiós a la madera, hola al metal
Mi deseo para cada uno es que disfrutéis de unos días llenos de lo que más anhele vuestro corazón.
Que se cumpla ese deseo personal. Pero no lo esperéis, salid a su encuentro y atrapadlo.
FELICES FIESTAS y PRÓSPERO AÑO NUEVO

sábado, 1 de enero de 2011

reset

(área de descanso nº 109)
Ya han pasado más de 3 décadas desde que Quino dibujó la tira cómica que reproduzco aquí arriba (de esta tira cómica, la última viñeta la he añadido para completar la composición y actualizar el mensaje, claro está). Sin embargo, sigue resultando muy actual. Los años pasan pero parece que poco cambia nuestra visión de esos periodos de tiempo que duran lo que tarda en girar nuestro planeta alrededor del sol. Ni tampoco parecen distintos nuestros deseos ante lo que nos puede deparar una terra incognita, pendiente de exploración. Algunos se quedarán por el camino, otros perseverarán aún más allá...

Las 0:00 horas de un 1 de enero es tan buen momento para resetear (nuevos propósitos y cosas por el estilo) como, por ejemplo, las 14:35 de un 17 de abril. Es más, resulta curioso hacer un reset (un reinicio), algo que en código binario es como poner a 0, un día 1-1-11. Cosas que pasan con los ceros y los unos... Pero cada momento es importante: el preciso instante de un cambio de año o un destello dentro de uno cualquiera de sus días. Somos nosotros quienes decidimos darles o quitarles esa trascendencia.

Que los vientos os sean propicios en los mares del 2011. Y, si no, que vuestra pericia navegando sobre sus olas os lleve al mejor de los destinos.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

el año de la amapola

(área de descanso nº 108)
"...iam pridem, ex quo suffragia nulli uendimus, effudit curas;
nam qui dabat olim imperium, fasces, legiones, omnia, nunc se continet
atque duas tantum res anxius optat, panem et circenses".
(Juvenal, Sátira X)

Para la cita del comienzo, estaba en la duda entre la de arriba de Juvenal (¡ay, esas tres palabras finales... tan conocidas y repetidas!) y otra de Karl Marx, no menos conocida y repetida: "[La religión] Es el opio del pueblo" ([Die Religion] Sie its das Opium des Volkes). Ambas me sirven de igual manera. La elegida ha sido la de Juvenal, porque de citar a un Marx siempre he tenido debilidad por Groucho.
Hay coincidencias evidentes que a cualquiera le resultarían difíciles de pasar por alto, además de otras más sutiles o rebuscadas. Por ejemplo: en la alemana Tréveris, ciudad natal de Marx (Karl, no Groucho) a la que los romanos llamaban Augusta Treverorum, se celebra cada año un prestigioso festival romano con el nombre de Brot und Spiele (que en latín se diría panem et circenses). Pero no se trata de hilar tan fino, voy ya con el meollo del asunto.

Si cada año nos deja algo que guardar en la maleta de la memoria colectiva, me pregunto qué nos deja a los españolitos-de-a-pie el casi agotado 2-mil-10. No me refiero a cada uno de nosotros, porque cada cual se llena la maleta con sus propias vivencias, las que son realmente importantes en un círculo más íntimo. Pero, como miembros de un círculo algo menos íntimo al que llamamos España, ¿qué meteremos en esa maleta de recuerdos comunitarios?
Yo no lo sé, pero algo intuyo. Se ha hablado mucho de ello... Incluso en el mensaje de Navidad del Rey se mencionó el triunfo de la Roja en el Mundial de fútbol de Sudáfrica. Esto lo sé porque lo he leído en algún sitio, no es que sea devoto de los mensajes navideños de Su Majestad ("Su" de él). Motivos tengo. Una institución como la monarquía me parece algo bastante retrógrado en una sociedad del siglo XXI y más propia para alimentar chismorreos de la prensa rosamarillenta que para ser útil a la ciudadanía, si hablamos en serio. Además, algo tan soporífero como ese mensaje no debería emitirse tan temprano... uno corre el riesgo de perderse la cena de Nochebuena entre ronquidos.
Pero a lo que iba: de 2-mil-10 nos quedaremos después de todo con el triunfo del equipo de fútbol que lleva el escudo de la RFEF (con la "E" de España, para que saquemos pecho por el mundo, nos sugieren). Que sí, que vale, que nos hemos alegrado con este triunfo, pero nos lo han vendido de forma diferente a lo que de verdad es. Se han cansado de decir que esto era un empujón para ir pa'lante con decisión, el toque de moral que nos permitiría sacudirnos no sé qué complejos, el detonante de una nueva forma de encarar las cosas, el primer triunfo de una serie de muchos... Pero, sinceramente, creo que lo que se insistía en hacer colar como un estimulante no era sino un analgésico. Mientras los de rojo daban patadas a un balón, el gobierno nos anunciaba una serie de recortes sociales. Como guinda, ahora que se acaba el año, nos atizan una subida del 9'8% en los recibos del consumo eléctrico ...y esto por citar algo. En fin, y todos más contentos que unas castañuelas porque unos niños mimados que parecen vivir al margen de la realidad han ganado una competición deportiva. Esto no es nuevo: en las antiguas civilizaciones, a quienes participaban y resultaban victoriosos en juegos olímpicos y eventos por el estilo (siempre dedicados a las divinidades) se los recibía en sus lugares de origen como semidioses. Y, ahora, estos son nuestros dioses y los estadios nuestros templos, no es algo casual, viene de lejos. Decía Marx (Karl, no Groucho) en 1844, en Kritik des hegelschen Staatsrecchts: "La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo". Ahora, cambien ustedes solitos "religión" (y sus derivados) por "fútbol" (y sus derivados correspondientes) en la cita anterior y díganme si cambia su sentido más profundo. ¿A que no?

Bueno, para rematar la faena, los de Nike (y disculpen ustedes la publicidad gratuita) se han lucido un pelín con un spot como este (lo de "se han lucido" es un posible juego de palabras de no muy buen gusto):

"Trabaja y esfuérzate -nos exhortan tres de los dioses de nuestro creciente panteón-, con humildad y con respeto, lucha contra la oscuridad. Sé la luz que dicen que hemos perdido". Y el texto final apostilla: "Brilla. Ilumina tu país".
Que sí, majetes (ejemmm... perdón, quiero decir excelsos señores nuestros), que ya brillamos todo lo que podemos y nos dejan. La luz no la hemos perdido, sólo tenemos que pagarla más cara. Y como es cuestión de energía, si ya dábamos el 100% de nuestras energías en esta lucha contra no sé qué o quién (si sé, pero digo que no sé), ahora tendremos que dar el 109'8% de nuestras energías, para que no se diga. De paso, seguiremos leyendo y escribiendo blogs y nos costará un 9'8% más, pero no pasa nada, que para eso estamos. Lo importante es que la Roja ha ganado y todos somos muy felices y tenemos el ejemplo de unos chavales que con su esfuerzo han ganado unos sueldos multimillonarios, unas primas de escándalo y una copa dorada muy chula. Todos podemos tratar de imitar esta hazaña [fin del ironic mode].
Y, si no, a seguir viviendo la cruda realidad bajo los efectos de esta adormidera roja que tan bien le viene a los gobernantes (¡qué listo eras, Juvenal!). No seamos cenizos y no pensemos tanto en el poco halagüeño futuro que llega de la mano de 2-mil-11. Ya dijo Marx: "¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?" (esta vez, la cita sí es de Groucho).

En momentos como estos, a quienes envidio un montón es a los chilenos. Ellos tendrán un rescate de mineros para guardar en la maleta de este año. No es que envidie las catástrofes, sino el modo de superarlas. Y, olé por vosotros, amigos chilenos, en un año en que vuestro país sufría una devastación terrible a golpe de terremoto, todavía os ha quedado la fuerza precisa para subir a los vuestros hasta arriba y la energía necesaria para iluminarnos a todos con un rescate de esos que tocan la fibra.
No habéis ganado el Mundial de fútbol ...ni falta que os ha hecho.

miércoles, 20 de enero de 2010

una puerta se cierra

(87ª parada)
"(...) De todo árbol del huerto comerás; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás".
(Libro del Génesis, cap. 2: 16-17)

Si tuviera que decidir qué apartado fue, en mi opinión, el más sencillo del temario de estudio para el examen teórico del permiso de conducir (¡qué tiempos, aquéllos!), no tengo ninguna duda de que el capítulo de las señales de tráfico me resultó de lo más fácil. Sin embargo, lo tendría muy complicado para explicar por qué siempre me han provocado más tirria las señales de prohibición (esas redonditas con el borde en rojo) que las de obligatoriedad (las redonditas azules). A fin de cuentas, una prohibición impide hacer una sola cosa pero permite el resto, mientras que una obligación permite una sola cosa y, por tanto, implícitamente prohíbe el resto. Dicho con un sencillo ejemplo: si en un cruce al que convergen seis calles (además de la que me lleva hasta él) una señal de las circulares rojas me prohíbe tomar una de las salidas, quiere decir que me quedan otras cinco para elegir. Pero si me ponen la señal azul que me obliga a seguir, sí o sí, sólo por una de las calles, entonces es que tengo prohibidas las otras cinco opciones y no queda más tutía que tirar pa'lante por la de la flechita blanca en fondo azul. Está claro.

Se me ocurría esto a propósito de las señales que nosotros mismos nos vamos poniendo en el viaje de la vida. Y que, en este transitar, no sé por qué, también solemos preferir las obligaciones a las prohibiciones. No es que las obligaciones nos parezcan algo excelso, que no es así. Por el contrario, es seguro que las palabras obligación y prohibición no están en el top-thousand (así, sin exagerar) de ninguna lista de palabras predilectas. Supongo que esa ventaja que lo obligatorio le lleva a lo prohibitivo en nuestras preferencias será algún tipo de instinto muy bien incrustado en las neuronas humanas o algo por el estilo. Lo que parece cierto es que nos suele fastidiar mucho la palabra NO y todo lo que se le parezca. A veces basta un NO para que nos empeñemos en insistir en aquello que se nos niega...

¿Qué pensar, entonces, cuando se cierra una puerta?
Bueno. El tiempo, por ejemplo, no hace más que cerrarnos puertas. Puertas al pasado. Se cerró la puerta del 2-mil-9. Si algo quedó por realizar, si algo hubiera que rectificar en él, si algo se deseara recomponer... esa puerta ya se cerró. Nada hay que hacer. Las puertas abiertas, de existir, siempre están hacia delante pero nunca hacia atrás.

Por otra parte, pienso que no es tan mala cosa que se vayan cerrando puertas. En ocasiones, coceando contra aguijones, nos obcecamos como borriquillos frente a una hoja entreabierta, que permite ver algo más allá, pero cuyo umbral no somos capaces de atravesar, por más que lo intentamos... Puede ser una buena noticia sentir el portazo definitivo que apague el brillo de esa ilusión insensata. Y, a medida que los ojos se van acostumbrando a la nueva oscuridad, tal como si el sol repentinamente hubiera perdido su fulgor, comienza a vislumbrarse un tenue titilar, cada vez más nítido, de multitud de estrellas de oportunidad. Multitud de puertas abiertas que habían sido eclipsadas por la luz del día de la elegida obligatoriedad, pero que en la noche de la prohibición, quizás autoimpuesta, forman maravillosas constelaciones de futuros venturosos.
.

martes, 22 de diciembre de 2009

weltschmerz

(86ª parada)
"La esperanza que se demora es tormento del corazón;
Pero árbol de vida es el deseo cumplido".
(Libro de los Proverbios, cap. 13: 12)

En la película Matrix reloaded (la segunda parte de la trilogía futurista de los Wachowski) se puede presenciar un diálogo delirante entre el Arquitecto (el malo-malísimo, ¡como no podía ser de otra forma!) y Neo (el 'elegido' y esas gaitas). Más que un diálogo es casi un monólogo del colega, que no para de largar una cantidad de cosas... Monólogo que, aunque pretende explicar el sentido de todo ese montaje, parece elaborado para tener que tragárselo unas cuantas veces si se quiere entender el meollo del asunto. Se puede intentar hacer una prueba de concentración pinchando AQUÍ. Avisado estás.
En fin, que hay un momento en que el Arquitecto plantea un serio dilema a Neo: deberá elegir entre Zion (la ciudad de los humanos que quedan) y Trinity (la chica por la que Neo anda enchochadito). ¿A quién rescatará el elegido? Después de un instante de duda, Neo se lanza hacia la puerta que le llevará a salvar (o intentarlo, al menos) a Trinity... ante lo cual, el Arquitecto no puede contener una frase muy interesante:
.
La esperanza: la quintaesencia del engaño humano que es, al tiempo,

la fuente de vuestro mayor poder y de vuestra mayor debilidad.
.

Razón no le falta al tipo. Por ejemplo, ahora que termina el año, habrá un montón de gente haciendo cábalas sobre cómo será 2-mil-10, sobre qué se podrá esperar de él, si será mejor o peor que el anterior... y un largo etcétera. Esperanzas...
Imaginamos un mundo en que se cumplen nuestras esperanzas y despertamos a un mundo en que estas expectativas no están cumplidas. Quizás una solución esté en esa sentencia acuñada por Audrey Hepburn: "La vida no puede defraudarme, porque no espero nada de ella". Quizás sí o quizás no, porque también es cierto que la esperanza es la fuente de nuestro mayor poder y es una pena privarse de un motor tan potente.

No lo sé. Cada uno decidirá cómo quiere afrontar el nuevo año: esperando o sin esperar nada. En cualquier caso, lo más sensato (ya se espere o no se espere) es salir al encuentro de lo que pueda venir. Porque esperar no sólo es quedarse sentado en una silla a ver qué pasa ...que también es una forma de esperar, pero bastante inconsciente. Mejor será esperar (si es que se decide mantener la esperanza) o no esperar (en caso contrario) en actitud de búsqueda activa.

Decidas lo que decidas: no caigas en weltschmerz. Es un término alemán (parece que estos palabros teutones son muy del gusto de la Psicología) que, en el compacto estilo de esta lengua, podría traducirse literalmente como "mundo-dolor". Describe un estado de ánimo de abatimiento o tristeza que se experimenta cuando se compara el mundo real tal y como es con el hipotético mundo idealizado. Una visión pesimista que puede instalarse en nuestra mente sólo con ver los informativos, por ejemplo. ¡Qué difícil es que el mundo real pueda equipararse al mundo tal como lo deseamos en nuestra imaginación! El camino de esta tristeza podría llevar a una depresión y resignación nada beneficiosa, desde luego.
Y ahí estamos: debatiéndonos entre ese positivismo que nos lleva a esperar que una situación se resuelva de la mejor forma posible (¡maloserá! decimos en Galicia) y la maldita Ley de Murphy que nos hace temer lo peor en cada caso.

Bueno. Hasta aquí ha dado de sí close2u en este 2-mil-9. Ahora me despido hasta el año que viene. Cosas del calendario... si dividiéramos los años de otra forma (por ejemplo, en los solsticios o equinoccios) no diría esto hoy; pero tenemos la costumbre de separarlos entre el 31 de diciembre y el 1 de enero ...un capricho como cualquier otro. Estaré de viaje y desconectado de la red de redes en los próximos días, visitando a mi familia en Castellón. A la vuelta, leeré tus posts, responderé a tus comentarios: ¡prometido queda! De momento, con una mano al teclado y la otra cerrando la maleta, no tengo el sosiego necesario para deleitarme con tranquilidad en lo que has escrito. Cuando vuelva a casa, sí podré leerte con calma.
Mientras tanto, ahí tienes el mundo: déjalo tal como está, si te parece bien así, o haz lo posible por mejorarlo, si lo crees necesario. Haz lo que esperas. Y hazlo sabiendo que el mundo ideal que imaginas nunca existirá, pero sí que puedes acercarte hacia él aunque sólo sea un palmo más allá desde esta misma realidad. Está en tus manos.

Que pases estos días lo mejor posible, vestido con la más auténtica y encatadora de tus sonrisas.

martes, 6 de enero de 2009

volver a empezar

(62ª parada)
“Y aunque tu inicio haya sido insignificante, tu futuro prosperará en gran manera”.
(Libro de Job, cap. 8: 7)

El título: igualito que el de la primera película española oscarizada, aquella de Garci. Pero con el argumento que cada cual quiera ponerle. Curiosa costumbre, ésta de empezar cada nuevo año un 1 de enero. No coincide con ningún solsticio ni equinoccio. No es el día de una gran fiesta señalada. No se conmemora nada que fuera vital para el desarrollo de la Humanidad... Eso sí, queda muy bien empezar un 1 de enero. Mejor que un 8 de abril, por decir un día al azar (que habrá ochos de abril muy importantes para alguien, seguro). Trato de ponerme en el pellejo de un extraterrestre que observara ese júbilo y centelleo de fuegos de artificio y luces variadas, de campanadas, canciones y algarabía, extendiéndose en la noche como una oleada que recorriera los husos horarios a la velocidad de la rotación terrestre. Supongo que me sentiría algo perplejo por esa casi unanimidad para celebrar algo relativamente trivial, cuando luego faltan y faltan acuerdos para cosas muchísimo más importantes. En fin, un día es un día (o “se hundía, se hundía...”, como decía aquel otro). Aquí estamos, deseándonos felicidad... como si la felicidad fuera el resultado de un sorteo que toca a algún que otro afortunado de los que compran boleto, como si no se pudiera hacer por alcanzarla nada más que quedarse esperándola. Los más listos saben que la felicidad no es amante esquiva, sino que se puede cultivar en el jardín interior (aun independientemente de los temporales de afuera) y verla florecer a diario. Pero hay que trabajárselo. Así que yo no voy a desearos felicidad, sino, más bien, que la cultivéis.

Una forma interesante de ponerse manos a la obra con ese sembrao, sería recomenzar. Puede que haya que comenzar desde cero o puede que no, pero siempre hay algo nuevo que emprender o algo viejo que retomar. Recuerdo una frase de Norman Rockwell cuando ardió completamente su estudio en Arlington: “En parte, el fuego fue beneficioso... se llevó por delante muchas telarañas”. A veces, nos quedamos lamentándonos por la desgracia que merodea alrededor o nos quejamos por tantas cosas que van mal, pero pocas veces estamos dispuestos a desterrar esas ideas preconcebidas, hábitos viciados o incluso comodidad de acción y pensamiento, que nos impide progresar hacia mejores cotas. Como diría un filósofo de la calle, preferimos involucrarnos a comprometernos. Lo que pasa al preparar unos huevos con beicon (vamos: panceta de toda la vida): la gallina se involucra, pero el cerdo se compromete. Así, nos ahorramos ingresar en el hospital durante una temporada por tratar de mediar en un caso de maltrato (aunque hay quien lo hace), no tenemos que ir en persona a socorrer a nadie de la más absoluta indigencia con el riesgo de perder la propia vida o recursos (aunque hay quien lo hace), podemos escribir acerca de lo que se debería hacer, en lugar de ser consecuentes y actuar (aunque hay quien hace esto último) ...y un largo etcétera con el que me pego un tirón de orejas. No soy yo nadie para decir a los demás lo que deben o no deben hacer. No es ése mi cometido. Por eso pido que no se me tomen estos pensamientos en voz alta (en letra escrita) como un reproche para nadie que no sea yo mismo. Sobre todo, porque es a quien más conozco y con quien me puedo permitir este tipo de licencias.

Y así estuve estos días de despedida y bienvenida de año: recomenzando. La edad de piedra fue un buen lugar para recomenzar. Me convertí por unos días en mi propio abuelo. Es decir, el padre de mis padres. Y puedo asegurar que me he sentido inmensamente feliz. Prepararles la comida, cuidarles, sacar a mi madre a pasear (que tanto necesita moverse, aunque se resista), llevarles ilusión y algún que otro consejo, animarlos a mejorar y que no permitan la victoria de las depresiones... Hace un tiempo, no estaba preparado para esto. Me desesperaba, me superaba, me tenía desarmado... No podía (no quería) ni imaginar a mis padres en semejante estado. Pensaba: ¿tendrá que ver la crisis de los 40 (tan cercanos) con el relevo generacional? Pero una vez asumida la situación, desterrados los lamentos y acopiados los recursos en la mente, se tiene la claridad y sencillez para ser útil. Y cuidándoles y haciendo algo por ellos, ellos me han cuidado y han hecho algo por mí. Siempre lo harán: son mis padres. Y otra vez he sido su hijo, el que vivía con ellos, aunque fuera por unos días. Ha sido hermoso volver a empezar.

Un día de los que pasé en Castellón, en casa de mis padres, encontré en un cajón unas fotos de hace bastantes años. Me hizo gracia ver de qué manera va pasando el tiempo... madreeeeé... Y no sé cómo hago yo que no tengo estas viejas fotos de familia. Así que, con los medios de los que disponía, hale! a digitalizar esas instantáneas familiares para mi colección personal. Apenas tengo fotos mías, ni pasadas ni actuales. Y no sé por qué, con lo que me gusta la fotografía (o quizás por eso, que siempre estoy al otro lado del objetivo). Y aunque siempre he sido bastante reservado en este blog acerca de mis cosas más personales (y lo sigo siendo), por esta vez, y ya que estoy compartiendo algunas vivencias de estos días, voy a pegar aquí parte del botín-gráfico-navideño-castellonense de mi propio pasado.

(click en la imagen para ver grandecita)
En la foto 1: mis abuelos maternos. Mi abuela materna (y madrina) falleció hace un par de años, un diciembre. Con su muerte, me quedé sin abuelos. Mi abuelo materno había muerto mucho antes (creo que yo tenía 7 u 8 años, no recuerdo bien). Ahí se lo ve... con su bastón, por culpa de las heridas de metralla de las que nunca acabó de recuperarse y que sufrió en la guerra civil, esa mierda de la que tanto nos gusta discutir todavía y que tuvieron que padecer dos o tres generaciones de españoles. También fue a causa de esa mierda que un aragonés de cerca de Zaragoza y una gallega de cerca de Ferrol se acabaron conociendo en el hospital y voilà! primer acto de nuestra carambola familiar. En la foto 2: esa bolita gorda en brazos de mi yaya soy yo. Mi madre sostiene a no sé quién (porque a mi hermana aún le faltaban 4 años para aterrizar por estos lares). El nene de la corbata y los pantalones cortos (jajaj qué elegancia) es mi hermano mayor. La nena de al lado es hija del señor de traje oscuro que parece mirarnos desde atrás, un hermano de mi abuela. Sobre lo que se celebra: ni idea, créanme. Posiblemente, el bautizo de la criatura desconocida. Foto 3: cumplo un par de añitos. De esta foto he visto varias versiones, pero sólo encontré ésta en la que me hace eclipse de cara la mano del doble de Picasso (eclipsado, a su vez, por los restos del botellón). Me gusta de todas formas. Uno de los piropos más majos que me han dicho en esta vida (mi amiga A) fue que le gustaba mi sonrisa, porque es una sonrisa con la mirada. Creo que tiene razón. Ya me lo noto en esta instantánea: me imagino la sonrisa picarona que tengo ante esas velas que voy a soplar. Por cierto, el doble de Picasso es mi abuelo paterno. Detrás de mí, una prima mía (sobrina de mi padre). Mi abuela de pie (y con ese mandil de gallega-gallega) y un familiar de mi padre a la derecha de la foto (no recuerdo bien su parentesco). En la foto 4: mamá y los tres hermanitos. A mi padre, que no sale en ninguna de éstas, le debe de pasar como a mí: que está siempre al otro lado del objetivo. Sintiéndose orgulloso de su familia, seguro. Aunque a su manera, claro. En la reserva, calladamente. Más de una vez me hubiera gustado que fuera más abierto expresando sus sentimientos de cariño, pero también he aprendido que (como escribió Shakespeare) Descubrirás que sólo porque alguien no te ama de la forma que quieres, no significa que no te ame con todo lo que puede. Porque hay personas que nos aman, pero que no saben cómo demostrarlo... El de abajo con sonrisa picarona ya sabéis quién es. Por los cortes de pelo de ambos hermanos varones, diríase que la producción de tazas en el país iba viento en popa a toda vela. Bien. A los dos elementos que me flanquean en la foto los eché mucho de menos estos días... No fue posible reunirnos. Seguramente, este año nos desquitaremos. Son personas geniales, de quienes lamento no haber disfrutado y aprendido más en los años pasados. Pero nunca es tarde.

En fin. Lo que me pasa un día que no tengo muchas ganas de escribir cosas elaboradas y bien estructuradas es que el lector desprevenido que se deje caer por aquí puede encontrarse con estas zarandajas. Y quedarse con la misma cara que un pavo escuchando una pandereta. Bueno, como decía al principio: “se hundía, se hundía...” y otro día, otras cosas.

No quería terminar sin dejar una cancioncilla, de ésas de recomenzar. Hay una que me gusta mucho y que siempre me ha dado bastantes esperanzas, porque demuestra que hasta los tipos más tristes por naturaleza se pueden permitir una alegría en la vida.


Al lado también de unos amigos tan queridos como vosotros.
Que sepáis que estuve de viaje, pero os llevé en la maletita de mi corazón.

lunes, 22 de diciembre de 2008

en la edad de piedra

(61ª parada)
"Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría".
(Sefer Kohelet, cap. 7: 10)

No sé qué tienen estas fiestas que te las avisan y te las avisan desde noviembre, pero cuando llegan te acaban pillando siempre de improviso. Aquí estoy, como loco, ultimando cada cosa antes de salir de viaje mañana. Lo de cada año, a ver a mi familia. Este año, lo diferente es que apenas estaremos mis padres y yo, nada más. A mis hermanos, sobrinos, etc. no los veré en esta ocasión. Los voy a echar mucho de menos.

En realidad, es como si me preparara para un viaje en el tiempo. A la edad de piedra, más exactamente. Una especie de aversión tecnológica de mis progenitores (a veces corriente entre los humanos de cierta edad), les tiene desconectados de la cosa esa llamada internet. Así que me dirijo hacia una desconexión total que me tomaré como unas vacaciones (obligadas). No voy a pensar demasiado en los e-mails que se amontonen en las bandejas de entrada respectivas, en las urgencias, en los avisos... y me voy a centrar más bien en algunos libros (sí, esos de papel y tinta) que me voy a llevar para que acompañen en algún que otro paseo o cuando, a lo que para mí es media tarde pero para mis padres es noche cerrada, se les empiece a desplomar la cabeza hacia los lados.

Lo que sí echo siempre de menos es participar del ambiente bloguero en estos días. Me siento un poco mal por el poco tiempo que he dedicado en los últimos días a mis compañeros de viaje. Siempre he pensado que, de todos los regalos que se pueden hacer, el del tiempo (la dedicación) es el más valioso. A fin de cuentas, ¿hay algo más personal e intransferible? Aunque parezca una contradicción decir que el tiempo es lo más importante y que os estoy dedicando muy poco últimamente y que, a pesar de ello, tengo un cariño inmenso por cada uno de vosotros (y cada vez más), aceptadme la contradicción como procedente de este tipo con tendencia a descoordinarse de cuando en cuando. Espero que un buen reajuste de cables y tuercas me deje bien operativo para afrontar 2009.
Recuerdo cuando empezamos este año que ya se acaba. Podemos echar un vistazo atrás y tratar de encajar nuestras expectativas de entonces con la realidad actual. ¿Ha habido coincidencias? ¿El camino es totalmente diferente? En fin... no sé. Ahora volveremos a proyectarnos hacia 2009 y veremos si cuando termine el año hemos acertado o no.

En cualquier caso, las corrientes del tiempo siempre nos llevan hacia adelante, a lugares incógnitos, a situaciones siempre novedosas, a aventuras muchas veces insospechadas. Allá donde os encontréis, deseo para cada uno de vosotros que obtengáis lo mejor y que alcancéis la felicidad.

Nada más por ahora. Si veis que no respondo en un par de semanas, es normal. Parece ser que el tam-tam aún no consigue colarse entre las redes wifi.
Hasta la vuelta. Os quiero muchísimo y os llevo conmigo, aquí, en el corazoncito. Una vez más, muchas gracias por ser tal y como sois y por estar siempre ahí.

.

domingo, 6 de enero de 2008

"¡traed madera! ¡traed madera!"

(22ª parada)
"Para el Señor un día es como mil años y mil años como un día".
(2ª Epístola de San Pedro, cap. 3: 8)

Pues como Groucho Marx en Go West. Había que poner en marcha el blog este año y recuperar los ya 6 días de ventaja que me lleva 2008. Ya sé que esto no es lo mismo que arrancar unos altos hornos, así que no creo que haga falta tanta leña (¡...ni de lejos!). Pero es que me ha agarrado la pereza navideña y me la voy a sacudir con la hoguera que estoy montando. Es un pequeño fuego para calentarse las manos en esta primera parada del año ...y ni siquiera es mío: se lo tomo prestado a Quino, de su Mafalda volumen 9. En tres actos. Ahí va el primero:

Antes del segundo, y entrando el calor, me gustaría agradecer por los mensajes recibidos en el último post que dejé antes de las vacaciones. Bueno, me gustaría y lo hago: os doy las gracias por todo el cariño que va acumulando close2u. Lo cierto es que habéis convertido este blog en un lugar en el que me siento muy a gusto. Os lo debo por completo.

Y, para introducir el tercer y último acto, sólo añadir que sigo con mi propósito de ver la vida con ojos llenos de alegría y entusiasmo. Quiero seguir riéndome cada día. Ver lo bueno en los demás y dar todo lo bueno que pueda cultivar en mí. Afinar mi persona, como quien cuida sus herramientas para hacer un buen trabajo. No es difícil si se cuenta con buenos amigos. Ellos te inspiran para ser mejor persona, ¿verdad? :)

Pues éste es el mensaje para el nuevo año: 2008 espera que seamos mejores. Por mi parte, espero no defraudarle, porque en esto coincido con el bisiesto que recientemente hemos inaugurado. Y ahora, el horizonte de mi viaje se ve despejado. No porque no haya sombras desperdigadas que no dejen ver en algún momento o curvas demasiado cerradas que llegaran a inspirarme dudas, sino porque tengo ilusión por recorrer cada día del camino. Y reanudo la marcha, aun antes de que se extinga el último de los rescoldos. Hasta pronto.