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jueves, 2 de junio de 2011

conformistas por naturaleza

(área de descanso nº 133)


conformar
(Del lat. conformāre)
1. tr. Ajustar, concordar algo con otra cosa. U. t. c. intr. y c. prnl.
2. tr. Dar forma a algo.
3. tr. Econ. Dicho de un banco: Diligenciar un cheque garantizando su pago.
4. intr. Dicho de una persona: Convenir con otra, ser de su misma opinión y dictamen. U. m. c. prnl.
5. prnl. Reducirse, sujetarse voluntariamente a hacer o sufrir algo por lo cual se siente alguna repugnancia.
6. prnl. Darse por satisfecho.
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Vivimos creyéndonos nuestras propias ilusiones [1]. Bueno, no. No nuestras propias ilusiones, sino las de la manada, que tampoco tendrían por qué ser las nuestras. Lo serían en el hipotético caso de que pudiéramos elegir exclusivamente por nosotros mismos, de forma voluntaria y consciente partiendo de cero, lo cual no tiene sentido si consideramos que nacemos absolutamente dependientes y que nuestra naturaleza es indiscutiblemente social. Y aunque en principio no son nuestras por elección (sino por una imposición de la que no somos conscientes), nos hemos conformado a/con ellas con absoluta naturalidad, al punto de que nos resulta dificilísimo cuestionarlas.

La tendencia natural es la de creer que hemos elegido el camino por nosotros mismos, pero cada vez soy más pesimista realista al respecto: el grupo en el que comenzamos nuestra andadura, por el simple azar de la vida (así son las cosas: nadie elige cómo ni dónde nace, ni otras circunstancias de sus primeros años), es el que ha puesto en nosotros el guión básico de nuestra particular cosmovisión, que se irá completando con matices. Apenas matices. Elegiremos a partir de entonces pertenecer a aquellas manadas en que sintamos que nuestra estructura mental no deberá experimentar grandes cambios. De lo contrario, tendríamos que transformarla dolorosamente según otros patrones. Por eso, escucharemos lo que ya deseamos escuchar (que es lo que encaja en esa forma prediseñada), leeremos lo que ya deseamos leer (que es lo que encaja en esa forma prediseñada), etc etc... y, por el contrario, rechazaremos todo aquello que no encaje en esa forma prediseñada. Nuestras gafas para ver la vida tienen un color determinado y nuestras visiones estarán teñidas por ese color.

Una manada presionará siempre para que adoptemos sus colores propios y, por más que violente nuestras entrañas, si nos encontramos atrapados en esa manada, no nos quedará más solución que hacer de sus colores los nuestros. Por esto nos resulta tan difícil cambiar de manada (y de opinión): porque nos exponemos a la desagradable experiencia de ver removidos todos los moldes en que nuestra mente ya ha encontrado acomodo. Es más fácil seguir manteniendo una idea antigua, aunque no funcione (si nos demuestran lo errada que está, lucharemos contra esa demostración con uñas y dientes), antes que reemplazarla por una nueva que sea correcta pero contraria a nuestra cosmovisión. Más fácil ...y más necio.

Sin embargo, sucede en la vida (puede suceder) que un balonazo [2] en las gafas destroce las lentes de colores que llevamos delante de los ojos y quedemos así expuestos a una distinta visión de las cosas, sin la distorsión con que siempre las habíamos visto. Un fogonazo de objetividad. Esto solo puede suceder, empero, lejos de la presión de la manada, que siempre volverá con unas gafas nuevas a imponer su visión oficial del mundo y su particular enfoque. Una vez más, la subjetividad grupal poniendo freno a visiones más (nunca completamente) objetivas.
Esa anulación de la subjetividad personal por la subjetividad grupal fue demostrada en el experimento de Asch (un interesante vídeo acerca de este experimento puede encontrarse AQUÍ), al tiempo que el experimento de Milgram nos da las evidencias de hasta qué punto el individuo puede llegar a obedecer ciegamente a la autoridad de la manada. Evidencias que resultan muy difíciles de negar, aunque pocas veces asumimos que este es el telón de fondo de muchas de nuestras actitudes y creencias más arraigadas.

No quiero robarte más tiempo con palabras. Pero si tienes 10 minutos para dedicarlos al siguiente vídeo, te garantizo que será tiempo bien empleado. Las conclusiones de la parte final pueden animar a interesantes reflexiones que siempre son necesarias. Cualquier momento (y sobre todo los más convulsos) es tiempo de cuestionar con rigor el grupo al que pertenecemos y no asumir sus  directrices por más correctas que, en apariencia, se presenten ante nosotros.

vídeo con audio en inglés y subtítulos en castellano (por defecto)
si no se pueden ver los subtítulos, hay que activarlos en el botón "subtítulos"
(en la barra inferior del reproductor de vídeo, en la parte derecha)

[1] "ilusión" en el sentido más inmediato de la palabra, es decir: "concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos".
[2] aunque "balonazo" suena a un impacto que sucede en un momento determinado, puede tratarse también de una acumulación de momentos, un despertar motivado por experiencias sucesivas que nos hacen cuestionar las "verdades" de la manada.