"Mamá siempre decía que tienes que dejar atrás el pasado antes de seguir adelante.
Creo que fue por eso que corrí tanto".
(del film "Forrest Gump", con guión de Eric Roth y dirección de Robert Zemeckis)
No sé si la vida será como un gran naufragio, pero se le parece.
A la playa de la remota isla del presente van llegando, de forma imprevista, los restos de un pasado engullido por el océano del tiempo. La orilla se llena, de cuando en cuando, de objetos que han ido perdiendo su lustre, incluso su sentido. Qué distintos se ven ahora que han sido vomitados por las olas. Qué absurdos yaciendo entre la arena, enredados de algas, atacados por la herrumbre, arrollados y mecidos por la espuma del mar... Ya solo sirven para construir quimeras.
Como un juez del destino, el mar se tragó en su resaca el lastre del pasado. Y ahora, en su borrachera, lo devuelve con impertinencia. Asoma su rostro en el momento inesperado. Por más que se limpia la playa, después de tanto trabajo vuelve la marea a sembrar de dudas el presente. Rara vez el panorama está completamente despejado.
En ocasiones, el flujo y reflujo de las olas traen otra propuesta. Algo simple pero esencial.
La visión del inicio, el origen. El retorno al lugar donde todo comenzó, donde se generaron las ilusiones, donde se era más auténtico, sin la pátina de las decepciones, de la frustraciones, sin el desgaste de la rutina, sin erosión ni corrosión. El retorno al lugar donde se iba aprendiendo, donde todo estaba por suceder. Regresar al instante de la frescura, a la fuente de las energías. Sembrar de nuevo el campo de los sueños.
Persiguiendo con afán la originalidad, no confundiéndola con la extravagancia; sino que, al degustar su etimología, se pueda revivir el espíritu de los orígenes.
Dejar atrás el pasado y poner el contador a cero.