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domingo, 28 de septiembre de 2008

dicebamus hesterna die...

(retornando a este viaje)
“¿No ve él mis caminos, y cuenta cada uno de mis pasos?”

(Libro de Job, cap. 31: 4)

Con latines me fui y con latines vuelvo. La casi-que-archiconocida cita que se traduciría como un “Decíamos ayer...” o “Como decíamos ayer...” (aunque, más bien, la traducción correcta estaría próxima a algo así: “Como decíamos en días pasados...”) se atribuye a Fray Luis de León a quien, en el día de su retorno a la Universidad de Salamanca, quizás no se le ocurrieran otras palabras para comenzar su clase o quizás ya las hubiera ido imaginando en los días de añoranza de su cátedra salmantina. El fraile había tenido la ocurrente idea de traducir (sin autorización) del hebreo a una imberbe lengua castellana el libro bíblico del Cantar de los Cantares, con lo que la Gestapo del momento (es decir, la “Santa” Inquisición) se le echó encima al bueno de Fray Luis por tamaña desvergüenza. Vayan ustedes a saber por qué el texto bíblico ha sido tan prohibido y encerrado por la iglesia medieval, que consideraba pasable que se lo leyera en latín (aunque, ¡ojito, nada de formular interpretaciones!), pero ya era algo intolerable que se lo tradujera a una lengua que la gente común pudiera comprender. Imagino lo “peligroso” que puede ser el Cantar de los Cantares en versión popular... ¡Brrrrr, qué terrorífico! ¡Sexo en abierto para el pueblo llano!
En fin, que el proceso se fue alargando más de lo necesario y la bromita le costó a Fray Luis la friolera de cinco años en el dique seco. Y entre rejas del 27 de mayo de 1572 al 7 de diciembre de 1576. Finalmente, el día 30 fue recibido triunfalmente en Salamanca y la Universidad le concedió una cátedra de Escritura (había sido anteriormente catedrático de Teología), de la que tomó posesión iniciando sus explicaciones con la célebre frase, un 26 de enero de 1577.
Parece ser que en una de las paredes del calabozo del Santo Oficio apareció escrita esta décima, que vaya usted a saber quién será el autor (sí, seguro que es ése en quien se está pensando):

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
¡Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y, con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa,
ni envidiado, ni envidioso!


Aquí, el que escribe no ha estado traduciendo Cantares, ni apresado por la policía de ningún signo político ni religioso, y ¡qué rayos! tampoco he estado tanto tiempo fuera... apenas dos meses y medio. Ha sido una ausencia bien aprovechada, pero ya caerá alguna pincelada algún otro día. Hoy, ya no.
Por el momento, he estado quitando las telarañas que se han ido formando en los rincones del blog, limpiando la capa de polvo que se ha ido depositando por doquier y tratando de hacer un balance de daños ocurridos en estos días de distancia. De momento, me doy cuenta de las despedidas definitivas (eso parecen) de Ybris y de Tormenta, y de la invasión del blog de Chalá perdía, que es como otra desaparición. Por otra parte, Nerea, P, sib, Álvaro y fesnan siguen sin escribir nada de nada desde antes de mi partida. Espero que todo les vaya bien y que, simplemente, estén de temporal descanso bloguero. Ya me iré poniendo al día.

Agradezco mucho los comentarios que habéis ido dejando en el blog. Perdonad si no he respondido... lo que pasa es que no estaba. Y también gracias a quienes se han acordado de mi cumple (por eso de las Perseidas) y me han felicitado. Ya he llegado a la edad patito. Lo digo por lo de cuá-cuá: cuasi-cuarentena (es decir, 39). Y porque sí y porque me apetece, me dedico este vídeo de unos paisanazos de mi patria chica que cantan algo como si me estuvieran leyendo el pensamiento.