A comienzos de junio de 1896 Boquiñeni y Ejea de los
Caballeros se vieron conmocionados por la terrible tragedia acaecida en la
barca-pontón que cruzaba el río Ebro, a la altura de la primera de esas
localidades.
Los periódicos zaragozanos dieron amplia información sobre
lo ocurrido, cuando ya era de noche. Tres pastores de la ganadería de toros de
Ripamilán, llegaron a la margen derecha del río con los mansos con los que habían
llevado a Teruel las reses que se lidiaron en una de las corridas de la Feria
de San Fernando.
Nada más llegar a la orilla, los mansos cruzaron el río a
nado hasta alcanzar el soto, propiedad de D. Javier Ramírez, situado al otro
lado y en el que pastaban habitualmente. Al verlos llegar, el guarda mandó a su
hijo a buscar a los pastores con el pontón, en el que embarcaron los tres con
dos “caballerías menores” que llevaban.
Cuando el pontón se encontraba en mitad de la corriente, las
caballerías se movieron a un lado de la embarcación y la hicieron volcar.
Inmediatamente se hundió, pereciendo los pastores y el hijo del guarda, así
como una de las caballerías, pues la otra se salvó nadando. Los tres pastores
eran de Ejea de los Caballeros donde, al conocer la noticia, el impacto fue
enorme, acrecentado porque, por el momento, o fueron encontrados los cadáveres.
El joven probablemente era de Boquiñeni, aunque no hemos podido confirmarlo.