Hay muchos "valentines" que no han tenido suerte en la vida. Pienso que es bastante probable que todo el mundo (o casi todo el mundo) alguna vez ha amado de verdad. Pero también pienso que muchas veces, y por circunstancias de la vida, las cosas no salieron como debían.
A veces porque no fue un amor correspondido.
A veces porque fue un amor imposible.
A veces porque fue un amor cobarde.
A veces porque la otra persona no supo o no quiso valorar el amor sincero e incondicional.
A veces porque, simplemente, la cosa no funcionó.
Pienso que hay muchas parejas que viven juntas sin estar realmente enamoradas. Y también pienso que hay mucha gente que, estando enamorada, no puede vivir junta.
Es muy triste, pero es así.
Así que este San Valentín yo me acordaré de esas criaturas que amaron sin reservas, que amaron desde el alma y que supieron hacerlo cada día de su vida. Pero que al final no encontraron la recompensa que esperaban.
Esas criaturas que fueron valientes dándolo todo, sin esperar nada a cambio.
Porque al fin y al cabo, el amor no debería ser egoísta, no debería estar condicionado a nada. No debería obligar a nadie, no debería exigir ni imponer nada.
El amor debería ser sólo de esa manera, puro y sin condiciones, dando siempre y sin limitación alguna.