Me encanta andar por Granada, vaya. Sobretodo, cuando está anocheciendo y las calles se llenan de gente y de olores. Y sobretodo, sobretodo, caminar por las calles del centro... Y es que no tengo que llamar a nadie. Simplemente, me arreglo y me voy. Lo hago muchas veces. Más que nada, porque sé, a ciencia cierta, lo bien que me sienta.
Para mí andar por la calle es algo tan terapéutico, que me cura todos los males. El simple paseo me ayuda a poner en orden todos mis pensamientos y aclarar todas mis ideas. Siempre. Y ahí voy, ensimismada en mis historias, en mis recuerdos... Pensando en mi gente, en los días, en los momentos...
Y además, observando todo lo que me rodea. Sí, porque eso es algo que no puedo evitar.
Y nada. Ahí he visto hoy las cafeterías y los bares de Gran Vía llenos de gente.Y gente fuera, en la calle, esperando a que hubiera algún hueco dentro. ¿Quién dijo crisis?
La Plaza Bib-Rambla (que siempre ha sido mi plaza favorita) estaba llena de padres con niños pequeños, que corrían detrás de las palomas; de parejas sentadas en los bancos, y de matrimonios que paseaban sin prisa, charlando.
He visto a grupillos de adolescentes y pre-adolescentes esperando a alguno que no había llegado aún, con esas conversaciones tan típicas y tan "trascendentales". Además, conforme me acercaba a ellos, parecía que la "marabunta" me iba a tragar. Y me ha hecho gracia porque, aunque es sábado y ninguno vestía uniforme de colegio, era evidente que todos estudiaban en un colegio privado. Hasta en las formas se les ve venir de lejos a estas criaturas. O quizás eran las ropas de marca que llevaban, que tb podría ser, ¿no?
Puerta Real era un hervidero. Sí, de gente y de puestos. El olor a castañas asadas invadía toda la calle. La venta de décimos de lotería era continua. Y el puto Pikachu que vendía globos a los niños me ha dado un susto de muerte. Es que no me lo esperaba tan cerca cuando he vuelto la cabeza y me lo he encontrado de sopetón, a un palmo de mi cara.
La música no paraba de sonar por todas partes. Con acordeones o con violines, los músicos ambulantes no han dejado de poner banda sonora a esta tarde de sábado. Y los mimos se iban a quedar "tiesos" (nunca mejor dicho) encima de sus pedestales. Porque frío hacía, todo hay que decirlo.
Ha tenido mucho éxito la marioneta de hilos de Mark Knopfler, que "cantaba" la de "Sultans of Swing", y que tenía a todos los chiquillos encandilados y a los padres tb.
Y ya que estabámos allí, respirando el ambiente que había, he decidido bajar a la Fuente de las Batallas, que era donde estaban las casetas de la Feria del Libro Descatalogado y de Ocasión. Además, que hace tiempo que busco un libro y no lo encuentro, así que, había que darse una vueltita, claro.
¿Quién me mandaría a mí prestar aquel libro el día que lo presté? Fue un regalo que me hicieron cuando cumplí 8 años y se lo dejé a quien no debía, hace más de diez años. Y por supuesto, no he vuelto a ver el libro. Ni al libro ni a la persona que se lo llevó, y que, de pronto, se había perdido.
Es cierto eso de que "los libros tb tienen su orgullo y si los prestas no vuelven jamás". Totalmente cierto, vaya.
Bueno, pues las casetas estaban rebosando de gente. Y además, literalmente, vamos. Todos buscando algún libro, ojeándolos, comprando más de uno y más de dos... Cosa que, dicho sea de paso, me ha alegrado bastante. Sí, porque he pensado que sí, que los bares estaban llenos de gente, era verdad; pero la feria del libro tb lo estaba. Y digo yo que eso ya dice mucho, ¿no? Además, que los chiquillos de ocho o diez años llegaban corriendo a cada puesto, delante de los padres que venían tranquilos más atrás, y gritaban:-"¡Mamá, cómprame un libro!"-. Así, como diciendo: Me da igual el que sea, pero cómprame uno. Y eso, ciertamente, me ha gustado más todavía. Ojalá no perdieran ese interés con el paso de los años, ¿no? Que luego siempre pasa lo que pasa...
Y yo, bueno, he preguntado en todas las casetas, una por una, y el libro que yo quería no estaba. Debe ser que es el más descatalogado de todos.
De todas formas, he "picado" y por supuesto he tenido que comprarme uno. Esto ha sido como cuando paso por la sección de papelería de los grandes almacenes, que siempre me tengo que llevar algo, ¿no? Pues con los libros igual. Además, que me encantan los libros. Que siempre me han gustado, y que tengo la habitación llena. Cualquier día de estos, se apoderan de ella, y no me dejan entrar. :)
Pues "La vida frenética de Kate" se llama el libro. Y como a mí me ha llamado la atención, pues... A ver qué tal escribe la tal Allison Pearson, que es la autora, y yo no la conocía.
Y ya está. He vuelto a mi casa. Paseando de nuevo. Sola con mis pensamientos. Muy contenta con mi nuevo libro. Oyendo todos los sonidos de la calle. Y oliendo todos los aromas que se respiran ya a estas alturas del año.
Porque sí, porque aún no hay luces encendidas, porque todavía falta más de un mes, pero está claro que ya huele a Navidad.
Frasecilla célebre del día: "Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora". (P. H.)