Plaza de la Virgen Blanca
Decidimos visitar Vitoria por cercanía. He estado en numerosas ocasiones y tengo familia y amigos allí. Así que el Viernes Santo mi novio y yo nos marchamos a Vitoria. Aparcamos en un parking junto a la Catedral Nueva y el Parque de la Florida, donde yo le decía a mi novio que hace unos siete u ocho años todos los de mi pueblo marchamos de boda a Vitoria y nos alojamos en el NH Canciller Ayala, que está frente al Parque de la Florida.
Catedral Nueva
Nosotros aparcamos y salimos al parque de la Catedral Nueva, donde nos llamó la atención la estatua de bronce de un cocodrilo. No sé por qué motivo Vitoria tiene dos catedrales, pero no dudamos en entrar en la Catedral Nueva, consagrada a María Inmaculada, gigante y de estilo gótico. Entramos porque estaban dando misa y estaban cantando una música celestial. Parece ser que esta última Semana Santa, sin querer queriendo, hemos escuchado varias misas.
Taberna irlandesa
Cuando salimos de la catedral, nos tomamos un café en una taberna irlandesa. Mi novio y yo nos vamos en unos días a Dublín y seguramente entraremos en muchas tabernas de este estilo. Así que, para ir entrando en el ambiente dublinés, nos adentramos a disfrutar del ambiente, a esas horas casi vacío.
Plaza de la Virgen Blanca desde la iglesia de San Miguel Arcángel
De ahí fuimos caminando, sorteando el tranvía verde, hasta la Plaza de la Virgen Blanca. Allí mismo le pregunté a mi novio dónde se imaginaba que, en la novela, vivía Kraken (El silencio de la ciudad blanca). Yo me lo imaginaba tras las cristaleras blancas muy cerca de la iglesia que preside la plaza (iglesia de San Miguel Arcángel). Es curioso porque subimos los escalones para encontrarnos con una visita guiada donde justamente estaban hablando de los libros de Eva García Sáenz de Urturi. Y es que hay recorridos por la ciudad basados en las novelas de Kraken.
Nos hicimos una foto en el seto que está en una esquina de la plaza, donde pone Vitoria-Gasteiz y nos adentramos en el Casco Viejo, lleno de bares y restaurantes, y como hacía buen día había mucha gente en las terrazas. Cruzamos por la calle desde donde se puede ver la altura de la Catedral Vieja, la de Santa María, justo donde se casó mi amiga.
Estatua de Ken Follet
Y bajo un sol que no perdonaba, seguimos caminando, porque yo buscaba a alguien, buscaba a Ken Follett. Hace unos años se colocó cerca de la Catedral Vieja una estatua en bronce del famoso novelista internacional, donde él salió posando también junto a su efigie, porque parece ser que se inspiró bastante en la Catedral Vieja de Vitoria para escribir Los pilares de la Tierra.
Al tulipán de oro
Allí había varios restaurantes para comer productos típicos de la región, así que entramos en uno donde, en un principio, sólo íbamos a tomar un pincho, y terminamos sentándonos en una mesa a comer. Al tulipán de oro se llamaba. La decoración era muy rústica, y lo típico era el ciervo, pero no quedaba.
Morcilla de Beasain
Pedimos una botella de vino Marqués de Vitoria, pedimos morcilla de Beasain (con verdura) y oreja rebozada. Nos avisaron sobre las alegrías riojanas, y nos echamos a reír, porque justamente nosotros las conocemos bien. Para postre pedí un Goxua.
Catedral Vieja y Plaza de Burullería
Allí nos planteamos visitar el Museo del Naipe, pero era el día que era y a las cinco de la tarde cerraba, así que estuvimos paseando hasta tomar un café en Starbucks, con unas vistas preciosas de la Plaza de la Virgen Blanca, mientras el cielo se iba oscureciendo y tenía pinta de que iba a caer la tormenta del siglo. Me traje una estatuilla del Celedón para la estantería y decidimos marcharnos antes de que comenzara a llover.
Olía a tormenta en la Plaza de la Virgen Blanca...
Recorrimos un poco del Parque de la Florida mientras se levantaba aire y el tiempo se iba poniendo cada vez más feo. Y entonces vimos un rinoceronte de bronce, mientras echábamos a correr hacia el parking porque empezaba a jarrear.
Parque de la Florida
Volveremos, que Vitoria es una ciudad preciosa y nos pilla muy cerca.