viernes, febrero 29, 2008

Una rosa se marchita...

Hace unos años me quedé en casa de mi amiga I. a pasar las fiestas de San Mateo. En una de las comidas se encontraba allí su tía Claudia, una mujer mayor, hermana de su abuelo. La he visto muchas veces, pero aquel día se quedó grabado en mi recuerdo porque aquella mujer me llamó especialmente la atención. Pese a su edad, brotaba de ella una elegancia exquisita, una elegancia que perdura a pesar del paso de los años. Creo que nunca se casó y de joven fue modista, una mujer independiente y emprendedora, y por tanto una adelantada a su época. Con la edad, dejó de coser porque la vista empezó a fallarle.
Andaba en los noventa, dos para arriba, dos para abajo... No hace ni tres meses que el corazón de su hermano, el abuelo de I., se apagó. Hoy ha sido Claudia la que ha dejado caer su último pétalo.
He hablado con mi amiga I. Me ha descrito el vacío al llegar a casa de su abuelo, esa sensación de pérdida de dos personas queridas en tan poco tiempo...

jueves, febrero 28, 2008

J. y una Paulaner

J. es un amigo de mi pueblo que tiene a su novia afincada en Salamanca. Suele venir de vez en cuando y ha llegado hoy, varias horas más tarde que yo. ¡Para haberlo sabido!
Estuve tres días en casa. Hoy estaba con el chip en otro lado. Y medio grogui me ha pillado J. Nos hemos tomado una Paulaner en una cervecería, una pinta, y sin nada en el estómago solo ha conseguido que me entraran ganas de fiesta. Tengo colores y calores, pero me siento cansada, así que no creo que tarde mucho en encamarme.
Me resulta extraño que haya gente de mi pueblo en Salamanca, aunque no es la primera vez que quedo con J. aquí.

viernes, febrero 22, 2008

Primaveral...

Aún falta un mes para la primavera, pero es que el tiempo acompaña. Además parece que tengo alteradas las hormonas, que estoy hiperactiva.
Acabo de hacer varios paseos al contenedor de papel. No imaginaba que tenía tantos periódicos ni revistas acumulados, pero así ha sido. Los vas apilando en un montón y todos los días dices que debes ir a tirarlos. Y por fin hoy me los he quitado de encima...
Después haré limpieza general. Espero que Rober venga por la noche y, al menos, que me avise, porque ya veo que tendré la casa patas arriba. Viene a utilizar mi pc porque el suyo está infectado de virus y no sabe quitarlos, ni siquiera se ha propuesto formatear. Lleva así desde hace un año por lo menos.
Lo que más me pesa es que como salga esta noche mañana no me veo levantándome a las 9 de la mañana para ir a la cura.
También hay una pregunta que martillea mi cabeza desde que me he levantado: ¿Leerá o no leerá? Está claro que será lo que tenga que ser.
Hoy es un día para ir a leer Harry Potter al parque, lo que ocurre es que no puedo empezarlo hasta que no me acabe una novela sobre la caída de Montségur y el catarismo. Me iré igualmente a tomar el sol y a ver a los turistas hacer fotos. Todo será que sigan las calles cortadas por los locales, que entre las huelgas de los jueces y la visita de los Príncipes (don Felipe y doña Letizia estuvieron aquí hace dos días) a la Universidad no paran...
De todas formas, hay que aprovechar las tardes como hoy, que quizás dentro de una semana esté lloviendo. ¡Qué loco el tiempo!

jueves, febrero 21, 2008

El libro más esperado

El final de la saga de Harry Potter es, seguramente, uno de los libros más esperados por todo tipo de lectores.
Tuve ocasión de leerme varias traducciones vía internet, incluso estuve a punto de comprármelo en inglés. Sin embargo, preferí esperar.
Hoy, a las 18.30h. salía la séptima y última entrega en los países de habla hispana.
Con el libro te daban un póster, un marcapáginas y una bolsa de papel. No creo que tarde mucho en destriparlo por aquí, aunque quizás me reserve el final...

No me convertí en Harrypottermaníaca hasta el cuarto libro. Lo había visto en las librerías, pero jamás se me ocurrió que podría atraer mi atención "un libro para niños". Aunque ahora sé que es un tipo de lectura apta para todos los públicos.
Todo empezó por mi hermano pequeño. Él no lee nada, a pesar de que yo he intentado inculcarle el hábito de leer, sin éxito. Hace unos años no sabía qué regalarle y entonces descubrí en una librería una trilogía de los primeros libros de Harry Potter. La compré, pero él no se la leyó. Yo sí. A veces pienso que me la compré para mí, porque mi hermano ni siquiera se interesó por el regalo. Allí empezó todo. Durante meses, aquella trilogía estuvo ocupando un lugar en la estantería de la habitación de mi hermano, cogiendo polvo. Entonces empezó el furor, todo el mundo hablaba del niño mago y las películas empezarían a rodarse en breve.
Y recuerdo que un día me desperté temprano, era de madrugada y me había desvelado. Mi casa estaba silenciosa, nadie se había levantado todavía. Fui de puntillas hasta el dormitorio de mi hermano pequeño, cogí Harry Potter y la piedra filosofal y volví a mi cama. Mientras todos dormían empecé a imaginar aquella historia que en sus primeras páginas hablaba del día tan extraño que había amanecido en Londres, plagado de lechuzas por todos los rincones...
Parece que fue ayer.

miércoles, febrero 20, 2008

Engañar al médico

Anoche me quedé enganchada a "Los hombres de Paco" y después me costó dormirme. Esta mañana, cuando ha sonado el despertador, lo he apagado y me he dado media vuelta. Me encanta remolonear en la cama, pero no imaginaba que me despertaría dos horas después.
Lo primero que he pensado nada más ver la hora es que se me había pasado la hora de la cura. Todavía somnolienta dudaba en ir o no ir, pero ir con una hora de retraso equivalía a la inseguridad de no saber si tendría que quedarme esperando. Así que he pensado en las Urgencias de las 3 de la tarde en otro centro de salud. Y para allá me he ido después de comer. Es obvio que lo mío no es una urgencia y que no estarían obligados a atenderme, así que he echado un poco de cara y les he contado que había estado de viaje. Claro que me han atendido, incluso me han dicho que debía solicitar un médico en Salamanca y el centro al que me corresponde ir. Menos mal que no se les ha ocurrido mirar en el ordenador y descubrir que ya tengo un médico asignado. El caso es que me han hecho la cura.
Mañana me tocará contársela a la enfermera.

martes, febrero 19, 2008

Recuerdos de un año atrás

En febrero del año pasado escribí un texto titulado Malas Noticias. Aquel día descubrí lo breve que es vivir, lo efímera que es nuestra permanencia en el mundo. Aquel día sopesé el tiempo que le podía quedar a mi tío. Pero entonces todavía estaba con nosotros; casi un año después solo está en nuestros recuerdos.
¿Quién me iba a decir aquel día que todo iba a ser tan rápido? Seis meses después, su corazón dejó de latir. Todavía me estremezco al pensar en él. A veces lloro, porque sigue siendo inevitable, porque no deseo reprimir esas lágrimas. Pero últimamente, cuando los recuerdos acuden a mi cabeza, suelo sonreír. La mente es selectiva y la mía evita aquellos últimos meses de sufrimiento, aquel día en que descubrí que mi tío se había convertido en un anciano y, sin embargo, no era viejo.
Mis pensamientos van mucho más atrás, a los innumerables momentos en que le recuerdo feliz.
Todos los días me regalo un minuto para que mi mente vuele lejos, un minuto donde las imágenes van pasando como diapositivas a la velocidad de la luz. Es el minuto que quiere mantener presente a la persona que ya no está.
¿Quién me iba a decir entonces...?

Los últimos serán los primeros

Todos los días debo ir al Centro de Salud. Supongo que será así durante un tiempo, pero es algo que debo hacer. Me han asignado un médico temporal en Salamanca y tengo unos horarios que cambian cada día.
Hoy tenía cita a las 3,30h. Cuando he llegado a la sala de espera había muchísima gente; un hombre discutía con una mujer sobre el turno, a ver si uno de los dos dejaba pasar al otro. He llegado la última y me he sentado. Los otros seguían con su perorata. Ya imaginaba dos horas de espera.
Entonces ha llegado la enfermera, Mª Paz, y ha preguntado: "¿Ana?". Cuando me ha visto me ha hecho entrar a la consulta ante las miradas de enojo de los que llevaban allí esperando antes que yo. Al salir ni siquiera he mirado a la gente, que seguro estaban indignados.
Está bien llegar la última y que te cojan la primera :D

lunes, febrero 18, 2008

A ciegas

Entonces llega un día en que te preguntas "¿quién es él?". El mismo que por las noches te quita el sueño, aquél a quien ves en los rostros de la gente, el mismo por el que te hormiguea el estómago, quien te quita el apetito...
Te preguntas "¿quién es él? ¿por qué te has dejado llevar?". Y sabes que cualquier día puedes decir "basta", porque esta situación no puede llegar lejos.
Te preguntas qué poder ejerce sobre ti para haberte convertido en un espectro, qué especie de hechizo te envolvió para haber hecho de ti una sombra de lo que eras. ¿Una sombra? Más bien no, pues me siento más viva que nunca. Aunque tengo la ligera sensación de que voy a sufrir.
Se llama amor, y me desborda. Siento que voy a ciegas por una senda que desconozco. Estoy aterrorizada.

sábado, febrero 16, 2008

Invierno en Madrid

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Este libro es una mirada crítica del franquismo.

Tiene varios personajes importantes, muy dispares: Harry Brett, Sandy Forsyth, Bernie Piper, Barbara Clare y Sofía.
Corre el año 1940 y Europa se mantiene en guerra. Un inglés herido en una explosión es llamado por el servicio de espionaje británico para espiar a un ex compañero de colegio que se encuentra en España. Harry está convaleciente y aún le quedan las secuelas de la granada que explotó junto a él: ataques de pánico y un oído casi sordo. Especializado en idiomas y habiendo estudiado en el mismo colegio inglés que Sandy, Harry Brett es la persona idónea para espiar a Sandy.
Tras haber recibido un curso rápido de espionaje, Harry aterriza en Madrid en calidad de intérprete para la embajada británica.
España parece un país diferente a cuando la visitó por vez primera, acompañado de otro ex compañero de colegio, un comunista llamado Bernie Piper, que se dio por muerto en la Guerra Civil. Las esvásticas se ven en todos los edificios oficiales y los ingleses son despreciados. Temen que España pueda entrar en guerra y apoyar a Hitler. Los primeros días Harry descubre que alguien le está espiando también a él y, tras salvarle la vida, Enrique le lleva a su casa. Allí Harry conoce la pobreza en la que se ve inmersa casi todo el pueblo español, descubre la poca comida que reciben con las cartillas de racionamiento y la fe radical que se intenta imponer en un pueblo sumido en la miseria. Harry se enamora de Sofía y comienza a formar parte de esta familia de republicanos, con los que se siente a gusto.
La primera vez que se encuentra con Sandy Forsyth, él confía en él más que en su mujer. Sandy vive con una inglesa, Barbara Clare, aunque a todo el mundo se presentan como marido y mujer. Lo más curioso es que Barbara fue la novia de Bernie hasta que éste desapareció en la guerra, y en el colegio Sandy y Bernie eran rivales.
Lo que Harry debe descubrir es el negocio en el que está metido Sandy, una mina de oro que le interesa al Gobierno británico, principal proveedor de alimentos de primera necesidad en España. Si España depende de Inglaterra en este sentido, Franco no entrará en la Segunda Guerra Mundial. La embajada británica cree que Sandy puede estar ayudando al Gobierno franquista.
Un periodista inglés se pone en contacto con Barbara para decirle que su ex novio está haciendo trabajos forzosos en un penal de Cuenca. Ella hará todo lo posible para sacarle de allí.
Mientras Harry mete la pata con Sandy, la embajada decide contratar a Sandy a cambio de protección oficial. Harry ha decidido casarse con Sofía y llevársela a Inglaterra, mientras Sandy abandona a Barbara.
Pero es una trampa. El periodista que avisó a Barbara sobre la ubicación de Bernie trabaja para el Gobierno de Franco y ellos son rodeados en cuenca. Sofía muere y Bernie es herido en una pierna. Los tres ingleses consiguen escapar y la embajada les envía a Inglaterra. Mientras, se descubre que la supuesta mina de oro de Sandy era un timo y éste había desaparecido.

jueves, febrero 14, 2008

Salamanca, "en el punto de mira"

Hoy me ha dicho mi médico que el presidente de Estados Unidos ha sufrido un atentado en la Plaza Mayor de Salamanca. Me ha hecho reír, pues en la capital charra todo el mundo esperaba esta semana para ver (o más bien criticar) su hermosa ciudad, y concretamente la plaza, en la gran pantalla.
Me da la sensación de haber perdido un poco el rumbo. Hace dos días me encontraba tan tranquilamente allí y de repente estoy aquí, me siento muy lejana a todo y a todos.

Ayer, como buen día 13, las cosas no podían salir bien. El tren Salamanca - Barcelona Sants es un Talgo de la posguerra que, desde mi punto de vista, no debería hacer un trayecto tan largo. Ese tren debería estar retirado hace mucho tiempo. Pero nunca aprendemos: hasta que no ocurre una catástrofe no nos paramos a pensar en lo que se podía haber evitado. Así que el Talgo "franquista" seguirá haciendo una ruta de once horas hasta que acontezca una desgracia. Por mi parte, intentaré utilizar otros medios cada vez que venga a casa.

El tren, con hora de salida prevista a las 8 de la mañana, arrancó veinte minutos más tarde. Debido a una avería eléctrica, no había calefacción, lo que no es permisible en una helada mañana de febrero. Solo dos vagones llevaban calefacción y nos dijeron que nos cambiáramos.

En Medina del Campo intentaron arreglar el problema eléctrico, sin resultados. Para entonces, un autobús nos estaría esperando en Valladolid para llevarnos a Logroño. Era una posibilidad alternativa que se nos ofrecía, aunque la gran mayoría de la gente prefirió quedarse en el tren, a pesar del frío y la incomodidad.

Llegamos a Logroño antes que el tren. El problema es que era día 13, yo lo tengo clarísimo.

Era la primera vez que entraba en Urgencias en el Hospital de San Pedro, reformado hace pocos meses. Ayer yo pensaba que me ingresaban. Lo cierto es que solo quería dormir y dormir, pero no era posible. Tenía un absceso en la pierna, algo que me tengo que curar durante una semana y después me lo tiene que ver y quitar un cirujano, así que al final sí que tengo operación, pero es algo sencillo.

Lo que tengo clarísimo es que en dos días vuelvo a Salamanca y que me hagan las curas allí. Hoy ni siquiera recordaba qué día era y es que, como ya he contado en numerosas ocasiones, yo este día no lo celebro. Sin embargo, mi mente me ha llevado a pensar en alguien y, para variar, me pregunto si estoy enamorada o me estoy enamorando, pero que hay algo... eso lo sé yo mejor que nadie.

lunes, febrero 11, 2008

Todo o nada

¿Para qué vas a conformarte con una parte si puedes tenerlo todo? Quizás peque de inconformista, pero quizás prefiera quedarme sin nada a conformarme con un poco.
Es posible que esta manera de pensar me lleve a perderme mucho, aunque lo que gane también será mayor.
Si he de luchar, prefiero que sea por el todo y jamás me conformaré con un poco.
Quizás al apostar tan fuerte pierda lo que más deseo en estos momentos; es un riesgo que he de correr.

domingo, febrero 10, 2008

Un mundo sin fin


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Crear EXPECTACIÓN, ese es el truco de Ken Follet, pero una expectación que no deja de lado ningún tipo de sentimiento: todos llegan muy adentro. La exquisita descripción de unos personajes creados en un mundo irreal, mezclados con una expectación sublime que mantiene en vilo al lector es algo muy difícil de crear. Antes solo he sentido esta mezcla de sensaciones con un libro: Los pilares de la Tierra, justamente del mismo autor.
He llorado con muchos libros, otros me han sacado las risas, incluso los hay que mantienen mi corazón en un puño, pero Ken Follet consigue que se derrumben todos los muros que nos mantienen fuera de la acción y nos convierte en algo que va más allá de espectadores, introduciéndonos en la historia mediante un halo de invisibilidad. No solo nos hace llorar, reír o mantenernos expectantes, crea situaciones donde se nos hincha la vena, produce ira, debilidad, tensión, adoración, enfado... Nos hace amar y odiar a los personajes con tal maestría que me faltan palabras para describir cómo un hombre es capaz de crear tal mezcla de sentimientos en alguien ajeno a la historia. Por lo menos, ha de ser un genio.
No soy capaz de destripar un libro que tendrá un éxito parecido a Los pilares de la Tierra. No soy capaz más que de recomendarlo y que la gente sienta con sus páginas, que no quiera que acabe nunca.
No es una continuación de Los pilares de la Tierra; al menos yo veo que no es así. Es cierto que todo transcurre en la misma población donde Tom Builder construyó la catedral de Kingsbridge en el siglo XII, alrededor de la cual se extendió una ciudad que dos siglos después será suficiente importante como para tener en cuenta a ciertos personajes.

En el siglo XIV y, aunque la mayoría de las ciudades de Inglaterra tienen un fuero municipal, Kingsbridge sigue regida por el priorato, formado por un monasterio de varias decenas de monjes y un convento de monjas. Unos dependen de otros. Kingsbridge vive bajo los auspicios de los religiosos, que a su vez necesitan de un gremio de comerciantes para deliberar sobre ciertos asuntos relacionados con la ciudad, sobre todo de la marcha de las diversas ferias que traen dinero de fuera.
Cabría destacar la importancia de cuatro personajes, que aparecen en las primeras páginas como unos inocentes niños que llegan a un claro de bosque y sellan un pacto eterno.

Caris es hija de Edmund Wooller, mayordomo del gremio, un hombre adinerado por el negocio de la lana. Su hija es una líder nata. Con diez años se enamora de Merthin, por el que vivirá y morirá, aunque en ocasiones tenga en cuenta otras prioridades y esté a punto de perderlo. Las excentricidades de Caris la llevarán a un juicio por brujería del que solo las monjas la pueden salvar. A un día de convertirse en una mujer casada, la superiora de las monjas la mete en el convento. Allí pasará doce años haciendo lo que siempre había querido hacer: curar enfermos. La práctica de la medicina estaba reservada para los varones, pero Caris tiene unas cualidades innatas como sanadora y prefiere no fiarse de los libros de los antiguos médicos. La experiencia la convertirá en una mujer cualificada para hacerse cargo de un hospital. No llega a contraer la peste porque toma medidas higiénicas que muchos monjes se niegan a acatar. Y al final se la considerará una santa.
Es una mujer adelantada a su tiempo. Siendo una adolescente tomó la decisión de abortar, y no volvería a tener un hijo. Finalmente y, como los hados están de la parte de los dos, contraerá matrimonio con Merthin y cuidará de la hija de éste, Lolla.

Merthin es el hijo mayor de un caballero venido a menos. Pero el muchacho no tiene cuerpo para ser escudero. Su padre le llevará como aprendiz de carpintero. Sus padres no le aprecian lo suficiente, pese a tener unos valores morales más exaltados que su hermano. Tom Builder fue antepasado suyo y de él tiene los genes de constructor, aparte del pelo rojo. Tiene un ojo avizor para explicarse la razón de todas las cosas. Es inteligente y tiene un don innato para atraer a las mujeres, pese a no ser una belleza. Posee también don de palabra, pero es ninguneado en numerosas ocasiones. Su maestro es Elfric, el mayor constructor de la ciudad (además de chapuzas). Merthin es un fuera de serie. Enamorado de Caris hasta los tuétanos y ayudado por el padre de ésta, consigue a duras penas pequeños méritos. A falta de seis meses para terminar como aprendiz, Griselda, la oronda hija de Elfric, le seduce y le obliga a casarse con ella porque se ha quedado embarazada. Él, aunque odia a su maestro, acepta, pero descubre que las fechas no coinciden. Elfric le acarreará problemas durante toda la vida y no le convertirá en maestro, incluso le deja sin herramientas para ganarse la vida.
Cuando el puente que da nombre a la ciudad se derrumba, el único que tiene un proyecto para construir un puente de piedra es Merthin. Cuando ha construido lo más difícil y habiendo sufragado la mayor parte de sus gastos, con una vida económica que empieza a prosperar, Elfric se alía con el prior y dejan a Merthin sin trabajo. Construirá casas para ir sobreviviendo y, finalmente, después de habérselo pedido muchas veces, Caris acepta casarse con él. Pero el destino no está de su parte y Caris es acusada de brujería.
Al ingresar su amada en el convento, Merthin se desespera y decide hacer lo que siempre había deseado: viajar a las ciudades italianas para aprender arquitectura, para observar los edificios y convertirse en un buen arquitecto. En Florencia prosperará y se casará con Silvia, hija de una familia adinerada. Merthin construirá palacetes para los ricos florentinos que le convertirán en un hombre inmensamente rico. De su matrimonio nacerá Lolla.
Un día despierta y le abruma el silencio de su casa. Ha sobrevivido a la peste, solo una persona estaba en su mente y por ella ha vuelto a la realidad: Caris. Su esposa y su familia política han fallecido a causa de la gran pandemia que mermó la población europea en el siglo XIV. Solo él y su hija han sobrevivido. Tras recorrer las calles de la ciudad decide que es hora de regresar a casa.
El reencuentro con Caris no es tal como esperaba, pues ella no se le echa en los brazos, aunque sigue enamorada de él. Entre los dos acabarán con la dictadura de priores y comerciantes que solo desean el enriquecimiento personal y el poder político. La peste llega a Inglaterra. Nadie la pasa dos veces y hay personas como Lolla que nunca la contraen.
Merthin observa los rudos acabados del puente de Elfric y termina consiguiendo que le den el proyecto para arreglarlo. También conseguirá su sueño: construir la torre más alta de Inglaterra, pues la de la catedral de Kingsbridge se está cayendo. Construirá dos hospitales, uno de ellos será regido para Caris. La monja, a la que todo el mundo quiere y respeta, no puede aguantar más en el priorato y finalmente se casa con Merthin.

Gwenda es la hija de un ladrón de Wigleigh, obligada a robar para que su numerosa familia pueda comer. Tiene un perro cojo y gracias a él coincide en el bosque con otros tres niños. Se convertirá en gran amiga de Caris y se ven cada vez que hay feria en Kingsbridge. Gwenda en una superviviente. Sabe que no quiere un futuro inmerso en la pobreza y se verá a hacer cosas indeseables para salvar a su familia.
En la adolescencia se enamora de un chico de su aldea, Wulfric, hijo de unos campesinos prósperos. Él solo tiene ojos para su vecina Annet, una belleza que solo se preocupa en seducir a los hombres.
Cuando el puente de Kingsbridge se derrumba, toda la familia de Wulfric muere en el desastre. Se verá reducido a vivir en la miseria cuando el alguacil no le quiere ceder las tierras que llevaba su padre porque el joven es solo un muchacho. Gwenda, vendida por su padre a unos proscritos para que se prostituya con ellos, consigue escapar. Huye con Wulfric, que está necesitado de cariño tras haber perdido a su familia. Se traslada a vivir a su casa y le ayuda en el campo. Terminarán enamorándose y casándose. Tendrán dos varones y Gwenda se verá obligada a acostarse con el futuro conde de Shiring, encaprichado con ella, Ralph, al que terminará asesinando.

Ralph es el hermano pequeño de Merthin, pero por su musculatura parece el mayor. Está destinado a ser caballero. Sus padres le admiran porque saben que él será quien devuelva el honor a la familia. Pero Ralph es pendenciero y siempre está buscando pelea.
Tras las guerras de Inglaterra y Francia, Ralph es ascendido a caballero y finalmente se convertirá en conde de Shiring. Viola, asesina, roba por placer. Asesina a su primera esposa, una muchacha proveniente de la nobleza, y termina casándose con lady Philippa, una mujer de apariencia fría a quien siempre había deseado. La condesa ha perdido a toda su familia por la peste. Pero Philippa es una dama y odia a Ralph con todas sus fuerzas.
Ante la frialdad de su esposa, se encapricha de Gwenda, con quien ya había yacido veinte años antes a cambio de una promesa que Ralph no cumplió y descubre que el primogénito del matrimonio es realmente su hijo. Se lo lleva como escudero, pero él sigue deseando a la muchacha. Madre e hijo terminarán asesinando a su verdugo.

De trasfondo se encuentran los focos de peste que asolaron Europa durante largos meses y los lentos cambios históricos de una sociedad feudal que poco a poco va progresando, sobre todo cuando los labriegos, debido a la escasez de mano de obra, comienzan a pedir la tenencia libre de los campos.

En los brazos de Morfeo

No me gusta describir lo que sueño, más que nada porque el mundo onírico forma parte de otra dimensión -y como tal es indescriptible-, pero sobre todo cuando son tan reales que queda en el ambiente esa sensación latente de que podría ocurrir perfectamente.
No suelo acordarme al despertar, pero hoy he dormido cinco horas, de una manera demasiado intensa y con un paréntesis extraño. Me he despertado en ambas ocasiones y me encantaría cerrar los ojos y volver a "revivirlo" de nuevo.
Parece premonitorio en el sentido de que todas las historias acaban como empiezan. Empecé soñando con él, hace ya muchos meses y, después de un barbecho onírico, vuelvo a recordar nítidamente los sueños y en todas las escenas aparece él. Es como si se tratara de una advertencia que esgrime historias abocadas a preparar los instintos más salvajes, avisando que quizás sean los últimos sueños donde aparezca él como pieza central.

Era 12 de mayo, una fecha que a otras personas puede que no les diga nada. Unas fiestas donde hace siglos que no se me ve el pelo, pero esta vez iba, sabiendo que él estaría allí. El encuentro era enigmático, entre brumas, una mirada de reconocimiento y unos pasos acercándose. El bar estaba atestado de gente, pero allí solo estábamos los dos. Dos años en un minuto.
Me emocioné porque ya le perdí hace meses, y no quería recuperar algo que podría perder una segunda vez.
Demasiado real, demasiado cruel en estos momentos.
He abierto los ojos, deseando seguir tocándole y mirándole, sin decir palabra. Sabía que si abría los ojos esa imagen se esfumaría en cuestión de segundos, como así ha sido.
He vuelto a quedarme traspuesta y esta vez entraba en casa y estaba de espaldas a mí, sentado en una silla. La fiera que todos llevamos dentro ha salido al exterior. Mis labios se acercaban a su cuello peligrosamente mientras ataba sus manos a la espalda y me sentaba a horcajadas sobre él. Será mejor que me guarde los detalles escabrosos para mí.
Casi prefiero no recordar lo que sueño, pero quería guardar esas imágenes cual tesoro.

sábado, febrero 09, 2008

Ausencia de respuesta

Y eso es... la ausencia de respuesta, la espera indefinida de una mínima señal, darle vueltas a la cabeza sin ton ni son. La señal no llega y te sientes cansada, como si un vendaval se hiciera eco en tu interior sin poder siquiera evitar la destrucción.
Me pregunto cuándo ocurrió y por qué. Las lágrimas fluyen a mis ojos porque siento que le he perdido y porque siento que siento algo. Y ahora, tras la sensación de vacío, me doy cuenta de lo mucho que me gustaría despertarme a su lado todas las mañanas, mirarle a los ojos y besar su sonrisa cómplice.
Pasan los meses y te das cuenta de que él se ha olvidado de que existes, que los caminos se separaron hace mucho tiempo, que no se acuerda de ti más que cuando tú envías señales. Y entonces te preguntas por qué. Y te preguntas por qué debes seguir teniendo paciencia si su apatía cada día aumenta un poco más.
No le dirás adiós y nunca sabrá hasta qué punto te duele el corazón. Y tienes nostalgia de esos labios que ya no besarás, de esos ojos que ya no mirarás, de esas manos que ya no tocarás.
Una lágrima solitaria se desprende por la mejilla sin poder evitar que siga su curso. Cierras los ojos para no pensar en ese abrazo que tanto ansías...

viernes, febrero 08, 2008

Carpe Diem

La primera vez que oí hablar del Carpe Diem fue en una lejana clase de literatura. Me gustó su significado por todo lo que conlleva aprovechar el momento. En estos últimos días siento que he llevado esa máxima a la práctica de una manera permanente.
Me levanto antes de las 8 a. m. sin importar mucho la hora a la que consiguiera dormir la noche pasada. Llega un momento en que no puedo parar en la cama y he de levantarme.
Ando con el blog semi-abandonado porque me da la sensación de que si ando mucho tiempo aquí estoy perdiendo el tiempo. Además, tengo ciertas cosas en la cabeza que me abruman y han postergado la inspiración a un segundo plano.
Esta semana he conseguido pasar página respecto a ciertos hechos de índole sentimental. Nunca he estado tan segura de no querer mirar a los ojos de alguien nunca más. Simplemente, un día te das cuenta de que puedes empezar de cero porque ya no hay nadie que te lo impida. Y cuando miro hacia atrás me resulta muy complicado no sentirme mal. He tenido mala suerte con los hombres. Nunca están cuando necesitas que te den un abrazo, y esta semana he necesitado muchos.
Y entonces llegan los recuerdos mundanos de alguien que ya no está. Cualquier imagen te lleva a un lugar lejano, diferente, que ya no volverá.
Después llega la terrible explosión de rabia. Y necesito desconectar por un momento de todo. Entonces me sumerjo en un mundo diferente, en estos momentos se trata de los vericuetos de Ken Follet en Un mundo sin fin, la continuación de Los pilares de la Tierra. Y olvido todo lo demás...

Las lágrimas se terminan secando, el pulso se desacelera y después me dejo mecer en los aledaños de un tiempo que ya no volverá, pero con una tranquilidad recién adquirida que ve el mundo de otro color.

lunes, febrero 04, 2008

Las uvas de la ira

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Sublime. Llegó a mis manos porque era un Pulitzer, pero el libro va mucho más allá de un simple premio. Aunque el final me ha dejado con ganas de más, la historia es genial.

Corren los años 30 en Estados Unidos. Las familias de Oklahoma ven cómo los grandes propietarios -futuros capitalistas- arrebatan sus pequeñas parcelas y deben abandonar el hogar de toda la vida. Comienzan el viaje, engañados, hacia las ricas tierras de California, supuestamente el paraíso. Y en sus mentes se perfilan unos sueños que están muy lejos de la cruda realidad.
Esta es la historia de una familia de emigrantes de Oklahoma (despectivamente llamados Okies) que se ven obligados a buscar trabajo a dos mil millas al oeste. Es una historia de supervivencia, de hambre, de tristeza y de muerte. Es la historia del progresivo empobrecimiento económico frente al enriquecimiento como personas. Pues la supervivencia está en mantener unida a la familia.
Tom Joad acaba de salir de la cárcel. Por buen comportamiento le han rebajado la condena y ha salido tres años antes, en libertad bajo palabra (lo que viene a coincidir en la actualidad con la libertad condicional). De camino a casa se encuentra con el que años antes fuera predicador, Jim Casy, y el hombre decide acompañar a Tom. La casa de los Joad se encuentra abandonada, el patio está sembrado. Un hombre que está siendo buscado por la ley aparece por allí y les cuenta que todo el mundo se está marchando al oeste, a California, en busca de trabajo. Y le informa a Tom de que los suyos están en casa de su tío John, a ocho millas de distancia.
Tom Joad y Jim Casy se encaminan a casa del tío. Están a punto de emprender un largo viaje. Lo que no se van a llevar lo están vendiendo en la ciudad. Allí se encuentran el abuelo y la abuela, siempre discutiendo; padre y madre, que se alegran de volver a tener a su hijo en casa; el tío John, viudo y silencioso, siempre pendiente de los niños; Noah, el hermano retrasado; Al, el hermano al que solo le importan las chicas y los motores; su hermana Rose of Sharon, casada con Connie y embarazada; y los hermanos pequeños, todavía unos niños, Ruthie y Winfield.
Todos juntos emprenderán el viaje a California. Supuestamente Tom no puede abandonar el Estado, pero él irá donde vaya la familia. También Casy se une a ellos en busca de una fe que perdió hace mucho tiempo.
Nada más salir el abuelo se pone enfermo y muere. Será enterrado todavía en Oklahoma. Su esposa le seguirá en la muerte. A medida que van hacia el oeste, miles de familias les preceden y les siguen. Es el drama de la emigración, buscando un lugar mejor y cuyas expectativas se verán incumplidas. Los propietarios reparten folletos sobre la riqueza de California, para la recolección de algodón, melocotones, uvas... y cuantos más desposeídos se acercan más bajos son los salarios que pagan, tan minúsculos que apenas les da para comer. De campamento en campamento los Joad van quedándose sin dinero y algunos de sus miembros dejan la familia por obligación, pero consiguen sobrevivir, a duras penas.
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"Y en los ojos de la gente se refleja el fracaso; y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y cogen peso, listas para la vendimia".

viernes, febrero 01, 2008

Crónicas, Esdras y Nehemías

Los dos libros de las Crónicas resultan aburridos porque repiten los libros anteriores (Samuel y Reyes), añaden pocas cosas nuevas y ponen un especial énfasis en ensalzar la figura de David por encima del resto de reyes, incluso, aunque no llegan a atribuirle la construcción del templo de Jerusalén, hablan de David como el que hizo todos los preparativos para que Salomón levantara el templo.
Las Crónicas terminan con el Edicto de Ciro, rey de Persia, por el que todos los israelitas pueden volver a sus tierra y reconstruir Jerusalén.
Esdras, sacerdote, y Nehemías, gobernador, hablan en primera persona de la reconstrucción del templo de Jerusalén, su muralla y ratifican la ley de Moisés.
La mayoría del pueblo de Israel había vuelto del exilio de Babilonia y tenían permiso para reconstruir el templo de Jerusalén. Los israelitas, el mando de unos pocos sacerdotes, consiguen reconstruir el templo y hacer las primeras ofrendas, pese a la oposición de los jefecillos locales. Con Nehemías se levanta la muralla y se lee la ley ante todo el pueblo.