lunes, febrero 04, 2008

Las uvas de la ira

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Sublime. Llegó a mis manos porque era un Pulitzer, pero el libro va mucho más allá de un simple premio. Aunque el final me ha dejado con ganas de más, la historia es genial.

Corren los años 30 en Estados Unidos. Las familias de Oklahoma ven cómo los grandes propietarios -futuros capitalistas- arrebatan sus pequeñas parcelas y deben abandonar el hogar de toda la vida. Comienzan el viaje, engañados, hacia las ricas tierras de California, supuestamente el paraíso. Y en sus mentes se perfilan unos sueños que están muy lejos de la cruda realidad.
Esta es la historia de una familia de emigrantes de Oklahoma (despectivamente llamados Okies) que se ven obligados a buscar trabajo a dos mil millas al oeste. Es una historia de supervivencia, de hambre, de tristeza y de muerte. Es la historia del progresivo empobrecimiento económico frente al enriquecimiento como personas. Pues la supervivencia está en mantener unida a la familia.
Tom Joad acaba de salir de la cárcel. Por buen comportamiento le han rebajado la condena y ha salido tres años antes, en libertad bajo palabra (lo que viene a coincidir en la actualidad con la libertad condicional). De camino a casa se encuentra con el que años antes fuera predicador, Jim Casy, y el hombre decide acompañar a Tom. La casa de los Joad se encuentra abandonada, el patio está sembrado. Un hombre que está siendo buscado por la ley aparece por allí y les cuenta que todo el mundo se está marchando al oeste, a California, en busca de trabajo. Y le informa a Tom de que los suyos están en casa de su tío John, a ocho millas de distancia.
Tom Joad y Jim Casy se encaminan a casa del tío. Están a punto de emprender un largo viaje. Lo que no se van a llevar lo están vendiendo en la ciudad. Allí se encuentran el abuelo y la abuela, siempre discutiendo; padre y madre, que se alegran de volver a tener a su hijo en casa; el tío John, viudo y silencioso, siempre pendiente de los niños; Noah, el hermano retrasado; Al, el hermano al que solo le importan las chicas y los motores; su hermana Rose of Sharon, casada con Connie y embarazada; y los hermanos pequeños, todavía unos niños, Ruthie y Winfield.
Todos juntos emprenderán el viaje a California. Supuestamente Tom no puede abandonar el Estado, pero él irá donde vaya la familia. También Casy se une a ellos en busca de una fe que perdió hace mucho tiempo.
Nada más salir el abuelo se pone enfermo y muere. Será enterrado todavía en Oklahoma. Su esposa le seguirá en la muerte. A medida que van hacia el oeste, miles de familias les preceden y les siguen. Es el drama de la emigración, buscando un lugar mejor y cuyas expectativas se verán incumplidas. Los propietarios reparten folletos sobre la riqueza de California, para la recolección de algodón, melocotones, uvas... y cuantos más desposeídos se acercan más bajos son los salarios que pagan, tan minúsculos que apenas les da para comer. De campamento en campamento los Joad van quedándose sin dinero y algunos de sus miembros dejan la familia por obligación, pero consiguen sobrevivir, a duras penas.
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"Y en los ojos de la gente se refleja el fracaso; y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y cogen peso, listas para la vendimia".

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