No hace mucho que me leí el
libro, con el que gocé de principio a final. Una vez más, no tienen ni comparación. Al tener las páginas de García Márquez tan frescas he ido descubriendo que la película tiene que obviar muchas cosas de las que ocurren u olvidarse de ellas, porque sino tendríamos una película eterna.
Oí que las interpretaciones no estaban a la altura. Considero a Javier Bardem como uno de los grandes del filón español, y no hay papel que no le venga como anillo al dedo. Y sí, una vez más, borda el papel.
La que, a mi gusto, mejor se mete en el papel es Fernanda Montenegro, en el personaje de Tránsito Ariza. Pese a ser un personaje secundario, en el momento en que la locura y la senilidad se abren un hueco en su mente dejando de lado a la cordura, nos hace sentir la misma ternura que en el libro.
Supongo que no me ha gustado el hecho de que Florentino Ariza esté representado por dos personajes diferentes (en su juventud por Unax Ugalde y en su madurez por Javier Bardem), mientras Fermina Daza es la misma persona (Giovanna Mezzogiorno como adolescente, de joven, como mujer madura y, finalmente, una anciana).
Por último, la canción que canta Shakira varias veces a lo largo de las dos horas largas que dura la película me parece simplemente extraordinaria.
Florentino Ariza (Unax Ugalde) es tan sólo un adolescente que trabaja en la oficina de Telégrafos de una ciudad caribeña cuando ve por primera vez a Fermina Daza (Giovanna Mezzogiorno) y se enamora de ella. Él empieza a escribirle cartas de amor, a las que ella responde fervientemente, hasta que las monjas se enteran y se lo comunican a su padre, Lorenzo Daza (John Leguizamo). Éste, que desde que perdió a su esposa, ha intentado convertir a su hija en una dama de la alta sociedad, no va a permitir que ese amor salga adelante. Cuando el joven Florentino le dice que no dejará de amar a su hija, el "tratante" de mulas se lleva a Fermina a las montañas, donde tienen parientes. Pero Florentino no se rinde, siguiendo la ruta y enviando telegramas a su amada a las ciudades donde sabe que tiene familia. Será la prima Hildebranda (Catalina Sandino Moreno) la que recoja las misivas de amor y se las entregue a su prima. Sin embargo, ese viaje supone un cambio para los jóvenes.
Al volver, un año después, a su casa y ver a Florentino (Javier Bardem), Fermina se da cuenta de que todo había sido una ilusión y le pide que se aleje de ella. A él se le rompe el corazón y su madre, Tránsito Ariza (Fernanda Montenegro), pide ayuda a don Leo (Héctor Elizondo), tío del joven, que le envía lejos para que se olvide de su amor.
En medio del caos de guerra y asolados por el cólera, un doctor que ha estudiado en Europa empieza a destacarse socialmente por saber cómo paralizar los efectos de la enfermedad. Juvenal Urbino (Benjamin Bratt) visitará a una Fermina enferma, de la que se encapricha y con la que termina casándose.
Mientras Florentino, que siempre se había mantenido puro y virginal para su amada, se acuerda con una misteriosa mujer en el barco, descubre en el sexo la salida para su roto corazón. Y empezará a acostarse con mujeres durante toda su vida, sin prometer jamás nada a nadie, observando a su flamante amada en los actos públicos y esperando a que enviude. Muchas pasan por su vida y su ascenso a la presidencia de la Compañía Fluvial del Caribe le ponen como punto de mira de muchas mujeres que, todas ellas, caen rendidas en sus brazos. Pero él nunca se deja atar. Entonces escucha las campanas de muerto y sabe que Juvenal Urbino acaba de morir. Ahora tiene que conquistar de nuevo a Fermina. Aunque ahora sobrepasan los dos los setenta años, el amor sigue vivo.