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domingo, marzo 08, 2009

Las brujas de Salem

Casa parroquial de Salem en el siglo XIX, lugar donde comenzaron los actos de brujería
En 1692, en la ciudad estadounidense de Salem (en el actual Estado de Massachusetts) fueron condenadas 25 personas acusadas de brujería y encarcelaron a unas 200 personas más. Casi todas eran mujeres. Entre las acusadas estaba Tituba, una esclava proveniente de las Antillas, que confesó ser bruja tras los cargos que había contra ella; Sarah Good y Sarah Osborne, que no confesaron serlo, pero fueron encarceladas igualmente.
Salem estaba bajo los efectos de luchas internas entre las familias coloniales y fanatismos puritanos revestidos de paranoia. Se estima que la causa plausible que llevaron a los juicios por brujería era que los puritanos, gobernantes de la colonia de la bahía de Massachusetts prácticamente sin control real desde 1630 hasta la promulgación de la Carta Magna en 1692, atravesaban un período de alucinaciones masivas e histeria religiosa.
En la zona, años antes, se había producido una oleada de hechos siniestros y macabros, poco claros, como el maltrato de niños, adivinaciones invocando al Maligno, ergotismo (intoxicación con pan de centeno fermentado, que contiene elementos químicos similares al LSD), el complot de la familia Putman para destruir a la familia rival Porter y un largo etcétera. 
Los juicios de Salem tuvieron influyeron terriblemente en la región y posiblemente contribuyeron al deterioro del peso de los puritanos en el Gobierno de Nueva Inglaterra.
T. H. Matteson, Examen de una bruja (1853)

lunes, noviembre 03, 2008

Procesiones de muertos

Muchos y de muchas clases son los cortejos que acompañan a las apariciones.
La estantigua o la estadea es una agrupación de muertos de carácter violento, que portan cirios con luces de colores y suelen andar a cierta altura sobre el suelo, arrastrando a cuantos encuentran en su furiosa carrera para despositarles después bruscamente y a gran distancia, completamente magullados y con las ropas destrozadas.
La estantigua venía a atemorizar, siempre en grupo, tocando una campanilla. Las personas que ven esta procesión se apartaban y si no les daba tiempo eran arrastrados. La estantigua anda a “trastazos” con los que encuentra en su camino.
La Santa Compaña o a Comunidad es otro tipo de procesión. Se trata de fantasmas –tanto de muertos como de los que están a punto de fallecer- de la parroquia donde son vistos, que se dirigen pacíficamente, al son de tambores o música, a la casa donde va a morir alguien; en ocasiones portan a hombros un ataúd con el difunto. A las doce de la noche salen en procesión formando dos filas, vestidos de blanco y con una pequeña luz en las manos. Para guiarles en su recorrido les precede una candeliña y un vecino vivo portando la cruz parroquial, que se une necesariamente a la procesión.
Solamente salen cuando alguien se encuentra próximo a la muerte, caminan unas veces por tierra y otras por el aire. Si por alguna razón han de procesionar de día, los humanos no las ven, pero gallos y gallinas cantan a su paso. La persona que les precede portando la cruz no suele hacerlo de manera voluntaria, de ahí que se encuentre malicento y demacrado.
Otros nombres con que se conoce a estas procesiones en nuestro país son: Güéstiga, Buena gente, Ronda, Recua, etc.
Si alguien se encuentra con ellas, tiene que tirarse al suelo formando una cruz con el cuerpo, no coger la vela que le dan (pues si lo hace tiene que devolvérsela al día siguiente), abrazarse a algo determinado, hacer un círculo y meterse en su interior. Y no debe mirarles pasar. En caso contrario, pueden llevarle con ellas o golpearle al pasar. Si alguien ha cogido la vela o el cirio, es posible que al día siguiente vea que lo que le habían dado era un hueso, o un cadáver, o el brazo de alguien.
En el Pirineo aragonés, as Lumbretas es una procesión de ánimas que caminan en fila portando un candil. La luz de éste es lo que suelen ver los humanos que con ellas se encuentran.
En Cantabria, a menudo, son las cabalgadas de ánimas furiosas las causantes de galernas y de los fuertes temporales que arrasan cuanto encuentran a su paso.
Y en Cataluña se habla de la cabalgada del conde Arnau, que en el aniversario de su fallecimiento se levanta de la tumba para comenzar una cacería, por lo que aparecen con él monteros y sirvientes. Una vez que el conde da la señal de partida, todos se lanzan a una loca carrera a través de los campos, sembrados y bosques, aullando, gritando y arrollando todo lo que encuentran a su paso para desgracia de los pobres campesinos que se cruzan en su camino.

Fantasmas y aparecidos

El mundo de fantasmas y aparecidos siempre ha estado presente en nuestra cultura. Nos resistimos a dejar escapar por completo a nuestros difuntos. Las ánimas se ven y se sienten a nuestro alrededor, bien con la forma que tuvieron en vida, bien adoptando la de animales o elementos inanimados de la naturaleza, o como un aroma o como una ráfaga de aire frío.
Los fantasmas y visiones suelen aparecerse por la noche.
En todos los lugares hay casos de auténticas apariciones. Pueden pedir que se les diga una misa o un funeral, o tienen problemas con las herencias, o piden cristiana sepultura, o simplemente visitan o aconsejan a sus deudos. Los fantasmas también se aparecen a sus familiares, bien para avisarles de algo, bien para aconsejarles o ayudarles en algún brete.

martes, octubre 28, 2008

La Luna

La Luna. Selene. El satélite de nuestro planeta siempre ha avivado la imaginación de las gentes. A ella está dedicado el primer día de la semana, el lunes. Ha sido diosa en las civilizaciones clásicas, luz en el firmamento al que los enamorados dirigen sus ojos. Gobierna las acciones de quienes pretenden cortar madera o curar la matanza. En plenilunio, mantiene recluidos en sus casas a aquellos que no quieren ser alunados. Rige las menstruaciones y los nacimientos. Los mareantes se fijan en ella para conocer las mareas y gentes de todas las culturas la han utilizado como medida de tiempo.
En la Edad Media se creía que, cuando anochecía o había eclipse, tenían que ayudar a la Luna para que sobreviviera, haciendo el mayor estruendo posible.
En Cantabria, Asturias y León, las gentes creen ver en su superficie una anciana hilando; o una anciana sorprendida por la Luna mientras robaba leña y que fue absorbida por ella; o a Longines, cargado con su haz de espinos.
En algunas zonas de Soria, es el hombre de la Luna quien se asoma por el borde para mirarnos y salta a la tierra sobre los despistados que andan por el campo en plenilunio.
En Portugal se cuenta que en las manchas de la Luna aparece un hombre con un montón de zarzas en una hoz o con un cesto de coles a la espalda, pues cuando Dios pasaba por el mundo encontró un domingo a un hombre trabajando, le regañó y el hombre le contestó que en aquel sitio nadie lo veía; entonces Dios, como castigo, lo puso en la Luna para que lo viera todo el mundo.
En el País Vasco creen que es hija de la Tierra y la llaman "abuela".
La Luna tiene gran importancia en la vida de las gentes, ya que antaño muchas de las tareas diarias se guiaban por sus fases.
Se cree que plenilunio puede “coger” a una persona –en especial a los niños- y “alunarla”, convirtiéndola en lobishome o haciéndola enloquecer (de aquí el nombre de lunático). Basta con que un rayo de luna penetre a través de la ventana, incidiendo sobre quien duerme o la luz nocturna se derrame sobre las ropas tendidas. Si lo que se deja al sereno son los huevos, la carne o la leche se echarán a perder. Por ello no se puede hacer la matanza en este momento, ya que se agusanaría.
Cuando alguien muere en creciente se considera un buen augurio para el devenir posterior del alma. La madera ha de ser cortada en menguante de enero para que no se apolille.

domingo, abril 27, 2008

El bachiller, el Diablo y la tinaja. Misterios y saberes de la Cueva de Salamanca y algunas supersticiones más

El Diablo a la puerta de sus pagos
De tener que elegir una leyenda como estandarte de Salamanca, a la fuerza deberíamos olvidarnos de milagros de santos, gestas de valor o prodigios de sabiduría gestados en su Universidad. La mayor fama de la villa viene de más abajo, de su diabólica trastienda: la Cueva de Salamanca. No es exageración elevarla a esta categoría, pues es sabido que en muchos lugares de todo el mundo, la palabra “Salamanca” no es sinónimo de cátedra o de lugar piadoso, sino de aquelarre o reunión de brujas.
Si nos fiamos de la leyenda, en Salamanca existe una cueva donde antaño el diablo enseñaba oscura arte mágica. Esta cueva se encuentra aún hoy bajo los restos de la iglesia de San Cebrián –o San Cipriano- y fue en realidad su sacristía. El maligno dictaba desde el fondo de la oquedad tomando la forma de una mano sobre una silla, de un macho cabrío e incluso de una cabeza de alambre. Como todo lo oscuro es incierto, otros aseguran que el arcano maestro no era otro que el sacristán del templo, un truhán llamado Clemente Potosí. Las asignaturas que se ofrecían eran: arte mágica, astrología judiciaria, geomancia, hidromancia, piromancia, aeromancia, quiromancia y la repugnante nigromancia. Los estudios duraban siete años y siete era el número de los alumnos. Al finalizar los estudios uno de ellos, elegido al azar, pagaba por todos con su libertad, quedando al servicio del diabólico profesor. Uno de los alumnos que allí cursó estudios fue don Enrique de Aragón, marqués de Villena. Destacó en sus oscuros estudios y sacó provecho a todas las lecciones. Tanto que consiguió burlar a su propio maestro.
Don Enrique era nieto bastardo de Enrique II de Castilla. Nació en 1384 y muy pronto rehusó seguir la carrera militar para dedicarse a asuntos más excéntricos. Se dirigió a Salamanca y aceptó el trato del infame sacristán, asistiendo a las abominables clases subterráneas. Tras siete años de macabras enseñanzas llegó la hora del pago, y la suerte –o la astucia de sus compañeros- hizo que fuera Enrique quien debiera pagar con su libertad y permanecer encerrado en la cueva al servicio de las fuerzas del averno. No debió complacer a don Enrique aquel pronóstico, así que ideó un plan para liberarse. En la sacristía había una gran tinaja vacía y agrietada cubierta de extraños bártulos y utensilios. El fugitivo, aprovechando un momento de soledad, se metió en la tinaja y usó sus artes para volver a colocar encima todos los cacharros. Además, colocó sobre un atril un poderoso libro de conjuros –tal vez el mismísimo Libro de San Cipriano- y esperó.
El sacristán, al regresar, comprueba que don Enrique ha desaparecido, lo más seguro con ayuda de las artes del grimorio del atril. Rápidamente parte a buscar al fugado dejando la puerta abierta. Don Enrique sale de la tinaja y sube las estrechas escaleras hasta la iglesia. Temiendo que el astuto sacristán no ande lejos, se esconde tras las cortinas que cubren un altarcillo. El perseguidor regresa y cierra las puertas del templo, pues ya es tarde. Enrique pasa toda la noche en su escondrijo. Por la mañana, el sacristán abre las puertas para que algunas mujerucas hagan sus primeros rezos. El fugitivo, con mucho disimulo, se arrodilla entre ellas y, cuando ve la ocasión, corre hacia las puertas y la luz del día. El sacristán no es lo suficientemente rápido para atraparlo, pero con su peluda mano agarra la sombra de Enrique, que se desliza sobre el enlosado de piedra de la capilla.
El marqués de Villena logra escapar, pero pierde su sombra –su alma, tal vez- en el intento. Todavía dará mucho que hablar, pues será el autor de volúmenes como Especies de adevinança, Tratado de aojamiento o fascinología, Ángel Raziel, y otros que merecieron las iras de la Inquisición y tuvieron como destino el fuego. Compuso también obras de temas más respetables como Arte de trovar, Arte cisoria y tratado de arte de cortar con cuchillo o Tratado de la lepra. Tradujo a Dante y a Virgilio. Llegó a ser maestre de la Orden de Calatrava, pero fue desposeído por su mala fama. Algunos rumorean que uno de los secretos que aprendió en la sacristía maldita fue el de la inmortalidad, y que aún pasea por las calles de la ciudad sin una sombra que lo acompañe. Otros dicen que murió en Madrid en 1434 y que a su muerte Juan II ordenó al obispo de Segovia quemar su biblioteca.
La fundación de la Cueva es atribuida por algunos a Hércules, que llamaría “Helmantiké” a la ciudad por ser lugar de presagios y adivinaciones. Para otros, el demonio y sus prácticas son traídos a la cueva por los sarracenos que poblaron la ciudad intermitentemente a partir del siglo VIII. A los celtas también se les atribuye su fundación como lugar de culto. No falta quien dice que Salamanca entera se asienta sobre una gran caverna en forma de laberinto. Para ellos, ésta sería la auténtica academia del demonio, y la sacristía de San Cebrián una entrada a la misma, ni más ni menos importante que los accesos situados en la cueva de la Múcheres, en la de la Peña Celestina y en la de la Peña Pobre –que, por cierto, visitó el mismísimo Amadís de Gaula-. La sacristía de San Cebrián recibió su espaldarazo esotérico definitivo al ser incluida en 1600 en De disquisitionum magicarum, obra del jesuita Martín del Río y referencia inexcusable en el mundillo nigromántico.
Sea una pequeña sacristía o una inmensa gruta laberíntica, lo cierto es que los poderes maléficos se han manifestado muy frecuentemente cuando la noche cubre la ciudad. Un vecino cuya casa estaba cerca de la cueva declaró haber visto cómo se abría el suelo de una de sus cuadras y se tragaba su mejor mula. Al parecer el agujero era profundísimo y muy oscuro. Al poco tiempo, el animal bajó flotando en las aguas del Tormes, vivo e indemne. Además, había obtenido la facultad del habla, aunque no hay registros de lo que pudo contar de su viaje. Otro vecino del lugar presenció en varias ocasiones cómo unos gigantes salían de debajo de las casas que rodeaban la iglesia de San Cebrián. Después contempló, estupefacto, cómo los colosos bajaban al río para sacar horribles demonios y engendros de sus aguas. Se cuenta también que una niña, no sabemos cómo, quedó encerrada en la Cueva. Al poco tiempo apareció en casa de su madre una criatura con el rostro de una muchachita y el cuerpo de una enorme y horrible culebra. La madre se acercó y el monstruo la descuartizó sin piedad.
Si bien fue don Enrique el más famoso alumno de la Cueva, se sabe de otros que protagonizaron hechos sorprendentes, casi siempre reprobables. Uno de ellos quitó un ojo al puente y se lo puso a una lavandera tuerta, aunque luego lo restableció. Otro, enojado con una patrulla que le había requisado una bota de vino, alzó las aguas del río. Los guardias vieron el cauce seco y lleno de peces y corrieron hacia allí. Estaban en el centro de la cuenca recogiendo truchas a manos llenas, cuando el estudiante dejó caer las aguas, que arrastraron a los desdichados. Los alumnos de la diabólica sacristía, aparte del don de la adivinación y del aojamiento –o mal de ojo-, poseían gobierno sobre las tempestades, los sapos y los lobos y con unos y con otros amenazaban a agricultores y ganaderos. Las más de las veces todo se solucionaba con el pago de una buena suma al nigromante. Otro chantaje muy al uso era recurrir a sus artes para sacar el feto del vientre de las embarazadas. Exigían un rescate por el nonato y una propina por volver a colocarlo en el lugar del que no debió salir. Walter Scott, reputado erudito de la época, cita a los moradores de la Cueva y afirma que era tal su poder que, agitando una varita en las profundidades de la gruta, hacían tañer las campanas de Notre-Dame.
Sin querer usurpar a la Cueva su protagonismo en asuntos de hechicería, no podemos dejar de lado a la bruja salmantina. Egoísta, cartomante, alcahueta, casamentera y remendadora de virgos desvirgados, la temida bruja salmantina encuentra una ilustre representante en la famosa Celestina. Estas brujas urbanas no son vagabundas y marginales, como sus primas del campo; al contrario, son verdaderas profesionales de su oficio y quitan y ponen el mal de ojo a cambio de unas monedas. Se relacionan con los bajos fondos y las altas esferas con igual desenvoltura y tejen a su alrededor redes de intrigas, pasiones y amores turbulentos. No tienen afición a transformarse en animales o remolinos de polvo, como las hechiceras rurales, aunque comparten con ellas su afición al vuelo previa unción de pócimas y filtros varios. Se sabe que las brujas de Salamanca volaban en una noche hasta los arenales de Sevilla, donde se juntaban con Satán. Allí danzaban en torno a la hoguera y renovaban su juramento al diablo por el clásico procedimiento de besarle en el culo. Otro lugar muy frecuentado por las brujas de la ciudad era el teso de San Cristóbal, cerca de Villarino de los Aires, donde podían departir a su gusto con los espíritus de los celtas antiguos. La fórmula más usada para emprender el vuelo hacia el aquelarre era: “Sin Dios ni Santa María, por la chimenea arriba”. Consta en acta un proceso que en 1591 se estableció contra dos brujas. Una era local, la otra de Aldeadávila de la Ribera.
Son también conocidos un par de episodios que tienen como protagonistas a los traviesos y molestos trasgos. Estos demonios juguetones dieron lugar a algunos informes de la autoridad. Citaremos dos. En el primero de ellos tenemos noticia de una vecina de Salamanca que regentaba una casa con cuatro mujeres a su cargo, dos de ellas mozas, sonrientes y mollares. Un trasgo se coló allí y tomó como diversión hacer caer piedras de variado tamaño desde los tejados con gran riesgo para las cinco damas. Además, profería obscenidades y groserías a las dos jovencitas, que andaban sobresaltadas de continuo. El corregidor de la ciudad toma cartas en el asunto con la certeza de que el origen del trastorno se debe a que las mozas ocultan en el desván a sus enamorados. Se pone vigilancia a la casa y no hay rastro de amantes escondidos. Además continúa la lluvia de piedras con más saña incluso que antes. Consta en el informe que, en un momento dado, el alguacil de la villa tomó del suelo una de las piedras y la lanzó a unos tejados contiguos diciendo: “Si eres demonio o trasgo, vuelve aquí esta piedra”. El pedrusco volvió volando de los tejados y alcanzó al alguacil en pleno cogote, quitándole la gorra y dejándolo en el suelo medio descalabrado. Ante la ineficacia de la acción de la justicia seglar, se manda llamar a un clérigo del pueblo de Torresmenudas que conjura y expulsa al trasgo juguetón. El segundo informe, más escueto, hace referencia a otro duende –tal vez el mismo en nueva residencia- que vivía bajo la cama de un estudiante. Interrumpía y turbaba su reposo causándole graves molestias.
Por la cuantía de estos sucesos, que alcanzan el registro de las instancias oficiales, podríamos deducir que en esta Salamanca había tantos cristianos como habitantes del trasmundo. Pero no estaban del todo indefensas las gentes contra las legiones del Malo. La protección más aconsejada eran las oraciones piadosas y recitadas con fe. Ahora bien, contra el aojamiento, nada como llevar una higa –amuleto en forma de puño con el índice cruzado sobre el pulgar- de azabache. Otros amuletos de gran prestigio eran las hojas de San Pedro de Verona –elaboradas por las monjas-, la Cruz de Caravaca, la Regla de San Benito, la pezuña de la gran bestia –en realidad, de alce-, el tronco de Nochebuena, la ruda y la piedra del rayo, que aparece en el lugar donde ha caído el relámpago y protege contra ellos.

Una bestia sale de la Cueva a beber

Aun así, es normal que tanta actividad necromántica aletargara a las autoridades, que investigan el asunto hasta que Isabel “la Católica” ordena tapiar los accesos a la Cueva. En 1580 se abandona por ruina la iglesia de San Cebrián y cuatro años más tarde se desmantela y sus piedras se aprovechan en la construcción de la Catedral Nueva. Es entonces cuando queda al descubierto la célebre sacristía, que aún se conserva, asomada entre fragmentos de muralla de distintas épocas. Y aunque ahora la luz penetre en la estancia sin obstáculo que la detenga, y no haya tinaja, ni sacristán, ni cabeza de alambre, la Cueva sigue hechizando a todo el que no sigue la despejada senda de los descreídos.

martes, enero 08, 2008

La ruta prohibida y otros enigmas de la Historia


Al tratarse de historias cortas, el de Javier Sierra era un libro que llevaba en la mesilla desde hace unos meses, para ser cogido en momentos para desconectar o porque había ganas de reflexionar sobre los enigmas de la Historia.
Como aspectos negativos, descubro, casi al principio con bastante estupor, que el autor copia las maneras de Iker Jiménez en este tipo de historias. Hace unos años leí de Javier Sierra La cena secreta, novela histórica que había ganado un premio literario. Ambientada en la época en que Leonardo da Vinci pintó su famoso cuadro de La última cena, la manera de escribir del autor en una novela basada en hechos históricos reales, aunque mezclándolos con personajes de ficción, era más amena que el libro que ahora me traía entre manos. Y odio sobremanera que un escritor nombre el título de sus otras novelas, como mendigando al lector para que las compre, o al menos que las lea. Javier Sierra reincide dándonos varias veces y de manera reiterada los títulos de sus obras.
Otro error en el que Javier Sierra cae con relativa facilidad es aquel en que cuenta una historia y le busca las cosquillas, de tal forma que una historia que bien puede pasar desapercibida porque no es meritoria históricamente él la convierte en un "misterio sin resolver".
Sin embargo, en los 43 capítulos del libro hay claves históricas que merecen una especial atención porque nos hacen pensar. Entre otras historias, me ha impactado la de los niños de Fátima, porque no sabía el contenido del mensaje que recibieron los niños. Entre los más píos corre la leyenda de que, cuando Lucia dos Santos, le dio el contenido del tercer mensaje, secreto, al Papa Juan XXIII, éste lloró lágrimas de sangre. De aquellos niños, solo Lucia llegó a edad adulta (falleció en febrero de 2005, unos meses antes de que lo hiciera el Santo Pontífice, Juan Pablo II). En 1917 tres pastorcillos portugueses vieron la imagen de una Senhora sobre las ramas de una encina. Las autoridades eclesiásticas enseguida se hicieron eco del suceso, silenciando incluso la descripción de aquella Senhora que se siguió apareciendo cada mes en la misma encina. Solo los niños podían verla y tuvieron tres visiones. La primera fue la del infierno en llamas. La segunda fue la premonición de la Segunda Guerra Mundial y la revolución bolchevique en Rusia. La tercera se mantuvo en secreto hasta que Lucia le dio el mensaje al antecesor de Juan XXII, Pío XII, con la promesa de que el sello solo debería romperlo el Papa que gobernara en la Iglesia en 1960. Y ése Santo Pontífice fue Juan XXIII, que, al leer el contenido del mensaje, volvió a enterrar el secreto.
En el año 2000, Juan Pablo II hizo público ese tercer mensaje, alegando, apoyado por toda la curia vaticana, que ya había tenido lugar en 1981 cuando un hombre atentó con su vida. Sin embargo, esta vez estoy con Javier Sierra, yo tampoco creo que ya haya ocurrido ese vaticinio. El tercer secreto de Lucia y sus primos (que fallecieron prematuramente dos años después de las apariciones con motivo de unas gripes) decía íntegramente:
"Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiría y de la Santísima Madre vuestra y mía. Después de las partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más en lo alto, a un ángel con una espada de fuego en la mano izquierda. Centelleando, emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo, pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él. "¡Penitencia, penitencia, penitencia!". Y vimos en una inmensa luz que es Dios algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él: a un obispo vestido de blanco. Hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre. También a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque. El Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino. Llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas. Y del mismo modo murieron uno tras otro los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la cruz había dos ángeles, cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios". (Tuy, 3 de enero de 1944)

Yo también creo que este último mensaje se refiere al fin de la Iglesia de Roma y que, por tanto, todavía es algo que no se ha producido. Según las palabras de Lucia, aquí no se atenta contra una sola persona (como en el atentado contra Juan Pablo II) sino contra mucha gente de toda índole.
Como éste hay muchos otros enigmas que merecen la pena en el libro.

miércoles, noviembre 21, 2007

Peregrino que camina hacia las estrellas

¿Y si el Camino de Santiago estuviera en función de un cosmos terrenal, asociación muy típica esta de lo religioso y las estrellas entre las gentes del Medievo, principalmente los grandes constructores de templos románicos y, más tarde, góticos?
Entonces, ¿se guiaban por las leyes del teocentrismo -tal y como nos han hecho creer cantidad de veces- o por las reglas del cosmocentrismo? Después no importa, ya que cuando el hombre pasó a ser el centro del universo lo demás pasó a ser secundario. Pero la Edad Media es una época llena de oscuros secretos, y muchos de ellos se encuentran en la cantidad de templos cristianos que se construyeron, sabiduría que estaba al alcance de las personas de la época medieval y que ahora es casi imposible desvelar. Por ejemplo, ¿qué hace un laberinto -símbolo pagano- en el suelo de la catedral de Chartres? Todavía hoy, esa pregunta es motivo de diversas y variadas hipótesis.
La de Chartres fue la primera catedral gótica que se construyó. Se dedicó a la Virgen (Notre-Dame), como otras tantas catedrales que se construyeron justo después en el país vecino.
¿No es curioso que las primeras catedrales francesas, dedicadas a Nuestra Señora, se levantaran en la misma época y que, si miramos un mapa de Francia, coinciden con el rombo central que forma la constelación de Virgo? ¿Se trataba de un tributo simbólico a la Virgen?
Las estrellas menores de esa misma constelación también coincidirían con otras catedrales de la época, también dedicadas a Nuestra Señora, como las de Laon, Bayeaux, Évreux, Étampes...
Es inevitable no pensar en la Vía Láctea terrenal, que es como se le conoce al Camino de Santiago francés. Pero hay algo que no se escapa a la mirada escrutadora de los que observan el camino paralelo al francés, se trata de la ruta del Norte. Coincide con el paralelo 42 y es curioso observar los nombres que, desde los Pirineos Catalanes hasta Galicia, llaman la atención por lo que tienen de común.

Pic Estelle (1), Puig de l'Estelle (2), Puig de Tresestelles (3), Les Eteilles (4), Les Pessons (5), Estillon (6), Lizárraga (7), Estella o Lizarra (8), Lizarrusti (9), Izarra (10), Liciella (11) y Astrer (12).
Es evidente la raíz común de todos estos lugares, teniendo en cuenta que "izar" significa estrella en vasco. Aún es más sorprendente el origen del topónimo Compostela. Lo cierto es que las diferentes versiones no se ponen de acuerdo en que pueda vincularse a "campo de la estrella", al compostum de los antiguos latinos o al compositum (cementerio).
Sin embargo, a lo largo del Camino se enclavan todas esas estrellas. ¿Será simplemente una coincidencia?

domingo, noviembre 11, 2007

La alquimia a rasgos generales

Se considera a la alquimia la predecesora de la química moderna. Se practicó durante miles de años y hoy en día sigue teniendo adeptos. Hay quien dice que hunde sus raíces en épocas muy lejanas y que personajes como Moisés la practicaron. Sin embargo, esto último es una exageración.
Sabemos a ciencia cierta que la alquimia tiene una antigüedad de dos mil años como mínimo, porque poseemos noticias del trabajo de los primeros alquimistas en la antigua China y en la ciudad de Alejandría. Sin embargo, la mayor parte de estas pruebas fueron destruidas por el obispo Teófilo a principios del siglo V, tras el incendio de la Biblioteca de Alejandría. Los chinos fueron alquimistas expertos y se dice que descubrieron la pólvora siglos antes de que fuera redescubierta en Europa por el gran filósofo del siglo XIII Roger Bacon. También se dice que llevaron a cabo experimentos alquímicos sobre criminales convictos para convertirlos en cerdos.
Los alquimistas estaban seguros de poder encontrar una materia mágica denominada la Piedra Filosofal, una sustancia que convertiría cualquier metal base en oro. En pos de este objetivo, muchos hombres y mujeres trabajaron durante años en laboratorios oscuros y sórdidos.
Los alquimistas creían en lo que hacían y algunos se obsesionaron con el arte que practicaban. El psicólogo Carl G. Jung se sintió atraído por la alquimia y aseguraba que los procedimientos que empleaban los alquimistas en sus laboratorios eran, en realidad, rituales relacionados con una especie de obsesión religiosa. Porque lo que en realidad intentaban transmutar los alquimistas era su psique, o "alma", de igual manera que intentaban cambiar los metales base en oro. Algo parecido a esos procedimientos religiosos en los que el adepto intenta conseguir la perfección o encontrar el "oro" que guarda en su interior. Los alquimistas solo eran conscientes en parte de este aspecto de sus esfuerzos, aunque sabían que estaban obligados a ser "puros de espíritu" para conseguir sus fines. Muchos de ellos se preparaban mentalmente durante años para esta labor.
Ciertos ocultistas modernos insisten, sin embargo, en que la alquimia es una ciencia propiamente dicha y se empeñan en encontrar paralelismos entre ésta y la mecánica cuántica moderna, la teoría científica que describe el mundo subatómico. Pero no existe relación alguna. La mecánica cuántica es una ciencia rigurosa que se apoya en los experimentos realizados durante el último siglo, mientras que la alquimia se fundamenta en la falsa idea de la transmutación gracias a la cual el preciado metal se puede obtener en un crisol. Y los que es más importante, la mecánica cuántica nos proporciona una tecnología real y tangible como los rayos láser, la televisión y la microelectrónica. La alquimia es subjetiva y no se fundamenta en la lógica.
Debido a la particularidad de su práctica, el estudio de la alquimia deviene muy confuso. Cada alquimista poseía sus métodos propios para encontrar la Piedra Filosofal. Los primeros documentos conocidos se guardaban en Alejandría. A partir de los manuscritos que sobrevivieron a la destrucción de su famosa biblioteca, los filósofos árabes de los siglos VII y VIII desarrollaron un conocimiento alquímico más avanzado que se importó a Europa durante el siglo XI, y la alquimia pronto se popularizó en todo el continente. Hacia el siglo XVI existían una pléyade de magos peripatéticos que encontraban empleo en hogares de comerciantes acomodados y nobles europeos ingenuos.
Muchos alquimistas escribieron libros acerca de la técnica que utilizaban, aunque oscurecieron deliberadamente sus significados con códigos y un lenguaje poético para que otros alquimistas no pudieran copiarlos. Otra de las razones por las cuales ocultaban sus hallazgos de este modo fue porque no consiguieron sus objetivos.
En 1404, el rey Enrique IV de Inglaterra hizo de la práctica de la alquimia un crimen capital, porque consideraba que si uno de los alquimistas tenía éxito, podría desbaratar el statu quo produciendo grandes cantidades de oro que desestabilizarían el sistema financiero del país. Más tarde, sin embargo, la reina Isabel I empleó a alquimistas en un intento de incrementar las arcas reales. Uno de sus favoritos fue John Dee, un filósofo muy notable así como también un gran ocultista.
Los alquimistas nunca hubiesen tenido éxito en la conversión de metales en oro porque intentaban la transformación de la estructura básica de la materia mediante la utilización tan solo de un horno y una mezcla de sustancias químicas simples. La transmutación solo es posible hoy en día en el corazón de reactores nucleares, donde los átomos se dividen en partículas más pequeñas durante un proceso denominado "fisión nuclear". Sin embargo, aunque ahora es posible teóricamente la producción de oro a partir de otros metales, la cantidad de energía que se necesitaría (y el coste que de ello derivaría) excede el valor de la materia producida al final del proceso.
Los métodos de los alquimistas eran muy elementales. Empezaban mezclando en un mortero tres sustancias: un metal mineral, normalmente hierro impuro, otro metal (a menudo plomo o mercurio), y un ácido de origen orgánico, generalmente ácido cítrico procedente de frutas u hortalizas. Los trituraban juntos y los guardaban durante más de seis meses para asegurar una mezcla completa. Luego la calentaban cuidadosamente en un crisol. Entonces elevaban la temperatura lentamente hasta alcanzar el grado óptimo, que se mantendría durante diez días. Se trataba de un proceso peligroso que producía humos tóxicos, y como muchos alquimistas trabajaban en habitaciones cerradas y sin ventilación, sucumbieron al veneno de los vapores de mercurio. Otros cayeron lentamente en la locura provocada por el veneno del plomo o del mercurio.
Una vez se completaba el proceso de calentamiento, se retiraba la materia del interior del crisol y se disolvía en un ácido. Varias generaciones de alquimistas experimentaron con diferentes tipos de disolventes; fue así como descubrieron el ácido nítrico, el sulfúrico y el etanoico.
Una vez disuelto con éxito el material del crisol, el paso siguiente consistía en evaporar y reconstituir el material para destilarlo. Este proceso de destilación o sublimación era el más delicado y laborioso, y a menudo el alquimista tardaba años en completarlo a su satisfacción. También se trataba de un estadio peligroso, porque no se daba salida al fuego que se encendía en el laboratorio, lo que provocaba frecuentes accidentes.
Si las llamas no consumían al experimentador y no se perdía el material debido a una técnica deficiente, entonces el alquimista podía pasar al estadio siguiente, un paso que estaba más relacionado con el misticismo que con el acto científico. Según la mayoría de los textos alquímicos, una "señal" determinaba el momento en el que debía detenerse la sublimación. No existen dos manuales de alquimia que coincidan en cuándo o cómo debe suceder, y el pobre alquimista debía esperar hasta que estimaba que había llegado el momento propicio para detener la destilación.
Entonces se retiraba el material del alambique y se añadía un agente oxidante, generalmente nitrato de potasio, una sustancia conocida en la antigua China y posiblemente también por los alejandrinos. Sin embargo, al combinar el sulfuro del metal mineral y el carbono del ácido orgánico, el alquimista obtenía una mezcla ciertamente explosiva: la pólvora.
Muchos alquimistas que sobrevivieron al envenenamiento y al fuego, acabaron sus días saltando por los aires con su laboratorio.
Los que sobrevivían a todas estas etapas podían llegar al final, cuando la mezcla se sellaba en un recipiente especial y se calentaba cuidadosamente. Luego, tras enfriar el material, en ocasiones se observaba un sólido blanco, conocido como Piedra Blanca, capaz, aseguraban, de transmutar metales base en plata. La etapa más ambiciosa producía un sólido rojo llamado Rosa Roja por calentamiento, enfriamiento y purificación de la destilación, que se suponía que conducía a la producción de la Piedra Filosofal propiamente dicha.
Los estadios de este proceso se describían con alegorías, envueltas con un lenguaje místico y secreto de significado esotérico. Por ejemplo, la mezcla de los ingredientes originales y la licuefacción a través de la utilización del calor se describía como "poner en pie de guerra a los dos dragones, el uno contra el otro". De esta manera, los elementos femeninos y masculinos de las sustancias, simbolizados por un rey y una reina, se liberaban y luego volvían a combinarse o "casarse". Éste era el concepto que se recogía en el más famoso de todos los libros de alquimia, la novela alegórica The Chemical Wedding, que ha sido interpretada como la descripción del proceso de transmutación.
La alquimia era una fantasía, pero quienes la practicaron obtuvieron logros concretos. Los alquimistas inventaron y mejoraron nuevas técnicas, entre ellas métodos de calentamiento, de decantación, de recristalización y evaporación. Además, fueron los primeros que utilizaron una amplia gama de utensilios, entre ellos utensilios para calentar y recipientes de cristal de diferentes formas.
Las sucesivas generaciones de alquimistas perfeccionaron la técnica de la destilación que los magos de Alejandría desarrollaron hace casi dos mil años. Hoy en día, ningún laboratorio de química que se precie no estaría completo sin los instrumentos para la destilación. Y el mismo tipo de equipamiento, aunque a una escala mucho mayor, es el que se utiliza para separar los componentes del petróleo y refinarlo.

domingo, agosto 26, 2007

El rostro eterno. ¿Quién era este hombre?

La Sábana Santa, Sindone en italiano, entraña un misterio que sobrepasa los límites científicos y, en menor medida, religiosos. Expuesta al público en contadas ocasiones (en las llamadas Ostensiones), no nos queda más remedio que contemplar el famoso sudario a través de fotografías, anhelando que el Comité de Ostensión de Turín nos abra de nuevo la férrea caja que guardia la célebre sábana.

La Sábana Santa es un lienzo de espiga de lino, tejido en forma de sarga o de "cola de pescado", de más de cuatro metros de largo. El material del que está hecho se utilizaba en la Judea del siglo I. Sobre una sola cara se presenta misteriosamente la impronta frontal y dorsal de un hombre en el rigor mortis. Este hombre es una tenue imagen muy detallada de un varón adulto, corpulento y barbado, de 1,81 metros de altura.
La imagen no atraviesa el lienzo. En la otra cara no se distingue la formación. Tan solo una mínima parte del tejido entrelazado parece estar afectado por una tonalidad más oscura con la que se ha formado la silueta.
No han aparecido cerdas de pincel, trazos de pintura ni material orgánico para la conformación de la imagen.

El hombre que aparece en la Sindone tiene restos de sangre en las muñecas, espalda, pecho (donde hay una herida abierta), abdomen, cabeza, nuca y pies. Este material, más oscuro que la imagen del cuerpo, ha sido analizado por diversos científicos desde 1950, y fue definido como sangre humana venosa y arterial. En 1982, varios doctores forenses llegaron a la conclusión de que la sangre que aparece es del grupo AB. Nadie sabe si fue añadida posteriormente al resto de la imagen.

El hombre de la Sindone es una persona de complexión atlética que ha sufrido latigazos por todo el cuerpo y tiene una incisión en un costado donde ha manado abundante sangre y líquido seroso. Esta incisión le rompió el pericardio. No hay roturas en las piernas del reo, algo que era común en las crucifixiones del siglo I.
El casquete de espinas que llevaba el ajusticiado le rompió la arteria cervical a través de la nuca y de ella manó la sangre arterial que goteó por la espalda.
Los antebrazos del hombre de la Sábana Santa están agujereados por un objeto punzante que atraviesa las muñecas al nivel del llamado "espacio de Destot". Los antebrazos son extremadamente largos. Ante la posibilidad de una crucifixión en el "espacio de Destot", unas cuantas horas de tormento podían extender el hueso con cierta facilidad. Las palmas de las manos están intactas. Lo más habitual era atar a los reos con sogas.

Las muestras endémicas de los pólenes sustraídos del lienzo y analizados por expertos son pólenes propios de la Judea del siglo I, así como de Turquía, Francia e Italia, lugares donde supuestamente estuvo la sábana. Aunque el polen más abundante del lienzo es el mismo que se conserva en los estratos sedimentarios de hace 2000 años en el lago Genezaret (Palestina).
Las pruebas efectuadas desde 1972 con cadáveres humanos, moldes incandescentes y diversas sustancias químicas no han dado resultado. Casi todos los especialistas concluyen que la efigie está provocada por una especie de "chamuscamiento" o radiación de origen desconocido (algunos hablan de una reacción de tipo atómico).
En 1988, Michael Tite, del British Museum, fue el encargado de elaborar una polémica prueba con el método del carbono 14. La datación de un trozo del lienzo resultó ser comprendida entre los años 1260 y 1390. Los críticos alegaron que no se limpió convenientemente la sábana.
El procesador de imágenes VP8 de la NASA actuó, en 1978, durante 120 horas sobre la Sindone, bajo las órdenes de 44 científicos multidisciplinares. El resultado del escáner mostró una imagen tridimensional, donde no existían trazos de dibujo ni direccionalidad.
En 1996, varios doctores de la Universidad de Turín descubrieron unas marcas en el ojo derecho que se corresponderían con una moneda tipo Lepton Simpulum, puesta en circulación entre los años 29 y 32 de nuestra era.
Las primeras imágenes de la Sindone, obtenidas en 1898 por el fotógrafo Secondo Pía, demostraban que la imagen del cuerpo aparecía al modo de negativo fotógrafo natural. Esta circunstancia fue corroborada posteriormente por fotógrafos profesionales.

La creencia popular atribuye la imagen al cuerpo inerte de Jesús de Nazaret después de la crucifixión. Sin embargo, los Evangelios no mencionan la presencia del Santo Sudario con la imagen de Jesús ya grabada en él. La primera referencia a un lienzo prodigioso donde se reflejaba la estampa de Jesús proviene de Edessa (en Turquía), donde los documentos históricos, en el año 544, afirman que "llegó una imagen no hecha por la mano del hombre". En 944, la Sindone se traslada a Constantinopla, donde se desplegaría y mostraría al público por primera vez. En el año 1204 el lienzo viaja a Francia, donde pasaría a engrosar las propiedades del duque Luis de Saboya en 1453. Finalmente, la Sábana Santa se trasladó a la ciudad de Turín el 14 de septiembre de 1578.

Actualmente, la ciencia no ha logrado reproducir todavía la imagen latente sobre el viejo lienzo. Las investigaciones continúan, con la figura de Jesús de Nazaret como telón de fondo.
Ahí queda el enigma.

martes, agosto 21, 2007

Tiahuanaco: ¿La ciudad más vieja del mundo?

Pregunté a los nativos si estos edificios habían sido construidos en época de los incas y se echaron a reír, afirmando que habían sido creados mucho antes y que, según los relatos transmitidos por sus antepasados, todo cuanto se veía había aparecido súbitamente de la noche a la mañana”. (Pedro Cieza de León)
En mayo de 1958, Roger Delorme, un periodista francés que venía de La Paz, descubrió en una explanada arenosa las ruinas de una ciudad: Tiahuanaco. Este hombre conocía la historia inca y las tradiciones de los valles andinos. Había visitado Cuzco, Pachacamac, Ollantaytambo y se había quedado admirado por las colosales construcciones de piedras gigantes. Las antiguas ciudades incas, Machu Picchu en concreto, le habían impresionado sobre todo por la majestuosa armonía a pesar de sus dimensiones. Pero en Tiahuanaco, frente a las piedras y estatuas dispersas a lo largo de muchos kilómetros, frente a la Puerta del Sol, Delorme experimentó una influencia indescriptible, superando así todas las emociones que había sentido en otros lugares. Tiahuanaco guardaba un extraordinario secreto que el espíritu humano no podía definir. El periodista permaneció varias semanas en el altiplano boliviano, a 4000 metros de altitud, intentando dar un sentido lógico y científico a las parábolas, imágenes y petroglifos que surcaban aquella región. En los alrededores, personajes monolíticos en piedra, con grandes orejas y manos de cuatro dedos, contemplaban con su mirada vacía al visitante que intentaba descubrir su mensaje.
El origen de Tiahuanaco se pierde en los milenios. Los incas, durante la conquista de Perú, afirmaban que siempre habían conocido la ciudad en ruinas. Los aymaras, la raza más antigua de los Andes, decían que era la ciudad de los primeros hombres de La Tierra y que había sido creada por el dios Viracocha antes del nacimiento del sol y las estrellas.
Los rostros de bocas profundas y ojos redondos se abren paso entre los muros como si de un parto se tratase. Sus cráneos han quedado al otro lado, deformados, violentos, como si quisiesen advertir al viajero con su mensaje. Son dioses inmóviles, gigantes que se han convertido en un desafío a la lógica y al tiempo.
El análisis detallado de las figuras de la Puerta del Sol y su colocación ratifica que fue construida para recrear un efecto concreto de sincronía con el astro rey. Investigadores y científicos llegaron a la conclusión de que la puerta fue erigida cuando la oblicuidad de la elíptica se situaba en 23º 8’ 48’’, datos que coinciden exactamente con una fecha remota: 15.000 años antes de Cristo.
Sea como fuere resultan extraños muchos de los animales grabados en las piedras, puesto que es una fauna impropia de los Andes. Muchos de estos seres podrían haberse extinguido con el paso de los siglos.
También es inexplicable cómo a esta altitud, con el cuerpo humano al límite de su esfuerzo físico, y sin conocimiento de la rueda, se trasladaron estas gigantescas y pesadas piedras y cómo es posible que trabajaran los bloques con tal limpieza de corte. Son muchas las incógnitas sobre esta misteriosa ciudad, cuya cultura se desconoce. Sin embargo, sus huellas están ahí, imperturbables ante el paso del tiempo.
El enigma sigue vigente en esta extraña ciudad perdida. No hay rocas en las proximidades, así que cabe preguntarse de dónde sacaron los materiales utilizados en la construcción de la ciudad y con qué medios se transportaron estas piedras monumentales hasta aquí. Los misteriosos constructores no disponían de animales de tiro y no conocían la rueda ni el hierro.

¿Por qué se abandonó la ciudad, cuyos edificios aparecen inacabados?

Collas: Los guerreros de la muerte

A orillas del lago Titicaca, en tierras bolivianas y muy cerca de la frontera con Perú, se izan las chulpas, torres funerarias del complejo de Sillustani. Se trata de unas moles que se elevan en las cimas montañosas, cerca de la destartalada ciudad de Puno, formadas por inmensos bloques y que terminan rompiendo la línea del horizonte.

Aquí se asentó el antiguo reino de los collas, los más sanguinarios guerreros que conocieron los Andes. Eran hombres feroces, entregados a sus dioses, que exigían sacrificios de sangre. Sus tumbas se encuentran a unos 4000 metros de altura, donde el aire llega cansinamente a los pulmones del hombre desacostumbrado a las alturas andinas.

Las junturas de las chulpas son extraordinarias. Los perfectos bloques sillares se unen entre ellos con gran maestría. ¿Cómo lograron los collas realizar estas magníficas obras de ingeniería, a esas alturas, y con las canteras más próximas a cientos de kilómetros?

Durante el funeral del guerrero colla, tras envolver al cadáver con una tela gruesa donde se señalaban los ojos y la nariz, se mataban a mujeres, niños y criados. Era su modo de iniciar su rumbo a la muerte. Estas torres, activas hasta el siglo XI, fueron testigos directos de escenas dramáticas, en las que familias y generaciones eran sacrificadas en vida para penetrar en estas tumbas verticales, donde hoy solo se escucha silbar al viento.

A lo largo de todo el paraje de Sillustani se producen anomalías magnéticas. De una forma extraña a la que los científicos han intentado encontrar una explicación, sin éxito, las brújulas se vuelven locas y los relojes se paran. El complejo funerario cuenta con un enorme poder magnético, difícil de comprender.

Los restos óseos de los collas muestran que éstos tenían por costumbre deformarse el cráneo hasta parecer auténticos extraterrestres. Las cabezas apepinadas al límite representaban la cercanía a la realidad espiritual. Unidos a férreos vendajes desde la niñez, conseguían un resultado aterrador. Muchos de los cráneos están agujereados. Son los resultados de trepanaciones* realizadas en vivo. Algunos de estos trépanos los hacía el propio guerrero sobre su cráneo, agujereando la tapa de los sesos hasta quedarse muy cerca de la membrana que protege el cerebro. El bombeo de la sangre probablemente les producía una especie de éxtasis místico que les haría viajar hacia otras realidades o aumentar su agresividad. Muchos cráneos tienen ocho o diez agujeros, algunos con capas calcáreas de hueso regenerándolos, muestra inequívoca de que el guerrero sobrevivía a estas perforaciones.

Así combatían y vivían los collas, una de las estirpes más extrañas que habitó América, una etnia que construyó edificios imposibles a 4000 metros de altura y que disponía de una tecnología quirúrgica sorprendente.
*La trepanación es una escisión, mediante cirugía, de un fragmento de hueso del cráneo, en forma de disco, para llegar al interior de la cavidad craneal. Antiguamente se realizaba para eliminar enfermedades craneales.

lunes, agosto 20, 2007

Chauchilla: Los centinelas de la Muerte

A 35 kilómetros hacia el interior del desierto de Nazca (Perú) existe un lugar donde el MIEDO se escribe con mayúsculas. Los oriundos no osan acercarse a aquel cementerio de centinelas tétricos que miran con su máscara terrorífica hacia el visitante, más allá de la vida y del tiempo. Mucho menos se les ocurriría desviarse de la Carretera Panamericana, sobre todo si conducen de noche, y eso que hay testigos vivos que han visto platillos y extraños seres desproporcionados que les han atraído hacia aquel cementerio casi sin darse cuenta del suelo que pisaban. Peor suerte corrieron los huaqueros (ladrones de tumbas) que intentaron profanar aquel sacrosanto lugar, pues terminaron encontrando la muerte sin explicación alguna. Y es que ningún ladrón de tumbas se atreve a acercarse al desierto poblado de Chauchilla con la intención de buscar el supuesto tesoro que podrían guardar los horripilantes centinelas.
El poblado maldito alberga los restos humanos de los nazcas, vestidos con esos mantos primorosamente trenzados, conservando sus largas melenas negras, portando sus amuletos sagrados, junto a tinajas decoradas con sencillos dibujos, tal como las dejaron el día en que todos ellos murieron. Ante la carestía de lluvias, todo sigue igual. Una imagen macabra para el visitante.

Cuentan las antiguas crónicas que un destacamento dirigido por el conquistador Jerónimo Luis de Cabrera llegó hasta este lugar remoto después de muchas batallas entre indígenas y españoles. Tras la fundación de Villa Valverde, partió una histórica expedición con Pedro de Valdivia a la cabeza en dirección sur, hacia Chile. Varios soldados de esta expedición se adentraron en las tierras estériles para explorar. En el Valle del Ingenio fueron los nativos quienes les confesaron sus peores temores: había un lugar desierto que estaba maldito. La aldea, convertida en una macabra necrópolis, fue bautizada como Cahuache Chauchia, y se la consideraba como "castigada" por los dioses, que convirtieron a sus habitantes en estatuas de sal -según la leyenda popular-. Este relato, transmitido de padres a hijos, decía que a todos se les habían podrido las carnes al mismo tiempo y que sus esqueletos habían quedado tal y como estaban aquel día. Las investigaciones de los españoles en Chauchilla fueron nulas y terminaron por alejarse de aquel extraño lugar.
El emplazamiento se mantuvo intacto y en silencio hasta 1901, en que el arqueólogo Max Uhle atravesó el desierto con su equipo en busca de "los cuerpos malditos". Tras los primeros análisis de esqueletos, ropajes y enseres, los especialistas dataron los vestigios: 2200 años.
Las labores de desenterramiento fueron descubriendo una ciudad de muros de adobe. En habitáculos cuadrados aparecían los cuerpos de niños y mayores, de brujos y ancianos, de mujeres y hechiceras, junto a vasijas llenas de arenisca blanca. Los arqueólogos fueron eliminando la tierra y terminaron comprobando que aquellas personas habían sido sorprendidas por algún tipo de alud o temporal.
Por las fechas podían asegurar que aquellos cuerpos eran los constructores de las Líneas de Nazca. Más tarde se comprobó que muchos de los dibujos de la pampa apuntaban a este enclave, quizás ocultando un secreto inconfesable que se escondía bajo las capas de arena.
Los hallazgos de los científicos corrieron rápidamente por la región y muchas personas, sedientas por la fiebre del oro, acudieron a Chauchilla para verificar los rumores de que las momias eran centinelas de un fantástico tesoro de la época prehispánica. Los saqueadores y huaqueros, sin embargo, detuvieron sus deseos de raíz. Según contaban los más viejos, el poblado donde el tiempo parecía haberse detenido con decenas de cuerpos sepultados era demasiado espectral para profanarlo. Había algo negativo que era como una barrera física que detenía a aquellas gentes tan pías.
Pocos fueron los que intentaron robar algo a aquellos extraños centinelas y pagaron cruelmente su osadía.
Ahora solo los forasteros se atreven a visitar aquel apartado y desierto enclave, y durante el día recorren las piedras de aquella necrópolis que abre muchas preguntas y ofrece muy pocas respuestas.

Lo que queda patente es que hay en Chauchilla algo invisible, quizás escrito en el aire de aquel siniestro lugar, que aconseja no profanar el frágil sueño de los muertos.

Nazca: El lugar más misterioso del mundo

Las inmensas líneas que surcan el desierto de Nazca, donde no llueve desde hace más de cuatro siglos, sigue siendo un enigma todavía hoy. Son unas líneas que, observadas desde el suelo, no parecen nada. Son unos dibujos para ser vistos desde el aire. Así, a ambos lados de la Carretera Panamericana, en una región que sufre constantes terremotos, se perfilan las misteriosas figuras que nadie entiende por qué están ahí. Los habitantes de la zona, supersticiosos por naturaleza, creen ver ovnis y extrañas luces de vez en cuando, pero no pueden hablar. Tampoco pueden decir nada los pilotos que planean sobre la gran llanura y llevan viendo esas enigmáticas imágenes durante toda su vida. No se puede caminar por esa parte de la región puesto que el Estado lo tiene prohibido. Sin embargo, todo el mundo sabe que esas extrañas líneas están ahí, y todos se hacen preguntas.
Colibrí: Con sus 110 metros, estaría representando la constelación del Águila
Hace 2500 años surgió una civilización preincaica que pobló la zona, los nazcas. El nombre del lugar, llamado en principio Nanazca, significa "lugar de pena y sufrimiento". ¿Es posible que aquella civilización protohistórica estuviera más evolucionada de lo que creemos? ¿O quizás los dibujos de la región responden a un intento de comunicación con extraterrestres? Lo que está claro es que estas figuras siguen siendo un gran enigma.
Líneas de Nazca, vistas desde el aire
En verano de 1927, el arqueólogo Toribio Mejía Xesspe descubrió una franja que atravesaba el suelo y se perdía en el horizonte. Las piedras habían sido cuidadosamente apartadas para dejar ver la tierra interior, dando lugar a las líneas blancas que resaltan entre la arena roja del desierto. Ni huracanes ni terremotos, ni el tiempo ni la erosión han conseguido borrar las huellas de un pasado incierto. No hay respuestas, solo hipótesis.
Cóndor: Está asociado a la constelación del Cisne
El 1927 el Gobierno de Perú postergó las investigaciones de las inmensas líneas que el arqueólogo había encontrado a ras del suelo. Sin embargo, en junio de 1939, el neoyorkino Paul Kosok, profesor de Historia, sobrevoló la zona con su avioneta. Era la primera vez que se observarían las líneas de Nazca desde el cielo, tal y como se habían concebido: para ser vistas desde las alturas. Para Kosok este fenómeno representaba la demostración definitiva de que un pueblo protohistórico, con una técnica desconocida y asombrosa, se dedicó durante años a la magna obra con la finalidad de estudiar los misterios de aquel cosmos infinito, repleto de dioses y demonios, al que miraban con devoción y miedo.
Árbol: Representaría a la constelación de Andrómeda
Años después sería una alemana la que abandonara su cátedra de la Universidad de Hamburgo para trasladarse a la pampa. Maria Reiche había oído los rumores de las representaciones de dioses que se encontraban en aquel caluroso desierto y se trasladó a Nazca para estudiar con detalle las fastuosas imágenes. Limpió impurezas de las líneas, midió, calculó y publicó un inmenso catálogo que causó conmoción e incertidumbre en la comunidad científica internacional. A partir de entonces, el Gobierno de Perú se propuso ayudarla. Tanta estupefacción causó su investigación que en 1994 esta zona arqueológica fue proclamada Patrimonio de la Humanidad. Cuatro años después moría la que llegó a conocerse con el sobrenombre de la "Dama de la Pampa".
Pero Maria Reiche no publicó todos los dibujos que había encontrado. En su catálogo faltan las imágenes más enigmáticas: figuras antropomorfas, rostros, un astronauta... líneas que tanto Gobierno como científicos intentaron mantener ocultas durante muchas décadas.
Astronauta: Con sus 30 metros, podría asociarse a la constelación de Boyero
Esta imagen una de las más misteriosas de todas, puesto que representa a un ser, provisto de casco ovalado a modo de escafandra, ojos redondos, cuerpo robusto rematado en dos botas anchas y un brazo en alto que saluda a los cielos...

martes, junio 19, 2007

Amityville: La casa con vida propia

Hay casas que tienen alma, hay mansiones encantadas, hay lugares que tienen fuerzas extrañas, y aunque parezca que deliro, que me remito a literatura y cine, siempre hay algo que nos puede hacer abrir los ojos terroríficamente. Lo peor de estas historias es que tienden a exagerarse increíblemente.
Los hechos son ciertamente los que valen. Y aquí ocurrieron sucesos extraños en una época, sucesos que van acompañados por las percepciones de las personas que lo vivieron y/o sintieron cerca, convirtiéndose finalmente en historias embellecidas por el misterio que conllevan.

En la región de Long Island, cerca de Nueva York, hay un pequeño pueblo marítimo llamado Amityville. Es célebre por haberse rodado allí películas, como "Tiburón", y es famoso por las tétricas historias que circulan de boca en boca respecto a una mansión abandonada que nadie quiere comprar, aunque piden por ella un precio irrisorio. Esa terrorífica casa se sitúa en el número 112 de Ocean Avenue.
Remitámonos al 13 de noviembre de 1974, y a una hora concreta: las 3:15h. Ese día y a esa hora, en la enorme y antigua mansión de Amityville, un joven de 23 años, Roland De-Feo, masacró a toda su familia (padres, dos hermanos y dos hermanas). Para llevar a caso su macabra tarea, el joven los narcotizó durante la cena. Los cadáveres aparecieron acostados boca abajo y con los brazos cruzados bajo la cabeza. Los había fusilado con un arma de gran calibre.
Al día siguiente, el sádico se dirigió al bar donde contó lo que había hecho con todo lujo de detalles. Tras su confesión, fue encarcelado, juzgado y condenado a cadena perpetua.
Como explicación de lo sucedido, Roland De-Feo alegó que tanto la hora del suceso (3:15 a.m.) como el crimen en sí mismo fueron dirigidos por un ente superior que le dominaba y le obligaba a actuar; él sólo era un instrumento del verdadero "amo de la mansión".

Desconociendo los trágicos acontecimientos, un año después, George y Kathy Lutz compran la mansión por US$ 80.000, un precio muy bajo, teniendo en cuenta que el edificio cuenta con tres pisos, un gran balcón, un parque extenso que llega hasta un excelente muelle propio para embarcaciones, es decir, un terreno vastísimo donde se enclavaba la antigua y amplia mansión.
El 18 de diciembre de 1975, el matrimonio Lutz, con sus tres hijos y su perro se fueron a vivir en aquella misteriosa casa.

A su llegada, les esperaba un sacerdote, el padre Mancuso, que quería bendecir la casa. Cuando el sacerdote iba a rociar con agua bendita la entrada, se escuchó claramente una voz que decía: "¡Salga!" y el párroco recibió un fuerte empujón. Aun así, el padre Mancuso bendijo la casa, sin decir nada de lo que había pasado a la familia Lutz para no alarmarla.
Pero el sacerdote sufrió un extraño incidente cuando se dirigía a su parroquia, donde su vehículo fue "empujado" por una fuerza invisible, se abrieron las puertas y el maletero, el coche se escapó a su control y, tal como había empezado, todo cesó de repente.
El sacerdote decidió entonces advertir a George Lutz, pero en el momento en que se acercaba al teléfono, una potente fuerza se lo impidió.
Un repentino ataque de fiebre le postró en la cama, donde comenzó a delirar.

La familia, hasta entonces feliz, empezó a cambiar radicalmente, como si una fuerza extraña y maligna se estuviera apoderando de todos y cada uno de ellos. Los chicos se peleaban constantemente, George descuidó su higiene hasta límites insospechados, dejó su trabajo y se volvió obsesivo con alimentar la chimenea sin cesar, incluso en verano, así que siempre estaba partiendo leña. Su esposa castigaba a los hijos en demasía, incluso llegó a pegarles con una vara de madera y con el cinturón.
Durante su horrible estancia en aquel lugar ocurrieron muchos sucesos extraños: invasiones de moscas en invierno, inodoros cubiertos de una sustancia negra difícil de etiquetar, ruidos y golpes constantes cuya procedencia ignoraban, la inmensa puerta de entrada se descolgó inexplicablemente, quedando colgada solo de una bisagra, además de un dolor desagradable que les acompañaba en cualquier rincón de la casa, un crucifijo apareció colgado al revés...

Una noche, a las 3:15h. de la madrugada, George paseaba con el perro por el muelle cuando, al mirar a la mansión, vio asomada a la ventana a su hija más pequeña junto a la maquiavélica imagen de un cerdo de ojos rojos. Fue corriendo a la casa y encontró a su hija y al resto de su familia durmiendo boca abajo y con los brazos cruzados debajo de la cabeza.
Al día siguiente, Kathy encontró a su hija hablando con alguien invisible que era -según la niña- un cerdo llamado Jodie, al que solo la pequeña veía y que le había enseñado una canción de la región que nadie de la familia conocía hasta entonces y, por tanto, la niña no la había escuchado. George no dijo nada a su esposa de la visión de la ventana de la noche anterior.

Pasaban los días. Otra madrugada, a las 3:15h., el señor Lutz se despertó por los fuertes golpes que parecían provenir desde el mismo esqueleto de la casa. Oyó a su perro ladrar enloquecido en el muelle y, al asomarse a la ventana, vio un espectro humanoide flotando en aquel lugar y al perro que, pese a sus ladridos, era incapaz de acercarse a aquel extraño ente.
Llegó un momento en que todo se tornó más agresivo y empezaron a pensar en verder la casa. Un día, al final de un oscuro pasadizo, descubrieron una pequeña habitación pintada completamente de rojo, que desprendía un fétido y penetrante olor.
A partir de aquel día, aumentaron las rarezas de la casa: se intensificaron los ruidos y los golpes, las puertas y ventanas se abrían solas aunque estuvieran herméticamente cerradas, el olor se convirtió en algo inaguantable.
Una noche, Kathy estuvo a punto de tirarse por la ventana, guiada por una fuerza superior. Su marido se despertó a tiempo para evitar el desastre.
La noche de Navidad, la familia se reunió muerta de miedo. Cuando se dirigían a misa la furgoneta no arrancaba, aunque estaba en perfectas condiciones. Ya habían decidido marcharse de aquel espantoso lugar.
Buscaron ayuda en un médium, que les aconsejó alejarse inmediatamente de aquel siniestro lugar pues "las fuerzas malignas que anidaban allí eran muy potentes y era imposible combatirlas".

A las 3.15h. del 14 de enero de 1976, George se despertó sintiendo una presencia parada en su estómago. Los chicos estaban asustados y gritaban enloquecidos. Los muebles y demás enseres de la casa se movían de un sitio a otro en un frenético baile incapaz de controlarse. El olor nauseabundo había inundado intensamente todas las habitaciones. Las ventanas de habían cerrado repentinamente y faltaba el aire. La pesada puerta de entrada fue arrancada de sus goznes. La familia echó a correr hasta la furgoneta. En el momento de arrancar, ésta no se movió. Entonces todos empezaron a rezar, cada vez más alto, hasta que el automóvil se puso en marcha. Se fueron con lo puesto, no pudieron llevarse nada, pero huyeron de la pesadilla, aunque tiempo después parecía que una fuerza extraña todavía les perseguía.

Desde entonces la casa está a la venta, a pesar de su ínfimo precio. Nadie se ha atrevido a desafiar a los "habitantes" de su interior, ni nadie se ha dignado a pasar la puerta de entrada para establecerse allí.

Nunca se descubrió el terrible suceso que aconteció en el pasado para que se haya terminado convirtiendo en una casa maldita.