En el séptimo arte existen tantas películas que tratan sobre el intento de asesinato de un presidente (por lo general, norteamericano), que ésta no deja de ser un tópico más que cumple con todos los cánones de esa tipología fílmica, que termina destacando por su simplicidad.
Sin embargo, me interesaba ver ésta, que, por determinadas circunstancias, no pude ver en la gran pantalla hace algo más de seis meses. Aunque puedo informar que, en el momento de estrenarse y en las semanas que estuvo en cartelera, todos los cines consiguieron llenar las salas donde se proyectó.
Sería extraño que en Salamanca existiera alguien que no había visto los trailers con anterioridad porque, como siempre ocurre, lo que nos pilla cercano es siempre lo que primero nos atrae. Que el mercado hollywoodiense se hubiera fijado en nuestra ciudad para utilizarla como marco de uno de sus filmes nos enorgullecía, pero, a la vez, estábamos preparados para lo que podía llegar: dar su punto de vista, que muchas veces no concuerda con el real, dejándonos a los españoles como personajes "de segunda" y mostrando un país que parece estar en vías de desarrollo.
No es la primera vez que encuentro algo así, tanto en cine como en literatura. En estos momentos sólo recuerdo a un estadounidense que nos haya retratado con justicia y equidad: Ernest Hemingway. Por el contrario, recuerdo la película de "Muerte en Granada" sobre los últimos días de Federico García Lorca, una bazofia que en nuestro país no podía cuajar y resultó siendo un fiasco; y recurriendo al arte puramente literario, me viene a la mente
La fortaleza digital del sobrevalorado Dan Brown, donde decía perlitas como que los hospitales de Sevilla olían a orines y que la policía española es fácilmente sobornable. Así que con estos ejemplos es normal que coja con pinzas algo que toque nuestro país y que haya sido "creado", "ideado" o realizado por estadounidenses, pues su visión respecto a este lado del océano resulta errónea, despectiva e íntegramente subjetiva, aparte de que muchas veces ni siquiera se han documentado previamente.
Esta película no podía ser grabada en Salamanca porque tendrían que haber cortado todo el tráfico del centro de la ciudad. Se rodó en México, con una reproducción en cartón piedra de la Plaza Mayor. Quien conozca Salamanca descubrirá muchísimos fallos. Cuando ponen panorámicas aéreas, el parecido es inmenso (recuerdo una vista muy parecida en una revista local que se publicó con la Capitalidad Europea de 2002), pero cuando se enfocan detalles, como balcones, los medallones, las arcadas... descubres muchísimos fallos. Además, a veces incluso parece que es rectangular. Y parece más grande de lo que realmente es.
El perfil de las catedrales y las cúpulas que vigilan la ciudad desde las alturas está muy currado.
Lo que ocurre es que el resto de calles y monumentos no son nuestros. Es curioso ver cómo corren a través de las calles anexas a la Plaza Mayor y ves las casas típicas mexicanas. O cómo la Gran Vía resulta ser una de las avenidas que pueblan localidades como Ciudad de México. Nuestra Gran Vía no tiene ninguna estatua ecuestre. Aunque son detalles que tampoco resultan al final muy importantes. Creo que es relevante que se ensalce Salamanca de esta manera. Aunque veamos estallar la fachada del Ayuntamiento en mil pedazos. No, está claro que no podría haberse filmado aquí.
Me resulta muy americano ver a gente ocupando la Plaza con banderines con los colores de nuestra bandera. No, eso no es algo nuestro, es propiamente estadounidense. Creo que los españoles blandimos nuestra bandera con otros motivos, por lo general deportivos (como el hecho de haber ganado la Eurocopa). Los banderines para los americanos.
La película en sí es otra historia. La idea era dar al espectador diferentes puntos de vista de un mismo acontecimiento, que se repite en innumerables ocasiones, pero siempre desde perspectivas distintas: periodistas, un turista, los terroristas, los guardaespaldas, incluso se nos ofrece la visión del presidente de los Estados Unidos. Así, finalmente, conseguimos saber qué es lo que realmente ha pasado. Es decir, con cada punto de vista se van añadiendo detalles respecto al anterior, con el resultado de que nada es como parece. Con sólo una versión no conseguiríamos esbozar siquiera un hilo de lo que realmente ha ocurrido.
La Plaza Mayor de Salamanca está hasta los topes de gente porque se está celebrando una Cumbre Internacional que será un nexo de unión entre los países occidentales y orientales. Se busca la paz internacional y el presidente, que goza de una muy positiva imagen popular, está dispuesto a seguir en su línea antibelicista.
Los periodistas de la CNN, dirigidos por Rex Brooks (Sigourney Weaver), están apostados en lugares estratégicos para captar las mejores imágenes de su presidente. Tienen varias cámaras desde donde pueden cubrir casi por completo todo el evento.
Thomas Barnes (Dennis Quaid) es la mano derecha del presidente. Ya recibió con anterioridad una bala en un intento de asesinato. Se salvó y ahí sigue, junto a su inseparable superior. Es el protagonista de toda la trama y de toda la acción. Aparece como el héroe, como el salvador. Su mirada se fija en los detalles, en la gente, en los balcones de la Plaza Mayor. Nada se le escapa. De él depende la vida de otra persona y sabe cómo cumplir su trabajo.
Kent Taylor (Matthew Fox) es también guardaespaldas del presidente. Él es quien mira todas las rutas a seguir, quien debe poner a su presidente a salvo. Él también se fija en los pequeños detalles y no le pasan desapercibidos los rostros de la gente.
Howard Lewis (Forest Whitaker, conocido por "El último rey de Escocia", película por la que recibió un Oscar) es un turista que se encuentra por casualidad en Salamanca en el momento de la visita de su presidente. Casi todo lo que vemos es por el objetivo de su cámara de vídeo, que no sólo graba a las personas, sino que su objetivo se posa además en donde se fijan los ojos perspicaces de los guardaespaldas. Su papel también es el de un héroe, sobre todo al salvar a una niña de ser atropellada. Corre tras los asesinos y policías, cámara en mano, sabiendo de antemano que todos sus rostros los ha grabado previamente. El presidente Ashton (William Hurt) está decidido a afrontar las algaradas de un numeroso público que le requiere en la Plaza Mayor de Salamanca. Pero el coche oficial es interceptado a medio camino, cuando la policía secreta estadounidense acaba de confirmar una amenaza que recae sobre Ashton. El presidente no quiere que su doble vaya a la Plaza, porque le matarán. Pero sus hombres de confianza le llevan de vuelta al hotel, desde donde sus subalternos le piden un ataque a un campamento terrorista localizado vía satélite en Marruecos. Él se niega, pero entonces ve en las noticias el disparo a su doble. Uno de los empleados del hotel se cubre de explosivos, que estallan en el hall y hace cundir el caos. Los terroristas saben que el hombre de la Plaza Mayor es un doble. Entonces, desde la ventana panorámica del séptimo piso donde se aloja el presidente se ve estallar la Plaza Mayor.
Enrique (Eduardo Noriega) es policía español. Debe cubrir las espaldas al alcalde de Salamanca, pero al subir al estrado, los guardaespaldas norteamericanos le detienen, creyendo que es uno de los terroristas. Termina huyendo de ellos. Allí se ha encontrado con la mujer a la que ama, Verónica (Ayelet Zurer), que es la que tira los explosivos bajo el estrado. Enrique se da cuenta de que ella también es una terrorista e intenta explicárselo a los americanos, que no le entienden.
Javier (Edgar Ramírez) está siendo chantajeado por una cédula terrorista que tiene secuestrado a su hermano. Le han dado unas instrucciones y, si no las sigue, asesinarán a su hermano. Así que Javier, en el caos en que está inmerso el hotel y aliado con el botones kamikaze, consigue llegar a la habitación del presidente, acribillar a balazos a los hombres que están con él y secuestrar a Ashton.
Suárez (Saïd Taghmaoui) es la cabeza pensante de toda la operación de secuestro del presidente. Debe asegurarse de que todo salga bien. Utiliza el control remoto para disparar contra el doble y hacer explotar las bombas. Cuando ha comprobado que en la Plaza Mayor todo ha salido a pedir de boca, se marcha de allí con Verónica en una ambulancia. En el hotel tiene que reunirse con Javier y sacan al presidente en una camilla.
Pero Barnes ha estado echando un vistazo en lo que han grabado las cámaras de la CNN y ha descubierto que Kent tiene una doble vida y que forma parte del grupo terrorista, que realmente no es un guardaespaldas. Así que le sigue por las calles. Se provoca un accidente de tales dimensiones que colapsa todo el tráfico, pero dentro de la ambulancia el presidente está a salvo, y todo gracias a su mano derecha, Thomas Barnes.