jueves, julio 31, 2008

Cuando llega el arrepentimiento

Una vez, hace muchos años, dije que jamás me arrepentiría de nada en mi vida. Lo hecho hecho estaba y no había vuelta atrás. Pero inevitablemente hay momentos en los que siempre te terminas arrepintiendo de algo.
Hoy es mi día D. Por el descanso que me voy a tomar. Después de unos días sin dejar descansar ni al cuerpo ni a la mente, después de haber terminado con los trámites que tenía que hacer hoy, he enviado la carta.
Escribes y sabes que, muchas veces, lo haces con el corazón. En tus palabras está latente la presencia de dos personas muy importantes, que aparecen y se repiten una y otra vez en diferentes formas.
Uno de los grandes temas es la muerte, representada en la figura de mi tío. Cuando se fue seguía con nosotros en el pensamiento y al menos yo todavía no he asimilado su pérdida, aunque la haya aceptado. En cada personaje se puede identificar una cualidad de mi tío. En cierto modo, es normal que yo le evoque a través de la escritura. Cuando se fue también me desahogaba generalmente escribiendo, pero ahora... hablo de él de otra manera.
El otro gran tema es el amor, identificado con F., que se tirará de los pelos cuando lo lea. Ayer me preguntaba por qué no enviárselo y hoy ya no puedo dar marcha atrás, porque el sobre ya ha salido en dirección a su destino. Empiezo a arrepentirme. Es como si le estuviera entregando un trozo de corazón; ésa es la causa del arrepentimiento que empieza a corroer los recovecos de mi estómago y no parará hasta que le vea y le salte, adelantándome a él, alguna perlita como: "No te enviaré nada más". Sé que lo leerá. Y entonces llegará el caos. Pero... es alguien que me sirve de inspiración. Tiene todo el derecho a saber lo que he puesto antes que los demás. También es un acercamiento, porque en los últimos años nos hemos distanciado mucho, terminando por decirnos exabruptos mutuos que podrían haberse evitado. Como le dije en unas palabras breves, sólo se trata de un voto de confianza por mi parte. Sé que le hará ilusión, aunque sólo sea por haberme acordado de enviarle el manuscrito.
Y bien, el uno de agosto empezaré otra cosa nueva.

miércoles, julio 30, 2008

De cháchara en el Registro

Llegas presionada por el tiempo demasiado ajustado para que te detengas en algún sitio a descansar. A las diez de la mañana se te acaba la tinta de la impresora y te das cuenta de que no puedes seguir, que debes ir a Correos y conseguir que los manuscritos estén mañana por la mañana en su destino. Es lo que más prisa corre aunque, como en cualquier concurso, lo que cuenta es la fecha del matasellos. Pero, por si acaso, mejor que esté allí antes de terminar el plazo. Con estos nuevos códigos que te facilitan los funcionarios de Correos, puedes seguir el viaje de lo que has enviado y saber la hora a la que ha llegado.
Vuelves a casa, terminas de imprimir el manuscrito para el Registro de la Propiedad Intelectual. Y cuando llegas un hombre que no conoces de nada coge la encuadernación y te llama por tu nombre. Te saca los impresos y antes de empezar...
-Le explico. No he firmado ni he puesto "FIN" porque son varios cuentos independientes entre sí. Entonces no sé si debo ponerlo en la última hoja de cada cuento o sólo en la última hoja de todo el manuscrito.
-Mmmmmm... Debes registrar cada cuento por separado. Es decir, coges el título y tu nombre de un cuento, numeras las páginas y lo encuadernas... Así con todos. Te va a costar algo caro, porque son unos cuantos.
-No importa.
-Te doy los impresos para que los rellenes en casa. Por si te equivocas te doy una hoja más de cada.
-Y bueno, Ana -dice echando una ojeada al manuscrito que toca con delicadeza-, ¿no eres asturiana, verdad?
-No, soy riojana.
-Es que en Oviedo hay una calle... Cuando vi tu anterior relato, el segundo apellido me chocó porque hay una calle en Oviedo...
-Ese es un apellido vasco, pero soy riojana por todos los lados.
-Ah, La Rioja, qué gente más agradable y simpática, diferente de la de aquí. He ido mucho por allí (enumera un sinfín de poblaciones que yo conozco, claro). ¡Y qué buenas las patatas a la riojana...!
-A mí me gusta Salamanca...
Abre mucho los ojos y se echa a reír.
-Ni punto de comparación. Con la riqueza que hay en tu tierra. Aquí te sales del turismo y los estudiantes y es tan pobre... Si ésta es la provincia más pobre de España... Mira, yo que soy zamorano y llevo treinta años viviendo aquí...

Luego ha venido Piedad, que es la que estaba la otra vez. Me mira y dice:
-Si yo ya la conozco.
Unos tres cuartos de hora me he quedado hablando con la pareja. Lo cierto es que no me atrevía a despedirme. Entre que ellos no paraban de hablar. Debe ser aburrido estar tantas horas de calor encerrados en el tercer piso del edificio.
-¿Me pueden explicar qué es el Depósito Legal?
-Claro. Si quieres, mañana cuando vuelvas te damos los impresos para que solicites el número de Depósito Legal.
-¿Pero es obligatorio?
-No.
-Bueno, si me publicaran un libro sí tengo que hacerlo ¿no?
-Sí, claro. Entonces sí que es obligatorio. Y, si no lo haces, lleva sanción.
-¿Es muy caro?
-Es gratuito. Por lo general, en un certamen es la editorial la que solicita el Depósito Legal, pero siempre es preferible que lo solicite el autor.
-¿Para qué sirve? ¿Cuántos ejemplares se llevan a las Bibliotecas Públicas?
-Es un número de identificación. Sería el copyright de ese libro. Cuando haces el Depósito Legal es para que tu obra entre a formar parte del Estado, es decir, entra a formar parte del patrimonio del país. De esa obra, tienes que traer aquí cinco ejemplares y donarlos al Estado: tres se quedarán en la Biblioteca Pública Nacional, uno se enviará a la Biblioteca Pública de Castilla y León y el último a la Biblioteca Pública de la Ciudad.
-¿De Salamanca? ¿Las Conchas o Gabriel y Galán?
-Iría a Las Conchas; la otra es la Biblioteca Municipal.

Y así, mañana me veo en el Registro de cháchara otra vez. Al menos si no hay gente. Y las dos veces que he ido no he tenido que esperar.

martes, julio 29, 2008

A contrarreloj

Esta vez me he lucido. Debía haber enviado hoy un manuscrito para un concurso, cuya fecha límite de entrega es el jueves. Con un mínimo de cien páginas, ayer todavía me quedaban veinte. Hoy ya las he sobrepasado y me queda por pulir el conjunto. El caso es que cuando mañana haya ido a Correos y al Registro de nuevo sólo veré por tumbarme en la cama y descansar. Llevo unos días que no me reconozco: apenas como porque estoy nerviosa, no duermo porque por las noches es cuando me llega la inspiración, tengo la casa patas arriba porque veo una pérdida de tiempo recogerla hasta que no haya terminado de hacer lo que me he propuesto.
Al menos, me quedo tranquila sabiendo que el manuscrito entra mañana porque cuenta la fecha del matasellos.

De ahí que ni me haya pasado hoy por aquí ni haya visto nada. Ando a contrarreloj.

lunes, julio 28, 2008

28 de julio de 2004

Hoy hace cuatro años que mi tío fue intervenido quirúrgicamente en una operación de nueve horas. A mi tío le habían detectado una semana antes un cáncer con metástasis en la garganta; era fumador empedernido. Yo desconocía todo sobre aquella operación, también lo desconocía todo sobre esa terrible enfermedad que se lleva a tanta gente. Sólo empecé a convivir con ella cuando la tuve cerca, cuando descubrí en un ser querido los estragos de aquel mal que siempre estaba acechando.
Cuando escuchas la palabra "cáncer" por vez primera temes lo peor. Con el paso de los años he aprendido que en nuestros días se puede curar casi cualquier tipo de cáncer, sobre todo si lo han cogido a tiempo. También he aprendido que el peor cáncer es aquel que va acompañado de metástasis, pues es ésta la que hace que se reproduzca, es casi remotamente imposible erradicarla de raíz. Pero entonces no lo sabía. A mi tío le pillaron a tiempo la enfermedad, pero había metástasis, y eso no vaticinaba nada bueno. Pero, mientras hay vida hay esperanza.
En un principio, los médicos dijeron que posiblemente le cortaran las cuerdas vocales, pero finalmente hablaron con un eminente doctor en la materia -la de mi tío fue su última operación, pues se jubiló una semana después- sobre la posibilidad de dejarle las cuerdas vocales. En este tipo de operación, para acortar el tiempo en quirófano, suelen cortar las cuerdas directamente, sin tener en cuenta al paciente, que como si no bastara con lo que tiene en el cuerpo le dejan mudo. Sólo lo hacen por abreviar el tiempo, no porque sea necesario. El problema es que limpiar alrededor hace que la operación se alargue hasta nueve horas, cuando podría costarles la mitad. Pero el doctor se tomó su tiempo y operó sin cortar las cuerdas vocales.
Recuerdo mi primera impresión cuando vi a mi tío después de la operación.
-Parece que te han pasado por la guillotina, tío.
Lo cierto es que tenía un tajazo de lado a lado del cuello, algo impresionante para alguien que lo ve por primera vez. Mi tío se reía, aunque no podía hablar de momento. Así que se comunicaba a través de una pizarra que le habíamos llevado.
Recuerdo aquellos momentos, lo mal que lo pasó después de la operación, porque tenía que aprender muchas cosas de nuevo. Por ejemplo, tenía que aprender a tragar. En su primera comida sólida, no sé lo que ocurrió que me había quedado yo sola en la habitación con él. Llegaron dos enfermeras para explicarle cómo tenía que hacerlo. No le pasaba nada por la garganta. Yo intentaba animarle, pues sabía lo difícil que le estaba resultando. No me voy a detener en aquellos detalles escabrosos, porque la verdad es que no fueron muy agradables. Él me miraba, suplicante, pero las enfermeras le obligaban a tomarse un puré que no podía tragar. Y yo le miraba, intentando sonreír, pues sabía que tenía que dedicarle una sonrisa para animarle, que no sintiera lo afectada que yo estaba. Pero, como todo, aprendió a tragar.
A mí me afectó más lo del habla. También tuvo que aprender a hablar, y desde entonces, cada vez que quería decir algo, tenía que apretarse la nuez de la garganta. Al principio era incomprensible lo que decía. Yo siempre le respondía que no forzara la voz y que escribiera en la pizarra, pero él, lógicamente, prefería hablar. Llevaba muchos días sin hacerlo, y mi tío era un gran conversador.
Un mes después le enviaron a casa. Podía comer, podía hablar, podía hacer de todo. Se compró un reproductor de dvd's y ciertos aparatos para hacer más cómoda su estancia en casa. A menudo recibía las visitas de sus amigos y amigas. Mi madre era la que le preparaba las comidas, siempre blandas. Y le hacía flanes y natillas. Porque mi tío era muy goloso y con aquellos postres se chupaba los dedos.
Yo me había ido a Alemania para practicar el idioma y, cuando regresé, ya estaba en casa. Mi tío también era muy futbolero. Recuerdo que le traje dos camisetas de fútbol: una del Hertha de Berlín y otra del Stuttgart. También le traje unos bombones típicos de la Selva Negra. Sabía que eran cosas que le agradarían, por su afición al fútbol y por lo goloso que era.
El tiempo pasaba, los médicos veían con buenos ojos la rápida recuperación de mi tío. Yo iba a menudo a casa y no tenía tiempo para dejar la maleta en el portal e ir a visitar a mi tío. A veces llegaba y me invitaba a que le acompañara a dar un paseo.
Recuerdo de todo lo que hablábamos, de las ilusiones y esperanzas que tenía, de todo lo que quería hacer cuando se curara. Me preguntaba sobre secretillos que sólo compartía con él.
Había sido jubilado por enfermedad, y ahora tenía mucho tiempo libre. Nos cruzábamos con personas mayores que también iban de paseo, pero mi tío no era mayor. Por eso me fastidia tanto lo que llegó después.
Mi tío hacía vida normal. En la garganta tenía una canícula que debía limpiar varias veces al día. Sólo le vi el agujero en la garganta una vez. Siempre llevaba el cuello tapado, fuera la estación que fuera. Pero se le veía feliz. A principios de 2006 ya habíamos ido varias veces a Madrid, porque sin nada que amenazara a mi tío ya podían cerrarle la herida. Mi tío siempre dijo que prefería venir conmigo a Madrid, por mi sentido de la orientación.
La felicidad duró poco. En junio de ese año, el cáncer se reprodujo en el pulmón. Los médicos nos habían avisado de que se necesitaban cinco años para la recuperación completa del paciente; pasado ese tiempo, sería extraño que se volviera a reproducir. No habían pasado ni dos años. La enfermedad volvía a reaparecer en toda su crudeza. Durante meses tuvo que acudir a sesiones de Radio y Quimioterapia, que le debilitaban muchísimo. Los efectos secundarios eran atroces: vómitos, diarreas, mareos, dolores varios... En mi casa había palabras que eran tabúes: "cáncer", "Radioterapia", "Quimioterapia"... y cuando mi tío tenía que ir al hospital, iba a sus "sesiones", simplemente. Todos nos acostumbramos a no decir ciertas palabras como si el hecho de mencionarlas diera mala suerte.
A pesar de las sesiones, el cáncer se fue extendiendo lentamente. No se pudo hacer mucho más. En febrero del año pasado, una carta de la oncóloga nos notificaba la triste verdad. Pero nadie de mi familia dijo nada de la tragedia que se nos echaría encima. Una llamada desde mi casa me desmoronó aquel día, pues eran muy malas noticias. Me derrumbé. Recuerdo a mi madre al otro lado diciéndome: "Debes ser fuerte, pero tienes que estar preparada para lo que ocurrirá". Pero nadie está nunca preparado. La muerte de una persona a la que quieres siempre es inoportuna, la pérdida de un ser cercano no viene nunca bien.
Las sesiones habían debilitado a mi tío muchísimo. La última vez que le vi había envejecido veinte años en varios meses. Sentía su fragilidad, su mirada triste, pero una energía sorprendente, unas ganas de vivir en él increíbles. Él jamás supo lo que le venía encima. Mi padre sabía que si se lo hubiéramos dicho cuando nosotros fuimos informados, le hubiéramos matado en ese momento. De esa manera aguantó con nosotros varios meses más, unos días mejor, otros peor.
Mi madre siempre decía que mi tío era como una vela que se iba consumiendo lentamente, hasta que un día terminara apagándose.
Quería ir, quería despedirme de él. Me quedaba un único examen y no me importaba no hacerlo (no lo hice, de hecho). Mis padres me dijeron que era mejor que me quedara con los recuerdos de Madrid, que le evocara en los momentos felices, porque yo no podría soportar verle así.
En la madrugada del 12 de septiembre mi tío partió para siempre. Yo hablaba a diario con mi familia. Sabía que podría ocurrir de un momento a otro, pero nunca estuve preparada. Ese día, cuando entré en el tanatorio para verle por última vez, mi hermano me tuvo que sujetar porque me desvanecía. El dolor me desbordaba. Cuando se es consciente de la muerte, es insoportable ese sentimiento de vacío y pérdida, algo te desgarra por dentro.
Viví esos días como en una especie de sueño, como si en cualquier momento fuera a despertar y sólo hubiera sido una pesadilla. Pero no, mi tío ya no está con nosotros. Maldito cáncer, que se lo llevó para siempre.


Siempre en mi corazón, tío

Carta a los intolerantes

Una vez tuve un novio con quien la convivencia se hizo insoportable. Tenía que escuchar la música que escuchaba él, ver siempre lo que él quería ver, tenía que gustarme lo que a él le gustaba, llevar el pelo como él quería y vestirme como a él más le agradara. Ni que decir tiene que no duró mucho.
No soporto que intenten controlarme de esa forma. Cada uno es como es, entonces no comprendo que alguien intente cambiar nada de mí. Yo no intento cambiar a nadie, entonces ¿por qué siempre llega alguien que intenta cambiar algo de mí? Tengo demasiada personalidad como para cambiarme de la noche a la mañana. De ahí que alguien que no respeta mi música, mis aficiones, mis gustos, mis formas, mi pelo, mi ropa o cualquier otra cosa que salga de aquí no merece tampoco mi respeto. Para mí esa persona siempre será un intolerante. Intolerante porque siempre creerá que la música que escucha es la mejor, que no hay películas comparables a las que él ve, que su coche es el mejor y, para no alargar, todo lo que posee o tiene o siente estará siempre por encima del resto de los humanos. ¿Por qué? Siempre hay coches, películas, cantantes y PERSONAS mejores que él. Que algo te guste no quiere decir que tenga que ser lo mejor. Mucha gente asocia una cosa a la otra, y a mí me quema que sea así. Me quema que exista este tipo de gente, porque terminan convirtiéndose en personas insoportables, para "echarles de comer aparte".
Por supuesto, después todos los que se cruzaron en mi vida tuvieron que pasar "la prueba del algodón". Algunos que vinieron a mi casa redecorada para la ocasión que ellos desconocían se encontraban con discos de la música más estrambótica posible desperdigados por ahí, junto a películas romanticonas, libros extraños y revistas de adolescentes. Saltaba a la vista todo aquello, y a la vez era una distancia que hacía que realmente no supieran nada de mí, pues nada de aquello me interesaba lo más mínimo; lo que de verdad despertaba cierto interés en mí era la reacción de mi "víctima".
Puede parecer cruel por mi parte, pero no soporto la intolerancia. De ahí que muy pocos pasaran la prueba. Yo soy de esas personas que siempre me guardo mis impresiones para mí, siempre en relación a este tema, respetando por tanto los gustos de la gente. Es decir, que si yo voy a casa de alguien y veo discos que no me gustan o de esos con los que me entre la risa fácil no moveré un músculo de la cara. Suelo mantenerme impasible. Siempre he pecado de observadora pero no criticaré los gustos personales de alguien porque a mí no me guste lo mismo.
Lamentablemente es algo que ocurre en el día a día. Y a mí no es algo que se me escape.

Por eso adoro a F., porque respeta todo. Porque una vez que me llevó el coche a casa, alegando yo que la magnitud de mi borrachera era tal que no podría conducir, y cuando le dije que tenía flamenco (concretamente, Camarón de la Isla) no se inmutó. Es más, me dijo que lo pusiera. Lo llevaba en el coche después de haber visto las reacciones contrariadas de la gente cercana a mí, que se echaban las manos a la cabeza cuando lo ponía. También porque aquel coche lo compartía con mi padre, de quien he heredado esos gustos por el flamenco y la curiosidad por las tradiciones gitanas.
F. es melómano, de ahí que su reacción me llamara tanto la atención. Escucha de todo, toca muchos instrumentos de oído, conoce todo tipo de música... pero no imaginaba yo que Camarón fuera algo que le entusiasmara.
Ahora, cuando recuerdo momentos como aquel, no comprendo cómo hemos llegado a la situación actual. Le busco en otros brazos, en otros ojos, en otros labios... pero no le encuentro en ningún sitio. Y el orgullo me impide, por ende, decirle nada.
Siempre, como seres respetuosos, educados y tolerantes que somos los dos, nos saludaremos, pero algo se rompió entre nosotros, porque un día la magia simplemente dejó de fluir.

Hablaba de intolerancia y he terminado hablando de uno de los seres más tolerantes que he conocido nunca.

domingo, julio 27, 2008

"World Trade Center"

Cuando vas a ver una película basada en hechos reales ya sabes a lo que te expones, porque sabes el final. Quizás por eso mismo, porque sé lo que ocurrió, nunca me decidía por ver esta película.
Cuando se habla de catástrofes mundiales, de tragedias titánicas, de crisis universales, de guerras multitudinarias por lo general suelen pillarnos tan lejos en el plano espacial-temporal que no les damos la importancia que debieran: las guerras mundiales, el Holocausto nazi, la hambruna de África, las guerrillas colombianas, las bombas atómicas... por nombrar algunos hechos históricos de vital importancia.
Pero un día ocurre algo, te conciencias del horror, tu retina se clava en las imágenes del atentado de las Torres Gemelas y sabes que algo ha cambiado en el mundo. Eso no deja indiferente a nadie. ¿Quién no recuerda lo que estaba haciendo cuando las noticias retransmitían lo que ocurría en Nueva York? Porque se para el tiempo y crees que acabas de entrar en un mundo de pesadilla. Es imposible definir ese sentimiento de impotencia. ¿Quién no recuerda estar viendo la primera torre en llamas cuando por detrás apareció un segundo avión que impactó contra la segunda torre? Te sientes infinitamente vacía de todo sentimiento. Algo se desmorona, te parece tan extraño haber pasado tan rápidamente al infierno...
No imagino cómo debieron sentirse las personas que estaban dentro, y ni puedo imaginar a sus familias ni la pesadilla de los supervivientes. Aquí se sentía la impotencia, la rabia, el dolor... Pero allí, en Nueva York, tuvo que ser algo demasiado horrible como para poder expresarlo en palabras. El 11 de septiembre de 2001 quedará siempre en el recuerdo.
Por eso, revivir de nuevo aquella pesadilla no me apetecía mucho. Ésta es una película que, tarde o temprano, iba a terminar viendo.

John McLoughlin (Nicolas Cage) es sargento de la policía portuaria de Nueva York. Sale de su casa hacia el trabajo como un día más. Pero ese día no es un día más.
Los jóvenes agentes a sus órdenes están en la terminal de autobuses cuando sienten un tremendo impacto que no saben de dónde viene. Enseguida se trasladan hacia la Torre Norte del World Trade Center, donde se rumorea que se ha estrellado un avión. El sargento era el mejor instruido para entrar a las Torres Gemelas, ya que en 1993 había estado allí cuando estalló una bomba en los aparcamientos. Sus hombres lo saben y cuando pide voluntarios enseguida tiene a su lado a hombres valerosos: Will Jimeno (Michael Peña), Domonick Pezzulo (Jay Hernández), Antonio Rodrigues (Armando Riesco). Buscan bombonas de oxígeno en todo el edificio y se encuentran todos en el hall cuando se produce un segundo impacto. John, que siente algo escalofriante que se les echa encima, empuja a sus hombres hacia el montacargas, el sitio más resistente de todo el edificio. Los escombros caen encima de ellos, dejándoles atrapados. El edificio acaba de derrumbarse como si fuera de mantequilla, y ellos desconocen que también la segunda torre ha sido atacada por otro avión.
Cuando despiertan sólo McLoughlin y Jimeno se mantendrán con vida. No dejan de hablar entre ellos, y las visiones de sus esposas los mantienen vivos. Tienen sed y desconocen cuánto tiempo pueden aguantar atrapados entre los escombros.
Un marine retirado, Dave Karnes (Michael Shannon), se traslada a Nueva York para ayudar en las tareas de rescate. Será él quien no ceje por luchar en busca de supervivientes o, incluso, de cadáveres. Será él quien encuentre a los dos policías y pida ayuda.
En casa de McLoughlin, su esposa Donna (Judy Jonas) intenta mantener la calma en la familia. Sus cuatro hijos se encuentran nerviosos, porque de alguna manera saben que su padre está ahí.
Los Jimeno también viven momentos muy dolorosos. Su esposa Allison (Maggie Gyllenhaal) está embarazada y sufre crisis de ansiedad e histeria ante las imágenes que están saliendo en la televisión. Sus padres y otros familiares intentan ocuparse de ella.
Entonces reciben las llamadas de que sus maridos han sido encontrados vivos entre los escombros.

La película está basada en los testimonios de las dos familias, cómo vivieron aquel día tan largo, cómo pasaban las horas sin noticias, cómo la histeria popular invadía todo...
No me ha gustado la imagen de Jesucristo en los sueños de Jimeno. Es respetuoso que, en medio de los delirios, tuviera extrañas visiones, pero creo que en una película tan trágicamente real una imagen de ese estilo está de más.

F. de fantasía

Entonces abres los ojos y decides que debes integrarle en tu imaginación, desahogarte mediante las palabras que se convierten en hojas escritas, cuyo número va aumentando con el paso de los días, y descubres que a alguien real lo has convertido en una persona fruto de la fantasía, inmerso en una historia que no se merece, haciendo algo que no debería, diciendo palabras que jamás pronunciaría. Pero es tu historia y son tus personajes. Y él está en medio de todos ellos marcando el ritmo del corazón.

sábado, julio 26, 2008

"Salvador Puig Antich"

Tenía ganas de ver esta película, porque Daniel Brühl me gusta como actor. Lo que me ha exasperado es que muchas partes hablaban en catalán (sin subtítulos). Es cierto que es muy parecido y se entiende bastante, pero también es posible que se pierda algo de información sobre lo que están hablando. De ahí que muchas veces rebobinara para volverlo a escuchar. Finalmente, he llorado, no podía ser de otra forma. La muerte a garrote vil es dura. Yo nunca antes había visto de una manera tan detallada este tipo de ejecución. Había leído cómo era, pero verlo... es otra historia. Se me ha caído la lagrimilla por lo que considero una injusticia.

A principios de los años 70, el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), un grupo izquierdista formado por militantes españoles y franceses muy jóvenes, pone en jaque a la policía al cometer varios atracos en Cataluña con el objetivo de conseguir dinero para apoyar a los sectores más combativos del movimiento obrero. En un primer momento, el éxito de sus acciones espectaculares, provocadoras e irreverentes proporciona a los revolucionarios de MIL una sensación de invulnerabilidad que termina bruscamente en septiembre de 1973, cuando efectivos de la Brigada Político Social tienden una trampa a dos de sus militantes. En el transcurso de su detención se produce un tiroteo en el que muere un joven inspector de policía. Salvador Puig Antich (Daniel Brühl) resulta gravemente herido y, después de salir del hospital, ingresa en la cárcel Modelo de Barcelona, a la espera de un consejo de guerra. A partir de ese momento, tanto sus hermanas como sus abogados inician, ante la indiferencia social, una carrera contrarreloj para salvar la vida del joven activista. Pero el 20 de septiembre de 1973 se produce el atentado de ETA contra el presidente del gobierno franquista, el almirante Carrero Blanco, y Salvador Puig Antich se convertirá en el chivo expiatorio que un sector del régimen franquista reclama. El consejo de guerra contra Puig Antich es una farsa y el joven es condenado a muerte. Todos los intentos por salvarlo, incluso la idea de la fuga, resultarán inútiles y el 2 de marzo de 1974 Puig Antich es ejecutado mediante "garrote vil".
En la prisión, Salva cuenta a su abogado, Oriol Arau (Tristán Ulloa), toda su vida, cómo se convierte en un activista, le habla de su primera novia, Cuca (Leonor Watling), y de la mujer que llegó después, Margalida (Ingrid Rubio). El grupo activista era anarquista, buscaban un cambio de una España de represión, donde no había libertades de ningún tipo. Puig Antich y sus compañeros no se conformaban con las palabras, tenían que luchar. Después de varios atracos, se establecen en pisos francos en Toulousse, porque en el país vecino estaban a salvo. Entra en la cárcel como un delincuente común, "el que ha matado a un policía", pero el guardia que empieza a tratarle mal, Jesús (Leonardo Sbaraglia), se terminará convirtiendo en su amigo allí dentro.
La familia Puig Antich sigue luchando hoy para que se revise el caso de Salvador.

Cuentos sobre virtudes y defectos

Últimamente tengo el blog un poco abandonado, porque ando escribiendo cuentos para presentarlos a otro certamen literario. Tengo el tiempo a la contra, pues la fecha límite es el 31 de julio y debo sobrepasar las cien páginas. Lo cierto es que la imaginación y la inspiración se desbordan en el momento en que me voy a dormir, donde empiezo a dar vueltas sin parar y se empieza a entretejer una historia en mi mente, la idea inicial. Finalmente, cubierta de sudor y con los ojos entrecerrados por la somnolencia, me obligo a levantarme de la cama, encender el ordenador y escribir la historia que se ha moldeado en mi cabeza. Nunca había estado tan inspirada, aunque ahora sé que la inspiración no llega por sí sola, sino que todo es ponerse, hay que buscarla y, cuando llevas varios párrafos escritos, te das cuenta de que el resto va saliendo por sí solo.
Como el tiempo corre en mi contra, el rato que paso aquí es solamente para escribir sin parar, sin darme un respiro siquiera. No imaginaba qué tipo de temas saldrían con las historias. Me encantaría publicar un libro de cuentos y lo cierto es que esto que escribo ahora son cuentos, casi todos con una moraleja. No imaginaba los temas que tocaría hasta que he terminado algunos y empezado otros. Mi pluma escribe sobre las virtudes y los defectos humanos: envidia, esperanza, crueldad, tolerancia... No sé, escribiendo me siento una persona completa, hago lo que siempre he querido hacer y es una actividad que me llena íntegramente.

"El grito" (1 y 2)

Lo cierto es que las películas de miedo no me atraen mucho, porque la mayoría de las veces suele entrarme la risa. Pero si hay películas de miedo que peguen sustos de verdad ésas son las orientales. Lo cierto es que ésta me recuerda mucho a “The Ring” y la mujer, con el pelo similar y esa mirada del más allá, termina siendo una bonita copia de Sadako.
Envuelta en un ambiente tenebroso y un halo de misterio, cargado de suspense, con los sonidos palpitantes advirtiéndonos para que estemos preparados, porque algo va a ocurrir, termina pegando buenos sustos, obviamente.

Se dice en Japón que, cuando una persona muere en un estado de extrema tristeza o ira, esa emoción permanece como una maldición donde tuvo lugar, y una y otra vez se repite el recuerdo de lo que ocurrió. La muerte se convierte en parte de ese hogar y destruye a todo aquel que se acerque. Cuando has estado bajo su influencia jamás te permite librarte de ella”.

Karen (Sarah Michelle Gellar) se ha ido de intercambio universitario a Japón. Su novio, Doug (Jason Behr), ha decidido acompañarla a Tokio. El Centro de Salud donde Karen hace sus prácticas la envía a una casa como asistenta, sustituyendo a Yoko (Yoko Maki), que no ha acudido al trabajo. Allí tiene que cuidar de una anciana estadounidense, Emma (Grace Zabriskie), que tiene una extraña enfermedad senil que le ha quitado el habla. La anciana vive con su hijo Matthew (William Mapother) y con su nuera Jennifer (Clea DuVall). Los dos aparecerán muertos en el ático de la casa. Pero también se ha ido a vivir y trabajar en Tokio la hija de Emma, Susan (Kadee Strickland), que desaparece, sin más.
Cuando Karen llega a la casa siente vibraciones negativas. Se encuentra todo desordenado y se encarga de cuidar a Emma. De repente, escucha ruidos en el desván y allí encuentra a Toshio (Yuya Ozeki), un niño que ha sido encerrado en un armario, donde también encuentra un diario en japonés de una mujer, pero las trabas del idioma le impiden leerlo. Entre las páginas del diario hay una foto de un hombre de rasgos occidentales.
Peter (Bill Pullman) era un profesor norteamericano que se suicidó, tirándose desde el balcón de su casa. No llevaba mucho tiempo en Japón, pero tres años después su suicidio sigue siendo un misterio. Karen habla con su viuda, que le enseña unas fotos en las que aparece, al fondo, la misma mujer, Kayako Saeki (Takako Fuji). Cuando investiga y relaciona a los personajes, descubre que hace tres años el marido de Kayako mató a su hijo Toshio y a su esposa Kayako, y después se suicidó él. Un día después, Peter se tiraba por el balcón.
Karen habla con el inspector del caso, Nakagawa (Ryo Ishibashi). Los dos saben que en esa casa ocurren cosas extrañas, que hay algo que no puede ser de este mundo. El inspector sabe que están predestinados a morir allí, porque han entrado en contacto con esa cosa. Sus compañeros, los que investigaron el caso tres años atrás, fueron asesinados o desaparecieron en extrañas circunstancias.
Karen pierde a su novio en la casa y sobrevive, aunque Kayako la perseguirá y acosará allá donde vaya.

La segunda parte es, simplemente, la continuación de la primera. Karen (Sarah Michelle Gellar) está retenida en un hospital japonés, atada con correas y sedada la mayor parte del tiempo. Todos creen que provocó un incendio en la casa maldita, y por esto es por lo que murió su novio. Así que su hermana Aubrey (Amber Tamblyn) viaja a Tokio para llevar de regreso a casa a Karen. El primer día en el hospital su hermana se cae de la azotea y muere. Esa misma noche Aubrey conoce a Eason (Edison Chen), un joven periodista que lleva tres años investigando el caso de la casa encantada y la maldición que rodea a todos aquellos que entran en su interior.
Mientras, tres colegialas deciden entrar en la casa, para hacerle una novatada a una de ellas, Allison (Arielle Kebbel). Sus amigas Miyuki (Misako Uno) y Vanessa (Teresa Palmer) desaparecerán misteriosamente.
En un viejo edificio de Chicago, se oyen unos extraños golpes que provienen de la casa de los Fleming. Jake (Matthew Knight), como niño, tiene el instinto que le advierte de que algo malo hay en ese edificio. Su hermana mayor, Lacey (Sarah Roewer), no le cree. Sus vidas cambiarán cuando su padre traiga a la casa a su nueva esposa, Trish (Jennifer Beals). Porque la maldición ya está en el edificio y se ha extendido hasta poseer de un modo bastante siniestro a la madrastra.
En Tokio, Aubrey y Eason entran en la casa y el periodista se lleva el diario de Kayako (Takako Fuji). Lo lee y descubre que la madre de Kayako era una itako, es decir, una catalizadora, algo parecido a una exorcista. Kayako había escrito sobre los rituales que hacía su madre, que eran un poco extraños. Su madre era capaz de curar a la gente extrayendo los espíritus malignos de sus cuerpos, dándoselos de comer a su hija.
Eason y Aubrey han decidido ir al pueblo donde vive la itako, pues es su última esperanza de librarse de la maldición. La chica se queda dormida en el sofá y Eason es asesinado por Kayako. Así que al día siguiente Aubrey acude sola a la casa de la anciana, pero ésta le dice que la maldición ya se ha extendido y que no hay modo de salir de ella. Lo que no sabe Aubrey es que la maldición ha acudido con ella a aquella lejana casita en medio del campo. Cuando abre los ojos se encuentra frente a la casa maldita. Esta vez está dispuesta a carearse con Kayako.
En Chicago, Trish asesina a su marido y a su hijastra. Jake consigue salir al pasillo y allí se encuentra con la muchacha que cuidan los Fleming, la que ha traído la maldición a Estados Unidos, que es Allison. De repente, desaparece delante de Jake. Y allí está... Kayako.

viernes, julio 25, 2008

Los sueños de verdad

Todo el mundo sueña; soñamos siempre, con el pasado, con el presente, con el futuro, con cosas posibles e imposibles, con otras personas, con cosas que podemos cumplir y con cosas que están fuera de nuestras expectativas. Soñar es bello porque nos ayuda a conseguir objetivos, ya que cuando nos marcamos un reto es, a la vez, un sueño posible. Luego están los sueños imposibles, los que sabes que son matemáticamente irreales y que jamás se cumplirán.
Soñamos cuando leemos libros, cuando descubrimos otros mundos, cuando vemos películas, cuando nos cuentan historias.
Hay sueños grandes y sueños pequeños. Es importante soñar porque la vida sin los sueños se convierte en monótona y aburrida. Pero no podemos vivir de ellos, a no ser que busquemos la forma de conseguir que se cumplan.
Yo siempre, desde hace unos años tuve dos grandes sueños, viables y posibles. Pueden cumplirse o no. Cuando sea una viejecita podré contar cómo fue, pero ahora no puedo leer en las líneas de la mano o en las estrellas si algún día se cumplirán. Claro que he tenido más sueños, soy una gran soñadora, pero el resto de sueños son muy pequeños en comparación.
Podría asegurar que uno de esos grandes sueños se cumplirá porque es algo que depende de mí, únicamente de mí, hacerlo realidad. Es lo que quiero hacer, lo que seré y en lo que se convertirá mi vida. Es un sueño, pero también un deseo. Estoy segura de que al final alcanzaré esas metas que una vez me propuse.
El otro gran sueño me encantaría que se cumpliera, pero dudo que ocurra, porque no depende sólo de mí, sino de otra persona y de los elementos externos. En estos momentos no me preocupa mucho lo que pueda ocurrir. Si se convirtiera en algo real me convertiría en la persona más feliz sobre la faz de la tierra, si no se cumpliera seguiría el curso de mi vida como si no pasara nada. No se puede tener todo. Porque además estoy segura de que para conseguir uno debo elegir y desechar el otro, aunque me pese.

jueves, julio 24, 2008

"El hombre de arena"

"No pienso quedarme aquí esperando a que el viento me borre como si fuera un hombre de arena".

Reconozco que si no saliera Hugo Silva en esta película ni siquiera me hubiera llamado la atención. Considero, aparte, a María Valverde una joven pero gran actriz, una gran promesa de nuestro cine. Lo que no esperaba es que me iba a gustar tanto. Al final termina sorprendiendo positivamente. Una película para recomendar... porque realmente es genial.

Una joven doctora, Silvia (Ana Ruiz), recibe en su consulta a un hombre mayor que viene desde América, pero es español; un inmigrante que ha regresado a su tierra. Se metió en una pelea para defender a un vagabundo y acabó en el hospital con varios huesos rotos. El hombre se deja la chaqueta en la consulta y Silvia encuentra en su cartera una foto que ya ha visto en su casa: es una foto de cuando ella era un bebé junto a su madre.
Al llegar a casa, le pregunta a la mujer con la que vive, Carmen (María Sampietro). Y ella le cuenta la historia de sus padres.

En la época franquista, muchos hombres y mujeres eran encerrados en hospitales psiquiátricos para ser olvidados de la faz de la tierra. Tenían aquel destino aquellos que no tenían un delito tan grande como para ir a la cárcel o ser ejecutados.
Mateo (Hugo Silva) llega al manicomio, acusado de decir algo que no debía. Nadie le dice el tiempo que va a estar allí, pero enseguida se da cuenta de que tiene que encontrar una manera de escapar. Muchos de los que se encuentran allí ni siquiera están locos. Es el caso de Lola (María Valverde), una muchacha que ayuda en las cocinas y en la lavandería. Está acusada de haber asesinado a sus padres, pero después se descubre que, desde que era tan sólo una niña, fue violada por su progenitor y por sus hermanos, con el consentimiento de la madre. La historia se volverá a repetir, porque uno de los celadores, Luis (Héctor Noas), abusa de todas las locas, y Lola no va a ser una excepción.
Por su parte, Mateo encuentra entre sus compañeros de cuarto a un francés (Samuel Le Bihan) que, en principio, parece violento, pero resultará ser su mejor amigo allí. El francés también se ha enamorado de Lola.
El embarazo de Lola no tarda en descubrirse. Burgos (Alberto Jiménez), el director del hospital, cree que el padre es Mateo, porque los dos jóvenes pasan mucho tiempo juntos, pero la doctora Carmen (Irene Visedo) está segura de que el violador es Luis. No consiguen hacer confesar a Lola, que está muy enamorada de Mateo. Sólo cuando a éste intentan darle una paliza los celadores encabezados por Luis, Lola se confesará a la doctora y Luis será encarcelado.
Con ayuda de un portugués que suele aprovisionar la institución y al que Mateo salvó la vida, se escapan hacia el barco que les embarcará para América. Mateo ha regalado su sombrero al francés y Burgos encuentra dentro un papel con el destino, pero cuando llega sólo encuentra a Lola.
Con todas las cosas que han ocurrido en el manicomio, el director es destituido. La niña de Lola nace allí y todos se vuelcan con ella. Mateo nunca deja de escribir, un día volverá por ellas. Pero Lola enferma y una mañana de otoño fallece. Carmen se hace cargo de la niña.
Él ha vuelto para conocer a la que considera su hija... después de tantos años.

Valentino Rossi: La autobiografía


Imagina si no lo hubiera intentado...

"Yo soy Valentino Rossi. Y quiero ser una persona, no un icono.
Nací en Urbino el 16 de febrero de 1979. Hijo de Graziano Rossi, piloto profesional de moto y después de coche, y de Stefania Palma, geómetra en la oficina técnica del Ayuntamiento de Tavullia.
Era un niño muy tranquilo, dice mi madre. Ella me ha contado que nadie se quejaba de mí en la guardería: ni las maestras ni las otras madres.
Empecé haciendo pequeños circuitos para simular carreras con cochecitos. Después, de crío, siempre sacaba las rodillas cuando iba en bici. Pero ahí todavía era bueno. Empecé a desmadrarme cuando me apoderé de un vehículo a motor con dos ruedas.
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Yo soy Valentino. Me llamo así porque Graziano quiso recordar de esta forma a su mejor amigo, que falleció ahogado, en el mar, cerca de Pesaro, con dieciocho años.
El día de San Valentín, apenas dos días antes de mi cumpleaños el 16 de febrero, es sólo un motivo secundario.
El número 46 nace de cuando corría en minimotos. Estaba en un equipo que había formado con dos chavales de Gatteo del Mar, Marco y Maurizio Pagano. Ellos fueron los hermanos que me prestaron una Aprilia 125 para dar mis primeras vueltas a un circuito grande, en Misano.
Los tres llevábamos el número 46 porque corríamos en categorías diferentes. También ellos eran apasionados de Japón y de los pilotos japoneses: una vez nos emocionamos con un piloto invitado del Gran Premio de Japón, en Suzuka, que hacía equilibrios increíbles bajo el agua. Llevaba el 46. Lo quisimos también nosotros.
Luego lo dejé, en el campeonato italiano y en el Europeo. Pero cuando llegué al Mundial, tuve que elegir un número.
Descubrí entonces que era también el número que llevaba Graziano cuando ganó su primer Gran Premio, con la Morbidelli 250, en 1979. Justo el año en que nací yo. Por eso decidí que mi número, para el Mundial, sería el 46.
Ese número resume mi carrera, en parte incluso mi vida. Desde luego simboliza mi gran e increíble aventura.
Me recuerda el día en que todo empezó.
Estaba en una encrucijada: ¿dos o cuatro ruedas? ¿Kart o moto? Elegí las dos ruedas, la moto. Decidí que iría a probar la Aprilia 125, y luego quise correr. Y continué. Vencí, antes de nada, los miedos de mis padres, y luego la desconfianza sobre mis habilidades.
Sí, es verdad, no iba mal en el colegio. Cierto, hacía bien muchas otras cosas. Pero yo quería correr. Rápido, muy rápido. En moto. Y lo conseguí.
Imagina si no lo hubiera intentado".

Admiro a muchos personajes históricos, pero nunca había llegado a admirar tanto a una persona que todavía viva. Claro que me gustan muchas celebridades, sea por su forma de trabajar, por su simpatía o por algo que se salga de lo normal, pero nunca he llegado hasta el punto de admirarles. A Valentino, empero, le he terminado adorando. No me considero una fan de él, en el sentido estricto de esa palabra, aunque vea las carreras de Moto GP porque él me hace sentir algo extraño, cuando antes nunca me habían llamado mucho la atención las motos. Si alguna vez le tuviera delante estoy segura de que no le pediría un autógrafo. Por su libro, escrito en primera persona, lo que al lector le hace sentir siempre más cercano, he descubierto muchas cosas, no sólo sobre su imagen pública -la que todo el mundo conoce- sino además he descubierto una parte de esa persona, que quiere ser considerada como una persona, pero obviamente su celebridad ha llegado demasiado lejos como para que pase desapercibido en ningún sitio.
No es una autobiografía típica, ordenada cronológicamente. Él se limita a contar hechos, partes de su vida a medida que va recordándolos. A pesar de que utiliza a veces una jerga especializada, no se hace pesado leer tanto sobre motos. Es evidente que yo he aprendido ciertas cosas que desconocía.
No cuenta todo. No dice, por ejemplo, por qué se hace llamar "The Doctor" o "Il Dottore", aunque yo ya lo sé. Un Doctorado por una universidad primero ha tenido que ser estudiante, luego diplomado y más tarde licenciado. Si no sigue los pasos previos no puede ponerse a hacer el Doctorado. Valentino Rossi ha ganado en todas las categorías, que yo creía que eran nada más tres, las tres actuales: 125 cc., 250 cc. y Moto GP. Lo cierto es que hay otros dos títulos mundiales en su haber: el de 500 cc., premio que ganó en el último año de su celebración, y que después se cambiaría por el motor a cuatro tiempos, es decir, la Moto GP actual, de mayor cilindrada que aquellas motos; y la carrera Ocho Horas, que se celebra en Suzuka, y que se hace entre dos pilotos, que ganó junto a Colin Edwards (se necesitan dos pilotos porque como su nombre indica deben estar ocho horas en pista sin parar más que para pasar la moto al compañero de equipo).
No tengo palabras. Valentino habla con una sensibilidad inaudita. Creía que por ser quién es sería demasiado egocéntrico, demasiado creído para utilizar las metáforas que usa a lo largo del texto. No es que sea un gran escritor -pues, indudablemente, no lo es-, pero intenta hacer que lo que dice pueda llegar a cualquiera. Dentro de la jerga a la que él está acostumbrado, sus palabras en su boca se convierten en comprensibles.
Te ríes con ciertas aventuras, y te pone la piel de gallina en ciertas partes. Pero te das cuenta de la enorme fuerza interior que hay dentro de él.

"En cierto punto de mi carrera empecé a ser rápido siempre, en cualquier pista, más o menos en cualquier condición. Pero hubo días y circuitos en los que llegué a rodar aún más rápido. Son las carreras, muy pocas, en las que por un determinado motivo advertí de repente esa sensación de rabia interior que me haría reaccionar, utilizando una fuerza superior".

Critica a los periodistas, sobre todo a los de su país, porque siempre le han tratado con poco respeto. Muchos se echaban las manos a la cabeza cuando decidió cambiarse de Honda -en esos momentos considerada como la mejor moto de competición- a Yamaha -que pasaba por serios problemas-. Necesitaba nuevos retos y quería cerrar muchas bocas. Y lo consiguió, porque en la primera carrera de su primer campeonato con la nueva moto consiguió ganar. Fue en Sudáfrica. Ni él mismo se lo creía entonces. Ese año, 2004, ganó de nuevo el Mundial, y también en 2005, con la Yamaha. Con éste último era el séptimo título mundial que ganaba: 125 cc., 250 cc., 500 cc., Moto GP con Honda y los dos en la categoría reina con Yamaha. En su país, los medios de comunicación siempre le trataron mal, a pesar de quien es; siempre se cebaron con él, manipularon sus palabras y dijeron de todo, sobre todo respecto a su enfrentamiento con Max Biaggi, con el que llegó a las manos.
También habla de su decisión de querer correr en las motos, cómo con diecisiete años les propone a sus padres su sueño, por el que tendrá que dejar el bachillerato a pocos meses del final. Sus profesores, ante sus largas ausencias, se dedicaban a humillarle por lo que hacía. Pero Valentino siempre lo tuvo claro.
Fue subiendo y se convirtió en el mejor. Nos habla de sus deliberaciones a escondidas con los de Yamaha, de su prueba con el Ferrari de Schumacher, de sus amigos -todos esos que le acompañan-, de la celebración de sus victorias -porque veían que los circuitos eran algo aburridos-, de la peor borrachera de su vida con japoneses... Habla de todo. Hay un capítulo que te pone la piel de gallina. Se trata de la muerte de Daijiro Kato en la carrera de Suzuka (Japón), al impactar su moto contra un muro de protección. Todos los demás pilotos siguieron corriendo. Hubo celebración, pero el ambiente se notaba enrarecido. Valentino opina que a ellos se lo dijeron mucho después, y que nadie pensó en parar la carrera, que hubiera sido lo más correcto. Desde entonces, se creó la Safety Commission, con ciertas normas de seguridad.

"Cuando un piloto deja su propia vida en un circuito, el que sea, como sea, siempre es algo que deja huella en los demás. Da igual la importancia o el nivel que tenga. Porque cuando pasa eso, se va un chico que tenía la misma pasión, que experimentaba la misma felicidad al pilotar una moto de carreras, que soportaba los mismos problemas, que tomaba los mismos riesgos, que aceptaba el mismo estilo de vida, que sentía las mismas emociones".

También habla de cómo son las relaciones con sus compañeros. Con la gran excepción de Biaggi, con el que hubo no sólo enemistad sino una rivalidad abierta que los medios ayudaron a incrementar, Valentino es una persona sociable y suele hablar con todos los pilotos. Se lleva excepcionalmente bien con Loris Capirossi, compatriota suyo, con el que la rivalidad se queda siempre en la pista; fuera de ella, es otra historia. Y por supuesto, es amigo de sus amigos y fiel a su equipo técnico, cuyo director, Jeremy Burgess, le ha seguido desde Honda, y con el que se entiende a la perfección.

Valentino siempre intentó demostrar que el piloto era más importante que la moto, y lo ha demostrado con creces. Con una Yamaha, más atrasada en cuanto a tecnología que la Honda y la Ducati, Valentino consiguió demostrar que las capacidades del piloto, sus habilidades debían conjugarse con la máquina que llevaban, que la moto no hacía todo.

"Cuando él se dio cuenta de lo que pasaba, yo ya estaba ahí, a su lado, por fuera. Y de repente era demasiado tarde para que él reaccionara. Llegamos abajo lado a lado, yo entré primero en la cerrada curva de derechas, y me mantuve delante en la larga de izquierdas que sigue, pasando por meta por delante de él.
Y así es como gané el Gran Premio de Australia de 2001, y me convertí en el nuevo Campeón del Mundo de 500
".


Lo más importante es que él persiguió su sueño, un sueño que no sabía lo que le depararía. Y su sueño le convirtió en quien hoy es. Alguien que lucha por algo, con tesón, con competitividad, que siempre busca nuevos retos y cómo superarlos, alguien que ha conseguido mucho y podría conseguir mucho más. Este año ya le toca ganar de nuevo.

Junto al libro, venía un anexo que habla de cómo perdió Valentino el Mundial en 2006. Es como un pequeño diario del día a día durante todo el Campeonato: sus caídas, los fallos de la moto.
Yo creo que todavía tendremos Valentino Rossi para muchos años más. Sí, este año ganará, porque no importa la moto, sino la persona que la lleve.

"Cualquier piloto que lleve una moto de carreras, en un circuito, tiene miedo. No hay excepciones. Entre otras cosas porque en este deporte, o en una actividad de este estilo, el miedo es algo que puede salvarte. Confías en tus propias capacidades, naturalmente, y sobre todo en la suerte, que cualquier piloto espera que esté a su lado. Pero hay que saber usar también el miedo porque puede convertirse en un buen aliado. Es un elemento fundamental para un piloto".

"Pilotar una moto de carreras es algo artístico. Algo que haces porque sientes una atracción irresistible, porque sientes algo dentro. En resumen, hay quien es llamado a pilotar una moto de carreras. Si después llega a ganar el Mundial, es un poco como cuando un cantante consigue escribir una canción de éxito".

miércoles, julio 23, 2008

"El efecto mariposa 2"

Soy de esas personas que consideran que segundas partes nunca fueron buenas. No he ha desencantado ésta en relación con la primera, aunque ya no es tan original. Te puedes oler la consecución de los hechos, lo que puede o no puede ocurrir. Y te pones en la piel del protagonista con todas las posibilidades a su alcance. Esta película carece del factor sorpresa y muchas de las escenas se repiten. Es entretenida, pero no tiene nada fuera de lo normal que no viéramos en la otra.

Nick (Eric Lively) es un joven ejecutivo que trabaja en una emergente empresa informática. Es el 24º cumpleaños de su novia Julie (Erica Durance) y, junto con sus dos mejores amigos, se han ido al campo. Trevor (Dustin Milligan) es un subordinado de Nick, pero sobre todo es su mejor amigo y su novia es Amanda (Gina Holden), que es íntima de Julie.
Nick tiene una llamada de emergencia por la que se le requiere en una reunión de empresa y tienen que regresar, pero en la carretera tienen un accidente fatal.
Cuando despierta en una cama de hospital, su madre le dice que sólo sobrevivió él. Al volver a casa y al trabajo se da cuenta de que no puede vivir sin Julie ni sin sus amigos. Pero empiezan a ocurrirle cosas extrañas cuando los ve en fotografías. Las imágenes empiezan a moverse y él se desvanece, lo que le permite viajar a través del tiempo: a la escena previa al accidente, algo que ya ha vivido, pero también a momentos futuros, que él quiere cambiar, porque haría cualquier cosa por ellos. Se ve como un subordinado de Bristol (David Lewis), su rival en la empresa, que le hace la vida imposible. Se ve como el subdirector de la empresa, mano a mano con el máximo jefazo, Callahan (Andrew Airlie), y se ve envuelto en un problema con un inversor mafioso, Malcolm (JR Bourne), que se ha enterado de la quiebra de la empresa informática y quiere que le devuelvan su dinero, asesinando a cualquiera que se ponga delante si es necesario.
Nick sabe que tiene que volver a aquel día en el campo y cambiar el curso de la historia; la única solución es dejar a Julie para que busque su sentido en la vida y se dedique a lo que siempre ha querido: la fotografía. En ese momento, Julie le dice que está embarazada.
Pero al volver donde están Trevor y Amanda, Julie ha cogido el coche y Nick sabe lo que va a ocurrir, porque conoce la causa del accidente, así que va detrás de ella, la convence para parar, pero entonces pierde la vida él. Al final se ve al niño mirando la fotografía de su padre, y se supone que él tiene los mismos "poderes" que él.

Hay un gazapo inmenso, pues la primera vez que viaja al futuro se supone que es un año después, pero no tienen ningún hijo. Julie ya le iba a decir al principio algo que no le llega a decir porque el teléfono les interrumpe. El primer "flashback" es al futuro, un año después. Aparecen en el trabajo y también en casa. Allí no hay ningún recién nacido.

El amor en los tiempos del cólera


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Si me hubiera atrevido a enviar la amarga carta que escribí hace dos días, sería recomendable que fuera acompañada de algunos de los párrafos más entrañables que he leído nunca. Éste es un libro que te deja un gusto demasiado dulce en el paladar. Es un libro de amor, pero con la pluma de Gabriel García Márquez se convierte en algo atípico, maravilloso, especial. No es como los amores vulgares y previsibles de literatura rosa que rellenan un rincón escondido en librerías y bibliotecas. No se trata de los amores de película, con guerras y muertes por medio. No se trata de los amores de los culebrones, donde todo se enrevesa sabiendo cómo acabará. No, éste es un AMOR de verdad, un amor que no todo el mundo encuentra, un amor que se mantiene puro en las adversidades y cuya llama no se apaga pese a los infructuosos intentos de soplar sobre ella. Y este amor se ve inmerso en el llamado "realismo mágico" del autor, por lo que termina siendo algo casi indescriptible.


"Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados".

No voy a contar nada del argumento, que destriparé con ocasión de la película -que no tardaré mucho en ver-. Al fin, si no la he visto todavía es porque primero quise leerme el libro. Así que en cualquier momento caerá.
En estos momentos, en una época de reflexión sentimental en mi vida, este libro me ha llegado al alma, terminando identificándome con ciertas partes propias de determinadas etapas de los protagonistas a lo largo de la historia.

"Porque le pareció que estaba enfermo. Pero era necesario haber vivido mucho para conocer la índole verdadera de un hombre, y estaba convencida de que aquel que se sentaba en el parque para verlas pasar, sólo podía estar enfermo de amor".

Se trata de la historia de amor entre Fermina Daza y Florentino Ariza. Desde que él, un joven bastardo, de aspecto enfermizo, la vio por primera vez su corazón quedó atravesado por las flechas de Cupido de tal forma que su vida sólo merecería la pena por ella. Comenzó un intercambio de cartas secretas que se interrumpió cuando el padre de ella se enteró y decidió sacarla de la ciudad. Viajaron durante un año y, cuando ella volvió, había madurado y cambiado tanto que, cuando se volvieron a encontrar, se dio cuenta de que todo había sido una ilusión. Y poco tiempo después se casó con Juvenal Urbino, un doctor de renombre, el hombre más pretendido de la ciudad. Entonces Florentino fue el que tuvo que marcharse de allí, para olvidar sin olvidar. Ahora sólo deseaba a la viuda en que un día se convertiría Fermina, sólo deseaba la muerte del médico, que la hizo feliz, pero nunca estuvieron enamorados.
Mientras, Florentino conoció los secretos del sexo entre los brazos de muchas viudas, esperando al amor de su vida. Se convirtió en un hombre de cierto prestigio social y fue criticado por no contraer matrimonio nunca. Entonces un día escuchó las campanas de duelo y supo que había llegado el momento.
Cuando Fermina, ya una anciana de setenta años, quedó viuda, Florentino volvió a repetirle las palabras de su amor eterno, la promesa infantil. Tuvo que conquistar de nuevo a Fermina para hacerla suya, porque no hay edad para el amor, que les había llegado al final de sus vidas, pero siempre había estado ahí.

"Cuando terminó de desahogarse, alguien había apagado la luna".

martes, julio 22, 2008

"El camino de los ingleses"

Antonio Banderas no es un actor que me entusiasme como actor, en parte por su voz poco varonil. No le quiero desacreditar, pero le ves en acción y de repente le escuchas y piensas: "No le pega hablar así". Lo cierto es que hace unos años vi "Crazy in Alabama", la primera película que hizo como director, y me gustó, pese a que me pareció algo extensa. Tenía ganas de ver ésta, que también dirigió él. Deja mucho que desear, aunque me gusta el sentido poético que se marca en la película. Tiene, por otra parte, el toque andaluz, que a la gente que vivimos más al norte, a veces nos cuesta entender...

Cuando llega el verano, cuatro amigos se dedican a disfrutar del sol, la piscina y las chicas. Pero ese verano cambiará las vidas de todos.
Miguelito (Alberto Amarilla) acaba de salir del hospital después de una operación quirúrgica donde le han quitado un riñón. Tenía como compañero de hospital a un anciano poeta que le enseñó un modo diferente de ver la vida: a través de la poesía, que recorre el camino interior del corazón. Cuando el hombre murió, le dejó La Divina Comedia. El óbito de su compañero de habitación no ha dejado indiferente a Miguelito que, ahora, no se separa del libro de Dante y sueña con dejar su empleo en la ferretería y ser poeta, mientras busca a su musa Beatrice entre las muchachas. Y encontrará a Luli (María Ruiz), una joven bailarina con la que se cruzaba en la Plaza de la Merced todas las tardes invernales.
Babirusa (Raúl Arévalo) es amigo de sus amigos, fiel hasta pelear si hace falta por ellos. Es un muchacho violento, que siempre está dando pequeños sustos a su abuelo. De repente, una carta de su madre le lleva a Londres, donde descubre que ella y el hombre con quien se casa son actores porno. Vuelve a casa hecho polvo. Pero sigue tirándose a "La Gorda de la Cala" (Berta de la Dehesa).
Paco (Félix Gómez) es el amigo rico. Vive en una enorme casa, tiene un coche especial y acaba de echarse una novia, "La Cuerpo" (Marta Nieto), con la que se siente a gusto. Su padre, don Alfredo (Juan Diego), tiene entre manos asuntos turbios que su familia desconoce y se pasa la vida con otras mujeres, sobre todo prostitutas. Pero todo cambia cuando una mujer se suicida esperando un vástago de don Alfredo.
Moratalla (Mario Casas) es el más infantil de todos. Siempre está pensando en el sexo y ese verano se ha apuntado a clases de mecanografía por la profesora, conocida como "La Señorita del Casco Cartaginés" (Victoria Abril), que admira a su amigo Miguel y el joven poeta pondrá los cuernos a Luli con ella.
Cardona (Antonio Garrido) se pasea como un señorito por el pueblo, y ve a Luli, de la que se encapricha y a la que intenta comprar mediante regalos.
Todo da un serio revés cuando Cardona y sus compinches intentan complicar las vidas de los cuatro amigos. En cuanto Babirusa descubre a Luli con sus enemigos les da una paliza por la que es encerrado y finalmente le dejan con la libertad condicional. Una tarde de lluvia, la lanza cae de un árbol matando a su abuelo, por lo que es encerrado en prisión. Miguelito ha quedado con Luli después de la separación, pero no llegará a la cita porque Cardona se encargará de darle una paliza terrible.
Un espectador externo, "El Garganta" (Fran Perea), narra las vidas de los amigos, aunque también se mezcla con ellos.

lunes, julio 21, 2008

"La extraña que hay en ti"

Hay películas que cautivan por su sencillez, por su simplicidad, por actos que, desde el punto legal, no son válidos, pero desde la perspectiva del dolor y la muerte están dirigidos por una moral superior que justifica el mal. Matar es delito, pero... ¿cómo llenas el vacío cuando te matan a una persona querida? Muchos optan por apretar un gatillo, otros huyen de los recuerdos, algunos buscan una venganza que nunca rematarán... y los más esperan una llamada de la policía que les diga que han encontrado al criminal.

Erica Bain (Jodie Foster) tiene una vida maravillosa: un trabajo de locutora en una radio neoyorkina que le gusta, porque no cae en el periodismo sensacionalista, cuenta con un público numeroso que la escucha a diario y su jefa está contenta de los resultados; un novio médico, David Kirmani (Naveen Andrews), del que está enamorada y con el que no acaba la pasión nunca; un perro que, cuando la pareja acaba la jornada laboral, saca de paseo por Central Park; una casa en común donde todo es perfecto. Y están a punto de casarse.
Pero un día, paseando por Central Park, se encuentran con unos jóvenes delincuentes que les dan tal paliza que a David le asesinan y a Erica la dejan en coma durante tres semanas.
Cuando Erica despierta no cree que su novio ya haya sido enterrado. Cuando vuelve a casa, lo que más le cuesta es salir a la calle, así que pasa los primeros días encerrada en casa, donde todo huele a él.
Pero enseguida pone fin. No se va a echar a perder. Tira las pastillas, vuelve al trabajo y se compra un arma de estraperlo. Algo ha empezado a cambiar en ella. Un día asesina a sangre fría a un hombre que ha cometido un crimen pasional, después mata a bocajarro a dos folloneros que la estaban amenazando en el metro, también se carga al hombre que tiene a toda la policía detrás, pero no pueden meter en la cárcel con métodos legales. Es un regalo a un amigo.
Durante todo este tiempo va a estrechar sus lazos con uno de los policías que lleva su caso. Se trata del detective Sean Mercer (Terrence Howard), que en parte se siente identificado con ella porque no consigue olvidar a su ex mujer. Pero Erica deja pistas y será Sean quién descubra la verdadera identidad del "justiciero" que está acabando con todos los criminales de la ciudad de Nueva York, de una manera fría y rápida, algo que no podría hacer la policía. Sean se convierte en su amigo y confidente y, finalmente, la ayuda a cumplir su venganza y asesinar a los tres jóvenes que mataron a David.

"Nueva York: la urbe más segura del mundo. Pero es horrible temer un sitio que una vez amaste, ver una esquina que antes conocías perfectamente y tener miedo de su sombra, no atreverte a subir unos escalones familiares...
Nunca he sabido lo que es vivir con miedo; tener miedo de volver a casa sola, miedo de encontrar polvo blanco en el buzón en la oscuridad de la noche, tener miedo a la gente...
Siempre he creído que el miedo era cosa de los débiles, de la gente más débil. Nunca lo había sentido hasta que ocurrió. En cuanto te alcanza, sabes que siempre ha estado ahí, al acecho, bajo la superficie de todo cuando amabas y se te eriza el vello, se te encoge el corazón y ves caminar a la persona que una vez fuiste y te preguntas si volverás alguna vez a ser esa persona".

Agrias palabras de una despedida definitiva

Acabo de escribir una carta. Leo y releo y me pregunto si será políticamente correcto despedirme de esa guisa. Me produce infinita tristeza hacer brotar los aires del adiós con una persona a la que aprecio, empero no soporto. Parece contradictorio, pero no lo es.
Un día te das cuenta de que los sentimientos te desbordan y podrían embarcarte hacia la autodestrucción. Entonces pienso con egoísmo. Le doy la espalda, pero antes me despido de aquel que sólo será un tenue recuerdo entre las brumas del olvido. Le querré siempre como algo incorpóreo cuya semilla se plantó, maduró, floreció y murió en mi corazón.


A quien tanto he querido...

Moto GP: Gran Premio de Estados Unidos

La de Laguna Seca ha sido, indudablemente, la mejor carrera en el curso del Campeonato de Moto GP de este año.
Después de la caída de Valentino Rossi en Assen (Holanda), la imagen de il dottore señalando a su más claro rival, Cassey Stoner, se distribuyó por todos los medios de comunicación: "Voy a por ti, Stoner", decía Vale en la rueda de prensa de después.

Y lo cierto es que sólo hay dos pilotos capaces de hacer frente al australiano: Dani Pedrosa y Valentino Rossi. Lamentablemente, Pedrosa no ha podido correr en el circuito americano. Después de su caída en el GP de Alemania la semana pasada, el lunes fue operado de una mano, donde le injertaron un tornillo y, después de probar en los primeros entrenamientos, ayer se levantó con fuertes dolores en la muñeca. No era conveniente forzarla en un circuito como éste, con una curva tan cerrada como "El Destornillador" y con tanto cambio de rasante.
Sólo nos quedaba pues Valentino. Él sabía lo que tenía que hacer. Este fin de semana se han visto cumplidos todos los objetivos que se había propuesto. En principio, tenía que comenzar la carrera en la primera línea de la parrilla de salida. Era la única forma de enfrentarse a Stoner. Después, tenía que hacer una buena salida, y Rossi -aunque es de los mejores pilotos del mundo- no suele destacarse por sus buenas salidas. No podía dejar escapar a Stoner.

Después del primer adelantamiento, el rifirrafe ha continuado en cabeza entre los dos. Stoner ha tenido que amoldarse a la forma de correr de Valentino, y éste ha conseguido hacerle cambiar de estrategia. Y entonces, a ocho vueltas del final, Stoner comete el fallo de la carrera. Debo decir que Stoner no suele caerse nunca, pero esta vez ha perdido el control de la moto, y en una curva se ha salido y se ha caído. Ha sido cuestión de segundos, pues se ha levantado, ha retornado a la carrera y, con todo, seguía en la segunda posición. Pero con una diferencia de 16 segundos, la victoria estaba cantada.

Valentino ha luchado hoy no por conseguir el podio, sino por el primer puesto. Su estrategia ha sido clara: poner nervioso a Stoner. Jugándose el cuello, a punto de caer, finalmente ha conseguido la victoria en Laguna Seca, uno de los pocos circuitos donde el italiano no había ganado nunca... hasta hoy. Valentino es Valentino, que ya lo dice el refrán: "Más sabe el diablo por viejo que por diablo" y no ha ganado en balde siete premios del mundo.
Además, ésta es la victoria número 33 de Valentino Rossi con Yamaha, con lo que se iguala el número de victorias que consiguió con Honda. Con dos victorias más, Vale igualaría el número de victorias de Giacomo Agostini, considerado el mejor piloto de Moto GP de la historia.
Debo decir qué es lo que ha pasado con los españoles en la carrera. En la primera parte -ya es mala suerte- Jorge Lorenzo se ha caído. Se le puede perdonar pues debutaba en este circuito de Laguna Seca (donde sólo corren los pilotos de la categoría reina). Toni Elías no ha hecho una mala carrera, terminando en un merecido 7º lugar.
Destacable es la carrera que ha hecho el italiano Dovizioso, piloto que dará guerra en el futuro. Tiempo al tiempo.

Cuando ha terminado la carrera y un feliz Valentino va a dar la mano a Stoner, el australiano, enfadado, no le estrecha la mano. Él se creía ganador aquí y ha lidiado con un toro más potente. Le ha espetado algo de los adelantamientos tan agresivos que Valentino le ha hecho en las primeras curvas. Y Rossi le ha dicho que así son las carreras.
Parece ser que en el podio se han limado asperezas, ya que se les veía hablando tranquilamente, mientras en el rostro de Stoner empezaba a aparecer un amago de sonrisa. Me pregunto si les volveremos a ver alguna vez así:

Ayer decía Valentino que Stoner era la liebre y que los galgos sólo le podían seguir. Hoy los galgos (al menos uno de ellos) han ido por delante de la liebre.

El podio ha quedado así:
1º Valentino Rossi
2º Cassey Stoner
3º Chris Vermeulen

Pole: Stoner

En estos momentos, Valentino sigue liderando la clasificación general, con 25 puntos de diferencia respecto a Stoner, que sube al segundo puesto, adelantando a Dani Pedrosa.

domingo, julio 20, 2008

Los recuerdos candentes

Hace aproximadamente un año todavía estaba con nosotros. Mi padre siempre me decía: "Llámale a menudo porque quizás, el año que viene, no puedas hablar con él". Me sorprende, ciertamente, el ojo clínico de mi padre -demostrado en muchas ocasiones- y, una vez más, tenía razón.
El año que viene ya ha llegado y en la actualidad no puedo marcar el teléfono de mi tío porque ya no está con nosotros. Porque al amanecer de un otoñal día de septiembre se fue para no volver.
Evoco en mis recuerdos aquellas innumerables llamadas: siempre que me acordaba de él marcaba su número y hablábamos un rato. Recuerdo mis palabras cargadas de un ánimo implícito, que seguramente no le pasaba desapercibido.
-Tío, ¿cómo te encuentras hoy?
-Ay, sobrina, no me encuentro muy bien, la verdad.
-Venga, tío, que no será para tanto...

Lo que daría hoy por poder hablar con él una vez más. Ya sólo puedo hacerlo evocando los recuerdos candentes que, en cierto modo, atormentan mi cabeza. No quise creer nunca las palabras de mi padre: "Quizás el año que viene no puedas hablar con él", pero una vez más tenía razón.

"En el punto de mira"

En el séptimo arte existen tantas películas que tratan sobre el intento de asesinato de un presidente (por lo general, norteamericano), que ésta no deja de ser un tópico más que cumple con todos los cánones de esa tipología fílmica, que termina destacando por su simplicidad.
Sin embargo, me interesaba ver ésta, que, por determinadas circunstancias, no pude ver en la gran pantalla hace algo más de seis meses. Aunque puedo informar que, en el momento de estrenarse y en las semanas que estuvo en cartelera, todos los cines consiguieron llenar las salas donde se proyectó.
Sería extraño que en Salamanca existiera alguien que no había visto los trailers con anterioridad porque, como siempre ocurre, lo que nos pilla cercano es siempre lo que primero nos atrae. Que el mercado hollywoodiense se hubiera fijado en nuestra ciudad para utilizarla como marco de uno de sus filmes nos enorgullecía, pero, a la vez, estábamos preparados para lo que podía llegar: dar su punto de vista, que muchas veces no concuerda con el real, dejándonos a los españoles como personajes "de segunda" y mostrando un país que parece estar en vías de desarrollo.
No es la primera vez que encuentro algo así, tanto en cine como en literatura. En estos momentos sólo recuerdo a un estadounidense que nos haya retratado con justicia y equidad: Ernest Hemingway. Por el contrario, recuerdo la película de "Muerte en Granada" sobre los últimos días de Federico García Lorca, una bazofia que en nuestro país no podía cuajar y resultó siendo un fiasco; y recurriendo al arte puramente literario, me viene a la mente La fortaleza digital del sobrevalorado Dan Brown, donde decía perlitas como que los hospitales de Sevilla olían a orines y que la policía española es fácilmente sobornable. Así que con estos ejemplos es normal que coja con pinzas algo que toque nuestro país y que haya sido "creado", "ideado" o realizado por estadounidenses, pues su visión respecto a este lado del océano resulta errónea, despectiva e íntegramente subjetiva, aparte de que muchas veces ni siquiera se han documentado previamente.

Esta película no podía ser grabada en Salamanca porque tendrían que haber cortado todo el tráfico del centro de la ciudad. Se rodó en México, con una reproducción en cartón piedra de la Plaza Mayor. Quien conozca Salamanca descubrirá muchísimos fallos. Cuando ponen panorámicas aéreas, el parecido es inmenso (recuerdo una vista muy parecida en una revista local que se publicó con la Capitalidad Europea de 2002), pero cuando se enfocan detalles, como balcones, los medallones, las arcadas... descubres muchísimos fallos. Además, a veces incluso parece que es rectangular. Y parece más grande de lo que realmente es.
El perfil de las catedrales y las cúpulas que vigilan la ciudad desde las alturas está muy currado.
Lo que ocurre es que el resto de calles y monumentos no son nuestros. Es curioso ver cómo corren a través de las calles anexas a la Plaza Mayor y ves las casas típicas mexicanas. O cómo la Gran Vía resulta ser una de las avenidas que pueblan localidades como Ciudad de México. Nuestra Gran Vía no tiene ninguna estatua ecuestre. Aunque son detalles que tampoco resultan al final muy importantes. Creo que es relevante que se ensalce Salamanca de esta manera. Aunque veamos estallar la fachada del Ayuntamiento en mil pedazos. No, está claro que no podría haberse filmado aquí.
Me resulta muy americano ver a gente ocupando la Plaza con banderines con los colores de nuestra bandera. No, eso no es algo nuestro, es propiamente estadounidense. Creo que los españoles blandimos nuestra bandera con otros motivos, por lo general deportivos (como el hecho de haber ganado la Eurocopa). Los banderines para los americanos.

La película en sí es otra historia. La idea era dar al espectador diferentes puntos de vista de un mismo acontecimiento, que se repite en innumerables ocasiones, pero siempre desde perspectivas distintas: periodistas, un turista, los terroristas, los guardaespaldas, incluso se nos ofrece la visión del presidente de los Estados Unidos. Así, finalmente, conseguimos saber qué es lo que realmente ha pasado. Es decir, con cada punto de vista se van añadiendo detalles respecto al anterior, con el resultado de que nada es como parece. Con sólo una versión no conseguiríamos esbozar siquiera un hilo de lo que realmente ha ocurrido.

La Plaza Mayor de Salamanca está hasta los topes de gente porque se está celebrando una Cumbre Internacional que será un nexo de unión entre los países occidentales y orientales. Se busca la paz internacional y el presidente, que goza de una muy positiva imagen popular, está dispuesto a seguir en su línea antibelicista.
Los periodistas de la CNN, dirigidos por Rex Brooks (Sigourney Weaver), están apostados en lugares estratégicos para captar las mejores imágenes de su presidente. Tienen varias cámaras desde donde pueden cubrir casi por completo todo el evento.
Thomas Barnes (Dennis Quaid) es la mano derecha del presidente. Ya recibió con anterioridad una bala en un intento de asesinato. Se salvó y ahí sigue, junto a su inseparable superior. Es el protagonista de toda la trama y de toda la acción. Aparece como el héroe, como el salvador. Su mirada se fija en los detalles, en la gente, en los balcones de la Plaza Mayor. Nada se le escapa. De él depende la vida de otra persona y sabe cómo cumplir su trabajo.
Kent Taylor (Matthew Fox) es también guardaespaldas del presidente. Él es quien mira todas las rutas a seguir, quien debe poner a su presidente a salvo. Él también se fija en los pequeños detalles y no le pasan desapercibidos los rostros de la gente.
Howard Lewis (Forest Whitaker, conocido por "El último rey de Escocia", película por la que recibió un Oscar) es un turista que se encuentra por casualidad en Salamanca en el momento de la visita de su presidente. Casi todo lo que vemos es por el objetivo de su cámara de vídeo, que no sólo graba a las personas, sino que su objetivo se posa además en donde se fijan los ojos perspicaces de los guardaespaldas. Su papel también es el de un héroe, sobre todo al salvar a una niña de ser atropellada. Corre tras los asesinos y policías, cámara en mano, sabiendo de antemano que todos sus rostros los ha grabado previamente.
El presidente Ashton (William Hurt) está decidido a afrontar las algaradas de un numeroso público que le requiere en la Plaza Mayor de Salamanca. Pero el coche oficial es interceptado a medio camino, cuando la policía secreta estadounidense acaba de confirmar una amenaza que recae sobre Ashton. El presidente no quiere que su doble vaya a la Plaza, porque le matarán. Pero sus hombres de confianza le llevan de vuelta al hotel, desde donde sus subalternos le piden un ataque a un campamento terrorista localizado vía satélite en Marruecos. Él se niega, pero entonces ve en las noticias el disparo a su doble. Uno de los empleados del hotel se cubre de explosivos, que estallan en el hall y hace cundir el caos. Los terroristas saben que el hombre de la Plaza Mayor es un doble. Entonces, desde la ventana panorámica del séptimo piso donde se aloja el presidente se ve estallar la Plaza Mayor.
Enrique (Eduardo Noriega) es policía español. Debe cubrir las espaldas al alcalde de Salamanca, pero al subir al estrado, los guardaespaldas norteamericanos le detienen, creyendo que es uno de los terroristas. Termina huyendo de ellos. Allí se ha encontrado con la mujer a la que ama, Verónica (Ayelet Zurer), que es la que tira los explosivos bajo el estrado. Enrique se da cuenta de que ella también es una terrorista e intenta explicárselo a los americanos, que no le entienden.
Javier (Edgar Ramírez) está siendo chantajeado por una cédula terrorista que tiene secuestrado a su hermano. Le han dado unas instrucciones y, si no las sigue, asesinarán a su hermano. Así que Javier, en el caos en que está inmerso el hotel y aliado con el botones kamikaze, consigue llegar a la habitación del presidente, acribillar a balazos a los hombres que están con él y secuestrar a Ashton.
Suárez (Saïd Taghmaoui) es la cabeza pensante de toda la operación de secuestro del presidente. Debe asegurarse de que todo salga bien. Utiliza el control remoto para disparar contra el doble y hacer explotar las bombas. Cuando ha comprobado que en la Plaza Mayor todo ha salido a pedir de boca, se marcha de allí con Verónica en una ambulancia. En el hotel tiene que reunirse con Javier y sacan al presidente en una camilla.
Pero Barnes ha estado echando un vistazo en lo que han grabado las cámaras de la CNN y ha descubierto que Kent tiene una doble vida y que forma parte del grupo terrorista, que realmente no es un guardaespaldas. Así que le sigue por las calles. Se provoca un accidente de tales dimensiones que colapsa todo el tráfico, pero dentro de la ambulancia el presidente está a salvo, y todo gracias a su mano derecha, Thomas Barnes.