Cuando vas a ver una película basada en hechos reales ya sabes a lo que te expones, porque sabes el final. Quizás por eso mismo, porque sé lo que ocurrió, nunca me decidía por ver esta película.
Cuando se habla de catástrofes mundiales, de tragedias titánicas, de crisis universales, de guerras multitudinarias por lo general suelen pillarnos tan lejos en el plano espacial-temporal que no les damos la importancia que debieran: las guerras mundiales, el Holocausto nazi, la hambruna de África, las guerrillas colombianas, las bombas atómicas... por nombrar algunos hechos históricos de vital importancia.
Pero un día ocurre algo, te conciencias del horror, tu retina se clava en las imágenes del atentado de las Torres Gemelas y sabes que algo ha cambiado en el mundo. Eso no deja indiferente a nadie. ¿Quién no recuerda lo que estaba haciendo cuando las noticias retransmitían lo que ocurría en Nueva York? Porque se para el tiempo y crees que acabas de entrar en un mundo de pesadilla. Es imposible definir ese sentimiento de impotencia. ¿Quién no recuerda estar viendo la primera torre en llamas cuando por detrás apareció un segundo avión que impactó contra la segunda torre? Te sientes infinitamente vacía de todo sentimiento. Algo se desmorona, te parece tan extraño haber pasado tan rápidamente al infierno...
No imagino cómo debieron sentirse las personas que estaban dentro, y ni puedo imaginar a sus familias ni la pesadilla de los supervivientes. Aquí se sentía la impotencia, la rabia, el dolor... Pero allí, en Nueva York, tuvo que ser algo demasiado horrible como para poder expresarlo en palabras. El 11 de septiembre de 2001 quedará siempre en el recuerdo.
Por eso, revivir de nuevo aquella pesadilla no me apetecía mucho. Ésta es una película que, tarde o temprano, iba a terminar viendo.
John McLoughlin (Nicolas Cage) es sargento de la policía portuaria de Nueva York. Sale de su casa hacia el trabajo como un día más. Pero ese día no es un día más.
Los jóvenes agentes a sus órdenes están en la terminal de autobuses cuando sienten un tremendo impacto que no saben de dónde viene. Enseguida se trasladan hacia la Torre Norte del World Trade Center, donde se rumorea que se ha estrellado un avión. El sargento era el mejor instruido para entrar a las Torres Gemelas, ya que en 1993 había estado allí cuando estalló una bomba en los aparcamientos. Sus hombres lo saben y cuando pide voluntarios enseguida tiene a su lado a hombres valerosos: Will Jimeno (Michael Peña), Domonick Pezzulo (Jay Hernández), Antonio Rodrigues (Armando Riesco). Buscan bombonas de oxígeno en todo el edificio y se encuentran todos en el hall cuando se produce un segundo impacto. John, que siente algo escalofriante que se les echa encima, empuja a sus hombres hacia el montacargas, el sitio más resistente de todo el edificio. Los escombros caen encima de ellos, dejándoles atrapados. El edificio acaba de derrumbarse como si fuera de mantequilla, y ellos desconocen que también la segunda torre ha sido atacada por otro avión.
Cuando despiertan sólo McLoughlin y Jimeno se mantendrán con vida. No dejan de hablar entre ellos, y las visiones de sus esposas los mantienen vivos. Tienen sed y desconocen cuánto tiempo pueden aguantar atrapados entre los escombros.
Un marine retirado, Dave Karnes (Michael Shannon), se traslada a Nueva York para ayudar en las tareas de rescate. Será él quien no ceje por luchar en busca de supervivientes o, incluso, de cadáveres. Será él quien encuentre a los dos policías y pida ayuda.
En casa de McLoughlin, su esposa Donna (Judy Jonas) intenta mantener la calma en la familia. Sus cuatro hijos se encuentran nerviosos, porque de alguna manera saben que su padre está ahí.
Los Jimeno también viven momentos muy dolorosos. Su esposa Allison (Maggie Gyllenhaal) está embarazada y sufre crisis de ansiedad e histeria ante las imágenes que están saliendo en la televisión. Sus padres y otros familiares intentan ocuparse de ella.
Entonces reciben las llamadas de que sus maridos han sido encontrados vivos entre los escombros.
La película está basada en los testimonios de las dos familias, cómo vivieron aquel día tan largo, cómo pasaban las horas sin noticias, cómo la histeria popular invadía todo...
No me ha gustado la imagen de Jesucristo en los sueños de Jimeno. Es respetuoso que, en medio de los delirios, tuviera extrañas visiones, pero creo que en una película tan trágicamente real una imagen de ese estilo está de más.
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