sábado, diciembre 31, 2011

Algo de insomnio

Ahora me resulta imposible dormir. Me encuentro completamente desvelada.
A veces pienso en él. Me pregunto si habrá salido hoy. En mi fuero interno, yo hubiera preferido salir hoy de fiesta y quedarme mañana en casa. Pero probablemente mañana a estas horas me encontraré bajo los efectos etílicos de una noche de fiesta. Sin coche. Sin preocupaciones. Aunque quizás al final opte por llevar coche y beber menos. Lo que más pereza me da es la resaca del día de después, y si llevo coche controlaré el número de cervezas.
Por lo demás, el día de mañana es largo. Quizás sería buena idea intentar dormir un poco. A las doce he quedado a tomar vermouts.

El último día del año


31 de diciembre

Ya está aquí. Sólo quedan veinticuatro horas para cambiar de año. Como decía unos días antes, espero que sea mejor que el año que acaba, porque siempre hay que pensar que lo que está por venir siempre ha de ser mejor. Que no nos quedemos anclados en el pasado, ni estemos mirando continuamente hacia el futuro, sino que mejor vayamos viviendo cada momento, en presente.
Sé que en 2012 seguiré escribiendo cada momento de él. Sé que en 2012 seguiré viajando. Sé que en 2012 seguiré leyendo (tras el fin de semana pasado tengo un barco lleno de libros pendientes de leer).
Y, sobre todo, en 2012 seguiré amando. Mientras que exista ese amor en mi vida siempre habrá tiempo para soñar, siempre existirá magia, siempre habrá un pedazo de felicidad indescriptible y todo estará tocado por la magia.

Que el 2012 sea mejor que el anterior.

viernes, diciembre 30, 2011

El sabor de las pepitas de manzana

Resultado de imagen de el sabor de las pepitas de manzana
Las semillas de la manzana contienen ácidos que, mezclados con los jugos gástricos, producen cianuro, pero la ingesta de las pepitas debería ser muy grande para que se produjera un desenlace fatal.

El inicio de este libro me produjo cierta desgana, quizás por la forma en que está escrito. Son poco más de doscientas páginas de recuerdos. Poco después, mi percepción al respecto cambió. Descubrí que los recuerdos escritos de la protagonista que habla en primera persona tenían una estrecha relación con el progresivo olvido de su abuela.

Iris recibe en herencia la casa de su abuela Bertha, situada en un pequeño pueblo alemán, Bootshaven. Sus tías Inga y Harriet y su madre Christa no dan crédito a que haya sido Iris la elegida para recibir esa casa. La joven se traslada unos días al pueblo de su abuela y empieza a recordar sus largos veranos junto a su prima Rosmarie, que falleció de un accidente fatal a los dieciséis años, y junto a su amiga Mira. Pero también ciertas personas del pueblo le cuentan historias de sus tías y abuelos. En Bootshaven se reencuentra con el hermano de Mira, Max, con el que comienza una relación, pese a que él es el abogado de la familia y considera que no debe mantener relaciones con sus clientas.
El pueblo se convierte en un escenario de otra época, con sus personas excéntricas, sus secretos guardados a buen recaudo, las personas que susurran entre las sombras. Iris tiene que decidir si acepta la herencia o no.
Lo más crudo son los recuerdos de Bertha. Su abuela se cayó de un manzano y, a partir de entonces, empezó a perder la memoria. Su demencia senil fue en aumento y para sus tías fue un auténtico peso, aunque finalmente la llevaron a una residencia de ancianos que, aunque Bertha había olvidado hasta su nombre, sabía que no era su casa y siempre estaba diciendo a los que le rodeaban que la llevaran a su casa.

Al principio, me costó entrar en el libro. Te presenta a las tías tan rápidamente que en principio se hace un poco complicado distinguir quién es quién. Sin embargo, la novela ha terminado dejándome un agradable sabor de boca. 

A saber...

Mi hermano pequeño ha traído los regalos de Navidad hoy. Como se le olvidó comprarlos para Nochebuena, nos los entregará mañana por la noche. Algunos regalos los traía sin envolver y los hemos estado envolviendo, pero ahora se encuentra envolviendo los míos y directamente me ha dicho que me marche. Yo creo que me ha comprado una Tablet, pese a que le dije que no quería nada de eso, ya que mi intención es comprarme en breves un iPad2, que contiene muchas más cosas.
¿Qué será...? Podría esconderme a ver qué es lo que está envolviendo, pero no es plan. De todas formas, creo que no vería mucho, ya que está envolviendo sobre lo que ya está envuelto.

Viernes azul

Hace una tarde magnífica. Me gustaría disfrutar de esta tarde tan azul con él. Me pregunto dónde estará.

Hoy ha sido un día de grandes noticias. La primera ha llegado a las nueve de la mañana. Mi compañera, que esperaba dos niñas, ha dado a luz esta madrugada. Ha sido todo muy rápido. Podía ser cualquier día, de hecho era algo esperado. Ayer por la tarde le envié un mensaje, le preguntaba si iban a ser de 2011 ó de 2012. Sabía que llevaba unos días que se encontraba demasiado incómoda en todos los sitios. Podía ser rápido, y así fue. De repente, un día llegas a la oficina y te dicen que las niñas nacieron esta noche pasada. La primera reacción ha sido llamarla, pero seguramente estaría demasiado cansada para coger el teléfono, así que me he puesto en contacto con el marido, que apenas podía hablar de lo emocionado que estaba. 
He estado en Haro. Para las diez y media me encontraba de vuelta. He aparcado lo más cerca posible de él, aunque al marchar ya no estaba su coche en el mismo sitio. 

Hoy tenemos bingo en mi pueblo. Como no se ha podido hacer el Belén este año porque los sábados caían mal, han optado por coger uno de los elementos más multitudinarios de ese espectáculo, que es el bingo.

Pero a mí me gustaría pasar la tarde con un ángel de mirada perfecta. Decirle una vez más que está guapísimo.

Cuatro besos

Ya no queda nada para terminar el año. ¿Qué se le puede pedir al año que entra? Siempre... que sea mejor que el anterior. Yo, que peco de ser optimista, pienso en que siempre hay cosas que pueden resultar mejor que el año que acaba, que todo es susceptible de mejora.
El año pasado comenzó con cuatro besos. Lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer. Empezar el año junto a la persona que amas. Fue mágico. Fue hechizante. Fue magnífico hablar con él sin tener que compartirle. 
No sé si este año saldrá, ni siquiera sé si saldré yo. Cada vez me da más pereza salir en Nochevieja. 

Los cuatro besos de despedida los recuerdo perfectamente. Primero dos, después otros dos. Un "no te preocupes por mí", la preocupación en sus ojos.

La vida es como un dulce que debemos saborear. Seguro que el año que viene será mejor, o al menos es como lo deberíamos imaginar. Claro que habrá momentos tristes, otros agridulces, muchos instantes mágicos... pero ya llegarán... en su momento, cuando tengan que llegar. Porque al final todo llega. Lo importante es disfrutar y saborear cada instante como si fuera único. Vivir viviendo.

Es hora de ir a soñar con un ángel que hace que cada momento sea especial, ese ángel que cada noche me hace soñar y cada día me trae magia...

jueves, diciembre 29, 2011

Que el año se va...

Mañana por la tarde me la tomaré libre. Ya no recuerdo aquellos lejanos viernes en que tenía toda la tarde para mí. Como es víspera de Nochevieja tampoco habrá mucho jaleo.
A veces me veo llamándole para pasar esas tardes con él, disfrutar de su presencia. Con él, cuando estoy en un bar o en la calle o en cualquier sitio, parece que el mundo se para, que el tiempo no existe, que no hay más gente aunque estemos rodeados de personas que van de un lado a otro sin parar. Su presencia lo llena todo. 
A mí él me llena, me llena mucho. A veces me deja sin palabras y a veces, cerca de él, tengo amnesia temporal. Pero siempre disfruto de su presencia. Le miro a los ojos y veo en ellos todo lo mejor del mundo, le miro a los ojos y encuentro esa nobleza que ya no se encuentra en casi nadie. Es un ángel. Y además es encantador.
Hoy he decidido saborear esos momentos perfectos de él y no marchar a la cama tan pronto como lo hice ayer.

En 2012 seguiré describiendo cada momento mágico de él, porque todos los instantes que me brinda él siempre son mágicos. Disfruto rememorando esos instantes. 

Love is in the air

Su coche no estaba donde lo he visto esta tarde... Estaba en otro lado. Él siempre está cerca cuando me voy a casa. Miraba por el espejo retrovisor y anhelaba que él apareciera por la calle de nuevo. Pero no ha aparecido.
Es una persona demasiado especial. Esta tarde estaba guapísimo. Le quiero más...

Cuando la magia aparece durante unos minutos

Creo que me iré. Estoy contenta. Me estoy aguantando el deseo de enviarle unas palabras para preguntarle si le ha gustado o será pasto del fuego...

Me gustaría verle ahora otra vez. Estoy contenta, muy contenta. Yo creo que mucho tiene que ver ese rápido encuentro con él esta tarde, aunque habitualmente suelo estar contenta. Pero él hace que todo tenga ese halo de perfección que sólo viene con él. Como la magia. Hoy también hay magia.

Si pudiera retener ese momento tan sólo un segundo... Aunque ya lo he retenido en mi memoria. El momento en que le miraba y le decía que estaba guapo. Aún puedo imaginar que enredo mis dedos en su pelo...

Siempre tan guapo, siempre tan adorable


Alguien como él siempre hace que sonría, siempre me trae alegrías.

Al mediodía tenía el paquete envuelto en el bolso, lo he sacado y he comprobado que la bolsa de papel empezaba a romperse por los bordes. En mi mente pensaba que si no le veía pronto también terminaría dejándolo en casa.

Entonces... eran las cuatro cuando volvía a la oficina. Le he visto venir desde lejos, le he visto aparcar y mis pasos me han dirigido hacia él.
Pero me he quedado parada. Ése no era quien yo creía. O al menos no me parecía en principio que fuera él. Estaba diferente. La última vez que le vi estaba diferente, hoy estaba cambiado. Él me miraba y yo seguía sin reconocerle. La verdad es que ya le había reconocido, pero le veía cambiadísimo. Ahora tiene un aire más juvenil. Está guapo, por supuesto. Él siempre está guapo, haga lo que haga, aunque a mí personalmente me gustaba más como antes, quizás porque nunca le había visto de otra forma.
Llevaba muchos días sin verle. Adoro su dulzura, su voz, su mirada y ahora... su pelo. Él tenía prisa, pero no podía irme sin entregarle el paquete que tenía envuelto en un papel que empieza a romperse por los lados.
Recuerdo haberle dicho varias veces que está guapo. Porque lo está, sin duda alguna.

El paso de un ángel


Estaba en la calle cuando ha pasado un ángel. Cuando me he dado cuenta de que acababa de pasar ya era tarde para saludarle con la mano. No me ha dado tiempo a comprobar si estaba guapo, aunque seguramente que sí.

A veces me gustaría verle más a menudo. Él siempre me alegra el día.

Cuando los párpados se cierran demasiado pronto

Lo que ocurrió anoche fue un visto y no visto.
A eso de las diez y media tenía tanto frío que me puse el pijama y me metí en la cama a leer. Ni yo misma daba crédito, pero viendo la hora que era sabía que no podía quedarme dormida. Craso error. Llevaría media hora leyendo cuando empecé a sentir que se me caían los párpados.
Antes de medianoche creo que podía estar completamente dormida. Aún me desperté a las tres de la mañana. Con el ordenador encendido y la luz dada, miré el reloj y me di media vuelta en la cama.
Hasta las ocho.

Me resulta extraño quedarme dormida tan pronto. Y eso que anoche pensaba en escribir sobre un ángel de mirada perfecta. Hubo un momento en que se me pasó por la cabeza levantarme y describir su encanto, pero no tenía fuerzas para levantarme otra vez.

Me pregunto dónde estará, me pregunto si le veré hoy. Seguro que está guapo.

miércoles, diciembre 28, 2011

Siempre tan cerca

Muchos días, al marchar, siempre termino viendo su coche, siempre está tan cerca... Hoy también estaba. A veces, cuando sé que está, anhelo ponerme en contacto con él para ir a tomar algo. Lo que ocurre es que ese pensamiento se esfuma con la misma rapidez con que voy dejando las calles atrás y me adentro lentamente en la carretera.
Ansío encontrarme con él, aunque sólo sea para verle sonreír. Últimamente no coincidimos, supongo que son cosas del azar.

Follow your heart

Entonces una persona ha venido esta mañana a traernos sendos cafés. Pero al abrir la tapa sólo había agua caliente. Luego hemos recordado qué día es, y no he vuelto a ver en todo el día a la persona que nos ha traído los supuestos cafés.
A veces la vida hay que tomársela con humor.

Hoy me ha dicho mi padre que no le salen las cuentas. Me he ruborizado.

Me pregunto dónde estará ese ángel de mirada perfecta. Hoy tampoco me he cruzado con él, pese a que esta tarde he estado en la oficina. Mañana no iré a Ezcaray. Ya podía encontrarme con él ahora. Aunque me encuentro feliz desde ayer, o cuando recuerdo lo que hablamos ayer.

Y ahora es hora de marchar a casa.

Un toque de magia

Hay días que amanecen sin sol y que, de repente, en un momento determinado, se convierten en jornadas especiales. ¿Qué ha tenido de especial el día que termina? Unas palabras con una persona que siempre consigue que todo sea perfecto. Creo que hace magia, porque siempre que está él, o siempre que hay algo relacionado con ese ángel de mirada perfecta, todo está tocado por una perfección palpable.
Hay días que amanecen normales. Por supuesto, cada mañana su imagen aparece en mi recuerdo y sonrío inevitablemente. Ocurre desde un tiempo infranqueable de mi memoria; hace años ya que me levanto pensando en él. Pero a veces ocurre algo que lo cubre todo de magia, de una magia etérea.
Conozco a una persona que lleva consigo esa especie de magia que lo cubre todo con su manto. Esa persona es demasiado especial. Me pregunto qué estará haciendo ahora; quizás se haya ido a dormir. Creo que va siendo hora de que yo también me vaya a soñar con él, anhelando cruzarme con él mañana.

Viajar leyendo



He leído en un blog una entrada que me ha encantado. Para una persona que adora tanto los viajes como la literatura mezclar un poco de cada de vez en cuando es esencial. Aunque personalmente prefiero leer viajando que viajar leyendo. Adoro esa sensación de ir pasando páginas en un tren mientras el paisaje corre junto a la ventanilla, adoro levantar la mirada de una novela para encontrarme con las nubes que son acariciadas por las alas de un avión que se dirige a ninguna parte. Me pasaría semanas viajando. Pero es imposible visitar todo aquello que nos gustaría ver, así que muchas veces la literatura se convierte en un gran sustituto a esos viajes que quizás nunca lleguemos a realizar. Es otra forma de viajar, una experiencia única donde la imaginación suple las carencias de los sentidos que disfrutan cuando visitamos otros lugares y podemos verlos, olerlos, tocarlos; con un libro nos tenemos que imaginar todas esas sensaciones, pero a veces la imaginación sobrepasa con creces la realidad. 
Reconozco que muchos libros crean el aliciente que hace que mires esos países nuevos como un próximo destino. De hecho, he visitado algún país sólo porque lo leí en los libros (Malta). Ahora quiero conocer Venecia, y no por las beldades y los mitos que se cuentan de esta ciudad, sino porque el último libro de Pérez-Reverte consiguió que me hechizara. Pero, ¿qué sería Venecia sin un ángel…? Me gustaría subir a una góndola, pero me gustaría que fuera junto a él.
Este año he viajado a muchos lugares a través de los libros, demasiados, tantos como no me apetece describir ahora, por lo que hay muchos libros que me veo obligada a descartar en este "viajar leyendo", bien sea porque algunos son de una temática fantástica que se ubica en mundos imaginarios, bien porque algunos del mismo autor, como Jane Green, no varían entre Londres y Nueva York, ciudades que ya aparecen en este texto, debido a otras novelas que me dejaron una mayor huella. Me limitaré a buscar las callejuelas y los rincones ocultos de las ciudades literarias que más significativas me parecen. 
Antes debo decir que hay un país al que no sólo viajé literariamente, sino que varios meses antes había de visitarlo. Se trata de Nueva Zelanda… En En el País de la Nube Blanca regresé a lugares por donde había caminado unas semanas antes. La acción transcurre entre dos ciudades coloniales incipientes: Christchurch y Dunedin, en la isla del Sur. 
No muy lejos en el estilo literario, ni tampoco en kilometraje, se encontraba el comienzo de El jardín olvidado, novela por la cual 'conocí' la ciudad australiana de Brisbane y terminé 'visitando' un pequeño pueblecito pesquero de Cornualles llamado Tregenna. Recuerdo muy nítidamente el rugido del mar contra las costas del pueblo inglés. 
No hace mucho viajé a la Barcelona de El verano de los juguetes muertos. Visité el Barrio de Pedralbes y el de Sarrià, y estoy convencida de que si visitara Barcelona ahora, volvería al parque Güell, a las Ramblas, a Marina, a las calles góticas que rodean la catedral y al Camp Nou. Afortunadamente, no sólo conozco Barcelona por los libros. También Carlos Ruiz Zafón me llevó con El Prisionero del Cielo a la Barcelona gótica de principios de siglo XX, y de su mano visité el castillo de Montjuic. 
Muy a principios de año leí otra novela sobre Barcelona, que se titulaba Confesiones de un gánster de Barcelona, que además de estar basada en hechos reales también transcurre en la ciudad condal. Por lo que Barcelona se convierte en escenario múltiple de varias de las novelas que he leído en 2011. 
Con Katherine Pancol estuve caminando durante mucho tiempo por las calles de París y Londres, para terminar encontrando ese amor que había anidado separado por el Canal de la Mancha en Central Park de Nueva York. 
Me recuerda a que este año también pisé dos veces Londres. Aterricé y despegué en Heathrow como parte de un viaje mucho más largo. París, por otro lado, lo visité hace ya unos años. Me gustó muchísimo aquella ciudad. Es un lugar adonde regresaría junto a un ángel. ¿Acaso no suena mejor el amor con la musicalidad del idioma del país vecino…? Je t'aime beaucoup... le susurraría al oído bajo la mole de hierro de la Torre Eiffel.
Con la Libertad de Jonathan Franzen visité las dos ciudades del estado de Minnesota conocidas como Ciudades Gemelas: Minneápolis y St. Paul. No disfruté mucho de esta novela; estuve a punto de abandonarla varias veces. 
Una de las novelas históricas con las que más disfruté, quizás porque me tocaba de cerca en el espacio, aunque no en el tiempo, fue Banu Qasi. Los hijos de Casio. Si la mayor parte de la novela transcurría entre Tudela, Zaragoza y Arnedo, los protagonistas se movieron mucho entre tierras de la Rioja Baja, de Navarra, Toledo y Córdoba. Tengo muy buenos recuerdos de cuando visité Toledo y Córdoba. 
Visitar la Ciudadela de Pamplona unas semanas después de haberla visitado fue sublime. Y esto me lleva a pensar en un libro de Hemingway que leí mientras visitaba Pamplona: Pamplona en julio, un interesante artículo sobre los primeros sanfermines que conoció el escritor norteamericano. 
Esto me lleva a un libro sobre el Hemingway que cubría la Guerra Civil española en el Madrid de 1937 y que aproveché a comprar en Pamplona, titulado Hemingway, días de vino y muerte
El compositor de tormentas de Andrés Pascual transcurría en París, pero me llamó la atención un lugar que me pareció especial. Se trata de la isla de Madagascar, que me pareció tan magnífica que la he señalado como un posible destino para visitar en el futuro. Allí estuve en Fort Dauphin (que hoy es la ciudad de Tôlanaro) y en Anosy. 
Con Matilde Asensi estuve en la isla de La Española, hoy día República Dominicana, y en Costa Rica, en ciudades antiguas como Cartagena, Santa Marta y San Cristóbal. Así era la Tierra Firme tras las conquistas. Más tarde, visitaríamos la Sevilla de la Inquisición junto a Martín Ojo de Plata en Venganza en Sevilla. Estoy deseando que salga el desenlace de esta saga, porque es realmente fantástica. 
Visité la ciudad pakistaní de Karachi en La niña que no podía soñar, una novela que me puso, en ciertos momentos, la piel de gallina por su crudeza y su brutal realidad. 
Con Caramelos estuve en Shangái en plena revolución cultural. 
Visité el desierto de Mojave buscando a las Valquirias de Paulo Coelho. 
Uno de los libros más duros que me he leído este año fue La infiel de Reyes Monforte. Casi toda la novela transcurre en España, pero el momento álgido acontece justamente en una plaza de la ciudad afgana de Herata, un momento en que la adrenalina estuvo por las nubes. 
Entre las páginas de El sueño del celta, visité el Putumayo peruano junto a Vargas Llosa, novela que me costó digerir, pese al gran novelista que recibió hace unos meses el Nobel de Literatura. El sueño del celta no me dejó un buen sabor de boca. 
Es sorprendente que aún no conozca Santiago de Compostela más que por los libros y las películas, también por los peregrinos que cuentan sus infinitas historias. El ángel perdido de Javier Sierra me llevó hasta una lluviosa ciudad con tintes de novela negra. En realidad, si no he visitado esa ciudad aún es porque dije que llegaría a ella caminando, con bordón y vieira, como los peregrinos. 
Estuve de nuevo en Roma con Carolina se enamora, de Federico Moccia. No voy a pararme ahora en una ciudad que ya he visitado. 
Caminé por Jerusalén en una novela histórica de la que recuerdo vagamente el argumento y demasiado nítidas las batallas del siglo XI y las movilizaciones de europeos hacia Tierra Santa. 
El café de los corazones rotos transcurría en una pequeña ciudad de Misisipi llamada Chulahatchie. Me recordó a muchas películas americanas. 
La isla de Wight es donde ubica Glenn Cooper la abadía de Vectis, que supuestamente contiene manuscritos ocultos. Recuerdo haber buscado esta isla a ver si era real o imaginaria. La Biblioteca de los Muertos fue un libro con el que disfruté. Creo que no tardaré mucho en agenciarme otro libro que ha sacado no hace mucho el mismo autor. El tiempo entre costuras fue el primer libro que leí en 2011 y uno de los mejores libros que me he leído este año. Junto a los protagonistas viajé al Protectorado español en Marruecos y visité las ciudades de Tetuán y Tánger.

En 2011 me he leído entre 40 y 50 libros. Aquí no están todos. Muchos han merecido la pena, otros no tanto. Uno de esos libros me hizo pensar en Madagascar para el año que viene. Todo se verá. Lo cierto es que he disfrutado de este tour por todo el mundo, ya que había libros que no recordaba haberme leído este año. Algunos me parecen tan lejanos...

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martes, diciembre 27, 2011

Sierra de Gredos

"Sierra de Gredos" ponía en la etiqueta cuando lo he sacado del saco de plástico y lo he colgado del gancho. Y entonces he pensado en él.

Le echo de menos. Hace muchos días que no le veo. Aunque hoy, cuando he hablado con él, tampoco me he parado a pensarlo. Recuerdo que, cinco minutos antes, de repente he pensado en que tenía que hablar con él, he pensado en el teléfono y mi mente se ha bloqueado, quizás porque sentía los nervios en el estómago ante la perspectiva de escucharle (sólo por escucharle), una luz se ha encendido en mi cerebro cuando he recordado las cifras del teléfono, me he sentado al marcar y entonces, al otro lado, una voz inconfundible.

Me ha encantado la conversación con él, quizás porque le encontraba risueño, quizás porque hay confianza, quizás porque me encuentro a gusto hablando con él. Es adorable.

Las palabras que me han hecho sonreír

Estoy contenta. Creo que tiene algo que ver con el ángel con el que he hablado este mediodía. Sólo tengo que cerrar los ojos para volver a escuchar su voz.
Después pensaba en que no tengo mala memoria, sólo que mi memoria es selectiva, y por eso no me acordaba que una vez me dijo... Él tiene razón, pero en ese momento no lo recordaba. Lo he recordado después.
Es adorable. Hablar con él ha acabado con esa desazón que tenía los últimos días. Al final, descubro una fortaleza impresionante en él. Difícil de convencer, me gusta. Y me cuesta llevarle la contraria.
Es dulce. Esperaba su respuesta, pero dicha con esa dulzura... No podía decirle que no. Si todas las cosas las dice con esa dulzura nunca podré negarle nada.
Es encantador. Me gustaría encontrarme con él y decirle que está guapísimo. Quizás ahora esté su coche, pues yo me iré a casa en unos minutos.

Esa voz tan dulce

Decididamente hay personas que hablan como los ángeles. O quizás es que un ángel sólo puede tener una voz así de sensual. Como él.
Escucharle es una dulce música para los oídos. Es adorable. Hoy he hablado con él porque tenía que tomar una decisión, pero porque hacía mucho que no sé nada de él. En realidad, me apetecía escucharle, aunque me esperaba lo que podía decirme. Lo importante era hablar con él.
Le comprendo perfectamente. En su situación, seguramente yo haría lo mismo. Pero no comprende que me encuentro en un dilema. De momento, lo dejaré en casa.

De momento me quedo con el recuerdo de su voz perfecta, risueña, dulce... Seguro que estaba guapo. Pues que me ha alegrado el día...

La una de la madrugada

Aunque queden diez minutos para la una, me da la sensación de que es mucho más tarde. Creo que me encuentro algo desubicada. Quizás se deba a que me he despertado tan temprano esta mañana, o más bien porque me he quedado desvelada.

Me gustaría verle, me gustaría encontrarme con él. En realidad le echo mucho de menos. Debería intentar dormir, aunque no tengo nada de sueño. Seguro que soñaré con él...

lunes, diciembre 26, 2011

Es tan obvio...

Cada día tengo más claro cuán enamorada estoy. De repente estoy riendo como al minuto siguiente algo enmudece dentro de mí y siento unas terribles ganas de llorar, o bien estoy hablando a toda velocidad como de repente me quedo callada, pensando en algo que no tiene nada que ver con lo que decía, a veces llueven recuerdos perfectos y en otras ocasiones echo de menos la magia que él siempre trae consigo, tan pronto me encuentro como enfadada como al momento siguiente estoy suspirando al aire, o bien pienso en llamarle por el simple hecho de escuchar su voz y siento cómo late mi corazón, como de repente recuerdo que no quiero hablar con él.
Estoy segura. Son todo contradicciones. Es una locura. Es el mundo al revés. Es amor, porque por encima de todo pesa que le quiero demasiado, que seguro que si me encuentro mañana con él volveré a quedarme atrapada en su mirada perfecta, que desearé decirle lo guapo que está pero no se lo diré para no provocar al rubor, que anhelaré los cafés dulces, porque no soporto el café amargo. 

Desde este fin de semana llevo en el bolso una figura de madera oscura. Tiene los ojos de jade. Estaba envuelta, pero no me acordaba de cómo era exactamente, así que he apartado el papel de embalaje. He mirado a esos ojos de jade y he pensado que no acabarán siendo cenizas. Al final se la tendré que dar a la persona que se la traje. En la parte de atrás pone su procedencia, un lugar demasiado lejano. He mirado la figura y he sonreído, inevitablemente. Recordaba una de las varias conversaciones que tuve con él al respecto: "Te he traído un tiki", "¿y eso qué es?". 
No sé por qué lo llevo conmigo. Simboliza el origen, la vida, el nacimiento de todo entre las tribus de la Polinesia, en una metáfora parecida a la de la Biblia, donde se dice que Dios creó al hombre del barro. En realidad, quiero dárselo. Se lo traje a él y quiero que le dé suerte a él. 
Siempre queremos lo mejor para las personas a las que queremos.

Cerca de las dos

Debería estar durmiendo ya. Se hace tarde. Hace más de media hora que debería estar durmiendo o, quizás, soñando con él.

El amor siempre se intensifica cada noche. 

El reloj sigue su curso, ahora que sólo tengo que levantar los ojos y mirar a la pared, ahora que ya no está parado. 

Una rayuela de rosas y espinas


Ya no se ven rayuelas en ningún sitio. Recuerdo que, cuando era pequeña, era uno de los juegos en los que reincidíamos una y otra vez. En el momento en que veíamos un trozo de pared en el suelo que podía pintar como si fuera una tiza, ya estábamos haciendo una rayuela en un trozo de calle por donde no pasaran coches.
A veces me da la sensación de que salto sobre una rayuela donde en vez de números hay rosas y espinas. Hoy he debido caer en una casilla cubierta de espinas y escuecen mucho. Me pregunto si volveré a caer entre los aterciopelados pétalos de las rosas. Me pregunto si llegaré algún día a la casilla final, que además se llamaba “cielo”, o si no llegaré nunca hasta allí. Sería genial tocar ese cielo con las yemas de los dedos, y quedarme allí, lejos de las rosas y espinas, cerca de un ángel de mirada perfecta.
Si me he acordado de la rayuela, no es precisamente por aquellas que dibujábamos en el suelo de alguna calle cuando éramos pequeñas, sino por una novela. La leí de las dos formas que podía leerse, siguiendo los consejos de Julio Cortázar: primero en la sucesión de capítulos que recomendaba el autor, lo que requería no leer la novela entera, sino capítulos salteados; y leerla una segunda vez, empezando por el principio y en orden hasta el final.
Uno de los capítulos que describía Rayuela era la descripción de un beso. Eso es lo que recordaba esta tarde. Es una magnífica descripción que me dejó completamente hechizada. Decía Julio Cortázar así:

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Ya no se ven rayuelas por las calles. Así que nos tendremos que conformar con buscarlas en internet o regresar a ese beso que tan sublimemente describió Cortázar en su Rayuela.

domingo, diciembre 25, 2011

La inspiración dormida. Regreso a los colores olvidados


Hace algo más de un año leí Los colores olvidados y otros relatos ilustrados. No suelo leer muchos libros ilustrados, pero desde que leí el anterior, me quedé con un buen sabor de boca. Si el anterior era una serie de relatos ilustrados, en La inspiración dormida nos encontramos con una novela ilustrada. 
Carmesina ya no es aquella niña que llenó toda su ciudad con dibujos de colores, sino que ha crecido, ha madurado y ha dejado los pinceles y los cuadernos en un rincón. Las responsabilidades de su vida de adulta la han convertido en una persona gris, en una persona triste, en una persona sin inspiración. Hace mucho tiempo que no pinta… Entonces, un día aparece en su casa el Gato Negro, uno de los personajes de los cuentos de cuando era niña, y con él inicia un viaje por todo el mundo en busca de los colores. Cuando encuentre esos colores, cuando vuelva a reencontrarse con su inspiración dormida, entonces podrá volver al mundo real y pintar por el simple hecho de disfrutar de lo que está haciendo. 
Las ilustraciones son magníficas. Creo que si estuviera con el estado de ánimo por las nubes hubiera escogido otra imagen. Pero esta es la que ilustración con la que me identifico en estos momentos.

La imagen perfecta que vuelve una y otra vez

Intento centrarme en leer, pero no lo consigo. De repente, mis ojos miran a un punto infinito de la pared y lentamente mi mente me trae su imagen perfecta, etérea, mágica. Recuerdo esos ojos y siento un ligero estremecimiento en la espalda. 
Intento dormir y evoco cada rasgo de él. 

Siento tristeza, aunque yo creo que es más por esta época. Aunque supongo que todo influye.

La mente es traicionera. Me lleva a imaginar cómo hubiera sido un encuentro con él esta tarde. Inevitablemente sonrío. Y luego pienso en que con él nunca nada es como me pueda llegar a imaginar. 

Un sábado menos

Podría salir esta noche, pero al final no lo haré. Creo que si me pusieran ahora en un control de alcoholemia daría bastante, aunque hace rato que no he tomado nada. 
Siento algo de pesadumbre, desde esta tarde. Desde ese momento, me siento viviendo como si estuviera viendo una película desde fuera.

Me duele un poco la cabeza. Tendría que intentar dormir.

sábado, diciembre 24, 2011

La hora de marchar

Me da la sensación de que la tarde va a ser algo más movida de como la esperaba en un principio. En el coche tengo algo que llevar a alguien. Ahora siento unos nervios terribles en mi interior, ahora no me puedo echar para atrás.
Esta tarde será mágica entonces.

Nervios, nervios, nervios... 
Nervios.
Pero estos nervios tienen que ver con la magia.

Es la hora de marchar.

La tarde que precede a la gran cena

No había mucha gente esta mañana al mediodía, pero ha sido un rato agradable. La gente se reserva para la noche, cosa normal, dadas las circunstancias.

Tengo ganas de que pase esta noche, que no me gusta nada. Es posible que no salgamos hoy más que al bar de mi pueblo, ya que se respeta la familiaridad de la Nochebuena. Creo recordar que nunca he salido de fiesta en Nochebuena.

Supongo que esta noche quedaremos sobre las ocho de la tarde a tomar algo antes de cenar. Teniendo en cuenta que son dos horas de bar en bar, no me quiero imaginar cómo llegará la cena. Menos mal que he puesto el nombre en todos los regalos, porque si no, no recordaría qué es lo que tengo que dar a cada uno.

A veces, cuando lo pienso, sé que sólo tendría que hacer una llamada a eso de las ocho, coger el coche y marchar a otro sitio a tomar algo antes de cenar. Sé que no lo voy a hacer. El corazón me dice que sí, claro, el corazón siempre le busca. En este caso, ya he tomado una decisión y es irrevocable.

Mi hermano y mi cuñada darán la gran noticia esta noche. Ya lo han comentado en casa. 

El verano de los juguetes muertos

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Cuando te encuentras con un título de estas características es sencillo imaginar el tema que tocará el libro. Aunque al principio no lo tenía muy claro, el tema de la pederastia está implícito en todas y cada una de sus páginas, aunque sólo se resuelve de una manera clara en los últimos capítulos. Lo cierto es que pone la piel de gallina.

Empecé a leerlo porque me apetecía leer novela negra. Al principio, no hay una relación clara entre la primera página del libro, donde se describe el accidente mortal de una niña de doce años, Iris Alonso, que ha aparecido muerta en una piscina rodeada de muñecas rotas, y ese otro supuesto suicidio, varios años después, de Marc Castells, que se ha caído desde la ventana del ático de su casa. La relación entre los dos accidentes es que Marc Castells tenía seis años cuando descubrió el cuerpo sin vida de Iris cuando estaba disfrutando de un campamento de verano en los Pirineos.
El inspector Héctor Salgado y la agente Leire Castro son asignados para cerrar el caso de Marc, donde todos dan por supuesto que ha sido un suicidio. Pero Leire descubre en unas fotos que Marc no tenía la misma camiseta durante la cena que cuando lo habían encontrado sin vida. Marc Castells era un adolescente de Barcelona, que había crecido en una familia acomodada. Su madre, Joana Vidal, le había abandonado cuando aún era muy joven. Su padre, Enric Castells, se había casado con Glòria y habían adoptado a una niña chinita, Natàlia, a la que tanto padre como hijo ignoraban. La noche del accidente, Marc estaba solo en casa y había decidido hacer una fiesta con sus amigos de la infancia, Gina Martí y Aleix Rovira. En cierto momento de la noche se había producido una discusión entre los dos jóvenes, mientras Gina se marchaba a la cama de Marc a dormir la mona, para despertarse al día siguiente descubriendo que su gran amigo se había suicidado.
Marc está dispuesto a descubrir todo respecto a la muerte de Iris Alonso cuando él era un niño, para lo que había confiado en sus dos amigos. Había estado estudiando en Dublín, donde había entrado en contacto con Inés Alonso, la hermana pequeña de Iris, y se habían propuesto descubrirlo todo. Para ello, Marc vuelve a Barcelona donde ha decidido tender una trampa a su tío, el sacerdote Félix Castells, que también se encontraba en el campamento el verano en que Iris apareció sin vida en la piscina. Pero una persona está dispuesta a obstaculizar su plan: Aleix Rovira, que es un joven muy inteligente y sabe que está implicado su hermano mayor, Eduard, dedicado a labores humanitarias y monitor hace unos años en los campamentos de los Pirineos donde iba Marc. Han decidido hacer fotos a la hermanastra de Marc e introducirlas en el ordenador del sacerdote, para que éste confiese el nombre del monitor al que había protegido durante todos esos años. Inés aparece en Barcelona y lee unos escritos que encontró en un osito de peluche de su hermana el verano en que esta murió. Fue un accidente, pero describe claramente que uno de los monitores abusó de ella y que, el último verano, ese monitor se había fijado en su hermana pequeña. Iris tenía que evitarlo.
Leire Castro descubre que la persona que asesinó a Marc fue su madrastra Glòria, al descubrir el USB con las fotos de Natàlia, y por temor a que la hicieran daño había empujado a Marc por la ventana. Como también consideraba que Gina era mala, había simulado su suicidio.

Es un magnífico libro, que además se lee rápidamente.

Un reloj parado

En mi dormitorio tengo un reloj de pared. Dentro de la esfera marca las diez menos cuarto. Hace varias horas que se ha parado.

Se ha parado como se para el tiempo cuando está él. Se ha parado como se para el mundo cuando mis ojos se levantan y se cruzan con esa mirada angelical. Se ha parado como se para todo cuando él está cerca, como se han parado los minutos en este preciso instante en que recuerdo su imagen perfecta e inevitablemente sonrío.

Podría pararse mañana por la tarde si hiciera caso a quien me ha dicho: "Podrías venir mañana antes de cenar". He sentido el rubor en mis mejillas. Pero no creo que vaya. A veces, cuando lo pienso, soy consciente de que son cinco minutos los que me separarían de él. 

Él me dijo una vez que yo no era vergonzosa. Pero lo soy. Hay gente nueva y, por tanto, me retraigo, me encierro en mí misma y no hablo. Creo que él ya me ha visto alguna vez en esa situación, quizás en algún momento en que se haya encontrado con alguien que yo no conocía y me limitaba a observar y no decir ni una palabra. No sé por qué me pasa, pero siempre me ocurre con gente que veo por primera vez, me cuesta mucho hablar, me dedico a observar y sólo responder cuando me preguntan. Es como si un resorte en mí se cerrara en banda. En esas ocasiones me cuesta reconocerme. 

Se ha parado el reloj. Mañana, cuando abra los ojos y mire hacia la pared seguirán siendo las diez menos cuarto y, recién despertada, no recordaré que esta noche ese reloj se había parado. Le pondré pilas antes de marchar de casa.

Un reloj parado no sirve para nada. Serviría si se parara justo en el momento en que aparece ese ángel de mirada perfecta y, a la vez, el mismo reloj parara el tiempo. 

Esta noche no escucharé el dulce tic-tac de las horas, pero seguiré escuchando el golpeteo continuo de los latidos de mi corazón que palpitan por él...

Días de vermouts

Mi hermano me ha dicho que me va a regalar, otro año más, un baúl lleno de libros. Pero no va a arriesgar, así que ha optado por pedirme que le mande un correo electrónico con los últimos libros que me he leído o he comprado. Me lo imagino mañana en una librería con su esposa, ella eligiendo libros y él con la Blackberry en la mano diciendo: "No, que ese está en la lista".
De hecho, mi hermano es la única persona que se atreve a regalarme libros.

Mañana hemos quedado a las doce a tomar un vermout. A ver cómo llegamos a comer. 

viernes, diciembre 23, 2011

Una decisión complicada

Hay momentos en que tomar una decisión resulta arduo. El problema de este tipo de decisiones es que el corazón te dicta una cosa y la cabeza te dice otra diferente. Son las dos caras de una misma moneda. A veces, tomar esa decisión es difícil. Me cuesta mucho ir en contra de los dictados del corazón, pero soy consciente de que, cuando esa idea se empezó a moldear en mi mente hace unos días, empecé a sentir un nudo en el estómago, en ciertos momentos me encuentro hecha un manojo de nervios y sigo sin haber tomado la decisión. Dudo porque no sé qué es lo más correcto. 
Creo que el amor que siento es mucho más fuerte que cualquier otro sentimiento. Pero a veces es duro tomar una decisión relacionada, porque el corazón quiere imponerse y el sentido común no le permite hacer locuras.

¿Qué hago...? 

En el interior del lienzo

Vincent Van Gogh, Café en Arles (1888)

Anoche me quedé dormida demasiado pronto, podía ser antes de medianoche. 

De repente, estaba caminando por una calle y se oía el bullicio de unos bares cercanos. ¿Quién no se ha imaginado dentro de un cuadro alguna vez? Yo me encontraba en el Café de Arles de Van Gogh, me encontraba con un ángel y recuerdo que todo era perfecto. Era como una noche de verano. Eso me recordó a una película de Woody Allen, titulada "La rosa púrpura del Cairo", en la que una mujer va a ver una película reiteradamente al cine y finalmente el actor de la película sale de la pantalla en su dirección.
Lo cierto es que en el arte siempre me he imaginado cómo sería el ambiente que vieron los artistas para terminar realizando ese tipo de obras.
Las de Van Gogh, debido a su profusión de colores, suelen ponerme de buen humor.

jueves, diciembre 22, 2011

Que pase ya la Navidad

Tengo ganas de que llegue el domingo por la mañana. Aunque todo depende... Si el sábado por la noche salgo, aunque la Nochebuena no invita a salir, y me encuentro con ese ángel de mirada perfecta entonces sólo desearé que se pare el tiempo y que el domingo por la mañana tarde en llegar. 
Si estoy deseando que llegue el domingo es porque la Nochebuena es una jornada que me produce rechazo. Además no me gustan las grandes comilonas de esta época, aunque teniendo en cuenta que casi todos los alimentos son productos sacados del mar mi cena estará empapada de una total frugalidad.

Hoy siento que él está muy presente. Ya puedo pensar en cenas, en Navidad, en villancicos... que él se hace eco en mi mente y eclipsa todo, algo que realmente me gusta porque su imagen angelical siempre consigue reconfortarme. 

El paso de un ángel

Al mediodía me encontraba en la calle, echando un cigarrito después de comer. Charlaba con una persona que estaba fumando un puro. Entonces le he visto venir, al levantar los ojos allí estaba él. Me ha dado tiempo a ver que llevaba una chaqueta verde que me encanta y que estaba guapísimo. Cuando ha pasado sólo existía él. Como casi todos los jueves, he vuelto a verle.
He pensado en describir ese momento mientras me tomaba un café, pero la novela negra que he dejado a medias antes de salir a la calle ha atraído de nuevo mi atención. 
Sin embargo pensaba en ese momento. En que justo tenía que estar en ese preciso instante en la calle para verle pasar, que podía haber estado diez minutos antes o diez minutos después y entonces no le hubiera visto. Es un ángel.

A las cuatro me ha llamado mi padre para decirme que tenía que pasar la ITV al coche, que había llegado la carta a casa. Como cierran antes que mi salida de la oficina, he ido hacia el coche. Allí se encontraba el suyo también. He sentido nuevamente esa cercanía que hace que me estremezca de pies a cabeza. En mi mente pensaba que ya podía aparecer por la calle, así tendría oportunidad de escuchar esa voz tan sensual, que hace mucho que no hablo con él. 

Al regresar un rato después he intentado aparcar lo más cerca de él. Nunca se sabe cuándo nos vamos a volver a encontrar. Pero al marchar ya no estaba. 

Me encuentro feliz. Cruzarme con él, aunque sea cuestión de segundos, siempre me trae una sonrisa. Y él siempre aparece cuando menos me lo espero.

La fábrica de los sueños

La fábrica de los sueños es el logo de la Lotería Nacional. No nos habrá tocado el Gordo, pero sigue siendo una fábrica de sueños. Volverá con más sueños porque al final es importante no dejar nunca de soñar.

Mis sueños están en otro lado. Me pregunto dónde estará ese ángel de mirada perfecta, me pregunto si me encontraré hoy con él, si volveré a quedarme atrapada en su mirada perfecta. Me gustaría... Echo de menos la magia que aparece siempre con él.

He de irme.

Que la suerte nos acompañe

Comienza el día de la lotería. He contado los décimos que hay en el grupo de amigos y son 33. Se dice pronto. Hay números de todas las terminaciones, así que a poco que nos toque al menos una terminación llegará.
Este año compré dos series para Navidad, una en Pamplona y otra en Burgos. Es, con diferencia, el año que más lotería he comprado que, comparado con lo que juegan mis familiares directos, es una nimiedad.

Es casi la una de la madrugada. Creo que debo ir a dormir, a soñar con esa persona tan especial que consigue, cada día, que todo esté lleno de magia. Cada noche, a estas horas, siento el anhelo de susurrarle que es encantador, me gustaría abrazarle y susurrarle dulces sueños mientras le acaricio el rostro y me quedo atrapada en su mirada perfecta...

Podrán quitarnos las ropas, podrán quitarnos la vida, podrán quitarnos dinero, podrán quitarnos propiedades, pero jamás podrán llevarse nuestros sueños.

miércoles, diciembre 21, 2011

Las cosas que pasaron

Quizás 2011 no haya sido tan mal año. No ha sido de los mejores, eso está claro, aunque yo me quedaré con lo mejor. 
Una de las mejores cosas que han pasado este año, una de esas cosas con las que disfruté enormemente fue la boda de mi hermano, el 13 de Agosto de 2011. El 13811 se juega mañana en mi casa, por supuesto. Disfruté mucho ese día. Claro que una boda siempre es un evento para celebrar. 
Otro de los períodos que recuerdo con especial cariño es el largo viaje que hice en el mes de mayo a Nueva Zelanda. Tengo clarísimo que nunca en el futuro haré un viaje tan largo como ese. No porque no quiera, sino porque no hay muchas opciones para ir más lejos aún (Caledonia francesa y otras islas del Pacífico Sur).
Un período que recuerdo con especial crudeza fueron las semanas que comenzaron una noche de abril hasta mitad del mes de julio. Lo recuerdo con crudeza porque hacía todo lo contrario a lo que mi corazón deseaba y evitar, día tras día, a la persona que amas con locura es doloroso. Basta que intentes olvidar a una persona para que no sólo no le olvides sino que le recuerdes con más fuerza. Y, de repente, un día volví a encontrarme con él y todo volvió a cambiar. Entonces decidí dejar todo en manos del azar. Sin embargo, soy consciente de que algo cambió en mí en esas semanas. En cierto modo, me distancié un poco. Ese tiempo me sirvió para centrarme en mis sentimientos, descubrí y acepté que me había enamorado y, cuando volví a encontrarme con él, descubrí una persona aún más dulce, más noble, más adorable. Ahora tengo claro que no puedo luchar, por mucho que lo intente, contra lo que dicta mi corazón. Esas semanas sirvieron para asimilar lo que sentía, para ser consciente de que el amor se había asentado en mi corazón y que, de ninguna manera, podía ir en contra de lo que sentía. 
Me ha quedado una semana de vacaciones, donde tenía intención de ir a Lanzarote (hacia el mes de noviembre). Dadas las circunstancias actuales, he tenido que olvidarme de esa semana y centrarme en todo lo que me venía encima, que no era poco. 
Hablando de vacaciones para el año que viene, es cierto que quiero ir a Rusia. Ya hubiera ido este año si no me hubiera atrapado los dedos con el tiempo. Soy consciente de la inestabilidad política en que se encuentra Rusia en estos momentos, y por tanto me encuentro observando los noticiarios con interés cuando se habla de Vladimir Putin. Por supuesto, mientras que no se asiente esa situación no voy a visitar ese país. Pero hay muchos lugares por conocer. Así que si en 2012 no es Rusia, serán Canadá, Madagascar o la Isla de Pascua. Quizás Estados Unidos. 
Una vez me dijo un ángel que siempre hay lugares por conocer. Tenía razón. Creo que si algún año me tocara la lotería es posible que me cogiera un año sabático y daría la vuelta al mundo (viaje que me gustaría compartir con una persona especial, claro). Pero como las probabilidades de que nos toque la lotería son demasiado lejanas, optaré por elegir un destino cada año... hasta que me case con el banco, algo de lo que posiblemente esté, en el tiempo, más cercano que lejano.

¿Quién sabe lo que nos depara el 2012...? Son demasiados días y los momentos futuros siempre son un secreto. Espero que sean mejores cosas. Que termine el año y puedas decir, con seguridad, que ha sido un año magnífico, uno de los mejores años de nuestra vida.

Pensaba escribir todo esto más cerca del último día de diciembre, pero me he puesto a escribir y aquí estoy, recordando los buenos momentos de 2011. Mi memoria es demasiado selectiva: siempre se queda con lo mejor de todo. Y el nuevo año siempre llega cargado con los mejores deseos.

Casi seis años

¡Cómo pasa el tiempo...!
En abril de 2006 comencé este blog porque sentía la necesidad de escribir. Recuerdo aquello que escribí como si lo hubiera escrito ayer. Recuerdo que hablaba de las palabras, ese poder que tienen, que pueden comenzar una guerra, pero también pueden firmar una paz, lo que se puede decir con una palabra...
Es sorprendente que lleve escribiendo más de cinco años, y que en realidad no me haya parecido tanto tiempo desde aquel momento en que decidí escribir. 
Recuerdo además que había otro motivo por el que creaba un blog: el hecho de dejar una pequeña huella en el vastísimo mundo de internet, cuando aún creía que quizás en unos meses lo hubiera dejado. Porque he estado en foros, en chats, he tenido messenger, tengo facebook... y de todos esos lugares me he terminado cansando. Lo que nunca me cansa es escribir. Como últimamente, cuando describo alguno de esos momentos mágicos que no quiero olvidar. Es como si algo dentro de mí guiara mis dedos sobre el teclado para esgrimir ese momento, para convertirlo en palabra escrita y, por tanto, permanente.
Entonces, en abril de 2006, tenía una cosa clara: si creaba un blog buscaría la belleza en el mismo. O la idea que yo tengo de belleza. Por eso, casi nunca comento noticias, por ejemplo. Hoy me hubiera gustado hablar de política, pero incluso el nuevo gobierno es finito en el tiempo, mientras que en los cinco siguientes años yo seguiré perpetuando mis palabras en el tiempo. 
¿Cómo me veo en cinco años? Prefiero no tentar a la suerte. Algo sí que tengo claro: seguiré escribiendo.
La belleza también se encuentra en las cosas más simples. En un blog se pueden instalar muchísimas cosas: desde vídeos y audios que te acompañan mientras lees, hasta publicidad. Para mí son instrumentos que recargan demasiado una página que, en definitiva, si cuenta con muchos elementos tarda siglos en cargarse por completo. Así que siempre he optado por los elementos más básicos. Podré cambiar el fondo, incluso la ubicación, pero no añadiré elementos multimedia, por ejemplo, ni siquiera un buscador.

Al final, un blog se convierte en parte de una persona. Nunca me han gustado los diarios, y este blog es un diario en el sentido de que escribo día a día. Pero rechazo de plano eso de: "Hoy he hecho esto y lo otro, después he...". Me parece antiestético y ¿a quién le importa lo que hace el resto del mundo? A mí me interesa lo que hace un ángel, pero últimamente desconozco dónde está. Intento no escribir de la forma de un diario, sino que cuando se crean momentos susceptibles de ser escritos busco siempre las palabras que convierten la entrada en cuestión en algo tildado de belleza, aunque si me centro en las palabras que escribo sobre él la belleza llega directa desde el corazón porque esas palabras llegan directas desde el corazón, aunque a veces me resulte algo complicado encontrar las palabras más idóneas para describir tanto sentimiento. 

A veces me pregunto si en 2012 seguiré esgrimiendo en palabras tanto sentimiento. Sé que, mientras siga enamorada, seguiré escribiendo sobre el amor, sobre él, sobre esos momentos donde siento las revoluciones del corazón a mil por hora; describiendo su mirada angelical, su voz, su sonrisa, su rostro, sus manos... 

No queda nada para terminar el año. Diez días y una hora.

Lo que nadie nos enseñó


Gracias a él, a ese ángel de rostro perfecto, he aprendido a sentir nuevas emociones que nunca había sentido. Día tras día, semana tras semana, año tras año, te encuentras amado de una manera única, comprendes que las emociones del día a día se convierten en algo superior, sublime e indescriptible, eso que los expertos llaman amor. Emociones que congelan el tiempo, intensas en el momento que las sientes e imperecederas. Cada día esas emociones son mejores que el día anterior y en los días que hay tal emoción la echas de menos. Aunque en realidad no son las emociones lo que echo de menos, sino que le echo de menos a él. El mismo ángel que provoca en mí tan profundas emociones, el mismo que trae la magia, el mismo cuya mirada no es una mirada sin más.
Un día te encuentras amando, deseando, anhelando y echándole de menos. Me pregunto dónde estará, con quién estará, qué andará haciendo... 

Comienza el invierno

Dicen que el invierno comienza en la próxima madrugada a las seis de la mañana. 
Miro por la ventana y me da la sensación de que el paisaje y el cielo parecen más típicos de un temprano octubre que de un diciembre que está ultimando sus días.

Creo que marcharé a la ermita en un rato, que el tiempo es demasiado agradable.

La tarde invita a paseo

Ha salido el sol. Me resultaría indiferente el tiempo si esta tarde tuviera que trabajar, pero como tengo la tarde libre el sol hace que lo mire de otra manera. El invierno empieza con sol, con un día soleado que invita a pasear, a perderse entre los árboles.
Me pregunto dónde estará él. Hace demasiados días que no me encuentro con él. Si no fuera porque de vez en cuando veo su coche, pensaría que se ha ido de vacaciones.
Esta tarde me gustaría compartirla con él. Aunque estoy segura que él estará en mis pensamientos cincuenta y nueve minutos de cada hora.

Me pregunto dónde estará, aunque estoy segurísima que esté donde esté, estará guapísimo. Afortunados aquellos que compartan unos minutos al día con él, que puedan levantar la mirada y encontrarse con esa mirada perfecta, con esos ojos que concentran en sí mismos todo lo mejor del mundo, afortunados aquellos que escuchan esa voz tan sensual a diario...

Creo que me iré a lavar el coche.

Tan pronto para dormir, tan cerca de soñar

Si hay una noche que no me responden las manos ni los ojos, que una vocecita dentro de mí susurra: "Vamos a dormir"... ese día es hoy. No es que tenga la mente en blanco, sino que la tengo abotargada. Me da la sensación de que llevo cuatro días sin dormir, como si me hubiera pasado la noche entera de fiesta. 
Daría un mundo por abrazarle, por decirle que hable, que diga cualquier cosa, sólo por el dulce placer de escuchar su voz perfecta, susurrante, sensual en medio de la oscuridad. 
Le echo mucho de menos. Me voy a dormir. A soñar con él. A anhelar cruzarme con él de nuevo mañana. 

Se me cierran los párpados, pero al cerrarlos veo su imagen perfecta y algo en mí susurra: "Es demasiado pronto para ir a dormir".