Tanis se encuentra en la posada El Último Hogar acompañado de un enano al que acaba de conocer, Clotnik. Todos sus amigos se han marchado de aventuras y él se siente más solo que nunca. Entonces el enano saca unas bolas de malabarista y le convence para que le acompañe, porque sabe cómo Tanis puede encontrar a su padre, al que nunca conoció.
Los dos juntos se encaminan hacia un bosque cercano a Solace. Tanis está impaciente por conocer a la persona que le va a hablar de su padre, pero un inmenso incendio se expande por el bosque y el enano y el elfo deciden refugiarse en las frías aguas del lago. Entonces Tanis ve a lo lejos a un humano que está huyendo de las llamas, que le alcanzan. El semielfo le salva la vida, pero cuando el incendio pasa y sacan a Kishpa del agua, tiene las piernas calcinadas. Su muerte está cercana.
El hechicero le cuenta que cien años atrás conoció a su padre en Ankatavaka, un pueblo a orillas del mar donde el humano fue a vivir. Tanis tiene una misión: viajar al pasado a través de los recuerdos de Kishpa para salvar a la amada del Túnica Roja, Brandella. El riesgo del viaje es inmenso, pues si el mago muere mientras el semielfo está en el pasado, moriría con los recuerdos de Kishpa. El hechicero le entrega una plumilla mágica que avisa de los peligros y un trozo de chal tejido por la humana.
Cuando Tanis da el gran salto se encuentra en medio de una sangrienta batalla entre humanos y elfos. No sabe en qué bando está hasta que los humanos empiezan a atacarle. A punto de ser atravesado por una espada mientras se apoya en el tocón de un árbol seco, unas manos le arrastran hacia dentro salvándole la vida. El humano que le ha salvado es Scowarr Alfeñique, un humano de apariencia ridícula que siempre está contando chistes. A través de los túneles llegan a un acantilado y se ponen a escalar. Son salvados por la enana Yeblidod y un Túnica Rojo, que no es otro que un jovencísimo Kishpa. Todos se marchan hasta las barricadas del pueblo, ocupado en su mayoría por elfos, para luchar contra los humanos que quieren invadirlos.
Desde una ventana, Brandella ve al forastero semielfo que lucha contra los enemigos con valentía. Por su parte, Scowarr que había sido objeto de bromas y chanzas por parte de los humanos va vestido de tal guisa que parece un espectro del que los enemigos huyen. Scowarr se convierte en un héroe.
Tanis tiene que encontrar a Brandella. Se encamina hacia el muelle donde defiende a Yeblidod de un humano en el que Tanis reconoce a su padre, pero evita matarle. El humano sale huyendo y Tanis no volverá a reencontrarse con él. Lleva a la enana herida a casa de un pescador, donde se encuentran Kishpa, Brandella y Mertwig, el esposo de Yeblidod. Kishpa está inconsciente.
Al día siguiente, los humanos han incrementado enormemente su ejército. El mago se despierta de su letargo y, aunque débil, llega a las barricadas, donde descubre que son espejismos. Crea arañas gigantes; los humanos huyen aterrorizados y Ankatavaka ha ganado la batalla. Proclaman a Kishpa como su héroe.
Tanis no tiene tiempo. Ha confesado a Brandella el motivo de su viaje. Aunque ella al principio no le cree, él la convence para que vaya con un moribundo Kishpa cien años al futuro. Ella finalmente consiente, dejando una carta para su amante y otra enterrada en una caja junto a la plumilla que Tanis le ha entregado para el semielfo.
Durante el viaje, Kishpa les persigue, Tanis cree que intenta asesinarle y huyen de él.
Cerca del claro donde acampan Tanis, Brandella y Scowarr se oyen ruidos de espadas y gritos. Tanis se acerca al camino para encontrarse con Mertwig y Yeblidod, que han huido de Ankatavaca porque el enano ha sido acusado de ladrón, a la vez que ha hecho prometer al hechicero que cuidará de su hijo, que ha sido embarcado para salvarle del ataque de los humanos. Los enanos están siendo atacados por un grupo de goblins.
Goblin
Tanis no tarda en unirse a la pelea, donde Mertwig es herido de muerte. El enano confiesa al semielfo la verdad del robo, que ha cometido por amor a su esposa. Cuando el semielfo escucha que alguien se aproxima, se esconde entre los árboles. Es el mago.
Los tres amigos llegan a Solace. A Tanis se le ocurre visitar a un joven Flint, que aún no le conoce. En la posada El Último Hogar, Kishpa les encuentra finalmente y les confiesa que ha venido a ayudarles para regresar al futuro.
Pero en el momento del salto a otra etapa temporal, sienten que el Kishpa anciano ha muerto y ellos llegan a un lugar muy extraño: la Muerte. Caen en un jardín donde un hombre enorme les echa una reprimenda y les explica qué es ese lugar. Huma Dragonbane les explica que hay un método para volver a la Vida, una puerta que está más allá de la montaña negra de Fistandantilus.
Al pie de la inmensa mole se encuentra el pueblo de Yagorn. Todos les dan la bienvenida, porque sienten que sus corazones laten todavía, aunque no por mucho tiempo, porque allí todo está muerto y no podrán ni siquiera alimentarse. Ni tampoco el agua calmará su sed. Después de darse un baño, empiezan a ascender hacia la cima, pero Fistandantilus no se deja ver, ya que forma parte del aire. Saben que es el único hechicero que les ayudará a volver a su tiempo, porque un Túnica Roja que ha muerto hace poco ha hecho expandir el rumor de un hechizo que sólo sirve para vivos, con el propósito de que Tanis y Brandella vuelvan a su época. Por supuesto, a oídos de Fistandantilus ha llegado el hechizo, pero es un nigromante que ha de pedirles algo a cambio: volver a la Vida con ellos. A Tanis no le agrada la idea, pero acepta, porque se ha enterado en el pueblo de que allí la magia no tiene los mismos efectos que en el mundo real. Brandella se enfada con él. Sin embargo, Tanis rompe, en el último momento, el espejo que guarda la esencia vital de Fistandantilus, por lo que éste se queda en la Muerte, mientras la pareja aparece en un bosque que ha ardido hace poco tiempo.
Tanis y Brandella se han enamorado, pero no lo han reconocido aún. Entonces escuchan la voz de Clotnik, que les dice dónde ha enterrado a Kishpa. Mientras Brandella va a su tumba, Tanis le habla a Clotnik de sus padres, Mertwig y Yeblidod, pero no le confiesa que su padre robó la bola de cristal que el enano malabarista lleva en su mochila.
Brandella no aparece y ellos descubren que ha desaparecido. Un grupo de sligs que buscan la plumilla mágica la han apresado y llevado a su campamento.
Sligs
Tanis y Clotnik deben salvarla. Encuentran unos toros de marisma, mezcla de caballo, búfalo y toro que sirven para transportar carretas. Se montan sobre ellos y luchan contra los sligs, sueltan a Brandella y salen huyendo.
Llegados a un claro de bosque, descubren que Brandella empieza a perder consistencia. Porque es un recuerdo y, como tal, se está desvaneciendo. Tanis, que ya había imaginado una vida junto a ella, no puede soportarlo. Está con la joven hasta que ella desaparece por completo.
Sabe que ahora tiene que ir hasta Ankatavaka. Curiosamente descubre que todo está tal y como lo recuerda, incluso la estatua de Scowarr convertido en héroe. Desentierra la caja metálica que contiene la carta para él y la plumilla, que le advierte que está rodeado de sligs. Tiene que luchar contra ellos, pero una magia poderosa proveniente de la estatua les mata. Un viejo elfo se les acerca y le dice a Tanis que tiene cierto parecido a un forastero que luchó junto a ellos hace cien años y que se llevó a Brandella. Tanis intenta indagar sobre la tejedora para guardarlo todo en sus recuerdos. Pero entonces seis de los sligs muertos se levantan convertidos en sus amigos, que luchan contra él. Tanis es incapaz de levantar su espada contra Caramon, Tas, Sturm, Kit, Flint y Raistlin, aunque sabe que es la venganza de Fistandantilus, recreado en la figura de Raist. Entre Clotnik y él luchan contra sus imágenes, que al caer muertos vuelven a ser sligs.
Tanis lee el pergamino de Brandella hasta que se descompone. Ella también se había enamorado de él. En el camino se despide del enano y continúa hasta Solace. En las montañas esculpe los rostros de la tejedora y Kishpa, amantes eternos, pues se ha dado cuenta de que al salvar a ella le ha salvado también a él. Nadie sabe quién fue el creador de esas dos esculturas, pero visitantes de todo Krynn vienen a verlas.
Tanis y Brandella