viernes, 30 de julio de 2021

Viajero

septiembre 2019

 - Galeno - le dije, aquél día, juntando muchísimo valor - yo tengo miedo. Por eso te puse todos los palos que pude. Sé que no es excusa, pero la pasé re mal, me cuesta... hacerme a la idea de las cosas. 

Galeno me escuchó atentamente. 

- Mhm - dijo - ¿Me querés contar qué te asusta? 

- No sé.  Creo que recién me doy cuenta que me asusté. Pero estoy trabajando para entender por donde viene... 

- Sí, yo me di cuenta que te asustaste, claro... Venía todo tan bien de los dos lados, que me pareció que había algo más por lo que no querías que viajara a verte. 

- Sí. Miedo - le dije - Pero te juro que todo lo demás soy yo realmente. Te lo juro. Pienso así, como te conté, vivo así, siento las cosas así... - enumeré. 

- Ya sé, *** - me dijo, con mi apodo cariñoso - No hace falta que me jures nada. Sé que es así. Sos una persona confiable para mí. 

- Sí. No dudes de eso. Lo que hay es miedo. Pero... nada, estamos trabajando en la solicitud - bromeé. 

- Me alegro. Vas a ver que con el tiempo, todo va a estar más claro. Se te va a revelar - me calmó. 

- Eso espero. Por ahora, sólo quería contarte esto para que sepas que no tengo intenciones de jugar con vos, ni con tu tiempo, realmente todo lo que te dije sobre nuestra situación es real. 

- No pienso que estés jugando conmigo. Tranquila.  

- Gracias. En serio. 

- A vos por contarme - me contestó. 


II 

noviembre 2019 

- ¿Cómo estuvo el vuelo desde ***? - le pregunté a Galeno, a pocos minutos de habernos sentado a tomar, frente a frente, el primer café de nuestras vidas juntos. 

- Muy bien. El problema fue el hotel. Por eso te dije que tenía que solucionar algo de último minuto. 

Lo miré sorprendida. 

- ¿Qué pasó? ¿Era falso? 

- No. No era lo bueno que se mostraba por la página... 

- Uy... Qué lástima... ¿Pudiste acomodarte? 

- Me fui a otro - me explicó - Era un lugar horrible. No quería estar ahí. 

Lo miré y casi me río en su cara. "Ay, este Galeno", pensé. 

- ¿Muy muy feo? Porque mirá que hay que irse, eh... 

Me sonrió. 

- Espantoso - me dijo, y empezó a describir el escenario - Encontré uno por ***. Ahí estoy. Por eso te avisé que recién me sentaba a comer. 

- Tuviste suerte... Al ser fin de semana largo... Menos mal. Si no, a dormir en Plazo de Mayo - le dije, en broma - ¿No comiste nada? 

Él se rió. 

- Este lugar donde estoy, está bien. Busqué en otro hotel, que es mi hotel de siempre cuando vengo a Buenos Aires a Congresos, pero estaba lleno. Es excelente - suspiró - No almorcé todavía. 

- Bueno, el lado bueno es que conseguiste, estás protegido - ledije, tratando de animarlo - ¿Por qué no te fijas si podés comer algo? 

Me miró con calidez. 

- ¿Comiste o trabajaste de corrido, hoy? ¿Querés que almorcemos? 

- No, paré para comer al mediodía. Pero te acompaño con un exprimido - le expliqué. 

- No quiero comer solo, comé conmigo, dale - me dijo, en broma. 

- En serio, estoy bien. Comé tranquilo y mientras yo te charlo - le dije, para hacerlo sentir cómodo. 

Volvió a sonreírme. Le sonreí. Era extraño para dos personas que nunca se habían visto personalmente esa naturalidad, esa química y esa confianza. 

Me tomé mi jugo de naranja exprimido mientras me contaba cosas, yo le contaba de vuelta, y elogiaba la gastronomía local. 

- Esto está excelente - apreció - ¿Segura que no querés pedirte nada? 

- Segura - lo calmé - ¿Aprobas la gastronomía de Buenos Aires? 

- Puf. Ampliamente - musitó. 

Y seguimos charlando. 

- Qué manera de correr, hoy... - dijo, evidenciando su cansancio - Pero acá estoy. 

- Sí, viniste... - me lo quedé mirando - Qué locura. Sos real, mi *** -  le comenté, con sorna. 

- ¿Qué te parece? - me dijo, haciendo relucir su tonada y me miró. 

Nos quedamos mirándonos un largo tiempo, creo que haciéndonos a la idea de que todo eso era real.  Recuerdo haber pensando que era lindo. No supe de dónde venía ese pensamiento, pero de alguna extraña manera, él me atraía enormemente. Y yo, del otro lado, me sentía observada con una intensidad que iba por el mismo orden, aunque eso sí, dentro de un marco de respeto y cordialidad.  

(...) 

- ¡Ay, Dios! ¡No puedo creer! ¿Cómo vas a hacer eso, en pleno París? 

Me reí a carcajadas. 

- Necesitaba refrescarme - me dijo, con sorna y se rió. 

- Veo, buen hombre - le contesté - Sos tremendo. 

- A veces hay que cagarse en lo que digan los demás. Y vivir - me explicó - En el siguiente viaje no hizo falta volver a hacer eso - me dijo, tratando de hacerme reír - Fui a visitar exclusivamente el Cementerio donde está enterrado Kafka. 

Lo miré interesada. 

- O sea que no solo hiciste el recorrido de los personajes de Rayuela, robándome la idea - le dije, en broma - sino que además fuiste a Praga a visitar tumbas de escritores. 

- Algo así. Tenía mucha curiosidad por verlas... No me interesaba ir a grandes marcas. Prefería aprovechar la estancia ahí para caminar, recorrer, observar a la gente... 

Le sonreí.  Incluso en esos aspectos me sentía entendida por Galeno. Era realmente maravilloso. 

- Totalmente - admití y le confesé, un poco avergonzada - Mi idea de viajar a Europa se trata de eso. Hay tanta variedad cultural por ver... Además, obvio... los lugares de los escritores famosos... Qué curiosidad, me imagino... 

- Es lo más valioso. Te va a encantar. Vas a aprender cuando vayas... y vas a querer volver... - me alentó - Disfruté mucho de tomarme un tren, bajarme en cualquier estación, y caminar.  Parece que te perdés, pero no... Es una manera de estar en contacto con la esencia de la ciudades... 

Lo observé y asentí con la cabeza. 

- Sí, sin dudas. Mirar para lo que otros quizá no suelen mirar implica un proceso donde todo se trata de salir de la postal e ir a lo cotidiano. Me gusta la idea. Es una meta-observación. 

Me miró, sonrió y asintió. 

- Exactamente. Así, como lo acabás de definir. Yo no usé palabras tan lindas. 

Me reí. 

- Bueno, para eso estamos los de Letras... Para ponerle palabras lindas a las cosas, a veces - le dije, y le sonreí poniendo chinitos los ojos - Lo que sí, a tu anécdota con los franceses, no puedo... Ahí no llego - añadí, burlándome de él. 

Se rió con ganas. 

- No, por favor... ¡La cara que pusieron los locos esos! - exclamó. 

Y seguimos charlando de mil temas más.  

III

julio 2021

Cuando me preguntan si volvería a elegir sobreponerme al miedo, si volvería a soportar ese proceso que me ayudó a crecer tanto, sin dudas, yo respondo que sí.  Ha valido la pena. 

Y si pienso en el concepto de soportar el proceso, a la luz de los actuales en otros aspectos, creo que en poco tiempo seguramente podré decir lo mismo: ha valido la pena. 

martes, 27 de julio de 2021

Martes de mucho frío

 Estos últimos días he estado - y me sigo sintiendo - muy desanimada por el asunto laboral. Creo que son esos puntos de inflexión en el estado de ánimo dignos del caso. Es la primera vez en mi vida que me quedo sin trabajo y también, más allá de la búsqueda de uno nuevo, esta experiencia de pérdida es una primera vez en si misma.  Y por eso no me juzgo si tengo días donde estoy con toda la mejor energía y otros días, como éstos, donde me siento más bajón. 

 Al fin y al cabo, sé que durante todos estos meses vine haciendo un trabajo de resistencia, fortaleza y optimismo francamente increíble para mi misma; y que es normal si hay otros días donde siento dudas, temores y angustia o preocupación. En lineas generales, han sido mas dias buenos, confiados y donde me senti bien, asi que estoy orgullosa por eso. 

Ni los mejores días, pero especialmente ni los peores días, serán a fin de cuentas el destino final de este proceso. 

Lo bueno es que yo no extraño mi trabajo anterior, ni nada en relación a el. Con mis antiguas compañeras seguimos en contacto, de vez en cuando, y eso es lindo porque nos llevábamos bien.  Pero, salvando ese contacto ocasional, siento que va a estar muy bueno comenzar una nueva etapa cuando llegue el momento, pienso que me va a mantener expectante y desde ese lugar acepto la situación que estoy pasando. 

sábado, 24 de julio de 2021

La nueva etapa XX: Un nuevo día

 Los días como ayer me dejan enseñanzas y me hacen agradecer doblemente las cosas que sí tengo. Es extraño pero, entre más hostil se ponga la situación en cuestión, aún más luchadora me vuelvo yo, del otro lado.  Y entre más ofrecimientos disparatados llegan, con esas contrataciones fantasmas por un peso cincuenta, yo del otro lado más refuerzo que me merezco algo bueno, que realmente sea justo para mí, porque lo que yo puedo ofrecer, laboral y profesionalmente, lo vale.  

Por suerte, los días como hoy, son nuevos días que tienen como único mensaje demostrarme que siempre hay más oportunidades y que las cosas pasan como pasan, también, en base a la actitud que decidamos tomar sobre ellas. 

Hace meses, en abril, cuando me enteré que me quedaba sin trabajo no sólo se trató de un replanteo económico. También trató de un replanteo referido a la actitud con la que iba a afrontar este proceso. Si me iba a dedicar a llorar y lamentarme hasta que consiguiera algo, o bien, si le iba a poner el pecho a las cosas, con la mejor actitud, independientemente de cómo viniera la mano, hasta que diera con un buen puesto de trabajo. 

Y yo elegí el segundo camino, el de la buena actitud, el del empuje, la perseverancia y la conciencia de mi valor, pese a todo lo que pudiera devolverme el otro. 

Lo cierto es que este tipo de circunstancias, como las de ayer, enseñan, preparan, modifican la perspectiva para cosas mejores. Hay quienes se quedan con la primera lectura, de que las cosas pasan porque "tengo mala suerte", o porque "solo me pasan cosas feas" o "porque esto es lo que me merezco" o porque "este país es una mierda". Pero yo prefiero hacer una segunda lectura que me saque del papel de queja y me permita hacerme cargo de lo que quiero vivir, dándole pelea, intentando hasta el final, agotando todos los caminos, ideas y modos que se me ocurran.  Moviéndome, moviéndome y moviéndome. 

Al dinero que percibo con mi trabajo freelance de Licenciada en Letras, lo reinvierto en cursos de capacitación que son de utilidad en otros frentes laborales. En base a eso, sigo analizando las variables de un mercado laboral como el nuestro y de ahi unifico criterios para capacitarme en lo que crea más rentable (dentro de lo que me interesa aprender).  Y dentro de este camino que transito, considero que todavía a mi edad puedo mejorar un montón de cosas así que sigo moviendo mis ideas, mi cuerpo y mi mente. 

¿Si me desaniman situaciones como las de ayer? Claro que sí, no es gracioso, sentís que te toman el pelo...  Pero no es algo que deba tomar personal, ni tampoco, una imagen de los empleadores que deba generalizar. 

La pregunta que me hago es: ¿si ni siquiera peleo por lo que yo quiero, si yo no me valoro y aprendo a elegir lo que me conviene realmente, como pretendo que el mundo exterior reconozca mi propio valor? 

 Toda esta experiencia me enseña, remacha y insiste en que el propio valor empieza por casa.  Y vaya si es así, pese a que la búsqueda laboral por momentos te pueda hacer dudar de tu valor, de tus aptitudes, cuestión que no hay que permitir.  Vaya que hay que mirar para adentro y saber lo que merecemos aún mismo afuera sea todo, por el momento, un poco incierto, con esa sensación de que no se sabe para dónde se desarrollará el juego. 

Por suerte, mi familia es un mil. Me apoya y sostiene siempre.  Por su parte, mis amigos hacen lo mismo. Y eso es amor puro, siendo franca. Tengo a mucha gente que me acompaña, en todos los sentidos, y estoy llena de gratitud porque así sea también este proceso, porque todo se de en este marco de amor, de empuje, de contar con mi propia red de contención. Incluso, porque aunque no sea lo que yo quisiera, las oportunidades laborales aparecen, porque me eligen para tomarme una entrevista, porque todo se va moviendo en función de elegir la vida que quiero habitar. Y eso, es increíble. Un enorme privilegio del cual soy plenamente consciente todos los días que me levanto de la cama. 

¿Quién sabe? 

Yo prefiero confiar ciegamente en que todo lo que deseo se me va a dar en este aspecto, que no estoy pidiendo una locura sino peleando por mi dignidad, porque eso me da fuerzas para levantarme creyendo en un nuevo día después de días como los de ayer. Y seguir en actividad.  A fin de cuentas, si la actitud me lleva a moverme, entonces, sirve. Sirve porque lo que tengo que hacer en este preciso momento donde podría sentir que un trabajo así es lo que merezco, y rendirme a la fuerza del mundo, es seguir caminando. ¿Para qué? Para conseguir una propuesta interesante, pero además, muchísimo más equitativa. Es decir, lo que realmente me merezco siendo como soy en el aspecto laboral y profesional. 

Acepto tips para seguir caminando :)

viernes, 23 de julio de 2021

La nueva etapa IXI (o los negreros...)

 I

Hace un rato volví de una entrevista de trabajo. En la semana había ido a una primera entrevista donde, de entre muchas personas, quedé seleccionada. Se trataba de un trabajo full-time en la zona de Puerto Madero, en un estudio jurídico, dentro de la rama administrativa-asesorando a los abogados. Pintaba serio todo así que, cuando me llamaron para una segunda, claramente, acudí. 

En la primera entrevista detallé mis competencias, mi nivel de estudios y todo lo que me fueron preguntando. No me achiqué por el lugar ni por nada de eso porque me interesaba más (antes que tanta alharaca) la modalidad de contratación y el salario así que fui a esta segunda entrevista dispuesta a escuchar lo que tenían para ofrecerme.  ¿Y qué me ofrecieron? Trabajo en negro y 35 mil al mes por jornadas de nueve horas de lunes a viernes. 

II

El diálogo fue más o menos así: 

- Vos tenés un perfil positivo aunque nosotros podemos pagar esto - me dijeron - y tenés una presencia intachable. Pero entendemos que, con todas tus condiciones, aspires a un trabajo en relación de dependencia. 

- Eso significa que, a diferencia de lo que me dicen de la pretensión salarial progresiva, la modalidad de contración es en negro... 

- No sería en negro... Estamos hablando de un monotributo - contestaron. 

- Los entiendo - musité - es su punto de vista. Aunque eso implica no tener obra social, entre muchas otras cosas - les dije. 

- Si, es que en realidad, para qué vamos a mentir... Nosotros pensamos en nosotros. No conviene poner a la gente en blanco en este país. La gente no es constante, no tiene ganas de trabajar en su mayoría. 

- Comprendo. 

- De todas maneras, el perfil que buscamos coincide perfectamente con vos. Tu porte encaja con el puesto, sos profesional, y tenés estudios. La clase de gente que buscamos. 

- Si, sí, claro. Yo de todos modos busco un trabajo que me de otras garantías y creo que ustedes también me van a saber comprender en esto. 

- Sí, nosotros queremos crecer. Queremos gente ambiciosa.  Vemos que vos estás estudiando, que tenés conocimiento en varias áreas... 

Los pendejos de mierda que se habían creído jueces de la Nación bajaron enseguida a tierra. 

- Sí, los comprendo. Ustedes buscan a una clase de gente, eso es así.  Y uno del otro lado también busca algo que lo represente, ni hablar - espete. 

- Bueno, tenemos tu contacto. Quizá en otro momento podamos ofrecerte otra cosa. ¿Hacés servicios como editora siendo Licenciada en Letras? Mucho conocimiento, sin dudas - contestó uno de ellos, que me miraba más como mujer que como candidata. 

(...)

- Bueno, Veinteava, entendemos que no sea esto lo que buscás...  Sin dudas fue un placer conocerte - me dijo uno - Sí, un gran placer - añadió el otro. 

- Sí, no cumple mis expectativas, aunque agradezco la deferencia, claro...  Hasta luego. Gracias - les dije y me fuí. 

III 

¿La moraleja con estos dos idiotas? 

El conocimiento, la presencia, la educación, la preparación, el nivel cultural, y la calidad del trabajador, también tiene un precio.   Un precio que ellos no quieren pagar y una responsabilidad que prefieren disfrazar de "gente que no tiene ganas de trabajar". 

- No digo que sea tu caso - se excusó uno, diciendo, cuando hizo ese comentario. 

No sé qué cara habré puesto pero me pareció odioso. Seguramente, se me notó. 

- No, por supuesto que no es mi caso - le respondí yo, consciente de mi valor. 

Había ido vestida impecable, cuidando todos los detalles, y dispuesta a impresionar bien. Por eso mismo, me indignó tanto que hablen de gente que no quiere trabajar, que no se compromete y que no cumple. Estaban frente a una persona que es todo lo contrario y le querían pagar 35 mil pesos por casi 50 horas de trabajo semanales.  ¿Cómo esperan que reaccione la gente, cómo no quieren que se vaya a la primera, que dure un mes, una semana o no les agarre? 

IV

¿La verdad? No es que esté en una postura donde me crea mil. Estoy en un momento de mi vida donde, pese a todo lo que me está pasando, sé perfectamente lo que valgo. Y no, no quiero dejar de actuar en consecuencia a eso porque va en contra de todo lo que soy. 

Sé que tarde o temprano llegaré a conseguir un trabajo en blanco, que me permita tener una obra social, que me permita gozar de vacaciones pagas, aguinaldo, un médico si me enfermo o un seguro si me lastimo en ocasión laboral.  Y lo sé porque eso es, sencillamente, lo que se merece cualquier ser humano, sea donde sea el trabajo y haga lo que sea que haga.  ¡Faltaba más! 

 El que te quiere hacer creer o vender otra cosa, es un hijo de mil puta que sale a la vida mirando a todos por encima del hombro y asume que, si la gente tiene necesidad, los puede batallar de esa manera. ¿O creerá que todavía estamos en época de tráfico de esclavos? 

En esencia, dos pendejos negreros de mi misma edad que se quisieron hacer los "yo, abogado", y les salió horrible, acostumbrados a forrear y a tomarle el pelo a las personas...  Y después el que hace todo mal es el trabajador, sí, claro, dale...  ¡Aprendé de respeto, culicagado! 

jueves, 22 de julio de 2021

Primera dosis

 Ayer me aplicaron la primera dosis de la vacuna contra el Coronavirus.  Hoy me estoy recuperando de un leve dolor en el brazo y de un cansancio generalizado, cuestiones normales del caso... Pase la noche descansando fuerte y profundo, pero sin fiebre ni nada similar. 

Me siento muy afortunada y estoy muy feliz por estar vacunada. 

lunes, 19 de julio de 2021

Todo sigue cambiando

Diez meses. Esa fue la cantidad de tiempo que sostuvimos, durante la pandemia, nuestra relación. Hubo momentos de fuerte emotividad. Hubo momentos de celos. Hubo momentos de desolación, hasta que no hubo más momentos.  No separamos y ya fue.  Tal como le dije a Galeno en una charla previa al final, había pasado demasiado tiempo. Y no, claro que lo quería, no lo había dejado de querer, pero simplemente... Había pasado demasiado tiempo. 

II 

Durante el 2020 pase días pensando en un reencuentro. Galeno me escribía y me decía que tenía ganas de abrazarme, de darme besos, de dormir conmigo y de salir a pasear y sé que era así, porque por su forma de ser, que me dijera eso, era sinceridad total.  Yo le decía que extrañaba su olorcito, que le iba a comprar cosas ricas de Buenos Aires para que se lleve y que todo esto iba a pasar. También lo que expresaba era real y verdadero. 

"Anota en la listita de deseos que tenemos un lugar donde quieras pasear acá, le decía yo. ¿Podemos volver a ***?, me preguntaba. "Si, mi ***, podemos. Cuando vengas, vamos a ir en cuanto salgamos a la calle", contestaba.  "Pendeja, cómo te abrazaría, hoy. Me encantaría que estuvieras acá tomando este vino conmigo", decía. "Sabes que me encantaría. Pandemia de mierda. Quisiera estar ahí , escuchando a Drexler con vos", respondía yo.  "La puta madre, pandemia de mierda", me respondía él.  Y seguíamos intentando bancar. Porque esa era la idea ,claro, bancar. 

La pandemia nunca terminó. Galeno no volvió a salir de su provincia desde la última vez que viajó para verme. Y yo, casualmente, tampoco volví a salir de la mía a excepción del viaje que hice hasta su casa.  Atrás quedó el deseo de la listita que consistía en viajar juntos a Uruguay y rentar algún lugar lindo y tranquilo para disfrutar un finde lejos de todos, disfrutandonos, sin necesidad de ninguna otra comodidad.  Se perdió en el medio de tantos mensajes. De tanta espera. De deseos que se morían sin que ninguno de los dos pudiera arreglarlo. 

Mi conclusión es que fuimos gente que se llevó puesta la pandemia, pero más allá de eso, también fuimos dos personas que mientras se pudo, lo vivieron. Y eso no es poca cosa. De hecho, es la razón por la cual yo lo recuerdo con empatía y considero que le debe pasar algo muy similar por lo que hablamos luego , de forma excepcional. 

Esta historia nuestra no fue solamente una pericia sexual deslumbrante o kilómetros recorridos hasta encontrarnos. No fue tomarse aviones, de ida y de vuelta. Ni fue hacer regalitos de bienvenida. O comprar lencería hermosa. O el buscar de Galeno los restaurantes más hermosos o las maneras de complacerme en todos los aspectos posibles. Había mucho más. Y la pandemia, por poco o por mucho, se fue llevando los rastros y los recuerdos lindos hasta dejarlos distantes de nuestros sentimientos. 

Durante el 2020 Galeno fue el primero en hacer silencio, pero ya un tiempo antes yo venía masticando una postura que iba sobre lo mismo. Necesitaba cerrar esta historia. Decile "bueno, creo que vos no querés venir,  o no se, pero yo no tengo paciencia para seguir esperando que las cosas pasen, necesito poder elegir algo en mi vida y esto no lo podemos cambiar ni decidir nosotros, asi que... ya está ".  Y se lo dije. Y él me dijo lo suyo. Y sin embargo pese a la decepción del momento nos despedimos deseándonos felicidad. Porque en el fondo, o mejor dicho inicialmente, el afecto estaba. Y era real. Y era significativo. 

Largas noches nos pasábamos imaginando un reencuentro en medio del confinamiento. Nos imaginamos mil veces la felicidad de pensarnos vacunados y de viaje juntos. Pensábamos dónde ir. Pensábamos que íbamos a hacer. "¡¿Me vas a dar besos con barbijo cuando nos veamos post-pandemia?! le decía, en broma a Galeno. "No, ***, te voy a sacar el barbijo y te voy a besar como corresponde", respondía, en ese tono que a mi me resultaba irresistible. 

 Nos prometimos desde la misma fe y el mismo deseo mil cosas. Era normal.  Hasta que llegó un punto donde desear tantas cosas que resultaban imposibles empezó a ser doloroso. Y en cuanto empecé a sentir dolor, solté todo a la mierda y a partir de ahí empecé a analizar el comportamiento y los tiempos de Galeno de una forma totalmente diferente. Más fría, como si lo único importante fuera definir. Con la incapacidad de tener más o menos paciencia. 

Galeno, por su parte, expresó que sentía la necesidad de reencontrarse consigo mismo después de convivir tantos meses con el miedo a la enfermedad, asistiendo a la muerte, lejos de su libertad y sin poder elegir. Era fuerte el saber que ese mismo hombre con el que tantas cosas lindas habíamos vivido,  había empezado a mandarme fotos con un mameluco, cofia, guantes, máscara, barbijo y un estetoscopio alrededor de su cuello y yo podía responder a eso: "Cuidate mucho, por favor. Promete que vas a cuidarte. ¿Cómo te fue en la guardia hoy? ¿Dormiste, comiste bien?". Y al mismo tiempo, el lacerarse mismo de la relación por la distancia, o los celos inevitables de ambos lados frente a situaciones que parecían más gordas y extrañas por la lejanía impuesta. 


 III

Hoy entiendo que pretender lo que yo pretendía no estaba mal.  Lo realmente ilógico era prenderlo en el momento dónde lo pretendía y también era imposible desde el lado de Galeno sostener lo que sostenía frente a todas sus presiones personales y el desgaste mental de una pandemia trabajando en el frente de batalla.   Sin vacunas, en medio de una emergencia sanitaria, teniendo el un hermano bajo su cuidado,  ambos llenos de miedo y cansados,  así terminamos nuestra relación. 

Con el tiempo, entendí que lo que se fue quedando atrás con el tiempo fue el vínculo presencial y eso me alejó de los sentimientos. De mi lado, hice mucho para que fuera así, además, porque acepte lo inevitable de la pandemia. Por momentos me enoje por sus interacciones que parecían histéricas o tontas pero, en la ultima charla, al entender sus formas de pensar, me ayudo a ponerlo en un contexto mas empático.  El estar lejos no me hizo dejar de quererlo, pero si, entender que era imposible de revertir la situación. De su lado, el se despidió diciéndome que siempre me iba a recordar y yo le expresé la misma actitud. 

Cada uno, siguió con su vida a su modo. En esa seguimos. 

El tiempo cuando está al servicio de la reflexión ayuda a entender muchas cosas. Y entender es sin dudas sanar.  

martes, 13 de julio de 2021

Cara de buen tipo

 La luz del sol de aquélla provincia nos pegaba de lleno entrado desde el balcón en un octavo piso. Por suerte, nos dijimos, no se veía nada para adentro. La ventaja de que Galeno viviera en un barrio cerrado, que no tenía torres vecinas a su alrededor, quedaba claramente expuesta.   Una charla inocente en el sillón se nos había ido de las manos y yo me encontraba siendo adorada de pies a cabeza a plena luz del día. Entregadísima, en otra dimensión, disfrutaba de todos los besos, caricias, toques y diferentes tipos de atención que él me brindaba mientras entornaba los ojos en el esfuerzo de lidiar con un placer muy palpable y con la necesidad de mirarnos a los ojos.  Nunca, lo conversamos luego, nos imaginamos que ese encuentro iba a ser la última vez. Pero sí, lo vivimos con una intensidad extraña en nosotros, casi como una tormenta tropical de rápido avance, rápida descarga, y rápida génesis. Y al mismo tiempo, de lenta muerte, de una muerte lenta y prodigiosa. 

Galeno no dejaba en paz mi boca, ni el resto de mi cuerpo, por un segundo y yo, envolviéndolo, lo atraía con mis brazos en forma de tentáculos. No podía dejar de abrazarlo mientras me besaba, eso era diferente a las otras veces. Aquélla vez no podíamos separarnos y necesitábamos un tiempo mucho mayor de afecto, entonces, sonreíamos, nos reíamos muy por lo bajo, y dejábamos que todo se diera como se tuviera que dar.  Hasta que, en un determinado momento, teniendo yo los ojos cerrados, Galeno se detuvo. Detuvo todos sus gestos y sus movimientos. Y sin dudarlo, los abrí para evaluar qué sentía. Puse mis manos en su rostro, acaricié su frente y le pregunté si estaba bien con cuidado. Pero se lo veía muy feliz, como deteniéndose en algo que no alcanzaba a ver yo, siendo la observada.  Me puso un gesto que nunca había visto hasta entonces, como enternecido por quien era yo, y me sonrió de una forma muy dulce. Conectamos en ese instante de una manera diferente. Había más sentimientos que cuerpos y se notaba un montón.  Le acaricié el rostro, completamente nítido en mi visión gracias a la luz del sol, y le devolví la sonrisa.  Nos reímos despacito, y nos volvimos a abrazar, a sentir, a disfrutar y un rato después terminamos el encuentro de la mejor manera. 

II

La última vez que hablamos con Galeno,  recordó este suceso no desde lo sexual sino, justamente, desde lo simbólico.  Me dijo que ese día había sido hermoso para él ver cómo yo disfrutaba de los gestos más simples. Cómo me deshacía de placer por un abrazo, por un beso, por una caricia, o incluso por el roce de nuestras pieles en instancias que no eran sexualmente explícitas. Lo fascinaba notar cómo cada maniobra recibía su respuesta, cómo todo era real, sincero y honesto en mis reacciones. Por eso se había quedado mirándome así, me explicó, porque lo enloquecía ver cuánto podía disfrutar sinceramente y cómo sonreía todo el tiempo.  "Es que estaba siendo feliz; cuando yo te miré, en ese momento donde vos te frenaste a observarme - le dije - pensé que nunca me habías puesto una cara como esa y que estabas muy lindo". Me preguntó, como era de esperarse, qué me había cautivado en ese gesto , por qué había sido tan especial también desde mi lado. Me mirabas con mucha ternura, admití, tenías una carita de buen tipo que era un amor.


sábado, 10 de julio de 2021

Las otras búsquedas ...

Estos están siendo los primeros días donde estoy formalmente desempleada. Y son raros, la verdad. De hecho, esto es algo que escribí éste año, exactamente un mes antes de enterarme que me quedaba sin trabajo, y cuando lo leo, a la luz del presente, me parece increíble: 

"(...) Creo que lo que realmente necesito es conectar con las cosas simples de la vida, con las más sencillas, que son las que llenan los vacíos verdaderos. Cosas bien bien simples, de esas que no necesitamos dinero para obtener, que dependen de nosotros y de nuestra capacidad.  Porque, es paradójico... Me la paso buscando modalidades para disfrutar, me la paso tratando de darme placer a través de distintos métodos, y me doy cuenta que lo que estoy necesitando es recuperar la capacidad de disfrutar de las cosas simples porque estoy un poco asqueada del materialismo, de la superficialidad, de los deberes, de la ropa interior con encaje y las pestañas arqueadas para ir a la oficina (...) " 

Actualmente, como si fuera una paradoja, hay días donde disfruto de cosas que hacía años no disfrutaba, y eso me nutre, porque las disfruto sin culpa y sin remordimientos, y re-descubro cosas que ya había olvidado.  Me siento al solcito. Como con tiempo. Leo más. Pienso más en cómo me siento. Escribo. Visualizo. Me hablo mejor interiormente. Valoro otro montón de cosas que no tienen que ver o no se relacionan en ningún aspecto con el dinero... Hay otros días, en cambio, donde me gustaría poder estar trabajando y habiendo dejado todo este combo de sensaciones raras  atrás, porque algunas de ellas son realmente displacenteras, y donde me siento un poco triste porque a veces es inevitable... Sin embargo, si algo puedo rescatar, a modo de constante, es que todos los días - inclusive los malos - siento que tengo que estar donde me corresponde estar. Porque sí, estaba asqueada del materialismo, me sentía desconectada de esas pequeñas cosas que ahora relucen para mí como maravillas y porque necesitaba y extrañaba muchísimo disfrutar de lo simple. 

Y poder ver algo de maravilla en este caos me hace pensar que esto no me pasó porque sí, sino, porque mi ciclo en ese lugar ya estaba concluido y porque tenía que aprender lecciones que, en silencio, estoy asimilando a través de esta pérdida que, en realidad, tiene mucho de ganancia.  Volví a disfrutar muchas cosas que me prometí no volver a perder tan de vista. Volví a darle más lugar a mis deseos, a mis sueños, y no a la ansiedad, al hacer, a la productividad.  Y desde ese lugar lo vivo como unas vacaciones, un freno necesario impuesto por el Universo, Dios, o La Vida - así, con mayúsculas- para que recuerde ciertas cositas que me estaba olvidando. 

Siempre pensé que si algún día me quedaba sin trabajo yo me iba a sentir culpable por eso, porque seguramente, si me quedaba sin trabajo, iba a ser porque no era eficiente y porque me iban a echar. No, no pensaba que podía cambiar de laburo, que la empresa podía cerrar, o que yo me podía rebelar. Sólo pensaba que ese final iba a ser consecuencia de que yo hiciera mal las cosas... ¡Y qué sorpresa! ¿Qué fue lo que pasó en la vida real más allá de mi mente en modo turbio? Sí, es cierto, me quedé sin trabajo... Pero porque fundió la empresa, no porque yo fuera incapaz. Y de hecho, la vida me demostró,por si me quedaban dudas, que  fui de las empleadas que convocaron hasta el final porque trabajaba bien allí y porque les resultaba eficiente.  Y eso que detallo es solamente uno de los tantos ejemplos de pequeñas cosas que se me dieron vuelta de mofo favorable a nivel de desterrar ideas equivocadas que eran miedos, inseguridades y cosas internas con las que yo luchaba a diario y que no tenían ninguna relación con la realidad y con lo que me hace bien. 

Con esto, al menos desde mi experiencia, quiero decir que el buscar un trabajo involucra tanto o más el aspecto emocional y el valor personal que el aspecto económico.  En lo personal jamás me hubiera imaginado esto antes de perder mi empleo, pero ahora que lo estoy viviendo, puedo asegurarlo. 

La cuestión en relación con el merecimiento personal,  la imagen que tenemos acerca de nosotros mismos y las ideas sobre lo que nos creemos capaces de superar, son factores esenciales, que juegan como el mejor de los delanteros, a la hora de buscar laburo. Y no, no es algo que se aleje de una realidad social, económica y nacional, porque éso es la otra cara de la moneda y del mundo; pero incluso asimilando el contexto actual, yo sigo pensando que la buena imagen de nosotros mismos, la actitud, las ganas, la constancia y la fortaleza mental son el mejor y más valioso entrenamiento, junto con las competencias laborales que uno tenga, antes de meter el gol. 

Esta idea, esto de "meter el gol", es un aspect importantísimo de este proceso del que yo trato de no olvidarme ni un sólo día de búsqueda y que se centra en el saber que trabajo voy a volver a conseguir, sí,  en saber que yo voy a conseguir un nuevo trabajo.  

Por eso, el centro de toda esta búsqueda, el punto central es, además de buscar, el pensar cómo quiero llegar a encontrarme con ese trabajo. Es decir, si quiero llegar arrastrándome, llorando por los rincones, lamentándome ó, en cambio, si quiero llegar a este nuevo trabajo con lecciones aprendidas, con fortalezas renovadas, con más confianza en mi misma, con una temporada dura pero enriquecedora en mis espaldas, con mayores convicciones respecto a quién soy.   Porque el trabajo va a llegar, sí, y el tema va a ser también cómo llego yo a ese día donde me suene el teléfono para una entrevista en el lugar donde me vaya a tocar estar, donde me cierre, y donde a mi empleador también le cierre.  Y lo cierto es que quiero llegar bien. 

Sí, definitivamente, estos tiempos son un momento novedoso para mí, porque entendí miles de cosas. Lo que podría haber creído que iba a ser un tiempo triste resultó un tiempo muy esclarecedor, y fecundo en aspectos que también estaban resecándose sin que supiera bien cómo arreglarlo. 

Finalmente, hoy sé que el trabajo termina siendo una consecuencia de todo lo demás. De todo aquéllo que creemos merecer, que nos animamos a buscar, en lo que nos capacitamos... Incluso, termina siendo una consecuencia de aquéllo que nos animamos a hacer, aún teniendo miedo a fallar, porque son mayores nuestras ganas de "romperla toda". Y eso me parece algo re lindo, siendo honesta. Re valioso para toda la vida, más allá de una transición laboral. 

Porque nos recuerda el valor que nosotros mismos tenemos, más allá del tener trabajo o no, en un determinado momento.  Y nos indica que la seguridad, los valores, y todo aquéllo que amamos de nuestra vida, al igual que las personas que nos aman, no se puede comprar. Para todo lo demás, existe Visa (sí, a mí me gusta más Visa que MasterCard, jaja). 

En fin, creo que por esto que acabo de exponer, desde el inicio, cuento con la certeza de saber que estoy haciendo las cosas que me van a llevar al lugar correcto. También entiendo que tenga esta certidumbre de saberme en el lugar donde tengo que estar, y viviendo lo que debo vivir. Es que, donde yo veía un paredón, empecé a darme cuenta que tenía la posibilidad de conectar conmigo misma, y con otros aspectos, como andaba buscando el modo de lograr allá por marzo. 

¿Quién iba a decirlo, no? De aquéllo proviene ésta intensidad con la que me siento estar en el lugar correcto, pese a las dificultades. Ésto sostiene la certeza, que se lleva por delante todos los sentimientos duros que yo creí que iba a sentir frente a ésta pérdida.  Y este estado presente, éste tiempo de siembra, es algo más que me parece valioso rescatar, porque va, nuevamente, más allá de una transición laboral momentánea que se solucionará más temprano que tarde. Porque ahora mismo, pese a todo lo que está pasando en otros aspectos, me siento profundamente conecta conmigo. Y eso me alegra mucho, siendo honesta, y me ayuda a disponerme con humildad y gratitud ante lo que pueda pasar. 

Sí, como se ve, esto también, de alguna extraña manera, está siendo abono positivo para pensar y entender mi vida en general. 

martes, 6 de julio de 2021

Principios y finales

 Hoy viajé hasta CABA para cerrar mi arreglo laboral del todo. Tenía cita en una escribanía para poder firmar y gestionar los últimos pasos en la desvinculación de mi antiguo trabajo. 

Cuando me pasaron la dirección, la verdad que confirme asistencia y me ubique a grandes rasgos en la zona. Me sonaba conocida pero, al ser pleno Microcentro, lo consideré normal. 

Sin más preámbulos me dirigí allí. A medida que me acercaba con el colectivo empecé a darme cuenta que yo había estado allí antes.  Y que no era por esa vez que fui a hacer un trámite al banco para el dueño de la empresa, sino, por algo personal.  

Cuando pulse el timbre para señalar la parada que me marcaba la intersección de calles donde me tenía que bajar, me quedé de una pieza. Frente a mí se hallaba el barcito notable dónde nos vimos con Galeno por primera vez. 

¡Claro! ¡Con razón me parecía familiar! 

La escribanía en la que yo tuve la cita hoy quedaba exactamente de la misma mano que la confitería. A muy pocos metros del local donde con Galeno nos encontramos luego de meses de chateo a la distancia. 

En cuanto ví el bar, con sus mesas afuera, dignas de la pandemia, me invadió una sensación linda pese a las dificultades del presente. La verdad es que a ese café yo llegue son saber qué me iba a encontrar en gran medida y salí caminando con Galeno en dirección a la Calle Corrientes , seducida y halagada por ese hombre que me parecía conocer de otro tiempo.  También, obvio, me invadió una oleada de nostalgia por pensar todo lo que pertenecía a mi vida en ese momento y que ahora ya no forma parte. 

Respiré hondo. Continué hacía el edificio donde me esperaban. Resolví el tema y me fui a merendar a otra confitería. 

Creo que una parte mía no tuvo ganas de volver a sentarse allí sola y quiso dejar inmaculado el buen recuerdo de un sábado feliz cuando un hombre oriundo de otra provincia de Argentina cumplió efectivamente la promesa (que había hecho sin que nadie se lo pudiera) de tomarse un avión para venir a conocerme y a beber café. 

La vida es esto que viví hoy en esencia. Un circuito conectado. ¿Quien iba a decirme que iba a volver a allí hoy? Nadie. ¿Quien iba a decirme en noviembre de 2019 que en julio de 2021 yo iba a volver a pasar por esa esquina emblemática de Buenos Aires a firmar un contrato de desvinculación laboral? Nadie. 

Los comienzos y los finales se entraman siempre. Hasta en los detalles que nos parecen irreconocibles e irreconciliables. 

Sospecho que ahora mismo, mientras escribo estás palabras, nuevos planes se están urdiendo para mí.  Y me encuentro abierta, siendo franca, para que la vida me lleve hasta donde mejor crea que tengo que estar. 

En todo sentido, al fin y al cabo, de principios y finales se trata nuestro paso por la tierra. 


lunes, 5 de julio de 2021

Personas que sí

 Una persona que es positiva para nosotros es aquélla que, antes de hacernos sentir peor cuando aparece, nos hace sentir igual o mejor. Que si aparece no nos quita la energía. Que si llega, a hacernos un comentario o pretende charlar con nosotros, no nos drena.  Y eso no quiere decir que nos cuente solo cosas bonitas o color de rosa, sino que tiene mucho que ver - también - con cómo nos hace sentir su presencia y el trato que se tenga con ellos. 

No es lo mismo tratar con una persona que nunca pone las cosas en claro, que evade, que no se hace cargo de nada; a tratar con una persona que dentro de lo que presenta es clara, ya sea que eso nos guste o no, y es sincera con lo que siente. 

Hoy por hoy, presto especial atención respecto a la gente que me rodea. Y lo cierto es que prefiero que sea poca, pero positiva, a personas que por sus antecedentes nunca terminan aportando nada bueno. 

Y creo que lo interesante de esta propuesta es no apegarse a los mandatos. A veces la gente que forma parte de nuestra familia, es también esa gente que nos quita energía, que no se hace cargo de sus actos, que hiere, que cansa y que se pone en posiciones egoístas. Y no porque sea parte de nuestra familia uno tiene que soportar eso. Al contrario, creo que allí es donde más tiene que sentirse en la libertad de vivir como desea y hacer las modificaciones que desea, eligiendo a quién darle atención, hasta dónde, y a quién darle lugar en cuanto a las opiniones. 

Un ejemplo de esto ocurrió hace varios meses con mi padre. Mencionaba a Galeno, cuando todavía estábamos juntos, y me decía cosas en las que no estaba de acuerdo. Cabe decir que yo no le había preguntado nada , pero que tampoco le había contado nada, es decir, que todo era por suposiciones e inferencias de su lado.  Recuerdo que lo dejé hablar, lo dejé hablar y lo dejé hablar. Se despachó largamente y yo me mantuve en silencio pensando en rebatir cada suposición pero quedándome callada. Dijo cosas propias de un patrón de pensamiento tóxico (porque mi padre es, realmente, una persona muy negativa pese a que no lo parezca, aunque eso no quiere decir que sea mal padre, sólo que es muy pesimista, negativo, y vivió una vida muy difícil que no supo capitalizar del todo bien) y cuando se generó el espacio, es decir, cuando se le hizo el bache de una necesaria contrapartida desde mi lugar, le hice la pregunta más básica de todas: ¿ yo te pedí una opinión sobre este tema?  Obviamente, se molestó mucho cuando se encontró con el límite y a todo eso le contesté que el día donde yo necesitara una opinión o un consejo encantada iba a estar en contar con su apoyo.  Y sí, de necesitarlo, le hubiera pedido un consejo, pero la verdad es que no suelo hacerlo ya que es una persona que es egocéntrica en ese aspecto, lo cual resulta cansador y carente de sentido.  Imaginen que tenés un problema, o algo de lo que querés hablar, y el otro empieza con el "porque yo, porque yo, porque yo"... y uno piensa, siente y le dice: ¡pero yo te estoy hablando de lo que me pasa a mí, tu historia me la sé de memoria! Esa, por definición, es la gente que no; que le pone medida a tu sufrimiento o a tu alegría en base a sus experiencias de vida que, por lo demás, no constituyen ningún parámetro. 

Considero que en ese momento entendí que si bien tu familia te puede amar de modo incondicional, como yo sé que por fortuna mi familia me ama, hay veces donde no son las personas que sí.  Al contrario. Hay veces donde con sus mensajes de miedo te quieren llenar de miedo, cuando con sus limitaciones quieren limitarte, cuando con sus prejuicios o sus perspectivas sesgadas del mundo - es decir, con su incapacidad de mantener la mente abierta producto de experiencias del pasado - pretenden que uno tema, ame, viva, y comprenda las cosas de la misma forma.  Y eso es, francamente, algo imposible. 

La salvedad que hago respecto de mi entorno es que todos son buenas personas. Yo veo eso y lo valoro, claro. Elijo quedarme con lo bueno de cada uno en modo manifiesto. Sé que equivocados o no todos tratan de hacer lo mejor, al igual que yo, que equivocada o no, poseo buenas intenciones.  Pero también tengo presente a la hora de vivir frente a quién estoy cada vez que escucho un juicio, una crítica o incluso un elogio de su parte.  Y eso es muy muy importante para tratar con la gente en general, diría yo. 

Sí, desde ese lugar hago todo mi trabajo interno, tratando de poder ser un poco mejor que ayer a diario, aunque no sea perfecta y no pretenda serlo, aunque yo también tenga mis cosas. Pero jamás aceptaría que las personas externas tomen el control de mi vida, de mis decisiones, y de lo que considero mejor. 

 Cada uno sabe, dicen, y yo agregaría que si no sabe, aprende. 

No sé por qué pero hoy se me dió un posteo reflexivo. 

sábado, 3 de julio de 2021

El lenguaje del amor

 Diálogo con mi sobrino de 29 meses: 

- ¿Que jsjsjdjrj cosa tía Veinte? - me preguntó.

Tenía un poco de orégano en su minúsculo dedito de la mano y me lo mostraba. 

- ¿Querés que te lo saque? -  le pregunté. 

- ¡No! - me dijo, y volvió a hacerme la pregunta. 

- Quiere saber qué es - intervino mi hermana, su madre. 

- Ahhhh - le dije - ¿Querés saber que es? 

- Shi. 

- Es orégano, mi vida. Se llama orégano. Mamá se lo pone a la comida - le conté. 

A todo esto, el estaba sentado arriba mío, porque cuando lo voy a visitar, le gusta comer o merendar arriba mío.  Me miró re interesado. Y me pegó el orégano en mi dedo. Así que se lo mostré y le dije: - Si, eso es orégano. Ore-ga-no - enfaticé. 

- Oreano - repitió con una sonrisa. 

Me rei muerta de ternura. 

- ¡Muy bien, papiiiiiiiiiii! - le dije, felicitándolo. 

Al ratito, estábamos merendando, y para probarlo, le pregunté si no me alcanzaba por favor un alfajorcito. 

- ¿Me convidas un alfajor de allá, ***? 

Me miró, muy atento, y siguió la vista que indicaba mi mano.  Tomo un alfajor. 

- Sí, eso. Muy bien. ¿Me lo convidas? - le pregunté. 

Sin dudarlo, me lo tendió. 

- Shi, tía Veinte - me dijo y me lo tendió. 

- Graaaciiiias miii viiiida - exclamé maravillada. 

Después de eso, se volvió a acostar al lado mío en el sillón.  Uno de los momentos más felices que viví en este último tiempo fue pasarme un largo rato con el mirando los dibujos, sintiendo su cuerpito acurrucado a mi lado en el sillón, mientras le acariciaba la cabeza, lo abrazaba, le daba besitos y charlabamos de los vídeos que le gustaban. 

- Cuánto amo a tu hijo, boluda - le dije a mi hermana, en broma - Lo amo, te juro. 

Ella se rió y yo también. Ambas sabemos que no es broma, obvio. 

Amo incondicionalmente a ese niño. Y si me mantengo fuerte , juro que también muchas veces es por él. 


jueves, 1 de julio de 2021

El final formal (y el comienzo de la aventura)

El miércoles terminé, formalmente, mi etapa en la empresa. Lo terminé trabajando presencialmente, desayunando facturas con el Gerente, y almorzando rico para culminar la etapa. Le dije que me llevaba mucho aprendizaje de ese lugar, que para mí había sido enriquecedora la experiencia y que me había permitido seguir estudiando, ayudar en mi casa, y hasta conocer lugares nuevos.  Él hizo su balance, me contó las mejores y las peores cosas de su tiempo allí, a modo de despedida.  Continuamos trabajando hasta mucho más de mi horario real, hasta que de pronto me dijo: "gordi, son más de las 17.30 hs, andá a tu casa, ya está acá, no te preocupes".  Y sí, obvio, yo ya estaba lo suficientemente cansada como para irme, en todos los sentidos, especialmente, en el mental. Así que empecé a abrigarme y a juntar mis cosas cuando se me quedó mirando y me dijo "llegó el momento". Noté que los ojos se le llenaban de lágrimas, me sorprendió eso, no imaginé que le iba a pegar así la despedida, pero lo comprendí. Los dos nos quedamos sin trabajo, al igual que otras personas que se están ubicando de a poco. "Sí, llegó... Es necesario", argumenté, y tomé mi cartera tratando de simplificar ese contacto. 

Cuando salí de la oficina, dejé pasar varios colectivos. La Ciudad hervía pese a las restricciones. Por suerte, como una bendición, conseguí asiento en un colectivo atestado después de siete horas parada laburando. Me sentí afortunada por ese guiño divino y así, de bondi en bondi, fui llegando cada vez más cerca de mi casa.  Al bajar del último de ellos pasé por una tienda que inauguraban. Me llama la atención la movida, así que miro bien, y me doy cuenta. Es una tienda para la que tuve una entrevista de trabajo y nunca me llamaron pese a que causé buena impresión y estaba calificada para el puesto.  Pienso que la vida tiene caminos misteriosos mientras avanzo las cuadras que me quedan hasta mi destino y las luces por todos lados me iluminan el rostro detrás del barbijo.  Sé que una parte de mi se siente triste por esto que dejo, pero la realidad es que otra parte de mi se siente en paz. No miento si aseguro que tengo la profunda certeza de que tengo que estar, en este momento, exactamente donde tengo que estar. Viviendo lo que tengo que vivir. Creciendo en lo que tengo que crecer. Y, especialmente, evaluando qué hacer a partir de ahora. 

Hoy, por lo pronto, aproveché para hacer un detox de las redes sociales. Dormí, me recuperé físicamente, mentalmente hice todo el silencio necesario y me di el permiso de sentirme como se me antojó.  Hacía mucho que no comprobaba lo bien que me puedo apoyar a mi misma y lo bien que me hace saber que cuento conmigo como jamás pensé poder hacerlo en mi vida, más allá de todo lo que esté sucediendo afuera.  Y eso fue lindo, algo que me parece positivo en general. 

Sobre mis ocupaciones cotidianas he decidido tomarme algunos días de descanso - ya sé cuántos, según mi agenda, porque tengo varias cosas que hacer - para poner en orden mi cabeza, ajustarme por dentro, y comenzar nuevamente.  Me parece una decisión que será beneficiosa para poder proyectar los pasos a seguir a partir de ahora, y organizarme con los pendientes.  Me he dado cuenta que me venía olvidando de muchas cosas, y ahora empecé a recordar cuestiones menores para las cuales me había comprometido y tengo que cumplir.  

Lo que sí sé es que desde el ocho de abril cuando me enteré que me quedaba sin trabajo, hasta éste último miércoles, necesité que llegue ese momento de cierre. Y llegó. Y acá estamos, ya, en el día después. 

Seguramente vaya contando qué tal todo por acá. 

En estas andamos, entonces, empezando una nueva aventura...