Ya lo he contado alguna vez por aquí, pero como nunca viene mal refrescar la memoria, repaso lo fundamental que servirá de contexto breve para la anécdota. Con mi abuela, somos compinches. Hablamos de todo, y cuando digo de todo, es realmente así. Mi abuela me hace poner colorada como un tomate, me cuenta muchas de sus historias y cargarla con temas subidos de tono ¡es lo mejor! porque ella tampoco se queda atrás.
Casi siempre la cargo porque yo soy, en simpáticas palabras, "la chinita que le hace las manos". Poco tengo de aquella manera criolla de llamar a la mujer de otra época, pero es indiscutible el hecho de que le hago las manos con periodicidad. Al respecto, es algo que me gusta hacer. Con total paciencia desparramo una cantidad abultada de esmaltes de uñas - mi obsesión - y le hago elegir un color, de grupitos que formo al separarlos por gamas.
Ella elige algún tono vivo, porque se empezó a pintar otra vez gracias a mi sugerencia hace unos años atrás y yo le quito las cutículas con un set que me regaló hace unos meses, al ver el ahínco con que me arreglo siempre mis manos. Mi abuela tiene unos manos hermosas y los tonos vivos se las rejuvenecen, por lo cual, me encanta que las tenga prolijas... ¿Demás está decir que es algo p a lo que le presto mucha atención? Me gusta y mucho que estén cuidadas... (y las de los hombres, doblemente).
En este asunto estábamos metidas, cuando mi abuela inició la otra conversación con el siguiente comentario:
- Ayer estábamos hablando de *** con tu mamá.
- ¿Eh? Noooo - automáticamente bajé la cabeza, porque pensé que mis padres lo habían apuntado a mi lista de decisiones tomadas en el pasado y ahí había quedado; muerto.
- Sí, salió el tema de cómo te miran los hombres en la calle. Siempre le digo lo mismo a ella, y casualmente, ella me dijo que se daba cuenta también... - argumentó.
Yo, seguí pintándole las uñas con la mayor naturalidad posible, sabiendo que me podía comentar cualquier cosa que viniera de boca de mi mamá, respecto a él.
- Los hombres grandes la miran mucho - anotició mi abuela.
- Sí, es verdad. En la calle la miran mucho, y el padre suuuuufreeee - admitió mi mamá - Mientras que no sea como el viejo ese... - reafirmó su desprecio, como desde el primer día.
- Para mí, ese hombre se asustó - comentó mi abuela - Una mujer como ella, al lado de él, le habrá parecido demasiado...
- En eso estoy de acuerdo con usted - confesó mi mamá, hablando objetivamente por primera vez en su vida - Ella no se da cuenta lo que es, pero él sí se daba cuenta.
- Y se asustó, al verla tan simpática, tan joven y tan hermosa - acotó mi abuela.
Mientras me lo contaba, claro, se me hizo el nudo habitual en la garganta. Es algo que pasó hace mucho tiempo, lo sé racionalmente, pero que mi familia lo tenga tan fresco en mi expediente lejos está de hacerme sentir vergüenza, sino más bien, no lo naturalizo por lo que me sucede al pensarlo otra vez.
- Ay, abuela - suspiré, cerrando los ojos y haciendo un gesto de congelar el tema - Qué se va a asustar, él no me quería... - argumenté a pesar de que no quería rebuscar más dentro de la podredumbre.
- Vos no te das cuenta de afuera la mujer que sos... - insistió - Él se hacía mucha manija con eso, porque no se podía imaginar como, aún teniendo su facha, podía llevarte con él por la calle.
- Es que... yo no soy la gran cosa, soy una persona común, que siempre intentó hacerlo sentir seguro. Él a mí me gustaba en todos los sentidos, no me importaba nada más. ¿Sabés lo que más me dolió? Entender que, ante todos, es una persona subida arriba de un escenario pero cuando estábamos él y yo, solos, uno frente al otro, no te puedo explicar abuela lo que yo le ví en los ojos - recordé, porque ya era hora de ser franca -
- Es muy lindo eso - murmuró.
- Sí, es hermoso... Pero ya ves lo que él eligió - hablé.
- Ya lo sé, querida - respondió - Pero igual... Vos no estabas en su cabeza, con sus miedos...
- Mirándolo hoy, te puedo llegar a decir que entiendo sus miedos, pero... - suspiré - Yo nunca voy a entender por qué tuvo tanto... por qué resolvió las cosas así, por qué hizo todo al revés... si lo amaba.
- Yo creo que a él nunca se le han acercado con el desinterés que te acercaste vos, y no supo como resolverlo. Se escapó, este hombre siempre te digo lo mismo, se escapó - yo sacudí la cabeza, indignada - Habrá habido gente que se acercó por su poder adquisitivo, habrá gente que lo sigue haciendo - me miró, de una forma especial - y él te acordás lo que te decía - lo citó - "Cuando vos tenías seis yo tenía... No, no puede ser esto" - yo la miré y me quedé callada. Recordé que todas mis argumentaciones que iban dirigidas a ayudarlo, a que me creyera, a que se animara a vivir conmigo la vida, no sirvieron de nada.
- Pero todo lo que le decía, abuela... No valía el cambio, es así... de otra manera, no podés, si realmente me quería enserio, no sé... hubiera hecho algo...
- A veces no se entiende el amor, nena - me dijo.
- No, yo no entiendo nada.. Pero tampoco quiero creer que el amor es esto, al contrario, me agarro fuerte del creer que no toda la vida va a ser así, que alguna vez me va a cambiar la historia... - argumenté, realmente esperanzada.
- Él se equivocó. Yo creo que se puso a salir con ella como una manera de decirte " con esto te vas a curar, vos tenés que olvidarme y hacer cosas de tu edad"... - opinó y yo pensé en las veces que me decía que no iba a haber otra mujer, en las veces que yo le decía que no se perdiera la posiblidad de sentir amor, al margen de mí, porque quizá yo era el problema, porque me interesaba que fuera feliz, feliz realmente y él me decía que no, que no iba a haber otra mujer...
- No quiero pensar cómo está con ella, porque de tanto que finge, hasta que casi me lo creo... - admití.
- Este muchacho se olvidó de que así no es la vida, de que las cosas no se hacen así, de que a veces no es todo tan fácil. No llegó a hacerse una idea de lo que vos sufriste, creo que nunca se imaginó verte como te ví yo, tu padre o tu mamá - me dijo.
La miré y no respondí nada. Siempre pensé que nadie se daba cuenta en esa época del dolor que yo sentía, pero al final, en casa, se convirtió en un saber popular.
- ¿Pero qué puedo hacer, si esto ya venció hace rato? No podemos volver atrás, él es un hombre que asumió otro tipo de compromisos que conmigo, aunque me dolió mucho entenderlo, no pudo asumir, por lo que sea... - me encogí de hombros - ¿Qué pasa con eso? No entiendo por qué, qué se le pasó por la cabeza y de seguro nunca lo entenderé... porque soy diferente a él. Él prefirió quedarse con mucha información, al lado de una persona que le había dicho todo, porque la información es poder... No puedo dejar pasar eso y por esto creo que "encontrarnos" hoy en día sería complejo, porque como él es otro hombre, yo también cambié un montón... - suspiré, mientras revoleaba los ojos - Es todo tan complejo, así que prefiero que quede todo así, porque no tendría caso que fuera de otra manera - expliqué.
Y lo expliqué con todo lo que implica decirle en voz alta y relativamente firme lo que yo sintetizo en mi cabeza, cada dia, en un "seguí adelante" que se materializa en intentar llevarme muy bien con mis compañeros de la facultad, en charlar con todo el que me hable, en intentar ser yo misma, en agradecer cuando me dicen que estoy muy linda, en congeniar con mi generación. Pese a que no encuentro a nadie que me conmueve, pese a que... pese a todo.
- ¿Y cuándo se ven, te mira? - indagó.
- Sí - respondí.
- Pero... ¿te mira a los ojos, te mira el cuerpo? - quiso saber más.
- Seguramente me mirará el cuerpo, porque incluso cuando está con ella lo pesqué un par de veces. Pero me mira mucho a los ojos cuando nos vemos y "puede", digamos ... Me mira más que nada a los ojos - especifiqué.
- ¿Y vos qué hacés?
<<Me la aguanto, como puedo >> pensé.
- Y... lo miro, a veces... Pero es absurdo, porque no se puede hacer más nada que eso, mirar, mirar, dejarse mirar, volver a mirar... Todo siempre en torno a lo que no se puede tener... ¡Al pedo!
- ¿Ah sí? - yo asentí, sin mirarla a la cara, siguiendo con las uñas, tratando de disimular cómo temblaba el pincelito teñido de el tono violeta precioso que le estaba poniendo.
- ¿Cómo te mira él? - indagó y yo levanté la cara, lista para hacerle frente a la pregunta.
<<Como si me quisiera... >> pensé, pero deseché esa hipótesis de mierda muy rápidamente, porque me niego terminantemente a creer que eso sea verdad, dado que no condice con lo que hace con ella.
- Me mira sin agresividad, y es rara su forma de mirarme... - me atreví a decir - Me mira como si algo le doliera... y hubo un par de veces, cuando no está ella, donde me miró como me miraba antes, con esa sonrisa de bobo y los ojos chinos.
- Este hombre debe sentir tanta culpa; yo creo que debe mirarte ahora y debe preguntarse qué hizo todo el tiempo...
- Muy probablemente se sienta culpable, pero siempre tengo dudas de todo yo, no creo que se pregunte, si está con ella hace tanto... Qué se yo, qué vamos a hacer... - le dije, y el tema se disolvió cuando le pregunté si le gustaba el tono e interpretó la viva imagen de mi cara, como lo que era: el esfuerzo en seguir adelante con mi vida, tal como merezco poder hacerlo.
Cabe destacar que tengo mucho respeto por mi abuela y no me animo a "cortarla" de una manera tosca, porque creo que se puede ofender feo. Las veces que necesité hablar de éste tema, no fueron pocas, y siempre estuvo para mí. Me vió como nunca me había visto, escuchó mis más hondos sentires y guardó siempre silencio ante el resto de mi familia, mientras comentaba sensaciones de suma intimidad para mí, compartidas al lado de alguien que me llevaba tantos años, que no podía comentar con mi papá, por ejemplo, que sabía sólo lo autorizado sin morir infartado por el destino de "su nena". A modo de agradecimiento y como un gesto de respeto por el pasado, si ella pregunta, yo no le puedo mentir ni esconder las cosas.
Supongo que debe sentir curiosidad por el desenlace de esta historia, dado que no cree que esto haya terminado del todo, no importa lo que pueda contarle, de su novia, de sus decisiones, de todo lo que dejó atrás; porque ella, a diferencia de mí, sostiene sus profundas intuiciones.
Yo me quedo pensando en lo de mi mamá.... Nunca me dijo qué pensaba respecto a la situación sin agredirlo y sin pasarme a mí tantas facturas. Por primera vez, me entero un poco más la opinión de este miembro de mi familia, la persona que me trajo este mundo.
... pero sonríe aún más por todo lo que llega...
PD: el título es literal; dejaré que las casualidades sigan jugando conmigo, asumiendo que a veces las circunstancias se ríen de mí.