jueves, 30 de marzo de 2023
Perdonarse
martes, 28 de marzo de 2023
Cargada
En la oficina, parte de las funciones de Cachabá me han quedado a mí. Eso hace que está semana y a partir de ahora este más cargada laboralmente.
Si bien no hubo ningún tipo de presión para que haga todo ya, hay plazos. Y también me tengo que volver a organizar la semana en función de los plazos y de las cosas por hacer que ahora, lógicamente, son más.
Desde ayer, eso me está generando bastante ansiedad.. es como si estuviera pensando más en como voy a hacer y con eso llamara a los quilombos. Y por otro lado, mis compañeros, están fastidiosos y se sienten exaltados por la ausencia de Cachabá. Entonces, se ponen pesados. Ya, de hecho, estoy mucho más seria y mas cortante porque tengo cosas que hacer y porque si bien conozco lo que tengo que hacer es como si se me hubiera caído todo encima.
Sí, soy muy controladora y metódica y esto es un cambio para mí. Donde si bien me alegro de no verla, también tengo más trabajo. Y me importa adecuarme a un ritmo sano de trabajo, para poder mantener la salud mental y recién ahí volver a acomodarme.
Sumado a esto, está es mí primera semana de clases en la universidad después de varios meses de vacaciones. Es decir, que hay un incremento de cansancio, de horas fuera de mí casa y de presión bastante fuerte. Y si hubiera necesitado (para empezar bien la cursada una semana laboral tranquila) estos dos días fueron tremendos. Trabajo hasta por debajo de la mesa y mí ansiedad queriendo terminar todo ya y bien y pronto.
¿Para qué presionarme así?
Hoy venía pensando en esto en el colectivo. Me di cuenta que está siendo una semana intensa y que es normal que me sienta agotada, de mal humor y sensible. Que a la semana laboral se le sumó un comienzo de cursada con problemas ayer. Que hoy fue una cursada mejor, pero donde llego tarde por venir de trabajar. Y que a todo, muy despacito, me tengo que ir adaptando.
Reconozco que debería pensar que todo es para mí mayor bien. Que tener trabajo es necesario, que estudiar me va a convertir en una profesional y que todo saldrá bien. Pero puf... Lidiar con miedos y ansiedades que han aparecido aquí, estos últimos días, se hizo difícil.
Más allá de la ansiedad, las nuevas etapas son duras. Yo estoy en una: como responsable de un sector como es la Administración y con el control de las Cuentas Corrientes y además, estudiando. Salgo temprano y llego tarde a casa.
Mucho, sí. Mucho deber. Poco disfrute. Y mí ansiedad que no me deja tener pendientes para el otro día y que no me deja dar cuenta de mí propio cansancio.
Necesito disfrutar. Pero también siento que tengo que ser más justa conmigo mismo y darme tiempo. Más allá de todos, que deberán chupar hielo si no les gusta.
Ojalá la semana que viene y todo lo que venga sea mejor.
Me iré organizando.
lunes, 27 de marzo de 2023
El vuelo final
Hoy lunes llegué a la oficina. Trabajé. Me preocupé por un problema que tuve con las materias de la facultad, que me cambió todos los planes, y en medio de todo ese torbellino que fue el lunes laboral, de pronto, mi empleador llega y nos saluda a todos.
- Hola, Veinte - me dice - ¿Cómo estás?
- Bien, todo bien por suerte. ¿Vos?
- Muy bien.
Ese breve diálogo derivo en el saludo a Cachabá, que está cerca de mí escritorio en ese momento y mira la pantalla de la computadora.
Mí empleador toma unos cheques y se reúne brevemente con el Gerente. Una vez que sale de la reunión, llama a Cachabá para hablar en privado.
En el medio, yo intuyo el para qué, pero no quiero hacer suposiciones. A principios del mes el Gerente me preguntó si estaba bien en cuanto al trabajo para hacerme cargo al cien por ciento y le dije que sí. Pero no me imaginé que hoy iría a cambiar algo.
Una vez que Cachabá ingresó a hablar consigo, yo justo descubrí que tenía el problema con mis materias por lo que no me moleste en nada más que en solucionar la situación. Cuando tenía al menos una respuesta, Cachabá salió de la oficina, diciendo:
- Bueno , chicas. No nos vemos más. Por decisión de *** y ****. No sé, arreglense ahora. Fíjense como van a hacer para facturar. Con el stock. No sé. Fíjense. Yo mañana ya no voy a venir.
La echaron, sí. Y por un lado aunque me haya hecho la vida imposible, no le deseo el mal. Solamente me alegro de no tener que soportarla todas las mañanas. Pero por el otro digo: "¡qué persona forra, irse tirando mierda!".
Cachabá ha dado su vuelo final. Eso es lo único cierto hoy. Atrás van a quedar sus actitudes de mierda o toda la conspiración oficinesca contra ella.
Veremos qué pasa ahora. Ella siempre decía que se iba a ir por sus medios pero llegaron al punto de echarla porque no se iba mas. Y porque en el medio, no sumaba mucho. Pero eso sí: sospecho que no se irá sin hacer problemas o dramas. Esta clase de gente siempre quiere revancha. Ojalá la tenga en un sitio donde no moleste.
Hoy no solo empiezo una nueva etapa en la facultad, con materias nuevas, sino también en la oficina. Dicho esto, me voy a cursar.
domingo, 26 de marzo de 2023
Cachabá y su escoba
martes, 21 de marzo de 2023
El más oscuro
Lo que empezó con la denuncia de la PSA, continúa. Y eso inevitable me hace pensar en que Javier y yo no volvimos a hablar. Y en lo correcto que eso me parece.
Tendría varias cosas que preguntarle y contarle pero he decidido vivir como si él no existiera o más bien, como si no se dedicara a lo que se dedica.
Por otro lado, también me voy metiendo más en el rubro y me voy enterando de ciertas prácticas que me dejan sin palabras. Prácticas en las que siempre están metidos los despachantes. Prácticas con la Aduana.
Ahora entiendo por qué Javier supo darme las respuestas y anticiparse tan bien a la situación. Ahora entiendo por qué me dijo lo que iba a pasar, y está pasando.
Y pienso lo mucho, pero lo mucho, que implica haberme alejado de él. Lo mucho y lo muy bueno.
Por distintas cosas, ha tomado protagonismo el verdadero Javier. No el que yo quería que fuera y con el que intente tener una relación normal, con el que creí haberme reencontrando. El verdadero... Es decir, el más oscuro.
viernes, 17 de marzo de 2023
Reunión cumbre II
Anoche, me junté a cenar con El Ingeniero y con su hijo menor, en la casa del primero. La verdad es que no era mí idea terminar cenando con mi amigo y su hijo menor (18), pero resultó así y la pasé muy bien gracias a la hospitalidad que demostraron tener ambos.
El motivo por el que pasé a ver al Ingeniero fue porque en la semana nos compramos una caja de vino entre los dos, de una bodega que me recomendó. Cómo él suele hacer modalidad híbrida en su trabajo, y yo asisto siempre al mío, elegí mí oficina como punto de entrega. La idea era pasar de camino a casa y dejárselos. Sin embargo, luego termine recibiendo la caja de vinos en casa por Edesur así que le avisé al Ingeniero que esos vinos eran nuestros pero que pasaba cerca del atardecer. Él me tenía preparados algunos capítulos de lo que está escribiendo, a la vez que me insiste siempre a recibir algunos de los míos. El interés radicaba en saber más de su proyecto.
Me preguntó si no me molestaba que estuviera su hijo, a diferencia de la vez anterior, que estuvimos solos y le dije que no; que si yo no les molestaba a ellos, pasaba y le dejaba todo antes de volver a casa. Él me dijo "cero, venite, te espero" y así llegué a su casa con tres botellas de vino tinto encima y sin una gota de maquillaje, pues confianza.
Cuando llegué, ambos estaban mirando La Liga Europea de Fútbol, así que me senté a un costado y observé el juego en cuanto acontecimiento deportivo, tratando de intervenir lo justo para no interrumpir. Al principio, el hijo del Inge (a quien yo cuidé hace diez años) estaba tímido y concentrado en otra cosa. No me pasaba demasiada bola y yo pensé que quizá se sentía incómodo. Sin embargo después de un rato, cuando charlamos un poco con su papá, empecé a hacerlo parte y a preguntarle sobre sus cosas. Y ahí, se le pasó la vergüenza y me contó muchas de sus cosas, al punto de que me sorprendió gratamente que tuviera tantas ganas de hablar sobre su carrera, sus amigos, sus sueños y forma de ver el mundo que está empezando a descubrir.
Como parte del programa, terminamos yendo a comprar los tres al súper. Es un super del que El Ingeniero siempre me habla porque los vinos están a $2,50. En cuanto entramos, le pregunté si era éste super y me dijo que sí, con cara de risa, mientras murmuraba "uno viene a comprar comida y ustedes dos van por el vino". Me reí mientras me perdía en las góndolas y ayudaba a su hijo a elegir un Malbec aceptable para tomar al fiel estilo "vino loco".
Cuando llegamos, el Inge se sacrificó por la causa y cocinó algo rápido porque su hijo estaba antojado de una comida específica, contrariando sus deseos de pedir algo afuera. Mientras tanto, yo me quedé charlando con este adolescente lucido y piola , hasta que la comida estuvo en el horno y más tarde se nos sumó él, aludiendo que se había cagado de calor por nosotros. Lo lamenté y le agradecí mentalmente la deferencia y la buena voluntad de recibirme, de ponerse a cocinar, de ir a comprar algo, y de preocuparse porque me sintiera cómoda en su casa.
II.
En un determinado momento, y viendo que estábamos hablando mucho con su niño, El inge apareció y me preguntó si quería leer unos capítulos de lo que está escribiendo al tiempo que me mostraba un vino. Le dije a todo que si. A la recomendación del vino, o de la caja que nos habíamos perdido, y al acceso a los textos que aguardaban.
Sumida en el patio, junto a ellos, y con la música que el hijo del Inge ponía, me quedé un buen rato leyendo. Analizando. Tomando notas mentales y prestando mucha atención. Una vez el momento de lectura pasó, pusimos la mesa entre los tres, comimos rico, y hablamos largamente mientras El Inge y yo tomábamos una de las botellas que le había alcanzado más temprano. A veces, en esa charla con ellos que duró horas, con el hijo del Inge, le explicábamos a él. Otras veces, charlábamos de política con su papá y el adolescente lúcido que es éste chico, atendía.
Pasadas las doce de la noche me fui agradeciéndoles una linda cena y una cálida bienvenida. Fueron por suerte muy amables, pero además, me hicieron sentir cómoda de verdad y me invitaron a disfrutar.
La conclusión que me llevo es que si bien al principio me daba un poco de miedo ir y sentir que estaba interrumpiendo el tiempo padre-hijo, entiendo que hice bien en ir.
Cuando me abrazó para despedirse, al final de la cena, el hijo del Inge me dijo:
- Ey, vení más seguido vos, eh - y me sonrió jodón y simpático.
- Gracias, *** por todo. Me alegra verte tan grande. Descansa. Que tengas lindo día mañana y buena cursada.
- Mira, vení - me dijo El Ingeniero - estoy leyendo esto.
Me mostró y me mostró unos cuentos de un chileno. Lo ojeé rápidamente porque me esperaba mí auto en la puerta. Le hice algunas preguntas y ya nos estábamos colgando de nuevo, porque en realidad entre nosotros no hablamos demasiado o como siempre, hasta que el lúcido adolescente, le largó:
- Daaale papá, que la está esperando el Uber - con su comentario, en mí fuero interno me hizo reír por su frescura y su capacidad de decir todo. El Ingeniero me acompañó hasta la puerta. También nos despedimos con un abrazo y un "escribí, después hablamos" de su parte.
Hoy me levanté pensando que no toda la gente duele y eso me hizo bien. Es muy valioso sentirse querido y aceptado, que alguien te abra la puerta de su casa, de su familia, y comparta con vos. Para mí por lo menos.
martes, 14 de marzo de 2023
La bendición
Mientras escribo el título de este post, en mí mente suena el "qué bendiciónnnn" muy propio de los reels de ésta época y me río.
Hoy el lado bueno fue que mí compañera despreciable de la oficina faltó. El lado feito, fue el calor y los cortes de luz en la ofi.
Con mí compañera desagradable venía mal trazada; para comenzar la semana ya había querido culparme de algo que hizo mal y acumulaba ganas de mandarla a la mierda. De hecho, ayer, le miré la cara por primera vez en el día para decirle: "no, mira que yo mandé un solo mail más además de los tuyos. El resto de mis mensajes fueron por Whatsapp" porque la gente se estaba quejando de que no le llegaban las notificaciones por mail (pero si por Whatsapp) y la muy mala ya estaba diciendo en frente del Gerente que la que no había mandado los mails como correspondía era yo. ¡Pero eso era mentira, y por suerte, el Gerente supo darse cuenta y la mando a ella a hacerse cargo de sus cosas!
Por eso, hoy martes, viniendo de esto y miles más que hace a la vista de todos, me mejoró el humor no ver su rostro de Cachabacha. Principalmente porque Cachabá - así la llamaré desde ahora- es una mina que transmite muy mala energía. No solo a mí. A todos. Y si bien trabaja media jornada, el tiempo que pasa ahí, destila veneno.
Así que, lo positivo del día, sin dudas fue su ausencia
Otra de mis compañeras hoy cuando se enteró que Cachabá faltaba dijo: "ay, menos mal que no viene porque tengo un humor de mierda para soportarla". Me cortaron la luz y no dormí bien". En cuanto la escuché, me apené por su situación y le ofrecí café instantáneo. Pero además, entendí que la mala vibra de Cachabá la padecemos todos así que valore doblemente el día.
II.
Tema extra fue cuando estando en la oficina se nos cortó la luz. Mí compañera, que no tenía luz en su casa, se quería matar pobre y con justa causa. No había podido dormir y no podía trabajar.
Yo por mí parte estaba transpirando cuando por fin nos dejaron salir más temprano y empecé a juntar mis cosas del escritorio para volver a casa.
Antes de irme, sin embargo, estaba uno de mis compañeros de oficina con un atomizador lleno de agua. Le pedí que me rocíe. Él me roció y me fui fresquita a la parada sin importar la facha que podía llegar a portar.
- Ahora sí, vamos - le dije a mí compañera buena onda, riéndome - Ya acá el hermano *** me dio la bendición.
Y en mí menrez otra vez volví a recordar el reel de moda.
III.
Espero que pronto se termina esta ola de calor. Está imposible, de verdad. No recuerdo, en 28 años, haber sufrido tanto calor como durante éste verano. ¿Será?
domingo, 12 de marzo de 2023
Trazos
Ayer estaba almorzando en un bar de la zona céntrica a la espera de mí turno en la peluquería. Iba a ir a comer a un lugar que me gustaba más pero, por el calor, decidí comer en el lugar que me quedaba más cerca de la peluquería.
Mientras almorzaba y escribía un poco, vi que pasaba Javier y su papá, por la otra vereda caminando. Javier hacía muchos gestos. Iba con una bolsa en la mano, y mientras revoleaba el otro brazo embutido en una anécdota para su papá, me di cuenta que salían del local donde yo había pensado ir a comer y no fui.
Se me cerró el estómago. Vi a aquel tipo barbudo, de pelo largo, vestido con remera y short deportivo, siendo tan común y no entendí como podía sufrir así por un tipo que no tenía brillo alguno. Sin embargo, me convocó tantas cosas que hasta se me puso la piel de gallina y se me aceleró el pulso.
Acto seguido, le mandé un mensaje totalmente impulsivo y estúpido. Acto más seguido, borré el mensaje y recordé que jamás vamos a tener una relación normal, por lo que hay varias cosas que están prohibidas consigo. O mejor dicho, que yo ya no quiero volver a elegir, porque sé al lugar de mierda donde me llevan.
Ejemplo: mandarle un mensaje para decirle "te vi, mándale saludos a ese ser humano del bien que es tu papá", es una de las cosas que elegí no hacer por mí bien.
Y funcionó.
Si bien al principio me sentí mal, porque verlo luego de dos meses me movilizó, y porque lo vi y pude recorrerlo todo sin que me notase, y porque pensé en mil cosas mientras lo observaba como un fantasma; funcionó. Al igual que funciona haberle restringido el contenido de mis redes, las historias y derivados.
Todo sea por no desearlo más y empezar a protegerme. A veces, como en éste caso, no de lo que hace, sino, de lo que es capaz de hacerme sentir con su sola presencia.
Pienso que hubiese sido de mí si finalmente iba a comer al restaurante y me encontraba con ellos. Prefiero agradecer que la vida no me sometió a eso porque se me hubiera estallado el corazón.
Al menos, si nos teníamos que cruzar como un trazo atravesado en la hoja del otro, lo bueno es que está vez fue de lejos. Igual que pasaba antes. Y estar lejos de personas así, que sufren la vida y te hacen sufrir, es mucho pero mucho mejor.
¿Costó contenerse y no exponerse y atajar el repiqueteo del corazón que me parecía se me iba a salir por la garganta con solo verlo? Sí. ¿Se logró? Sí. ¿Mereció la pena ese esfuerzo? Sí. Pensando en mí bienestar , claro que sí. Porque fue no regodearse más en el sufrimiento.
Me merezco estar bien. Y estos son los pasos que más cuestan y que demandan más fuerza y más energía, pero creo que son los que empiezan a modificar todo.
Yo no odio a Javier pero lo quiero lejos porque si bien es lo mejor para todos, hace a lo que considero mejor para mí. ¿Y quién va a hacer lo mejor para mí si no soy yo? ¿El? ¿El se va a preocupar por lo que me pueda doler o costar, o se va a preocupar por lo que siente adentro de su boxer? Yo creo que hará lo que más le convenga sin pensar en mí.
Por eso, elijo tenerlo lejos más allá de todo. Porque se dónde va a ir. Porque se dónde voy a terminar yo. Porque se que no va a cambiar nada. Y porque estoy lo suficientemente grande para poder aprender de mis errores y avanzar. Me lo debo. Son estos trazos los que diferencian una vida de otra.
sábado, 11 de marzo de 2023
Repercusiones de semanas intensas
jueves, 9 de marzo de 2023
La renuncia
Dije que no lo iba a volver a llamar y no, no lo llamé. El que me escribió, fue él. Hoy, mientras trabajaba(mos).
Me preguntó cómo me había ido. Le llevo casi una semana hacer una pregunta básica y me di cuenta que yo considere que me había tratado mal y lo desacredite y él después de tratarme fríamente se acercó solo. Es decir que cuando uno espera, el otro no esta. Y cuando el otro espera, uno no está.
II.
¿Es caprichoso esto de no poder congeniar dos intenciones? No. Creo que es una de las más grandes pruebas acerca de lo que es no corresponderse o no sincronizar. De creer que congeniamos con alguien y de resultar que no, que llevarse bien e intencionar a la par es otra cosa.
A mí, esta semana me ayudó a distanciarme y se me movieron muchas cosas por dentro el viernes pasado cuando salí llorando de terapia. Por eso reaccione así. Y evidentemente, a Javier se le movió otra cosa para hacer hoy estás preguntas. Seguramente, las ganas de romper las pelotas o la culpa por haberme tratado mal y la sensación de pensar que yo puedo necesitar algo de él y que cómo no me va a ayudar... Hicieron el efecto contrario al que yo necesitaba, es decir, que cuando necesitaba tenerlo lejos, se acercó con un interés que me parece tardío e innecesario.
¿Por qué? Porque de su lado, yo no creo que sea del todo solidario con su pregunta. ¿Una semana tardo en darse cuenta que me trató como a una desconocida? No sé si me explico. Quiero decir con eso que no creo que sea un interés de ayuda como si fuera "Despachantes sin fronteras " el hecho de que haya vuelto a escribirme por el asunto.
E incluso, entiendo que si estaba esperando que yo volviera a escribirle... Se habrá dado cuenta que no iba a pasar y dejó pasar por eso el tiempo.
¿Quien sabe?
II.
Yo sé mí parte. Sé que le contesté muy profesional. Igual de desinteresada que él la semana anterior. Yendo al punto, sin dobles fondos. Le dije lo que pasó con la PSA, le comenté que iba a pasar lo que tuviera que pasar y que no podía hacer nada extra.
Javier se turbó un poco con mis respuestas cuando relaté las cosas fríamente y cuando le devolví la generosidad de algún comentario goma. Y su primera reacción fue huir. Y mí reacción fue decirle "como siempre". a
Para llevarlo todavía más a lo profesional, le pregunté si en todos estos años no había desarrollado una estrategia que le permitiera trabajar en paz en un rubro que como me dijo "todos los días tiene un quilombo distinto". En relación a eso, lo cuestioné y pregunté como estaba viviendo las nuevas políticas de comercio exterior.
Cómo la charla se estaba tornando demasiado seria y profesional, es decir, lo que él había hecho conmigo días atrás, Javier me dijo que su única estrategia para soportar el comercio exterior es tomar whisky. "Un whisky bueno, aclaró, ya me compré otra botella".
Para cortarle el perfil de "yo, bebededor serial", le dije que se iba a convertir en el señor whisky, un adicto a eso o a la marihuana. Se quedó callado. Me dijo que no, que no se iba a drogar, que me quedara tranquila. Le dije que yo estaba muy tranqui. Pero que él debía cuidar sus consumos. Antes me dijo que tenía que dejar el whisky, que tenía que empezar a cuidarse, así que me base en su intento de darme lástima. Pensé en decirle que si, que ya era una persona mayor y que se tenía que cuidar, pero en cambio, le dije que lo que estaba eligiendo no era cuidarse, sino, darse duro lentamente. Principalmente, para que no metiera a la edad en la charla.
Mientras volvía a hablar consigo de modo profesional, recordé cuando me dijo que jamás se me ocurriera probar el whisky, una noche en su casa hace meses atrás. Le pregunté por qué me decía algo así, si el lo tomaba desde hacía más de diez años e incluso lo había tomado la noche donde una decada atrás me había dejado. Solo me respondió: "porque es un vicio caro", como si solo él lo pudiera pagar. Lo miré con pena. "Eso no califica como motivo. Hay algo más", lo enfrenté. "Porque te va a encantar. Yo no te voy a convidar porque después no vas a salir más", dijo. "Vos siempre igual, le dije yo, sin querer mostrarme nada". A Javier se le enrrojeció el rostro cuando me escuchó decirle eso. "No me interesa hoy en día sumar más alcohol, de todos modos", añadí enseguida. Por las dudas de que al señor se le ocurriera mostrar algo que luego, la pobre pendeja trofeo, no pudiera comprarse.
III.
En ese momento pensé que el se puede comprar mil botellas de whisky importado, que lo consigue como nada, pero que no puede compartirlas. Que se las toma solo, para evadirse, que se escapa con whisky.
Y también pensé que en cambio hay gente que te comparte un vino modesto y te recibe y se hace el espacio y no caga a nadie para hacerselo y quiere nada más pasar un buen momento y no cree que seas más o menos por la plata que tenés. Y que no te echa en la cara que tiene diez veces más plata que vos, aunque sepa que además de rebelde, combativa y yegua, sos también considerablemente más pobre en relación a su bolsillo.
De hecho, y mientras hablábamos con Javier, lo imaginé, sentado y solo en su casa, por la noche, escuchando música con volumen alto, tomándose su medida de whisky caro. Y recordé también cuando me confesó que hacía eso cuando no podía dormir y sospeché que seguramente está noche haga lo mismo. Se atragante con whisky porque me habló y no me tenía que hablar o porque me mandó un mensaje y me preguntó y no me tenía que preguntar y porque está en pareja y porque no corresponde que quiera hacerme el amor como me lo quiere hacer y bla, bla, bla...
Cansa. Me cansó todo esto.
Javier no sabe, ni sabrá, que yo renuncie a tener consigo una relación normal, es decir, a protegerlo, a fingir, a intentar sostener algo que no tiene por qué estar en mí vida. A hacer una fuerza tan grande y absurda ¿para qué? ¿Para que un día me trate bien y al otro día no pueda manejar lo que le pasa conmigo (y el saber que me pasa algo consigo) y tenga que hacer como si no existiera? ¿Por qué hacer tanto esfuerzo por una persona que para tolerarme tiene que hacer como si no existo y luego viene y cuando puede soportarme, habla? ¿Tanto esfuerzo para esa mierda? ¿Por qué seguir bancandome ser la peste?
Me cansé de este papel de persona que sufre por otra persona que sufre y hace sufrir y que teniendo todo para no sufrir, no lo hace. Es seguir diez años después sufriendo por la misma persona que no hace nada y que en diez años el único gesto sorpresivo lo tuvo para tener sexo como otro escape. Uno aún peor.
IV.
Ojala llamemos a las cosas por su nombre a partir de ahora.
Me da igual si nunca más me vuelve a escribir. Hoy en día me importa lo que hago yo. Lo que puedo hacer yo para lidiar mejor con esto y deshacerme de lo que me tengo que deshacer. Sacarme ese esfuerzo de encima, esa presión, esa idea de que teníamos que poder resolver algo.
Porque toner conciencia de eso, fue lo que le resto a sus acciones mucha impotencia. Fue lo que hizo que hoy pudiera hablar consigo medio burlándome.
Sí, ya sé: pude haberlo tenido gimiendo debajo de mí, puedo conocerlo desnudo, puedo saber cómo está con solo mirarlo, puedo hablar con su papá y haber conocido a sus sobrinas y trabajar ahora en el mismo rubro y vivir en el mismo barrio... Puedo haberlo tocado, acariciado, o besado con el alma. Incluso, pude haberle brindado placer, pude haberlo amado como lo amé, protegido hasta el cansancio, inclusive abrazado y anhelado durante muchos pero muchos años... Pero ya se, ahora se, que no puedo tener una relación normal.
No, no podemos tener una relación normal donde no se sienta ese teatro mutuo, ese disimular, donde el pasado en común no esté tocando la puerta de la peor manera. No, no se puede. Javier es éste Javier. Y yo, soy yo para él. Compartimos ese pasado. Compartimos el anhelo secreto durante años. La espera. El deseo. La consumación y las contradicciones permanentes... Pero no por esto yo voy a seguir luchando.
Ya no quiero pelear más. Y por eso, no me voy a quedar ahí, luchando, adecuando todo lo que soy como una loca, por algo que nunca va a suceder, es decir, por el deseo tonto de superar conjuntamente ese pasado y poder reconstruir el vínculo humano en el presente.
¿Qué podemos construir nosotros dos hoy si lo único que sabemos es hacemos mal? ¿Qué consuelo puede constituir tener sexo todo el tiempo, si así fuera, cuando lo único que sobrevendria a eso sería la culpa, la bronca, el enojo porque todo sea como es y haya sido como fue?
Ya basta. Es demasiado hacer por alguien que jamás haría eso por mí. No vale la pena esa pelea. Nunca vamos a ser pareja, ni amantes , pero tampoco nunca vamos a poder ser amigos. ¿Si lo intenté? ¿Si intenté hacer algo más o mejor con tengo dolor? Lo intenté al punto de canjear mis valores por los suyos si a cambio de ese sacrificio resultaba.
¿Y qué pasó? Nada resultó.
Es por eso que me decidí a dejar de intentarlo y desde entonces me parece algo perfecto. Me da paz. Y es para mí lo único que cuenta a partir de ahora al momento de elegir. Que me dé paz tomar la decisión que sea.
❤️
martes, 7 de marzo de 2023
Macaneo
lunes, 6 de marzo de 2023
El regreso
Hoy mi compañera , la saboteadora, volvió a la oficina. Cuando me vio, Jesús, la cara de desagrado y de mala con la que me miró... ¡Me sorprendió esa expresión imposible de desinflar y de ocultar!
Cabe decir que hoy lunes y sin darle ningún tipo de explicación, me mudé de escritorio. Es decir, me aleje de ella, y de toda su mala onda concentrada. Fue increíble pero los diez días que estuve ahí, se rompieron cosas. Se trabó el sistema. El trabajo se complicó. Se me rompió mí amuleto de protección. Y obvio , trate de revertirlo. Pero a veces es creer o reventar.
El asunto de la mudanza a la loquita ésta mucho no le gustó según parece. Menos le gustó cuando me llegó un paquete a la oficina de algo que me compre y se le iban los ojos para saber qué era. Ni mucho menos, cuando noto que la hija de mí jefe me hizo un dibujo y yo lo deje pegado en su computadora (juro que fue sin querer, por mudarme apurada).
Fue un montón para un lunes. Va a ser difícil acostumbrarse de nuevo a su penosa presencia.
Me iré a descansar y a disfrutar de este rato conmigo misma. Gente así te roba la energía y hay que recuperarla.
sábado, 4 de marzo de 2023
Llegar al fondito
Ayer tuve una sesión de terapia tremenda.
Salí llorando y por primera vez en todos estos años donde hice terapia le pedí por favor no hablar más del tema por esa sesión porque no lo podía soportar.
En casi el año que llevo haciendo terapia con esta psico (que me gusta un montón) nunca había llorado frente a ella. Pero tampoco nunca había ido tan lejos en ciertos temas con ninguna psicóloga.
Y aunque no me guste la parte del llanto, yo sé que la terapia es para eso. Para sacar la mierda o para pensar la felicidad que queremos construir. Para escucharnos. Y hoy yo me escuche decir frases demasiado dolorosas pero demasiado verdaderas que sacaron un montón de mierda afuera.
Y ante la repuesta de mí psico, que fue algo tan obviamente doloroso, yo simplemente le dije que no sabía y me puse a llorar. Porque dio con algo muy cierto que yo nunca había visto de ese modo y eso fue un flash. Es decir, una mierda que adentro era durísima y que afuera se había convertido en abono.
Claro que ella hizo un trabajo excelente hoy, estoy totalmente agradecida aunque haya llorado tanto. Pienso que hay que dejar tan desarmada a una persona con yo, que va a terapia a pensarse pero no a llorar y que eso implica una asertividad en sus intervenciones, las cuales valoro y demuestran un compromiso esperanzador para mí. Yo pienso mí terapia como un espacio intelectual de construcción positiva pero no como un rincón para llorar. Y hoy, sin embargo, buena parte de mí sesión me la pasé llorando.
Cuando un rato después subí al departamento de mí hermana para alistarnos con motivo del cumpleaños de mí mamá, su perra me recibió alegremente. Se puso super contenta y yo la llene de besos y de diferentes caricias. Curiosamente, como no había hecho nunca antes, me dio besos en una parte específica de la cara: los ojos. Y hasta me pareció que me secaba las lágrimas que no había visto pero, de seguro, había podido oler.
De lunes a viernes fue una terrible semana en materia de intensidades. Pero que me dejó mucho para seguir trabajando. Y llorando, si siento la necesidad. Soy humana.
viernes, 3 de marzo de 2023
Arrepentido
jueves, 2 de marzo de 2023
El equilibrio intenso
miércoles, 1 de marzo de 2023
Policía
Entro a la oficina muy puntual. Son las ocho de la mañana. A las seis y media de la mañana ingresaron mis compañeros. La oficina está movilizada porque efectivamente va a venir la policía aduanera.
Trató de relajarme. Yo sabía que podía venir y ahora se que viene. Ok, pienso. Estoy lista para eso.
Mi empleador me saluda, y me dice que revise unas listas en cuanto pueda. Es por la Policía. Me indica además que voy a recibir al policía cuando llegue y me pide que me encargue de atender lo que pida y de fingir por un momento. Mentalmente me repito que no estoy nerviosa y que no tengo miedo de nada. Pasan dos segundos mientras me dice todo eso y se va. A la mierda, me digo, estoy nerviosa. Y tengo miedo. Principalmente porque soy un ser humano y porque ya perdí el trabajo una vez y no quiero que pase algo grave.
Respiro hondo. Se que puedo manejar eso del miedo pero no sé manejar la mentira. Lo tengo que poder manejar, mejor dicho, me digo y ordeno mi pelo buscando calma. Por suerte, tengo mi neceser en la mochila y me puedo maquillar.
Mientras me maquillo, quiero distraerme. Trato de mantener la calma pero se dificulta mientras pasan las horas y la situación se tuerce.
Mis compañeros empiezan a omitir cosas a la sombra de la policía. Mí empleador me dice que tengo que revisar otras listas. Por cuestiones de importación, hay detalles en los que hay que cuidarse y reviso meticulosamente.
Sabiendo precisamente, que en esta situacion estoy ahí para mentir. Para recibir, comentarle de mí posición y ofrecerle una amistosa bienvenida hasta que el dueño llegue. Y me doy cuenta que yo no sé mentir en este caso... Porque estoy hace nueve meses en el rubro. ¿Y si sale algo mal? Eso pienso. El policía se daría cuenta.
II.
Respiro hondo. Pienso qué opciones tengo para preguntar con certeza la documentación a mostrar. El Gerente General está resolviendo el tema en otro lado con otra descarga. Mis compañeros están todos llevando y trayendo cosas que la Aduana no puede ver de esa manera porque clasificaría de otro modo.
Y yo, mientras organizo lo administrativo, estoy esperando que venga el personal designado para hacer la fiscalización. Mí empleador ya desapareció y aparecerá convenientemente. Mí otra compañera no fue alentada a hacer nada, ni a hablar ni a atender ni a participar.
La cara, la tengo que poner yo. Y ante ese sentido de la inminencia, de pronto, me decido. Sé que dije que no lo iba a llamar pero juro por lo que sea que no lo estoy haciendo para provocarlo. Lo estoy haciendo para no equivocarme.
Voy a un apartado, se me hace un nudo en la garganta por lo que voy a hacer, porque ¿cómo pedirle ayuda a él, justamente? Él me puede ayudar, sabe perfectamente de lo que me está pasando, pero... ¿Querrá?
Entiendo que su actitud puede ser todo lo contrario. Que me puede rechazar y decirme que yo le dije que se comportara y que va a tener toda la razón. Que está en todo su derecho de decirme "anda a cagar pendeja, me tenés cansado". Porque yo fui a buscarlo ante sus actitudes y le dije "basta". ¿Y ahora ir a buscarlo en medio de la desesperación? Finalmente me la juego, me digo que una cosa son las pasiones que nos mueven y otra cosa es el trabajo. Asi que afronto el rechazo que se puede venir pensando en todo lo otro que no quiero que se venga.
Busco el teléfono de Javier y le mando un mensaje. "Buen día, Javi", le digo. No pasa ni un solo segundo desde que le mandé el mensaje hasta que lo ve. Instantáneamente, Javier me lee. Parecería que estaba esperando detrás del celular que mandara ese mensaje porque no tarda NADA en responder. "... perdón que te moleste, pero necesito hacerte una pregunta importante. Es sobre el trabajo", aclaro.
Me dice que si, y pregunta si puedo esperarlo cinco minutos, porque está manejando en medio de un embotellamiento por CABA. Todo mediante un mensaje de voz donde es como si nunca le hubiese dicho nada. Cómo si hubiésemos hablado anoche. Cómo si no hubiera bronca. Más bien, sentido de la ubicación ante un favor que le estaba pidiendo a nivel histórico teniendo en cuenta mis años de orgullo.
Le digo que si, que espero. Pasan los minutos, que no son muchos. Es inminente la venida de la policía y en la oficina se pone tenso el clima, todos están removiendo mercadería y documentación en un lado y en el otro mí compañera (con ella me llevo bien, no es la que está demente), esperamos. Mientras espero, pienso que no se mentir pero que tengo que hacerme la boluda con cosas puntuales para no trabajar en una mentira grande e insostenible. Me digo que eso lo puedo hacer y bien. Que debe ser creíble. Y que lo tengo que hacer por la credibilidad de todos para no complicarnos la existencia.
Mientras pienso lo estresante y choto de la situación, me suena el teléfono sobre el escritorio. Veo su nombre: Javier me llama.
- Veinte, hola. ¿Cómo estás? - me dice - ¿Podes hablar?
- Javi, buen día ¿como estas? - le digo y salgo afuera a hablar mejor.
- Yo bien. ¿Vos?
- No sé , la verdad - le digo - Necesito preguntarte algunas cosas.
- ¿Te paso algo?
- Si, va a caer el policía de Aduana a la oficina. ¿Qué no hay que hacer con ellos, Javi? ¿A nivel administrativo? ¿Tenés idea de algo?
- Uy, la puta que lo parió - me dijo - ¿Estás ahí? ¿Que están buscando? Tranquila.
- Mira, esto es así - le dije y le conté todo - Pero... ¿Qué les muestro? ¿La documentación está ordenada en una situación así si aparece declarada exactamente igual al código, pero hay cosas que no son del todo correctas y cómo hago? ¿Me hago la tonta con eso, le muestro la documentación y ya está?
- Si, a ver... - dijo , analizando la dificultad a la que me enfrentaba - ¿Cuando fue esto? ¿Cuando empezó?
- Ayer. Y el policía va a volver mañana. Y el viernes. Está buscando algo.
- Mh, si. Entiendo. ¿Dejaron que bajen la carga? Ellos pueden buscar una mercancía. No todo. Solo una. Y es por eso que van a ir hasta que se descargue y la fiscalicen. Van a preguntar.
- Al parecer no. Está en depósito fiscal. Tenían turno para ayer pero no se pudo cargar y tienen turno para hoy. ¿Será por eso?
Javier me explicó. O más bien, me orientó. Conoce muy bien a la Aduanera. Le ha pasado lo mismo como Despachante como sus clientes. Sabe que son duros. Que al primer signo de desconfianza , se detonan. Y creo que por eso entendió que no lo llame para molestar. Y por suerte, no me mandó a la mierda.
- Bueno, vos ahora hacete la tonta. Si en los despachos está todo no habría problema. Si no, les pueden hacer una denuncia por contrabando y eso sí que es muy grave. Pero - dijo meditando la chance - se habla antes.
- ¿Con plata? ¿Charlan en cifras, no?
- Si. A veces, el doble del valor de la mercadería te piden.
- La puta madre - espete - Se va todo a la mierda.
- Pero tranquila - dijo Javier - que primero hay que ver si la Aduanera busca algo porque sabe o busca algo por control. Suelen fiscalizar. Me ha pasado. Es importante que todo esté correcto y que les muestren todo lo que ellos pidan - me aclaró - pero vos, mentí. Tranquila. Si te ven nerviosa es peor. Hacerte la tonta es clave. Y saber esperar.
Nos despedimos porque Javier estaba llegando a la oficina. Es decir que había estado manejando mientras usaba el celular. Le dije que con eso podía afrontar la situación y que maneje.
- Te agradezco. Que tengas un buen día.
- Gracias. Te dejo que estoy por entrar al estacionamiento.
- Obvio. Chau - musite.
Volví a la oficina. Pasado un rato, vino el policía. Lo recibí y pude mentir. Todo salió bien. Al menos en el capítulo de hoy. Todo se representó soberanamente.
III.
Más tarde, Javier me mandó un mensaje más luego del llamado y me dijo que se había quedado pensando en la situación. Me explicó el accionar oficialmente de la Policía Aduanera después de hacer otro tipo de análisis más fino. Me dijo que si se habían fijado determinadas cosas, podía tranquilamente descansar. Con otras, me aconsejo que me haga la tonta.
Supongo que la solicitud de ayuda lo impacto y que su primera reacción fue contestar pero que, luego, trato de hilar más finito. Hablamos un rato más del tema intercambiando distintos audios.
- Estuve preocupada, Javi. Yo no sé mentir.
Javier se rió.
- Y si, ya sé que es una cagada, pero vos tranquila. No te pongas nerviosa porque se van a dar cuenta. Hay solo una cosa grave. El resto se puede charlar de esto que me comentas. Pero ya está. Hoy zafaste.
- Bueno, si, voy a hacer eso. Calmada es mejor. Ni sé cómo saldrá todo, pero bueno, gracias. Perdón por molestarte, no era mí idea pero... la verdad, no sabía qué hacer.
Asumir mí momento vulnerable me costó horrores. Pero era la verdad. Me había visto en una encerrona total.
- Tranquila. Va a salir todo bien. Vas a zafar. Y si no, la cárcel te espera por mentirle a la policía aduanera - bromeó.
- No seas tonto, no me digas eso que este rubro es nuevo para mí... y es feo tu rubro Javier , hay cosas que todavía me dan miedo... - suspiré y me reí - Pero bueno.
- Si te llegan a llevar presa, bueno, son cosas que pasan... (...) - dijo, riéndose, entre otras burlas- Te mando un beso enorme.
- Otro para vos. Que estés bien. Gracias.
IV.
Sorprendida, note que llevemos en muy buenos términos la conversación. No me dijo nada de cuestiones afectivas. Solamente me dio su ayuda sin preguntar por qué. No hizo caso de las advertencias de la última vez sobre la corriente sexual que nos une, la buena onda o el humor. Solamente, me ayudó. Sin exigencias. Sin la obligación. Tampoco me dijo nada fuera de lugar o con intención sexual. Tampoco me dijo nada personal. Solamente, me ayudó.
En un momento se puso medio nervioso, se confundió, pero me ayudó creo que luchando también un poco consigo mismo. Y lo valoro.
Yo se que las cosas no van a cambiar. Que él seguirá siendo el novio de y yo seguiré siendo yo. Ni pretendo que cambien. Nosotros cómo pareja seríamos un desastre. Prefiero que todo sea así porque no hay chance de otra cosa mejor. Se que no va a dejar nada y que yo voy a estar bien así como estoy. Y que no es bueno que estemos cerca porque no nos sabemos controlar.
Pero hoy, si bien fue difícil para ambos estar en contacto, por todo lo que ya sabemos, se pudo controlar. ¿Si fue difícil? Muy. Tanto como no hablar con él. Pero esto constituyó algo de fuerza mayor y pudimos poner por delante la emergencia. Y salimos ilesos de ella. Y nos completamos como gente normal.
Cuando salgo de la oficina, hay un apagón. Muerta de calor, solo quiero ducharme y tomar vino. No tengo agua ni luz.
Pienso en que ojala alguien día la vida deje de ponerme en situaciones incómodas como las que viví hoy. Porque mí voluntad tiene un factor sorpresa que la defenestra. Y no quiero que eso me haga hacer daño a alguien.