jueves, 30 de marzo de 2023

Perdonarse

-¿Qué te dirías hoy, frente a esa situación, con el diario del lunes? ¿Habría hacía vos misma algún reclamo? 

Suspiré. 

- Sí. El no haber sido leal. Siempre tuve a la lealtad como un valor fundamental en mí vida. Con amigos, con familia y en mis relaciones. Es muy duro además creer que uno tiene el derecho a lastimar a alguien por no serle leal.  Eso me pesa. Cada día. Me pregunto qué derecho tenía yo de hacer sufrir a alguien... E hice cosas que podrían haber herido a personas. Con sentimientos iguales a los míos, de hecho. Personas como yo y vos. Es difícil perdonarme eso. 

- Bien. ¿Y si tuvieras la posibilidad de no ir, volver al pasado, dirías que no? 

Me quedé en silencio. 

- No. Es muy difícil de explicar, pero no le diría que no. 

- Bien, ahí quería ir. No estamos hablando de lo que está bien o mal. Estamos hablando de que existen conceptos que hacen referencia a dos cosas que suceden al mismo tiempo en igual intensidad y son igual de importantes -me explicó - El malestar que te produce no haber sido leal, al mismo tiempo, ocupa el mismo espacio que la decisión que tomaste de ir. 

-Exactamente. Te juro que me hace sentir mal pensar que pude haber lastimado a alguien con mis decisiones. Por eso, hice todo lo que pude para repararlo. Pero al mismo tiempo, nadie se imagina el dolor que produce el "no momento", el "ni lugar", la "no resolución". La duda. El silencio de tantos años. El no saber y el haberse resignado y que cuando menos lo esperes la persona vuelva y te ofrezca entender y terminen teniendo sexo. 

Suspiré. 

-  Poder... Estar juntos al fin. Tocarlo. Que me abrace. Que le ponga palabras a las cosas. Que me pida y poder dárselo...  Que no me diga más que me aleje, sino, que no me deje de pedir que lo toque y que lo abrace... Es una paradoja, pero fue un momento de mucho dolor y de conseguir algo tan ansiado... Por eso sucedió. Y yo no le iba a hacer lo que él me hizo. Yo si iba a presentarme después de casi diez años para no hacerlo sentir un perro de la calle y para dejar de sentirme la mujer que había despreciado. Por eso fui. Por todo eso. 

- Es muy fuerte eso - admitió - Y con esto quiero ser objetiva en algo, Veinte - se frenó - yo en tu lugar hubiese hecho lo mismo. 

Suspiré. 

- Con esto no quiero justificar lo que hice sobre la lealtad - le dije a ella-. Pero si poder poner en palabras y reconocer el lado de sufrimiento. Todos sufrimos. Por eso es un mal vínculo, pero en el, todos los dolores son igualmente importantes.  No hay un sufrimiento más válido que el otro... Y ese día, pensé por primera vez que todo era igual de importante. Que merecía tener respuestas. 

- Si. Perdonate.  Es un trabajo muy paja - me dijo - pero deberías hacer el proceso y poder perdonarte. Porque lo mereces también. 

martes, 28 de marzo de 2023

Cargada

 En la oficina, parte de las funciones de Cachabá me han quedado a mí. Eso hace que está semana y a partir de ahora este más cargada laboralmente. 

Si bien no hubo ningún tipo de presión para que haga todo ya, hay plazos. Y también me tengo que volver a organizar la semana en función de los plazos y de las cosas por hacer que ahora, lógicamente, son más. 

Desde ayer, eso me está generando bastante ansiedad.. es como si estuviera pensando más en como voy a hacer y con eso llamara a los quilombos. Y por otro lado, mis compañeros, están fastidiosos y se sienten exaltados por la ausencia de Cachabá. Entonces, se ponen pesados.  Ya, de hecho, estoy mucho más seria y mas cortante porque tengo cosas que hacer y porque si bien conozco lo que tengo que hacer es como si se me hubiera caído todo encima. 

Sí, soy muy controladora y metódica y esto es un cambio para mí.  Donde si bien me alegro de no verla, también tengo más trabajo. Y me importa adecuarme a un ritmo sano de trabajo, para poder mantener la salud mental y recién ahí volver a acomodarme. 

Sumado a esto, está es mí primera semana de clases en la universidad después de varios meses de vacaciones.  Es decir, que hay un incremento de cansancio, de horas fuera de mí casa y de presión bastante fuerte. Y si hubiera necesitado (para empezar bien la cursada una semana laboral tranquila) estos dos días fueron tremendos.  Trabajo hasta por debajo de la mesa y mí ansiedad queriendo terminar todo ya y bien y pronto. 

¿Para qué presionarme así? 

Hoy venía pensando en esto en el colectivo. Me di cuenta que está siendo una semana intensa y que es normal que me sienta agotada, de mal humor y sensible.  Que a la semana laboral se le sumó un comienzo de cursada con problemas ayer. Que hoy fue una cursada mejor, pero donde llego tarde por venir de trabajar. Y que a todo, muy despacito, me tengo que ir adaptando.  

Reconozco que debería pensar que todo es para mí mayor bien. Que tener trabajo es necesario, que estudiar me va a convertir en una profesional y que todo saldrá bien. Pero puf... Lidiar con miedos y ansiedades que han aparecido aquí, estos últimos días, se hizo difícil. 

Más allá de la ansiedad, las nuevas etapas son duras. Yo estoy en una: como responsable de un sector como es la Administración y con el control de las Cuentas Corrientes y además, estudiando.  Salgo temprano y llego tarde a casa.  

Mucho, sí. Mucho deber. Poco disfrute. Y mí ansiedad que no me deja tener pendientes para el otro día y que no me deja dar cuenta de mí propio cansancio. 

Necesito disfrutar. Pero también siento que tengo que ser más justa conmigo mismo y darme tiempo. Más allá de todos, que deberán chupar hielo si no les gusta. 

Ojalá la semana que viene y todo lo que venga sea mejor. 

Me iré organizando. 



lunes, 27 de marzo de 2023

El vuelo final

 Hoy lunes llegué a la oficina. Trabajé. Me preocupé por un problema que tuve con las materias de la facultad, que me cambió todos los planes, y en medio de todo ese torbellino que fue el lunes laboral, de pronto, mi empleador llega y nos saluda a todos. 

- Hola, Veinte - me dice - ¿Cómo estás? 

- Bien, todo bien por suerte. ¿Vos?

- Muy bien. 

Ese breve diálogo derivo en el saludo a Cachabá, que está cerca de mí escritorio en ese momento y mira la pantalla de la computadora.  

Mí empleador toma unos cheques y se reúne brevemente con el Gerente. Una vez que sale de la reunión, llama a Cachabá para hablar en privado. 

En el medio, yo intuyo el para qué, pero no quiero hacer suposiciones. A principios del mes el Gerente me preguntó si estaba bien en cuanto al trabajo para hacerme cargo al cien por ciento y le dije que sí. Pero no me imaginé que hoy iría a cambiar algo. 

Una vez que Cachabá ingresó a hablar consigo, yo justo descubrí que tenía el problema con mis materias por lo que no me moleste en nada más que en solucionar la situación.  Cuando tenía al menos una respuesta, Cachabá salió de la oficina, diciendo: 

- Bueno , chicas. No nos vemos más. Por decisión de *** y ****. No sé, arreglense ahora. Fíjense como van a hacer para facturar. Con el stock. No sé. Fíjense. Yo mañana ya no voy a venir. 

La echaron, sí. Y por un lado aunque me haya hecho la vida imposible, no le deseo el mal. Solamente me alegro de no tener que soportarla todas las mañanas. Pero por el otro digo: "¡qué persona forra, irse tirando mierda!". 

Cachabá ha dado su vuelo final. Eso es lo único cierto hoy. Atrás van a quedar sus actitudes de mierda o toda la conspiración oficinesca contra ella. 

Veremos qué pasa ahora. Ella siempre decía que se iba a ir por sus medios pero llegaron al punto de echarla porque no se iba mas. Y porque en el medio, no sumaba mucho. Pero eso sí: sospecho que no se irá sin hacer problemas o dramas. Esta clase de gente siempre quiere revancha. Ojalá la tenga en un sitio donde no moleste. 

Hoy no solo empiezo una nueva etapa en la facultad, con materias nuevas, sino también en la oficina. Dicho esto, me voy a cursar. 

 

domingo, 26 de marzo de 2023

Cachabá y su escoba

La semana anterior llegué a la oficina y a los pocos minutos llegó Cachabá. Como siempre llega tarde, el hecho de apersonarse en horario, resultó casi un milagro pero de esos desagradables. 

En cuanto mis compañeros fueron llegando, ya quería empezar a meterse en mi laburo porque no tenía nada más que hacer de acuerdo a la división de funciones que hizo Gerencia.  Yo le dije : "no me voy a ocupar del cierre hoy, porque tengo pagos pendientes y tengo que enviar los estados de cuenta". Ella me dijo "ah, bueno, yo voy a facturar pero como no tengo nada para hacer", haciéndose la buena. 

¿Qué decir? Éste último mes su desempeño fue un desastre. Ya vine de vacaciones con la noticia del sabotaje y cuando me compraron computadora nueva y mis compañeros me ayudaron para recuperar todo, su reacción fue comer mierda. Pero nunca se queda en paz. Nunca.  Es una persona completamente desconectada del trabajo conjunto de toda la oficina y que no acepta las divisiones de tareas como tal, pero que además, esconde sus errores. 

No sólo ocurrió lo de la computadora, o el desgaste de sus actitudes en lo cotidiano, sino que inclusive para el cierre anterior, es decir, durante los primeros días de marzo, hizo dos o tres cosas que fueron totalmente cínicas en el afán de que se me complicara cerrar. ¿Por qué? Porque el Gerente me pidió a mí sola que me ocupe del cierre como una manera de darme un espacio mayor y ver si podía lidiar con eso, y la dejó afuera a ella.  Y porque para mí era realmente importante que el cierre estuviera bien, como una manera de proteger mi trabajo.    Por todo ésto, como es esperable, es que vengo con poca paciencia. Sumado a que le ví la semana pasada las mismas intenciones de entorpecer, de mandarse cagadas y echarme la culpa, hay momentos donde no quiero ir a la oficina para no verla. 

 Por eso le contesté así, frenándola, para que no siga haciendo todo esto.  Pero obviamente que la densa, al rato, ya había venido a mi escritorio a buscar las compras y los gastos del mes para contabilizar. Y yo, como es algo que puedo controlar luego, le dije "la carpeta esta ahí" y seguí analizando las cuentas corrientes que son mi responsabilidad directa y demandan mucho tiempo. 

Unos instantes después, adelante del Gerente y de mis compañeros, me dice: 

- Pero acá no hay nada. ¿Dónde están todas las facturas de marzo? 

- Ahí están. ¿No tenés el folio? Sí, tienen que estar ahí - le dije, verificando que no se hubiera quedado en mi escritorio por accidente - Sí, tienen que estar. Contabilicé hace unos días. 

Hasta ahí, todo "bien". 

- No, acá no hay nada. Y esto se tiene que pasar en el sistema y estamos a veintitrés y acá faltan todas las de marzo. 

Me levanté, ya muy cansada de todo esto  y agarré la carpeta con las compras y los gastos que yo había contabilizado en un ochenta por ciento, por lo que estaba segura de su existencia. 

Saqué el folio de la carpeta. Saqué las facturas del folio. Las ojeé. Era, efectivamente, de marzo. 

- Éste es el folio - le dije, intentando mantener las formas. 
- Sí, pero no hay nada de marzo. 

Me sacó. 

- ¿Cómo que no? - le dije, y le saqué todas las facturas, mostrándoselas una a una  - Diez de marzo, diecisiete de marzo, seis de marzo, una que contabilicé del período anterior que va con fecha del primero de marzo, y ésta que es del veintiuno de marzo, es decir, la semana pasada. 

- Sí, pero faltan más. Del primero y del veintitrés. 

- Pueden faltar, pero las que hay a la fecha y las que mandan los proovedores, acá están. Si llega a haber más, C. se comprometió a pasármelas. Yo sé que él me las pasa e incluso sin que se las pida. 

- No, porque no pueden faltar... - dijo, ya buscando roña. 

Mi gesto, mi manera y mi tono eran los de una persona que se contiene pero ya no demasiado. 

- Me las va a pasar. El subidiario es el mejor que tenemos, te digo, desde que empezamos a contabilizar en mayo. Son muy pocos los gastos no tomados - le aclaré - Mandame al teléfono lo que falte. 

En la oficina, ni el Gerente ni mi compañera, que eran testigos directos de eso, se metieron. 

Yo continué con mi actividad sin dejar de hacer nada de lo que estaba haciendo por la mierda que había tirado en mi trinchera. Cachabá me mandó los faltantes y ni siquiera le tildé el mensaje.  Tomé aire. Me fui a hacer un café y volví a seguir con mis cuestiones tratando de continuar con la mentecita fría. 

¿Por qué la hostilidad? La verdad es que no pienso seguir permitiendo que se meta en mi trabajo, y menos, en el trabajo que yo hago con un compañero con el cual ella tiene un círculo tóxico e histórico de odio. No son problemas míos y ella debe hacerse cargo del rechazo de los demás sin proyecciones y sin acciones que intenten llevar el trabajo de uno a un mal camino. 

Mientras tomaba el cafecito y continuaba con mis asuntos, hablé:

- C.P. - le dije, al Gerente, que me había encargado algo - ya te mandé el último subdiario de Ventas del 2022.  Cualquier cosa avisame. Sigo con ésto - le anuncié - haciendo referencia a las cuentas corrientes.  

- Dale, Veinte - me dijo - Muchas gracias. 

A Cachabá no le dirigí la palabra en el resto del día.  Aunque no pude evitar preguntarme si existirá el día donde ésta vieja bruja se vaya volando de la oficina en su escoba mágica y se deje, por fin, por fin, por fin, de romper un poco las pelotas. 

martes, 21 de marzo de 2023

El más oscuro

 Lo que empezó con la denuncia de la PSA, continúa. Y eso inevitable me hace pensar en que Javier y yo no volvimos a hablar. Y en lo correcto que eso me parece. 

Tendría varias cosas que preguntarle y contarle pero he decidido vivir como si él no existiera o más bien, como si no se dedicara a lo que se dedica. 

Por otro lado, también me voy metiendo más en el rubro y me voy enterando de ciertas prácticas que me dejan sin palabras.  Prácticas en las que siempre están metidos los despachantes. Prácticas con la Aduana. 

Ahora entiendo por qué Javier supo darme las respuestas y anticiparse tan bien a la situación. Ahora entiendo por qué me dijo lo que iba a pasar, y está pasando. 

Y pienso lo mucho, pero lo mucho, que implica haberme alejado de él. Lo mucho y lo muy bueno. 

Por distintas cosas, ha tomado protagonismo el verdadero Javier. No el que yo quería que fuera y con el que intente tener una relación normal, con el que creí haberme reencontrando. El verdadero... Es decir, el más oscuro. 


viernes, 17 de marzo de 2023

Reunión cumbre II

 Anoche, me junté a cenar con El Ingeniero y con su hijo menor, en la casa del primero.  La verdad es que no era mí idea terminar cenando con mi amigo y su hijo menor (18), pero resultó así y la pasé muy bien gracias a la hospitalidad que demostraron tener ambos. 

El motivo por el que pasé a ver al Ingeniero fue porque en la semana nos compramos una caja de vino entre los dos, de una bodega que me recomendó. Cómo él suele hacer modalidad híbrida en su trabajo, y yo asisto siempre al mío, elegí mí oficina como punto de entrega.  La idea era pasar de camino a casa y dejárselos. Sin embargo, luego termine recibiendo la caja de vinos en casa por Edesur así que le avisé al Ingeniero que esos vinos eran nuestros pero que pasaba cerca del atardecer.  Él me tenía preparados algunos capítulos de lo que está escribiendo, a la vez que me insiste siempre a recibir algunos de los míos. El interés radicaba en saber más de su proyecto.  

Me preguntó si no me molestaba que estuviera su hijo, a diferencia de la vez anterior, que estuvimos solos y le dije que no; que si yo no les molestaba a ellos, pasaba y le dejaba todo antes de volver a casa. Él me dijo "cero, venite, te espero" y así llegué a su casa con tres botellas de vino tinto encima y sin una gota de maquillaje, pues confianza. 

Cuando llegué, ambos estaban mirando La Liga Europea de Fútbol, así que me senté a un costado y observé el juego en cuanto acontecimiento deportivo, tratando de intervenir lo justo para no interrumpir. Al principio, el hijo del Inge (a quien yo cuidé hace diez años) estaba tímido y concentrado en otra cosa. No me pasaba demasiada bola y yo pensé que quizá se sentía incómodo. Sin embargo después de un rato, cuando charlamos un poco con su papá, empecé a hacerlo parte y a preguntarle sobre sus cosas.  Y ahí, se le pasó la vergüenza y me contó muchas de sus cosas, al punto de que me sorprendió gratamente que tuviera tantas ganas de hablar sobre su carrera, sus amigos, sus sueños y forma de ver el mundo que está empezando a descubrir. 

Como parte del programa, terminamos yendo a comprar los tres al súper. Es un super del que El Ingeniero siempre me habla porque los vinos están a $2,50. En cuanto entramos, le pregunté si era éste super y me dijo que sí, con cara de risa, mientras murmuraba "uno viene a comprar comida y ustedes dos van por el vino". Me reí mientras me perdía en las góndolas y ayudaba a su hijo a elegir un Malbec aceptable para tomar al fiel estilo "vino loco". 

Cuando llegamos, el Inge se sacrificó por la causa y cocinó algo rápido porque su hijo estaba antojado de una comida específica, contrariando sus deseos de pedir algo afuera.  Mientras tanto, yo me quedé charlando con este adolescente lucido y piola , hasta que la comida estuvo en el horno y más tarde se nos sumó él, aludiendo que se había cagado de calor por nosotros.  Lo lamenté y le agradecí mentalmente la deferencia y la buena voluntad de recibirme, de ponerse a cocinar, de ir a comprar algo, y de preocuparse porque me sintiera cómoda en su casa. 

II. 

En un determinado momento, y viendo que estábamos hablando mucho con su niño, El inge apareció y me preguntó si quería leer unos capítulos de lo que está escribiendo al tiempo que me mostraba un vino.  Le dije a todo que si. A la recomendación del vino, o de la caja que nos habíamos perdido, y al acceso a los textos que aguardaban. 

Sumida en el patio, junto a ellos, y con la música que el hijo del Inge ponía, me quedé un buen rato leyendo. Analizando. Tomando notas mentales y prestando mucha atención. Una vez el momento de lectura pasó, pusimos la mesa entre los tres, comimos rico, y hablamos largamente mientras El Inge y yo tomábamos una de las botellas que le había alcanzado más temprano. A veces, en esa charla con ellos que duró horas, con el hijo del Inge, le explicábamos a él.  Otras veces, charlábamos de política con su papá y el adolescente lúcido que es éste chico, atendía.  

Pasadas las doce de la noche me fui agradeciéndoles una linda cena y una cálida bienvenida. Fueron por suerte muy amables, pero además, me hicieron sentir cómoda de verdad y me invitaron a disfrutar. 

La conclusión que me llevo es que si bien al principio me daba un poco de miedo ir y sentir que estaba interrumpiendo el tiempo padre-hijo, entiendo que hice bien en ir.  

Cuando me abrazó para despedirse, al final de la cena, el hijo del Inge me dijo: 

- Ey, vení más seguido vos, eh - y me sonrió jodón y simpático. 

- Gracias, *** por todo. Me alegra verte tan grande. Descansa. Que tengas lindo día mañana y buena cursada. 

- Mira, vení - me dijo El Ingeniero - estoy leyendo esto. 

Me mostró y me mostró unos cuentos de un chileno. Lo ojeé rápidamente porque me esperaba mí auto en la puerta. Le hice algunas preguntas y ya nos estábamos colgando de nuevo, porque en realidad entre nosotros no hablamos demasiado o como siempre, hasta que el lúcido adolescente, le largó: 

- Daaale papá, que la está esperando el Uber - con su comentario, en mí fuero interno me hizo reír por su frescura y su capacidad de decir todo. El Ingeniero me acompañó hasta la puerta. También nos despedimos con un abrazo y un "escribí, después  hablamos" de su parte.  

Hoy me levanté pensando que no toda la gente duele y eso me hizo bien.  Es muy valioso sentirse querido y aceptado, que alguien te abra la puerta de su casa, de su familia, y comparta con vos.   Para mí por lo menos. 


martes, 14 de marzo de 2023

La bendición

 Mientras escribo el título de este post, en mí mente suena el "qué bendiciónnnn" muy propio de los reels de ésta época y me río. 

Hoy el lado bueno fue que mí compañera despreciable de la oficina faltó. El lado feito, fue el calor y los cortes de luz en la ofi. 

Con mí compañera desagradable venía mal trazada; para comenzar la semana ya había querido culparme de algo que hizo mal y acumulaba ganas de mandarla a la mierda. De hecho, ayer, le miré la cara por primera vez en el día para decirle: "no, mira que yo mandé un solo mail más además de los tuyos. El resto de mis mensajes fueron por Whatsapp" porque la gente se estaba quejando de que no le llegaban las notificaciones por mail (pero si por Whatsapp) y la muy mala ya estaba diciendo en frente del Gerente que la que no había mandado los mails como correspondía era yo. ¡Pero eso era mentira, y por suerte, el Gerente supo darse cuenta y la mando a ella a hacerse cargo de sus cosas! 

Por eso, hoy martes, viniendo de esto y  miles más que hace a la vista de todos, me mejoró el humor no ver su rostro de Cachabacha.  Principalmente porque Cachabá - así la llamaré desde ahora- es una mina que transmite muy mala energía.  No solo a mí. A todos. Y si bien trabaja media jornada, el tiempo que pasa ahí, destila veneno. 

Así que, lo positivo del día, sin dudas fue su ausencia

Otra de mis compañeras hoy cuando se enteró que Cachabá faltaba dijo: "ay, menos mal que no viene porque tengo un humor de mierda para soportarla". Me cortaron la luz y no dormí bien".  En cuanto la escuché, me apené por su situación y le ofrecí café instantáneo. Pero además, entendí que la mala vibra de Cachabá la padecemos todos así que valore doblemente el día. 

II. 

Tema extra fue cuando estando en la oficina se nos cortó la luz. Mí compañera, que no tenía luz en su casa, se quería matar pobre y con justa causa. No había podido dormir y no podía trabajar. 

Yo por mí parte estaba transpirando cuando por fin nos dejaron salir más temprano y empecé a juntar mis cosas del escritorio para volver a casa. 

Antes de irme, sin embargo, estaba uno de mis compañeros de oficina con un atomizador lleno de agua.  Le pedí que me rocíe.  Él me roció y me fui fresquita a la parada sin importar la facha que podía llegar a portar. 

- Ahora sí, vamos - le dije a mí compañera buena onda, riéndome - Ya acá el hermano *** me dio la bendición. 

Y en mí menrez otra vez volví a recordar el reel de moda. 

III. 

Espero que pronto se termina esta ola de calor. Está imposible, de verdad. No recuerdo, en 28 años, haber sufrido tanto calor como durante éste verano. ¿Será? 




domingo, 12 de marzo de 2023

Trazos

 Ayer estaba almorzando en un bar de la zona céntrica a la espera de mí turno en la peluquería. Iba a ir a comer a un lugar que me gustaba más pero, por el calor, decidí comer en el lugar que me quedaba más cerca de la peluquería. 

Mientras almorzaba y escribía un poco, vi que pasaba Javier y su papá, por la otra vereda caminando. Javier hacía muchos gestos. Iba con una bolsa en la mano, y mientras revoleaba el otro brazo embutido en una anécdota para su papá, me di cuenta que salían del local donde yo había pensado ir a comer y no fui. 

Se me cerró el estómago. Vi a aquel tipo barbudo, de pelo largo, vestido con remera y short deportivo, siendo tan común y no entendí como podía sufrir así por un tipo que no tenía brillo alguno. Sin embargo, me convocó tantas cosas que hasta se me puso la piel de gallina y se me aceleró el pulso. 

Acto seguido, le mandé un mensaje totalmente impulsivo y estúpido. Acto más seguido, borré el mensaje y recordé que jamás vamos a tener una relación normal, por lo que hay varias cosas que están prohibidas consigo. O mejor dicho, que yo ya no quiero volver a elegir, porque sé al lugar de mierda donde me llevan. 

Ejemplo:  mandarle un mensaje para decirle "te vi, mándale saludos a ese ser humano del bien que es tu papá", es una de las cosas que elegí no hacer por mí bien. 

Y funcionó. 

Si bien al principio me sentí mal, porque verlo luego de dos meses me movilizó, y porque lo vi y pude recorrerlo todo sin que me notase, y porque pensé en mil cosas mientras lo observaba como un fantasma; funcionó. Al igual que funciona haberle restringido el contenido de mis redes, las historias y derivados. 

Todo sea por no desearlo más y empezar a protegerme. A veces, como en éste caso, no de lo que hace, sino, de lo que es capaz de hacerme sentir con su sola presencia.  

Pienso que hubiese sido de mí si finalmente iba a comer al restaurante y me encontraba con ellos. Prefiero agradecer que la vida no me sometió a eso porque se me hubiera estallado el corazón. 

Al menos, si nos teníamos que cruzar como un trazo atravesado en la hoja del otro, lo bueno es que está vez fue de lejos. Igual que pasaba antes. Y estar lejos de personas así, que sufren la vida y te hacen sufrir, es mucho pero mucho mejor. 

¿Costó contenerse y no exponerse y atajar el repiqueteo del corazón que me parecía se me iba a salir por la garganta con solo verlo? Sí. ¿Se logró? Sí. ¿Mereció la pena ese esfuerzo? Sí. Pensando en mí bienestar , claro que sí.  Porque fue no regodearse más en el sufrimiento. 

Me merezco estar bien. Y estos son los pasos que más cuestan y que demandan más fuerza y más energía, pero creo que son los que empiezan a modificar todo. 

Yo no odio a Javier pero lo quiero lejos porque si bien es lo mejor para todos, hace a lo que considero mejor para mí. ¿Y quién va a hacer lo mejor para mí si no soy yo? ¿El? ¿El se va a preocupar por lo que me pueda doler o costar, o se va a preocupar por lo que siente adentro de su boxer? Yo creo que hará lo que más le convenga sin pensar en mí. 

Por eso, elijo tenerlo lejos más allá de todo. Porque se dónde va a ir. Porque se dónde voy a terminar yo. Porque se que no va a cambiar nada. Y porque estoy lo suficientemente grande para poder aprender de mis errores y avanzar. Me lo debo. Son estos trazos los que diferencian una vida de otra. 


sábado, 11 de marzo de 2023

Repercusiones de semanas intensas

- Está semana fue intensa -admiti - el viernes pasado salí de acá muy angustiada. No te voy a mentir. Y eso me hizo pensar. 
- Bien - musitó. 

- Creo que hubo dos acontecimientos donde entendí cosas importantes. Uno de ellos fue verme salir llorando como salí el viernes anterior de acá. Me pare a pensar un segundo lo que estaba sintiendo y me dije: "¿qué hago diez años después sufriendo por lo mismo?". Me pareció demasiado. Es demasiado, ya. Y el otro fue entender que hay personas que hacen todo difícil. 

- ¿Por qué? 

- Porque pasaron diez años y cuando me vi salir de acá llorando el otro día dije "¿hasta cuándo voy a seguir sufriendo por esto?". Estos años para mí no fueron en vano: vivi muchas cosas, crecí, maduré. Hubo un recorrido que hice. Desarrollé habilidades. Tomé decisiones. Trate de hacer todo para estar mejor y lo sigo haciendo cada día. Y no puedo permitirle a Javier esto de hacer como si yo no hubiera aprendido nada y como si el no hubiera mejorado en nada. ¿Por qué tengo que seguir sufriendo así por alguien que no vale la pena? Nada, ni él, cambió en todos estos años. No aprendió nada, no mejoró, no entendió nada de la vida. Tuvo millones de oportunidades conmigo y siempre, hasta hace meses, las desperdició. 

Suspiré

 - Y el resultado es que con sus decisiones de vivir esa vida sin aprendizaje, me destruye por dentro. Se acerca y duele porque no tiene idea de lo que es para mí hacer el esfuerzo que hago para contenerme y para seguir adelante. Siento que no es justo esto. No es justo porque me hace sufrir con sus actitudes y yo lo único que siempre tuve con el fueron buenas intenciones.  

- No. Claro que no es justo.  En esto, la angustia cumple una función aclaratoria. Hasta ahora venías haciéndote cargo de la situación con Javier. Venías haciéndote cargo de todo para que no quedará expuesto. Para que no sufrieran ni su pareja ni el. Pero estabas sufriendo vos. 

- Mucho - admití. 


- Y Javier no actuaba mostrándo responsabilidad. Parecía que mientras vos ponías orden, a él, todo le estaba saliendo gratis. Pero es importante que lo que haga no sea gratuito, porque del otro lado vos estás levantando todo, y llega, y parece como si lo tirara todo al suelo - argumentó. 

Asentí. 

- Yo quiero vivir en paz. No tengo aspiraciones de odio o de resentimiento. No tengo grandes motores negativos. No fui a ponerme en pelotas en su casa, no lo tente. No le escribo para provocar nada negativo en el. Al contrario, sabe que soy incapaz de hacerlo. Y la relación no la tengo yo. Las cuentas no las tengo que rendir yo. Hoy en día, no miro todos los días a la cara a una persona que le miento. Eso lo hace él. Y es injusto que la que se sienta mal soy yo. 

- Principalmente, porque parece que vos lo estás apañando y si lo notas, él en ningún momento puede pensar como lo tomsrias vos. Si te hace mal o no. Veinteava siempre puede. Él es el que no puede. Él se asusta cuando te ve. Él te deja te hablar cuando no puede manejar las cosas. 

- Lo se. Y he pensado cuánto aguante todo este tiempo. A mí me cuesta y eso nadie lo ve. No aspiro a hacer sufrir a nadie, ni a vivir mal...- suspiré - La vida no tiene por qué ser tan difícil de vivir y aunque te parezca mentira, Javier me conecta tanto con el sufrimiento que pierdo de vista ese proyecto de vida sana para mí.  Yo no soy como él. Yo peleo por lo que quiero. Yo me arriesgo. Trato de estar bien. Pero cuando él viene... Dios... Pierdo todo ese proyecto de vista... Es indignante. 

- Y te sumas al suyo... Al no proyecto. Aquello que viene todo mezclado. Porque Javier elige ésto. Podría no regodearse en el sufrimiento de lo que no puede resolver con vos. Podría no haber mandado ese audio. O podría no mirarte las historias, ni decirte las cosas que te dice, pero elige decirlas. Y elige no borrar el audio haciéndose el tonto... O elige escribirte a ver cómo te fue.  O mandarte gatitos mientras festeja con la gente de su trabajo -enunero - elige no ser honesto con su padre o con su pareja sobre los motivos por los cuales se acerca a vos. Y se acerca y cuando ve la oportunidad huye diciendo que se asustó. Y eso, es demasiado fácil. 

Medite sus palabras. Tenía razón ella. Ese recuento era correcto. 

 - Es políticamente correcto asustarse. Pero él huye -marque-  La gente como él es capaz de hacer sufrir mucho a alguien ¿sabes? - le dije , mientras pensaba en eso -  Parece que porque él sufre, y sabemos que elije sufrir, también somete a gente ajena a pasar por lo mismo.  

- Sí - dijo ella. 

- El punto es que yo no elegí sufrir la vida que tengo, elegí pelear por vivir una vida mejor. ¿Que quiere una persona de la vida que no sea poder disfrutarla?  Javier la sufre. Trabaja en lo que no le gusta por la plata. Tiene su casa propia. Podría viajar y no se permite viajar. Podría hacer negocios para salir de eso y no lo hace. ¿Qué hace? Come mierda en un rubro tóxico todos los días. Tapa todo con whisky caro. Eso hace. 

- Pero el whisky es una curita. Javier no soluciona nada tomándose un whisky. Y lo sabe. Pero también te lo confiesa. Cómo si eso no tuviera mayor pena. 

- Antes yo lo comprendia. Pero hoy en día no quiero que una persona ajena , que elige todos los días lo que hace y como lo hace, me venga a teñir la vida de un sufrimiento que podemos llevar de otra manera...  

- Pero no se puede... O al menos, no los dos.

- Yo se que le es muy difícil tratarme. Te juro que lo puedo hasta comprender y entender si me pongo en su lugar. Ni sé si lo que le pasa a Javier conmigo tiene un nombre. Pero hay una frustración con la que tenemos que aprender a vivir. Él, con el hecho de desearme y tener una pareja a la que responderle. Y yo, con el hecho de que nunca vamos a poder tener una relación normal. 

- Pero hay maneras y maneras. Está demostrado en la forma que lo llevas. Javier también podría elegir algo distinto. 

- Si. Pero jamás lo hará. Es su pendiente. Es lo que él desaprovecho mil veces. Es lo que no resuelve. Yo le di todo lo que alguien puede darle a otro para que lo podamos resolver. Todo. Le di todo, supere mis límites, acepte cosas que no pensé que iba a aceptar para que la carga nuestra fuera menos pesada.... ¿Y seguimos en esta? No. Ya no se puede más. 

- La paciencia se acaba. Yo creo que él sabe con quién está tratando, que vos sos una persona que le tiene paciencia y que es muy generosa con él, pero no se preocupó por tu carga.  Le regalaste mucho. Y hacer lo que hace, parece que le sale muy gratuíto. Sabe que lo que hace no tiene mayores consecuencias en vos. Que no vas a exponerlo. Que no vas a pasearte por su casa desnuda. Que vas a facilitarle su carga. Que vos cuando a él se le complica, te vas. Que cuando el viene a buscarte por si necesita algo, estás. Sabe que no vas a decir nada que lo perjudique a nadie. Lo protegiste con su papá. Lo haces para que no pierda su relación. Le regalaste mucho. Y lo curioso es que si algo me dijiste que compartías con El Ingeniero, tu amigo, es que ustedes dos no regalan nada. 

- Si. Toda la razon. Yo, me regale, me puse en una bandeja de la que pudo comer - musite - Hasta ahora, lo perdonaba. Y no es que no lo vaya a perdonar por todo lo vivido, porque siempre tuve una cuota de responsabilidad, no se trata de eso, pero perdono lo que pasó y listo, no habilito más. Se trata de que no voy a dejar que nadie me cague la vida. Eso es lo que no le voy a permitir. 

- Ahá - musitó. 

- Javier no puede venir a desordenar, a decirme cosas, a irse, a aparecer... porque genera dolor. Y si viene, no va a salir apañado cómo antes. No puede seguir siendo así, esto. Si acercarse a mí le trae problemas en su relación, bueno, es una consecuencia. Si se tienta, es otra consecuencia. Si le cuesta, y debe controlarse, es también algo que le tocará, tendrá que vivir con eso, que es lo mismo con lo que vivo yo y lo que ya no quiero sostener... Nadie lo mando a vivir la vida de mierda que elige. Podría haber tenido todo y no lo quiso. Entonces, que se cague. 

- Es cómo cuando antes le ponías las manos frías en la cara para que se calme... y ahora, no. No debe ser así. Debe asumir, como un adulto, las responsabilidades y hacerse cargo de lo que genera en los demás con sus actitudes. Porque parece que no lo hace... 

- Si. Fue una manera estúpida de protegerlo. Cómo si la relación la tuviera yo. Cómo si yo me tuviera que hacer cargo de todo. Pero se acabó. Yo no lo cuido más. Me tengo que cuidar a mí. Porque si no lo hago, voy a salir muchos viernes más llorando así como salí el otro día. 

- Haciéndote cargo de cosas que no te corresponden... 

- No. Y culpandome un montón por cosas que pasaron. Nadie se fijó en los ocho años que pasé viendolo no poder decirme nada. Nadie lo vivió más que yo. Nadie sabe cómo me miraba los estados a las tres de la madrugada y yo decía: "bueno, se confundió". Y si alguien en algún momento supiera lo que yo hice, pensaría que soy solo una pendeja forra. Pero no. Aguanté demasiado antes y aguanté otras cosas desde que volvió a mí vida durante ocho años. Lo cuide durante ocho años. Ya no quiero aguantar nada más.  


jueves, 9 de marzo de 2023

La renuncia

 Dije que no lo iba a volver a llamar y no, no lo llamé. El que me escribió, fue él. Hoy, mientras trabajaba(mos). 

Me preguntó cómo me había ido. Le llevo casi una semana hacer una pregunta básica y me di cuenta que yo considere que me había tratado mal y lo desacredite y él después de tratarme fríamente se acercó solo. Es decir que cuando uno espera, el otro no esta. Y cuando el otro espera, uno no está. 

II. 

¿Es caprichoso esto de no poder congeniar dos intenciones?  No. Creo que es una de las más grandes pruebas acerca de lo que es no corresponderse o no sincronizar.  De creer que congeniamos con alguien y de resultar que no, que llevarse bien e intencionar a la par es otra cosa. 

 A mí, esta semana me ayudó a distanciarme y se me movieron muchas cosas por dentro el viernes pasado cuando salí llorando de terapia. Por eso reaccione así. Y evidentemente, a Javier se le movió otra cosa para hacer hoy estás preguntas. Seguramente, las ganas de romper las pelotas o la culpa por haberme tratado mal y la sensación de pensar que yo puedo necesitar algo de él y que cómo no me va a ayudar... Hicieron el efecto contrario al que yo necesitaba, es decir, que cuando necesitaba tenerlo lejos, se acercó con un interés que me parece tardío e innecesario. 

¿Por qué? Porque de su lado, yo no creo que sea del todo solidario con su pregunta. ¿Una semana tardo en darse cuenta que me trató como a una desconocida? No sé si me explico. Quiero decir con eso que no creo que sea un interés de ayuda como si fuera "Despachantes sin fronteras " el hecho de que haya vuelto a escribirme por el asunto.  

E incluso, entiendo que si estaba esperando que yo volviera a escribirle... Se habrá dado cuenta que no iba a pasar y dejó pasar por eso el tiempo. 

¿Quien sabe? 

II. 

Yo sé mí parte. Sé que le contesté muy profesional. Igual de desinteresada que él la semana anterior. Yendo al punto, sin dobles fondos.   Le dije lo que pasó con la PSA, le comenté que iba a pasar lo que tuviera que pasar y que no podía hacer nada extra. 

Javier se turbó un poco con mis respuestas cuando relaté las cosas fríamente y cuando le devolví la generosidad de algún comentario goma. Y su primera reacción fue huir. Y mí reacción fue decirle "como siempre". a

Para llevarlo todavía más a lo profesional,  le pregunté si en todos estos años no había desarrollado una estrategia que le permitiera trabajar en paz en un rubro que como me dijo "todos los días tiene un quilombo distinto". En relación a eso, lo cuestioné y pregunté como estaba viviendo las nuevas políticas de comercio exterior. 

Cómo la charla se estaba tornando demasiado seria y profesional, es decir, lo que él había hecho conmigo días atrás,  Javier me dijo que su única estrategia para soportar el comercio exterior es tomar whisky. "Un whisky bueno, aclaró, ya me compré otra botella".

 Para cortarle el perfil de "yo, bebededor serial",  le dije que se iba a convertir en el señor whisky, un adicto a eso o a la marihuana.  Se quedó callado. Me dijo que no, que no se iba a drogar, que me quedara tranquila. Le dije que yo estaba muy tranqui. Pero que él debía cuidar sus consumos. Antes me dijo que tenía que dejar el whisky, que tenía que empezar a cuidarse, así que me base en su intento de darme lástima. Pensé en decirle que si, que ya era una persona mayor y que se tenía que cuidar, pero en cambio, le dije que lo que estaba eligiendo no era cuidarse, sino, darse duro lentamente. Principalmente, para que no metiera a la edad en la charla. 

Mientras volvía a hablar consigo de modo profesional, recordé cuando me dijo que jamás se me ocurriera probar el whisky, una noche en su casa hace meses atrás. Le pregunté por qué me decía algo así, si el lo tomaba desde hacía más de diez años e incluso lo había tomado la noche donde una decada atrás me había dejado. Solo me respondió: "porque es un vicio caro", como si solo él lo pudiera pagar. Lo miré con pena. "Eso no califica como motivo. Hay algo más", lo enfrenté. "Porque te va a encantar. Yo no te voy a convidar porque después no vas a salir más", dijo. "Vos siempre igual, le dije yo, sin querer mostrarme nada".  A Javier se le enrrojeció el rostro cuando me escuchó decirle eso. "No me interesa hoy en día sumar más alcohol, de todos modos", añadí enseguida. Por las dudas de que al señor se le ocurriera mostrar algo que luego, la pobre pendeja trofeo, no pudiera comprarse. 

III. 

En ese momento pensé que el se puede comprar mil botellas de whisky importado, que lo consigue como nada, pero que no puede compartirlas. Que se las toma solo, para evadirse, que se escapa con whisky. 

 Y también pensé que en cambio hay gente que te comparte un vino modesto y te recibe y se hace el espacio y no caga a nadie para hacerselo y quiere nada más pasar un buen momento y no cree que seas más o menos por la plata que tenés.   Y que no te echa en la cara que tiene diez veces más plata que vos, aunque sepa que además de rebelde, combativa y yegua, sos también considerablemente más pobre en relación a su bolsillo.  

De hecho, y mientras hablábamos con Javier, lo imaginé, sentado y solo en su casa, por la noche, escuchando música con volumen alto, tomándose su medida de whisky caro. Y recordé también cuando me confesó que hacía eso cuando no podía dormir y sospeché que seguramente está noche haga lo mismo.  Se atragante con whisky porque me habló y no me tenía que hablar o porque me mandó un mensaje y me preguntó y no me tenía que preguntar y porque está en pareja y porque no corresponde que quiera hacerme el amor como me lo quiere hacer y bla, bla, bla... 

Cansa. Me cansó todo esto. 

Javier no sabe, ni sabrá, que yo renuncie a tener consigo una relación normal, es decir, a protegerlo, a fingir, a intentar sostener algo que no tiene por qué estar en mí vida. A hacer una fuerza tan grande y absurda ¿para qué? ¿Para que un día me trate bien y al otro día no pueda manejar lo que le pasa conmigo (y el saber que me pasa algo consigo) y tenga que hacer como si no existiera? ¿Por qué hacer tanto esfuerzo por una persona que para tolerarme tiene que hacer como si no existo y luego viene y cuando puede soportarme, habla? ¿Tanto esfuerzo para esa mierda? ¿Por qué seguir bancandome ser la peste? 

Me cansé de este papel de persona que sufre por otra persona que sufre y hace sufrir y que teniendo todo para no sufrir, no lo hace. Es seguir diez años después sufriendo por la misma persona que no hace nada y que en diez años el único gesto sorpresivo lo tuvo para tener sexo como otro escape. Uno aún peor. 

IV. 

Ojala llamemos a las cosas por su nombre a partir de ahora. 

Me da igual si nunca más me vuelve a escribir. Hoy en día me importa lo que hago yo. Lo que puedo hacer yo para lidiar mejor con esto y deshacerme de lo que me tengo que deshacer.  Sacarme ese esfuerzo de encima, esa presión, esa idea de que teníamos que poder resolver algo. 

Porque toner conciencia de eso, fue lo que le resto a sus acciones mucha impotencia.  Fue lo que hizo que hoy pudiera hablar consigo medio burlándome. 

Sí, ya sé: pude haberlo tenido gimiendo debajo de mí, puedo conocerlo desnudo, puedo saber cómo está con solo mirarlo, puedo hablar con su papá y haber conocido a sus sobrinas y trabajar ahora en el mismo rubro y vivir en el mismo barrio...  Puedo haberlo tocado, acariciado, o besado con el alma. Incluso, pude haberle brindado placer, pude haberlo amado como lo amé, protegido hasta el cansancio, inclusive abrazado y anhelado durante muchos pero muchos años... Pero ya se, ahora se, que no puedo tener una relación normal. 

No, no podemos tener una relación normal donde no se sienta ese teatro mutuo, ese disimular, donde el pasado en común no esté tocando la puerta de la peor manera. No, no se puede. Javier es éste Javier. Y yo, soy yo para él.  Compartimos ese pasado. Compartimos el anhelo secreto durante años. La espera. El deseo. La consumación y las contradicciones permanentes... Pero no por esto yo voy a seguir luchando. 

Ya no quiero pelear más. Y por eso,  no me voy a quedar ahí, luchando, adecuando todo lo que soy como una loca, por algo que nunca va a suceder, es decir, por el deseo tonto de superar conjuntamente ese pasado y poder reconstruir el vínculo humano en el presente. 

¿Qué podemos construir nosotros dos hoy si lo único que sabemos es hacemos mal? ¿Qué consuelo puede constituir tener sexo todo el tiempo, si así fuera, cuando lo único que sobrevendria a eso sería la culpa, la bronca, el enojo porque todo sea como es y haya sido como fue? 

Ya basta. Es demasiado hacer por alguien que jamás haría eso por mí.  No vale la pena esa pelea. Nunca vamos a ser pareja, ni amantes , pero tampoco nunca vamos a poder ser amigos. ¿Si lo intenté? ¿Si intenté hacer algo más o mejor con tengo dolor? Lo intenté al punto de canjear mis valores por los suyos si a cambio de ese sacrificio resultaba. 

¿Y qué pasó? Nada resultó. 

Es por eso que me decidí a dejar de intentarlo y desde entonces me parece algo perfecto. Me da paz.  Y es para mí lo único que cuenta a partir de ahora al momento de elegir.  Que me dé paz tomar la decisión que sea. 

❤️





martes, 7 de marzo de 2023

Macaneo

La PSA el otro día hizo de las suyas. Era sabido y lo confirmamos en estos días a nivel oficina. El policía que vino la semana anterior tenía intención de macanear. Y macaneó. Obvio.  No les pagan su sueldo para tomar te con masitas secas, lo sé. 
Por suerte no tuve la mágica idea de llamar a Javier, como la semana pasada, porque no soportaría otra situación de "sos un numero". Y por suerte, lo que me pidiera decir o lo que pudiera aconsejar, ya no me importó.

Creo que es mejor que todo pase como deba pasar. Que todo se dé como deba. Total... ¿Qué puede hacer o decir de nuevo este simple Despachante de Aduanas que fue durante casi una década el hombre que amé? 

Nada nuevo.  Por eso no lo llamé. Por eso he decidido ignorarlo de acá en más y renunciar a la idea de relación normal.  Ya está. No la vamos a tener. Nunca.  Y prefiero entonces no tener ninguna relación ni siquiera de intercambio sexual.  ¿Alguien se imagina lo rápido que terminaría siendo una relación de amantes mantenida durante años y años? No. Por favor. De solo pensarlo, me muero. Eso sería tirar mí vida a la basura por darle el gusto a Javier de seguir animandose a medias. Porque eso tambien influye: Javier me dijo yo me anime, mandé todo a la mierda, hacelo vos también por favor". Pero... ¿a qué se animó, si no puede sostener la postura dos días? ¿A qué? ¿A querer tener un vínculo de amantes?  ¿Para qué? Siempre va a proteger el recorrido por el que dirán y por la lástima y por lo construido y porque quiere a la persona que tiene el lado. Nadie se queda con quién no quiere. Y también considero que siempre habrá soñado con mantener ese idilio donde el tiempo no pasa y nosotros dos nos seguimos mirando y deseando como dos estúpidos así hayan pasado diez años. 

Yo me anime, tomé la decisión, me dijo Javier la noche de la confesión... Después de lo que hizo la semana pasada , le preguntaría a qué se animó. ¿A cagarle la vida a dos personas que lo quieren, cuando él no sabe querer a nadie? Quizá. 

No me desentiendo de mi cuota de responsabilidad sobre los erorres que cometí. Pero hoy ni siquiera porque aparezca el propio Director General de Aduanas en la oficina yo lo voy a volver a llamar. 
Pedirle ayuda a gente como él es perder toda dignidad. 

lunes, 6 de marzo de 2023

El regreso

 Hoy mi compañera , la saboteadora, volvió a la oficina. Cuando me vio, Jesús, la cara de desagrado y de mala con la que me miró... ¡Me sorprendió esa expresión imposible de desinflar y de ocultar! 

Cabe decir que hoy lunes y sin darle ningún tipo de explicación, me mudé de escritorio. Es decir, me aleje de ella, y de toda su mala onda concentrada.  Fue increíble pero los diez días que estuve ahí, se rompieron cosas. Se trabó el sistema. El trabajo se complicó. Se me rompió mí amuleto de protección. Y obvio , trate de revertirlo. Pero a veces es creer o reventar. 

 El asunto de la mudanza a la loquita ésta mucho no le gustó según parece. Menos le gustó cuando me llegó un paquete a la oficina de algo que me compre y se le iban los ojos para saber qué era. Ni mucho menos, cuando noto que la hija de mí jefe me hizo un dibujo y yo lo deje pegado en su computadora (juro que fue sin querer, por mudarme apurada). 

Fue un montón para un lunes. Va a ser difícil acostumbrarse de nuevo a su penosa presencia. 

Me iré a descansar y a disfrutar de este rato conmigo misma. Gente así te roba la energía y hay que recuperarla. 

sábado, 4 de marzo de 2023

Llegar al fondito

 Ayer tuve una sesión de terapia tremenda.

Salí llorando y por primera vez en todos estos años donde hice terapia le pedí por favor no hablar más del tema por esa sesión porque no lo podía soportar. 

En casi el año que llevo haciendo terapia con esta psico (que me gusta un montón) nunca había llorado frente a ella. Pero tampoco nunca había ido tan lejos en ciertos temas con ninguna psicóloga. 

Y aunque no me guste la parte del llanto, yo sé que la terapia es para eso. Para sacar la mierda o para pensar la felicidad que queremos construir. Para escucharnos. Y hoy yo me escuche decir frases demasiado dolorosas pero demasiado verdaderas que sacaron un montón de mierda afuera. 

 Y ante la repuesta de mí psico, que fue algo tan obviamente doloroso, yo simplemente le dije que no sabía y me puse a llorar. Porque dio con algo muy cierto que yo nunca había visto de ese modo y eso fue un flash. Es decir, una mierda que adentro era durísima y que afuera se había convertido en abono. 

Claro que ella hizo un trabajo excelente hoy, estoy totalmente agradecida aunque haya llorado tanto. Pienso que hay que dejar tan desarmada a una persona con yo, que va a terapia a pensarse pero no a llorar y que eso implica una asertividad en sus intervenciones, las cuales valoro y demuestran un compromiso esperanzador para mí. Yo pienso mí terapia como un espacio intelectual de construcción positiva pero no como un rincón para llorar. Y hoy, sin embargo, buena parte de mí sesión me la pasé llorando. 

 Cuando un rato después subí al departamento de mí hermana para alistarnos con motivo del cumpleaños de mí mamá, su perra me recibió alegremente.  Se puso super contenta y yo la llene de besos y de diferentes caricias. Curiosamente, como no había hecho nunca antes, me dio besos en una parte específica de la cara: los ojos. Y hasta me pareció que me secaba las lágrimas que no había visto pero, de seguro, había podido oler. 

De lunes a viernes fue una terrible semana en materia de intensidades. Pero que me dejó mucho para seguir trabajando. Y llorando, si siento la necesidad.  Soy humana. 


viernes, 3 de marzo de 2023

Arrepentido

" Qué estúpida, yo tengo la culpa de ser tan pelotuda, ¿para qué mierda hice esto, para qué?", pienso.  

Tecleo estresada en la oficina. Esta semana fue un drama salido de esas series coreanas de moda. Volvió la PSA y se puso a revisarlo todo. Mentir cansa. La pesquisa no dió buenos resultados, o los esperados, para nosotros.   Quedó todo en un tenso veremos que nadie sabe para dónde puede saltar, aunque todos deseamos que sea para mejor. 

Javier, del otro lado, me había dicho que le contara cómo seguía todo porque algo lo alentaba a esperar a la hora de analizar la situación. Así que, cuando se fue el oficial, le comenté lo que había pasado y le pregunté si era algo grave, porque lo podía percibir, pero no podía entender si corría riesgo algo crucial para mi trabajo.   Pero la otra sorpresa fue que, pese a haberme pedido cuatro veces que le cuente cómo seguía el asunto, cuando se lo comenté para ver qué opinaba del curso que tomaban los acontecimientos, me trató muy fríamente. 
Como si lo molestara y no como si él me hubiese pedido CUATRO VECES en la misma charla que lo mantuviera al tanto de la próxima visita de la PSA. Y la verdad es que... sentí su rechazo tan fuerte que me arrepentí de haberle pedido ayuda y de haber seguido su consejo del miércoles de mantenerlo al tanto de todo.  

¿Qué pasó en el medio, no? ¿Qué cambió? ¿Por qué reaccionó así? ¿Cómo pasó de una actitud generosa a una actitud fría y protocolar?  Creo que está arrepentido de ayudarme. Por la razón que sea, se arrepintió y forma parte del rechazo que me expuse a recibir por ser una estúpida que necesitó ayuda.    ¿Será que se le debe desorganizar algo por dentro, y la consecuencia es que ante ese evento que no puede manejar, me trata de una manera totalmente impersonal? No sé. Yo solamente me siento una pelotuda por pensar que, ante algo importante, no se iba a comportar como un tonto y un cagón de ofrecerme ayuda de mil amores y después tratarme así, tan frío, como si lo estuviera molestando.  Pero lo hizo, y la verdad, es que tiene todo el derecho de reaccionar así aunque me parezca una burla. 

¿Qué espero, no? ¿Un milagro, que sepa separar, que sea prolijo? Es imposible. Así vive todo conmigo. Y así se comportó siempre conmigo. ¿Qué esperaba de nuevo, cómo fui tan tonta? ¿Que me ayude sin sentir culpa o pudiendo separar la pasión de lo profesional?  La pelotuda que se equivocó esta vez fui yo. La tonta que lo cree capaz de tratarme como a una persona y no como a un culo, soy yo. Sí, soy yo. Porque si me tocaba a mi, obvio que lo hubiera ayudado hasta el final y lo hubiera asistido separando todo lo que me mueve de todo lo que lo preocupaba.  Esa es la diferencia: yo tengo todo en claro y puedo hacerme cargo de ésta cagada que me mandé. ¿Por qué? Porque lo principal está firme en mí: lo quiero tanto tanto que no estoy dispuesta a hacer nada más que dejar que este amor se apague, pero eso, no me quitaría la humanidad y el interés por poder colaborar en algo que le hiciera más fácil la vida.  Yo sé entender que podés ayudar a una persona y no por eso te la tenés que coger, yo puedo tenerlo en frente sin quererlo desnudar, yo sí puedo hablar con él sin que se me prenda fuego la vida y el corazón.  Sé entender la dimensión humana en las personas.  Pero Javier, parece que no. Que un día me ofrece su ayuda en segundos y luego me trata con protocolo y ceremonial, al punto de alejarme mil kilómetros a la redonda. Entonces, que se vaya a la mierda. 

Hoy la culpa la tengo yo, lo sé, fue mi error, es mi responsabilidad recibir el resultado de este error que cometí y me merezco que me trate así por ser tan tarada de pedirle ayuda a él. Pero ¿qué hubiese pasado si hubiera podido manejar y separar? Nada. Le iba a agradecer e íbamos a quedar en buenos términos, no lo iba a desnudar en la cocina de su casa como él sí quería hacerlo conmigo.

Que diferentes somos, después de todo, y cuánto se la complicamos al otro. 

Lo mejor es olvidarse de todo. No preguntarse más. No buscarle lógica.  Decir acá no ha pasado nada y hacer como si el otro no existiera.  Y jamás volver a pedirle ayuda.  Porque se va a arrepentir de haberme tendido una mano. Como hizo hoy. Precisamente. 




jueves, 2 de marzo de 2023

El equilibrio intenso

Hoy pensaba en lo extraña que es la relación que tenemos con Javier en la actualidad.  Y lo muy extraña, en relación al pasado, principalmente.  Pasamos tanto tiempo distanciados que, por momentos, no le encuentro otra solución al vínculo. 

La nuestra empezó como una relación de buenos compañeros de un grupo cultural hace diez años. Siguió como amigos o lo más parecido a eso, hasta que empezamos a sentir atracción en el medio de esa amistad inesperada.  Yo asumí la atracción y el amor como si hundiera la cabeza en un lago. Javier, en cambio, no. No la aceptó y pretendió seguir como si nada con su vida pese a que yo le había entregado todo mi corazón y le prometía un amor sin lastimaduras. No se enamoró de mí, al menos desde mí concepto del amor, no hizo lo que debía en el momento justo. No se la jugó. No trazó ningún movimiento histórico en el tablero. 

Después pasaron muchos años, donde ni hablar podíamos. Fue la única persona con la que no me salían las palabras y a quien lo veía confundirse y me ponía más nerviosa aún cuando pretendíamos hablar.  Era un cuadro patético permanente y pese a todo Javier intento acercarse casi siempre durante las reuniones sociales que compartíamos. Sin embargo, yo casi siempre lo rechacé. ¿Qué le aceptaba? De vez en cuando una charla fría y otras veces que me sirviera bebida fría si veía mí vaso vacío aunque estuviera en la otra punta de la mesa. Nunca nada más. ¿Por qué? Porque tenía miedo. Porque yo sabía que estaba ocultando algo y me daba miedo que nunca me lo dijera y sabía que me tenía que resignar para poder ser feliz con otra persona en algún momento. Porque estaba enojada. Y principalmente, porque lo seguía queriendo y no necesitaba más sufrimiento. 

II. 

Por razones que no entenderé jamás en 2022, nos encontramos en la calle y fue esa la mañana del día donde cambió todo.

 Entre el 2020 y el 2021 nos habíamos cruzado algunas veces por el barrio pero todo consistía en la misma dinámica: yo lo trataba bastante fríamente y Javier no podía avanzar mucho. Eso me causaba mucho dolor pero lo hacía por miedo. Por miedo a que viniera a decirme algo que yo no podía escuchar. 

  Incluso, cuando me cruzó un día de 2020 por la calle con mí madre, me saludó (solo a mí, porque mí mamá lo fulminó con los ojos) y me tocó el brazo mientras pasaba por mí lado. Estabamos en pandemia y la gente lo último que quería era tocarse, pero en su caso, le resultó inevitable para llamarme la atención. Yo lo saludé, claro, porque siempre me importó más él que los prejuicios ajenos y mí mamá optó por ignorarlo.  ¿Qué decir o qué pensar? En ese momento, que no había ninguna cosa que pudiera pasar para que cambiara esa situación. Que así quedaríamos, distantes y ajenos, fríos, para siempre. 

Y de hecho, fue así hasta esa mañana de otoño de 2022. Y fue así hasta la noche de ese mismo día, del 2022, cuando me lo confesó todo. Donde yo también lo pude escuchar aunque eso me supuso un quiebre. Donde me encontré lo suficientemente calma para transitar ese miedo.  Es decir, el enfrentarme a todo lo que durante años me había gritado con la mirada y con gestos muy sutiles y cobardes. Pero no tan sutiles ni tan cobardes, si yo me había ganado incluso el desagrado de su novia desde el momento donde entendió que Javier conmigo se ponía demasiado nervioso.

 Ocho años después, continuaba con ella y se cruzaba conmigo. Ocho años, durante esa noche, se encontraba conmigo y me escupía en la cara un montón de cosas que al día de hoy me bloquean si pienso demasiado en ellas. Ocho años después pasaba todo lo que debía haber pasado ocho años antes y daba -al menos yo- por cerrada una historia larga, dolorosa, y llena de deudas. 

Recuerdo que antes de encontrarme con Javier la noche del 03 de abril , le pregunté si estaba seguro. Me dijo que sí. Entonces insistí: "Javier, ¿realmente estás seguro? Si necesitas hablar conmigo, tenés que estar seguro ", le solté. Y Javier me dijo que si. Y me lo confesó todo. 

Rompió el silencio. Rompimos el compromiso y la confianza con otros. Rompimos la indiferencia. Esa pared que ambos, por miles de razones diferentes, habíamos cimentado. 

Tiempo después finalmente sería el encuentro que lo volvería a cambiar todo. Lo que le seguiría: una nueva etapa de silencio. Todo un silencio atroz para encontrarle un sentido a semejante acontecimiento. 

III. 

Luego de unos meses donde cada uno siguió con sus vidas, y con relaciones, Javier volvería. Siete meses después, volvería. A escribir. A preguntar si estaba de viaje con mí pareja de entonces ya que había visto una foto.  A averiguar dónde habíamos ido... Hasta me contaría que él también fue a ese lugar y que quería volver y que le gustaba la elección. 

Una vez que pregunto lo que le interesaba del contexto, me preguntaría también si yo estaba enojada con él. Y yo le diría que no. Pero además, le preguntaría por qué suponía eso, teniendo en cuenta lo hablado previamente. ¿Debía yo estar enojada con él por lo que había sido un error puramente mio? ¿Debía enojarme por algo que había consentido? ¿Debía enojarme con él por algo que yo también permití? No. Yo estaba enojada conmigo misma porque era mí responsabilidad no colapsar y colapse después de ocho largos años de buena letra. 

- Pense que te habías enojado, porque no me escribiste más - sentenció. 

Dude, ese día, lo recuerdo. Pensé que a Javier eso no debía importarle. Que si me enojaba después del sexo era un problema mío. Sin embargo, noté que él había pasado meses sintiendo culpa por creerme enojada y por el contexto en el que habíamos vivido los hechos.  Le dije que no, que no estaba enojada. Le recordé que nuestro argumento había sido tácito: íbamos a cerrar esa historia dándole paso al pendiente que nos ataba al otro. Íbamos a tener nuestra noche juntos, la noche que no habíamos tenido el valor de vivir antes, y lo íbamos a hacer por todo lo que él y lo que yo soportamos durante ocho años, pero nada más.  ¿Por qué yo debía escribir después? ¿Para felicitarlo? ¿Para decirle "deja todo u vení conmigo"? ¿Para llorarle algo? Ya no era la chica de 19 años. Se había acostado con la mujer de 27 años que tenía una heladera en el corazón mirando al pasado y una culpa gigante sobre su presente. 

 ¿Que otra despedida podía ofrecer a una persona que no fuera lo que me estaba pidiendo, es decir, un encuentro sexual intenso y unas palabras que le permitieran sanar? 

 Para mí, ya estaba. Está historia tenía que terminar así. ¿Si deseaba eso? No necesariamente, pero comprendía con mí cabeza que esto se tenía que terminar. Principalmente, porque existían personas que queríamos y ya estábamos cometiendo muchos errores. 

No obstante eso, Javier pensó que yo estaba enojada porque no le había escrito más, tal como me dijo. Yo le hice una pregunta clara: ¿no habíamos quedado en que era sexo y ya está? Yo considere que si no te escribía te ayudaba a acomodar tu vida, que iba a ser mejor para los dos no hablar más. Eso le contesté. Y él me dijo que se alegraba de que le hubiera hablado bien. De que no estuviera enojada porque tenía miedo de haberme lastimado. Me hice fuerte y le dije que no. Que dejáramos todo así, mejor. Que ni hablaremos de la noche que habíamos pasado juntos, porque no quería volver a pensar en eso.  Pese a mí sinceridad, ese día seguimos conversando sobre reflexiones de ese encuentro que habían ido surgiendo con los meses. No fueron reflexiones eróticas, más bien, fueron morales.  

Pero lo curioso fue que Javier tomo la decisión de aparecer después de mucho tiempo comentandome en redes sociales una foto donde yo había hecho referencia ( por única vez) mí relación afectiva con otra persona.  Sí. Yo había publicado una foto haciendo referencia a Galeno y a una foto dulce que me había sacado y Javier había comentado esa foto.  Con un guiño, además, para darme justo en el punto débil de la vida que pretendía construir luego de ese acontecimiento consigo. 

¿Para qué?   ¿Celos? ¿Morbo? ¿Necesidad de decir mira que yo también estoy presente y sigo acá aunque vos te vayas a recorrer bodegas a otra provincia con otro hombre? Nunca lo sabré. Lo que si sé es que yo jamás hubiese sido tan demente para exponerme públicamente cómo él lo hizo. Sin saber si mí pareja de entonces podía ver la foto, el comentario, reconocer el nombre, etc. 

Tiempo después lo vi por el barrio y se paralizó. Le mandé un mensaje diciéndole que su saludo había sido pobre porque ODIÉ que no fuera capaz de tratarme con normalidad luego del sexo.  Unos días después, me mandó un reel con un gatito. Me recomendó que me cuide la panza en las fiestas, me dijo que me portara bien. Y desapareció.  

Fue ese el momento donde me cansé. Volví a aparecer en su casa. Estableci las reglas del juego. No deje que me dé ni siquiera un beso y le pedí por favor que esto se acabara. 

- Yo no te puedo dar nada - me dijo - y no se... No quiero que estés mal. Que sufras. Quiero hablar con vos, saber cómo estás. Y no quiero que pienses que te tomo de tonta, porque estás soltera y no se... No quiero que esperes nada... - dijo, atropellado. 

- ¿Y a vos quien te dijo que yo estoy sufriendo por vos, que estoy mal, que espero algo de vos? 

- No, es que yo pensé que si te hablaba te ibas a sentir mejor.... 

- ¿Para que, Javier? 

- Porque si. No lo puedo manejar. Te quiero hablar y te veo acá, parada, y te quiero hacer el amor también. 

- Vos no tenes nada para darme.
- No. 
- Bien. ¿Alguna duda de por qué te digo lo que te digo? 
- Si. Sexo te puedo dar. 
- ¿Y por eso me mandas mensajes y reels tiernos, por sexo? 

Javier me miró finamente. 

- Amiguito - le dije, de mala manera - Tenés que tener todo claro. 

- Lo tengo claro. 

- Entonces, si tenés todo claro, haceas cosas bien. Cuida tu relación. Cuida tu vida. No me mandes pelotudeces a mí. ¿Para que, si vos me querías coger y listo? ¿No te sacaste las ganas ya? - le dije, siendo cruel. 

Por dentro hervía de dolor pero me pareció mejor lastimarlo para alejarlo que dejar que me lastime con confusiones. 

- Si. Pero... No sé, no sé, pendeja de mierda que sos... No puedo. Me gusta hablar con vos. Quiero hablarte. Yo se que no lo tengo que hacer y me contengo un montón, yo te juro que me te contengo con vos, pero se me escapan las cosas. 

- No me llames más. Ni me escribas. Aprende a manejarlo. Estás siendo re desprolijo. Después la trola voy a ser yo, Javier. No soy tu puta. 

Javier se quedó sorprendido. 

-  No me mandes mensajes. Vine acá a pedirte que te comportes como un vecino normal. Tenemos que dejar esto en su lugar. No podemos vivir con semejante tensión sexual. ¿Te pensas que nadie lo nota? ¿Que te pones nervioso crees que nadie se da cuenta? Por favor, Javi, sé más prolijo. 

- Soy prolijo. Y me importa que no sufras ni vos ni nadie. Por eso no te llamé más. Si no me inoortara nada de vos, te hubiese llamado todos los días para tener sexo. Todo el tiempo. Cada vez que quería repetirlo, te hubiera llamado. Y no te llamé. 

- ¿Me tengo que sentir cuidada? - le espete - No hagas nada por mí. Nada. No me interesa nada de todo eso, ya - le mentí. 

- ¿Entonces te puedo llamar para coger? ¿Querés eso? 

- No, Javier. ¿Vos me vas a llamar para que? Si no tenes nada para darme.

- Sexo. 

- Bueno, si es solo sexo, no te molestes por si me siento mal. No me escribas. No me mandes cosas. No te paralices cuando me ves y me dejes hablando sola como una pelotuda que hace el esfuerzo de ser normal con vos - le dije, intensa. Desencajada. 

- ¿Pero que querés que haga? ¿Cómo hago para estar siempre preparado para verte? - me dijo. 

- ¿Ves? Te tenés que preparar. Y no se trata de eso. Hay que tratarnos con naturalidad y si no podemos, no hay que hablarnos más.  Un hola y un chau. Siento que siempre te género cosas malas, que te hago sentir cosas feas... Y no me merezco que me mires como si hubieses visto un fantasma.... 

- No, no te miro así. Me sorprendiste el otro día. No esperaba verte. 

- Te escapaste, Javier. 

- No, no me escape. No estaba preparado para verte en ese momento y reaccione como pude.... 

" Huyendo" , pensé. 

- Bueno, la próxima vez, porque seguro habrá próxima vez, disimula un poco. Se te nota todo. Pones unas caras... Se prolijo. Se ordenado. Y deja de hacerte el boludo y mandarme cosas. No está bien. 

IV. 

Ahora pienso: ¿Por qué Javier tiene está relación conmigo tan contradictoria? Él sufrió todo conmigo ¿cómo es que no guarda rencor?. 

Ayer mientras hablábamos por teléfono pese a el total rechazo que yo le había manifestado en diciembre pasado, me asombró la velocidad con la que estaba para ayudarme. Pero no desde un sentido romántico porque para mí es una persona incapaz de ser romántico, sino, por un sentido de atracción mutua que lo sobrepasa. Algo superior (que ya no sé decir lo que es) lo hace estar, de la misma manera en que lo haría yo. 

Si. Eso hay que decirlo: si Javier me llama un día a las nueve de la mañana y me pide ayuda con su trabajo, haría lo mismo que hizo él por mí. Lo ayudaría sin preguntar nada. Sin pensar con rencor. Y después continuaría la vida. ¿Y eso por qué? Porque yo lo amé casi la última década de mí vida y no puedo cambiarme el corazón. Pero Javier no. No me amo durante los últimos diez años y eso lo vuelve un ser humano inentendible. 

V. 

Mientras lo llamaba ayer, maldecía a la vida porque nos haya puesto a trabajar en lo mismo. Porque me hubiera cruzado con esa dificultad y porque él hubiera leído el pedido de ayuda en 0.2 segundos. ¿Y si no me respondía? ¿Iba a ser mejor o peor?  Maldeci por necesitar la ayuda de una persona que jamás va a poder darme amor.  Porque de las personas que no nos van a dar amor , o al menos el amor que necesitemos, es siempre mejor alejarse. ¿Y para que, por qué, lo llamé? Al día de hoy me arrepiento un poco aunque reconozco que su ayuda me salvó de una situación que me asustaba. 

Mientras hablábamos y me decía : " te van a meter presa" en broma, y nos reíamos sin malicia, pensaba por qué este hombre nunca nunca se animó a hacer las cosas bien. Por qué está haciendo todo esto ahora, así, como bala perdida, fuera de la norma, arriesgándose. Principalmente, siendo un tipo tan prolijo para toda su vida. Tan reservado. Tan temeroso. ¿Cómo puede estar fumándose todo en pipa? 

VI. 

- No entiendo por qué no es capaz de pensar que podría perderlo todo - le dije a mí terapeuta - Puede perder a su pareja, que la debe querer, y puede perder su reputación con la familia. La familia jamás le perdonaría que se haya acostado conmigo. Ni que me hable. Ni siquiera que esté cerca. Siempre que mostró un gesto positivo conmigo lo hicieron mierda con sus opiniones. Y pienso ¿justo conmigo tiene que ser tan desprolijo? ¿Conmigo se tiene que querer ir lejos? ¿No entiende que puede perder todo? 

Me quedé en silencio. 

- Quizá, no le importa. No le interesa cuidar lo que tiene. Pero tampoco se esfuerza por ser claro con lo que quiere. Cuando él dijo "yo ya estoy bien con la culpa, ya se me pasó", da la sensación de que hace referencia al hecho de que está preparado para seguir mintiendo a cambio de compartir encuentros. Que ya puede soportar más de esa carga. 

La mire desconcertada. 

- Eso es terrible - musite - porque es sexo... ¿Cómo va a meterse en semejante problema por tener sexo con alguien? No lo entiendo. Lo entiendo en mí caso, pero no en el suyo. 

- ¿Por qué lo hiciste? 

- Porque sentía amor por él antes. Pero él , no. Y no entiendo para que quiere repetir una experiencia que no fue épica, sino, que fue símbolica.  El sexo te lo da cualquiera. Pero acostarnos nosotros es diferente.  Por toda la historia detrás. Por lo que significa eso en nuestras realidades.... 

- Me parece que si fuera sexo, él podría olvidarlo fácilmente. Digamos que podría haber pensado "ah, si, esa chica, del grupo... Era linda" y no haberte dicho lo que dijo.  Ni haberte sacado un tema tan íntimo luego de tantos meses.... Pero ese hecho lo compartieron. Es de ustedes. 

- Si. Ya se. Pero no entiendo por qué volvió si ya está.  Y por qué hace ahora todo esto. Por eso lo frene. Él está loco, ciego, parece como si nada existiera. Pero existe todo. ¿Que no ve? 

Suspiré. 

- A veces pienso que Javier quiere tener la imagen de la familia feliz. Y lo respeto, por eso no le hablé nunca mas, porque tiene derecho a vivir como quiere. Pero cuando viene a proponerme cosas insólitas, o cuando viene a decirme siete meses después que yo no le escribí más, jamás registra que en su cartel de familia feliz no hay espacio para que pase nada conmigo.  Él jamás me quiso en su vida y ahora la está rifando toda, es re desprolijo, se expone todo el tiempo ¿entendés? ¿Cómo puede ser? Se expuso en redes sociales, se expuso frente a su papá, se expone con los mensajes que me manda. ¿Cómo se frena algo así? 

- Quizá no hay manera de frenarlo. Porque no depende solo de vos. Hay un otro que hace cosas también. 

- Ya lo sé. Pero me desespera. No quiero que haga mal las cosas. Es un tarado, es un pelotudo que está rifando todo.... Le va a doler después, yo lo conozco. No puedo entender cómo piensa tanto con la chota y lo peor, es que si no piensa con la chota... Es todo mucho más grave de lo que creo. Es todo mucho peor. 

- ¿Por qué sería más grave, mucho peor que no fuera algo sexual?  

- Porque significa que esto se trata de algo más grande. Más fuerte. Que no se va con sexo. 

- Es muy probable que Javier tenga algo que no sepa cómo resolver sobre esto. No pensaría que solo con el sexo todo se resolvió. Yo pensaría más bien que todo se terminó de romper. 

- Es cada vez más obvio. Me preocupa. Tiene eje resolver eso, terminarlo. Porque si es algo afectivo, lo peor es que quizá no se vaya nunca. Que nunca se resuelva. 

- ¿Y por qué se tiene que resolver? 

- Porque el pendiente nos llevo hasta donde nos llevó.  No quiero más consecuencias -suspire profundamente - Jamás se lo voy a decir pero a vos te lo puedo decir: lo quiero todavía. Siempre lo voy a querer. Y no quiero que sufra. Ni que se meta en líos. Ni que me meta en líos, obvio. No quiero que se sienta culpable. No me quiero sentir mal. Yo ya sé que lo quiero y él jamás se va a enterar y todo va a seguir siendo como es. Esto es lo máximo que podemos tener. Ya se eso. No aspiro a nada más. Si que se aleje y deje de hacer cagadas. 

- ¿Y qué vas a hacer con eso que sentís? 

- Nada - le contesté. 

Se hizo un silencio profundo. 

-  Algún día se va a apagar. Este amor a mí me pasa,  es como si viniera de afuera y se me metiera dentro. No lo puedo evitar, nunca pude, siempre me desbordó.  Pero puedo elegir que hago ahora, porque estoy más grande. Y decidí no hacer nada. 

VI 

Todo eso. Todo esto se me pasó por la cabeza cuando llamé a Javier para pedirle ayuda después de dos meses de no hablarle. 

Por un lado, Javier cuido muchos años de mí para que no rife mí vida. Creyendo que estaba mal que desperdicie mí juventud al lado suyo.  Hoy, por otro, yo cuido mucho de él para que no rife su vida. Creyendo que está mal que se arriesgue y que mienta por mí. Que me proponga irnos juntos y solos. Que me mande reels. E incluso, aunque eso suponga un error más, que me ayude. 

No sé si algún día le pueda encontrar un equilibrio a esto. Francamente. 







miércoles, 1 de marzo de 2023

Policía

 Entro a la oficina muy puntual. Son las ocho de la mañana. A las seis y media de la mañana ingresaron mis compañeros. La oficina está movilizada porque efectivamente va a venir la policía aduanera. 

Trató de relajarme. Yo sabía que podía venir y ahora se que viene. Ok, pienso. Estoy lista para eso. 

Mi empleador me saluda, y me dice que revise unas listas en cuanto pueda. Es por la Policía.  Me indica además que voy a recibir al policía cuando llegue y me pide que me encargue de atender lo que pida y de fingir por un momento. Mentalmente me repito que no estoy nerviosa y que no tengo miedo de nada. Pasan dos segundos mientras me dice todo eso y se va. A la mierda, me digo, estoy nerviosa. Y tengo miedo. Principalmente porque soy un ser humano y porque ya perdí el trabajo una vez y no quiero que pase algo grave. 

Respiro hondo. Se que puedo manejar eso del miedo pero no sé manejar la mentira. Lo tengo que poder manejar, mejor dicho, me digo y ordeno mi pelo buscando calma. Por suerte, tengo mi neceser en la mochila y me puedo maquillar. 

Mientras me maquillo, quiero distraerme.  Trato de mantener la calma pero se dificulta mientras pasan las horas y la situación se tuerce. 

 Mis compañeros empiezan a omitir cosas a la sombra de la policía. Mí empleador me dice que tengo que revisar otras listas.  Por cuestiones de importación, hay detalles en los que hay que cuidarse y reviso meticulosamente.

Sabiendo precisamente, que en esta situacion estoy ahí para mentir. Para recibir, comentarle de mí posición y ofrecerle una amistosa bienvenida hasta que el dueño llegue. Y me doy cuenta que yo no sé mentir en este caso... Porque estoy hace nueve meses en el rubro.   ¿Y si sale algo mal? Eso pienso.  El policía se daría cuenta. 

II. 

Respiro hondo. Pienso qué opciones tengo para preguntar con certeza la documentación a mostrar.  El Gerente General está resolviendo el tema en otro lado con otra descarga. Mis compañeros están todos llevando y trayendo cosas que la Aduana no puede ver de esa manera porque clasificaría de otro modo. 

Y yo, mientras organizo lo administrativo, estoy esperando que venga el personal designado para hacer la fiscalización.  Mí empleador ya desapareció y aparecerá convenientemente. Mí otra compañera no fue alentada a hacer nada, ni a hablar ni a atender ni a participar. 

 La cara, la tengo que poner yo. Y ante ese sentido de la inminencia, de pronto, me decido. Sé que dije que no lo iba a llamar pero juro por lo que sea que no lo estoy haciendo para provocarlo. Lo estoy haciendo para no equivocarme. 

Voy a un apartado, se me hace un nudo en la garganta por lo que voy a hacer, porque ¿cómo pedirle ayuda a él, justamente? Él me puede ayudar, sabe perfectamente de lo que me está pasando, pero... ¿Querrá? 

Entiendo que su actitud puede ser todo lo contrario. Que me puede rechazar y decirme que yo le dije que se comportara y que va a tener toda la razón. Que está en todo su derecho de decirme "anda a cagar pendeja, me tenés cansado".  Porque yo fui a buscarlo ante sus actitudes y le dije "basta". ¿Y ahora ir a buscarlo en medio de la desesperación? Finalmente me la juego, me digo que una cosa son las pasiones que nos mueven y otra cosa es el trabajo. Asi que afronto el rechazo que se puede venir pensando en todo lo otro que no quiero que se venga.

Busco el teléfono de Javier y le mando un mensaje. "Buen día, Javi", le digo. No pasa ni un solo segundo desde que le mandé el mensaje hasta que lo ve. Instantáneamente, Javier me lee. Parecería que estaba esperando detrás del celular que mandara ese mensaje porque no tarda NADA en responder. "... perdón que te moleste, pero necesito hacerte una pregunta importante. Es sobre el trabajo", aclaro. 

 Me dice que si, y pregunta si puedo esperarlo cinco minutos, porque está manejando en medio de un embotellamiento por CABA. Todo mediante un mensaje de voz donde es como si nunca le hubiese dicho nada. Cómo si hubiésemos hablado anoche. Cómo si no hubiera bronca. Más bien, sentido de la ubicación ante un favor que le estaba pidiendo a nivel histórico teniendo en cuenta mis años de orgullo. 

 Le digo que si, que espero. Pasan los minutos, que no son muchos.  Es inminente la venida de la policía y en la oficina se pone tenso el clima, todos están removiendo mercadería y documentación en un lado y en el otro mí compañera (con ella me llevo bien, no es la que está demente), esperamos. Mientras espero, pienso que no se mentir pero que tengo que hacerme la boluda con cosas puntuales para no trabajar en una mentira grande e insostenible. Me digo que eso lo puedo hacer y bien. Que debe ser creíble. Y que lo tengo que hacer por la credibilidad de todos para no complicarnos la existencia. 

Mientras pienso lo estresante y choto de la situación, me suena el teléfono sobre el escritorio. Veo su nombre: Javier me llama.  

- Veinte, hola. ¿Cómo estás? - me dice - ¿Podes hablar? 

- Javi, buen día ¿como estas? - le digo y salgo afuera a hablar mejor. 

- Yo bien. ¿Vos? 

- No sé , la verdad - le digo - Necesito preguntarte algunas cosas. 

- ¿Te paso algo? 

- Si, va a caer el policía de Aduana a la oficina. ¿Qué no hay que hacer con ellos, Javi? ¿A nivel administrativo? ¿Tenés idea de algo? 

- Uy, la puta que lo parió - me dijo - ¿Estás ahí? ¿Que están buscando? Tranquila. 

- Mira, esto es así - le dije y le conté todo - Pero... ¿Qué les muestro? ¿La documentación está ordenada en una situación así si aparece declarada exactamente igual al código, pero hay cosas que no son del todo correctas y cómo hago? ¿Me hago la tonta con eso, le muestro la documentación y ya está? 

- Si, a ver... - dijo , analizando la dificultad a la que me enfrentaba - ¿Cuando fue esto? ¿Cuando empezó? 

- Ayer. Y el policía va a volver mañana. Y el viernes. Está buscando algo. 

- Mh, si. Entiendo. ¿Dejaron que bajen la carga? Ellos pueden buscar una mercancía. No todo. Solo una. Y es por eso que van a ir hasta que se descargue y la fiscalicen. Van a preguntar. 

- Al parecer no. Está en depósito fiscal. Tenían turno para ayer pero no se pudo cargar y tienen turno para hoy. ¿Será por eso? 

Javier me explicó. O más bien, me orientó. Conoce muy bien a la Aduanera. Le ha pasado lo mismo como Despachante como sus clientes. Sabe que son duros. Que al primer signo de desconfianza , se detonan. Y creo que por eso entendió que no lo llame para molestar. Y por suerte, no me mandó a la mierda. 

- Bueno, vos ahora hacete la tonta. Si en los despachos está todo no habría problema. Si no, les pueden hacer una denuncia por contrabando y eso sí que es muy grave.  Pero - dijo meditando la chance - se habla antes. 

- ¿Con plata? ¿Charlan en cifras, no? 

- Si. A veces, el doble del valor de la mercadería te piden. 

- La puta madre - espete - Se va todo a la mierda. 

- Pero tranquila - dijo Javier - que primero hay que ver si la Aduanera busca algo porque sabe o busca algo por control.  Suelen fiscalizar. Me ha pasado. Es importante que todo esté correcto y que les muestren todo lo que ellos pidan - me aclaró - pero vos, mentí. Tranquila. Si te ven nerviosa es peor. Hacerte la tonta es clave. Y saber esperar. 

Nos despedimos porque Javier estaba llegando a la oficina. Es decir que había estado manejando mientras usaba el celular.  Le dije que con eso podía afrontar la situación y que maneje. 

- Te agradezco. Que tengas un buen día. 

- Gracias. Te dejo que estoy por entrar al estacionamiento. 

- Obvio. Chau - musite. 

Volví a la oficina. Pasado un rato, vino el policía. Lo recibí y pude mentir. Todo salió bien. Al menos en el capítulo de hoy. Todo se representó soberanamente. 

III. 

Más tarde, Javier me mandó un mensaje más luego del llamado y me dijo que se había quedado pensando en la situación. Me explicó el accionar oficialmente de la Policía Aduanera después de hacer otro tipo de análisis más fino. Me dijo que si se habían fijado determinadas cosas, podía tranquilamente descansar.  Con otras, me aconsejo que me haga la tonta. 

Supongo que la solicitud de ayuda lo impacto y que su primera reacción fue contestar pero que, luego, trato de hilar más finito.  Hablamos un rato más del tema intercambiando distintos audios. 

- Estuve preocupada, Javi. Yo no sé mentir. 

Javier se rió. 

- Y si, ya sé que es una cagada, pero vos tranquila. No te pongas nerviosa porque se van a dar cuenta. Hay solo una cosa grave. El resto se puede charlar de esto que me comentas. Pero ya está. Hoy zafaste. 

- Bueno, si, voy a hacer eso. Calmada es mejor. Ni sé cómo saldrá todo, pero bueno, gracias. Perdón por molestarte, no era mí idea pero... la verdad, no sabía qué hacer. 

Asumir mí momento vulnerable me costó horrores. Pero era la verdad. Me había visto en una encerrona total. 

- Tranquila. Va a salir todo bien. Vas a zafar. Y si no, la cárcel te espera por mentirle a la policía aduanera - bromeó.

- No seas tonto, no me digas eso que este rubro es nuevo para mí... y es feo tu rubro Javier , hay cosas que todavía me dan miedo... - suspiré y me reí - Pero bueno. 

-  Si te llegan a llevar presa, bueno, son cosas que pasan... (...) - dijo, riéndose, entre otras burlas- Te mando un beso enorme. 

- Otro para vos. Que estés bien. Gracias. 

IV. 

Sorprendida, note que llevemos  en muy buenos términos la conversación. No me dijo nada de cuestiones afectivas. Solamente me dio su ayuda sin preguntar por qué. No hizo caso de las advertencias de la última vez sobre la corriente sexual que nos une, la buena onda o el humor. Solamente, me ayudó. Sin exigencias. Sin la obligación. Tampoco me dijo nada fuera de lugar o con intención sexual. Tampoco me dijo nada personal. Solamente, me ayudó. 

En un momento se puso medio nervioso, se confundió, pero me ayudó creo que luchando también un poco consigo mismo. Y lo valoro. 

Yo se que las cosas no van a cambiar. Que él seguirá siendo el novio de y yo seguiré siendo yo. Ni pretendo que cambien. Nosotros cómo pareja seríamos un desastre. Prefiero que todo sea así porque no hay chance de otra cosa mejor. Se que no va a dejar nada y que yo voy a estar bien así como estoy. Y que no es bueno que estemos cerca porque no nos sabemos controlar. 

Pero hoy, si bien fue difícil para ambos estar en contacto, por todo lo que ya sabemos,  se pudo controlar. ¿Si fue difícil? Muy. Tanto como no hablar con él.  Pero esto constituyó algo de fuerza mayor y pudimos poner por delante la emergencia. Y salimos ilesos de ella. Y nos completamos como gente normal. 

Cuando salgo de la oficina, hay un apagón. Muerta de calor, solo quiero ducharme y tomar vino. No tengo agua ni luz. 

Pienso en que ojala alguien día la vida deje de ponerme en situaciones incómodas como las que viví hoy.  Porque mí voluntad tiene un factor sorpresa que la defenestra. Y no quiero que eso me haga hacer daño a alguien.