Cuando llegue anoche a lo de Javier encaré directo para la reja y la abrí, sabiendo que iba a poder pasar. El ya estaba esperándome del otro lado y me pregunté si no estaría detrás de la ventana, porque abrió demasiado rápido.
- Hola - digo.
- Hola.
Pasa, pasa. Hola - dijo y me saludo con un beso y un abrazo.
- Hola, gordo. ¿Como andas? - le dije a su perro que me hizo fiesta de bienvenida.
- Bien - me dijo él.
Lo mire y pase por la cocina.
- Le hablaba al perro - dije- ¿Todo bien? - pregunté.
Tenía puesta una remera naranja y una bermuda beige de gabardina. Pensé que le quedaban muy bien los colores vivos, como siempre. Olía a recién bañado. Y tenía el pelo algo mojado.
Javier me miró y asintió, leyendo algo en el celular.
- ¿Temas con ARCA?
- Estoy viendo eso. Volaron a muchos en Aduana.
- A nivel aplicación es lo mismo. Veremos en Comercio Exterior.
Leyendo algo más, me miró. Sonrió. Se que le gustó como me había ido vestida porque su rostro lo traduce. Tengo un pantalón de jean con una rotura, una remera blanca lisa y sandalias.
Lo miro seria. Voy a su encuentro pero estoy dispuesta a ponerlo en su lugar si hace algo que implique hacerme enojar.
- ¿Todo bien? Estas como rara. Tensa.
- Estoy preocupada por otras cosas.
- ¿Por que cosas?
- Por mis sobrinos. Quilombos. Me tiene de mal humor el tema.
- ¿Pero que paso?
- Nada, es que - le conté - y revoleo un auto de esos Hotwheels...
- ¿Así se llaman ahora?
- ¿Se llamaban de otra forma? Ni idea. Para mi siempre fueron Hotwheels.
- Acordate que hay veinte años en el medio.
- Bueno, discúlpame - me quejo - Taaanto lío, viejo, por un auto.
Sonríe.
- ¿Me dijiste viejo?
- Noooo, Javi. No sos viejo según mi percepción del tiempo.
- Ah. Ok. Vos me decis que paso mucho desde la última vez que... cuando yo te digo del cigarrillo. Esta vez no hay nada que pueda incomodarte.
Lo miro con sorna. Sonrio.
- ¿Que que?
Me hace un gesto. Se refiere a la última vez que nos acostamos.
- Que la última vez nos acostamos y desde ese día que fue hace poco estoy sin cigarrillo.
- ¿Hace poco, Javier? Paso bastante.
- ¿Paso mucho para vos?
- Y, si... no me acuerdo bien la fecha.
- Ay, ella, la pendeja superada que ni se acuerda cuando se acostó con el viejo.
- No, estúpido, no es eso. Es que vivo corriendo. Pasan muchas cosas en una semana. El laburo, la facultad, parciales, las cuentas, obligaciones...
- Paso hace poquito para mi.
- Bueno. Igual todo bien. No te juzgo. Ni modifica lo que paso.
(...)
Javier saca el vino que me gusta de la cava. Lo abre.
- Hice un matambre a la pizza que... Con puré. ¿Te gusta el puré? No se si me salio bueno.
- Si. Me gusta. No te preocupes.
Javier me sirve el vino. Es algo que hemos compartido en otras oportunidades. El vino para nosotros es lo que compartimos además de lo físico. Algo que ambos amamos. Brindamos.
- Salud.
- Salud - sonrió.
Cuando deja la botella sobre la mesa, atina a tocarme la cabeza. Me corro.
- Es como si me tuvieras desconfianza.
Lo miro.
- Creo que haría bien. Pero no... Estoy hostil. No tuve un buen día hoy.
- No te preocupes. No te acaricio si no queres.
- No me conoces de mal humor. A veces me olvido - le digo, como disculpa.
Sonrió. Me acaricia la cabeza y vigila la comida.
- No tengo ganas de tener sexo hoy. Vine para que me veas y no me digas que no me animo a verte y para que después no demandes.
Se ríe.
- Yo te molesto. Para joder. Y es más eso que lo que realmente te pido. Además, me gusta como te enojas y si se que te molesta, te voy a molestar más.
- Y yo te voy a mandar a cagar. Vas a sacar el lado forro de mi. Te voy a luchar.
Se ríe.
- Me encanta ese lado - dice y me acaricia la cara - ¿Te puedo decir algo?
- Si.
- Estas muy rígida. Afloja.
Suspiro. Tomo vino en silencio. El me da espacio y yo me hago sonar el cuello. El lunes fue un día de locos y hoy martes estoy de vacaciones pero con otros problemas. No he podido desenchufar aún.
Cuando Javier nota ese movimiento, se acerca y me acaricia el cuello. Busca los nudos de mi espalda suavemente.
- Cerra los ojos- me pidió - Yo te hago masajes. Me gusta.
- No tengo voluntad sexual hoy - le adelanto.
- No te pido nada para mi, hoy. Solo que me dejes ver algunas cosas. Estas muy estresada. Yo no te voy a decir nada. Deja de preocuparte...
- A ver si me descubris los secretos...
- Si me dejas, pruebo. Te relajo.
Me hizo masajes reales. Mi cuerpo empezó a crujir y los huesos a sonar. Suspiré y me relaje realmente luego de esos minutos.
- Eso. Ahí lo saqué. Tenías un nudo lindo.
De nuevo, hice sonar mi espalda y devolvió el agradecimiento con ruidos.
Sonreí.
- Gracias, Javi. Te podes poner a hacer masajes.
- Te hacían falta unos mimos, para sacar la tensión- dijo.
- Puede ser. Pero salio, por suerte. Me sacaste el nudo.
- Y me parece que esto también- musito y me beso la nuca, acariciándome el pelo. Me mordió suavecito y me sorprendió el gusto que me generó algo tan simple.
- ¿Esto aplica?
- Si. Te va a hacer bien. Ya que solo vamos a tomar vino y a comer, me mido. Así no termina mal viste... Masajes y un beso. ¿Va?
Lo miro y no le digo nada.
- ¿Eso es medirse?
- Si. Absolutamente. Te haría más masajes. De tooodo.
¿Como lo había logrado? Solamente unas pocas caricias habían desplazado de mi mente todas las argumentaciones. Lo deseaba.
- Podes hacerme masajes.
Unos instantes después, me llevó abrazada al dormitorio.
- Voy a hacer masajes bien. Si llegas a seguir, seguimos. Y si no, no hacemos nada.
- Ok.
- Voy a ser respetuoso.
- Gracias, Javi. Yo siento que tengo que decirte cuando no quiero porque no te quiero hacer sentir rechazado. Pero hoy estoy como abajito ¿sabes? No tengo mucho para dar.
- No hace falta que te preocupes por darme nada. ¿Que queres recibir? ¿Masajes?
- Si. Acepto.
Me acuesto y me hace masajes mientras charla conmigo. Me susurra cosas. Empiezo a sentirme mejor. Mi cuerpo empieza a mostrar señales de conciencia y vida. Es como si la tristeza por temas con mis sobrinos desapareciera.
Me besa toda la espalda y cuando me acaricia lo hace de una forma que me desespera. Me hace desear. Y desearlo de 0 a 100 en un segundo es impredecible. Un poco desolador.
- ¿Estamos bien?
- Si. ¿Pero solo esto da?
- Si. Da. Si vos lo queres. Relaja.
Me relajo. Javier me acaricia la espalda y me da besos en ella. Me toma del pelo. Me besa el cuello. Me acaricia las lolas. Y me susurra cosas. Hasta que lo miro y sonrío.
- ¿Por que tenemos química nosotros? Que castigo.
- ¿Te puedo no hacer caso en una cosa?
- Si. ¿En cual?
- Déjame ver algo.
Me desnuda con cautela. No me quita enseguida la ropa interior. Más bien, espera. Juega con ella. La corre de a poco y va ganando mucho terreno. Yo ni se como decirlo pero me tiene. Tengo ganas. Empiezo a tener muchas ganas.
Se desnuda y lo miro. Se acostó sobre mi y me abrazo. Solo hizo eso. Se quedo quieto unos minutos. Puedo sentir todo su cuerpo. Su calor. Su piel y su contacto. Me besa y me estremezco.
- Para ser tan desobediente, tenes tácticas lindas.
- No soy tan malo como vos crees. Vos sos tremenda- me acarició.
Suspiré. Me moví y lo mire. Estaba tocándome y yo quería más.
- Javi, ¿te puedo pedir algo?
- Lo que quieras.
- ¿Me tocas?
- Si. Yo hago lo que vos me pidas.
- No entiendo como te deseo, a veces. Y acá entiendo todo. Es horrible.
- No, no es horrible. Esta bueno entender.
Javier me toco dulcemente. Se tomo todo el tiempo del mundo. Fue tocandome despacio y cuando fue subiendo el modo, mi cuerpo empezó a ser consecuente.
De pronto, todo se encendió. Mi cuerpo había llegado al extremo de necesitar su contacto en otra intensidad. Quería más que sus manos, sus dedos o su contacto.
Había logrado que lo desee sin ningún miramiento.
- ¿Queres algo más?
No podía ni hablar.
- Si.
- ¿Y como lo queres? Yo ya se como, pero como vos no me dijiste no te puedo decir...
- ¿Qué harías?
- No hacer caso a nada.
- Hacelo. No me hagas caso.
Me acomodo el cuerpo para un abrazo más sexual y me acaricio en mis puntos favoritos. Me beso la mandíbula y me lo pidió.
- Si, Javi.
- ¿Como?
Lo toco. Me toca y dedica atenciones. El cuadro se pone intenso. Baja por mi cuerpo y me besa tan íntimo que me muero.
Jamás sentí desesperación por alguien, pero en esto se lo merece. Lo tomo con pasión. Quiero adueñarme de su cuerpo. ¿Que mierda me pasa? Ni lo entiendo.
Lo toco. Lo busco. Lo acaricio. Le acepto lo que me pide aunque lo que me pida sea que hagamos lo que quiera, lo que yo desee, para que pueda liberar el control.
II.
Lo miro. Llevamos un ritmo donde no puedo creer saber sentir más. Me asusta. Siento molestias pero Javier va moderando. Me explica que yo merezco una invitación a una intensidad distinta para dejar de controlar. Y además dice que como soy tremenda, no puedo pretender un tipo dócil. Que el no va a dejarse mandar como todos los otros.
- Fueron condescendientes
- Demasiado. Pero vos estas malcriada. Te acostumbraron a decirte que si y dejarte hacer todo.
- ¿Vos no me vas a dejar? Déjame.
- Si, pero primero te voy a coger para que dejes de ser una malcriada y controlar. Para que sientas.
- No viví esto antes. Me da miedo.
- ¿Qué te asusta? Déjate. Yo te voy a hacer disfrutar un montón.
- Lo haces, Javi.
- Pero más todavía...
Le digo a Javier que me da miedo eso de sentir hasta el limlte. Me dice que es bueno. Le digo que no puedo. Y el me dice que si, que puedo. Que me deje llevar. Y me dejo.
Exploro esa zona de no confort. Me muevo. Intento. Fallo. Disfruto. Javier me lleva super bien por ese río oscuro del misterio que es no tener siempre el poder.
Cuando lo miro, no me mira como si fuera su presa. Me pelea suave. Me dice que siempre me dejaron mandar pero que me tengo que dejar de controlar. Me mira y lo miro como si fuera alguien familiar. ¿Lo es? Esta cómodo. Tranquilo. Se siente pleno dando. Y yo misteriosamente me siento más plena que nunca recibiendo.
- Te voy a domar a vos. Siempre me decis qie nadie pudo... Hasta ahora. No saben tratarte.
- Vos nunca me vas a domar. No te voy a dejar. No soy tuya.
- ¿No? - me embiste.
Disfruto. Me gusta. Pero no se lo admito.
- No.
- Si. Te gusta así. Deja de mandarme.
- Nunca.
- Me voy a quedar adentro tuyo hasta que te canses. Y te voy a domar.
- Si yo quiero. Si no - jadeo - no vas a poder.
- Si, yo se tratarte. Se lo que te gusta. ¿Y sabes que? Te voy a hacer todo. Te voy a domar, si. Y te va a gustar entregarte. Siempre controlaste, pendeja, vos. Y conmigo no es así. Toda te voy a tener.
- Te odio - gimo.
- Ódiame. Pero nunca te entendieron a vos. No hicieron las cosas como mereces.
- ¿Vos si?
- Yo si. Te voy a coger hasta que te entregues del todo. ¿Todo quiero, sabes? Dame todo a mi. Cógeme a mi, yo quiero todo - dice y me embiste de nuevo.
- Estoy acá - lo aprieto, destruida del profundo placer - ¿Qué más queres? Me tenes acá. Estoy acá.
Me muevo arriba suyo. Acaricia mi cuerpo y lo miro. Me siento en las nubes. Me siento bien con mi cuerpo. Me gusta ser vista por el. Me gusta que mi única preocupación sea no gritar.
- Esto quiero. ¿Ves? Muy bien. ¿Te gusta así?
- Mucho.
- ¿Ves? Vas a disfrutar tanto conmigo, vos. Déjame que te lleve.
Un momento después, Javier me acomoda en prácticamente otra órbita. Me agarra de las manos y se dedica a mirarme. Estamos entrelazados y unidos en esa carrera al final.
Me da la mano. Lo aprieto. Esta dándome el acceso a un sexo diferente. Me tiene. Soy suya. Lo ha logrado. Físicamente me da indicaciones y cumplo todo mientras mos derretimos en un sudor de pasion y trabajo físico. Saca a jugar todo lo que aprendió qué me gustaba y lo hace. El placer es indescriptible. No trato de controlar nada, solo de sobrevivir a su intensidad. Tiene razón: siempre controle y entregarse es un experimento distinto que me encanta. ¿Como se acordó de cada detalle? Ni yo tome tanta nota.
Verme así, suya, para Javier eso es un concierto. Un placer en si mismo. Gimo ruidosamente. Le pido por favor que no me haga sentir más porque me da hasta vergüenza. No controlo los ruidos. Pero Javier lo hace. Me dice te voy a hacer sentir todo. Y lo siento.
Lo hacemos más fuerte. Más despacio. Y salen a la luz maneras nuevas. Lo que no lograba darle a otros. Lo que nunca pude darle a Galeno. Lo que intentamos y le rechazaba porque no podía entregarme. Todo eso, en ese momento, le pertenece a Javier.
Logra tenerme y para peor, logra que ceda sexualmente y físicamente. Y ceda disfrutando. Ceda deseandolo.
- No te calles. Grita todo.
- Hijo de puta, sos tremendo. Me encanta.
- Me parece que estas un poquito domada. Un poquito nomas.
- Anda a cagar. Ni loco.
- Ni loca vos. Me encanta que me des todo. Yo sabía.
- ¿Que?
- Que tenias que dejarme cogerte así. Ahora vas a ver.
Gimo.
- Javi, me muero. En serio. Por favor. No puedo más.
- ¿Te gusta?
- Si, pero... - digo y ya no puedo hablar. El placer y todo lo que recibo me bloquean.
Me contengo para no gritar.
Busca mi boca. Me besa despacio jugando con su lengua y haciendo toda la fuerza que tiene. Me muerde suavemente uno de mis hombros y me saca las manos de la boca para que no me reprima. A cambio, pone sus dedos y juega mientras me embiste con intensidad.
Si, si que veo. Chau. Pierdo. Grito. Nunca en 30 años había sucedido eso. No entiendo nada. Es demasiado intenso. Pero es muy especial. Muy deseable.
- Eso. Dame todo a mi. Así. Muy bien.
Y si. Es todo. Todo lo que tengo. Y es suyo por ese rato.
Mientras cenamos, más tarde, no termino de entender lo que pasó. Solo se que me gustó. Que hace estragos conmigo y que parece feliz de la vida por eso.
Cuando me deja en casa, más tarde, me dice:
- Espero que desenchufes y que la pases más relajada en el viaje, ahora. Disfruta.
- Gracias, Javi. Feliz cumple adelantado. No creo poder saludarte.
- Graciassss.
Sonreímos.
- Como siempre, un displacer verte - irónica, me despido.
Se ríe. Me pone cara de bueno y me saluda con un beso cariñoso en la mejilla y paso una mano por su cara.
- Chau.