martes, 27 de junio de 2023

Sufrir poquito, vivir mejor...

No lloro porque sea una boluda. No lloro porque me haya vencido, ni ganado, ni porque esté esperando o porque quiera otra cosa.  Lloro, inevitablemente, porque soy humana. Y porque las renuncias duelen.

Yo no sé, francamente, cómo explicarle a alguien por qué hago lo que hago. Muchos me dirán "no te preocupes por él, pensá en vos". Y no me preocupo por él. Por eso, justamente, lo arrinconé hace una semana. Me preocupo por mí. Por la persona que él tiene al lado. Por la salud mental de esa persona, que no es buena.  Por mi salud mental, en la que trabajo todos los días, porque está es una historia que me destruyó hace casi una década y hoy en día la verdad es que no es fácil lidiar con ella.

Probablemente esté hablando de lo obvio, pero nadie se imagina lo que es que la persona que más quisiste (haya sido lo correcto o no) vuelva a tu vida tantos años después para lo que Javier volvió. Y que además, reviva toda la misma privación pero con otros elementos actuales. Es como si me pusiera frente a la misma cosa y me dijera: "bueno, a ver, vamos a sufrir los dos de nuevo porque soy un necio y volví a buscarte por las dudas, volví a tu vida para eso, para ver si me seguías dejando hacerte sufrir". 

Lloro por eso, porque no es justo que vuelva a la vida de una persona a desarmarla, y porque no le quiero dar tanto poder, pero es tan difícil la forma en que se porta que me saca de mis casillas, de mi propio orden que no pierdo por nadie. Con el desorden de su presencia,  revivo también cosas que preferí esconder en el pasado para construir algo mejor. Revivo la parálisis de Javier conmigo, que empeoró con el sexo, porque es una persona que ya se que se muere de ganas y ya se que se muere de culpa, entonces, revivo también su posición de no hacer nada por mí.  De nunca ser suficiente para él, ni por joven, ni por ilícita, ni por sus miedos, ni por sus deseos. ¿Para qué viene con todo esto, no?  Por eso se me caen las lágrimas, a veces. Porque no quería que viniera, porque pensé que si venía por sexo dándoselo se iba a ir, y porque ahora me encuentro en una situación donde no puedo dejar de pensar en él, en por qué, en el para qué.  Y eso no es válido. No ya a mis casi treinta años, con un montón de responsabilidades, donde tengo que estar bien para mí y para construir mi vida profesional.  Javier ya lo hizo todo, y mucho de lo que hizo no le gusta, pero viene a mi vida sin saber qué.  Lo mínimo que tenía que hacer era decirle "andate a cagar", pero... no puedo.  Y él, lo sabe. Y él tampoco puede, ni parece querer, dejar de orbitar en mis fronteras.  ¿Tan poco le importa lo que formó para hacerme esto? Él también puede perder todo, y... No se da cuenta cómo con cada intentona, transgrede ese acuerdo que habrá forjado. Y si se da cuenta, ¿no le importa? 

 Revivo además la angustia por la privación de no poder ponerle palabras a lo que me pasa con nadie.  Por tener que ser una adulta funcional, por tener mil problemas más que resolver, y sentir que la angustia por esto me parte.  Por revivir esto de los veinte años con tanto parecido en el presente, estando a dos de los treinta y buscando las herramientas que, supuestamente, adquirí en estos años para enfrentarme a ésto.  ¿Las tendré hoy, nueve años después de conocernos?  Quizá la diferencia con mis 19 años es que ahora miento para alejarlo basándome en sus dificultades, soy menos paciente, asumo mi deseo sea como éste sea y no quiero perder más el tiempo.  Mucho menos, con el mismo evasor.  Odia que lo apure, lo pone entre la espada y la pared, y eso hice. Apurarlo. ¿Para qué? Para que huya.  Y sí, hice bien, porque huyó.  Pero claro... mentir, engañar, engatusar a quien uno quiso, duele. 

II.

La noche de la confesión, Javier me contó cosas de su relación más importante.  Fue totalmente traumático para él. Y confesó además de su deseo por mí, episodios que jamás había imaginado de su pasado, o al menos, de la peor parte de su vida pasada. 

Sentados los dos en su cama, frente a frente, Javier finalmente habló: 

- Cuando nos conocimos, vos y yo, estaba en un momento muy complicado. Había pasado un año sin casi salir de mí casa porque no quería hablar con nadie. Iba al puerto y volvía.  Pasé casi un año en un departamento en ****, sin querer saber nada con nadie.   Fue una relación de muchos años. Hubo convivencia, nos compramos una casa y todo... pero fue una relación muy complicada. Ella estaba muy mal y... me perseguía... creía que la engañaba... me volvía loco - dijo - Pasaron muchas cosas y nos separamos.  Vendimos la casa que nos habíamos comprado. Y después de todo eso, desde ese momento, yo tomé la decisión de que no quería convivir con nadie y que no quería tener una relación.  La lastimé mucho. 

- Y te lastimaron mucho, Javi - añadí - Estabas metido en una situación difícil y dolorosa. Algo tóxico, que no es lo que... debería ser... algo lindo - lo calmé. 

Javier me miró y agachó la cabeza. Le vi muchísima tristeza en el rostro y me entraron ganas de llorar. Aguanté. Necesitaba también cuidar de mi propia fragilidad porque sabía que el dolor de Javier siempre me había convocado. Mínimamente, para un consuelo. 

  - Cuando nos conocimos, nosotros, yo estaba muy mal - dijo - No quería saber nada con ninguna persona, y vos eras muy dulce, eras buena conmigo... y todo lo que sentías era sincero.  Yo me daba cuenta, pero no quería saber nada. Eras re joven y yo no tenía nada para darte. Si te llegaba a lastimar, iba a ser una cagada para mí. Porque vos tenías una visión hermosa del amor, pura... y para mí era un quilombo. 

- Sí, era real. Todo. Eso es verdad - musité - Estaba hasta las manos pero mal con vos, me había enamorado de vos - le comenté sin vergüenza - hasta sentía cosas en la panza cuando te acercabas - dije, revoleando los ojos, con sorna. 

Javier sonrió. 

- Pero bueno... todo pasa - aludí, sin querer conectarme con ese pasado - Uno va y elige otras cosas.  Eso nos pasó a los dos. 
- ¿Qué nos pasó a los dos? 
- Elegir otras cosas. Vos la elegiste a ella, con el tiempo. Y yo, hice lo mismo con la persona con la que salgo. Te dejé de elegir a vos y después apareció Galeno y bueno... pasó. 

Javier bajó la vista. Estábamos sentados frente a frente, en indiecito, en su cama. Nos teníamos agarrados del cuerpo del otro.  Cuando Javier me relató esto, desconocido para mí, le toqué la pierna con las manos. Se las dejé apoyadas ahí.  Él me dejó las manos en los muslos, y tampoco se las saqué. 

- Pero está bien, eso hace el tiempo...  - dije - está bien igual Javi. Vos nunca me quisiste. No me tenés que explicar nada por eso, no me tenés que explicar por qué no, eso no tiene justificación. Te pasa o no te pasa y a vos, no te pasó. No te preocupes.  No hubo amor. Y elegiste a otra persona que si querés y está bien. - le sonreí. 

- Es que no te podía dar nada, yo - dijo - había vivido algo muy jodido. Y del otro lado estabas vos, buena, que te merecías tener una relación y yo no te la podía dar. Así que me corrí - tomó aire -  Venía de estar con una persona que me pegaba.  Una noche  destrozó la casa donde vivíamos en una discusión y rompió todo. Me decía que se quería matar y que era por mí culpa porque yo era un hijo de puta.  La lastimé, yo lo sé, y fue muy complicado para mí. 

- Te lastimó - dije. 

Javier me miró y no hizo falta que me dijera que sí. Que lo había modificado para siempre. 

 - Al otro año, cuando nos empezamos a juntar con el grupo, mí hermano me sumó como una excusa para sacarme del departamento. Empecé a salir otra vez, estaba muy bueno el grupo... Después, me compré esta casa, y empecé acá. Ahí fue cuando nosotros dos nos conocimos y... Yo no podía.  No podía aceptar todo eso que me dabas. Era demasiado puro para mí que tenía muchos quilombos. 

Nunca había escuchado a Javier decirme todo eso. Era lo más oscuro. Su fondo. Y que me lo estuviera diciendo, finalmente, siendo que él era súper cerrado y odiaba hablar de lo que sentía, era todo en el mundo. Todo para mí. 

- No, Javi, no me expliques nada, no hace falta que me justifiques, todo bien. - le dije, aguante las ganas de llorar y seguí - no hace falta que te pongas mal para explicarme. No quiero que me digas nada Javi, en serio, si te hace mal, ya fue. No importa. No me expliques. No necesito saber nada de eso si no querés ¿si? 

Acaricié sus piernas.

- Yo te quiero explicar. No me pongo triste. Quiero que lo sepas. No quería que me odies si salía algo mal. No te quería usar. No sabía cómo iba a salir y lo último que necesitaba era que alguien más me odiara. No soportaba más. 

Lo miré. Javier me corrió el pelo de la cara. Mofé. 

- Nunca te odié, boludo. Y nunca, más allá de todo lo que pasó, y lo que pase, aunque hayas venido así todo desesperado por tener sexo conmigo, yo te voy a odiar. Nunca - le dije - Una cosa es una cosa y otra cosa, es odiar.  Yo aunque quisiera no podría odiarte. ¿Entendés?  
Podés no quererme, pero eso no hace que yo te odie.   Vos elegiste a otra persona. Podía pasar y pasó. Jamás te odiaría por eso. Yo también con el tiempo hice lo mismo, elegí a otro hombre y se dieron así las cosas.  Pasó mucho tiempo. Costó, sí, pero ahora está todo bien.  Además... - le dije, liberada para hablar. 

Me quedé callada. Javier no hablaba. Sólo se miraba las manos, y me miraba. 

 - yo ya sé por qué no resultó lo de nosotros - añadí y Javier me miró.

- ¿Por qué?
- Porque no me querés vos - le dije, y sonrió, revoleando los ojos, divertido - No, en serio te digo. Vos no me quisiste. Y está bien. A ella , la querés. No es pecado. 
- No digas eso - musitó. 
- Es la verdad. Hace bien la verdad - dije - ¿A ella la querés? 
- Sí - dijo - me acompaña, pasamos cosas... es un proceso, un recorrido. 

¿Ves? - le dije. 
- ¿Qué? 

- No dudaste. Te pregunté si la querías y me dijiste que sí. En cambio, conmigo, siempre dudaste.  Esa es la diferencia. 

- Vos tampoco me dijiste nada de lo que te pasa y yo te dije todo.  ¿Qué sentís? 

"Miedo", pensé. 

- No sé... Algo de vos me atraerá siempre. Por eso estoy acá, pero es raro... 

- ¿Por qué? 

- Porque no te quiero más a vos... no sé, no siento lo que sentía antes - le dije - no de esa forma. 
- ¿Y te gusto o soy muy feo? - sonrió. 
 
Sonreí. 

- Algo de vos me atraerá siempre, Javi. Ya te das cuenta, si no, no estaría acá.  De hecho, si hubiéramos hablado así antes,  nos hubiéramos ahorrado tantas cosas, tantos años pasándola mal... no sé... no sé ni lo que digo - suspiré y me froté los ojos  - Disculpame, Javi. No me hagas caso. Estoy movilizada. 

- No, mi amor - dijo suavemente - vení, vení. No te pongas triste ¿mmh? 

Me abrazó y me pegó a su cuerpo.  Suspiré y me quedé en ese abrazo un largo rato. 

"Mi amor", pensé.  Javier en la vida se había animado a decirme algo así, ni siquiera, cariñosamente. 

-  Lo que pasa acá son dos cosas diferentes. Una cosa es la relación que tengo donde hay un recorrido, y otra cosa es lo que me pasa con vos - dijo - Con vos , quedó todo pendiente. Hace muchos años que viene todo pendiente y cada vez que nos cruzabamos seguía ahí lo pendiente y la duda.  

- ¿Duda? -pregunté, saliendo de su abrazo. 

- De cómo sería todo con vos... 

- Ah. Si - dije - ya te entendí. La duda... El bichito del sexo y todo eso... ¿Te quedaste con la duda desde ese momento? ¿En serio? 

- Sí. Y yo no quiero vivir más con la duda - dijo.

III.

Lloro pero también dejo de llorar. Suspiro. La renuncia es la única salida.  Por eso, no se dan las cosas. Por eso nunca sucedió nada bueno.  Porque es toda una lección sobre el darse por vencida y por la renuncia. Porque éstas dudas no se aclaran nunca.  Ni aunque pasen otros diez años. Ni tampoco, aunque lo vea hoy mismo, cuando salgo de la oficina, en nuestro barrio.  


Hay cosas que pasan y otras que, simplemente, no suceden. 
No hay nada que podamos hacer contra eso. 
Sólo tratar de sufrir lo menos posible. 

lunes, 26 de junio de 2023

Cuando mi padre viene a la oficina...

Hace unos días, las estufas no funcionaban en mi oficina. Por eso, y siendo que confío en mi papá, lo recomendé con mi jefe para que fuera a hacer el trabajo de revisar y arreglar cuatro estufas. 

Hoy vino junto a mí, a mi misma hora de entrada. Vinimos en auto y caminamos hasta la oficina antes de las 08.00 am, mientras el día hacía un esfuerzo para dejar un poco de luz. Me preguntó cosas del barrio y le comenté. 

Cuando entramos, se los presenté a mis compañeros. Cabe decir que trabajo desde hace un año y un poquito más acá, pero que en muchas cosas mantengo un perfil muy discreto.  Entre ello, mi familia y vida personal.  Es un grupo con demasiados hombres, muchos de ellos muy machistas, y no me interesa que sepan cosas de mí.  Pero con mi papá es distinto porque sé que le venía muy bien el dinero. 

Arregló todo lo de la oficina, y subió al piso de arriba para arreglar el resto. Al ratito, subí yo, y le alcancé un mate cocido con galletitas para que coma algo. Cuando le pregunté cómo iba todo y si necesitaba algo, me dió dinero. 

- ¿Para qué? - le pregunté. 
- Para que comas algo ahora al mediodía - dijo. 

Me reí. 

- No, dejá *** . Ya está, yo me compro más tarde la comida. 

- No, no. Te la pago yo. 

- Pero no hace falta, te traigo acá para que puedas hacer un número, papá. No para que me des plata. 

Se rió. 

- Todo bien, todo bien , hija. Son tan bobos como me dijiste, eh. 
- ¿Viste? 
- ¿Cuál es tu jefe? 
- Ése que te presenté al principio.
- Bueno, ése es el más rescatable - observó. 
- Y sí, es lo que hay ... pero todo bien. Yo estoy tranquila.  Bueno, me voy a seguir trabajando. Cualquier cosa, escribime que subo. 
- Bueno, hija. Chau. Ya me falta poquito. 
- Bárbaro. 

Mi padre bajó al rato a la oficina y se acercó a mi escritorio. 

- Esto ya está, papi - me dijo, porque me suele decir como apodo lo mismo que yo le decía cuando era chiquita: "papi" - ¿Qué estás haciendo con eso? 

- Estoy facturando las ventas del mes  - le comenté - Ahora le digo a *** que suba y arreglan.  Cobrá bien, eh, no tengas vergüenza - le dije, con discreción. 

Me hizo cara de que me quede tranquila. Se rió. Desde mi casa, me mandó un mensaje para decirme que todo había ido bien. Que lo mejor de haber ido ahí es saber que nadie se va a hacer el gil conmigo y que los bobos estaban enterados de que él era mi papá. Y si, yo en el trabajo tengo una actitud muy diferente porque es un contexto particular. Me ha costado adaptarme, pero todo lo he resumido en dos pautas: ignoro a quien no soporto, a menos que deba hacer algún proceso consigo, y aprecio a quien lo merece, además del dinero de mi sueldo.  El resto, me importa un carajo. De hecho, hay un tipo con el cual no me hablo por ordinario, le puse los puntos por una cuestión de dinero (odian que las mujeres le den pautas en relación al dinero, obvio), y quedó bien clarito que no me debe dirigir la palabra. 

- Ay, papáaaa - me quejé, en broma, porque él fue de paso a analizar todo el campo - ya fue. Todo bien. Lo importante es que recaudaste.  Yo me sé cuidar. 

- No importa. Ya sé . Pero tenés un papá y esos bobos ya lo saben. No te van a mirar más el culo, ni hacerse los vivos. Son todos unos fantasmas. Tienen la vida demasiado resumida, por eso son así. 

- Están domados, relajate, vos sabés que yo tengo que trabajar y que seguramente con el tiempo esté mucho mejor - bromeé - Voy a seguir tu ejemplo, y sigo con lo que tengo para hacer - le dije. 

- Dale, hija. Mirá a tu gato cómo está - añadió, y me mandó una foto de Ju durmiendo a upa suyo. 

II. 

28 años tengo y mi papá, aunque me vea como toda una adulta, y venga a mi trabajo, y me haga el favor de arreglarme la estufa, no va a dejar de ser mi papá  jamás.  Me causa ternura, de todos modos. Él a veces me dice que me ve a mí, tan brava para algunas cosas, y que se siente indefenso en comparación a la manera en que manejo las cosas, porque se siente que a ´´el no le saldría, o porque soy fría y desconfiada cuando debo, y porque le parece bien cómo me protejo.  Me dice que se siente tranquilo porque, si le pasa algo, sabe que yo no voy a dejar en banda a mi mamá por los valores que tengo sobre la familia, porque respondería.  

Yo sé que mi papá es mi papá, y que aunque tenga casi sesenta, y aunque me vea a mí como adulta funcional, siempre estará por las dudas. Hasta que no esté más en cuerpo, y veré cómo se las ingenia. 

Por el momento, lo disfruto. Si puedo seguir dando una mano a mi casa, lo recomiendo orgullosa y me siento feliz con mis orígenes sencillos, más feliz  cada día que progreso, porque es un pequeño triunfo. 

 Gracias a muchos de esos trabajos, el mío puede ser hoy en un escritorio cómodamente, con funciones derivadas del conocimiento universitario y de la destreza mental. 






sábado, 24 de junio de 2023

War is over

 Cuidé a Javier durante muchos años. Y no me refiero a lo común. Lo cuidé de la exposición, del qué dirán. Lo cuidé de las miradas de los otros. Me callé la boca  muchas cosas para no exponerlo. Y me comí de a cucharadas el dolor cuando me hizo el vacío y se puso a salir enseguida con ella. También me hice la boluda cuando se me quiso acercar muchas veces, porque sabía que estaba enojada, y quería hablar. 

Amigos suyos me preguntaron por qué no hablábamos más. Conocidos en común. Su propio padre me dijo que le gustaría que yo fuera parte de su familia y que ella no era su nuera, cuando ya Javier y su novia tenían más de un año y medio de relación. Y yo me hice la tonta siempre, sin decir nada, porque me parecía que esos eran los códigos del buen amor. Del respeto por el otro. Además, yo le había prometido que nunca más lo iba a molestar y que jamás iba a entorpecer su felicidad. Le había prometido que podía estar tranquilo conmigo. Y así, lo estuvo siempre. Durante casi los diez años que demoró en venir a mí vida otra vez y armar semejante quilombo. 

En esa época, a mis 19, había amado tanto a Javier que solamente quería que alguno de los dos pudiera ser feliz rápidamente. Sabía que a mí me costaría más tiempo pero no por eso le echaba la culpa de nada porque al haberme enamorado de alguien equivocado el desamor era la consecuencia. Yo hasta lo protegía en ese sentido, sacándole una responsabilidad que tenía por no haber sido consecuente y claro. Al olvidarlo, al tener que soltarlo, me parecía lógico sentirme triste. Y ese también era otro precio a pagar: la tristeza por haber amado o querido con todo el corazón. Y había pagado totalmente cuando en 2022 Javier vino a confesarse. 

Ambos teníamos otras parejas. Él estaba al lado de la misma mina que había enganchado en la época donde huyó de mí. Yo, estaba con un hombre que era mucho más virtuoso que Javier y que muchos otros tipos, con quien nos separamos luego por otras cosas que no tuvieron que ver con el desamor, sino, con la distancia, lo cotidiano y la diferencia de edad que a Galeno le empezó a pesar. Es decir, todos riesgos que tenían que ver con una relación que habíamos formado nosotros dos y que no incluían la insatisfacción sobre el otro. Más bien, lo contrario.  

Nunca me planteé la idea de que Javier fuera mí amante ni mucho menos ser yo la suya.  Nunca me pareció que tuviera lugar, ni siquiera, para ser mí amante.  Porque el vínculo de amantes también se construye. Porque también en ese intercambio existen acuerdos. Porque compartis silencios, mentiras y un montón de cosas que van más allá del encuentro sexual. 

II. 

Dentro de lo absurdo que es este tema, tengo que destacar que nunca hubiese esperado que ahora, Javier viniera a buscarme, sin saber lo que quiere. Da demasiadas vueltas para querer tener sexo ilícito con una mujer, la verdad. Elige demasiado mal a la mujer porque conmigo además tiene toda una historia de postergación y frustración que no resolvió ni a mis 19 ni a mis 28. Porque pese a que nos hayamos acostado, insiste en algo que no se qué es. 

Javier me explicó que es una lucha eterna entre la culpa y la duda de saber cómo sería. Y lo entiendo pero no creo que la duda sobre algo pueda llevarte tan lejos en el tiempo y te invite a ponerte en riesgo. 

 Actualmente lo veo escribiendo y dándose el lujo de aconsejarme, de querer cuidarme, de dárselas de sabelotodo. Y principalmente, estando en pareja con la misma mina que a mí ya me había dedicado veinte caras de culo al detectar algunas incongruencias en él. 

¿Qué quiere, entonces, más allá de quitarme energía y ganas? ¿Verme en la mierda? ¿O que todo el disgusto y el deseo estúpido caiga sobre mí y el diga "es que ella me calentaba"? 

Por eso tome medidas el otro día, le mentí y lo puse en esa disyuntiva falsa. Porque viene comportándose mal. Siendo terriblemente injusto conmigo y con ella. Poniéndome en una situación de perros, justo a mí, que lo quise como no quise a nadie y que lo respeté y cuidé a costa del silencio durante años sobre el tema. 

¿Por qué hacerme eso, cuando siempre lo traté bien? ¿Por qué insistir en meterme en una dificultad tantos años después? ¿Para qué empeñarse en insistir con la misma mujer que te amó? ¿Tanto placer puede darle a alguien acostarse con una persona que lo amo, y que le dice (como le dije yo) ya no te quiero más? ¿Tan caradura puede ser un hombre en reprocharme que lo miro diferente, cuando lo compara con la época que más enamorada estaba? ¿Influye eso en algo para tener sexo o es que lo hubiera tenido que mirar con el mismo amor de mis diecinueve años el día dónde el cobarde se animó? ¿Y qué más? ¿Recibir las noticias en un lecho de rosas? ¿Eso también?  Es demasiado. 

De mí boca, jamás salió una crítica hacía la gente que lo conoció. Solo me abri, me lleve el dolor de esa época y lo resolví a solas. Y aunque no lo trate como mierda, aunque lo respete y lo amé, creo que Javier se olvidó de eso y en la actualidad, por loco que parezca, me pone en este lugar de mierda solamente porque se calentó conmigo de una forma donde le cuesta definir una postura hace más de un año. 

Si quiere una amante ¿no la puede buscar en otro lado? Considero que sí. Que tiene sus chances como cualquiera. ¿Por qué conmigo? Se lo pregunté y me dijo : "ya se que me pueden gustar otras mujeres o que me puedo acostar con otras, pero yo justamente te estoy escribiendo a vos". Yo le pregunté si no sabía separar las cosas, es decir, tratarme normal sin que eso implicara vincularse sexual o afectivamente. Él me dijo que si, que podía y acá estamos. Hace un año que está y no está insistiendo con esto. 

¿Cree que no soy la misma mujer que lo amó la que ahora lo pone en la decisión de decidir o de dejarme en paz?  Claro que lo sabe. Sabe que tengo un buen corazón. Que siempre lo aprecie. Que lo quise. Que estaba dispuesta a pasar mí vida con el. Que lo amaba.  Sabe que puedo no sentir lo mismo pero que voy a sentir una afinidad especial y tener un trato diferente... 

¿Por qué entonces venir a buscarme para tener relaciones sexuales a mí y habiendo disfrutado, seguir insistiendo o interactuando? ¿Por qué justo conmigo querer transgredir su relación después de lo saldado? Es de tipo jodido, de forrito, a mí criterio. ¿Para qué? ¿Para qué rifar todo lo que construyó conmigo, una de las pocas mujeres que lo trato como un ser humano y no como una mierda? 

Amé a este idiota. Me dolió su dolor. Quise ofrecerle lo mejor que tengo adentro para que confiara en la vida. Desee con desesperación que me quisiera. Anhele durante años ser parte de una familia donde no iba a estar nunca y quise a su papá como suegro de la misma manera en que él me quiso como nuera.  Imaginé todo con Javier. Lo metí en lo más profundo de mí vida, y lo recordé tanto que llegue a pensar que jamás podría amar a otro. 

¿Y casi una década después hace todo este show del evasivo y del espanto? ¿Qué es lo que no puede resolver ahora, no? ¿Cuál es el nuevo mambo?  ¿Qué será lo que lo frena cuando me insiste en tener sexo, yo le digo que bueno (solo para ver qué hace) y desparece?   Hay algo más que sé que le ocurre conmigo. Me lo dicen sus vueltas. La impotencia que le da siendo él tan desconsiderado a una situación de intercambio sexual. 

¿Con cuántas tipas se acostó en su vida? ¿Y se viene a enmarañar justo conmigo, que soy la peor persona para el caso? ¿Justo conmigo, que le dije en la cara lo enamorada que estaba de él y le solté incluso un "yo quiero todo con vos"? ¿A esa mina vas a volver a buscar incluso después de que te dio lo que querías? 

Para Javier parece que está ok eso. Y yo ya no entiendo qué quiere de mí, pero hago todo para que no lo tenga, incluso, ahora, usando sus puntos débiles para alejarlo. Jugando sucio, o en realidad, jugando igual que él. 


IV. 

No. No entiendo para qué tanto alboroto. Si lo suyo es sexual , sería más fácil porque se trataría de buscar una mujer que acepte el acuerdo que yo no acepto. 

Si su insatisfacción radicara solamente en una pareja, podría buscar otra mujer con quién no tenga la historia ni la carga que tiene conmigo. Pero no. Él es dramático y masoquista, parece, porque viene a parar a mí chat. Y francamente tampoco creo que dependa de insatisfacción vincular, porque podría separarse y estar solo. Más bien, creo que todo se trata de NO hacer lo que desea como todo un modo de vida... De encontrar satisfacción en no satisfacer sus deseos y de no intervenir en su vida como un actor fundamental para cambiar aquello que no le gusta. De dejar que la vida lo lleve y de resignarse y de admirar todo lo que deseo realmente y nunca pudo tener. 

¿Y en mí caso, qué? Se trata de saber que no cuida a nadie. Que no se preocupa ni siquiera por su pareja original y que tampoco debe ponerse en mí lugar para evitarme un capítulo más de esta historia tan difícil y tan de mierda. 

V. 

El martes cuando conversamos , en todo momento yo le aclaré que lo había visto con la novia pero no desde un mal lugar, sino, desde un lugar de franqueza.  Le dije si, te vi caminando y me alegre que no me hayas visto, así evitaba saludarte. Me preguntó por qué, como si no supiera que iba caminando con la novia y le dije: "porque ibas caminando con una señora (la novia) y te ibas a poner incómodo. Y yo también"

 ¿Cuál fue su respuesta? Ninguna. Me cambio de tema y me dijo que cerca de nuestras casas habían abierto una tienda de vinos y me preguntó si la había visto. Le dije que la había visto cerrada, por la hora en que pasé, y le pregunté si ellos la habían visto. Si les había gustado. Todo usando el plural, porque Javier no estaba solo y había que dejarlo expuesto. Sin embargo, el me dijo que le pareció (singular) que todavía no abría al público y que quizá más adelante. Nuevamente me cambio de tema y me preguntó cómo estaba y como estaba pasando el fin de semana. 

No fue capaz de dedicarle una sola oración a una persona con la que construyó mínimamente una relación relajada hace nueve años.  Ni una sola oración. Ni tampoco el reconocimiento que le debe, mínimamente, porque lo vi caminando con ella. ¿Qué es eso de borrar a la gente? Me pareció injusto para ella ese manto negro que le puso porque también habla del lugar que le da a las personas en función de lo que le interesa. 

¿Que me va a decir a mí, que no sale? Sería lo normal , lo que corresponde porque está bien que comparta con su pareja. Yo también cuando estaba en pareja, luego de lo que pasó consigo, seguí compartiendo con total corazón cada momento que pude. Y todavía recuerdo cuando Javier me comentó una foto que había referencia a que había viajado en pareja después de siete meses de silencio.  E incluso me preguntó con quién me había ido de viaje y le dije que me había ido de viaje con mi novio, que habíamos ido a pasear y que lo habíamos disfrutado.  Porque él existía. Cuando me vino a confesar todo Javier sabía que yo quería a la persona con la que estaba y que lo suyo podía ser apenas deseo postergado una decada atrás, pero nada que tuviera cabida en el presente. 

Yo ya se que me dijo que no quería saber nada de mí relación. Me lo dijo desde el comienzo. Y se también que me contó cosas de la suya, pero que yo no hice nada malo con ellas. De hecho, cuando la vi el otro día con el caminando por la calle, empatice más con ella por todas las cosas que me dice Javier, que con Javier mismo, tan impune en su fantasia. Tan librado de toda responsabilidad en su falsa inocencia.  Pero lo que no sé es como sigue con esto. Cuál es su límite. 

VI. 

Desde ahí fue que actué. Y la verdad es que me siento bien porque creo que hice lo correcto para alejarlo. Porque estoy tranquila. Porque me siento más aliviada y porque si quiere hacer algo, él ya sabe cómo es todo. Y no, la verdad, es que no lo creo capaz. Es como que finalmente siento que todo esto se acabó. Javier no va a tomar una decisión y yo voy a estar en paz porque ya no se me va a acercar.   

War is over. Finalmente. ❤️‍🩹

jueves, 22 de junio de 2023

El por qué de tanto espamento

I. 

Todavía recuerdo ese momento. Y a la luz del presente, lo recuerdo más.  Fue la noche de la confesión, específicamente, en la parte donde ya me lo había dicho todo y yo estaba mediada por un estado de shock inmenso y, además, por una conmoción interior a la que no le podía poner nombre.  Me había besado, yo había creído congelarme, y luego mi cuerpo y toda mi historia habían respondido. 

Javier me arrinconó, como nunca había hecho antes, y me sentí completamente sobrepasada por su cuerpo.   Era más fuerte, más grande y más alto, me tocaba muy diferente. Usaba su cuerpo como móvil para imponerse en presencia de una manera que no podía creer. 

¿Recordaba así a ese tipo? No. Mi idea, o la idea con la que me había quedado, era propia de otra clase de hombre.  La imagen que tenía de él a los 19 años era del tipo que me abrazaba. Que me tapaba cuando mirábamos películas, que me pedía empanadas porque no me gustaba mucho la pizza. Que me buscaba el vaso siempre para servir bebida. Me abrazaba, dándome besos en la cabeza. Que me llevaba a mi casa para que no tome frío. Que me tocaba como si me fuera a romper y a quien pensé, más de una vez, en pedirle que me desnude porque me daba cuenta que no reaccionaba de la manera en que deseaba hacerlo a ninguno de mis palos. Solamente, me decía que pare, que me aleje, que no correspondía.  Y yo sufría porque notaba que quería tanto como yo dar el paso, pero que no se animaba. 

En esa época, lo ví dudar tanto y llegué a creer, con el paso de los años, que no le gustaba lo suficiente. Que se fijaba en que mi cuerpo no era de lo más lindo. Que no era suficiente para lograr encender su deseo, especialmente, cuando el mío estaba creciendo por primera vez de esa manera y no sabía si ponerme a llorar, si explicarle, si salir corriendo, si decírselo.   Incluso, llegué a hacerle la pregunta claramente, a los diecinueve: "Javi ¿yo no te caliento lo suficiente, es eso?". Es que Javier se mostraba por momentos tan esquivo, me quería lejos físicamente, y por otros momentos no hacía más que abrazarme. Confundía. ¿Qué pasaba? Se lo pregunté y me dijo que no era eso, que yo me merecía algo mejor. Que se trataba de algo más, y por lo cerrado del comentario y de la postura, confirmé que seguro era poco lo que podía ofrecer físicamente y por respeto no me lo estaba diciendo.  Eso me devastó y el fantasma del rechazo me torturó hasta mucho tiempo después. No entendía que había hecho mal pero sabía que no había resultado. 

Los años acomodaron finalmente las cosas. Se sucedieron los hechos muy despacio y, con la llegada de Galeno, había llegado a comprender apenas que yo no estaba mal hecha, solamente, que con Javier no nos habíamos encontrado en el momento adecuado. Y que sin dudas no había nada más indicado para ese momento, que Galeno, quien no lo había dudado ni un solo instante y con quién había recuperado la calidez en el corazón más allá de todo contacto sexual.  Creer en el amor me hacía mucha más falta entonces que aprender destrezas sexuales y sin dudas él cumplió con ese propósito y con todo el resto sin mezquindades. 

Sin embargo, con Javier, me pasaba algo tan suyo y tan mío a lo que no le cabía significado. Existía una noción de pasado tan fuerte, pero principalmente, de dudas sobre ese pasado, que eran imposibles de negar. 

El abril donde nos reencontrarnos de todo eso correspondiente a los 19 habían pasado muchos años. Aquélla noche, el Javier de casi 51 años, me escurría entre su cuerpo y él me apretaba como para asegurarse de que no me fuera. ¿Quién quería irse de ahí, si no sabía ni cómo me llamaba, si no podía pensar, si todo eso se condensaba en ese momento? En ése, no en ningún otro, sino, en ese. En ése momento donde tenía 27 años, y Javier 51 años, y estaba pidiéndome por favor que pudiera pensar, solamente, en todo lo que nos había quedado pendiente. En ése momento donde yo ya no tenía 19 años y él no tenía 42.  

Todo se definía en ése otro momento donde estábamos parados frente a frente, casi uno encima del otro, en la cocina de su casa, sin dejar de mirarnos después de casi diez años. 

Subí mis manos a sus hombros, acariciándolo, quedando también casi colgada, y lo miré. Rodeé su cuello con lo que me llegó de las manos y apoyé mi cuerpo contra el suyo. Ya no quería, como a los 19 años, que me desnudara. Sabía que lo iba a hacer tarde o temprano y ese anticipo era solamente placer. Me daba paz, una paz difícil de explicar, saber que tarde o temprano eso iba a pasar. Esa paz mezclaba culpa y alivio. Un alivio de llegar a lograr algo que no sabía que necesitaba tanto hasta que lo tuve.  Un alivio feroz porque me 
acababa de confesar que me deseaba tanto como yo lo había querido, desde la misma época, y los mismos momentos. ¿Cómo podía pensar en otra cosa que no fuera sobrepasar el dolor, la frustración, el enojo y cualquier cosa que estuviera en medio?  Había que pensar, sí claro. El resto no tenía la culpa. Y pese a todo era demasiado difícil salir de esas emociones para debatirse. 

¿Nosotros, teníamos la culpa de lo que no habíamos podido vivir? ¿Existía justicia en el destiempo? 

Lo miré.

- ¿Vos estás seguro, Javi? - pregunté.

- Sí.

- ¿No querés pensar un poco más? Yo sé que estamos así y que... pero, podés pensar un poquito más. Te entiendo ¿si? 

- Ya tomé una decisión, no quiero pensar más, quiero estar acá con vos. No me importa más nada - afirmó.

Sonrió. Me apretujó más cerca de él.  Me acarició la zona cercana al culo y se puso colorado.

-Qué atrevido, miralo - lo burlé - ¿Estás buscando algo en particular?

Javier se rió.

- Te quiero tocar, acariciarte ¿mjm?  Sos hermosa vos, ya lo sabes eso. ¿Qué querés de mi, eh? ¿Qué querés que haga?  - musitó.

- No estoy tan buena, tampoco la pavada... No seas chamuyero - le susurré - Quiero que no te metas en líos, por tu bien. Que estés bien. 

- Yo estoy bien. En este aspecto, nunca estuve mejor. Jamás había sido tan sincero con vos, como hoy. Te lo pude decir, estoy bien. Y más te lo digo, y mejor me siento.

- Mentis, mentis - dije, y se rió - porque estás excitado. ¿Pensás que me tenés que convencer? Estás loco, no es eso - le dije. 

- Te está pasando lo mismo que me pasaba a mí - dijo. 

Ese comentario me dolió. 

- No. Yo no lo hago porque tengo pareja y porque vos también salís con otra. Si hubiese podido, tenido tu oportunidad, lo hubiera hecho.  Pero... ahora, no puedo ni pensar en esto... ¿Qué querés que te diga? - añadí, angustiada. 

- Quiero que lo desees como yo lo deseo. No te quiero convencer, quiero que tengas aunque sea un cuarto de las ganas que yo tengo de estar con vos.

- Ay, Javier. Por favor, las cosas que me decís- le dije, muriéndome.

- ¿No tenés ganas, ni un poco? ¿No te gustaría saber cómo? ¿No te da curiosidad? - me preguntó.

- Sí. Pero no... quiero entrar en un lugar donde yo no sé si puedo salir - argumenté - Disfrutá esto, esto de que no te pueda contestar, porque no va a pasar nunca más.

Javier sonrió.

- Te estoy hablando con la verdad. ¿Te burlás de mi? ¿Te estás vengando o algo así? 

- No. Vos me estás mintiendo. Y yo, no te quiero tomar en serio. ¿Vengarme? No. Jamás te haría eso. Pero como me estás mintiendo... 

- No miento - me respondió.

- Javi, no hace falta , te juro que no hace falta. ¿Creés que yo no quiero? Quiero. Pero no puedo. Entonces, por favor, no te quieras hacer acá el macho  que me apalabra para poder coger conmigo - le dije, con sorna - No hay nada más. Ya pasó todo, esto está terminado, en algún momento se tiene que acabar... No existe nada más. Ya pasó. 

Junté valor para decirle eso y recé porque funcionara. 

- ¿No? ¿No hay nada más? - me preguntó.

Se acercó y quedó a muy pocos centímetros. Supe que había perdido casi toda mi fuerza para resistirme. 

- No. No hay nada - dije.

Fueron las cuatro palabras más difíciles de esa noche.

- ¿Segura? - me dijo, cerca.

- Si - esperé

Esa fue la otra palabra más difícil.

Javier sonrió.

- ¿Y esto que pasa, qué hacemos con lo que nos pasa? - aclaro, acercándome a su cuerpo. Mí cuerpo se acercó y correspondió.

- Calentura atrasada - musite - y yo, que tengo sensibilidad.

- Sos una hija de puta - dijo, y se acercó, riéndose.

Me dio un beso apasionado que me dejó temblando las piernas. Disimulé aunque se lo devolví con la misma fuerza.

- Te odio - le dije, mientras lo besaba. Lo agarré del pelo, apretándolo fuerte. Tomé aire y mientras él estaba cada vez más pegado a mi cuerpo, volví a besarlo.  Lo mordí apenas, suavemente - Te odio.  Odio todo de vos - insistí.

Javier me miró, sonrió con algo que registré como la bruma de la gente cuando está en otra órbita de placer y suspiró, atontado.

- Yo no - dijo entre pausa y pausa - Yo no te odio a vos.

Me quedé arrinconada un momento más, y después, bajé la cabeza sin mirarlo.

- Mirame, dale - me susurró - No me bajes los ojos - dijo, muy despacio.

Me tomó de la barbilla y levantó mi rostro. Lo miré y me sonrió, con una mirada que lejos estaba de ser lasciva. Era una mirada de deseo totalmente compartido. Me sentí totalmente atrapada, vista, descubierta, vulnerable. Pero por primera vez no me sentí avergonzada consigo. Esa era yo, y esas eran mis formas, después de casi diez años.

- Mira la intensidad que tenés. Sos intensa, pendeja. ¿Me das otro beso? Por favor. Me gustó mucho. 

Lo miré y me sonreí.

- Perdón si te dolió - musité - Creo que te agarré fuerte del pelo.

- No, no me dolió  - dijo, dulcemente - Me gustó mucho. ¿Me besas así otra vez? 

- No puedo, no seas tonto... 

- Mirá todo lo que tenías guardado, Dios. ¿Como me vas a besar así? ¿Vos querés que yo me muera? Me voy a morir con vos.

- Soy intensa, si. Vos no supiste verlo pero siempre fui asi.

Javier sonrió, y suspiró.

- Soy un boludo.
- Si. Me subestimaste por joven y eso es de pelotudo.

Me reí. Javier se rió, y me apretujó súbitamente.

- ¿Me perdónas? Dale, por favor. Dejá de pensar en el pasado y de reprocharme. Por favor. No quería hacerte mal, no sabía si vos ya... y tenía miedo de darte una mala experiencia... entendeme, por favor. Ahora es distinto.

- ¿Por qué? ¿Porque me acosté con otros? Yo quería acostarme con vos y vos no. Ahora, no sé por qué, parece que querés. ¿Qué pasó? ¿Te avivaste? 

Javier se rió.

- Arrrrrrrg - dijo, y me apretó - No, no es así. Pero ahora es diferente porque... me siento más tranquilo.

- No tenés la presión de ser perfecto, de hacer todo perfecto, como si eso fuera verdad - murmuré - ¿De dónde saliste, Javi? Dios mío. 

- Bueno, yo pensaba así. Creía que era lo mejor, y de hecho, sigo sosteniendo que fue lo mejor en ese momento. Ahora, es otro momento - dijo, risueño de pronto. 

Mientras me hablaba, no cambió nunca su posición. Yo lo miraba ya más relajada, acariciándole la nuca con los dedos, tocándolo como si jamás lo hubiera dejado de hacer. Con una naturalidad que me dejaba ciega frente al contexto. Como lo había tocado antes, pero sin miedo, con mucha más seguridad, con certezas de que podía convocar su deseo si quería. 

- Si, ahora entiendo lo mucho pero lo mucho que me estabas respetando.... - lo burlé, con cariño, de forma  inevitable - Realmente, qué gran esfuerzo estabas haciendo... Me sorprende. 

Se rió.

- Mucho, sí - dijo. 

- Al final, sos peor que yo. Más intenso de lo que pensaba. Mucho peor, más oscuro... No quiero ni imaginarmelo.

- ¿Yo? Sí - dijo y sonrió con picardía - Soy mucho peor. Mucho.

- ¿Me vas a corromper? - le pregunté, fingiendo que no sabía - ¿Eso querés, llevarme por el mal camino, maldito?

- Si vos querés, yo soy el primero en la fila para llevarte . Te prometo que la vas a pasar muy bien. 

- ¿Me querés volver loca? - le pregunté - ¿Para eso viniste tantos años después, a cogerme porque te quedé a mano? 

- No seas hija de puta - musitó - No me quedaste a mano, no digas eso. Vos me volvés loco a mí. Estás hermosa, me tocas y me besas asi... yo me muero - añadió- Claro, sabes que sos linda y por eso me tratas asi.

¿Así? - pregunté. 

- Te burlás de mí. De lo que te digo. Sabés que sos hermosa, que me pones pelotudo, y me tratás así. 

- ¿Y qué tengo que hacer, en teoría? ¿Tomármelo en serio? Mmmmm - musité. 

- Sí, hija de tu madre - dijo, sonriéndose. 

Me abrazó. Lo abracé fuerte. 

- Por favor - dijo, en medio de ese silencio. 

- ¿Qué? 

- Dejame estar con vos. Hace años que estamos así. No demos más vueltas, no pensemos en nada. Sólo en lo que vos y yo queremos. 

- No puedo, sonso. Ahora, no podemos pero por otras cosas. Es una mierda, yo lo sé. Te juro que es una mierda. Pero no lo hago porque sea forra, ni porque me quiera vengar... Al contrario. 

Me separé un poco de él, para darnos aire. Nos miramos frente a frente. 

- Pero olvidate de todas esas cosas... Por hoy, por lo menos. Olvidate. No pienses. 

- ¿A vos no te importa, de verdad? ¿En serio me decís eso, Javi? 

- No, no me importa - anunció. 

- ¿Pero... y los demás? Existen los otros. 

- Ya sé, ya lo sé... - dijo y suspiró - Ésto te lo digo como defensa. Porque si me pongo a pensar en lo que me pasa, en lo que te estoy diciendo y todo lo que quiero hacer con vos, me siento un hijo de puta. Y yo no soy un hijo de puta. 

- Ya lo sé. No te juzgo, me pasa lo mismo. Quiero que pensemos. No te vas a poder sacar y poner el corazón, por eso te lo digo. Quizá nos convenga pensar. 

- Yo ya pensé en todo. Estoy seguro. Tomé la decisión de mandar todo a la mierda hoy cuando te fuiste de acá. No soy un hijo de puta, pero me cansé. No aguanto más. 

- Javi, por favor - supliqué - tenemos que poder pensar. Vos venís, me tirás todo esto en la cara, ¿cómo querés que reaccione? 

- Vos seguro pensás que yo soy un mal tipo, un garca, pero no es así. Te lo juro, yo no hago ésto. Estaba tranquilo. Hace mucho tiempo, ya. Soy muy culposo y no quiero lastimar a nadie... pero... si yo no te decía la verdad a vos me iba a sentir muy mal. Necesitaba que supieras toda la verdad. Para que pudieras elegir.  No te quiero lastimar, pero tengo que ser sincero con mi situación. 

- Y está bien que lo seas. Yo también tengo una pareja. Te lo dije cuando me preguntaste. Y como sabemos, los dos podemos elegir qué hacer. Vos podrías elegir otra cosa... 

- Yo ya elegí. Quiero tocarte, besarte, tenerte toda para mí - dijo - no suelo hacer éstas cosas, pero es la verdad. Ésto es lo que me pasa. Te lo tenía que decir. Perdoname, pero es la verdad. Sí, tenés razón en enojarte conmigo, pero... en todo este tiempo, intenté mil veces decirtelo y no podía. No podía. Y hoy cuando te ví, pude. Sentí que había llegado el momento... Hace diez años que me pregunto cómo sería todo con vos. Cómo sos, cómo hacés... todo... me lo imaginé mucho tiempo... Saquémonos la duda. 

Me rasqué la cara, nerviosa. 

- Javi ¿qué es lo que me estás proponiendo? ¿Que tengamos sexo? - le pregunté. 

- Sí. Que quieras acostarte conmigo. Que tengas ganas. 

Sonreí. 

- ¿Un polvo? ¿Eso? 

- No seas hija puta - se quejó. 

Nos sentamos a la mesa 

- A ver - dije - sentate, vení, vení - lo alenté. 

Javier se sentó. 

- ¿Vos me decís que querés tener sexo conmigo, no es cierto? 

- Sí. Quiero tener sexo con vos y que vos tengas ganas de estar conmigo. Que lo desees como lo deseo yo. 

- Bien - dije - ¿Y tanto quilombo para decirle a una mujer que te querés acostar con ella? Porque tenés miles oportunidades de engañar a tu novia. Yo sé que siempre fui un culo lindo para vos, pero... vos sabés que para mí era diferente. ¿No se te ocurre querer tener sexo con otra? 

- No es eso, solamente. Es todo. 

- ¿Y qué es todo? Dame un ejemplo. Más específico. Así te entiendo... 

- Todo, todo esto que se genera cuando vos estás acá. Cómo me hacés sentir. Yo me siento diferente cuando vos estás acá. Me pongo tonto. Y a vos te pasa algo también. 

- A los dos nos pasa lo mismo - le dije. 

- ¿Y entonces, por qué no querés? 

- No es eso. Es por otras cosas... 

- Quedó todo pendiente, es así. Va a pasar tarde o temprano. 

II. 

Un mes y medio después de esa charla, volvimos a encontrarnos. Yo ya había pensado todo y la única evidencia era que en ese mes y medio no había existido un día dónde no hubiera pensado en Javier.  A diario, e incluso las veces donde me lo encontraba de casualidad por el barrio (hecho que no había sucedido con esa frecuencia en ocho años), pensaba en él. En el trabajo, en la facultad, en mí casa. En todos lados, pensaba en él. 

Cuando nos reunimos luego de ese mes, Javier seguía en su postura. Una postura que nunca jamás abandonó hasta el día de hoy a más de un año de lo ocurrido.  El quería vivir la experiencia. 

- ¿Viniste a verme? - me preguntó. 
- No. Vine a hablar de Comercio Exterior con un Despachante de Aduana y a tomarme con él un vino. 

Javier se rió por lo bajo, divertido con mi repuesta. Me invitó una copa. 

- ¿Qué querés tomar? Tengo otras cosas... 

- Si no me convidas una copa de vino, es una falta de respeto. 

Sonrió y me sirvió una copa. 

-  Tenés razón. ¿Te gusta éste vino? ¿Lo conocías? - me mostró - ¿Te parece? 

- Sí, no lo conocía pero vamos a ver cómo es - dije y la acepté - Gracias. 

Javier cortó la picada, sencilla pero necesaria.  

- Sentate, por favor, ponete cómoda - me indicó - Contame, ¿qué hacés vos en Comercio Exterior? 

- Ahí salió el Despachante - musité y me sonrió - Trabajo, Javi. ¿Qué más voy a hacer? 

- Ya lo sé, pero ¿cómo llegaste ahí, qué tareas haces, qué hace? 

 (...) 

- ¿Viniste en serio por las SIMI? - quiso saber un rato después. 

Habíamos hablado de laburo largo , de su vida, de su oficina, de sus cosas. Pero no, obvio, de nosotros.  

- Sí. En serio trabajo en ésto. No voy a investigar para caer a tu casa -  lo burlé. 

- Ya lo sé, pero... pensé que habías pensado y que... - dudó. 

- ¿Querés que hablemos del tema, no? 

- Sí. 

- Bueno, hablemos. Te escucho - dije, sin ironías. 

Javier se puso serio. 

- Quiero saber qué pensas vos. La otra vez te fuiste de acá muy enojada. Y no me dijiste nada de lo que pensas. Yo te dije todo. Pero vos no me decís nada de lo que te pasa.  Me dejas pensando. 

Suspiré. 

- No me fui enojada, Javi.  Me fui como pude. Si no, me iba a ir en cuotas. 

- ¿En cuotas? 

- Sí, vos pensá que viniste a vomitarme todo después de muchos años. ¿Qué querías que hiciera? Es difícil. No puedo sacarme la ropa, decirte todo que sí, automáticamente... No es tan fácil para mí por lo menos. 

- Perdón. Sí, ya sé... No aguanté más. 

- Lo sé. No te juzgo. Te entiendo. Es horrible callarse las cosas. Me alegra, de corazón, que haya salido. Más allá de todo, me parece que te va a hacer bien. No importa si no nos acostamos. Me alegro porque se dió. 

- Pero... - preguntó. 

- ¿Qué es lo que querés? ¿Sexo? - dudé - La otra vez, me dijiste que vos venías mal con tu pareja. Dijiste que la pasás mal, que no lo sexual no se mueve, que no se están deseando... - alegue-  Ya sé que es el típico chamuyo del tipo que quiere usar a otra mujer, pero a vos no te hace falta mentirme.  ¿Querés usarme para sacarte las ganas? ¿Eso? 

Mofó. 

- No, por Dioooos, por qué siempre pensás lo peor de mí. 

- Por experiencia, boludo - dije y se rió. 

- ¿Por qué creés que yo lo único que quiero con vos es coger? 

- Porque lo único que vos querés conmigo es coger. Efectivamente. No sé por qué hiciste semejante quilombo. Tenés ganas de tener sexo con alguien, estás al lado de una persona y no se dan las cosas pero tenés todo construido ahí... -argumente- y yo te quedé a mano.  Pero no soy tu puta, Javi. 

- No, para. Para. No seas hija de puta - dijo - no sos una puta. Pero estoy en pareja y te lo tenía que decir. ¿Qué querías, que te mienta? 

- No, que te lo guardes porque yo no sé para qué me decís algo así ahora, justo ahora, que no podemos hacer nada. La calentura, la flor de calentura que  tenés, junto al estrés de todo lo que estás viviendo, no puede terminar en coger conmigo. Justo conmigo, además. Yo soy la última persona. 

- No es calentura, solamente.  Pero no te puedo ofrecer otra cosa que no sea sexo. Tampoco te podía ofrecer una relación como te merecías antes. Y yo siento que ahora podes elegir. Y tenés que saber todo. 

- ¿Y quién te dijo que yo quiero otra cosa con vos? - lo miré, riéndome en su cara. 

- No, nadie... 

- Ok. 

- Yo necesito que esto esté bien claro. Que es sexual, esto es una gran atracción sexual, nosotros nos gustamos mucjo... nos atraemos de una manera terrible- dijo - Compartimos humor y que se yo, se va dando. 

- ¿Había alguna duda y yo no me enteré? - le dije, con sorna. 

- Necesito que estemos seguros de ésto. Para no confundirse... - me advirtió. 

- Creo que para mí está sobreentendido que, en nuestra situación, es sexo. Pero si te deja tranquilo, para mí está clarísimo. 

- Bueno, yo porque no quiero que se confunda.... 

- ¿A quién se lo estás diciendo? ¿A mí, o a vos mismo? - me miró fijamente - Porque yo no te pregunté en ningún momento nada. Lo dí por sentado. No te dije nada del tema. Ni lo toqué porque me parece algo evidente.  Está a la vista. 

Javier se quedó en silencio. Suspiré. 

- Creo que te lo estás diciendo a vos. Y me parece que si te estás confundiendo o mezclando, es que no estás seguro de lo que me dijiste. 

- Sí , me lo digo a mí, sí - dijo, mirando para abajo - yo necesito tener ésto muy claro.  Que ésto es sexo, y es hermoso, y que lo otro es lo otro. Estoy seguro. 

- ¿Y quién te dijo lo contrario? - le dije, con sorna. 

- Nadie - musitó - Yo necesito tenerlo claro. Esto es una deuda que tengo con vos. Y lo otro, es otra cosa. Son dos cosas diferentes. Por un lado,  lo que me pasa con vos y mi relación y.... con ella tengo un recorrido, y con vos viene de antes... Todo viene de antes y.... quedó todo pendiente y no quiero vivir más con la duda... 

Esa justificación en vivo era tremenda para mí, pero no por lo obvio, sino porque estaba dudando en frente mío. 

-Yo tengo todo claro, para tu tranquilidad - musité - Para mí es igual. Sabes que tengo una pareja. Con vos, es otra cosa. Nadie va a dejar nada acá. No es una opción. 

Me miró, fijamente. 

- ¿Entonces, te decidiste? 

- Sí. A no ser tu material de descarga, obvio. 

Javier me miró raro. 

- Javi - suspiré -  Creo que estás pasando una situación super compleja, y es entendible que en este contexto, busques placer para bajar. Y que como no lo podés encontrar en la persona que tenés al lado, bueno... Busques otros puntos, digamos - argumenté - pero... yo no voy a dejar que me uses porque tu novia y vos tienen conflictos sexuales. Acepto que me cuentes tus intimidades porque podes confiarme toro. Pero creo que tenés que solucionar los temas con ella, no descargarte conmigo. Y menos, conmigo.  Podes cogerte a todas pero justo a mí, con todo lo que ya sabemos, es tremendo. 

- Noooo - dijo, y enseguida se acercó - ¿Por qué pensas eso, quién te creés que soy yo? Soy una persona también, me pasan las cosas a mí... Tengo sentimientos.  No es por eso. ¿Por qué sos tan hija de puta conmigo? Qué lo parió - dijo, agarrándose la cabeza - Siempre pensando lo peor de mí. Siempre pensaste que yo solo te quiero coger. Como si no me importara nada... 

- Por las dudas - musité. 

- ¿Pero vos no tenés ganas? Siento que te estoy suplicando. No te quiero mendigar nada. Si no te gusto, ya está. Decime y no te molesto más, no me quiero desubicar. 

Suspiré. 

- Yo quiero, Javi. ¿Te pone contento que te lo diga? Pero que esté todo hablado me parece lo mejor. Esto es saldar una deuda, nada más, sacarse la  duda... Llamalo como quieras, pero tengámoslo claro - ironicé. 

- Sí - dijo - Sexo, nada más. 

- Listo. Claro - musité. 

Tomé un poco de vino y apoyé la copa sobre la mesa. 

Se acercó a mi cuerpo, me agarró de la mano y me abrazó. 

- ¿Vas a estar conmigo entonces, mh? - me preguntó - Acostémonos ya. 

- Sí, voy a estar con vos, sí Javier - le dije - ¿Ya? Mmmm... No se , lo voy a pensar - lo burlé. 

Javier se rió. 

El resto, es el ritual ya conocido. No entiendo, de todos modos, qué falló en el acuerdo. La deuda está saldada hace más de un año y no se corrió un centímetro de su postura deseante. Aunque la verdad, es todo diferente. Mi paciencia se acaba al mismo tiempo que dudo que la vida nos reserve nuevas oportunidades de encuentros.  Pienso que todo se dará como deba darse, como espero que sea lo mejor.  ¿Para qué o quiénes? ¿Quién sabe? 




miércoles, 21 de junio de 2023

La noche más larga

Me desperté a las 02.00 de la madrugada. A las 05.00 am. A las 06.15 am.  Esperé hasta las 06.30 am y aproveché a vestirme tranquila antes de venir a la oficina.  No me maquillé, pero me vestí calentita para afrontar el día. El sueño me da frío casi siempre. Me resigné a dormir después de un martes complejo y me quedé despierta.  Pensé.  Pensé en lo que le había dicho, pensé si funcionará, si me había ido demasiado al carajo. Me sentí culpable. Me pregunté si había hecho bien. Me dije que seguro no, que seguro me había mandando una cagada en el intento de entender cómo se acaba. Cómo se termina. Cómo mierda se sale de donde estás haciendo una fuerza enorme para no tirarte de cabeza.  Pero que, al menos, había intentado algo más antes de dejarme llevar por lo que me pasa en el cuerpo cuando lo veo.  ¿Qué mierda hacer con ese desboque? Es un espanto. Cuando lo veo, tiemblo. Siento que el corazón se me sale del cuerpo. Me desespero. Y odio sentir todo esto tan fuerte, porque sufro muchísimo en el afán de manejarlo. De volver a manejarlo, en realidad, pegando casi en los mismos lugares que me pegaba a los diecinueve años, queriendo hacer todo distinto casi a los veintinueve. ¿Por qué me pasa todo esto? Por no haberlo cerrado en su tiempo. Por no haber hecho lo que tenía que haber hecho hace casi diez años.  Por miedo. Por cobardía. Por respeto. Por cuidado.  

¿Puede parecerse tanto el presente a la peor época del pasado? 

Antes, no me hacía parte de la dinámica. Yo soportaba, bancaba, a veces con más fuerza que otras, y otras sólo ignorándolo.   Después, llegaba a mi casa, lloradita por medio, y seguía adelante. Y eso hizo que explotara y hoy me encuentre donde estoy, harta de soportar. Soportaba todo, porque hacerme cargo me daba demasiada culpa.  Pero ahora, me hago cargo porque me parece la única manera de solucionarlo y me hago responsable de mis acciones, pero no ya de su relación, o de cómo se caga en ella o de lo que puede perder si me sigue insistiendo. Persigo mi objetivo únicamente: vivir en paz. No llorar más. No sufrir más. No cuidar más nada que mi propio culo.  Siento que la única manera de vivir en paz es haciéndole frente a todo. Poniéndole los puntos, las comas, pero además, dividiendo la responsabilidad.  No haciéndome cargo de lo que no me incumbe. Pensando en lo que yo necesito y nada más.  Y lo que necesito, claro, no significa hacer lo que quiero.  Pero sí, no amargarme más de la cuenta por pensar en la cabeza de los otros. 

¿Qué sentido tiene cuidar a alguien que jamás te cuidó?  ¿Y a una mujer que te mira mal siempre, porque cree que vos tenés la culpa de que su novio sea un infiel de mierda? 
Ayer se lo dejé claro: "yo no te voy a decir más que no", como una manera de advertirle sobre la nueva postura.  Él dice estar decidido, aunque la verdad es que no le creo nada. Es tan cobarde y tan anticuado que seguro le va a dar miedo ahora que sabe formalmente dónde se está metiendo.  Que yo prendí el ventilador y empecé a traccionar para ponerlo entre la espada y la pared, para ver si así jode menos.  

En caso de que colpase y se decida a patear el tablero con algún ofrecimiento, hoy sé que el paso lo va a tener que dar él asumiendo toda la responsabilidad. Porque yo he sido clara: ahora sabe que le va a escribir a una persona que no lo va a cuidar. "Voy a actuar únicamente en función de mis intereses y, eventualmente, quizá se toquen con los tuyos. Ya me cansé de jugar a ser María Teresa de Calcuta", espeté.  Javier, a todo esto, pareció celebrar la honestidad. Incluso se arriesgó a decirme que se acomodaba y nos veíamos. ¿Cumplirá? Ya me importa una mierda eso.  Quiere tenerme arrinconada con su deseo abrasador de la misma manera en que yo lo quiero tener arrinconado para que se aleje. 

Obvio, Javier cree que mis intereses son acostarme consigo, pero en realidad, también es que deje de molestar. Que deje de caminar como un desacatado en el medio de una ruta donde se lo van a llevar puesto, porque sí. Porque tiene una vida infeliz, de la cual es absoluto responsable y muchas veces productor. ¿Para qué arrastarme , si siempre fui buena con él? ¿Cómo no se da cuenta que se deja en paz a la gente que te amó? ¿Justo conmigo, que lo amé incondicionalmente y se lo dije sin pelos en la lengua, se mete? ¿Justo a mí me vuelve a buscar para querer destruirme? ¿Tanta alergia le dió un amor como el que yo le di para que haga ésto, tanto tiempo después, y no se resigne?  Es increíble para mí que no entienda.  ¿Quién se mete en semejante quilombo por un cuerpo como el mío? A él sólo se le ocurre calentarse de una forma semejante conmigo, la persona que lo valoró siempre y que lo dejó en paz, la que lo respetó, la que no lo trató como una mierda.  

¿Qué hacer ahora? Me hago esta pregunta hace muchos meses. 

Yo sólo quiero que no me busque más. Que no me ponga más en este lugar de mierda de la otra, cuando en realidad, lo de nosotros viene desde antes que todo y debería haber quedado en ese lugar. Busco que no me insista cuando le digo que no, que no prometa nada, que se cuide con lo que dice. Que se limite y se mida.  Que no me diga que tengo miedo de su intensidad. Que no siga jodiendo.  

Yo lo quise mucho. Muchísimo.  Y él lo sabe. Me dijo que el amor que yo le ofrecía hace diez años era puro, desinteresado, que él se daba cuenta. Me reclamó, tuvo la caradurez de reclamarme, que en el presente lo miraba distinto. Claro, lo miraba sin amor, y la diferencia estaba. ¿Qué esperaba? Y si sabía, si se había dado cuenta de todo, ¿por qué hacerme ésto? ¿Por qué querer seducirme justo a mí? ¿Por qué querer meterme en su vida como su amante , en su infelicidad, en su pareja con la que ni siquiera camina de la mano por la calle, en su universo de mierda? 

Espero esta noche descansar mejor. 



martes, 20 de junio de 2023

La jugada límite

Después de un finde angustiada por el comportamiento de Javier de la semana anterior, me sentía mal.  Hoy también, de casualidad, lo vi por la tarde vestido como vagabundo, caminando con las manos en los bolsillos, al lado de su novia.  El cuadro fue patético porque la expresión de Javier era tan muerta.  Algo muy difícil de ver. Como si estuviera fuera del mundo.  Sumado a la capucha que traía puesta, a las manos en los bolsillos mientras caminaba,  y a la mezcla de sensaciones mientas lo observaba al lado de ella, no podía dejar de  recordar sus palabras del miércoles. 

Qué hijo de mil putas, pensé.  Por un lado, caminando como empacado por la calle y por el otro diciéndome": espero que los planetas se contenten con nosotros así nos podemos cruzar. Podemos comer algo, tomar un vino, merendar o ... Lo que vos quieras". 

¿Y yo pasándola mal por esto? Mientras miré ese cuadro entendí que Javier tiene toda la culpa.  Y me dije: "esto no puede ser así ni un minuto más, voy a terminarlo". 

Por suerte, tomé el colectivo en el exacto momento donde Javier y su novia entraban a la confitería que estaba a medio metro. Ella no me vio y el tampoco. Pero yo si los vi. Y me alcanzó para saber que es un hijo de puta porque no tiene necesidad de decir nada de lo que dice y lo dice igual solo para ponerme en un lugar muy de mierda y después anda caminando lo más tranquilo por el centro de nuestra ciudad, jugando al novio infeliz. 

II. 

Fui buena durante casi diez años con él. Le banque que se venga a confesar después de diez putos años. Le banque la deuda supuesta. Me acosté consigo.  Intenté explicarle que eso era una despedida y listo.  Se hizo el que entendió y meses después siguió queriendo lo mismo. Y así, así, y así. 

 Verlo caminando hoy, en su composición, me devolvió la imagen de un tipo abrumado, aburrido y parco.Encapuchado, con las manos en los bolsillos, por la falsa garúa, pensé que no podía ir tan lejos en sus acciones sin sentir que se tiene que aprender a callar la boca conmigo.  Pensé que mientras el caminaba como si nada, yo me había puesto re mal porque seguía queriendo engañarla. Y encima, conmigo. Justo conmigo.  Y que todo eso era re injusto.  Porque el que tenía que estar mal, era el.

Había estado tensa todo el fin de semana porque escribiría, me había sentido mal anticipadamente. Me había preocupado por sus transgresiones... Y el, se había escondido y compuesto su papel de buen tipo, tomando un helado con su novia. Hijo de puta. Un hijo de puta. 

Pensé en no hacer nada. Quedarme con la angustia del Finde y del cuadro y no decirle nada. Dejarlo pasar.  Pero además pensé fríamente. Muy fríamente y dije que si se la dejaba pasar lo estaba cuidando otra vez. 

Por eso, me jugué la carta más peligrosa para que esto termine para siempre. Es decir, que empecé a usar las debilidades de Javier a mí favor.  Le dije que lo había visto con la novia y que no había querido saludarlo, para no incomodarlo, porque me imaginé que se iba a poner incómodo si saludaba a la señora que iba caminando a su costado.  

En cuanto mencioné ese hecho, Javier me cambio de tema. Así que le insistí y le puse el tema en frente.  Y Javier me volvió a cambiar de tema. Así que le cambié el tema yo y cuando me quiso envolver otra vez,  le tiré el golpe bajo. 

¿Qué es un golpe bajo con una persona tan extraña?  Usar todo lo que se que le cuesta, a mí favor.  Servirme de sus puntos débiles para lograr el beneficio de no ser molestada.  

Es de público conocimiento que Javier nunca pudo decidir conmigo. Es una persona muy culposa que, en cuanto toma una decisión conmigo, se siente muy mal.  Si no lo hace porque no lo hace y si lo hace porque lo hace. No hay términos medios entre la sangre y la culpa. 

Por eso, actualmente, se zarpa con las cosas que me dice y luego desaparece.  Porque no puede tomar una decisión ni hacerse responsable por lo que hace. Porque no me puede poner los límites. 

¿Cuál es la consecuencia? Todo dependía de mí hasta ahora. Era él el que me decía y yo la que se negaba a vernos. Él era el que me invitaba y yo la que le decía que no, que no era correcto, que se dejara de hablar de eso, que se quedara tranquilo con su casa y su vida en pareja o en lo que sea que es esa relación espantosa que tiene.  Y Javier, siempre, conseguía con eso dejarme pendiente, angustiada, asustada... Porque yo sentía que tenía que hacer algo para evitar una catástrofe... y asumía la responsabilidad por los dos.  Tratando de que todo esté ordenado. 

III. 

Esa posición se me complicó muchísimo en estos últimos tiempos , por las intervenciones de Javier, por las cosas que dice. Por lo que me genera y por el esfuerzo sincero que hago para no dejarme llevar. 

Por eso hoy, cuando lo vi desgarbado caminando por la calle como un ciruja, sin siquiera agarrar de la mano a su novia, como si la vida lo estuviera empujando, pensé que esté estúpido no puede hacerme mal nunca más. No tiene ese derecho. No va a lograrlo. Y que no puede tratar a todo el mundo como se le canta el culo, creyendo que sale ileso. 

Porque es el que organiza todos los quilombos y después pone un representante legal para tapar los agujeros.  Y no. No es justo.  Supe en ese instante que yo no puedo pasar nunca más un fin de semana angustiada por si quiere mandar toda su relación a la mierda y engañarla.   Porque ni siquiera el la paso tan para el orto este fin de semana como la pasé yo.  Ni tampoco ella, que no sabe que de todas las veces donde su novio me invitó a tener sexo,  en el último año, le dije siempre que no por no querer herir. Por sentir que no podía salir lastimada está mina. Por sentir que no tenía la culpa de lo que había quedado pendiente. Por considerar que yo no tenía derecho en hacer algo que la hiciera sufrir así. 

¿Pero por mí, quien se preocupa? ¿Quien se pondría en mí lugar? ¿Quien va a pensar en lo que yo sufro a diario por este tema que me quita el goce de vivir sin pensar que un idiota como este va a decirme sandeces? Nadie. 

Javier jamás me quiso y lo encuentro firme hoy en sus acciones porque el que te quiere te cuida. Jamás se molestó en cuidarme. En correrse. En dejar de intervenir para que yo pudiera tener la tranquilidad fe construir un porvenir sano con otros.  No, hace un año, que no se fija en como yo me puedo sentir.  Se fija en si siente que se le para o no cuando me ve. Y eso, es inaguantable. Insoportable. Ya no puedo más. No quiero estar preocupada por esto nunca mas. 

Pero ¿como hacer eso con alguien que no entiende nada hasta ahora? 

IV 

Jugando. Por eso hoy me jugué la carta de mí vida. 

Después de verlo caminando como si nada,  le escribí a Javier y le dije la mentira más jugosa. Con ella, lo obligué a decidir a sabiendas de que es una persona que tiene un problema para decidir y que se va a quedar anclado en eso para siempre. 

Teniendo presente todo lo que viene haciendo, le dije:  

- Javi, tomé una decisión. Sobre mi comportamiento... 

Tomé aire y escribí la mayor mentira en los últimos diez años: 

- ¿Cuál? - me preguntó, después de una charla incómoda porque le dije que lo había visto con la novia. 

- Sobre todo.  Lo de la mueblería, el alcohol, y todo. Lo de este quilombo... tuyo, que querés hacer conmigo. 

- ¿Aceptas el quilombo o querés mandar todo a la mierda? 

" ¿Aceptar qué?" Eso pensé. Esto hasta ahora viene siendo nada

- Acepto, bobo -conteste, mintiendo - Pero quiero que sepas esto, porque todo depende de vos a partir de ahora. 

Inspiré hondo. 

- Me parece perfecto que seas sincera con tu comportamiento - dijo. 

-  A partir de ahora, ya no te voy a cuidar. Yo voy a pensar en mis intereses y, eventualmente si coincidimos, se tocaran con los tuyos. Queda en tus manos. 

- Arreglo todo y nos vemos - dijo - ¿Te parece? 

- Hace lo que vos consideres, dentro de lo que consideres. Yo ya no te voy a decir más que no - le mentí - Te aviso para que veas lo que haces. 

Supe que me estaba jugando una ficha muy fuerte. Principalmente,  porque al tirar la pelota tan para su lado tengo dos opciones: o no vuelve (que es lo que anhelo) o vuelve con efecto rebote.  Pero fue el colmo. 

 Esta es la única carta que me queda, además.  Y el hace un año que me insiste.  De alguna manera, tengo que invertir para su lado la carga que no me corresponde, desecharla, y empezar a recuperar la sensación de despreocupación de mi vida.  

- Listo. Quedamos así - me escribió. 

- Quedas avisado - le advertí, aproposito, empezando a usar la culpa que esto le va a generar, a mí favor. 

- Te escribo y tomamos algo. 

- Dale. Salud - me despedí, adrede. 

V. 

Mientras escribo, me siento aliviada. Javier finalmente va a dejar de escribir.  Va a enfrentarse con lo que no puede, que es hacerse cargo de algo y se va a cagar encima como siempre. 

 Y se tendrá que hacer cargo de la culpa por querer seguir intentando engañar a su pareja, o bien, de la culpa por insistirle a alguien que ya no lo va a cuidar (aunque no vaya a decirle que si en serio) y supuestamente va a reaccionar. 

Mentira, obvio. Yo no voy a a reaccionar, no me estoy entregando. Pero quiero que el sienta eso para que huya. Quiero que le pese mí si, porque no lo pueda manejar, y que se aleje como pasaba antes. Esto es estrategia.

 ¿Si me siento orgullosa? No. Obvio que no, traté de cuidarlo porque lo ame mucho en el pasado... Pero él no entendió por las buenas. Nunca se limitó. Nunca.  Siempre la que puse el límite fui yo. 
Pero ahora mí única prioridad es vivir en paz.

Y si esto es una guerra, para terminarla, vale todo. Inclusive, utilizar los puntos débiles de tu enemigo para evitar que te siga bombardeando. 

Yo no quiero andar por la vida asumiendo responsabilidad por lo que no me pertenece. Y tampoco, sosteniendo posiciones de sufrimiento. Esto me hace sufrir mucho. Y no aguanto más. 
Prefiero que esté incómodo, dudoso, lleno de preguntas y ansioso, el, y no yo. 

Intenté hacer todo bien este último año y me siguió rompiendo las pelotas. Le expliqué. Le explique. Trate de entenderlo y le expliqué de nuevo. Y en cada oportunidad de hablar bien y en cada no, parecía que Javier se regocijaba más y más. 
Y yo sufría porque pensaba mucho en lo mal de sus acciones y en qué se estaba portando mal y en qué estaba siendo injusto.  Y en que yo tenía que evitar esa injusticia.

No. No aguanto más. Se terminó. 

Que él decida lo que quiere perder. Yo ya decidí jugarme está última carta por el bien común. 

Ojalá funcione y viéndose apurado no se acerque nunca más. Eso mismo hizo hace diez años. Me arriesgo a decir que no aprendió nada y que va a repetir la huida. 






-

lunes, 19 de junio de 2023

Tranquila

Javi no llamó, no escribió, no pregunto, no molestó, no jugó, no jodió, no quiso, no mereció, no intervino, no se aproximó. Qué alivio. De verdad, qué alivio. Me dejó en paz este finde.

Yo tampoco me sentí mal, culpable, y triste por lo que podía pasar.  Pensé que si escribía me fijaría lo que le iba a decir en el momento y por suerte no tuve que molestarme. 

Como siempre, la historia se repite. Javier dice mucho mucho pero arruga y está re bien que lo haga. Yo lo subestimo y acierto. Queda como el pelotudo según el libreto machista, aunque para mí queda como alguien coherente por primera vez- y no molesta. Me gusta está faceta de Javier tranquilo y ubicado, porque por lo menos no me desordena nada. Hacemos negocios : el continúa haciendo su vida licita y no me pone en una situación tan difícil.  Soy honesta: yo sentí que iba a venir una catástrofe, pero al final, vino un regalo. La calma y el silencio que tanto necesitaba. 

II. 

Yo ya tengo tomada una decisión y es no hacer nada para modificar la situación de paz. Y nada, es nada. Sé que si sigue así, calladito, me va a hacer bien y va a andar bien también.  Porque si yo no lo busco y el entiende que tampoco debe, como está haciendo ahora, afortunadamente todo va a andar mejor.  

Quizá haya llegado el momento donde Javier comprendió y por eso no se acercó a molestar estos días y entonces uno puede finalmente empezar a respirar tranquilo. 

Quizá finalmente haya llegado el momento donde Javi se canso y todas mis plegarias fueron escuchadas. 

¿Qué puedo perder con creer que todo esto es para mejor? 

Puede parecer raro, pero realmente me pone contenta que no me haya escrito ni aparecido. Me pone muy susceptible cuando lo hace, me pone de cara a mil cosas que no puedo manejar, y desgasta mucho luchar contra todo eso.  Ni que decir los recuerdos que trae, la historia que reflota, lo que convoca, etc.  Por esto está bueno su silencio, porque demuestra prudencia después de taaanto que ocurrió. 

Me voy a dormir lindo hoy. 

Las cosas parecen tomar el curso adecuado.  Finalmente, y por su silencio prudente, creo que Javi pensó y no me va a romper más los ovarios.  Por fin. Al fin. Qué alivio. ❤️‍🩹





domingo, 18 de junio de 2023

Cariño para siempre

- Te quiero, aliencita. Te mando un beso grande - me escribió Galeno hoy. 

No, no volvimos. No, no vamos a volver. Solamente me mandó un mensaje para saludar a mí papá, su ex suegro, e intercambiamos algunos comentarios. Además de un saludo para él, obvio, que es un gran papá. 

Antes de despedirse, le respondí sin dudarlo: 

- Yo también. Siempre. Vos sabés que sí. Te mando un beso grande. 

Si, Galeno es mi ex. Desde noviembre que nos separamos. Pero, me dice eso, y yo sé que es verdad. Lo que le respondo, también es verdad. 

Desearía que en mí vida no hubiera nadie que me lastime. Solamente gente como Galeno, que me quiera bien, y que cuando nos separemos, pase por mí vida sin herirme.  

Curiosamente, el otro día pensé en Galeno, luego de mucho y no dudé en mandarle amor. En desearle el bien. En pedirle a la vida que lo cuide y le dé todo. Fue eso lo único que pensé. Y amor lo único que le mandé. 

Hoy me llegó este mensaje y comprobé que también llegó el mío.