domingo, 31 de diciembre de 2023
Adiós, 2023
martes, 26 de diciembre de 2023
No desperdicies tu vida con gente a quien no le importa tu vida
El título lo dice todo. Y creo que es la gran enseñanza de este año para mí, en términos de emociones o deseos.
Ya hablé hace un tiempo de lo que fue este año en el plano profesional y sus cambios, y ahora, me detengo a pensar en los aprendizajes que llegaron.
Empecé 2023 conflictuada con Javier. ¿Qué novedad, no? Bueno, en ese momento, para mí el conflicto estaba totalmente vivo. Hasta mitades de año, el tema fue difícil porque en aquel tiempo se dio el quiebre donde deje de preocuparme por él y pude acomodar las cosas en mí cabeza.
Dejé de pensar con emocionalidad una situación clara de conflicto sexual y empecé a ver repetidos todos los patrones en él. Eso me ayudó muchísimo. Me hizo dar cuenta que Javier jamás cambio, solamente, hizo lo posible para sacarse las ganas y busco cobardemente la manera de intentar repetir el encuentro que habíamos tenido en 2022.
Yo tampoco fui inocente en esto. Parte del aprendizaje lo logré haciendo cosas sin pensar, como una especie de autodestrucción que me tiraba para abajo en un descenso dulce y feroz.
Pero lo importante es que aprendí algo en el proceso de sanar eso: Javier es un tipo que, realmente, no tiene nada para dar genuinamente a nadie. Es un tipo totalmente pobre por dentro. Y si bien en muchas ocasiones sentí piedad o compasión por él, empecé a notar que yo necesitaba compasión conmigo misma para entender que personas así te rompen sistemáticamente. Javier empezó a cansarme porque repitió tantas veces lo mismo y tantas veces falló que perdió toda credibilidad (si es que alguna vez la tuvo).
Lo bueno es que no sufrí tanto como lo hubiera creído en otro momento de mí vida porque no le creí al cien por ciento jamás. Siempre mí voz interior me dijo que era la misma persona que hace diez años y siempre reservé un dejo de rechazo para tirarselo encima si fuera necesario.
Hoy en día, él está distante. Yo no tengo conflictos consigo para hablar y no me enrosco tanto con lo que hace o no. Vivo con la situacion tal y como la conozco desde abril de 2022 y como logré comprenderla con mucho trabajo interno. Y luego de mucho tiempo, el vuelve a retroceder en mí memoria y vuelve a ocupar el rol de un tipo boludo, a quien le guardo cariño, pero también al que ahora no le tengo confianza ni paciencia del todo.
Javier se conecta mucho con la persona que yo era y yo con el hombre que él era, pero es obvio que ya no somos. Y hoy , esos que somos, se llevan bien pero tienen mecanismos re contra tóxicos para vincularse.
Entonces, nos damos cuenta, o yo me doy cuenta, que lo mejor es marcar la cancha y tratarnos como gente normal. Y la verdad, se puede. Siempre lo supe y la vida me lo demuestra hoy.
Si Javier me quiere tratar como a cualquier persona o vecina, lo hace. Es más, se pone seco y todo. Y yo, si lo quiero tratar como quien saluda al cartero que ve una vez por año, lo hago. Y desde ahí, desde ese no vínculo forzado, las cosas son mejores.
II.
Yo ya sé lo que me pasa consigo, y se que cuando me lo encuentro se pone todo pesado, pero lo veo como un hecho que ocurre en un contexto fortuito y no como una constante. No le hago ofrecimientos de ningún tipo y siempre que me comunico es con respeto y con sentido de la ubicación.
También se que Javier me desea físicamente como le podría pasar a cualquier tipo y ve en mí a una linda mujer. Pero es eso y listo y aunque el tipo se la complique cuando me lo explica, yo sé que es eso.
Frente a eso, obviamente, va a querer tener acercamientos sexuales pero de ningún otro estilo. Además, va a mentir. Mucho. Le va a mentir a su novia y me va a mentir a mí, no desde la palabra, sino desde la omisión de ella. La va a negar todo el tiempo y a mí, me va a seguir escondiendo de su propia mente que seguramente siga almacenando culpa, sí...
También me va a dar explicaciones que no le pedí. Va a desaparecer. Va a aparecer o nos vamos a ver por el barrio y me va a querer regalar algo o me va a decir algo o me va a tratar de desestabilizar en ese encuentro, pero después, nada más.
Me va a preguntar si tengo vino. Cómo estoy. Si estoy con alguien. Y él va a seguir estando y no estando con ella. Va a seguir haciendo todo lo de siempre y después, va a seguir calentándose conmigo como -cito la alegoría que uso para decirme cómo se sentía conmigo- un adolescente de 16 años. Y la vida va a seguir pasando. Y todo va a seguir igual.
III
De ahí que me digo: no desperdicies tu vida con gente a quien no le importa tu vida.
domingo, 24 de diciembre de 2023
Peligroso
Galeno estaba cerca de mí cuerpo. Habíamos ido a desayunar muy temprano y lo único que quería era seguir haciendo fiaca un ratito más.
- ¿Quedaste cansada? - me preguntó.
- No mucho, pero no sé, me quiero quedar acá... ¿Podemos hacer fiaca?
- Siiii. Obvio. ¿Apagas la luz?
- Si, banca a ver... - palpe la tecla de la luz y la apagué.
Galeno me abrazo y se acomodo conmigo. Me acaricio el pelo, la espalda y me abrazo poniendo una mano en mí estómago. Siguió recorriendo mí cuerpo con sus manos.
- Eh... - dije, tratando de se dulce - si me seguís tocando así... No creo que sigamos durmiendo.
Galeno se rió.
- ¿Te gusta?
- Si, ni hablar. Solo que... Me tengo que aguantar si seguís así - me reí.
Galeno no ignoro ese comentario. Empezó a hacerme caricias lentas, suaves. Delicadas. Metió una mano por debajo de mí remera y entrometido como lo deseaba empezó a desordenarme el corpiño.
- ¿Me estás excitando, malvado?
Nos reímos.
- Si.
Me dio vuelta y me dejó boca para arriba. Enseguida me reincorporé y busque la manera de sacarle la ropa primero.
En medio de los trámites, me di cuenta:
- ¿Podía, no? Perdón, no te pregunté.
Galeno se rió y me susurró que si.
- Vamos a volar esto - le avisé - y este boxer tan lindo me parece que también lo vamos a sacar.
Lo tiré al piso haciéndolo volar brevemente.
Me reí. Galeno me miró sonriendo y se acercó para sacarme la remera. Yo lo ayudé a desligarme de todo.
Me subí despacito encima suyo. Apoyé todo mí cuerpo sobre su cuerpo y me dejé tocar otra vez.
- Así me gusta más la situación - afirmé y le di un beso delicado.
- ¿Y a mí? - se rió.
- A vos me parece que también, tengo un tema aca que me están pasando datos - le indique.
Galeno se rió. Lo besé sonriendo y le acaricie la barba.
Bajé por su cuerpo. Su pecho limpio, suave, su pancita breve de persona que come sano. Le di besitos breves.
Y me sumergí en él con mucho cuidado pero además con muchas ganas. Le pedí que me atara con sus manos el pelo.
- Oh, eso está pero re bien - dijo. Me miraba sonriendo como si se hubiera ganado la lotería.
Lo miré y mientras lo tocaba, dije:
- Me parece que tenía permiso tuyo para esto ¿no?
- Siempre. No te hace falta preguntar.
- Qué bueno - musité.
Continué metida en esos lados largo rato. Disfrutando todo. Principalmente, el grado de entrega y vulnerabilidad de Galeno, que no dejo en ningún momento de acariciarme delicadamente. De decirme palabras positivas. De hacerme sentir cómoda.
- Estoy siendo feliz, tenés un cuerpo tan lindo, en serio- le dije, en un breve momento de descanso, mirándolo - Y todo te hace juego. Soy afortunada.
- Yo también y mucho - dijo, burlón.
Me hizo reír.
- No me distraigo más. Quiero seguir...
- Es peligroso.
Nos reímos.
- ¿En serio? Me parece que es el efecto que esperaba...
- Si, pero no quiero porque vos no...
- Ay, tranqui -lo acaricié suavemente - después... Disfruta.
- Cómo no voy a disfrutar esto...
(...)
- Vení, vení un poquito - me pidió.
-¿Qué?
Galeno me besó todo el cuerpo. Logro estremecerme toda con eso.
- ¿Qué querés hacer? - me preguntó.
- Dame tus manos.
- Tuyas
- ¿Las dos?
- Las dos. Soy todo tuyo.
Sonreí.
- Y encima sos tan lindo y tenés manos tan lindas... Eso es peligroso para mí.
II.
Galeno tiene la actitud histórica de ser totalmente generoso con mí placer. Siempre. Y por eso, me gusta ser generosa consigo.
De hecho, es el único hombre con quién soy así. Tan desenfadada y generosa. Tan solidaria en el sexo, a quien quiero complacer en el sentido total del término. Pero el también es el tipo más bueno, calido, servicial, salvaje, atento y sensible para lo suyo.
La única persona a quien yo mimo con el sexo. Más allá de una caricia, una pregunta o un mensaje, los años me han demostrado eso. No hay muchas personas con las cuales uno conecta tanto. Y cuando tenés una conexión tan fuerte, una piel tan especial, el sexo es un mimo. Es como convertirte en un proveedor de disfrute y dejar también que el otro te de todo lo que deseas, con amor. Una manera de decirle al otro: "quiero que disfrutes todo, inclusive, pasar este rato conmigo".
La verdad es que nos seguimos llevando la misma cantidad de años. 23 años. Y él sigue siendo el tipo que tiene la capacidad para deslumbrar a mí cuerpo en sus últimos veinti, tanto que me deja pensando.
Deja la vara alta para los pretendientes del futuro.
¿Si siempre te tratan tan bien, y te dan todos los gustos y te hacen sentire cosquillitas lindas en todo el cuerpo, qué quedará para el futuro?
Eso no me importa ahora, la verdad. Mientras pueda, y mientras queramos, el presente es el presente.
sábado, 16 de diciembre de 2023
Nuevos vientos de cambio
Javier y yo hablamos por teléfono el otro día. Quince minutos. ¿Por qué?
Ese día, operaban a Julio. Yo no podía estar presente porque debía ir a la oficina a trabajar. Así que me acordé en un momento de desesperación que conocía al cirujano y le mandé un mensaje preguntando que podía esperar de esa situacion.
Me preguntó si no prefería llamarlo, en un audio. Y así, me contó la reputación del cirujano -que no es el veterinario al cual yo le tengo confianza- y me contó además en qué consiste bien el procedimiento. Me dijo que me quedara tranquila porque lo iba a ver bien y me dio una serie de recomendaciones para que no entre en pánico.
Porque cuando vi una foto de Julio anestesiado con los ojos abiertos, duro, y mi madre me dijo que así estaba dormido, me dio mucha impresión y empecé a preguntarme si realmente estaba bien o si mí mamá para que no me preocupe en la oficina (sabiendo que tengo desafíos a diario) me estaba diciendo alguna mentira.
Le pregunté todo lo que necesitaba saber a Javier y me contestó. Insistió en que me quede tranquila, me dijo que los gatos solían revertir el cuadro para la hora en que ya iba a estar volviendo a mi casa y que confiara porque lo iba a encontrar muy bien.
La verdad es que termino teniendo razón en todo. Se ocuparon muy bien de Julio y por suerte, cuando llegué a mi casa, mis papás estaban cuidándolo a cuatro manos. Mí mamá lo tenía en brazos y mi papá no le perdía pisada para evitar que se suba a algún lugar y se lastime. Es decir, un excelente servicio de cuidado de abuelos para ese gato consentido.
Todo eso me ayudó, la verdad. Julio, es mí primer gato. Procuro darle todo el amor, los mimos, y las atenciones médicas que necesite. Pero al mismo tiempo, como trabajo, muchas veces lo dejo al cuidado de mi mamá, y sucede que mí madre se está acostumbrando ahora a la presencia del gato porque siempre amo a los perros. Y fue ella justamente quien lo llevó a la cirugía, y quién lo cuidó con el mismo amor que le hubiera dado yo.
Finalmente llegue a casa doce horas después de haberlo visto a mi gatito y me encontré con que estaba un poco borrachito pero camino a ser quien es.
Lo recibí. Lo acaricié con mucho cuidado. Le hice mimos que me permitió y después lo saqué un poco al patio para que tome aire vigilando de que no trepe.
Al otro día de la operación, había recuperado mucho. Y aunque estaba muy dormilón, su animo es excelente.
III.
En otras noticias, hace una semana que Javier está yendo a la oficina sin hacer nada y con sus empleados en la misma, porque con la asunción del nuevo gobierno dieron de baja el sistema encargado de la gestión de la documentación para el comercio exterior. En algún momento se dará de alta, pero no saben cuándo, y eso implica un atraso y un nivel de desconcierto grande para toda la operatoria. Se supone que, según lo anunciado, habrá cambios en materia de comercio exterior y a eso se atribuye la demora.
Pero lo cierto es que Javier está sin trabajar. Sin poder irse de la oficina. Y obviamente pagando a sus empleados, viéndose todos las caras.
Conversamos también sobre eso. Es decir, sobre cómo nos agarra a cada uno la situación general del país. Él me dijo lo que piensa. Yo le dije lo que pienso.
- Para mí, hay chance de un nuevo 2001 - me confesó.
- Ay, Javi, ni lo digas... Sería muy doloroso para todos... No quiero que eso pase.
- Es que vos viste como empezó todo en 2001...
- No, en realidad, no. O sea, lo sé por la historia... Pero yo no vivi realmente esa crisis - le dije, siendo honesta.
Se rió a carcajadas. Me contagió.
- ¿Cómo que no lo viste?
- Si lo vi, pero no me acuerdo. No me acuerdo nada. No pude percibir nada.
- ¿Cuántos años tenías en 2001? Para, para.
- Y... tenía seis.
- Nooo - dijo, y se rió - ¡No viste al Diego campeón!
- No entremos en ese topico complicado, pero si, tenía seis. Y no, no vi al Diego campeón. Qué pesado.
Javier se rió.
- Argentina salió campeón tres veces. Yo vi las tres. No puede ser que no viste al Diego.
- Yo no existía para ese entonces, Javi. Nací en 1995. Y por suerte, vi campeón a este seleccionado. Me alegra haberlo vivido. Igual, salgamos de este tópico, dale. Es peligroso, ya.
- Topico peligroso, dice. Seis años en el 2001, hija de puta... no puede serrrrrr- se rió - Vos vas a estar bien. ¿Lo sabes, no?
- No sé. Es lo que más deseo. Por mí familia, mis sobrinos, el laburo, todo...
- Si, vos vas a estar muy bien. No te preocupes. Quizá no te podes mudar ya, pero no te lo aconsejo... No es momento... ¿mhm?
- Mientras pueda estudiar, pagar los cosas... - suspiré - Y si, obvio que lo pensé, y creo que tengo que esperar.
- ¿Donde te querés ir? ¿A Capital?
- No. Me quiero quedar cerca, en el sur. Pero no sé, quiero ver qué acuerdos empiezan ahora en esta etapa nueva.
- Ahora espera. Más adelante, ves. Porque puede que se vaya todo a la mierda. Yo se que vos sos cabeza dura, pero no te conviene mudarte ahora.
- No, es que en realidad no tengo apuro. Nadie quiere que me vaya. Yo quiero, pero también soy consciente de la realidad. No me la quiero complicar peor. Esperaré a ver qué dice la vida.
- ¿Y todo el resto de tus cosas, como están?
- Ahí andan. Estoy bien. Creo. O al menos trato de ir metiéndole para adelante a todo. Me come la cabeza el estrés así que estoy pensando como gestionar eso. El trabajo acá es exigente. Voy a empezar a salir a hacer ejercicio porque necesito bajar la velocidad de la cabeza.
- No te vuelvas loca. ¿Y otras cosas? ¿Cómo están? - me preguntó.
- También, bien. ¿Vos ... y todo? ¿Te sentís bien?
- Si, que se yo. Esta es la primera vez que podemos tener una charla normal - dijo.
- Siii. Lo logramos. Qué bien, ¿viste? - festejé.
- No sé. La otra vez que hablamos, yo te juro que parecía un adolescente de 16 años. No podía caminar. No podía pensar. Estaba hecho un pelotudo.
- Ay, Javi. No me lo recuerdes.
Se rió.
- Pero fue así ¿o no? Me quería morir.
- Cuando salí de la oficina, tenía toda la camisa pegada al cuerpo. Parecía que el viento de acá me apagaba. No está bien eso. Por suerte, hoy hablamos bien.
Mofo. Se rió y me hizo reír.
- Bueno, basta. Voy a seguir trabajando.
- ¿Tenés vinos o te quedaste sin? - me preguntó
- Tengo el que me regalaste vos, nada más. No lo abrí. Y no se, tendría que ir a comprar, pero no fui.
- Eso no te puede faltar. Voy a ir a comprar el fin de semana. Ahora te paso una lista y me decís qué te gusta, yo te compro.
- Bueno, pasame lista y datos bancarios. Te tiro algunas opciones y combinamos caja, de última.
- ¿Qué datos bancarios, quee? - se burló - No, no no.
- Si, tonto. Pásame la lista y tus datos. Así tengo donde hacerte la transferencia.
- Después arreglamos.
- No, Javi. Si no me pasas tus datos bancarios, no arreglamos nada
- Escúchame, para - me freno - después te los llevo, yo. No te preocupes.
Suspiré.
- Vos me decís que no me preocupe, y es ahí donde yo me preocupo.
Se rió.
- No voy a ir a tu casa.
- No, por favor.
- A la esquina de tu casa, tampoco.
- Me parece lo mejor. Todos tenemos una imagen que mantener.
- Pero pásame lo que te gusta, dale. Ahora te paso la lista.
- Y vos tus datos, dale. Bueno, voy a seguir trabajando. Gracias por colaborar conmigo y con Julio.
- Anda, tranquila. Va a salir todo bien con tu hijo - se rió - Te mando un beso grande
- Te mando un besito, nos vemos - lo saludé, cordial.
Corté el llamado. Volví a entrar a la oficina después de abandonar el balcón del octavo piso. Hablar con Javier mirando el rio, compone esos escenarios que jamás pensé posibles en mí vida hace algunos años.
Por suerte, cada día llevo mejor estas cosas; no podría quejarme. He logrado tratar correctamente y normal a una persona que amé mucho y todo lo que ya es sabido. Y él, con el tiempo, aprendió que está relación (llena de silencios, de amabilidad contenida, de genuinos momentos de risa pero siempre sabiendo que eso es lo disponible) es la única posible conmigo. Yo ya aprendí, también diez años después de haberlo conocido, que es ésta la única relación posible consigo. Y que será así para siempre.
Lo bueno es que ninguno de los dos detiene más su vida en un pendiente. Y que si algo está pendiente, sabemos por qué. Y en lo personal, ese saber, permite disminuir el dolor casi a cero.
miércoles, 13 de diciembre de 2023
Diario de una multi: El Chongazo y la crítica literaria
miércoles, 6 de diciembre de 2023
Un tornado sexual
Galeno estaba en esos momentos dándomelo todo. Pero todo es todo, cruzando así el umbral de lo conocido para ambos. Yo no podía dejar de sentir una corriente confortable en el cuerpo. Literalmente, estaba volando mientras él cumplía a la perfección con el paso a paso sexual.
Lo miraba sin dejar de sonreírle. Por el placer. Porque me causaba gracia lo bien que me estaba complaciendo. Porque sé que lo está haciendo así derivado de conocerme, de saber todos los puntos que me detonan y un montón de estrategias felices. Y porque me sigue asombrando de que se acuerde de todo pero todo lo que quiero.
Imaginarse esa sensación de entendimiento es poco pero asimilarlo con todo lo positivo en materia sexual es justo. Sentía a Galeno por todos lados y estaba con mí cuerpo exigido al cien. Solo podía decirle que siguiera aunque al mismo tiempo no sabía por cuánto tiempo más iba a soportar las embestidas precisas y matadoras. Fuertes. De las más importantes que recuerdo para nosotros. De las mejores.
- ¿Está bien así? - me preguntó Galeno, porque me estaba llevando a límites nuevos de resistencia y yo empezaba a sentir frío, calor, y a dejarme poblar la frente de un sudor fino e inevitable.
- Si que estás, eh, pero estoy bien... - le dije, siendo honesta - Me gusta mucho.
Se rió.
- ¿Querés que me vaya?
- No, ni loca. Estoy por explotar pero no quiero que te vayas.
Nos reímos sonoramente. Me relajé. Galeno me inclinó hacía su cuerpo, sin irse del mío, y me acarició la frente. Conteniendo mí cuerpo, que empezaba a perderse en un mar de placer y de sonrisas, mantuvo su suave ritmo. Me estaba dando un respiro. Se movía despacio, sin apuro, con calma. Me miraba, sacándome el pelo de la cara, y a mí me costaba mucho no cerrar los ojos.
- ¿Mejor así?
Asentí con la cabeza y sonreí.
- Si. Me gusta todo , en serio, no puedo creerlo.
Galeno se rió. Me acomodo el pelo y me dio un beso en el rostro.
Sonreí.
- Mira - dijo y me acompaño una mano para que sintiera en su cuerpo los resortes del placer. Continúo dentro mío, asimilandonos, soportando la intensidad.
Me rei.
- Amo. En serio, amo esto.
- ¿Y esto?
Sentí las cosquillas dentro de mí cuerpo. Galeno supo, porque ya me conoce, que estaba lista para sostener la intensidad hasta el final. Y siguió dando todo.
Una vez que los dos estallamos, suspiré y me reí. Él se moría de risa. Ninguno de los dos podíamos creer lo espectacular que había sido ese round.
Galeno me dio un beso y me apretó contra el. Había quedado cansado pero su cara daba cuenta de la felicidad.
- Creo que nunca sentí algo así - dije.
- No, yo tampoco. Fue tremendo. Muy tremendo.
- Pero me encantó. Mucho.
- A mí también.
Nos reímos.
- ¿Podemos hacerlo de nuevo cuando tengamos cuerpo para repartir?
- Siiii - dijo Galeno y se rió - lo vamos a hacer.
Me quedé abrazada a él. Recuperando el sentido de mí cuerpo y saboreando el placer.
- Le dimos lindo - musitó.
Me reí y escondí el cabeza en su cuerpo.
- Me la mandé con los ruidos, pero eso también es inevitable. ¿Vos decís que se escuchó mucho? Espero que no digan nada...
- Me importa un choto - aseveró - Me encanta que te expreses.
- Nunca mejor, esa expresión - lo burlé - Me gusta que le des importancia sexual a cosas sexuales.
A fin de cuentas, no supimos si nos escucharon. Pero si sucedió, ha valido tanto pero tanto la pena que volvería a expresar lo mismo. Aquello inmanejable y hermoso que tiene también la condición humana.
En cuanto a Galeno, me ocupé personalmente de devolverle la generosidad con las cosas que más le gustan. Esas que lo dejan con cara de niño bueno, con un boletín lleno de buenas notas.
El me diría, un ratito después:
- No me podes *** así, *** - exclamó usando mí apodo.
Lo miré con cara de circunstancia. Me sumergí en su cuerpo y sonrió.
- Me encanta - dijo.
Yo seguí en la rosca con intensidad. Vigilando lo que sentía.
- ¿Cómo estás? ¿Te queda cómodo?
Me miró, despatarrado, entregado y sonriéndome.
- Mejor que bien. Muy muy bien.
Lo acaricié. Volví a sumergirme. Me quedé un largo rato en esa dinámica, porque me relaja y me parece genial disfrutarla tanto de ambos lados. Galeno en cuanto estuvo listo, reventó su globo. Y volvimos a ser, en otro round, todos felices.
No es por compararlo, pero... La calidad sexual con Galeno es para retratar. Sabe hacer tan bien tantas cosas que yo no me imagino cómo sería haberme perdido esta experiencia. A sus 54, me hace olvidarme de dónde estoy parada y eso, le deja la vara alta a los pretendientes del futuro. Además, me da la posibilidad de ser tan libre, de estar tan tranquila con mí cuerpo, de imaginar cualquier cosa, que obviamente le doy todo lo que está en mi mano. Y eso, también lo convoca.
No hay nada falluto en nuestro sexo.
sábado, 2 de diciembre de 2023
El último mes del año
Ayer, en terapia, le comenté a la mi psicóloga que sentía un gran cambio en algunos aspectos de mi vida y lo cierto es que si miro para atrás un año hay mil cosas que cambiaron.
Mientras llega el final del 2023, pienso cómo empezó y como va terminando. Recuerdo que el lunes primero de enero escribí que no tenía demasiadas expectativas para este año, que iba a dejarlo ir para donde quisiera, y hoy pienso que fue una decisión importante. Una buena decisión.
Viví. Eso no es poco.
Entendí cosas que en enero de este año no entendía. Adopté un gatito que es lo mejor de todo este año, desde ya, porque desde ese día de junio donde lo fui a buscar supe que no hay día dónde no agradezca habernos conocido. Vi crecer a mis sobrinos, los amé y tuve el privilegio de abrazarlos y charlar y estar para lo que necesiten. Estudié. Leí. Disfrute de algunas cosas. Padecí y maldeci con otras. Me fastidie con gestos, personas y afines. Traté de reparar conscientemente errores. Avance en mis procesos interiores a paso muy lento pero honesto. Compartí tiempo con mis padres. Con mis hermanas, incluidos los tiempos de pelea, disgusto y ganas de mandarlas a cagar. Y así, llegué a julio.
El mes donde cambió el 2023. El mes a partir del cual yo siento que el año empezó siendo uno y termina siendo otro.
II.
Porque si hubo un plano de mí vida que se la rifó con los cambios fue el plano laboral y profesional. Y el primer paso fue algo curioso: empecé a creer-pero de verdad de verdad - que yo merecía tener un buen trabajo. Y cuando me di cuenta que yo merecía tener un buen trabajo, me pregunté que podía mejorar para acceder a eso.
El darme cuenta que estaba en un lugar laboral que había elegido por necesidad pero que no me iba a dar nada más, fue un proceso duro. Yo había aceptado trabajar en un lugar así porque lo necesitaba, pero también porque creía que merecía esa forma de laburar, ese desorden, ese trabajo por dos pero cobro lo mismo. Me llevo meses darme cuenta de que en parte mí infelicidad dependía de eso y de la creencia fea que sostenía. El trabajar en un lugar donde gritaban, a veces hacían cosas muy cualquiera (aunque a mí me trataban bien porque tenía otra educacion y mucha paciencia), donde todo era de una informalidad patológica y dónde lo único y máximo era tener un auto; era un lugar donde jamás iba a poder lograr realizarme.
Darme cuenta de que estaba en un lugar que estaba por debajo de lo que yo podía dar, fue también duro. Sabía que tenía que cambiar pero al principio me daba miedo dar el paso, pensando que tenía que valorar el trabajo y que quizá yo era muy quisquillosa y que...
Y que nada. Hubo un día donde me pesó más la vida que yo creo merecer que las vivencias de los otros. Que la historia de fracasos de mí familia. Que las pocas oportunidades de mis padres. Que el no animarme.
Y di el primer paso. Uno que representó saltar una barrera mental. Empecé a estudiar inglés dos veces por semana por la noche en un instituto presencial para mejorar el acceso al trabajo nuevo que quería. Pagué con esfuerzo la matrícula y la cuota y dije: "veré como me organizo con la plata para pagar esto, que es un montonazo para sacar del sueldo, pero bueno, tengo que intentarlo. Este mes, al menos, ya está pago. Tengo un mes para pensar".
III.
Mí madre, cuando le conte que había decidido estudiar inglés y que lo iba a pagar aún aunque tuviera que endeudarme, me miró con cara de circunstancia. Me preguntó por qué se me ocurría a mitad de año empezar a estudiar inglés siendo que trabajaba en una oficina todo el día y estudiaba otros días hasta las 10.30 PM. Yo le dije que sentía que estaba perdiendo oportunidades de progreso si no sabía inglés y que necesitaba hacer algo concreto por la vida que me quería armar.
Me dijo: "Veinte, vos vas a conseguir todo lo que quieras, sepas o no sepas inglés, aunque estés estudiando todavía, porque lo que es para uno, es para uno. Tené fe. Si es para vos, va a ser. Vas a ver. Vas a hacer de tu vida todo lo que quieras. Si querés empezar inglés, empezá el año que viene, que quizá podes separar la plata". Y yo, entendí el mensaje de mí mamá pero al mismo tiempo sentí que no podía esperar más. Que tenía que empezar a girar en esa dirección desde aquel presente.
Apliqué, mientras trabaja, estudiaba en la facultad y en el instituto de inglés, a muy pocas posiciones. Es que, yo estaba buscando un trabajo en particular, un trabajo mejor que el que tenía, un trabajo que me diera la posibilidad de probar cosas nuevas. De progresar.
IV
En el momento donde menos me lo esperaba, porque llevaba dos aplicaciones a dos empresas multinacionales, y porque solo había llegado a pagar la cuota y el primer mes del instituto todavia no había ni terminado, lo que buscaba, increíblemente, sucedió.
Me contactaron de una de las dos empresas multinacionales donde había postulado. Estaban necesitando en carácter urgente cubrir la posición de una Analista de Facturación y Cuentas Corrientes. Ofrecían un sueldo bueno, clases de inglés o portugués totalmente pagas y algunas otras prestaciones.
Cuando salí de la primera entrevista, le dije a mí mamá que no me quería ilusionar porque era demasiado parecido a lo que yo quería. Y porque, además, iba a suponer pensar en dar un primer paso importante en un círculo diferente a todo lo que conocía. Cuando me llamaron para decirme que estábamos en condiciones de tener una segunda charla, ni yo podía creer que hubieran elegido mi cv para llamarme y pensaba que la urgencia los había hecho marearse. Y cuando me llamaron para decirme que había sido la elegida, entre tantísimos postulantes, no podía creerlo.
Una parte de mí estaba asustada de lo que suponía eso. Pero otra venía creyendo y haciendo tan fuerte que... ¿Qué esperaba? Quizá, esperaba fallar.
Pero no. Finalmente, aquí estoy. Habiendo podido creer en algo que yo pensé que era solo para otra gente y viviendo está experiencia cada día.
V.
Creo que está experiencia define el 2023. No por lo concreto, sino, por el proceso. Por el cambio mental, por el momento donde me agarró, por ver posibilidades en las tinieblas del ni idea. Por sentir un convencimiento claro y total de que merecía una vida mejor sin tomar en cuenta ni los fracasos ni las limitaciones de otras personas. Por hacerme cargo de mí propia historia y la propia vida y preguntar: más allá de todo lo que viví hasta ahora, y de como vivo, ¿cómo quiero que siga siendo mí vida de acá en adelante?
Supongo que esa es la pregunta que me llevaré para el año que viene. Mientras tanto, sigo viviendo en este.
miércoles, 29 de noviembre de 2023
Un poco de todo
Camino por el pasillo del hotel. Me anuncio en la recepción y le indico al chico de la entrada que voy camino a la 607. Le sacan una foto a mi documento y me dejan subir. Le explico que quien reservó ya ingresó y que yo soy la otra persona de la reserva. El pibe me parece matador en su belleza, lo admito, mientras subo en ascensor hasta la 607. Golpeo. No lo dudo ni un segundo, pese a lo que significa. Camino por el pasillo y golpeo la puerta como acto decisivo.
- Pero quién rompe los huevos - respondió Galeno, haciéndome una broma.
Lo primero que vi en Galeno después de un año, paradójicamente, fue la sonrisa. E inmediatamente me la contagió.
- Yo, el servicio a la habitación, que te trajo agua y a una bonaerense - le respondí.
- Pase, pase - dijo.
Se rió. Di dos pasos dentro de la habitación y me abrazó. Con ese abrazo, siendo totalmente sincera, no sentí nada. NA-DA.
- Hola, *** - me saludó, usando el apodo que solo el me dice. A diferencia de mi, que yo no lo llamo mas por su apodo, él lo usa como distintivo.
- ¿Qué, no me ibas a dejar pasar, eh? - lo burlé.
- Por supuesto que sí - dijo.
Dejé mi mochila en el suelo, pasé rápido al baño y me encaré frente a él. Me miraba y me sacaba charla mientras me seguía mirando. Sí, claro, Galeno me evaluaba un año después, notando que estoy más flaca, entre otras cosas.
Lo que siguió fue una charla larga, que debo decir se dió con una fluidez inesperada. Parecía que lo había visto ayer, básicamente, y no porque habíamos chateado los últimos meses, sino, porque físicamente la cercanía y la familiaridad estaban todavía presentes.
Galeno me preguntó si quería descansar y me aseguró que podía descalzarme si lo necesitaba. Noté que conoce detalles de mi e interpreta bien, cuando se le antoja, mis necesidades. Me descalcé y nos tiramos en la cama a hablar igual que hicimos la noche donde nos conocimos. Ese momento es simbólico, principalmente, porque lo hicimos esa vez y no recuerdo que lo hayamos hecho alguna otra, a excepción de ésta.
Me abrazó en la penumbra formada especialmente por el cortinado, bien cerrado, que llegaba al suelo. Suspiró largamente, como con gusto, y me acarició la frente.
- Tu olor - musitó y desperdigó por sus manos los mechones de mi pelo, para liberar el olor a shampoo, jabón y perfume que me caracteriza.
- Ojo, que vos también te perfumaste, eh. Éste es el que me gusta.
- Sí, me acuerdo - dijo, y me rascó la cabeza.
No sentí lo que esperaba sentir y me di cuenta que el sábado se me iba a hacer largo si no lograba destrabar el mecanismo de mi mente.
Si algo de diferente hubo en este encuentro, en relación a otros es que yo me encontré en una posición de desapego. Y desde ese desapego me encontré frente a un Galeno que lo dió todo desde el minuto uno, y conmigo misma, que no tuve un arranque espontáneo de amor.
Jamás, después de que me dejó con la excusa de sentirse viejo, pensé que lo volvería a ver. Pero cuando lo abracé otra vez, y cuando lo escuché hablar de la época posterior a separarnos revelando parte de sus necesidades de ese momento, me encontré siendo testigo. Era como si hablara de alguien que no era yo, o más bien, con alguien que ya no es esa mujer de hace un año atrás.
Me sentía ida cuando me tocaba, mecanizando sus caricias o sus formas. Pensaba en un tema de Fito, en las palabras de mi psicóloga, en Javier, en cualquier cosa, menos en lo que estaba viviendo. Galeno, la persona que me había despertado sensaciones maravillosas, mientras tenía sexo con la sombra de lo que fui, me hizo dar cuenta que tenía que aflojar o me tenía que ir sintiendo nada.
Cerré los ojos, seguía sintiendo nada, mientras me tocaba y yo lo recompensaba en modo automático. No, en esa primera vuelta, no sentí rechazo, ni amor, ni atracción, ni enojo. Algo que es peor: nada.
Me quedé mirándolo después de tener sexo. Él estaba radiante y yo estaba con una sensación de desconexión total. No me conectaba a la propuesta y el encuentro amenazaba con no tener sentido.
Hasta que me hice la pregunta: ¿me quiero quedar o me quiero ir? Y mi mente dijo que se quería quedar y que quería ver si era cuestión de tiempo para conectar. Entonces, me quedé.
Miré a Galeno profundamente. En serio, sin rencor o reproches porque ya no me importa de ese modo. Asumí que indudablemente lo quiero menos, mucho menos que entonces, y me decidí a darle lo que yo tengo para darle en este momento a él. No sé si es mucho. No sé si es poco. No son las mejores épocas conmigo misma. Pero eso fue mucho más verdadero a no sentir nada de arranque y a sentir más con las horas y a asumir que conectamos desde otro lado, porque cada uno va por su lado... pero también, vamos un poco más cerca que con otras personas en el mundo.
No sé si hice bien o hice mal. No son las mejores épocas con mis decisiones, con la seguridad, con el valor propio. Pero creo que lo mejor que pude hacer, y ofrecer, en este contexto personal, es estar cerca suyo. Es salir a comer, pasear, divertirnos sexualmente, charlar de política y no meterme en temas profundos.
¿Cómo se le dice a alguien que lo querés menos que antes? Eso siento. Y al mismo tiempo, me es agradable su presencia. Siento que algo se desliza por la sombras y que ya me voy a dar cuenta de lo que me quiere decir. Y que si lo escribo, me voy a dar cuenta más rápido.
En este capítulo de mi vida que se llama "la vida me dá paj*** cada día, el trabajo me quita el goce, odio a mi jefa, deseo que se mude de país como pasó con el otro, todas mis decisiones son una cagada y se me va a pasar la vida sin haber construído nada de lo que anhelo", la verdad es que estar con Galeno el finde me recordó que los seres humanos podemos sentir nada, o mucho, o poco, o menos, todo al mismo tiempo. Y que la mierda del trabajo, de la vida, y de todo, no nos puede quitar el goce de estar en pie. De estar con otro, mirándolo, sintiéndolo cuando nos toca, apreciándolo porque está.
Por suerte, con el paso de las horas me dí cuenta y eso cambió la perspectiva del encuentro. El final del sábado terminó siendo lindo, y así se mantuvo el resto de la visita.
lunes, 27 de noviembre de 2023
El visitante
Me pongo la ropa de la oficina. Rápido. Pienso mientras peino mí pelo mojado frente al espejo que me voy a maquillar rápido. Galeno, mientras tanto, está sentado en la cama, mirándome con intermitencia, esperándome para bajar a desayunar en el hotel.
Pasamos el fin de semana juntos, después de un año sin vernos. Y llevando algunos meses de una charla normal para nosotros, sin que eso signifique para mí tener una relación. Nos contamos algunas cosas pero lo principal fue disfrutar de ese fin de semana con la única consigna del no mundo exterior.
Así lo hicimos.
No nos sacamos fotos.
No dejamos recuerdos.
No le hice promesas.
No le puse expectativas a la nada.
Al principio, obvio, me costó conectar con la imagen de un Galeno distinto, un poco más viejo, pero con las cosas que me gustaban de él aún presentes. Me costó sentir, involucrarme y me encontré muy desconectada cuando me tocaba o me proponía cosas que antes a mí me enloquecian.
Evalué. Me di cuenta que era normal. Y cuando me relajé con eso, apareció el disfrute por el disfrute. El sentido del presente, del humor, etc. El entendernos son palabras. El reírnos de la gente del hotel, especulando para ver si escuchan nuestros ruidos.
Así y de a poco, me fui sumando a la propuesta de Galeno con un poco más de piel que la de una espectadora. Y de a poco, me permití disfrutar.
Pienso que las primeras veces donde Galeno venía a verme para mí era una maravilla. Y pienso que ahora Galeno vino y se fue más de una vez, que no sé... Está presente pero no lo llevo conmigo de la misma forma.
Ojo: la pasé bien, elegí pasar consigo este fin de semana, elegí quedarme sin presión. Por un lado, Galeno es una persona con la que me gusta compartir lo que sea. Una charla, un mate, un encuentro, una cena, una cama para dormir o un programa de televisión. Por otro, yo se que no puedo compartir más que eso consigo. Y lo acepto y me permito disfrutar sin la estructura que en otros aspectos de mí vida sufro tanto. Pero lo acepto sabiendo que esto es así y no va a cambiar. Lo acepto con la certeza plena de que un día se va a acabar y lo disfruto mucho mientras puedo.
Porque en realidad, en el fondo por mucho que me guste más que está dinámica, en el caso de enamorarme de alguien, iría a elegir la posibilidad del amor. Si bien Galeno fue muy importante para mí y es el hombre que mejor me conoce, no sé si me enamoré de él. Lo quise mucho mucho pero el amor es tan distinto. Tanto. Que eso es justamente lo que me hace dudar.
Yo soy una persona que no quiere tener una relación seria hoy, pero que si la vida llega a cruzarme con alguien que me guste y me corresponda mañana y tenga esas intenciones, sé que es una responsabilidad que asumiría.
Lo que sé es que, pase lo que pase, yo hice lo que tenía ganas de hacer. Y eso es un lindo lujo en la vida adulta. O al menos, lo es para mí, que no tengo espacio para el disfrute últimamente.
sábado, 18 de noviembre de 2023
El vecino peronista II
- ¿Vos cuántos tenés?
- Voy a cumplir 52. ¿Vos veinti...?
- 28- le recordé.
- Te llevo casi la edad que tenés - me dijo Javier.
Diez años después, y después de haber tenido sexo conmigo como un desalmado, todavía se sigue preocupando por eso.
- No es nada raro. La mayoría de los vecinos del barrio tienen tu edad - le dije, para despegar lo que ya estaba pegado.
- ¿¿¿¿Vecinos????? - preguntó.
Claro, el tipo está creído. Cree realmente que es una especie exótica en mí vida. Que es más que un vecino. Que es mucho más para mí que un tipo que vive a pocas cuadras en nuestro barrio bonito al sur del conurbano.
- ¿Vos no sos segunda generación en el barrio?
- Si.
- Bueno, promedian tu edad nuestros vecinos de segunda generación - lo corté.
Él, siempre que le digo que somos vecinos, me mira como si fuera una perversa. Pero es la verdad. Fue la persona que más quise, pero ahora, es un vecino. No es un amigo porque yo no me puedo mostrar con el como amiga. Tampoco es una pareja, porque tiene la suya. Mucho menos es un amante, porque jamás sería la amante de nadie y de él menos. ¿Qué es lo único que compartimos? El barrio.
Entonces, vecinos está muy bien.
II.
Hoy es el cumpleaños de Javier. Podría decir mil cosas del día pero estoy bien así.
martes, 14 de noviembre de 2023
Diario de una multi: El sol de Puerto Madero
Mientras camino por Puerto Madero en este mediodía soleado de noviembre, con mí almuerzo en la mano, pienso que aunque hago mucho esfuerzo tengo un enojo dentro que, en ese preciso momento, no me deja apreciar.
Freno. Espero que corte el semáforo de camino a mí oficina, a pocos metros de los diques. Observo la arquitectura, el paisaje, el fresco que viene desde el río y me vuela el pelo. Observo todo lo que hay además del enojo. La gente que sale de otras oficinas también a buscar almuerzo. Los que hacen ejercicio. Los turistas. Todos forman parte del paisaje de uno de los lugares mas cuidados de la ciudad. Me observan a mí también algunos hombres quizá pensando en mí como una de las tantas oficinistas ahí, que componen el paisaje y hacen de ese lugar precisamente un núcleo de oficinas.
Avanzo con el cuerpo y logro frenar la mente. Observo asumiendo que pueden coexistir el enojo y la gratitud, y me digo, como si me hablara alguien que me quiere: "no tenes de qué quejarte, podes estar enojada pero tenés salud, tenés trabajo, tenés una vida, una oportunidad. Tenés posibilidades, oportunidades, cosas que te pueden pasar todavía... Relaja, descansa todo lo que puedas".
Y trato de ponerle la mejor actitud a lo que me queda de día.
lunes, 13 de noviembre de 2023
Puntillismo
domingo, 12 de noviembre de 2023
Ciudad de pobres corazones
jueves, 9 de noviembre de 2023
¿Eh?
Ha sido una semana muy intensa, estresante. Surgió un tema grande en mí trabajo, algo que me pasó por nueva, y lo estoy solucionando con esfuerzo, pero no venía fácil hasta ahora. Desde el lunes, fue un chino que sigo resolviendo como puedo, porque mí jefa entiende menos que yo del tema y del sistema, aunque gane diez veces más. El resto fue reunión de control de fin de mes en la oficina, mucho trabajo de pagos, una semana donde me costó trabajar por la dificultad sostenida.
Además de un after office para festejar la proyección y la repercusión de un eventazo institucional que se dió la semana anterior y si, donde estuvo todo el staff. Además de viajar e ir y venir al centro tres días seguidos y pensar como organizarme para pagar las cuentas.
¿Qué decir, no? Cómo es de esperarse, es una semana donde lo único que me importa es comer, dormir, bañarme y sostenerme mentalmente, dándome todo el cuidado.
Una semana donde si algo no me esperaba, pero para nada, era que Galeno me mandara un mensaje avisándome que en unas semanas viene a Buenos Aires. Y quiere verme.
II.
Cuando me preguntó si había chance de juntarnos le dije que si, porque es una persona con la que nos debemos una charla profunda. Real. Pero también fue la primera vez en años donde pregunté por qué se le había ocurrido venir y por qué la invitación. Fue como si su viaje no tuviera ningún sentido y como si fuera algo raro para mí. Es que... Yo no quiero admitirlo pero hace tres meses que venimos hablando y de mí lado no puse nada.
Solamente le seguí la corriente, la charla, le respondí y obvio que es poner algo. Pero no aposté nada. Empecé a pensar en Galeno como alguien que estaba lejos y me hablaba porque estaba solo y a quien yo le contestaba porque obvio que lo aprecio, pero más obvio aún que yo no apuesto nada más por él.
Y esto me pega como una piña porque me hace caer en cuenta de todo. Implica destinar tiempo. Energía. Organizar agenda. Y la verdad es que yo aprecio a Galeno pero no quiero correr por nadie. El ya no me representa lo mismo, no me entusiasma de la misma manera, ni es tan importante para mí. Y creo que si pienso en un último encuentro como posibilidad es para despedirme para siempre. Para hacerlo bien, cara a cara. Es decir, lo que no tuvo el valor el de hacer cuando me dejó hace un año.
¿A qué viene un año después? ¿A disculparse? ¿A decirme que no se siente tan viejo? Me cansó todo eso. Y por eso yo jamás le conté nada de todas las otras cosas que me pasan en el orden de los deseos. Porque se daría cuenta que el tema de la edad no es, el tema es del deseo.
Hace meses veníamos en contacto pero yo admito que lo tenía en un plano muy secundario, en una tercera liga. Era para mí un pasatiempo la charla. No sé, algo con lo que distraerme. A veces un amigo. A veces un chongo. Otras veces un ex. Todo según el tema y el caso. Pero sin duda, nada que ver con lo que para mí significaba él hace un año.
III.
Hace un año, recuerdo que todo lo estaba poniendo yo. El tapado de trabajo y desconectado, dijo que se replanteo nuestra relación. No la diferencia de edad sino las diferencias conmigo. Y me dejó, es decir, que se eligió.
Hoy, parece joda pero todo el esfuerzo lo hizo y no lo había notado. Y esto, fue el mazazo que me despertó de la nebulosa donde estuve parada.
Q¿Eh? Eso pensé cuando leí el mensaje.
¿Una semana en paz, sería mucho pedir?
Digo, una semana donde esté tranqui en el trabajo, donde todo se de fluidamente, donde nadie venga con mensajes falopas, donde no me me encuentre a Javier y me quiera comer viva (como me pasó hace un mes) o donde no me mande mensajes diciéndome todo lo que me quiere hacer y yo lo mande a tirar su celular al río (como paso hace tres semanas). Una semana donde pueda sentir un poco más de control en mí trabajo, donde realmente pueda disfrutar algo; digo, algo así.
Una semana normal. Eso quiero.
miércoles, 8 de noviembre de 2023
Diario de una multi: Un chongazo
Hoy me pasó algo cómico. En la oficina, al contar con modalidad híbrida, no termino de conocer a toda la gente. En los meses que llevo allí, hasta hoy mismo, sigo conociendo personas.
Y hoy me tocó conocer al que yo en mí mente denominé "el chongazo de la oficina". Es decir, un tipo que es el tipo de flaco que me gustan, simpático, con una sonrisa matadora y que aunque sea Economista (como todo el resto de mis compañeros) se llevó mí aprobación estética.
Al mediodía entro a mí oficina para pedirle algo al Gerente. Me saludo y se presentó. Creo que no nos vimos, me dijo, y yo pensé que definitivamente no lo había visto.
En la multinacional hay tanto hombre de clase alta que parecen ya figuritas de cartón. Este, viene a romper ese patrón. Voy a recrear mis ojitos con algo más que cuentas corrientes tan solo como deporte.
viernes, 3 de noviembre de 2023
La resolución
El no ser como las demás mujeres que busca. El ser la complicada en el diagrama. El ser rebelde, intensa, contestadora, combativa, revolucionaria (como solía decirme), hoy llego a la conclusión de que fue lo único que sostuvo la insistencia de Javier. Porque además, sostuvo el desafío.
Después de la charla de tres horas, donde le jugué de igual a igual los puntos, entendí la posición en la que fui cayendo dentro de su mapa. Y es la posición de lo incalificable, del desafío que lo convoca y que quiere ganar a los 52 años que cumple dentro de poco. Un desafío donde yo le digo que no, que no quiero tener nada que ver para no tener problemas, y él me responde estupideces del estilo: "tarde o temprano va a pasar", "hasta el próximo encuentro", etc.
Estás frases poco tienen de inocencia o conquista. Son frases machistas. Frases que no están considerando mí voluntad, más allá del deseo que siento, que es la de no tener problemas. Frases que además creen tener superioridad o influencia sobre una decisión que yo ya tomé hace mucho tiempo y que lo que hago es sostener.
Además, ¿quién se cree que es para pensar que yo voy a ajustarme o volverme loca por él y por la mierda que está ofreciendo? Digo, no es un gran tipo. No tiene valores extraordinarios. No cuida a la pareja. No es más que el resto de los tipos que puedo encontrar en el planeta, no se destaca en nada, no tiene ambiciones. Tampoco valor de cambiar lo que no le gusta. ¿Desde que lugar cree que puede valer que yo me meta en líos, me amargue, la pase mal, etc?
Es como si no supiera como tratarme porque siempre trato a las mujeres de otra manera. Siempre fue el simbólicamente superior. Siempre estuvo por arriba en algo con sus otras mujeres. Siempre accedió a tener relaciones con un tipo de mujer que acepto sin cuestionar el tipo de vida que ofrecía con carencias emocionales incluidas. Siempre se centro en llevar a su corriente a las mujeres de su lado y no dejar que la corriente sea común. Elige personas que no se destacan demasiado en lo que hacen, que no tienen grandes carreras profesionales, que no sueñan con cosas más allá de si se cumplen o no. Elige gente que no tiene una pulsión de vida tan para afuera, por ejemplo, cuando sueña para su vida cosas lindas, porque eso implica mover una energía y un deseo que él jamás tendrá.
Y precisamente por toooodo eso, conmigo tiene los temas que tiene. Porque yo no acepto bajo ningún punto de vista sus propuestas, porque ambos sabemos que no soy inferior a él y que en mil aspectos soy mejor. Porque me le rio en la cara con sus argumentos de 1810. Porque yo no voy a ser la trola, y lo sabe. Tampoco la sumisa, y lo sabe. Y sin embargo, por todo eso que sabe, quiere ganar.
Así las cosas que cuando le dije que no, era lo peor que le podía decir. Así las cosas que cuando le dije "dale, si, cuando quieras", desapareció. Es decir, se comió todo ese papel de superado, de macho argentino, y se asustó. Es decir, reconoció que no podía tratarme como trata al resto de las mujeres y huyo.
Lo bueno de todo esto es que las posiciones hoy en día están más claras que nunca. Javier siempre va a querer ganarme. Gozar solamente porque yo le diga que si, por sentir que domina, que me influye, que tiene poder sobre lo que hago. Porque con ese si cree que puede hacer lo que hace con otras, conmigo también. Pero yo jamás me voy a dejar ganar.
¿Un ejemplo? La noche donde nosotros nos encontramos en 2022 y paso lo sabido, me dijo: "vení así nomás". Y yo fui, porque quería ir obviamente, pero no fui "así nomás". Yo me vestí como si fuera a cualquier otro lado y me perfume como hago siempre y me ocupe de mí como hago siempre y no lo hice por el sino que lo hice por mí. Cuando llegué a la casa de Javier esa noche, lo primero que me dijo fue: "te pintaste". Claro, a esa oración le faltó una parte: "te pintaste, (y yo te dije que vengas así nomás)". ¿Qué le respondí yo? "Obvio que me maquillaje, no estás con el 5 de Defensa y Justicia".
Y no. No estuvo con la sumisa que él esperaba estar. Sino que estuvo con la mina que le jugó de igual a igual la batalla. Con la mina que tuvo que ajustarse él y adaptarse él a lo que yo quise o no quise.
Y si. Después de eso, se desató una insistencia que viene hace más de un año y medio y que a mí ya me da bastante igual porque entendí el sentido en todo eso.
Si le digo que no, detona y me insiste o se hace el piola.
Si le digo que si, desaparece y vuelve y cree que el si sigue vigente para cuando el quiere.
Así que si le digo "vemos en el momento", como le dije ahora, el desafío se cancela. Él cree lo que quiere y yo hago lo que quiero, viviendo en paz.
II.
Más de una vez pensé que lo que realmente quiere Javier es destruir de mí la rebeldía, el brillo, el carácter, la fuerza. Eso que soy yo por dentro y que cuando se trata de muchas cosas pongo enseguida a jugar. Que eso lo atrae pero además lo interpela y que en el fondo no se si le gusta tanto en si mismo o si le gusta para hacerlo desaparecer.
Hoy me doy cuenta que si pretende quitarme algo de todo eso que me hace ser quien soy, está arruinado. Lo hizo hace diez años, lo intentó hacer de nuevo y me mantuve de pie. Y aunque lo siga haciendo siempre y siga pensando en su fantasía que mí si es eterno, el único sí eterno es el que tengo conmigo misma hasta el día en que me muera.
Los demás si, son todos sujetos a modificaciones.