miércoles, 29 de noviembre de 2023

Un poco de todo

 Camino por el pasillo del hotel. Me anuncio en la recepción y le indico al chico de la entrada que voy camino a la 607. Le sacan una foto a mi documento y me dejan subir. Le explico que quien reservó ya ingresó y que yo soy la otra persona de la reserva. El pibe me parece matador en su belleza, lo admito, mientras subo en ascensor hasta la 607. Golpeo. No lo dudo ni un segundo, pese a lo que significa. Camino por el pasillo y golpeo la puerta como acto decisivo. 

- Pero quién rompe los huevos - respondió Galeno, haciéndome una broma. 

Lo primero que vi en Galeno después de un año, paradójicamente, fue la sonrisa. E inmediatamente me la contagió. 

- Yo, el servicio a la habitación, que te trajo agua y a una bonaerense - le respondí. 

- Pase, pase - dijo. 

Se rió. Di dos pasos dentro de la habitación y me abrazó. Con ese abrazo, siendo totalmente sincera, no sentí nada. NA-DA. 

- Hola, *** - me saludó, usando el apodo que solo el me dice. A diferencia de mi, que yo no lo llamo mas por su apodo, él lo usa como distintivo. 

- ¿Qué, no me ibas a dejar pasar, eh? - lo burlé. 

- Por supuesto que sí - dijo. 

Dejé mi mochila en el suelo, pasé rápido al baño  y me encaré frente a él. Me miraba y me sacaba charla mientras me seguía mirando. Sí, claro, Galeno me evaluaba un año después, notando que estoy más flaca, entre otras cosas. 

Lo que siguió fue una charla larga, que debo decir se dió con una fluidez inesperada. Parecía que lo había visto ayer, básicamente, y no porque habíamos chateado los últimos meses, sino, porque físicamente la cercanía y la familiaridad estaban todavía presentes. 

Galeno me preguntó si quería descansar y me aseguró que podía descalzarme si lo necesitaba. Noté que conoce detalles de mi e interpreta bien, cuando se le antoja, mis necesidades. Me descalcé y nos tiramos en la cama a hablar igual que hicimos la noche donde nos conocimos.  Ese momento es simbólico, principalmente, porque lo hicimos esa vez y no recuerdo que lo hayamos hecho alguna otra, a excepción de ésta. 

Me abrazó en la penumbra formada especialmente por el cortinado, bien cerrado, que llegaba al suelo. Suspiró largamente, como con gusto, y me acarició la frente. 

- Tu olor - musitó y desperdigó por sus manos los mechones de mi pelo, para liberar el olor a shampoo, jabón y perfume que me caracteriza. 

- Ojo, que vos también te perfumaste, eh. Éste es el que me gusta. 

- Sí, me acuerdo  - dijo, y me rascó la cabeza. 

No sentí lo que esperaba sentir y me di cuenta que el sábado se me iba a hacer largo si no lograba destrabar el mecanismo de mi mente

Si algo de diferente hubo en este encuentro, en relación a otros es que yo me encontré en una posición de desapego. Y desde ese desapego me encontré frente a un Galeno que lo dió todo desde el minuto uno, y conmigo misma, que no tuve un arranque espontáneo de amor. 

Jamás, después de que me dejó con la excusa de sentirse viejo, pensé que lo volvería a ver. Pero cuando lo abracé otra vez, y cuando lo escuché hablar de la época posterior a separarnos revelando parte de sus necesidades de ese momento, me encontré siendo testigo. Era como si hablara de alguien que no era yo, o más bien, con alguien que ya no es esa mujer de hace un año atrás.

Me sentía ida cuando me tocaba, mecanizando sus caricias o sus formas. Pensaba en un tema de Fito, en las palabras de mi psicóloga, en Javier, en cualquier cosa, menos en lo que estaba viviendo.  Galeno, la persona que me había despertado sensaciones maravillosas, mientras tenía sexo con la sombra de lo que fui, me hizo dar cuenta que tenía que aflojar o me tenía que ir sintiendo nada. 

Cerré los ojos, seguía sintiendo nada, mientras me tocaba y yo lo recompensaba en modo automático. No, en esa primera vuelta, no sentí rechazo, ni amor, ni atracción, ni enojo. Algo que es peor: nada. 

Me quedé mirándolo después de tener sexo. Él estaba radiante y yo estaba con una sensación de desconexión total. No me conectaba a la propuesta y el encuentro amenazaba con no tener sentido. 

Hasta que me hice la pregunta: ¿me quiero quedar o me quiero ir? Y mi mente dijo que se quería quedar y que quería ver si era cuestión de tiempo para conectar. Entonces, me quedé. 

Miré a Galeno profundamente. En serio, sin rencor o reproches porque ya no me importa de ese modo. Asumí que indudablemente lo quiero menos, mucho menos que entonces, y me decidí a darle lo que yo tengo para darle en este momento a él.  No sé si es mucho. No sé si es poco. No son las mejores épocas conmigo misma. Pero eso fue mucho más verdadero a no sentir nada de arranque y a sentir más con las horas y a asumir que conectamos desde otro lado, porque cada uno va por su lado... pero también, vamos un poco más cerca que con otras personas en el mundo. 

No sé si hice bien o hice mal. No son las mejores épocas con mis decisiones, con la seguridad, con el valor propio. Pero creo que lo mejor que pude hacer, y ofrecer, en este contexto personal, es estar cerca suyo. Es salir a comer, pasear, divertirnos sexualmente, charlar de política y no meterme en temas profundos. 

¿Cómo se le dice a alguien que lo querés menos que antes? Eso siento. Y al mismo tiempo, me es agradable su presencia. Siento que algo se desliza por la sombras y que ya me voy a dar cuenta de lo que me quiere decir. Y que si lo escribo, me voy a dar cuenta más rápido. 

En este capítulo de mi vida que se llama "la vida me dá paj*** cada día, el trabajo me quita el goce, odio a mi jefa, deseo que se mude de país como pasó con el otro, todas mis decisiones son una cagada y se me va a pasar la vida sin haber construído nada de lo que anhelo", la verdad es que estar con Galeno el finde me recordó que los seres humanos podemos sentir nada, o mucho, o poco, o menos, todo al mismo tiempo.  Y que la mierda del trabajo, de la vida, y de todo, no nos puede quitar el goce de estar en pie. De estar con otro, mirándolo, sintiéndolo cuando nos toca, apreciándolo porque está. 

Por suerte, con el paso de las horas me dí cuenta y eso cambió la perspectiva del encuentro. El final del sábado terminó siendo lindo, y así se mantuvo el resto de la visita. 





1 comentario:

  1. Por lo menos, se encontraron.
    Y el final del sábado terminó siendo lindo. Eso es importante.
    Besos.

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