domingo, 3 de noviembre de 2024

El final del domingo

 Hoy cumplí con los planes de ayer. Terminé el orden de mi dormitorio, limpié profundamente, seguí donando ropa (las dos bolsas se convirtieron en cuatro) y trapeé el piso como si no hubiera mañana. 

También cambié las sábanas, ordené pequeños detalles que siempre pospongo y organicé los zapatos. Guarde cada calzado en su caja, lustré e impermeabilcé otros y así, cosita a cosita, invertí el tiempo libre en algo que me da paz mental: la limpieza y el orden. 

Después me tomé unos mates disfrutando del fresquito del atardecer con mi gato. Y ni bien me repuse (porque me dolían un poco los pies) me di un baño y preparé la ropa para mañana. Me sequé el pelo, cené, guarde la comida para mañana ... En fin, algo de la buena rutina. 

Cabe decir que con algunas cosas soy muy detallista. Dicen que el diablo está en los detalles, y un poco comparto. Uno de esos ejemplos está en el calzado, sean botas, sandalias o lo que pinte... ¿Por qué? Porque no me gusta tener los zapatos sucios, ni rotos ni descuidados. Es una manía sobre algo que para mí hace mucho la diferencia. Siento que si tenés los zapatos sucios, no es lo mismo la imagen ni como queda el resto de la ropa, por eso, cuido mucho esos detalles. 

Cuando trabajaba en comercio exterior, hace un año y medio atrás, había una calle donde pasaba a diario que siempre estaba llena de tierra y de barro. ¿Qué hacía yo? Me llevaba la pomada en la cartera y llegaba a la oficina y me los limpiaba y lustraba para que quedaran bien. ¿Si así de loca soy con todo? No siempre. Pero cuando algo me importa, me importa mucho y me importa además mejorarlo lo máximo según mis circunstancias (si quizá puedo comprar una pomada la compro, pero cuando no trabajaba trataba de limpiarlos aunque sea con un trapito) y creo que la intención es lo más importante. 

Hoy en día, como hice desde siempre para salir temprano, me armo los looks para ir a trabajar un día antes. Les paso pomada al calzado que elija. Me armo la cartera. Pienso el abrigo, me lo dejo a mano, le tiro perfume para ropa y siempre trato de tener esos segunditos que ayudan a sentirse más cómodo con uno mismo. 

Para mí tener todo armado me asegura no olvidarme cosas y me permite no levantarme llevándome media casa por delante. Si va a llover, a los zapatos, les pongo un aerosol que impermeabiliza para que no se me arruinen y les resbale el agua y así, con esas cositas que me llevan dos minutos, siento que cuido más todo lo que voy pudiendo comprar fruto de trabajo y tiempo. 

Ahora, para terminar el día, me hice un tratamiento en los pies para mejorar el asunto del dolor y unos masajitos reparadores. Ya estoy acostada en las sábanas limpias, me he bañado, y miro a mí alrededor donde ya no está el caos de una semana de parciales y muchísimo trabajo. 

Este fue un finde provechoso en lo cotidiano y súper introspectivo pero tal y como lo necesitaba. Ya vendrán findes de planes con mis sobrinos, de deporte, de lectura o de paseos. 

Éste fue de poca exigencia mental y trabajo físico.

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Veinteava