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jueves, 27 de enero de 2022

Y la marquesa, despeinada, alegre y fresca, abre de par en par la ventana para que entre el sol y noticias de nuestras lecturas

 


Insolación. (Historia amorosa), como sugería el tono ligero de la escritura, termina bien porque ese es el propósito de la autora. El epílogo nos anticipa que la relación entre la marquesa viuda de Andrade y el joven hacendado gaditano terminará en boda. No era ese el conflicto que quería narrar Emilia Pardo Bazán, a la que no le interesaba escenificar un castigo social ni cerrar en boda porque sí a la manera del teatro barroco. La acción termina en boda para demostrar que se puede ser libre en la satisfacción de los deseos sexuales sin que ello implique una tragedia ni una boda convencional. No es cuestión de honra, ya, ni siquiera de honor social a la manera de la hipocresía de la sociedad de su tiempo.

Como dijimos en la primera entrada, esta obra es una novela de transición entre estilos desde el realismo crudo con su aquel de naturalismo de Los pazos de Ulloa o La madre naturaleza, hacia lo que se denominó espiritualismo, es decir, el retrato de la psicología de los personajes. Lo individual, en este caso, servía a los novelistas para describir actitudes sociales. Al aligerar el conflicto, la autora posibilita, además, la victoria de los intereses particulares porque las barreras sociales tampoco son excesivas. Todo lo contrario, son tan frágiles que los dramas plateados en situaciones similares en el romanticismo, realismo o naturalismo, serían vistos ahora como exageraciones literarias, incluso el de Nucha de Los pazos de Ulloa.

En la novela, Emilia Pardo Bazán quiere retratar el tipo social al que pertenece Asís a través de la descripción de la psicología de esta: una mujer adulta de un sector concreto de la burguesía española del momento, malcriada, con un existir diario convencional típico de su clase social sin auténtica vida propia, casada en su día con un hombre treinta años mayor que ella por los intereses familiares y que, al morir, la deja viuda, rica y relativamente joven. No hay que pensar mucho para darse cuenta de que Insolación es una réplica a La Regenta en muchos aspectos (hay una intencionada parodia de algunos elementos de la novela de Clarín, como la hay del Don Juan Tenorio de Zorrilla, porque Pardo Bazán se propone superar tanto el romanticismo como el realismo de las décadas anteriores) y que Asís lo es de Ana Ozores: el tono completamente distinto, la condición de viuda de la protagonista y el final las distancian intencionadamente, pero en todo lo demás se asemejan, como si la autora hubiera replicado a Clarín en una obra menor, reduciendo la gravedad del conflicto al ánimo cursi y asustadizo de la protagonista y, por lo tanto, queriendo dejar en evidencia lo que podía considerar dramatismo exagerado de La Regenta, que el desasosiego moral de Asís no es, en realidad, tan grave una vez adoptada la decisión de ser libre de las convenciones. Quizá de ahí la durísima crítica que escribió Clarín de la novela, en la que se refería a la protagonista como "atrasada de caricias", en realidad como una jamona atrasada de caricias. Es interesante comprobar cómo, en general, la crítica del momento de la publicación, juzgó durísimamente la obra de la Pardo Bazán aludiendo a la inmoralidad de las relaciones, exhibidas casi impúdicamente ante los ojos del lector. Pereda o Clarín, que se manifestaron contra la novela, hubieran preferido el drama al final feliz o que la realización sexual viniera después de la boda y no antes, pero esto es justo lo que quiso evitar la autora.

Insolación (Historia amorosa) se introduce en la psicología de la protagonista con la intención de proponer que la mayor parte de los temores y prejuicios sociales que sentían las mujeres como Asís (no olvidemos que es viuda, rica y todavía relativamente joven, cuestión esencial) no son, en realidad, más que tonterías fáciles de superar, pequeñeces producto de una educación que ningunea la individualidad femenina y que torturan caracteres cobardes y les impiden desarrollar sus pasiones. Una vez asumido esto, parece decirnos Emilia Pardo Bazán, las trabas sociales desaparecen porque son, en realidad, convenciones menores que no deberían importarnos y que para que cambien debemos cambiar nosotros antes asumiendo los riesgos. Esto es lo que ha permitido una lectura feminista de la novela. La autora pone las condiciones iniciales en esa educación que impide la igualdad a la hora de manifestar los sentimientos y que traba la felicidad de mujeres como la marquesa. Como su intención es demostrar que pueden vencerse fácilmente y sin las funestas consecuencias que se acostumbraba a ver en la literatura, adopta el tono de una obra ligera que debió resultar de feliz lectura porque, no lo olvidemos, en la España del momento muchas mujeres pudieron verse en aquel retrato (viudas o no), que decía por escrito lo que ya defendía el protofeminismo de la época y sentían la mayoría de ellas. Por eso, la autora necesita un final feliz y que la protagonista exhiba que se pueden vencer los prejuicios y miedos que la ataban:

Por eso, y porque no gusto de hacer mala obra, líbreme Dios de entrar hasta que el sol alumbra con dorada claridad el saloncito, colándose por la ventana que Asís, despeinada, alegre, más fresca que el amanecer, abre de par en par, sin recelo o más bien con orgullo

Eso sí, el relato queda reducido a esa clase social a la que pertenece la marquesa. Cuando la novela se desarrolla en la pradera de San Isidro, el retrato de las clases populares no es nada benévolo. A doña Emilia, en Insolación, lo que les ocurriera a las mujeres de las clases bajas no le importaba más que como escenas costumbristas en las que se percibiera más la escasa consistencia de los prejuicios de la protagonista.


Noticias de nuestras lecturas

El martes pasado mantuvimos la reunión mensual habitual del Club de lectura en su formato presencial. Aquí podéis consultar el estupendo resumen del encuentro escrito por María Ángeles Merino, a la que hay que agradecer su trabajo, siempre oportuno. 

Luz del Olmo confiesa en su entrada cierta perplejidad en la lectura de la novela de Emilia Pardo Bazán y ve en ella un posible rastro autobiográfico. 

Celes/Pancho pone en su sitio a doña Emilia: de novelilla a saltos de liebre. Quizá por eso la castigue sin música. Una delicia de entrada.

Como saben los seguidores habituales de este club, habíamos dejado sin cubrir los títulos de abril y mayo, recordando que uno de ellos debía ser de autor fallecido. Para completar el listado propongo:

  • Abril: Memorias de Leticia Valle de Rosa Chacel. Recuperamos así un libro que fue lectura recomendada en secundaria hace unas décadas, para comprobar su actualidad. Hav varias ediciones baratas en el mercado, fáciles de encontrar.
  • Mayo: Pájaros en un cielo de estaño de Antonio Tocornal (Premio València de narrativa Institució Alfons el Magnànim), publicada por Versátil Ediciones en 2020. Un libro imaginativo, que derrocha sabiduría narrativa atractiva para el lector. Puede encontrarse en librerías o directamente en la página de la editorial (aquí).


Anuncio de la próxima lectura para el mes de febrero



En el mes de febrero leeremos El escenario, de Karmelo C. Iribarren (Visor, 2021). El poemario reúne las claves de la poesía de este autor (San Sebastián, 1959) y seguro que resultará de gozosa lectura tanto para sus muchos lectores habituales como para aquellos que lo descubran con esta lectura.

Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales), en este blog.

Para conocer la forma de seguir las lecturas de este club y sus características y la lista del presente curso, pinchar sobre este enlace.

ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.


sábado, 22 de enero de 2022

"Iba yo con mi eucologio y mi mantillita hecha una santa, sin pensar en nada inesperado y novelesco" y noticias de nuestras lecturas

 


En un largo monólogo interior (dialogando con mi alma, se dice en la novela), Asís Taboada nos pone en antecedentes para comprender sus sofocos de la mañana con la que arranca la historia. Está claro que aunque iba como una santa a escuchar misa en el día de San Isidro, ya llevaba dentro la predisposición al lance amoroso, que provoca el encuentro tempranero con Diego Pacheco, joven gaditano conocido en la tertulia de la tarde anterior. Emilia Pardo Bazán subraya bien pronto esta contradicción entre lo que debe hacer una viuda como Asís y lo que siente y piensa por dentro:

Señor, ¿por qué no han de tener las mujeres derecho para encontrar guapos a los hombres que lo sean, y por qué ha de mirarse mal que lo manifiesten (aunque para manifestarlo dijesen tantas majaderías como los chulos del café Suizo)? Si no lo decimos, lo pensamos, y no hay nada más peligroso que lo reprimido y oculto, lo que se queda dentro.

Por lo tanto, este monólogo interior tiene, desde su inicio, la función de justificarse y vencer el malestar que sintió al despertar o, lo que es lo mismo, confirmarse ante la idea de que una mujer como ella debería tener los mismos derechos que los hombres. No es más que una estrategia porque el monólogo interior se dirige a los lectores y no tanto a su conciencia, en realidad, un falso monólogo interior, porque la voz narradora no suelta nunca el control para hacernos ver la psicología de la mujer (Así, punto más, punto menos, hubiera redactado su declaración la dama, si confiase al papel lo que le bullía en el magín).

Lo que está claro es que Asís se siente muy atraída desde el inicio por aquel joven moreno de ojos azules y que toma la salida a la pradera de San Isidro como una aventura en la que hacer lo que nunca ha hecho al atarse tan joven con un marido que le llevaba treinta años (mezclarse con el pueblo, comer en un merendero, beber más de la cuenta, dejarse requebrar: empezaba a tener subvertidas las nociones de la corrección y de la jerarquía social). Todo, en el relato, adopta el mismo tono ligero del despertar, pero ahora en boca de la protagonista, no ya del narrador, y anticipa que este sofoco por insolación de la viuda de clase alta, no acabará en drama como en Los pazos de Ulloa.

Cuando el recuerdo de lo pasado termina y nos encontramos de nuevo en el presente, ya tenemos claro que la marquesa es una mujer sin experiencia alguna de la vida, víctima de una sociedad que le ha impedido desarrollar sus deseos, un tanto cursi, malcriada (una niña rica, huérfana de madre, y única) e impostada, pero que, a pesar de sus dudas, remilgos y sofocos, ha iniciado un camino que no desandará. Lo que nos falta saber es cómo.

Seguiremos.

Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta regresa para comentar esta novela de Emilia Pardo Bazán y lo hace por donde le hubiera gustado a la autora, mostrando su enenérgica reclamación de igualdad.

Se ha informado a los miembros del formato presencial del Club de lectura del lugar y la hora de la próxima reunión, que tendrá lugar el martes 25 para comentar esta novela de Emilia Pardo Bazán.

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jueves, 20 de enero de 2022

Una viuda española de la Restauración y noticias de nuestras lecturas.

 


El inicio de la novela nos presenta de manera nada amable a la protagonista, Asís Taboada, mujer de treinta y dos años, viuda del marqués de Andrade, fallecido dos años antes, al que le unía un matrimonio convencional sin amor. Encamada por el trajín del día anterior (fiesta de San Isidro), que le provocó la insolación a la que se refiere el título, la voz narradora no ahorra nada para que comprendamos ante qué tipo de persona nos hallamos y dilema moral: diminutivos constantes, caprichos, negación de la evidencia de lo ocurrido el día anterior... Si durante dos años ha guardado el luto tal y como marca la tradición, bastó un descuido el día anterior para que todo cambiara. Este desliz cometido con el joven gaditano Diego Pacheco, es lo que la tiene sobresaltada y sin querer salir de la cama. En un tono ligero e irónico, Emilia Pardo Bazán nos sitúa en la psicología del personaje, atrapado entre lo que marca la sociedad que debe ser una viuda de buena familia con una hija a su cargo y lo que lleva por dentro que no es, ni más ni menos, que las ganas de vivir. Este tono humorístico con el que se nos presenta inicialmente el conflicto moral será clave para comprender toda la novela y el tipo de crítica a las hipocresía social que busca la autora. Al plantearlo así, el conflicto moral pierde relevancia, como si fuera algo que solo pudieran sufrir de verdad personajes como Asís sometidos a una insolación que le haga perder los papeles tan fácilmente. Esta mujer, viuda de un marqués, se mueve en un ambiente de clase: duquesa, comandantes de artillería, grandes hacendados... Una sociedad bien pero muy superficial en todo. Recordemos que Pardo Bazán viene de la dureza de Los Pazos de Ulloa y La madre naturaleza y en esta novela tantea otro tipo de estilo, decidida a abordar la crítica social desde un ángulo diferente. En el segundo capítulo de la novela, como quien no quiere la cosa, desliza una de las raíces del problema español, falto de la necesaria europeización, según lo veía la autora:

aquí en España, desde la Restauración, maldito si hacemos otra cosa más que jalearnos a nosotros mismos. Empezó la broma por todas aquellas demostraciones contra don Amadeo: lo de las peinetas y mantillas, los trajecitos a medio paso y los caireles; siguió con las barbianerías del difunto rey, que le había dado por lo chulo, y claro, la gente elegante le imitó; y ahora es ya una epidemia, y entre patriotismo y flamenquería, guitarreo y cante jondo, panderetas con madroños colorados y amarillos, y abanicos con las hazañas y los retratos de Frascuelo y Mazzantini, hemos hecho una Españita bufa, de tapiz de Goya o sainete de don Ramón de la Cruz. Nada, es moda y a seguirla. Aquí tiene usted a nuestra amiga la duquesa, con su cultura, y su finura, y sus mil dotes de dama: ¿pues no se pone tan contenta cuando le dicen que es la chula más salada de Madrid?


Asís teme ser una gringa y se declara ferviente españolaza. Ya tenemos caracterizada magníficamente la situación y el tono de arranque de la novela.

Noticias de nuestras lecturas


Carmen Ugarte juega con un más que verosímil paseo del brazo de Emilia Pardo Bazán y José Lázaro Galdiano por Madrid. En su diálogo hay una buena explicación de esta novela. No te pierdas esta entrada.

Se ha informado a los miembros del formato presencial del Club de lectura del lugar y la hora de la próxima reunión, que tendrá lugar el martes 25 para comentar esta novela de Emilia Pardo Bazán.

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jueves, 13 de enero de 2022

El contexto necesario para comprender Insolación (Historia amorosa) de Emilia Pardo Bazán y noticias de nuestras lecturas

 


A la altura de 1888, Emilia Pardo Bazán ya era una de las grandes personalidades culturales de la España de su tiempo. Activa partidaria de la europeización del país, difusora de las nuevas corrientes artísticas europeas -especialmente, francesas, pero ya conocedora de la novela rusa de su tiempo-, desde la publicación de su primera novela en 1879 (Pascual López, autobiografía de un estudiante de medicina) su fama creció con cada título que daba a la imprenta o cada colaboración en la prensa. En los años inmediatamente anteriores a la publicación de Insolación (Historia amorosa), la vida personal de doña Emilia sufrió un cambio profundo tras la separación de su marido, José Quiroga, y la relación que estableció con Benito Pérez Galdós. Doña Emilia, católica y conservadora en muchas cosas, afrontó la hipocresía social y la cerrada moral española de su tiempo desde su condición de mujer y escritora. Este hecho tuvo consecuencias en su actuación personal y pública y en su escritura. En la década de los ochenta conmociona la literatura española con la polémica publicación de La cuestión palpitante, su personal visión del realismo y el naturalismo (1882), a la que siguieron La tribuna (1883), Los Pazos de Ulloa (1886-1887) o La madre naturaleza (1887), que la situaron en la primera línea de la narrativa española.

A partir de ese momento, su obra evoluciona. Abandona alguno de los rasgos más característicos de su peculiar naturalismo y, como ocurre con otros autores del momento, busca una mayor exploración de la psicología de sus personajes (la divulgación de los novelistas rusos tiene mucha importancia en esta deriva), el uso de elementos simbolistas y espirituales y un compromiso feminista que le hace enfrentarse con instituciones culturales como la Real Academia. En contra de la visión reduccionista de algunos historiadores de la literatura, incorpora ya conceptos propios del simbolismo modernista en una transición de estilos que comenzaba a manifestarse en toda Europa. Por esos mismos años, se incorporó a los proyectos del joven emprendedor José Lázaro Galdiano, al que conociera en Barcelona en la Exposición Internacional de 1888 y con el que tuvo una fugaz historia amorosa, que terminaría confesando a Galdós, luego trasformada en una constante amistad. Recién llegado a Madrid, Emilia Pardo Bazán lo ayudó eficazmente en la fundación de la revista La España Moderna (1889) -el título de la revista es muy significativo en la definición de su línea editorial.

Este es el contexto en el que debemos entender Insolación (Historia amorosa), una  obra que no tuvo demasiado éxito en su tiempo y fue rechazada por la crítica, pero que, en los últimos años, se ha puesto de relieve por explicar el cambio que se produjo en la escritura de Emilia Pardo Bazán, anticipando mucho de lo que vendría después, y por su perspectiva feminista. La posición de la autora es clara en la defensa de la libertad de la mujer en las cuestiones sexuales, especialmente en el final, cuando prescinde de toda condena moral.

En este mes de enero leeremos Insolación (Historia amorosa) de Emilia Pardo Bazán. Con motivo del centenario de su fallecimiento, regresamos a esta autora, de la que ya leímos Los pazos de Ulloa en mayo de 2016. La obra, dedicada al que fuera escritor, bibliófilo y coleccionista José Lázaro Galdiano, se publicó en 1889 y siempre se ha puesto como ejemplo del feminismo tal y como lo entendía la autora. De la novela hay suficientes ediciones en el mercado y también una correcta edición digital en la Biblioteca Virtual Cervantes.

Noticias de nuestras lecturas

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lunes, 3 de mayo de 2021

Galdós, enamorado

 


Diferentes circunstancias (problemas iniciales, la pandemia causada por la COVID-19 y los cierres de los espectáculos públicos, un accidente de la actriz protagonista), retrasaron el estreno de Galdós enamorado, la obra de Alfonso Zurro, que también dirige el montaje, previsto para enero de 2020 en el Teatro Pérez Galdós dentro de los actos que conmemoraban el centenario del escritor canario Benito Pérez Galdós. Ahora felizmente ya está de gira por diferentes ciudades en locales con aforo limitado y otras medidas marcadas en los protocolos sanitarios demostrando que los espacios  escénicos pueden ser seguros. He podido verla ayer domingo en el Teatro Zorrilla de Valladolid. No importa el retraso, la pandemia ha provocado que, en la práctica, se sumen las conmemoraciones del centenario del fallecimiento de Galdós (1920) y el de Emilia Pardo Bazán (1921), las dos figuras sobre las que trata la obra. El texto propone explícitamente una cierta condición de atemporalidad en cuanto a estas cuestiones de los centenarios, sobre los que se ironiza.

Galdós enamorado es, inicialmente, una ficción sobre las relaciones entre don Benito y doña Emilia que se construye a partir de la indagación teatral de los dos actores protagonistas, María José Goyanes y Emilio Gutiérrez Caba, convertidos así también en personajes que a través del juego metateatral subrayan, ironizan o resaltan la contemporaneidad del espectáculo mientras que los escritores disfrutan de la atemporalidad de su condición.

Dado que solo se conocen hasta hoy las cartas que Emilia Pardo Bazán dirigiera a Galdós, el motor inicial de la obra es la investigación de lo que pudo ocurrir con las que Galdós escribiera a la Pardo Bazán (cierta noticia reciente sobre ellas está llena de misterio y sospechas sobre las que se ironiza también en el espectáculo). No tanto por el interés público sino porque el escritor necesita completar su memoria con ellas. Mientras tanto, reconstruyen su relación amorosa a partir de las que se conservan. Pardo Bazán y Galdós viven en la atemporalidad de su condición literaria, pero los actores no y, mientras construyen el espectáculo, recrean lo que pudo ocurrir con las cartas que debieron conservarse en el Pazo de Meirás hasta que este cayó en manos de Francisco Franco, cuya familia lo ha retenido hasta la reciente sentencia judicial que obligó a su restitución como patrimonio del Estado.

Este juego metateatral de una obra que se construye delante del espectador y que propone las secuencias presentes protagonizadas por Goyanes y Gutiérrez Caba frente a la atemporalidad de Pardo Bazán y Galdós, a salvo ya de cualquier circunstancia, permite a Alfonso Zurro dar variedad a la obra, que entrelaza eficazmente la teatralización de la amistad, el amor y la admiración literaria entre los dos escritores, la relación entre los actores que estudian el montaje teatral y las escenas en las que, a través de la farsa y la parodia, indagan sobre lo que pudo ocurrir con las cartas perdidas. Mientras Pardo Bazán y Galdós viven su relación ya eterna y Goyanes y Gutiérrez Caba trabajan el texto en su condición de actores, aparecen Francisco Franco, Carmen Polo, el comisario Villarejo, etc., pero de una forma muy contenida para que no se apropien de la obra ni aparten al espectador del propósito del montaje, que no es otro que homenajear a estos dos escritores desde la condición de seres humanos que aman.

Este camino de transición entre los tres mundos, cada uno con su marca genérica propia, era muy difícil de resolver, pero está bien conseguido en el texto y extraordinariamente en la actuación de los actores protagonistas, que nunca pierden el tono y consiguen hacer amables las transiciones. Los peligros de un texto como este se han solventado en una buena dirección y en la gran profesionalidad de María José Goyanes y Emilio Gutiérrez Caba que saben apoyar la obra sin imponerse a ella, pero dejando a su vez la impronta indiscutible de sus cualidades.

La obra gustó mucho al público que llenó el aforo permitido del teatro.

jueves, 21 de enero de 2016

¿De algo malo puede salir algo bueno? o el final de Los Pazos de Ulloa y noticias de nuestras lecturas


Cuando se termina la lectura de Los Pazos de Ulloa -sobre todo si se desconoce la continuación de la novela-, el lector se pregunta si es posible la bondad en tierras en las que no hay orden e impera la naturaleza más brutal. Se tiene la sensación de que en aquellas tierras la historia solo pasa para remover la superficie porque todo, en el fondo, sigue igual. Los dos grandes caciques han cambiado de partido político por la evolución de los tiempos pero permanecen enfrentados y repartiéndose el poder con artimañas poco democráticas y hasta delictivas, los sacerdotes y otros elementos propios de la iglesia católica intentan frenar el progreso según los nuevos tiempos mientras que los partidarios de este tampoco son ejemplos a seguir.

Ante el desorden de los seres humanos, imperan las normas de la naturaleza salvaje de aquellos pazos. A la casona de los Ulloa no llega la civilización ni el progreso en esta novela. Destruida la relación de fuerzas del Antiguo Régimen, la casa ha caído en decadencia, como la estirpe que le da nombre y cuyo último ejemplar es don Pedro. Esta decadencia provoca un vacío de poder civilizador y el dominio de las fuerzas más primitivas (de ahí el nombre del mayordomo): el sentido de la posesión de hombres y tierras, un sentido de la tradición cargado de componentes nocivos, las explosiones de furia, el poder de la sexualidad. Nada pueden oponer frente a ellas las personas de carácter débil, como don Julián o Nucha.

Sin embargo, hay un elemento diferenciador en Emilia Pardo Bazán. Ante la brutalidad del drama y los acontecimientos, la debilidad o la inocencia pueden convertirse en una fuente de esperanza. Es algo que la separa del naturalismo puro. En la espiritualidad de don Julián observamos una extraña fortaleza de la debilidad de su carácter. Con el final -casi epílogo- de la novela, la autora parece indicar que esa debilidad de don Julián, aunque no pueda evitar los dramas inmediatos que proceden de las explosiones de violencia, es la única opción de sobrevivir a tanta fuerza primitiva. Se sufre pero se triunfa finalmente. De hecho, los diez años que el sacerdote pasa en una parroquia en mitad de la nada lo convierten en un eremita, casi en un santo, que puede volver para intentar reparar algo de lo que ocurrió. Como si el sufrimiento que le provocó la debilidad de su carácter le convirtiera en un ser puro. Hay una pizca de ascetismo en la intención de este personaje, sin duda.

Finalmente, la escena final -preparada a lo largo de toda la novela- en la que vemos a los dos jóvenes hijos de don Pedro, abre la puerta a la esperanza. Doña Emilia parece querer encender una luz a los lectores a los que previamente ha sobrecogido con buena dosis de folletín truculento. Perucho y su hermanastra se encuentran un tanto por encima de la fealdad del mundo. Ya lo estaban desde el principio, a pesar de las circunstancias de sus vidas. De ahí su complicidad a lo largo de la segunda mitad de la narración, una complicidad que procede de la intuición y no del interés, que nace de la bondad de su carácter y que se ejemplifica en sus acciones y, sobre todo, en la belleza física de ambos. La autora parece contradecir aquí el naturalismo que quiere aplicar a lo largo de la novela diciéndonos que de algo malo puede salir algo bueno. La mirada que les dirige don Julián en las líneas finales es todo un síntoma de que doña Emilia no era capaz de mantener la tesis naturalista en todos sus aspectos. Para comprobar por dónde se decanta sería necesario leer La madre naturaleza...

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que se halla una buena edición de la obra (aquí). También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).

Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta compara con cuadros de tonalidades diferentes la obra y los rasgos de personajes y acciones. Y acierta.

Pancho presta atención a la forma en la que trascurre el paréntesis de calma y en la manera en la que se describe la decadencia de estas casas solariegas ganadas irremediablemente por fuerzas naturales al dejar de prestar su función de ordenación del territorio. Después comenta la focalización de la narración a través de los ojos de Julián y los cambios que ocurren en la casona cuando acontece el embarazo de Nucha.

Gelu nos da la versión que de doña Emilia tenía José Sánchez Rojas. Y un pequeño regalo: el vídeo con las imágenes de la autora en 1920. Para no perdérselo.

Para aquellos que no pudisteis acudir a la reunión del club de lectura en su formato presencial (que mantuvimos el pasado martes), Mª Ángeles Merino hace la detallada crónica correspondiente. En ella podréis leer el debate sobre la actualidad o no de esta novela que para algunos lectores ha envejecido mal.

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

Nuestra próxima lectura: 
El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca


Con la entrada de hoy cerramos el comentario de Los Pazos de Ulloa. Aprovechando que la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha montado El alcalde de Zalamea y que podemos verlo en alguno de los teatros españoles del circuito habitual de la compañía, leeremos esta obra de Calderón de la Barca. Ya sé que muchos no compartís mi afición a leer textos teatrales y así me lo habéis hecho notar en otra ocasión, pero en esto soy muy tozudo... Hay suficientes ediciones disponibles en el mercado en papel y en formato electrónico. Os recomiendo aquellas que vengan acompañadas de prólogo y notas a pie de página. En Internet podéis encontrar una fiable y gratuita en el Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

Como curiosidad: "mi debut" en el teatro con una compañía profesional fue con la que formó Fernando Fernán Gómez en 1979 para poner en escena esta obra. Tenía yo 16 años y necesitaban figurantes locales en su paso por el desaparecido teatro de la Feria de Muestras de Valladolid (en el que tanto buen teatro vi en aquellos tiempos). Hacía de campesino.

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Coro Entreaguas comienza muy acertadamente el comentario de El alcalde de Zalamea vinculando la obra con la violencia de género, algo permanente en la sociedad que está en el desencadenante del conflicto del drama.

El listado de lecturas para lo que queda de curso, en este enlace

jueves, 14 de enero de 2016

Cuando la civilización parece triunfar. Un remanso de paz en Los Pazos de Ulloa y noticias de nuestras lecturas, con el listado para el resto del curso actual.


(Como sabéis, por acumulación de trabajo y necesidad de descanso, esta Navidad me salté un día en la publicación de los jueves del Club de lectura. Por este motivo el comentario de Los Pazos de Ulloa no se terminará hasta la semana que viene. El próximo martes día 19 tendremos la reunión habitual del Club de lectura en su formato presencial.)

La parte central de Los Pazos de Ulloa es un remanso en la tensión narrativa. Al final del primer tomo, don Julián convence a don Pedro para salir de sus dominios y buscar esposa en la ciudad. Todo bajo un lema: Dios sobre todo. Al enterarse de que Perucho es hijo del marqués, abre los ojos y se acoge a todo lo que le enseñaron en el seminario. Don Julián no tiene más fuerza que su inexperiencia en la vida y el ingenuo candor de su personalidad y quiere arrancar del lugar a don Pedro porque ha intuido que es allí en donde reinan unas fuerzas primitivas -el nombre del mayordomo de los Pazos es suficientemente explícito y no necesita explicación- que no puede controlar y que están en la raíz tanto del comportamiento del marqués como de la decadencia de la casa.

La estancia de don Pedro y don Julián en Santiago de Compostela y los primeros meses de regreso parecen certificar la oportunidad de la decisión tomada por el sacerdote: don Pedro, aun con sus modales toscos y un cierto ahogo que siente en la ciudad porque no encaja en esa vida, se comporta de otra manera y parece refinarse. En un momento determinado alude doña Emilia al poder civilizador de la mujer cuando es ella quien domina las relaciones sociales (cosa que no ocurre en la casa de los Pazos pero sí en la de los Lage). Y es lo que aparentemente sucede. Aunque no se enamora, don Pedro se casa con su prima Nucha al estilo de tantos matrimonios de aquellos tiempos: es más un cálculo que un sentimiento, una fórmula casi comercial de tratar las cosas de este tipo entre las clases acomodadas. Su elección de Nucha es significativa: de todas las hermanas es la única que no ha aceptado cortejos de otros hombres, ni siquiera suyo. También pesa la recomendación de don Julián. Don Pedro -ya lo demostró con Sabel- es posesivo en el terreno de las mujeres, calderoniano tal y como lo describe doña Emilia.

Durante un tiempo, el regreso a casa del matrimonio parece alimentar la esperanza de don Julián, que no deja de tener un sentimiento de cariño hacia Nucha, prendado por las bondades de su carácter. Sin embargo, el lector tiene los suficientes indicios para comprender que no durará: Primitivo ha tejido una red de poder todavía más fuerte que antes, amparándose en los tiempos revolucionarios que corren y parece un hombre al acecho, que espera su oportunidad de volver a gobernar sobre los instintos de don Pedro. Y la ocasión se presenta pronto. El momento del parto de Nucha saca lo peor del marqués, que abandona sus modales refinados. Desprecia a su mujer por no ser lo suficientemente fuerte para el trance del parto y la crianza. Y, sobre todo, porque la acusa de ser incapaz de darle un heredero varón. Las horas de espera rompen todo el barniz civilizado de don Pedro y estalla en él el furor de señor feudal que lo conecta con la tierra. Doña Emilia nos lo hace ver con la descripción brutal del ama de cría elegida por don Pedro: el tipo clásico de la vaca humana. Desde ese momento, intuimos el drama final.

Esta es una de las claves de la tesis ideológica de la novela. Es difícil sustentar el progreso de la civilización en entornos como el descrito en los Pazos de Ulloa. Sobre todo, claro, cuando la civilización es representada por una burguesía que ha perdido todo su afán revolucionario y una sociedad tan parada como la provinciana representada aquí por una ciudad a la que se llama, significativamente, pueblo. Las escenas del casino o los paseos por Santiago de la familia Lage son suficientemente esclarecedores.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que se halla una buena edición de la obra (aquí). También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).  La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 21 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Leyendo la entrada de Pancho al respecto, resulta más fácil comprobar cómo mueve los hilos doña Emilia para que la elegida para el matrimonio con don Pedro sea Nucha. Toda una forma de poner en evidencia la hipocresía decimonónica sobre el matrimonio. Pasa después a contarnos el remanso antes de la tormenta...

Gelu llega al final de la novela poniendo de relieve las frases y párrafos más relevantes. No os perdáis el último. Ni su acertado comentario final sobre la forma de escribir de doña Emilia.

Mª Ángeles Merino hace llegar a su narrador epistolar al capítulo clave en donde se nos desvela la verdadera fuerza que manda en los Pazos. Y el pobre tiene poco que hacer ante ella...

Listado de obras para lo que resta de curso
en el Club de lectura

Desde hace semanas tenía pendiente completar el listado de lecturas para lo que queda de curso. Os pido disculpas, pero me ha sido imposible sacar tiempo para  enhebrar antes títulos y fechas.  Por suerte, la espera ha facilitado que uno de los autores más queridos en este Club de lectura, Óscar Esquivias, saque libro en las próximas semanas y podamos traerlo aquí de forma inmediata. La inclusión de este título hace que alteremos por una vez el ritmo por el que alternamos libros de autores vivos y libros de autores fallecidos. Os facilito el listado:

- Febrero: Aprovechando que la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha montado El alcalde de Zalamea y que podemos verlo en alguno de los teatros españoles del circuito habitual de la compañía, leeremos esta obra de Calderón de la Barca. Ya sé que muchos no compartís mi afición a leer textos teatrales y así me lo habéis hecho notar en otra ocasión, pero en esto soy muy tozudo... Hay suficientes ediciones disponibles en el mercado en papel y en formato electrónico. Os recomiendo aquellas que vengan acompañadas de prólogo y notas a pie de página. En Internet podéis encontrar una fiable y gratuita en el Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

- Marzo: Andarás perdido por el mundo de Óscar Esquivias. Este volumen de cuentos publicado por Ediciones del Viento estará disponible en las librerías desde mediados de febrero, así que podremos disfrutar de la lectura de una novedad editorial. Esquivias es uno de los autores más importantes para este Club de lectura y le debemos un encuentro que cuando abordamos su trilogía dantesca no pudimos tener. Lo compensaremos y el autor se reunirá con nosotros en una fecha que anunciaré más adelante. Como siempre, este encuentro, organizado por el Club de lectura, será abierto a todos los que nos quieran acompañar.

- Abril: Noches lúgubres de José Cadalso. Revisitamos uno de los textos fundacionales del romanticismo europeo para sorprendernos con su actualidad, con el vigor de su lenguaje y con la modernidad de sus propuestas, además de comprobar que el amor puede llevar a la locura... Hay suficientes ediciones en el mercado, pero también tenéis una gratuita y muy fiable en el excelente Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

- Mayo: Óscar Esquivias me recomendó el pasado septiembre (en la inauguración del curso del Club de lectura con Diego Fernández Magdaleno) que prestara atención a Cicatriz de Sara Mesa (Anagrama, 2015) y desde que leí esta novela sabía que iba a incluirla a finales del curso presente y quizá tengamos alguna sorpresa con este título.

- Junio: este mes lo dedicaremos a leer el título que motiva (o justifica) nuestro viaje de fin de curso por tierras de la Provenza francesa. En aquellas tierras tendremos la clausura oficial del presente curso. Daré a conocer el título más adelante, así como las instrucciones a seguir por los interesados en viajar con nosotros. Aviso que son plazas limitadas.

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

jueves, 7 de enero de 2016

Cómo preparar un salto argumental o el efectivo truco de los ritmos narrativos en Los Pazos de Ulloa y noticias de nuestras lecturas.


Hay un momento en Los Pazos de Ulloa en el que la autora decide cambiar bruscamente el ritmo. El juego es tan certero que percibimos este juego como si estuviéramos ante una obra musical. El lector queda golpeado ante esta estrategia narrativa y aumenta su interés por lo contado.

Tras plantear los elementos primeros de la acción con la introducción de don Julián en los Pazos como un elemento extraño que terminará dinamizando todo lo que ocurre consigue que el lector se familiarice con el lugar y sus habitantes, que comprenda todas la red de relaciones. Para provocar definitivamente ese conocimiento, la autora se lleva a don Julián a una fiesta en una localidad vecina. Allí se da cuenta de un elemento sustancial para comprender la parte ideológica de la novela: la política, la degradación del sistema español basado en el caciquismo y cómo a las tierras más perdidas no llega la modernidad de las ideas.

Aquella comida en casa del párroco de Naya es desproporcionada -aunque con base real- y evidentemente simbólica. Y en esos festejos don Julián se entera definitivamente de la relación de fuerzas de aquellas tierras y de un secreto -por lo menos para él- que lo desasosegará: Perucho es hijo de Sabel y don Pedro. Como el pobre cura no tiene más armas dado que no conoce de verdad el mundo, se agarra a su emblema religioso: Dios sobre todo y decide actuar con esa máxima. Pero al llegar a la casa solariega se encuentra con una escena brutal: don Pedro golpea a Sabel, en una mezcla de rabia provocada por los celos y el sentimiento de dominio como señor feudal. Aprovecha para convencer al marqués de la única salida posible: sacarlo de aquellas tierras aunque sea temporalmente y buscarlo una esposa. Cree don Julián, en su ingenuidad de hombre civilizado, que eso será suficiente para vencer a las fuerzas de la naturaleza que imperan en los Pazos de Ulloa. No sin riesgo: estos momentos de máxima tensión culminan en el incidente del camino protagonizado por Primitivo, que intenta hacer valer su dominio sobre todo lo que ocurre en el lugar.

Emilia Pardo Bazán juega con maestría la disposición del argumento. Después de la tensión provoca una pausa en el ritmo narrativo en todo lo que ocurre en Santiago que no será más que un paréntesis para continuar después con los preparativos del drama. El pobre don Julián, durante un tiempo, se cree dueño de lo que ocurre pero la fuerza de la naturaleza reclamará pronto su verdadero lugar en la historia.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que puede hallarse una buena edición de la obra (aquí). También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).  La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 14 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas analiza la forma que tiene la autora de ver la vida en provincias de ese pueblo que es Santiago y todas las componendas que se hacen en casa de los Lage para casar a alguna de las hijas con el recién llegado don Pedro.

Paco Cuesta presta atención a cómo se estructura la novela en esta primera parte, cuando todo se ha planteado y comienza a desencadenarse la acción que conducirá al drama.

Gelu continúa con su personal y acertadísimo acercamiento a la novela seleccionando las frases más significativas de los capítulos XXI a XXIV y no menos ilustra y resume los capítulos XXV y XXVI. Recomiendo no perderse el vídeo final.

Mª Ángeles Merino sigue con su estrategia literaria epistolar para ponernos en evidencia el mundo narrativo de la novela. Aquí se encuentra don Julián con los papeles y el estado de abandono de la casa y sus propiedades, símbolo clave de la novela y aquí llega a la inesperada sorpresa del pobre cura, que se cae del guindo...

Hasta la pobre sor Austringiliana se mete en zarandajas en los Pazos y nos lleva hasta una pila bautismal y la pérdida de la inocencia...

Pancho comenta los pasajes en los que doña Emilia parece remansar la acción y lo que ocurre es que se prepara la tormenta y después llega al análisis del Dios sobre todo, el emblema de vida y acción al que tiene que recurrir don Julián cuando la vida -para la que no está preparado- le desarbola.

Luz del Olmo nos regala un retrato ateneístico de doña Emilia, su posición como mujer pionera y el final de la novela (lo advierto para quienes no lo hayan leído) en su entrada.


Pancho se multiplica y continúa con el análisis de las Novelas ejemplares cervantinas que nos ocuparon con anterioridad. Terminó el año y termina su comentario de El coloquio de los perros, para darnos la última lección cervantina, la de la virtud...

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

sábado, 26 de diciembre de 2015

El desprecio de la humanidad y el abuso de la fuerza. El final de un linaje y noticias de nuestras lecturas.


Nos retrata Emilia Pardo Bazán el final de un linaje. Don Pedro de Ulloa ni siquiera es marqués. O, por lo menos, no lo es más allá de los límites de los Pazos de Ulloa. Allí nadie se lo discute y siente un pellizco de orgullo cuando lo saludan con ese título los campesinos con los que se encuentra por los caminos porque los señores de los Pazos "eran marqueses por derecho consuetudinario". Pero fuera de allí don Pedro no es, en realidad, nadie, quizá uno más de los pequeños caciques locales que trufaban la España política del momento y ayudaban a sostener un sistema corrupto desde el origen. Pero eso no es nada puesto que le deja casi como una pieza necesaria pero minúscula en un engranaje mucho mayor que obedecía ya a tiempos nuevos pero necesitaba sostenerse en hombres como él. Este final del linaje que representa don Pedro es una evidencia más del conflicto latente entre los nuevos y los viejos tiempos. Estos solo pueden sustentarse ya en tierras alejadas de cualquier indicio de modernidad.

En estos lugares -ciertamente abundantes en la España del momento-, la legalidad moderna no manda. Más que el título, lo que da verdadera fuerza y dominio es la posesión de la casa solariega que vertebra el territorio y no contravenir los instintos más antiguos del ser humano. La casa central de los Pazos de Ulloa es protagonista de la novela ya desde el título. Falta del limpieza, desordenada, llena de muebles estropeados y cristaleras rotas, conserva, sin embargo, toda la fuerza de su valor simbólico y primitivo. Es más, es precisamente esa sensación de ruina que percibe Julián desde el inicio lo que aumenta el riesgo de la fuerza primitiva que simboliza la decadencia de los Ulloa. Hay varios pasajes que lo evidencian. Uno será el de la tormenta y la acción de Nucha. Otro está al inicio de la novela, cuando el nuevo cura llega a la casa y se produce la primera comida en la cocina, verdadero hogar -quien la controla será el dueño efectivo de todo el corazón de los Pazos-, una escena brutal que sitúa a Julián ante la realidad que le espera: comen primero los perros de caza. Y toda la escena posterior se centra en la sensualidad salvaje de Sabel y la manera en la que Primitivo emborracha a su nieto, Perucho, de apenas tres o cuatro años.

En medio de todo ello, don Pedro. El último de un linaje que se arruina sin ninguna grandeza. La propuesta inicial de Pardo Bazán es evidente: cuando a quien le corresponde gobernar un lugar así no cumple su misión, todo se desmorona hacia las fuerzas más primitivas y salvajes de la naturaleza, en las que triunfa siempre el más fuerte. Don Pedro fue criado por su tío de forma improcedente: "especie de señor feudal acatado en el país, que enseñaba prácticamente al heredero de los Ulloas el desprecio de la humanidad y el abuso de la fuerza". Y la consecuencia es la que es, como se aprecia en el archivo familiar, desorganizado y comido por el moho y los insectos. Don Pedro, en el fondo, no tiene más personalidad que la de dejarse gobernar por la casa, no tiene suficiente coraje como para hacer nada que evite la decadencia ni que modernice la vida del lugar. Sus instintos siempre pueden por encima de cualquier sentido de la responsabilidad, puesto que fue educado sin voluntad para tenerla.

Frente a ello, parece que poco puede oponer la escasa fuerza de un personaje tan débil y civilizado como el del cura Julián Álvarez. En ese caldo de cultivo, el joven sacerdote parece candidato a ser una víctima más de la feroz lucha de la naturaleza desatada que domina en la casa.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que puede hallarse una buena edición de la obra (aquí).

También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).

 La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 14 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas publica una oportuna reflexión sobre el contenido político de Los Pazos de Ulloa que viene muy al caso tanto para esta lectura como para las circunstancias españolas actuales... Hay que leerla.

Pancho comenta acertadamente cómo el espacio se convierte en parte sustancial de la novela y termina con Sabina, exacto.

Paco Cuesta analiza el naturalismo de la novela y, para ello, parte del contexto español y europeo y de la posición que ocupaba la autora. Imprescindible.

Mª Ángeles Merino sigue dando paso a la primera persona epistolar del protagonista para comentar la novela: aquí su primera toma de contacto con la realidad. No sabe bien dónde se ha metido el joven cura.

Gelu  llega a la madurez del relato, cuando todo se preparara para el drama final. Y comenta con todo acierto cómo se entremezcla lo ficcional y lo real en la narración.

Luz del Olmo comenta las circunstancias de Nucha a través de un poema en el que se interroga por las claves fundamentales de este personaje.



Pancho llega al comentario del pasaje sobre los gitanos en El Coloquio de los perros, unos párrafos que han suscitado siempre cuestiones sobre los tópicos/afirmaciones cervantinas. Y excelente la forma de terminarlo por parte de Pancho, por cierto.

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Qué país de lobos y noticias de nuestras lecturas.


¡Qué país de lobos!, exclama el viajero que busca Los Pazos de Ulloa. La frase condensa el planteamiento inicial de Emilia Pardo Bazán. Julián, el joven capellán que llega al lugar para arreglar los papeles de la casa de los Ulloa e intentar poner algo de orden civilizado en la vida del supuesto marqués, no comprende nada: ni las dificultades del camino real, ni la forma de caminar de su cabalgadura, ni el lenguaje y las actitudes de los lugareños, ni el recibimiento que le dan el grupo de hombres con los que se topa y entre los que están el propio marqués, el cura y Primitivo.

La autora, siguiendo las normas de la mejor narrativa del momento, sitúa en un lugar consolidado un elemento extraño. El elemento extraño es este joven capellán, refinado en las maneras y demasiado inexperto y civilizado. El abad de Ulloa lo define desde el desdén: Ahora se estila ordenar miquitrefes... Y luego mucho de alzacuellitos, guantecitos, perejiles con escarola... ¡Si yo fuera el arzobispo, ya les daría el demontre de los guantes!

Con este primer capítulo se define el conflicto fundamental de la obra: el choque brutal entre la naturaleza salvaje de los pazos de Ulloa en los que gobiernan solo los más adaptados a una vida sin más leyes que las del imperio de la fuerza y el mundo civilizado del que procede Julián en el que todo está ordenado y pactado por normas y un tipo de convivencia más adecuada a los tiempos históricos. Julián viene de fuera y se encontrará en medio de un mundo que no comprende con la tarea moral de organizarlo de forma civilizada. Veremos, a lo largo de la obra, que no será el único que sufra por este conflicto.

Emilia Pardo Bazán parte de una premisa: es difícil que se pueda alterar la fuerza de la naturaleza con alguien como Julián o como Nucha. En aquellas tierras aún es pronto para alterar el curso natural de las fuerzas en las que solo los más aptos sobreviven. Dejados a su suerte, estos personajes sufrirán el impacto brutal en sus vidas.

No olvidemos algo muy importante en esta novela: el argumento esconde un planteamiento simbólico sobre los acontecimientos políticos españoles que estallan en la Revolución de 1868 y las décadas centrales del siglo XIX en las que se proyecta una extensión de la modernidad sobre toda la geografía española, no del todo conseguida -es el gran fracaso de la burguesía revolucionaria de aquel siglo, como pusiera en evidencia Galdós en sus Episodios Nacionales-. En los reductos en los que no llega triunfa aquello contra lo que tiene que luchar Julián con gran pobreza de medios e inexperiencia: la fuerza bruta frente a la civilización y la cultura, el caciquismo y una cierta forma de vida próxima al salvajismo psicológico. Allí los que no son fuertes, acaban desgraciados. El relato de este conflicto es lo que vemos en Los Pazos de Ulloa.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que puede hallarse una buena edición de la obra (aquí).

También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).

 La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 14 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas sabe cómo adentrase en estas páginas de Los pazos de Ulloa: a través de quien focaliza la narración la autora. Y ahí está explicada, en gran medida, la novela.

Mª Ángeles Merino consigue encontrar la voz de sus entradas: nada menos que el protagonista contándoselo a su madre. Una nueva versión de la historia que nos deparará sorpresas.

Pancho comienza con la buena de doña Emilia y lo hace sin dar pausa a quien lea esta entrada tan bien ilustrada.

Gelu sigue poniendo de relieve algunos fragmentos de la novela... y presta atención a una de sus más importantes características: el análisis psicológico de los personajes.

Paco Cuesta presta atención a los mundos en conflicto en la novela y los analiza con sabia precisión.

Luz del Olmo escribe un poema para comprender al personaje de Sabel. Os lo recomiendo.

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Contexto para comprender Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán y noticias de nuestras lecturas.


No se puede entender bien Los pazos de Ulloa sin ponerlo justo después del interés y la polémica suscitada por la serie de artículos publicado por Emilia Pardo Bazán en La Época en el invierno de 1882 a 1883 bajo el título de La cuestión palpitante y que pronto pasaría a distribuirse en libro (1883), contando con varias ediciones en pocos años. La publicación en 1886 de Los pazos de Ulloa y en 1887 de su continuación, La madre Naturaleza, son la puesta en práctica de lo que en aquellos artículos escribiera.

Como se sabe, La cuestión palpitante contiene la reflexión de la autora sobre uno de los temas candentes en la literatura de su tiempo: el naturalismo tal y como fuera definido y puesto de moda por Zola. Sin estar totalmente de acuerdo con la propuesta del novelista francés, la Pardo Bazán contribuye a la divulgación del modelo. Es decir, actualiza la literatura española de una manera que el mismo Zola o Clarín le reconocerían (Clarín escribió el prólogo a la segunda edición de La cuestión palpitante) aunque pudieran matizar su adhesión al naturalismo. Y no solo la actualiza sino que deja impronta en la escritura posterior. Otro de los notables efectos de esta reflexión y de la acalorada polémica que siguiera, es que Emilia Pardo Bazán modificó sustancialmente su estilo previo y adquirió definitivamente el carácter de gran novelista en el panorama literario de la España de su momento. 

Varias son las razones que le llevaron a redactar esa serie de artículos. En primer lugar, algunas derivadas de su carácter, independiente y fuertemente comprometido con su condición femenina y su decisión de traspasar los límites que convencionalmente se atribuían a una mujer que escribía en la España del momento. De hecho, aquellos artículos fueron la última causa de su separación.

En segundo lugar, su interés como escritora por introducir en España las novedades más apreciables del panorama europeo (que, en aquellos tiempos, se identificaban con lo francés), aunque no fueran las más aceptables socialmente.

Sin embargo, su adhesión al naturalismo no fue total. Ella misma manifiesta en su análisis de la obra de Zola su disconformidad con el determinismo y alguna otra de las características de esta acentuación del realismo hacia los aspectos más crudos del ser humano. Como veremos en Los Pazos de Ulloa (y también se recoge en La madre Naturaleza), se puede luchar contra las fuerzas que determinan la forma de actuar del ser humano. Precisamente en eso consiste ser humano, viene a decirnos la autora. Y se puede luchar solo desde una alta consciencia y una gran capacidad de civilización.

Es interesante ver, después de leer La cuestión palpitante, cómo la Pardo Bazán nos propone su propia adaptación del naturalismo frente al seguidismo ciego de otros novelistas europeos del momento. A doña Emilia no le bastaba ya con el realismo al uso: se le quedaba corto para evidenciar la forma de actuar del ser humano. De ahí que necesite dar ese paso.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que puede hallarse una buena edición de la obra (aquí).

También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).

 La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 14 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas analiza cómo penetra el lector en la textura de la obra a partir del personaje de Sabel. Excelente análisis que os recomiendo.

Mª Ángeles Merino nos contextualiza la lectura de Los pazos de Ulloa y para empezar, nos lleva a doña Emilia desde Calderón... Para animar a la lectura.

Gelu nos hace entrar en Los pazos de Ulloa como lo hace el protagonista: sin saber bien lo que nos espera en esas tierras en las que somos forasteros...

Mª del Carmen Ugarte escribe una oportuna y sagaz entrada sobre la violencia contra la mujer en esta novela. Esclarecedora.



Gelu nos devuelve al lirismo y el enfrentamiento entre humildes y poderosos que vertebra El mudejarillo... y nos regala a Amancio Prada. Deliciosa entrada.

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.