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martes, 16 de marzo de 2010

Demonios interiores


Dicen los que saben que los peores demonios son siempre los que llevamos dentro. Peor es, además, cuando nuestro demonio conquista mundos y acaba convirtiéndose en el fanatismo de los otros que ni siquiera llevaban un demonio dentro porque ni para eso tenían tripas propias. De todas las formas, a veces doy en pensar que los demonios tienen mala prensa y acaban como chivo expiatorio.

sábado, 15 de marzo de 2008

El no-lugar en la Plaza del Sobrado

Han terminado ya las obras de urbanización de la Plaza del Sobrado, de cuyo inicio di cuenta aquí en su día, también para proponer usos institucionales. Los promotores de la urbanización y muchos más estarán contentos: se han terminado los charcos de agua, el polvo y el barro; se ha alcantarillado e iluminado la zona y puesto un mobiliario urbano de última moda. El aspecto final es limpio y aseado, por supuesto. Pero sin personalidad, sin ningún carácter que le dé identidad. Esta intervención es igual a la de otras partes de la ciudad, a la de otras ciudades. No creo que cueste económicamente más pensar en soluciones originales para lugares con tan especiales características y tan cargados de historia que aun en el inicio del siglo XXI conservaban aires de otros tiempos en plena zona de desarrollo urbanístico. La Plaza del Sobrado tiene su origen en la fundación, en el siglo XII, del Hospital del Rey y guarda muchas características del siglo XVI. Entre ellas, el famoso Arco de la Villa que preside uno de los accesos.
Se ha optado por el no-lugar, ese formato tan generalizado que uno se lo encuentra en cualquier viaje a cualquier sitio. No estorba pero no mejora, no subraya. No dice nada. Se ha extendido la manía de que nuestras ciudades deben ser todas iguales y se copian las losetas del suelo, los bancos, los árboles, las papeleras. Hasta el aire. Es una pena.

Aun así todavía hay esperanza para este lugar: si se hiciera algo inteligente con los solares, con los edificios que rodean esta plaza, con el entorno -con una normativa que impidiera que en las fachadas proliferaran elementos que distorsionan la naturaleza del lugar, como denunciaba Scop, un comentarista de La Acequia, en una vieja entrada-. Si los nuevos edificios que se levanten, además de guardar una estética en consonancia con el lugar o que sean modernos pero con la personalidad adecuada, se destinasen a usos institucionales que dieran vida y referencia a la Plaza, si toda la zona respetase la proximidad del Hospital del Rey, de las Huelgas, la ermita de San Amaro, el parque del Parral, quizá se pudiera perdonar que se haya querido llevar el no-lugar a la Plaza del Sobrado.

Sería una forma de demostrar que nuestras ciudades nos importan, que sabemos respetar su legado y proponer, hacia el futuro, espacios identificables a la altura de su historia.




jueves, 4 de octubre de 2007

El creador de leyendas.



El mundo es tan frágil e incierto que, para sobrellevarlo, necesitamos apoyarnos en narraciones mágicas. Todas ellas fueron creadas por alguien aunque no conozcamos su nombre. Algunas nos manipulan para ponernos el bocado como a las caballerías: freno a la originalidad del pensamiento o cauce forzado de sentimientos colectivos. A veces el bocado lo aceptamos mansamente por nuestro miedo a ser libres. Pero no quiero hoy caer en lo teórico y llevar la argumentación a lo político, lo teológico ni lo histórico. He pasado mala noche y llevo un mal día, estoy cansado y con desgana. Qué se le va a hacer. Quizá necesite descansar la mirada.


Voy a contar un secreto. Uno, en su vida, ha hecho muchas cosas, como todos. De algunas no quiero acordarme, de otras voy haciéndolo por aquí. De joven trabajé como guía turístico una temporada. Hablo de hace más de veinte años. Ya contaré mis experiencias en el interior de la Catedral de Burgos que merecerían ser narradas por Esquivias no sé si en su purgatorio o en su infierno. Pero hoy toca esta fachada barroca, la de la Universidad de Valladolid.

Un verano, con un grupo al que había acompañado a Salamanca mostrándoles el manido tópico de la rana de la fachada de la portada de la Universidad, surgió la pregunta de si en la de Valladolid no había animal emblemático. No sé por qué les dije que no pero que, si tuvieran la osadía de contar el número de columnas de la fachada, corría la tradición de que no aprobarían jamás los estudios. Algunos, los menos supersticiosos, iniciaron la suma. Otros se taparon los oídos, alarmados. Reconozco haber pasado un rato divertido. Volví a contar la anécdota varias veces ese mismo año y en los siguientes, a grupos de visitantes pero también a amigos y compañeros. Lo gracioso del asunto es que, tiempo después, cuando yo mismo lo había olvidado, una persona me la contó como algo que se decía desde antiguo. Ya no sé bien si me inventé la historia o la había oído de niño y la rememoré de forma inconsciente.

Quizá ahora debería pensar algo para mis gárgolas del Hospital del Rey de Burgos para recibirlo cuando esté a punto de jubilarme y dude ya, definitivamente, de todo. Si me sobrevivo.

Todavía hoy no he sumado el número de columnas, pero sí que le he contado la leyenda a mi hija Elena.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Ahogo de luz.


Siento en las gárgolas vocación de oscuridad. Por eso, estas gárgolas del hermoso patio renacentista del Hospital del Rey de Burgos retuercen sus rostros, ahogadas por la luz del mediodía. Esperan con ansia las primeras sombras de la tarde para recobrar sus fauces nocturnas y vomitar por sus bocas sustancias viscosas que atrapan al desprevenido paseante. Hay quien piensa que de ellas copian su esquivo comportamiento los que diseñan las campañas de nuestros políticos. Nunca al sol, siempre secretos. El candidato, que no está hecho de piedra tan permanente como ellas, se expone al desgaste de la luz, mientras, ciego, lo guían desde las sombras. Quizá, alguno...


martes, 17 de julio de 2007

La Plaza del Sobrado



Ahora que las instituciones implicadas se han puesto a la labor de urbanizar esta plaza, que se encuentra justo detrás del edificio que ocupa el Rectorado de la Universidad de Burgos, es hora de publicar esta foto. La plaza se encuentra en un estado de abandono notable y tiene cierto sabor rural. A ella se accede por un arco de interés que deberá ser restaurado. Aunque las noticias no lo aclaran suficientemente, espero que en los solares de estas casas que serán derribadas antes o después aparezcan edificios administrativos y dotacionales que sabrán respetar el entorno y recordar con elegancia el origen de este lugar. No podría concebir un uso privado ni edificios tan espantosos como los que están tapando el cercano Monasterio de las Huelgas. Hablo de un lugar que está en el Camino de Santiago, anexo al Hospital del Rey, en pleno corazón del Campus universitario. Es decir, un espacio que, si se arregla con cuidado, podrá ser mostrado como ejemplo de tratamiento de un rincón sereno a los peregrinos, profesores visitantes de la Universidad y estudiantes de todo el mundo. Y, si se aprovecha con acierto, puede convertirse en una zona con dedicación cultural. Hay lugares en los que no se puede cometer errores, y este es uno de ellos. Me horroriza la idea de perder esta plaza, con lo que puede tener de provechosa para la comunidad universitaria (y, por lo tanto, para toda la sociedad).
De todas las formas, ahora que comienzan las obras, quiero fijar aquí parte de su aspecto rural, con esos tractores viejos que yo he visto siempre aparcados en un rincón. En su estado actual nos habla de otras épocas, de un pasado que se ha agarrado hasta ahora a la fiereza del presente, resisistiéndose a desaparecer. Con todos sus problemas -el barro, en invierno, la hacía impracticable; por la noche, la oscuridad desaconsejaba pasar por ella-, la plaza tenía su encanto. Como su nombre: del Sobrado. Esta plaza podría ser el inicio de una novela biográfica, al estilo de la trilogía de La lucha por la vida de Pío Baroja o La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza, en las que un chiquillo comienza a descubrir el mundo desde un pulmón pequeño y retirado para llegar tan lejos como su ambición le lleve y el sistema social se lo permita. Quizá algún día la escriba, quizá con estas líneas ya la comienzo.
Qué será de ella.

miércoles, 11 de julio de 2007

Columnas que sujetan el aire.

En estas tierras nuestras, hay demasiadas columnas sólidas que no sujetan más que el aire. Enigma para hoy: ¿sólo somos administración o también tenemos proyectos para hacer algo nuevo en la Historia?



Esta columna del Hospital del Rey de Burgos siempre me ha planteado ese enigma. Sabéis que no soy partidario de ningún nacionalismo, que no soy localista, pero me quedo mirándola y me interrogo. ¿Qué nos dice ahora esta columna? Fuimos basamento, ahora sujetamos el aire. Quizá sea mejor así.

domingo, 1 de julio de 2007

Profundidad.

[Hospital del Rey, Burgos.]
Hacia dentro sólo está el abismo. He vivido tantas veces esa negra tentación del vacío que me sé de memoria todos sus recovecos. A veces es necesario, como una pausa en medio de la algarabía. Pero ensimismarse sólo debe ser el primer acto de un salto largo, como el nadador que se lanza a una breve carrera sobre el trampolín para arrojarse al agua. Lo dijo el poeta, la profundidad la da la dimensión del aire, no la materia sólida. Como la goma de los viejos tirachinas, la necesidad de encogerse nos debe lanzar hacia la profundidad de la vida y de las cosas.

jueves, 26 de abril de 2007

Ansia de oscuridad


Esta gárgola del Hospital del Rey de Burgos tiene un carácter diferente a la de su hermana en el destino de Salamanca. Aquélla tenía añoranza de luz y buscaba ansiosa respirarla. Ésta tiene insistencia hosca de profundidades. Sañuda, se sumerge en la oscuridad hasta que se convierte en parte de ella, con intención de escupir su rencor sobre los desprevenidos nadadores del patio sumergido. Como ella, hay gente que prefiere vivir inclinada hacia el abismo. Estas personas aguardan en los rincones, ceñudas y ofendidas, declarando su amargura y. como sirenas negras, arrastran al ingenuo hacia las rocas de la desesperación.