miércoles, 1 de octubre de 2025
Pendientes de la Reina
lunes, 7 de julio de 2025
El trabajo bien hecho
Esta mañana me he comprado un cinturón de piel de color negro. En la misma tienda, el dueño se ha ofrecido a repararme uno antiguo de color marrón que debe tener más de veinte años. En principio, bastaba con aplicarle un poco de pegamento especial. Con el uso, se han despegado las dos piezas por la parte donde me abrocho la hebilla. Un par de horas después, he pasado a recogerlo. Ya lo tenía pegado y seco, pero me insinuó que quedaría mejor si cosiera todo el perfil del cinturón (viene cosido con un hermoso hilo en la parte central). No se había atrevido a hacerlo sin preguntarme antes, me dijo. Le respondí que adelante, que no importaba el precio porque tengo cariño a ese cinturón y la piel está en perfectas condiciones a pesar del tiempo o precisamente por el tiempo. Me miró sin comprenderme del todo. Es un hombre mayor, afable, debería ya estar jubilado, pero le gusta su oficio. Él y su mujer abrieron esa tienda en pleno barrio de las Delicias hace muchos años y siempre han vendido el mismo género: cinturones, bolsos, mochilas, bandoleras. Por esto no te voy a cobrar nada, cómo te voy a cobrar, me compraste este cinturón hace muchos años, me dijo. No solo venden, también reparan este género. No se va a hacer rico, le dije. Para qué quiero yo ser rico a mi edad. Mientras me hablaba, acariciaba con los dedos la piel envejecida del cinturón.
Un poco antes había dejado un pantalón que necesita algunos arreglos y una mochila textil en un cose todo que regenta una mujer musulmana en la zona de Caño Argales. Hace años que voy a su taller. Nunca le he pedido un recibo de lo que le entrego, pero siempre cumple el plazo que me da y el precio más bajo de los que me da de forma orientativa cuando le pregunto. Quedará bien, me dijo. Sé que quedará bien.
Entre ambos recados, me he tomado un café y el camarero, que me conoce de hace solo unos meses, no me ha dejado pagar mi cortado. A este te invito yo, me ha dicho sonriente. Es muy joven. Es su último día en ese café, ha aceptado un trabajo en uno de los más antiguos de la ciudad. Le ofrecen, además, formación en gestión de restauración. Se necesita aprender, me ha dicho, para mejorar.
miércoles, 25 de junio de 2025
Especies extrañas de peces
martes, 28 de enero de 2025
Lo bien hecho bien parece
La faena le duró un buen ratillo. Después, dio un paso atrás y sonrió. Había conseguido unir materiales tan diferentes para que aguantaran un tiempo más. Suficiente. Sacó la cajetilla de tabaco, dio un par de golpes en la mano izquierda para que asomaran un par de pitillos y se encendió uno. Mañana será otro día, se dijo. Así todo en su vida. Se encogió de hombros. Poco más se podía decir de las cosas nuevas. Miró sus manos, recogió en la caja el martillo y los clavos sobrantes. Siempre se necesitarán para otro apaño. A comer ya, es hora.
jueves, 2 de enero de 2025
No hay prisa en un día con niebla.
Después de varios días de niebla, la ciudad tenía textura de recuerdo. Los habitantes salían a la calle y se perdían al doblar las esquinas, en el laberinto imposible de sí mismos. Desde la seguridad del café, los miraba pasar, la mayoría inclinados hacia adelante de una manera extraña, a la manera de los niños que comienzan a andar, como si algo tirara de ellos hacia la avenida, pero siempre estuvieran a punto de caerse al suelo. Señores con sombreros y abrigo de paño, jóvenes con cazadoras de polipiel y cremalleras, una señora elegante y chejoviana con un perro, una familia entera con los hijos tapados las cabezas con verdugos verdes, el aleteo de una mariposa de papel, el aliento de una joven hermosa y tímida que se calentaba las manos. Todos ellos pasaban, los veía a través de los grandes ventanales del establecimiento, uno detrás de otro, a veces arracimados. Venían de la nada y se perdían en la nada. Allá iba también mi vecino del tercero, grande y zafio, gruñendo contra el frío húmedo de la niebla; la novia peluquera que tuve cuando joven; el olor a albahaca; una bandada de aviones desorientados. Miré al camarero, que observaba todo sin asombrarse, apoyadas sus manos en la barra. He visto tantas cosas, exclamó sin quitar los ojos de lo que ocurría en la calle. Ponme otro café, le dije. Este año parece que nada existe ya, no hay prisa.
lunes, 7 de octubre de 2024
Después de la lluvia
Hay quien deja una despedida en este tinglado virtual, algo que se publicará cuando ya no esté. Si no se muere, va postergando el día de su publicación. Me imagino ese momento en el que se acerca el día, quizá la hora, en la que saldrá publicado el escrito y a su autor decidiendo retrasar la fecha porque no se ha muerto. ¿Esperará hasta el último minuto por si acaso sucede lo inevitable? Qué hacer si no se llega a tiempo, si cualquier cosa le impide retrasar la publicación: darse por muerto, publicar una nota de explicación (¡No me he muerto!), qué hacer. Y qué escribir en ese texto que deberá publicarse después de nuestro fallecimiento: una despedida solemne con una frase lapidaria, una lista de agravios y venganzas, una confesión. Quizá solo un adiós. Con lo elegante que es irse en silencio.
El derrumbe de una casa suele empezar con la mirada de quien se marcha de ella.
Después de la lluvia de estos días, hay un extraño silencio en la casa que anuncia que la tormenta no ha terminado.
Recuerdo una tarde de verano en la que los niños del barrio jugábamos a introducir la cabeza en una pila de agua. Alguien contaba para certificar la resistencia de cada uno. Luego nos tendíamos en la hierba para que el sol nos secara. Hace tanto de aquello.
lunes, 9 de septiembre de 2024
El segundo café del día
lunes, 8 de julio de 2024
Gordolobos en flor
Estos días, las afueras de la ciudad se han llenado de gordolobos en flor, pero este que traigo aquí ha agarrado en una grieta del suelo, pegado a la fachada de un edificio de nueva construcción dentro de la ciudad. De todos los usos del verbasco, me sigue admirando el que produce somnolencia. Se echaba al agua de los ríos para adormecer a los peces y poder cogerlos a mano. Envarbascar es una práctica prohibida por su toxicidad, al menos desde las Partidas de Alfonso X, el Sabio (1255), pero se ha usado de forma tradicional hasta hace poco -quizá aún se use en alguna parte-. Todavía hoy se consumen sus hojas y flores en infusión para enfermedades respiratorias y como calmante. Las romanas usaban la flor para teñirse el cabello de rubio y las hojas aterciopeladas de su roseta se utilizaban para limpiarse en el campo después de aliviarse... También para introducirlas en los zapatos, ayudando a mantener el pie caliente. Será por eso que sonrío al ver un gordolobo conquistar este edificio nuevo en la zona recién urbanizada. Con la lluvia abundante de los meses pasados y las temperaturas últimas, salen yerbas por todos los lugares: alcorques, paseos, jardines, huecos de los edificios, bases de los semáforos y señales de tráfico, vidas perdidas, miradas desorientadas y suspiros de aburrimiento.
jueves, 4 de julio de 2024
Pariré centauros
No sé si os he dicho que hay un prado en el que vi centauros. Lo atravesaron en carrera feroz hacia el bosquecillo de robles sin prestar atención a nada más que su propio galope, fijos en el retumbar del monte, felices y asesinos.
Cuentan que Nietzsche cayó definitivamente en la locura tras llorar abrazado a un caballo al que fustigaban cruelmente en Turín, en enero de 1889. Pariré centauros, dijo un día: definía así la mezcla de elementos opuestos en su pensamiento, que unía ciencia, arte y filosofía, lo racional y lo pasional.
Entre los centauros que atraviesan el prado, el más joven ríe y se ejercita: sabe que matará a varios de los que ahora juegan con él. Con suerte, llegará a anciano, será sabio y recordará este amanecer glorioso de la sierra al inicio del verano.
martes, 21 de mayo de 2024
La persistencia del gesto en la memoria
domingo, 12 de mayo de 2024
De farolitos chinos y Miguel de Cervantes
El farolito chino que se cultiva en algunos jardines refinados europeos en realidad viene de América. Su nombre popular es una metáfora que habla de una mirada hacia lo exótico, el científico (abutilon megapotamicum) deriva del árabe y del griego. La parte árabe parece decir malva del Índico y la parte griega hace referencia a Río Grande, la región del Brasil. Esta flor de aquí me la encontré en el jardín de El Capricho, el edificio que el catalán Gaudí levantó en Comillas para el indiano Máximo Díaz de Quijano, por lo que la decisión del paisajista o del jardinero, encaja bien con el propósito del arquitecto: realizar un edificio de inspiración oriental. Llenó la fachada de girasoles cerámicos, supongo que en referencia al doble -o triple- significado simbólico de esta planta. Así, el edificio remitía a Oriente, al mundo en el que había hecho fortuna el propietario y a cierta extravagancia de la arquitectura inglesa de aquellos tiempos que interesaba al arquitecto y a una cierto grupo de enriquecidos comerciantes esnobs de su tiempo, que buscaban singularizarse, pero también a gustos e identidades y una cierta afirmación de la diferencia. Así que este farolito chino cántabro es un poco de todos los lugares.
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Estos días, en la prensa se ha debatido sobre el origen de Miguel de Cervantes. José de Contreras y Saro, en una conferencia impartida en el Ateneo de Sevilla, afirmó que Cervantes nació en Córdoba a partir de la lectura de un documento datado el 4 de junio de 1593, en el que el autor afirma tal cosa en su declaración a favor de su amigo Tomás Gutiérrez, que había demandado a la Cofradía y Hermandad del Santísimo Sacramento del Sagrario de la Sata Iglesia Mayor de la ciudad por expulsarlo.
Dos graves errores comete Contreras en la argumentación, por entusiasmo y por ingenuidad académica (pensémoslo así). En primer lugar, dar la impresión de que el documento, conocido, debatido y desechado en cuanto al lugar de nacimiento en 1914, desapareció desde este año hasta que él pudo consultarlo en los archivos de la Universidad de Sevilla hace unos meses, cuando el documento ya fue redescubierto y estudiado de nuevo en 2016 y nuevamente desechado en cuanto al nacimiento de Cervantes (el documento es muy interesante como testimonio de a la relación de Cervantes con el teatro). En segundo lugar, dejarse llevar por el entusiasmo y construir una teoría por la que el Miguel de Cervantes autor del Quijote es el cordobés y el de Alcalá de Henares sería un familiar suyo, proponiendo, a partir de ahí, una curiosa interpretación que ha resultado fácil de desmontar. Que Cervantes tiene raíces familiares en Córdoba era ya muy conocido y que también pudo estar en varias ocasiones en la ciudad. Quizá le haya pesado al conferenciante su poco de orgullo local y su tanto de vanidad investigadora. Por el camino, alguien de la Junta de Andalucía, reclama el documento para estudiarlo, no vaya a ser que Cervantes fuera andaluz y se pudiera relocalizar al bueno de don Miguel, supongo que para sacar el provecho adecuado de todo eso. La prensa -no solo los portales digitales que buscan impacto de visualizaciones, también la prensa seria- enloqueció como solo pasa ahora, dando la noticia sin contrastar.
Fue tal el revuelo en pocas horas -la marca Cervantes es siempre popular- y el camino de las elucubraciones, que los estudiosos debieron reaccionar pronto, al igual que tuvo que hacerlo Francisco Rodríguez Marín en 1914, para explicar lo que declaró Cervantes en 1593 y por qué lo hizo. Y así han intervenido José Solís de los Santos, Alfredo Martínez, Rogelio Reyes y José Manuel Lucía Megías. En definitiva, la declaración de Cervantes en 1593 no significa que afirmara que naciera en Córdoba, sino que podía sentirse propiamente de la ciudad o llevar hasta la mentira su testimonio con la idea de favorecer en todo a Tomás Gutiérrez afirmando su raíz cordobesa, que nadie iba a comprobar, por supuesto. Ni era la primera vez que mentía Cervantes ni sería la última: lo hace en documentos oficiales y en lo que relata de sí mismo en su obra, mentiras que tantas veces han confundido al cervantismo aficionado y han sido utilizadas sin pudor por intereses (locales e ideológicos) de otros.
En este tráeme acá los huesos de Cervantes -que siguen sin identificar a pesar del dineral gastado hace unos años por el ayuntamiento de Madrid para localizarlos en el lugar que todos los investigadores saben que están-, varias conclusiones. En primer lugar, que don Miguel sigue vivo y es un valor seguro; en segundo, que la prensa ha dado al olvido el verdadero periodismo cultural; en tercero, que a muchos les sigue pasando lo que le ocurría a don Quijote, no distinguir la realidad de la ficción; en cuarto, que los localismos y los nacionalismos casan siempre mal con la razón científica, puesto que tienen su origen en la ficción. Caben mejor en una novela que en un ensayo.
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A fin de cuentas, nacer es el azar mayor de cada existencia que no depende de nosotros.
lunes, 6 de mayo de 2024
BROOM. Neandertales y Homo sapiens
Una teoría sostiene que los neandertales desaparecieron porque su genética no tuvo el suficiente tiempo para adaptase al cambio climático de su tiempo. Antes de extinguirse, se produjeron algunos cruces con el Homo sapiens y muchos de los seres humanos actuales tienen fragmentos de ADN neandertal en el genoma (especialmente en algunas poblaciones asiáticas y europeas), lo que explica la predisposición a ciertas enfermedades, la relación con algunos alimentos, comportamientos anímicos, el tipo y calidad del sueño, el gusto por el aislamiento, la tendencia a la depresión o algunos tonos claros de piel y cabello. Quizá también nos legaron algunos hábitos, habilidades y creencias. Según parece, los últimos neandertales pudieron vivir en el sur de la península ibérica, cerca del estrecho de Gibraltar frente a una pradera inmensa puesto que el nivel del mar era mucho más bajo. A pesar de eso, no hay testimonio de que los neandertales supieran cruzar masas de agua, cosa que sí consiguieron los sapiens. No es mal sitio para terminar una vida y extinguirse, desde luego.
¿Dónde terminará el último de los sapiens? ¿Qué recordará en los últimos días de su existencia después de haber enterrado a sus familiares y amigos? ¿Se arrepentirá del pasado de la especie? ¿Tendrá tiempo suficiente entre la urgencia para dejarse embargar por la melancolía? ¿Podrá refugiarse en la belleza de los atardeceres? Cuando se haya impuesto la certeza de que todo se termina.
lunes, 15 de mayo de 2023
Vecería
viernes, 31 de marzo de 2023
Mirarse en un espejo y no verse
domingo, 19 de febrero de 2023
La belleza de lo pequeño. De verónicas y margaritas
martes, 4 de octubre de 2022
El árbol de la castidad
sábado, 24 de septiembre de 2022
Parábola de la paja prensada
El prensado de la paja se ha mecanizado hasta el punto de que se ha conseguido una paca densa, con escaso porcentaje de oxígeno dentro. Poco a poco, la paja prensada va hacia el color marrón. El resultado consigue que, en caso de incendio, la combustión sea muy lenta y de ahí la extensión del uso de la paca en la construcción que se dice ecológica y sostenible. La maquinaria nueva recoge con tanta eficacia los tallos del campo que no queda prácticamente nada para que se pastoreen los rebaños o se refugien los animales silvestres. Estos quedan desnudos ante la mirada del cazador o las rapaces, sin el amparo de la rastrojera; aquellos desaparecen de nuestros campos y se estabulan para acabar alimentados por la paja que hubieran comido en la tierra. Se arrancan las hierbas, los arbustos y los árboles de las lindes de las tierras y no encuentran amparo las perdices que crían libres, ni rama para cantar los gorriones. Cuando abre la ventana, el antiguo habitante de la ciudad al que le ha nacido de pronto un alma bucólica y se ha construido una casa sostenible con muros de paja, se extraña de que ya no canten los pájaros como oía que ocurría antiguamente. Su preocupación, ahora, es que no llega la señal de internet, que las campanas de la iglesia barroca le despiertan las mañanas de los domingos y que los vecinos no clausuran el corral con gallinas de la pared frontera. Por suerte, es fin de semana y podrá ir a la ciudad con su automóvil para pasar la tarde en el centro comercial más grande de la región y comprar muebles fabricados en Asia y diseñados en Suecia.
miércoles, 7 de septiembre de 2022
Centaura contra los agoreros
Ha bastado la humedad de estas últimas noches para que aparezcan algunas flores en el campo, aunque no haya llovido por estas tierras. Como Quirón, me he agachado a recoger esta. Plinio el Viejo cuenta que andaba el centauro manejando las armas de Hércules y una flecha se le cayó sobre el pie, hiriéndole y usó esta flor para curarse y que por eso lleva su nombre. Dice el saber popular que la centaura sirve para sanar heridas y bajar la inflamación. También para las digestiones lentas, la fiebre, la falta de apetito y un puñado más de cosas. Como no sé si sirve para los males de amor, la he dejado en su lugar. Me he limitado a admirarla, tan pequeña y tan hermosamente exacta.
Ahí estaban las plantas en el campo sediento, esperando un poco de humedad y otro tanto de esperanza. La que nos falta a nosotros. Deberíamos aprender más de las flores y menos de los agoreros. Cuánto gusto por llevarnos siempre al borde del precipicio. Como el centauro Quirón herido por las armas de un dios, arrodillarnos ante la flor más humilde.
jueves, 25 de agosto de 2022
Historia de un ladrillo
martes, 23 de agosto de 2022
Quioscos