Mostrando entradas con la etiqueta Pedro Olaya. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pedro Olaya. Mostrar todas las entradas

martes, 30 de octubre de 2007

Premio de poesía y relato breve de la UBU y Ortega Gasset esquinado.


Esta tarde nos hemos reunido los miembros del Jurado de los Premios de poesía y relatos breves de la Universidad de Burgos. Ha sido un tiempo muy agradable compartido primero con Luis Delgado (Vicerrector de Estudiantes y Extensión Universitaria) y Carlos Lozano (factótum de la cultura de la UBU), amigos ambos de hace tiempo, y luego con Pedro Olaya y Asís González Ayerbe, con los que terminé tomando algo en la cafetería. Nos facilitó todos los trámites, con su habitual eficacia, Juan de la Cruz, secretario del Vicerrectorado. El fallo se hará público en breve.
La conversación con Pedro y Asís es agradable y de profundidad artística. Ambos están embarcados en ese interesante empeño de Los duelistas.
Los jóvenes siguen persiguiendo la escritura, como siempre. Pero, ¿qué se hace en la literatura joven española actual? ¿Son significativos los textos presentados al certamen de las nuevas marcas estéticas o sólo repiten lo ya asentado? Es una pregunta eterna. Ortega, en La deshumanización del arte también se la hacía, distinguiendo entre arte nuevo y arte viejo -como lo hizo con la política-. Si le quitáramos a este magnífico volumen el concepto metodológico de la sociología según la entendía Ortega, nos quedan guiños muy válidos incluso en estos tiempos en los que ya se ha superado la dicotomía orteguiana entre arte de masas (decimonónico o humano) y arte de minorías (deshumanizado o arte artístico, para entendernos). ¿Qué pensaría Ortega de haber vivido en una época en la que el diseño, la divulgación del producto artístico de minorías hasta en la ropa, el calzado y las vajillas, su democratización y las nuevas fronteras del arte -del pop a Internet- han dinamitado los principios en los que en buena manera se inspirara? Son cosas de la postmodernidad que no intuyó Ortega, tan imbuido de su tiempo.
Pero Ortega sí ejemplificaba con eficacia de cirujano de precisión. Decía que el verdadero artista, si mirara por una ventana no vería el paisaje, sino el vidrio. Para ello hace falta pulirlo, como se debe pulir insistentemente la obra literaria. Incluso para luego enlodarlo si llegara el caso. Y otra cosa: hay que practicar la musculatura. A escribir se aprende sumando la lectura constante y atenta y la escritura diaria y trabajada. No hay otra forma.
Suerte a estos jóvenes que comienzan.