No puedo dormir. Hace varias noches que me pasa, y es culpa del calor agobiante de Buenos Aires en enero. Me quedo leyendo alguna novela rosa, sin complejidades argumentales, mientras llega el sueño. Por lo general, logro dormirme mientras paso página tras página. El efecto de la literatura llana tiene su objetivo y se hace notar.
Estos días han sido un poco más sensibles. Fue la primera vez en un mes y pocos días que he conectado con la experiencia Galeno desde un costado emocional. Pero aseguro que fue lo que necesitaba. Después de eso, me relajé y mi humor mejoro mucho aunque parezca mentira.
Observé una caja de un regalo que me hizo una vez que nos vimos. Adentro, yo fui guardado símbolos de nosotros. Un pasaje de avión suyo hasta Buenos Aires, que me dejó dentro de una bolsa. Aerolíneas Argentinas, dice, y me acuerdo de la felicidad que sentí cuando lo ví en la puerta del hotel esperándome y me le colgué del cuello para abrazarlo. Mi Galeno, me repito, pensando que más de una vez lo llamé así , en especial cuando salía de la guardia y le mandaba sorpresitas para aligerar su cansancio.
Veo otro pasaje. Es mío y es posterior al primero. Va hasta su provincia. También una servilleta de un bar donde almorzamos juntos, que me regaló, porque tiene la cara de Cortázar. Sí. Galeno me llevo ahí porque quería que lo conociéramos juntos y me regaló una servilleta que venía con su bebida porque la mía se había estropeado, entonces me la guardé y esa es la servilleta que ahora encuentro en una caja. Más abajo está el papel de regalo con el que envolvió mi obsequio de cumpleaños. Y la bolsita. Es la librería de su provincia que ama. Conocida allí. Conoce al señor también. Recuerdo cuando me contó que había ido la última vez, post pandemia.
Suspiro.
Veo una propaganda sobre los alfajores que fuimos a comprar en su provincia para traerle a mí familia.
Me quedo en silencio. Si. En silencio me quedo mirando cada una de esas cosas largo rato. Me digo que esa historia fue real, aunque la sienta lejana e imposible. Suspiro profundamente mientras se me caen las lágrimas.
Es la primera vez desde que me separé que estoy llorando. Se siente bien, la verdad. Alivia. Sana de alguna extraña manera.
Se que no estoy arrepentida por la decisión que tome. Solo me estoy permitiendo estar triste por haber tenido que llegar a tomar está decisión. Ese momento es mío, ajeno a señalamientos. Que felicidad me da en medio de la tristeza sentir algo tan fuerte que me sacuda de ese modo. Me doy cuenta que a mí manera adoraba a Galeno. Que fue todo lo que necesite y que me hubiese gustado volver a verlo. Suspiro. Me alivio con una respiración. Sé que tome el camino correcto pese a la tristeza de ese instante. No me pregunten cómo, pero lo sé. Más allá de que estoy llorando, se que hay más. Se que vendrán tiempos mejores.
Vuelvo a suspirar mientras guardo cada uno de esos recuerdos en la caja. Es suficiente. Considero que ya me siento mejor. Más purificada y más real.
Una pregunta sola, precisa, se me clava por dentro.
"¿Y ahora? ¿Qué hago con todo esto?"
Que molesto el calor que dificulta el dormir, aunque leer es una buena opción. Y en tu caso, te lleva a evocar emociones.
ResponderBorrarBesos.
Sí, fue uno de mis momentos "humanos".
BorrarGracias por leerme siempre, Demi querido.
Besitos!!