lunes, 9 de mayo de 2016

literatura, cuanto menos, ficción: "Una carta de despedida"

Domingo, 08 de mayo de 2016. 


****: 

Definitivamente pensé que nunca iba a estar en condiciones de escribirte esta última carta. Quiero decir que ha pasado mucho tiempo y muchas cosas en el medio, como para todavía tener la voluntad de sentarme a escribir para vos. Sin embargo lo hago porque, francamente, no doy más.  Si lo extiendo por fuera de mis cuadernos es porque este hecho se acerca un poco, solo un poquito, a lo que desearía poder haber hecho en la realidad; me refiero a decirte todo lo que sigue, aunque ya no importe.  Lejos de tener en tener en cuenta fechas hay ciertas cosas que no quiero seguir pasando el tiempo sin escribirlas, sin decirlas, porque dos años negandolas poco han servido de algo.  Justamente por eso es que no doy más. 

 ¿Por donde empezar? Por donde te sientas mejor, me dirías, así que por ahí empiezo. Dieciocho años tenia la primera vez que nos vimos y un año después las cosas eran de esas que nunca, en nuestra vida, hubiéramos podido imaginar. Esa noche de agosto nos presentaron entre tantos de un mismo grupo social. Vos todavía tenias cuarenta años. ¡Que me iba a imaginar yo, esa noche, que de entre todos los que se sentaban en esa mesa larguísima yo iba a terminar con vos, si en la cabeza, yo había ido ahí para hacer y disfrutar de otras cosas! Todavía recuerdo la simpleza con la que te salude mientras hablabas por teléfono y me dijeron tu nombre. " Ah, este es  ***, es el ****, seguramente" pensé, intentando conectar nombres y referencias con las caras de esas veinte personas.  Lo siguiente no lo recuerdo muy bien, solo se que en el trascurso de tiempo que paso desde agosto hasta septiembre los dos nos hicimos amigos enseguida, como si nos conocieramos de antes, con una simpleza para los vínculos que en ese momento, te lo aseguro y te lo asegure ya, yo no tenia con demasiada gente. Con vos, no sé bien cómo pasó, me quedé sin defensas.  "¿Como te vas a tu casa? " quisiste saber una noche en septiembre. "Me tomo un remis " te dije, mientras te quería saludar vos me frenabas y yo no entendía qué bicho te había picado.  "No, deja, veni conmigo que te dejo en tu casa, estoy solo en el auto " te ofreciste y todos se quedaron un poco pasmados cuando, después de la duda inicial, confié de la forma en que había confiando sin pormenores desde el primer día. No me iba con nadie, hasta ese momento, donde me fuí con vos.  Entonces, ese día, algo cambió al menos para mí.  Me pasó algo muy distinto, nuevísimo, ajeno, cuando estuvimos solos. Recuerdo que charlamos en el camino y esa "sencillez" resultó demasiado familiar para mí. Imaginate, me costaba con todo el mundo... y con vos, no. ¿Cómo podía ser que me costaba con toda mi generación, con la gente en general, y con vos no; si me llevabas tantos años? ¿Cómo carajos iba a explicarme a mi misma entenderme así con vos, de una forma tan amena? Ese día preguntaste por mis estudios, tenias idea respecto a lo que escribía, claro, y sabias que me gustaba la literatura. Estabas escuchando un disco y lo bajaste, para escuchar mi voz que te contaba de a poco pedazos de mi vida. El silencio, que con mucha gente se me volvia en contra, con vos se me hizo placentero. Pense, me acuerdo, que solos se estaba muy en paz porque me hacías sentir cómoda sin esfuerzo y , sin dudas, sabiendo que tenia dieciocho años eso era muy extraño.  

Lo siguiente que me acuerdo, es algo muy divertido: estábamos en tu casa jugando un juego de mesa de mierda, con una cierta cantidad de alcohol en sangre Era noviembre de ese mismo año y nosotros hacíamos equipo contra otro matrimonio; vos fumabas en el jardín un habano y me corrías el humo con insistencia para que no me pasara ni cerca. Te hice señas para que no te preocuparas, porque era un espacio abierto, pero apagaste el cigarro definitivamente, porque no querías que me intoxicara, me dijiste. Mientras, secreteábamos e intentábamos adivinar las preguntas.  Lo divertido era la gracia que nos causaba el hecho de que todo cuanto yo conocía vos no y lo mismo de mi lado.  "Vamos a perder, nosotros, puta madre" me dijiste, riéndote. "No, nos vamos a complementar y listo " te dije sin pensar el peso que, unos meses después, conllevarían mis propias palabras.  Al final de partida, me dabas la razón... Eramos un buen equipo. 

Esa noche me aseguraste que me llevabas a casa, yo te aconseje que te quedaras porque no era necesario, podia llevarme otro como me ofrecían o podía volverme sola. Insistiendo vos, te ayude a juntar los últimos vasos y platos antes de que nos despidiéramos. A los pocos días, cuando nos volvimos a ver, muy concentrada estaba yo en previa para proyectar una película, cuando sentí un tirón suavecito a la altura de la muñeca recién tatuada. Me llamo poderosamente la atención el haber reconocido tu tacto, como si ya lo hubiera sentido cien veces. " ¿Me dejas ver? Perdón si te asuste " dijiste, con una mueca divina; la que después se convirtió en mi favorita. No sé por qué, pero ví algo. Algo más.  " Me di cuenta que eras vos " respondí, mientras me acariciabas despacito los contornos de la figura hinchada. "Es mas chico de lo que pensé, pero te queda muy bien... Me gusta, *** " me dijiste, otra vez, sin pensar siquiera en la connotación que tendría ese gusto por mis tatuajes, solo un par de meses después.   Así, progresivamente, vos bien lo sabes, pasamos de ser amigos y muy buenos compañeros, a ser nosotros dos. 

Para decirlo de alguna forma el que unos meses después, teniendo en cuenta la diferencia de edad, yo pudiera expresarte un algo que recuerdo como: <<no me asusta que me digas que estas todo arruinado, vos sabes que no me importa tampoco. Me gustas igual, sonso. De hecho, no te imaginas lo que me gustas vos con esa cara de desconcierto que pones, que me muero"; era hacer mas de lo que había hecho... nunca. Que tu respuesta fuera una sonrisa ancha, precisa, y una sacudida de cabeza que era señal inequívoca de estar volviéndote loco antes de lo que seguía, era de esas cosas que el dinero sigue sin poder comprar. 

Si, no podía evitar recordar todo esto y escribirlo, porque me parece que en este caso es volver a pasar por el corazón cosas que, en su momento, me hicieron muy feliz.  Si bien la diferencia de edad era y sigue siendo abismal, no puedo negar que fue una de las etapas mas felices de mi vida toda esa maraña de quilombos como también de complicidad, de deseo, de ternura, de camaradería,  miedos, dudas, de peleas que terminaban muy bien y de besos. En especial, de besos, porque hicieras todo lo que quisieras yo perdía la compostura (mal, mal) con los besos. Y si bien implica no haber confiado en la experiencia de tus años, nunca me imagine que pudieras ser tan... expresivo, desconcertante, persuasivo, comprador, intenso y dulce, a través de ellos. Los muestrarios de mi generación, definitivamente, no habían sido... así. Y mas, si le faltaba lo fundamental, que en nuestro caso refulgía: deseo. Nunca te lo dije, pero estoy segura de que se me notaba: no podía pensar cuando me besabas, y eso que es uno de los gestos mas reproducidos de la historia de la humanidad, a la vez que, de tu parte, eran mi punto débil. 

Quizá no lo notaste en general, pero puedo decirte que implico un sinceramiento muy profundo respecto a  saber, a entender, que era capaz de sentir -y de las cosas que era capaz de hacer- por amor, haber estado esos meses juntos. Desde antes, haber estado juntos de tantas maneras, implicó sincerarme conmigo misma. ¿Te acordás la primera vez que me llamaste con un dedo, me hiciste señas para que me sentara al lado tuyo y sin decirme absolutamente nada, mientras yo miraba como iban reaccionando nuestros compañeros, me agarraste de la mano?  Yo me acuerdo muy bien de ese día. Y cuando vuelvo a ver aquél banquito, en ese local de comidas también me acuerdo de quienes éramos en esa época, de lo que significaba que hicieras eso, de la noche de año nuevo que había pasado "algo raro". Me acuerdo de lo que sentí en tantos sentidos cuando me diste la mano, firmemente, y confirmé lo evidente: estaba hasta las manos; literal. Porque si bien aceptaba que me gustabas un poco, no quería aceptar lo otro y "lo otro" se explicaba por si mismo cuando un gesto tan mundano lo era todo. 

Probablemente no entiendas como, un año y pico después, puedo seguir hablando de amor y de vos en un mismo párrafo. Me centro en decirte que fuiste el móvil para que vea cuanto podía hacer si me enamoraba y eso es un motivo por el que siempre estaré agradecida. Te aseguro, como te lo dije en su momento: yo no sabia lo que era capaz de hacer, o mejor dicho de la profundidad con la que podía sentir algo hacia un otro, antes de conocerte. Por esa razón, la última vez que hablamos, te dije que lo que más deseaba era que amaras tanto alguna vez como te amaba a vos, porque sentirse así, era bárbaro, después de todo.  Jamas había querido asi, de la forma en que me salio hacerlo con vos, tan desaforada, tan suelta... y, al mismo tiempo, tan verdadera. Supiste desde el vamos que yo era muy reacia a todo lo que implicara el contacto físico, no porque me hubiera faltado, sino porque no podía ser mas tímida y porque me costaba muchísimo expresar mis sentimientos.  Sin embargo, todo lo que parecía poder contenerme o defenderme de los otros, se escondía con vos. 

También me acuerdo de esto; de ese noviembre inicial, antes de que todo lo de mas arriba pasara, cuando estábamos organizando un evento y yo había ido - al parecer - especialmente linda ese día. Todos me lo decían y sufría un acceso de pudor importante ante esto. Pasé a amplia distancia de vos, caminando, con un vestido y el pelo recogido, cuando empezaste a hacerme señas. Me frené, pensando que necesitabas algo y te miré, preguntándote qué querías, con la cara. <<¡Qué linda, por favor, basta! >> dijiste molesto, y sacudí la cabeza, haciéndote un gesto de espantar un fantasma, mientras me iba. <<Dejá de mentirrrrrrrrrr >> me quejé y seguí con mis tareas.  Esa frase idiota, es algo que me acuerdo con especial cariño, no porque era un elogio, sino porque fue una franqueza notoria de tu parte.  Lo mismo que ésta vez: <<yo no voy a parar hasta que te saques esa timidez, asi que ahora vas a venir a tomar una cerveza, te vas a sentar enfrente de todos, vas a aflojarte. Despues te llevo a tu casa, lo que quieras, pero no vas a zafar diciéndome como siempre todo que no, no, no - me hacías burla igualito, mientras agregabas << De verdad te digo... no voy a parar hasta que te vea cómoda porque vos no sos asi, es el tema este de que tenes vergüenza y de que podes tener vergüenza, vos, estas loca. Vamos, dale, que tengo calor, vamos, vamos..." y fuimos.  Claro que fuimos. Ya te digo, estaba en problemas con mis sentimientos ya para esa época. 

Pero... volviendo a ésta... ¿Por qué te escribo ahora? Porque... ya no puedo hablar con vos y, para qué voy a mentir, me hacés mucha falta. No extraño quizá lo que te imaginás, no extraño la incertidumbre o el que me escribas. Lo que me hace mucha falta es saberte ahí para mí y poder estar ahí para vos, independientemente de todo lo que haya pasado y de lo que pase. Eso es todo el meollo, a decir verdad. El saber que si te pasa algo, puedo acercarme para ayudarte tanto como vos me podés preguntar qué tal estoy, cómo me va todo. ¿Sabés lo que más extraño? Tomar mate juntos. Ya sea porque te cebaba miles o porque hacías unos de primera; pero extraño mucho eso... Y es una estupidez, si te lo ponés a analizar, pero hablábamos, de cualquier cosa y era muy lindo hablar con vos. Creo que al margen del mate, lo que realmente extraño, es lo que fundamentaba: que habláramos, que pudiera sentirte cerca mío, humanamente. Que, sabiendo que no te gustaba contar, a mí me contaras. Todo este tipo de cosas, como podrás ver. 

Y, sin embargo, aunque reconozco la falta que me hacés, hago bien también en escribirte esto a modo de "chau, chau, adiós".  Empiezo por reconocer que pese a todo lo que sé que significaba para vos, me acompañaste en lo que pudiste y lo hiciste con mucho respeto; con una naturaleza para escucharme que desde el primer día me resulto demoledora. Reconozco también que ademas del respeto hubo animosidad, ternura, humor, calidez, todos los matices que necesitaba en ese momento y los que valore mucho mas, viniendo de una persona que al llevarme tantos años, casi que había olvidado como abordar ciertas cosas que, obviamente, con otras mujeres contemporáneas se daban por entendidas. Reconozco que si algo valoro hasta el dia de hoy fue de tu capacidad de estarte ahí, escuchándome, sin decirme nada apresurado porque sabias perfectamente que a veces yo nada más necesitaba gestos. La escucha, la aceptación, la paciencia con la que me hiciste ver tantas cosas...  ¿Como no reconocerte eso? Gracias, de verdad, pese a todo. Se que llegaste en el momento donde, es evidente, necesitaba que lo hicieras para empezar a vivir una vida acorde a mis propios deseos. Así es que te agradezco y, ya que es la ultima carta, también te  digo lo siguiente: para vos que pensabas que era una valiente de primera, confieso que tenia miedo a todo. No te das una idea del miedo que tenia cada vez que te veia en frente mio, mirándome asi, y no sabia como verbalizar un sentimiento tan profundo y puro, que me aterraba. Nunca habia amado a una persona de ese modo y pese a que no te lo dije, a mi tambien me excedia lo que me pasaba con vos, vos tambien eras terrible para mi, yo queria todo lo tuyo, lo quería todo con vos. Y no hablo de perro, hijos o casa, como me recalcabas que no me ibas a poder dar cuando los quisiera. Hablo de todo lo que pudieras darme, de todo cuanto me quisieras dar sin pensar, por una vez, en la diferencia de esa, la diferencia de edad. 

Por otro lado...  reconozco que si bien te reproche muchas cosas fue porque estaba dolida, enojada, muy desilusionada, cuando me di cuenta que tenia que dejarme de revolucionar tu vida, porque era desgastante para los dos y porque te ibas a infartar, literal, en cualquier momento, de lo complejo que era para vos pasar por encima de tu propia vara, erguida en base a los prejuicios que siempre habías tenido, y que ahora, se sentían en carne propia con lo que eso implica. No, bobo, no te creas que no entendía lo difícil que era. Siempre lo entendí, y por eso yo también tenia mis dudas - no sobre si estaba bien, sino sobre si iban a tener razón los demás  - por lo cual al mismo tiempo no esperaba milagros del tema. Lo único que esperaba radicaba en que pasara lo que tuviera que pasar sabiendo que la vida es arriesgarse tanto como no hacerlo, y de esa decisión, dependía nuestra felicidad y nuestros logros. No obstante, de boca siempre es mas fácil que ponerle el cuerpo a un enunciado.  

 ¿Te acordaras, Negro, la forma en que nos miramos cuando te dije todo eso y medio que me levante, la última noche en tu casa? No llore mientras te hablaba, pero vos no me dejaste de mirar con una fiereza imprevista, mientras con la cabeza hacías un gesto de negación, como más enojado que nunca por algo que nunca, tampoco, llegué a entender. Me desarmo verte así y me volví a sentar. "Si, que vas a poder con otra mujer que te quiera, vas a ver... Quizá yo soy el problema, porque soy chica, pero seguro que con alguien grande te resulta " te decía y vos me decías que no, que no iba a pasar eso, que no iba a haber y que no había otra mujer, que yo no era ningún problema para vos. No te entendía, la verdad.  Conmigo, sentías pero no podías. Otra mujer en ese momento no había, de eso estoy segura. Y, si miro ese instante a través del tiempo, lo único que puedo recordar ahora es un hombre amurallado por su propia desidia.  ¿Te acordas lo que paso después? Me quede mirándote en silencio y tomaste un whiskey con la cabeza baja. Cuando levantaste la cabeza, todavía lo siento, me mirabas como si te doliera una infinidad de veces mas algo. Nunca supe qué era, te confieso. Algo me dice que era dejarme así, pero sé que... es tan triste que no puedo asumirlo, porque las personas no se dejan así, porque eso no se hace. Porque, de otra manera, vos no hubieras resistido. ¿O sí? El ejemplo está a la vista, soy yo misma, y no quiero ir por ese camino. No quiero hablar por vos. No estás acá para completar tantos espacios en blanco.  Siempre senti como si estuvieras renunciado a alguien que realmente, vos querias... y al mismo tiempo, me decías que eras demasiado boludo para estar conmigo, que merecía a alguien mejor que vos. ¿Quién puede entenderte? 

A partir de esa noche todo fue tan discordante, parecía apropósito.  La primera vez que vos la viste fue en el mismo lugar que nos conocimos nosotros., por empezar. Me senté y al lado te me sentaste vos. No te mire, porque estaba empezando a entender todo ese juego macabro, en cuestión de segundos. Lamente haber sido tan perceptiva cuando me tocaste un tatuaje, como si fuera la ultima vez y agachaste la cabeza antes de sacarle tema de conversación a ella. "Tocate el culo, hijo de puta" pensé. Te falto decirme  "que boquita que tenes, por favor, Señora de Letras" si lo hubieras escuchado.  Pero cómo no enojarme, si yo te vi rarisimo hasta que me basto mirarla a ella, recordar esa expresion lastimosa de antes que llegara mientras me mirabas como pidiendome perdon con los ojos, en silencio, sentados solos frente a frente. Recién cuando la ví, lo entendí. Te la habían traído especialmente, esa noche y el que me miraras de esa forma, tenía un claro significado. Era tu "chau, chau, adiós", en particular. 

¿Sabés qué me pasó ese día?  Francamente, pensé que estabas harto de mi... Nunca pensé que era una especie de renunciamiento mucho mas concreto, tan literal, pero fue cosa de esperar nada mas. Fue, como vislumbre en esa cena, una mera cuestión de tiempo para ver todo lo que hubiera querido para mi, en manos de La señora. Esa noche, que aunque no lo parezca recuerdo tan bien, estabas empeñado en llevarme a casa después de haberte desecho en esos modos que tan bien ejecutabas conmigo. Tenia atragantada la comida, te hubiera cagado a trompadas ahí mismo y no falto el deseo de que se te prendiera fuego el auto y tus zonas genitales. ¡De verdad! ¡Era para pegarte una trompada porque había visto en ella todo lo que necesitabas, todo lo que no podías permitir que yo te diera y todavía vos me querías seguir cuidando como si te importara que me afanaran o que me fuera sola, incluso, tomando un remis? ¡Qué te importa lo que me pase, pelotudo! pensaba. Y es que... habia visto en ella la calma después de unos meses sin poder dormir durante la noche, por estar conmigo o pensando en que "me ibas a cagar la vida, no me ibas a poder dar hijos, no ibas a poder formar una familia conmigo, ni tener un hogar juntos" y todas otras nociones que, bien sabes, nunca te pedi y que, estando al lado tuyo, posponía con gusto. Había visto todo lo que yo no iba a poder ser nunca, para vos. Ése era le problema, eso era lo que me enojaba tanto. 

 "¿Vas a traer eso, para el martes, me prometes? " me dijiste y yo, que ya me habia subido al asiento del acompañante obligada, asenti con la cabeza, mientras me aguantaba las ganas de llorar.  Te entendia en un punto, sabía que estabas haciendo lo correcto desde la exigencia de ese muestrario social que representaban nuestros 18 compañeros, pero... tenía bronca, porque les hacías caso a ellos y no a mí, que te quería bien. 

- Che, Veinte... ¿lo vas a traer, de verdad? -  insististe, y yo te dije que si - No, porque *** me dijo y no cumplió.  
- No importa, yo cumplo... - señalé. 
- ¿Segura? 
- Si. No hace falta que me repitas, ***, entiendo de una vez todas las cosas que me decís  - musite para vos, mandándote a freír churros con un tono tranquilo, como si fuera un rezo. 
- Ahora si que sos vos, Veinte. Ya me volves a poner tus caras, ya me tenes cortito. No te enojes conmigo, dale, por favor... Estamos hablando bien otra vez, de nuevo. A mi me encanta que me vuelvas a hablar, que tengamos esta relacion de odio, donde se nota que nos odiamos, que no nos soportamos.
- Odio... - mofé - Si, la verdad es que no te soporto más. Sos un ser odioso.  
- De verdad... - miraste al frente y después a mí  - Nosotros dos si nos enojamos los dos la pasamos mal despues -  esgrimiste sin mirarme. Te mire, desconcertada, porque me llamo la atencion lo frio que eras, lo... calculado que parecia tu comportamiento. Lo empeñado que estabas en complicar las cosas, cuando lo mejor hubiera sido dejarme volver sola a casa sin oponer tanta resistencia.

 - Es que... no estoy enojada con vos, me parece que te faltan un par de jugadores, nada mas -  te dije porque, era obvio, estaba enojada. Faltarian siete cuadras para llegar y no me queria quedar callada. 

-  Por favor, no... Hablemos del trabajo, de lo otro no, por favor... Estabamos hablando de trabajo, sigamos con eso... -  me marcaste por primera vez los limites como nunca antes. Me quede callada y te mire, mientras tenia apenas iluminada la cara por el reflejo del alumbrado publico, las propias luces del tablero ultima generación y toda esa parafernalia de mundo material que tanto asco me daba si te escondes en eso. Te pusiste duro y no miraste más, pese a que la calle estaba vacia en nuestro barrio.  

- Estamos hablando de trabajo, del odio, de lo mucho que nos odiamos, claro... Sigamos - te dije. 
- No salgamos de eso, entonces - apuraste. 
-No, como vamos a salir de eso, si siempre hemos sido unos excelentes compañeros nosotros dos  - murmure, cuando habíamos llegado a casa. 
- Veinte, no te enojes conmigo, por favor, dale, hagamos el esfuerzo- me advertiste, como si próximamente irían a crecer los motivos para enojarme. 
- Yo lo que único que te digo es que toda esta estupidez de una persona de mi edad es esperable, pese a que no lo estoy haciendo. Pero de la tuya... no. Crece, haceme ese favor y ahi si que vamos a poder hablar sin calentarnos -te dije.  Ya habian pasado tres semanas de aquel veinte de julio y las cosas, antes de calmarse, se empeñaban en juntarnos aun en las peores circunstancias. Y de verdad, vos sabes que fueron las peores. Y justamente, después, puntualmente decís de ese 16 de agosto, tu amigo del alma, te pasó el teléfono de La señora. 

Cumplí, eso es lo único que te digo. Cumplí, mi querido, cumpli la promesa que te hice, respecto a mi actitud frente a que estuvieras con otra, porque empezaste a estar con Ella. Despues de que me quedara por ultima vez hasta muy tarde en tu casa, la noche del veinte de julio, era como si estuvieras empeñado en demostrar que si, que ibas a ser feliz, que ibas a gritarle al mundo " estoy bien, estoy pleno, me siento bien", cuando quiza por dentro, te estabas cayendo a pedazos. Y ese fue todo el contexto, era como si mi mayor miedo se me realizara en la cara y no pudiera impedirlo. Lo había intuído tan claramente y no tenía forma de evitarlo. Por este motivo ese viaje me resultó tan  espantoso. Fue el ultimo viaje antes de... la vieja. 


Hoy me pregunto qué querias demostrar. Nunca lo entendí y sin embargo, cuando estás frente a mí, con ella, no me da otra sensación que no sea esta. No me importa verte poco, porque siempre es eso mismo. Creo que el día que no te vea esa mirada, va a volver a cambiarme la vida, como cuando te la ví por primera vez.  Sin embargo, la vida sigue... Esta misma vida, sigue, pese a tantas cosas. 

Lo que querias nunca lo supe. Tampoco nunca pude entender por que, si a la legua se notaba que te estaba soltando, deseando lo mejor... Empezaste a hacer todo esto, precisamente, que me hacia mierda: contarle a tu mejor amigo, desde hace veinte años, que yo la estaba pasando mal, pedirle que se encargara de todo, y aceptar el telefono que te paso, a cambio, despues de esa charla donde me contaron que estabas tan preocupado por mi. Se que lo llamaste a tu amigo mientras venia por la ruta y muy compinche El canciller, siquiera hizo parada en su propia casa, para ir a verte a la tuya, un domingo a las once y pico de la noche porque lo habias llamado. ¿Sera todo esto cierto? ¿Como podias estar tan angustiado por mi, y al mismo tiempo, capacitado para conocer a La señora? ¿Por que, antes de que sea el quien fuera a tu casa, independientemente de que nosotros estuvieramos recien distanciados, no fui yo quien se sento en esa mesa, con vos, ese domingo? Quince dias atras, solo quince, Negro, vos estabas convecidisimo de que otra mujer no iba a haber y, de verdad, se que no habia, pero cómo te alcazó tan poco tiempo y para mí tuvieron que pasar casi dos años... ¿Cómo iba a haber otra, si tan poco tiempo antes estabas conmigo? Como si yo necesitara comprobaciones, me dabas tu telefono para que te explicara como usar las cosas, para que lo configurara, para que te borrara los mails que me pedias, para que lo revisara si se me antojaba. Me dabas tu telefono, el acceso a tus cuentas y te distraias haciendo otras cosas, mientras que me decias "no me importa si queres leer algo, lee tranquila, no me molesta". Sin embargo, yo creia en vos, al menos, hasta ese domingo a la noche, donde contaste a tu amigo de toda la vida, cosas que él, fallutamente - porque incluso a vos te cagó - me contó a mí. Siempre lo pensé, pero es que... parecía que hacías todo apropósito, después de esa charla como para que dijera: "este tipo es un pelotudo, hice bien en no cagarme la vida con el". ¿Sabés lo que me acuerdo, justamente ahora, y nunca había recordado en estos dos años? Que la última noche, donde todo terminó de decantar, vos me dijiste algo como: "prefiero mil veces que vos creas que yo soy un pelotudo, de hecho prefiero pasar como el más boludo, el peor de todos y prefiero que te enojes, no me importa.  Pero no quiero que creas que soy un hijo de puta, que no me importa nada de vos, que me da igual toda esta situación, que yo te quiero lastimar. Al contrario, me importa mucho más de lo que vos pensás. No quiero que sufras, de verdad, no quisiera que estés así, no quiero que sufras nunca, vos ". ¿Qué hacer, entonces, si yo veía ahora ese ser boludo del que me hablabas? Nada. Todo lo que había podido hacer, estaba. 

Ese 20 de julio me había calado hondo y no terminaba de salir de una cosa, que pasaba otra. No te puedo explicar lo que fue, esa noche, irme a casa con la sensacion de una pausa inevitable, con la marca de que a partir de ahi, todo iba a ser diferente en mi vida. No, no era por vos, era por lo siguiente: si lo que yo hubiera necesitado se compraba, lo hubieras ido a buscar, lo hubieras comprado o exportado, como también, si hubieras encontrado una receta dolorosa, muy, para alejarme... la hubieras usado.  ¿Que cómo lo sé? Lo vi en la forma en que querias abrazarme, prometerme, asegurarme, convencerme, de que me merecia algo mucho mejor que vos; porque vos no ibas a poder darme hijos, ni un perro, ni una casita, nada; pero también lo ví en la forma de actuar que tuviste después. Era una manera de decirme "ves, ves, que soy una mierda, para vos?" y de paso, tapar todo como durante toda tu vida. 

Y a mí no me importan tus errores, tu pasado... Me importaba que siguiera siendo, como siempre,  la persona que sabia sacarte las mascaras y besarte debajo de las llagas que escondías por tenerlas demasiado adheridas a la cara. Me importaba que sigas siendo para mi el hombre bueno. No quería que fueras nunca más ese ser humano que se escondia detras de tanta mierda, que fingía todo el tiempo, que era demasiado endeble, pero se mostraba fuerte e impasible. Deseaba con todas mis fuerzas que no se muriera ese tipo risueño, tierno, mi lector de mentes personal, que conmigo parecia olvidarse de todo, al punto tal que te daba miedo, porque necesitabas pensar y yo te abrumaba con mi forma de ser, como me decías siempre, tanto como cuando nos veíamos como cuando estabas solo, pensando en la situacion, mientras trabajabas manejabas,  no dormias ó vivias.  Esto, en esto nada más, residía "lo primero". 

 ¿Como le explico a todo el mundo lo que significa mirarte y que me sigas mirando de la forma en que lo hiciste hasta la ultima vez donde nos cruzamos; y todo eso pese a que hayan pasado casi dos años?  Y de esto también quiero hablar, porque ya que es la ultima carta, pienso decirte todo.... ¿Por que me miras como si el tiempo no hubiera pasado? ¿Por que veo que es como si tu cuerpo pidiera pista en el mio, todo el tiempo? ¿Por que te empeñas en preguntarme las mismas estupideces de la facultad, si no cambie en nada? ¿Por que, hay momentos, donde me ignoras tan tan tan deliberadamente, que hasta un muerto se da cuenta de que estas haciendo un esfuerzo? ¿No podemos ser normales? Quiero decir, ser normales, vos me entendes, ni que finjas vos, ni que finja yo. Si esto seria solo verte mirandome algun sector especifico, digamos, vaya y pase... Pero no es solo eso y esto ultimo se vuelve un tormento.  ¿Por que, parece que me quisieras, cuando te me quedas mirando tan largamente, pensativo, mientras hablo con los tuyos, si es que nos encontramos todos? ¿Por que, aquella vez que estaba con el bebe de *** en brazos, te acercaste y le hiciste esas caras hermosas, le hablaste con tanto afecto si yo sostenia yo, y sabias que hacer algo asi, para nosotros, tenia tantos significados? ¿Sabes todo lo que me removio verte hacer eso despues de ausentarme por dos meses y de que no nos veamos asi de cerca? ¿Que ganaste? ¿O no sabias lo que me gustan los bebes, cuanto me gustabas vos? ¿No entendias que quedaba como el traste la felicidad de ese nene, mientras yo lo arrullaba, vos le cantabas y el estiraba una manito hacia cada uno de nosotros? ¿Por que te pensas que se acerco ella, como un halcón, a quien le estuviera robando la comida, en cuanto te separaste de mi y del bebito, porque yo no te segui ni un chiste? ¡No podia ni hablar, porque iba a ser mucho peor que empezaramos a hablar de lo lindo que era el nene, de lo bien que decian todos que me quedaba, de la cara de adoración que tenias vos cuando nos mirabas, y tantos etcteras? Eso que hiciste con el pichoncito no te lo pude perdonar. 

Ella es exactamente a quien me referia desde el imaginario de mujer que vos ibas a encontrar, con la que ibas a ser feliz. Quiero que seas feliz. Y no sentir que lo tuyo es felicidad acartonada; esa estupidez que parece una puesta en escena con esa actitud adolescente que te queda tan pero tan mal... En especial, para quienes conocemos la otra cara, para quienes te hemos visto desarmado, desorientado, muerto de miedo, deseoso, perdido; etc. ¿Que queres demostrar? ¿A quien? No sirve, no te sirve, no te acostumbres a las cosas como si no pudieras hacer nada para cambiarlas, no te conformes, no te ajustes. Deja, por favor, de vivir entre apariencias y circos y dignate a reconocerte como sos, con lo que queres e incluso, con lo que te gusta. ¡Cual es el problema, mi querido, si el unico que vive solapado sos vos, para agradar a los demas! ¿No te diste cuenta, ahora que vas a tener 44 años, que no sirve? ¡De que te quejas, cuando decis que estas cansado de todo, si seguis haciendo siempre lo mismo! Te reto, si, en cierto modo estoy haciendo eso... Porque aunque sea repudiable esto que voy a escribirte... lo sabés: siempre voy a quererte un poco.  

Y para despedirme, yo vuelvo al punto de partida y ese punto es escribirte la última carta. Te he escrito muchas en estos años, muchas, pero siempre consideré que la última sería verdaderamente la que no te escribiera llorando , sino más bien la que pudiera esbozar sin un contenedor de lágrimas por mi cara, porque era la unica manera en que podria ver las cosas como, desde mi lado, considero que fueron para bien y para mal. 

En este preciso momento esta siendo muy complicado escribirte, pero no estoy llorando. Hace meses que vengo posponiendo este ejercicio porque sé que no lo es, que no es meramente esto que aparenta ser. Aunque nunca te lo haga notar, estoy muy triste desde hace tanto tiempo y no quiero estarlo mas. Me parece que escribirte es lo unico que tengo a mi alcance y lo unico que me puede ayudar con todo lo que siento, porque si, no puedo ser mentirosa. 

Te deseo que  seas feliz, que estés bien, que ella pueda hacerte feliz, porque que me mire mal no significa que sea una anciana desalmada con vos, y eso es lo que me importa en el fondo. Te deseo que estés bien, que viajes mucho, que algún día dejes de agobiarte con el trabajo. Ojalá que todo lo que quieras se concrete. Te deseo vida, mucha, mucha y de las felices.  Siempre vas a ser importante para mí. Siempre. 

No puedo escribir más.  Se está haciendo cuesta arriba. 

Que Dios te cuide siempre ¿sabés? Conocerte me cambió la vida. Y lo que más deseo, es que ahora, vuelva a cambiar para bien. Ojalá tambien esto se cumpla ya ya no me sienta en un aspecto, tan triste. 

Te mando un abrazo... gigante. 
Te quiero, 

Veinteava.



2 comentarios:

  1. Muy sano lo de escribir una carta de despedida. Tal vez sería bueno que intentaras no mencionarlo más.
    Es extraño como alguien que parecía entenderte tan bien, hasta leer tu lenguaje no verbal, haya sido tan inepto. Hay que ser muy inepto para dejarse llevar por los prejuicios, que le hayan importado más que una relación que le daba tanto.
    Y seguro que vos no eras el problema.
    Muy bien por despedirte. Con esa altura y hasta con un gran abrazo.

    Besos.

    ResponderBorrar
  2. Muy sano, si Demi, totalmente. Creo que por eso lo hice, porque necesitaba desprender de un modo sano.

    Beso grande y abrazo para vos!

    ResponderBorrar

¡Muchas gracias por pasar a visitarme!

Si querés, podés dejar tu comentario más abajo (será respondido a la brevedad)

Hasta la próxima,

Veinteava