lunes, 30 de octubre de 2017

Dosificación

"... La culpa es de uno cuando no enamora, 
y no de los pretextos ni del tiempo..."
(Mario Benedetti)


Si en esto hay algo que pueda ser llamado particularidad, es la de nunca terminar de comprender que es lo que estuvo pasando. Suponiendo que no sea en vano mi pretensión de historizar respecto a las experiencias que me van sucediendo – quizá al fiel estilo de novela pastoril, casi con parábola incluida -;  diría que se me da mejor entender el pasado desde el presente que viceversa.   Yendo desde el presente al pasado, no solo es más fácil leer las estructuras con hechos medianamente consumados, sino también, menos doloroso. Si, claro, el mejor amigo en estos casos es el peine para el pelado y el diario del lunes, pero cuando la mecánica es la contraria, simplemente, mis aptitudes más vulgares se anulan por completo producto de las marcas que fueron dejando las experiencias, influyentes en el modo de interpretar los acontecimientos del presente. Y dato no menor, también producto del miedo a repetir siempre las mismas historias.

Parece que mis plegarias fueron finalmente escuchadas. Más de una vez pedí a Dios, al cielo, al Universo; que ciertas cuestiones se orientaran o, al menos, que ciertos sentidos se amoldaran un poco a determinadas acciones. Y lo cierto es que la actitud de Urtubey ha dado un giro radical, de ciento ochenta grados. La nueva postura es, formalmente, la de no-darme-pelota; es decir, casi la misma actitud que había tenido y por lo cual, las posteriores actitudes me habían resultado tan extrañas... Porque como desconfiada que soy, no entendía demasiado de donde o para que habia un súbito interés. 

Ante esto, me suceden dos cosas: por un lado estoy contenta y, por el otro lado, pase días sintiéndome un poco mas pensativa de lo habitual.  Desde el lado donde estoy contenta esta especie de sentimiento se parece más bien al alivio de poder entender, de algún modo, cual es el camino a tomar a partir de ahora; porque, desde ya – si algo comprendí – es que el silencio no solo es desinterés, sino también, una magistral forma de responder ante lo que no podemos ni pretendemos aprender a manejar. Desde el lado donde impera la introspección,  reconozco haberle sido útil, y ahora, ya no resultarlo tanto. Confundí el que me tuvieran en cuenta con el ser utilizada para las urgencias, para las soledades, para las tristezas. Y la picardia no es porque durante todos estos meses haya especulado con recibir algo de su parte ya que jamás lo pensé desde ese lugar; sino porque suponía – grave error que todos cometemos – que no tenía intereses capaces de aminorarme el ánimo, de hacerme sentir usada.   

Teniendo en cuenta el lugar que me dio en uno de los momentos más difíciles de su vida, creía que luego de haberme escrito a veces casi durante semanas enteras, ahora que ya está mejor y cuando se está abriendo al mundo; también iba a ser capaz de conectarse con las etapas de los demás, sentarse a tomar dos-tres mates sin sumar a la malaria. Porque, aunque suene muy tonto, a mi me alegra verlo feliz aunque sea dificil de digerir en otros sentidos y aunque prefiera no saber la procedencia, me alegro si lo veo bien luego de haberlo visto padecer tanto sin saber como ayudarlo. Sin embargo, el, como no me necesita mas, tampoco aparece por las dudas de que yo, oh casualidad, vaya a ser que lo necesite. 

 Erradamente claro, considere que me iba a preguntar qué tal, o al menos, de estar en mi casa, me iba a poder hacer una pregunta directa mirándome a la cara.  Pero Urtubey, todas esas preguntas, se las hace a mi padre, su amigo real, y no a mí. Eso me alienta a creer que, definitivamente, habré sido para él una extensión del primero, aunque con pelo largo y un poco mas de delicadeza en mis líneas; pero que jamas se intereso en conocerme un poco mas alla. De ahi que, de lo unico que me preguntara, fuera de mis salidas con amigos o mis parciales de la facultad, pero nunca, si algun hombre me interesaba, si alguna vez me habia enamorado, si me gustaban los chicos, las chicas, los perros o los gatos.  Ya que soy diferente según sus palabras, empiezo a pensar que este serlo justifica que sea incapaz de mandarme uno de sus tantos mensajes para preguntarme que tal estoy, y no solamente responderme cortante si yo le hago un comentario sobre una lectura de un libro - como antes -; y parece no interesarle ni un poco lo que le digo... Quizá, en comparación a todo lo que conoce, puede parecerle tonto lo que le digo del libro o puede no interesarle hoy en día, pero agradecería que no me lo haga sentir tan fuerte. 

Yo entiendo que quiza le parezco infantil, que quiza ve en mi a una "pendeja"... y por eso probablemente no le sirva mas, pero, no puedo mentir en algo: por momentos, cuando el viento juega a su favor, yo no soy una pendeja veintipico de años, sino, "la que siempre lo entiende", "la que razona bien", "la que tiene las cosas muy muy en claro", "la que es una bestia escribiéndole"... y, ademas, soy la misma pendeja a quien, durante algunos momentos, no le supo que contestar muchos de sus planteos.  Tampoco soy adivina, ni lo mio es palabra santa. Yo me cuestiono porque no entiendo lo que le pasa, aunque me parece raro que sea casi descortés, desinteresado;  porque entonces todo el interés y la humanidad que mostró antes no eran tan inocentes como aparentaban.   

Haciendo un recuento breve de mis gestos, yo no siento que haya hecho algo mal. Al contrario, con mucho esfuerzo, mantuve siempre los papeles. Guarde sus secretos, lo escuche siempre, lo ayude a reconciliarse con mi padre, le pase información suya pese a que después se me acuso de ponerme otra camiseta distinta a la de mi familia y, principalmente, le banque muchas actitudes raras, masculinas, que tuvo conmigo, confundiéndome mucho en el camino. ¿Por que lo hice? Porque pensé - tonta de mi - que nosotros dos podíamos ser amigos y prefería ser su amiga, poder tenerlo cerca de alguna manera, que no implicara tantas renuncias y cosas dolorosas, o, siendo mucho mas terrenal, tantos quilombos. 

Pero, evidentemente, a Urtubey no le interesa nada mas que el que la tonta este para escucharlo, para acompañarlo cuando esta mal, para apoyarlo, como un contenedor, no como un ser humano con sus propios problemas o cosas por decir.   Justamente, cuando esta bien, esta entero y en modo banal, el señor, se va a disfrutar de su virilidad al teatro o al mismísimo resto del mundo con otras mujeres que suscriben a aquellas ficciones. Y de nuevo, es ese otro tipo, tan pancho, tan de plástico y tan mecanizado es el que, a mi por lo menos, no me cierra por ninguno de sus lados... porque a Urtubey le conozco hasta las caras que pone, cada vez que infiere en sus dobles versiones, frente a mi papa. Es un tipo tan trasparente para algunas cosas, al menos desde mi punto de vista, que puedo distinguir cuando esta en persona y cuando en personaje. 

Claramente, no conviene tener cerca a una persona asi. En especial, cuando conmigo siempre pudo abrir su mente y su corazon de una manera incluso mas colorida que con el resto de mi familia y cuando, de su lado al menos, sostiene la creencia de que yo siempre entiendo como piensa, a donde va, que es lo que va a decir y como es que se relaciona con las personas. 

Cuando, precisamente, todavía no he podido darme cuenta como es que se esta relacionando conmigo... 

¿Como es que, conmigo, siempre fue capaz de decir otras cosas? ¿Como es que, incluso el día que se entero que lo hacían cornudo, y tenia que ir a buscar cosas a su casa, pensó en que lo podía acompañar yo y lo dijo enfrente de su familia y de la mía; y todos nos quedamos mudos? No en vano yo le dije que no me parecía del todo bien entrar a su casa y juntar consigo las cosas, estando su mujer allí desencajada, pero que si quería lo esperaba afuera mientras el juntaba todo y volvíamos los dos para mi casa. Si, claro, a todos les sonó mal, tan mal, como a mi me cae su versión de chico "superado". 

Entre nosotros hace semanas que no se da una charla consistente, como las que teníamos antes. Por momentos su actitud es coincidente con el que este efectivamente está en otra sintonía, y el saberlo me relaja por una temporada. Sin embargo, se que una mañana o en cualquier momento del día, cuando menos lo espere y cuando menos me interese, irrumpirá  y – gravemente confundido en este punto – pretenderá que se lo escuche. Pero… ¿desde qué lugar quiere que eso suceda? ¿Desde qué lugar pretende que yo – antes que nada mujer –  lo escuche? No sería necesaria esta pregunta, si pudiera ver que aun mismo saliendo con otras mujeres, nuestro vinculo persistiría. Pero lo cierto es que no, digamos que no se corta pero tampoco persiste. Es como si se congelara, como si yo permaneciera ausente de la realidad, más allá de alguna foto en redes donde me da un like, es decir, mas allá de unas cuantas migajas. ¿Y desde donde estoy ausente, en realidad? Probablemente, mi rol de “hija de mi amigo, casi una psicóloga “ es la matriz desde donde se empieza a tejer la distancia, pero en ese caso, no tendría por que cortarse tanto, a menos que no tenga en claro las cosas conmigo. 

La constante es una, sin embargo: lo buenas que cree que están las minas con las que pasa el rato vienen a suplantar esa figurita de escucha femenina que, es evidente, es tan pero tan necesaria para Urtubey, siempre jugando con la papeleta del buen tipo, del sensible, de perdido, del que quiere una mina capaz de arrancar algo en serio. Del que no sabe cómo hacer, del que busca una mina, más o menos, con los mismos valores. Y yo, ahora, mientras rememoro cuanta cosa dijo en mi casa, sentadito en mi mesa, oficiando de galancete de América, pienso: sí, claro... 

II 

Al cabo de un tiempo, me di cuenta de algo fundamental a esta cuestión: si algo le pasa o algo piensa, al parecer, yo nunca lo voy a saber. Puedo pasarme la vida pensando que esto es normal pese a que yo no lo comprenda asi, precisamente porque lo estoy midiendo con mi vara. Al caso, lo que para mí es un dislate para Urtubey puede ser normal, intrascendente e inclusive, también inofensivo; con lo cual quizá no encuentra razones para cuestionarse nada ni replantarse ninguna de sus actitudes. 

La actualidad es esto: sentarme, contemplar mi presente y no darle demasiada importancia a nada. 

Si de algo me valió es pasado es para saber que relaciones vale la pena sacrificar, cuando la pretensión es evitar - o al menos, dosificar - el sufrimiento reservándolo solo para cosas que sean realmente importantes o donde sienta que la inquietud, en cierto modo, vale la pena. 

Al brillante decir de Mario Benedetti, en una de sus novelas, no se puede andar siempre con el corazón en la mano

Por eso, si me tratan mas o menos, yo los tratare igual o directamente los ignorare como una manera simpatiquisima de devolver generosidades.  

Las personas que realmente me quieren, las personas para las que realmente importo, a la larga, quizá, se moverán como tantas veces me he movido. 

Me va a venir muy bien refrescar la memoria respecto a quienes son. 

2 comentarios:

  1. Está claro que no sos para nada una pendeja, que sos más emocionalmente más lúcida que él. Que las otras mujeres no pueden remplazarte, que lo sabe pero no sabe actuar de acuerdo con eso.
    Tal vez no dar importancia sea lo mejor para vos. Tal vez.
    Un abrazo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Si bien por momentos lo tengo presente, por otros momentos, las actitudes que tomaba conmigo, me generaban dudas.

      Sobre las otras señoritas, francamente, tengo la teoría de que ninguna es irreemplazable, aunque, al mismo tiempo, ninguna otra sirve para esa misión. El mundo, en este sentido, seria una lugar mucho mejor si las personas evitaran usarse entre si con amplios fines de lucro.

      Salvando eso, utopía mediante, no darle importancia ni conversar consigo esta siendo lo mejor. El sigue tambien su camino, distinto al mio, y creo que si, se dio de ese modo, es el único posible. Me alivia esta distancia, me tranquiliza y me ayuda a recuperar la lucidez que tanto me venia haciendo falta...

      Abrazo



      Borrar

¡Muchas gracias por pasar a visitarme!

Si querés, podés dejar tu comentario más abajo (será respondido a la brevedad)

Hasta la próxima,

Veinteava