Una de las cosas más complejas de entender cuando entramos a un lugar nuevo, y conocemos nuevas personas, es que algún día serán moneda corriente en nuestra vida.
Parece todo tan frío, tan lejano y tan desconocido que, como todo, da miedo. No solo porque todos los comienzos dan miedo, sino, porque cuando los comienzos son movidos por la valentía y las ganas de estar mejor, a veces, nos llevan a lugares que nunca hubiéramos creído accesibles para nosotros. Y eso potencia todas las emociones, inclusive, el miedo.
Mi prudencia ante el presente me indica que la única manera donde podré atravesarlo es por una única ruta , que incluye dos cosas a la vez: el apoyo incondicional frente a mi misma y la capacidad de tener paciencia con mis propios procesos, independientemente de TODO lo demás. Eso engloba al mismo tiempo un concepto más grande, y que es algo que me da bastante trabajo: dejar fluir las cosas como deban pasar y dar lo mejor que se pueda anhelando que la vida haga el resto por nosotros.
La vida hizo algo por mi algo que no esperaba hace casi un año atrás. Hoy estoy, casi un año después, siendo otra vez puesta en un lugar que me da miedo. Pero que siento que tenía que estar aunque todavía no entienda bien por qué. Y si siento que tengo que estar ahí, les juro, no es un decir. Hay razones por las que esto lo vivo de esta manera.
No voy a negar que es una ensalada de sensaciones nuevas. Estoy cansada y ese cansancio es el telón de fondo a emociones diferentes, pero también, a cambios que anhelé. Por momentos no proceso lo que estoy viviendo. Por momentos, hago esfuerzos para desconectar. Por otros, tengo ganas de llorar, ni sé por qué, quizá como una manera de desahogar todo el estrés y el malestar de los meses anteriores... Y por otros, me abrazo a mi misma y disfruto el presente en sus momentos nuevos como puedo.
La consigna es que cuando todo lo exterior es rarisimo, como a mí me pasó en su momento con mi primer trabajo formal, y como me está pasando ahora, pero en realidad, como siempre en toda situación, yo debo ser mi propio apoyo.
Saber que pase lo que pase, cuento conmigo para todo. Y saber que la Veinte del presente estaría orgullosa de la Veinte que era una niña y sentía que se iba a quedar amurallada por el miedo.
Ambas sabemos que ahora, pese a que estemos súper asustadas, damos lo mejor de nosotras. Y cuando uno da lo mejor, el resultado de las cosas, no es lo más importante.
Siempre y siempre y siempre lo más importante es uno mismo. De ahí para abajo, se trata de dar el mejor esfuerzo.
Con este mensaje, me voy a ver qué hago con mi sábado a la noche. Son las 22.30 y tengo sueño... Pero eso sí, no me quiero dormir todavía. Mi día preferido de la semana son los sábados y quiero que éste dure un buen rato más.
Afrontar los comienzo es tan desafiante y al mismo tiempo, puede ser algo necesario. Y producir emociones en conflicto, temor, expectativas, aun siendo algo de lo que se desea. O precisamente por eso.
ResponderBorrarPareciera que es necesario empujar a la propia persona y a la vez, comprenderse.
Creo que puedo entenderte. Tengo mis propios desafíos. Me falta tanto para hacer.
Te imagino abrazándote con la Veinte niña.
¿Por qué es tan raro el exterior? Una pregunta que me hago.
Es un placer leerte.
Besos.
Y cómo estiraste esa noche de sábado?
ResponderBorrarTodo lo nuevo puede dar miedo al principio pero después se convierte en algo común como bien vos decís. Saludos!