sábado, 5 de marzo de 2022

¡PAF!

 I

2014 

Justamente estamos frente al horno. Si no lográs empezar a aceptarte, nunca vas a ser feliz - me dijo - Yo observo una gran dificultad para establecer relaciones de tu parte - sentí eso como un ardor por dentro y miré para abajo - Si esto se sostiene, y no lográs dejar de pensar en que nada bueno va a pasarte no vas a poder construir una relación donde permitas que alguien más te conozca realmente- apeló. 

- Ya lo sé - le contesté. 

- Es duro lo que viene a partir de ahora, lo sé - bajó la intensidad de la devolución - pero si no lo hacemos, el día de mañana, va a ser muy difícil para vos formar vínculos genuinos basados en la confianza. 

- Si, eso también lo sé - acoté, desabrida - Ahora yo no soy feliz. Y creo que tengo que hacer algo para ser feliz. Pero al mismo tiempo pienso para qué intentarlo si siempre me sale mal. 

- Pero ya vemos que es necesario. Que puede ser mejor intentarlo - añadió.   

Ese día salí de mi sesión de terapia pensando si, alguna vez, lograría sentirme plena, si podría vivir sin tener vergüenza de mi misma. Estaba destrozada por dentro. Pero quería pelear.  

Al menos, eso me había prometido a mi misma.  Y cuando yo me prometo algo, mi propia palabra tiene mucho poder sobre mí. En especial, si es por algo que necesito hacer. 

 

 II  

  2019

Misma terapeuta, mismo consultorio, luego de muchos años sin vernos. 

- Siento que es una locura que me esté pasando esto. A todo el mundo no le pasa esto - le expliqué - No lo puedo creer. 

- Podés estar sorprendida, sí... ¿pero por qué creés que no te puede pasar algo así a vos? 

Suspiré y lo pensé por un momento. Realmente no lo creía posible por mis problemas de confianza, por mi forma de querer lo bastante evitativa. 

- Puede pasarme, considero, en el mundo hay miles de chances de eso - sostuve - pero a todos quienes me rodean jamás les pasó algo así. Y no sé... Es difícil pensarlo... ¿No le pasa a quienes me rodean y justo a mí? Me siento extraña. Siempre pensé que eso le pasaba a otra gente... Pero ¿a mí? 

- Pero a vos sí - marcó. 

Me quedé en silencio. 

- Yo sé que lo que voy a decir puede parecer una locura - empecé - pero esto no se trata de una fantasía o de haber idealizado a alguien.  Aunque nosotros sólo tengamos un contacto virtual, esto que me sucede a partir de haberle dicho que no viaje, te juro que no es una fantasía.  

Mi terapeuta se me quedó mirando en silencio. Esperaba más información ya que, pese a que hablábamos hacía un mes y medio, yo jamás se había contando nada de Galeno. Y no, no era precisamente porque no me estuviera moviendo las placas tectónicas de mi vida, sino, porque todo ese hecho lo estaba haciendo a tal punto que yo lo quería negar.  Sin embargo, cuando tuve que hacerme cargo de haber rechazado su iniciativa de conocernos en primera instancia, la angustia me consumió. Y a eso, realmente, no lo pude negar.  Sin ir más lejos, a la mañana siguiente de decirle a Galeno que yo no estaba preparada para conocernos en persona, me quedé afónica. Sin un gramo de voz. De la nada. O más bien, por hacerme la que no me estaba pasando nada. 

Por eso estaba ahí, en mi sesión, confesando todo. 

Miré a mi psico. 

- Me gustaría encontrar a alguien como Galeno... pero que me quede más cerca... Él está lejos. No puede venir. 

-  ¿Qué significa "cómo Galeno"? - me preguntó. 

Esa pregunta me impactó. Fue como si me hiciera dar la cabeza contra una pared y entrar en correlación con otra parte de la realidad que hasta entonces me estaba perdiendo.  

 Me la quedé mirando, en blanco y se me hizo un nudo en la garganta. Al contrario de lo que esperaba, me emocionaba decir lo que acababa de entender, no me entristecía. 

- Yo suelo sentirme lejos de las personas. Hoy en día, aunque esté rodeada de gente en el trabajo y en la universidad, me siento muy diferente a la gente que me rodea. Ojo, no digo que sean malos, he conocido gente muy amena, pero no me puedo mostrar de una forma íntima... - le expliqué - Y con Galeno... 

Mi psicóloga sonrió. 

- Cuando nosotros hablamos, todo... fluye tan diferente. 

- Comprendo (...) - me dijo mi psico, y avanzó con una intervención lúcida. 

-   Esto no se trata de amor sí o amor no - argumenté - es una cuestión de identidad.  Cuando hablo con Galeno, siento que estoy siendo quien soy. Finalmente. Eso es lo que siento. Por eso quisiera que me quedara más cerca...  - le dije, haciendo énfasis con las manos. 

- ¿Como para no estar movilizada, no? - me preguntó. 

Me reí, a medida que iba liberando la tensión, pero enseguida me puse seria. 

- Al día siguiente donde le dije que no estaba preparada para vernos, o sea, el jueves ...  cuando me levanté para ir a trabajar no tenía voz. Me quedé sin voz. 

- ¿Perdiste la voz? 

- Sí. Estaba bien, tuvimos esa charla antes de dormir, yo me dormí, no quise pensar en eso la verdad, y... al otro día no podía hablar. No... no podía decir nada. Ni siquiera avisar por teléfono que no podía ir a trabajar, fue una locura. 

Ella me miró y asintió con la cabeza lentamente, como si hubiera quedado expuesto algo esencial. 

- Qué curioso que pierdas un elemento muy importante como es la voz, cuando se trata de tu identidad. ¿No? 

La miré. 

- Sí. 

- ¿Cuándo recuperaste la voz? 

- Cuando me quedé sin voz, me di cuenta que esto no es joda. Y... como me tuve que quedar en mi casa, eso me obligó a pensar... y pensé en todo. Y me di cuenta que yo pensé que se iba a solucionar todo diciéndole que no venga, pero... no. 

- ¿Por qué? 

- Porque no estoy contenta. No me siento mejor. 

- Entonces, podemos ver que para ser una situación virtual está trayendo muchas reacciones reales. Emociones reales que te afectan. Eso quiere decir que, aunque esté en otra provincia, esa persona es real. Existe, aunque no la puedas ver. 

- Sí. Creo que existe - bromeé - Digo, no es un loco suelto. 

- ¿Hay datos que te ayuden a poder verificar, lo hablaron, hubo hechos en relación al tema? 

- Sí. Yo lo investigué... y no hay sospechas de nada. De hecho, me ofreció juntarnos en un sitio público, donde me sintiera más cómoda, me contó donde trabaja, dónde vive. Me mostró fotos de todo, de su hija, de todo...- suspiré - y sé que no es muy... racional, pero, lo intuyo.  Siento que es una persona de verdad. No sé por qué, pero... digamos, no siento que haya peligro en verlo. No es por miedo a que me haga algo que yo le dije que no quería que venga. 

- Bien - dijo - supongamos que Galeno existe como tal. Sí, ya sabemos que está en otra provincia, pero supongamos que no sea un loco, que sea un hombre normal que quiera conocerte.... y vos me decís que no es miedo a que sea otra persona. 

- Sí.  En ese sentido, me ha dado muestras de confianza. Pero esto es una locura... Ese es el tema. 

- ¿Qué tiene de malo? 

- Que una persona que vive en **** se está tomando un avión para venir a verme. Que eso no lo hace cualquiera, que no es algo que le pase a todo el mundo... ¿entendés? O sea, para mí es rarísimo que, de un día para el otro, venga un hombre y me diga que se quiere tomar un avión porque me quiere ver.  ¿Quién es capaz de tomarse un avión por ver a una chica? No, te juro que... me cuesta mucho entenderlo.    Además, eso no le pasa a todos... 

- ¿Cuál sería el problema si esto te pasa a vos? ¿Si en vez de tomarse un colectivo, por ejemplo, se toma un avión? Justamente, eso no lo hace cualquiera y puede que le parezcas una persona tan movilizante que sea capaz hasta de tomarse un avión para conocerte. 

Mi psico sonrió, dejándome llena de preguntas, y me citó para la próxima semana para seguir trabajando sobre el tema. 

     III 

                                                                                                                                           noviembre,  2019

- Veinte, tengo que admitir que pensé mucho en vos este fin de semana... - me dijo ella - ¿Cómo estás, cómo te fue? 

Sonreí. 

- Bien, estoy viva - le dije, entre risas - Estoy bien. Fue un fin de semana muy muy raro. 

- ¿Y Galeno? 

- Galeno fue la persona que necesitaba que fuera. Si te lo tuviera que decir, sería eso lo que más representa todo.  Fue respetuoso, me trató súper bien, me sentí cómoda... 

- ¿Y físicamente, te atrajo? ¿Te gustó en ese sentido? 

- Sí. Ni bien lo ví, me senté, charlamos, y... fue muy importante poder asociar el cuerpo de ese tipo que tenía en frente mío a todo lo anterior... 

- Entiendo. 

- Pero... hablamos un ratito, en el café donde nos habíamos citado, y... me gustó. Asocié todo y me sentí atraída por él también físicamente.  No podía creer tenerlo en frente mío. Lo miraba y lo miraba, pobre. 

Nos reímos. 

-  ¿Y él? 

- También. Me miraba pero... no como si quisiera aprovecharse, al contrario. Me miraba todo para conocerme, para ver cómo era, con la misma curiosidad.  Me dió la sensación, es algo que me di cuenta después cuando pasó el fin de semana, que ninguno de los dos se imaginaba que nos íbamos a atraer tan rápido y a congeniar... Así, ni bien nos sentamos a charlar y nos pudimos ver, paf. 









1 comentario:

  1. Tu terapeuta sabe lo que hace, por lo que te contás.
    Te hizo un planteo que te incomodó y al mismo tiempo, fue certeró.
    Y fue muy lúcida, para que expresaras tus emociones sobre Galeno.
    Muy interesante,
    Besos, mi estimada Veinteava.

    ResponderBorrar

¡Muchas gracias por pasar a visitarme!

Si querés, podés dejar tu comentario más abajo (será respondido a la brevedad)

Hasta la próxima,

Veinteava