domingo, 8 de enero de 2023

Lo hemos conseguido

Durante muchos años la idea de que el ser feliz emocionalmente con alguien era difícil, me  acompañó. Venía de una etapa de dolor y de confusión con Javier durante muchos años y lo único que me importaba era olvidarme de su persona, creyendo que con eso también me olvidaría del dolor.  Durante los años comprendidos de 2014 a 2022, sin dudas, viví otras cosas y durante muchas y largas temporadas yo creí haberme olvidado de él.  Lo cierto es que cuando pensaba en él, saliendo con Galeno, y viendo la clase de hombre que era, me aliviaba que la historia con Javier hubiera terminado mal por pensar que habría perdido la chance de conocer a quien en ese momento era mi novio, o lo que es mejor, mi compañero.  Con Galeno las cosas no me parecían difíciles. De hecho, la pregunta de si las relaciones emocionales me costaban se respondía sola: "con las personas correctas, todo fluye", decía mi mente al ver cada logro con Galeno, cada momento lindo, cada reencuentro, cada charla que sanaba o mejoraba un todo.  

Pero con Javier, por el contrario, siempre las cosas fueron difíciles. Siempre. 

Un poco por mí y otro poco bastante por él, creo que con los años nos hemos convertido en la dupla más tóxica que imaginé. Y eso que yo no soy tóxica, más bien, soy de aquéllas mujeres que se van y siguen haciendo su vida, que desean lo mejor, o que no dan pelota. Pero ¿toxica? No, sin dudas, tóxica sólo con Javier por la cantidad de sentimientos incontrolables que me despierta, porque con él soy diferente y paso del amor al odio en medio segundo. Por las fibras que me tocan que, al día de hoy, por momentos sigo sin entender bien cuáles son para que me ponga así, para que me desbarranque, para que me desborde tan fácil. 

En los últimos años, ya menos nublada por el vaho de su cercanía, noté que Javier tenía un efecto en mí que rozaba lo estúpido y que yo, con su persona, tenía un efecto muy similar. Me enganchaba mucho con las cosas que hacía e incluso si eran malas, me movilizaban lo mismo. Y él, por su lado, no podía dejar de hacerlas, no quería, no sabía cómo o se le complicaba.  Entonces, eso era un círculo infinito: él no sabía qué hacer, temía, dudaba, se decidía y huía. Y yo, esperaba, me enojaba, me calmaba, lo ignoraba, me decía que se fuera a la mierda y retomaba el curso normal de mi vida. Hasta que volvía, o hasta que sostenía su ausencia o de alguna manera aparecía. Y sí, me movilizaba de igual manera y luchaba conmigo misma para sostener los papeles. Y lo lograba, sí, sostenía mis papeles. Pero siempre rogando que Javier no hiciera algo realmente grave porque ahí sí que correríamos peligro en esa dinámica de "te deseo-me deseás-nos repelemos porque todo el tiempo nos estamos espejando y mostrando en el cuerpo ajeno las lecciones que tenemos que aprender". 

Javier siempre me dijo que el humor que nosotros manejamos es peligroso porque, de un momento al otro, se convierte en otra cosa. Hace poco (26-dic) completó con algo más : "y yo te quiero hacer el amor ¿entendés? Es un segundo donde estamos jodiendo, esa joda se convierte en algo más y... te quiero agarrar y se me complica, se me complica muchísimo ", argumentó. 

Yo le pedí, habiendo dicho él todo eso, y diciéndole yo que lo entendía y que entendía todo lo que estaba sintiendo, que por favor no me escribiera más. Le dije que yo ya sabía, porque me pasaba, las consecuencias de ese humor mutuo, que en realidad, no se trata de hacer chistes todo el tiempo. Hoy sé que le decimos humor porque no le podemos decir química. Una química bestial donde somos tan diferentes que nos detestamos pero en el fondo hay algo que nos hace atraernos mucho cuando estamos cerca. Y mucho es, realmente, mucho. 

Por momentos tengo en la actualidad sentimientos encontrados. Me siento triste por pensar para qué me quiere y por otro lado me parece genial, sano y correcto, que hayamos dejado de hablarnos; que no me salude para mi cumple, que se evite una charla que podría decantar en bromas, en propuestas, o en cosas que nos complicaran la vida. Yo sé que se lo pedí, que por fin me está escuchando, y que es lo mejor para todos. Y siento alivio al pensar que lo hemos conseguido.  Pero también sé que duele bastante saber que la persona que más importó para vos toda la vida te vio como a un culo con destellos dorados, al que se quería comer. Que mientras vos le quisiste dar todo el amor del mundo, él te quiso coger de múltiples maneras y llegó a decirte que si no le importaras te llamaría para tener sexo a diario y te cogería todo el tiempo, pero, como le importás, no te llama, se resiste, se contiene aunque tenga ganas de hablarte sólo para que no estés mal o triste o esperando que te diga algo o quién sabe por qué, pero que se le escapan las cosas, que hay momentos donde no se puede controlar

Cuando le conté todo esto a mi terapeuta le dije que era lo mejor el haberle dicho todo lo que le dije los últimos días de 2022 porque él no me podía querer así. Porque era no era forma de querer, tan fea, a la gente. Mi terapeuta me explicó que la gente quiere como puede, que a veces la gente te quiere pero te demuestra ese sentimiento de maneras muy malas. Yo le pregunté cómo alguien así - como Javier - te podía querer... si era obvio que no me quería, porque era imposible que aquello fuera querer a alguien.  Ella me dijo que también Javier podría haber sentido que, pese al deseo pasado a través del tamiz de los años, yo era una chica más por la que no valía la pena arriesgar todo lo construido. Es decir, que había pasado demasiado tiempo y que todo podría haberse quedado en la fantasía. Me explicó que a veces la gente quiere pero lo demuestra mal. Que él quería mal, o al menos lo demostraba muy mal, pero que nada de eso significaba que no me quería.  

Yo solamente le dije que si Javier quería al revés a la gente yo no lo podía aceptar. Y un tiempo después, el 26 de diciembre de 2022, fui hasta su casa a decirle que por favor teníamos que terminar con todo esto del histeriqueo tonto. Le pedí que no me escribiera más por redes y le aclaré que yo no le iba a responder si venía con cosas que excedieran el respeto de una relación tan extraña como la nuestra.   Me quiso hacer el amor, se me pegó al cuerpo e intentó convencerme a caer en la tentación y yo le dije que no. Me miró irse por la puerta de su casa, y me dijo: "vos ya sabés que yo te voy a llamar, que te voy a hablar y a volver a escribir, lo sabés". "Si me escribís, te voy a dejar hablando solo como lo hacés vos" , le contesté.  Nos despedimos en medio de ese humor que estaba al borde de estallar en otra cosa.  Y desde ese día, y hoy siendo mi cumpleaños, no hemos vuelto a tener contacto. 

Mi terapeuta dice que la base de un buen aparato psíquico es el equilibrio en las tensiones. Me explicó que entre Javier y yo hay siempre una atmósfera de tensión creciente, ya sea por lo que no dicho o demostrado del todo, pero además, por la tensión sexual persistente a través de los años. Esa tensión nos mantenía unidos y escapándonos a la misma vez porque siempre tenía, en la mente o en el cuerpo, alguna consecuencia para ambos.  Me explicó que, al alejarme de él, y no sucumbir en el placer de liberar las tensiones del cuerpo, iba a sentir la necesidad de liberar la tensión de alguna otra manera.  Y que eso estaba bien porque nosotros, con el otro, nos comportábamos como quien se encuentra frente a una droga. 

Por último me dijo que había que aprender a sobrellevar la abstinencia. Hoy pienso, mientras noto que Javier no me escribió para mi cumpleaños teniendo la excusa perfecta, que lo hemos conseguido. Ambos. Que los dos supimos manejar las cosas, superar la abstinencia y que es el primer logro positivo - aunque doloroso - de 2023. 

2 comentarios:

  1. Me alegro que hayas tenido un primer logro en este año.
    La terapeuta parece muy lúcida.

    Besos.

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    1. Mi terapeuta es un cien. Gracias a su visión, a su manera de llevar las sesiones, me pude soltar. Es un logro del año, pero además, personal. Nada mal para enero :)

      Besos

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