sábado, 18 de enero de 2020

Confesiones de convivencia

Cuando recién comenzamos a hablar, con Galeno, noté un detalle que me llamó la atención: cuidaba mucho su alimentación cotidiana. Y, mientras que yo soy un desastre andante en ése aspecto, a él, no se le ocurría comer ni siquiera un trozo de pan por las mañanas.  Debo decir que aunque me contestó que conservaba buenos hábitos porque, a su edad, no podía descarrilarse, a mí el argumento no me convenció del todo. Y supuse, teniendo en cuenta su profesión, que bien podía ser por la conciencia sobre el efecto que produce a largo plazo la mala alimentación en el cuerpo de las personas. 

Sin embargo, fue todo un gesto de confianza el que Galeno me contara que tiene que cuidarse de la presión, entre otras cosas, para que yo también pueda saberlo.  Y lo hizo con cierto pudor, aunque con mucha hombría, explicándome los procesos y las causas de ésto y de aquéllo. 

- ¿Eso quiere decir que sos hipertenso? - le pregunté. 

- Sí. Tengo antecedentes por parte de mi viejo y de mi tío - me dijo - y me tengo que cuidar con la comida, no puedo hacer como vos - me sonrió, con picardía. 

- Hasta los treinta, doctor, que me cambia el metabolismo, según sus dichos, puedo robar... - lo burlo, mientras cenamos en un bodegón porteño una picada extraordinaria. 

Galeno me mira, sonríe y me explica que toma pastillas para la presión.  Puedo intuir que le da un poco de vergüenza decirlo, y explicarme algunas otras cuestiones de salud, por eso, lo acaricio levemente en uno de sus brazos y le sonrío. 

- Ahora, cuando lleguemos a nuestra casita temporal, vamos a tener nuestro "momento care"... - digo y él se ríe. 

- ¿Momento care? - repite, frunciendo un poco el ceño.  

- Así vos tomás tus pastillas y yo tomo la mía - le digo, haciéndole un guiño de ojos. 

Galeno vuelve a mirarme y me hace un gesto que avala la seducción. Hay una diferencia justificada en el deseo entre el motivo por el cual él toma las suyas y yo tomo la mía. 

- Bueno... 

- Ahora que convivimos por éstos días, nos tenemos que hacer acordar... - lo burlo. 

Vuelve a reírse. 

Y seguimos comiendo. 

Un rato después, cuando estamos en el hotel, sigo buscando una remera sencilla para ponerme antes de darme una ducha. De pronto, mi alarma mental suena y me acuerdo que pospuse la alarma del celular que me avisaba de mi píldora. 

- ¡Galeeenooo! - lo llamo, con parsimonia , mientras él todavía se encuentra en el baño cepillándose los dientes luego de bañarse.

- ¿Qué pasó? - dice, mientras continuaba buscando ropa limpia. 

- Acordate de tomar las pasti de hoy - le digo. 

- Oh, ya me había olvidado... - me dice - Menos mal que le hiciste acordar al viejo... - bromea. 

Lo miro, todavía en ropa interior, y enarco una ceja. Mofo en el aire y me río de lo absurdo. 

- Quiero que sigas siendo el Jefe de Guardia más sexy de todo el servicio, así que callate...  - le recuerdo, en broma, y me doy media vuelta para sacarme los aros. 

Galeno pasa por detrás de mí, elogia mi cuerpo, especialmente mi cola, y se ríe antes de acariciarla. 

Ya tomó sus pastillas como corresponde, y yo, ya tomé las mías. 

- Ya está, está todo el orden - me dice - El viejo ya tomó todo, chicos...

-  Quiero que te cuides. Por eso te lo recuerdo. Viejos son los trapos, y quedó demostrado allá - le digo, mientras señalo la cama.

Sonríe. 

- Me tengo que cuidar de vos, pendeja - me responde.

Me río y  muerdo mi labio inferior. Galeno tiene una forma de decirme pendeja que lejos de ser lasciva me resulta entre tierna y demoledora. Me encanta, lo confieso, que me diga así. Me predispone.

- No, no te cuides de mí... - le pido, en un tono que sé que lo afecta - ¿Me vas a dejar despertarte a la noche? - le pregunto, haciéndome la que yo no fui.  

- Sí, me tengo que cuidar ... - admite con una mirada que describe todo lo necesario - Me tenés que dejar dormir  - me dice, y sé, perfectamente, que me está pidiendo todo lo contrario.

Me acerco solo un poco, sonriéndole:

- Bueno, está bien - me encojo de hombros - Cuídese que yo me encargo de hacer los líos con la comida... y con un par de tópicos más...  - lo burlo y me meto dentro del baño.


Cuando salgo, sin más que una toalla rodeándome, unos minutos después, Galeno mira el celular y me mira intermitentemente.

- ¿Ya te vas a ir a dormir? - me pregunta.

Asiento con la cabeza y, mientras, comienzo a secarme.  Ya no me da vergüenza que me vea como Dios me trajo al mundo.

- Sí. Me tengo que levantar temprano - le digo, aguantándome la risa.

- ¿Ah si? - pregunta, siguiéndome el juego

- Sip - admito - Más o menos tipo cuatro me puse la alarma...

- Qué temprano... - me dice.

- No te quejes porque vos también te vas a enterar - le digo, sólo para que se ponga mimoso.

Galeno suelta el celular, como si lo revoleara por la ventana, y me observa, largamente, en silencio, vestirme con detenimiento. Sé que lo está disfrutando y por eso me demoro. Paso crema por mis piernas, mis brazos y todo el resto de mi cuerpo. Cepillo mi pelo, amoldo mi pijama, y apago la luz del baño que olvidé encendida.

Luego, apropósito, me acuesto a varios centímetros de él.

- ¿Te puedo dar un abracito de buenas noches? - le digo.

- Claro que sí - dice, y me arrastra hacia su cuerpo.

Me acerco, me recuesto encima de su cuerpo, apenas cubierto, y lo abrazo.

Galeno me acaricia y me abraza, pese a que esté siendo captado por mí, y me dá un beso.

- ¿Por qué te vestiste? - me pregunta, entre mimos y el ambiente de elegirse y de desearse y de conocerse un poco más.

Me río.

- Para hacerte la contra, darte un poco de laburo ¿viste? ... - respondo - así me la tenés que sacar...

- Me parece muy bien...  - dice.

Y entre los dos empezamos a arrancarnos la ropa.

4 comentarios:

  1. Como descubro conceptos nuevos, con los blogs. Me gustó descubrir que existe la lascivia tierna.
    Me gusta esa frase final. Buena forma de cerrar una crónica tuya.

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    1. Si... Cuando tuve que describir esa parte no encontraba un concepto establecido que le hiciera justicia. Y aunque con su mirada envidenció el deseo , fue también con una dosis de ternura, sin fiereza, sin ansias de poseer si no de compartir.

      Me alegro que te guste, Demi.
      A veces hay que permitirse expresar lo que vivimos. Y escribir esto no es la excepción.

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  2. sea real o ficticio es un lindo relato eh... besos!!!

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    1. Hola,JLO:

      No, no, es real. Fue súper real, te diría. Jaja

      Me alegra que te guste.

      Besos!!!

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