Todo sigue bastante igual que la última vez. El fin de semana participé en una radio de mi zona para hablar de literatura. También durante estos días - feos a nivel climático - estuve con mucho trabajo, y además, haciendo las actividades para mis clases de la Facultad que son mañana.
Mi sobrino sigue creciendo a pasos de gigante. De la misma forma en que aprendió a decirme tía, al principio de la pandemia, ahora aprendió a decir "tía no", cuando no quiere hacer o decir algo con mi hermana o conmigo. Según nos relata su mamá, cuando quiere hablar con nosotras, se acerca a su falda y empieza: "tía, tía,tía", mientras le dá el celular. Ese tipo de gestos no pueden dejar de sorprenderme. Si bien los niños vienen muy adelantados, me da mucha ternura que a su manera, como se puede, haciendo lo que se puede, mantenga un vinculo con nosotras desde lo más genuino, teniendo en cuenta su inocencia y su corta edad.
En líneas generales, estoy leyendo lo que puedo, en el tiempo extra que me queda después de mis actividades fijas y mis lecturas para la facultad. Todavía tengo un libro pendiente, pero la verdad, sólo puedo hacerlo los fines de semana y me gratifica poder tener ese plan. Con el trabajo de la semana y con el hecho de que ahora, cuando termino, me pongo a revisar mis clases de la facultad, de lunes a viernes, me alcanza y me sobra; pero trato de hacerlo así con el fin de que durante sábado y domingo pueda darme el espacio para hacer otras cosas, aunque no se pueda salir a la calle.
La primera parte del año, hice un curso pago con el que intenté absorber nociones básicas de mi laburo, que me incorporaron antes de la pandemia y que aprendí a los ponchazos. Quería hacerlo en la Facultad, que lo ofrecían a menor valor, y con esto del confinamiento quedó suspendido.
Por lo pronto, en esta segunda etapa del año vi que mi facultad ofrece de modo gratuito un curso sobre escritura científica (académica), que nada tiene que ver con mi trabajo pero sí me puede dar un piso para otras cuestiones, por lo que me decidí a tomarlo. Es corto, aunque... es durante la semana. Pero, bueno, creo que es un momento adecuado.
El otro día, justamente por todo ésto, estaba hablando con mi padre que la pandemia me permitió hacer cosas por ahorrarme el tiempo de viaje. Si bien él sabía que tuve problemas con la facultad, me decía que le encontré el modo de aprovechar un tiempo que, de otra manera, hubiera estado muerto y que tenía que estar muy contenta por eso. Y sí, en parte tiene razón. Si tendría que ir a la oficina como antes, por ejemplo, o a la facultad, no me hubiera quedado casi tiempo para trabajar, estudiar y además hacer un cursito extra.
Así que, si éstas son las circunstancias que nos tocan, y teniendo en cuenta que ya me tocaron muchos de mis puntos más sensibles, trataré de sacarles el mayor provecho posible, siempre que quiera, pueda y tenga ganas.
A mí me hace mejor estar ocupada que desocupada. Eso siempre ha sido así. Y pese a que al comienzo de la pandemia estaba muy desmotivada, espero haber llegado a una etapa diferente, donde pueda hacer lo mejor con lo peor.
Muy bien por pensar en vos, para hablar de literatura por radio. Eligieron bien.
ResponderBorrarY es interesante viajar.
Reconozco que es una ventaja no tener que viajar. Pero hay inconvenientes.
Yo también estoy con la virtualidad.
Besos.