Buenos Aires, 30 de diciembre de 2019
Desmaquillándome después de salir de la ducha, me pasee por la habitación en remera y ropa interior. Galeno me miró, sonrió y tomo el celular.
- Me escribió ** . Me dice que se fueron con *** a pasar un fin de semana en lo de la tía. No vuelve hasta el miércoles.
Estaba haciendo referencia a su ex mujer, la madre de la hija que tiene Galeno, y me comentaba lo que le había dicho. Me pareció un gesto lindo de su parte. De confianza. Un gesto sencillo, pero al mismo tiempo, serio.
- Oooh, bien... ¿De mini vacaciones? - le sonreí, animada - Va a estar contenta, ***, seguro... -observé, en relación a la nena.
- Seguramente... Ella está chocha - me sonrió.
Siguió trajinando con el celular. Yo me seguí arreglando. Sin darle importancia, me acosté, me tapé y me puse a mirar mi celular. Fue una manera de darle su espacio.
- Uh, bueno... - musitó, quejoso, fastidiado de pronto.
- ¿Qué?
- Que ahora me está preguntando si la puedo tener el 20. Falta para eso. No sé ni cuándo es veinte... - musitó.
Me sonreí. Busque mi aplicación de calendario en el celular .
- Acá me fijé... Cae lunes, si te sirve.
- Bueno, entonces si... Igualmente falta muchísimo, pero sí - dijo - Esto se puede arreglar en otro momento. Falta un mes...
Yo seguí con mi celular. Galeno suspiró. Dejo el celular en la mesita de luz. Lo miré de reojo y lo dejé hacer. Me pone un poco incómoda cuando habla con la ex, me dije en ese momento, sólo por no querer estar ahí y darle intimidad. Pero, al caso, ¿qué tenía de malo que estuviera o que me lo comentara? Me relajé.
- Listo - me dijo, más dulcemente y se me acercó en plan de unos mimos.
El celular vibró.
- Contéstale, dale... - me reí.
- No. Ya está. Ya le dije que sí. Listo. No es una urgencia... - dijo, firme.
- Bueno, como vos quieras... Yo no tengo drama... - le expliqué.
- Yo quiero hacerte mimos... Si me das habilitación - musitó.
Dejé el celular y le sonreí.
- Vení acá, por favor, vení un poquito... - me dijo, al ver la afirmativa.
- Bueno, voy un poquito nada más y mañana otro poco, tipo, voy mitad y mitad - lo burle.
- Noooo. Vení entera conmigo - me pidió.
Me abrazo fuerte. Me dió besos tiernos hasta que logro relajarme. Me atrajo hacia él y comenzó a hacerme caricias.
Galeno se rió.
- ¿Me explicas como me respondes así? - le dije - No hice nada todavía, sólo te abracé, unos besitos... - me reí.
Había pasado un segundo y todo estaba coordinado. Unos mimos en el pelo, unos besitos más por la mandíbula, y Galeno estaba conmigo.
- No hace falta que hagas nada más. Vos me abrazas y para mí es suficiente. Me gustás, pendeja.
- No soy la única máquina de sentir... - sonreí mientras me acostaba encima de el, para más mimos - Disfrutá, como me decís vos - musité, riéndome.
- Me pasa con vos
Lo bese.
- A mi también... Me pasa lo mismo cuando me tocas - le confesé, entre beso y beso.
Galeno se aferró a mí, me besó con fuerza y se encargó de que me sintiera segura y feliz con sus caricias y todo el resto de los menesteres.
En ésa época, en mi vida, no existían los celos por las minas que likea en redes ocasionalmente o porque la ex lo quiere de ésa manera. Ni Galeno me decía , al contarle de un Fulano conocido, que ése otro hacía X cosa porque quería mantener relaciones sexuales conmigo. Pasaron otras cosas, claro, y a eso se le sumó la distancia impuesta por éste virus raro y las dudas y los likes en culos ajenos pero además los comentarios de: "quiere jugar al tenis con vos, sí, y te quiere gar", de su parte. Se sumó el "me gustaría que estuvieras acá" y otros deseos de la misma textura.
Pero puedo decir, con total sinceridad, que los celos son una gran cagada. Y que no reflejan al otro y sus elecciones, que nunca lo harán... Sino que reflejan todo lo que más nos cuesta asumir de nosotros mismos.
Y quizá, de éso se trata. 36 días encerrada tienen que servir, mínimamente, para pensarse y reconocer los propios demonios. Quizá, cuando volvamos a la normalidad, entendamos que los celos no sirven para nada. Que nos tenemos que aferrar a los que queremos y , esencialmente, que no hay tiempo que perder. Cada quien es libre de elegir con quien estar, y dónde. Cada quien se mueve por sus deseos y sus pulsiones... Por eso, cuando nos estén eligiendo, hay que saber apreciarlo y, si correspondemos, aprovecharlo hasta el fondo. Aunque no sea para siempre. Porque uno, a fin de cuentas, nunca sabe lo que puede pasar. Está a la vista. Nadie se esperó que ésto nos sucediera. Y acá estamos...
Entonces ¿de qué sirve hacerse películas cuando estamos pasando por todo ésto como Humanidad? ¿De qué sirve manijearse? ¿De qué sirve desconfiar, si es el contexto más propicio para rendirse? ¿De qué sirve asustarse del futuro, si lo único que se espera es que sea mucho mejor del presente?
Lo único que nos dá esperanza en éstos momentos, es seguir siendo elegidos por los vínculos que formamos. Es sobrevivir a la prueba. Es poder contarla juntos con familiares y amigos, cuando la pesadilla acabe. Es ir a buscar a las personas que siempre estuvieron con nosotros y que, en éste contexto, nos buscaron y nos siguiendo eligiendo pese a la ausencia física. Sin egoísmos, sin celos, sin pormenores.